30th anniversary of beatification of Josemaria

Saint Josemaria was beatified on 17 May 1992. Here is the homily given by Cardinal Joseph Ratzinger at the Mass of Thanksgiving for the Beatification of Josemaría Escrivá on 19 May 1992, in the Basilica of the Holy Apostles in Rome.

The mysterious Book of Revelation by Saint John terrifyingly speaks to us about the past and the future of our history, yet continuously tears the veil that separates heaven and earth, showing us that God has not abandoned the world. However great evil may be in certain moments, in the end God’s victory is certain.

Amid earth’s tribulations, we can still hear a louder song of praise. Around God’s throne there is a growing choir of the elect, whose lives—spent in self-forgetfulness—have now been transformed into joy and glorification. This choir does not sing only in the next world; it is prepared in the middle of history, while remaining hidden from it. This is made quite clear by the voice that comes from the throne, that is, from God’s seat: “Praise our God, all you his servants, you who fear him, small and great” (Rev 19:5). This is an exhortation to do our own part in this world, thus beginning to belong to the liturgy of eternity.

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Suspenden el proceso de beatificación del P. Kentenich

Ante las acusaciones de abuso contra el P. Kentenich, el obispo de Tréveris decide suspender el proceso y comenzar nuevas y libres investigaciones

El obispo de Tréveris, Stepahn Ackerman anunció que el proceso de beatificación del P. José Kentenich queda suspendido. «El Obispo Dr. Stephan Ackermann no proseguirá activamente el proceso; en lugar de ello promueve nuevas y libres investigaciones», afirman desde la página web Schoensttat.com

El P. Kentenich falleció el 15 de septiembre de 1968 en Schoenstatt/Vallendar. De ahí que el Obispo de Tréveris es el responsable de la investigación diocesana en el proceso de beatificación del fundador de Schoenstatt iniciado en 1975.

El obispo toma esta decisión tras «las acusaciones de abuso contra el P. Kentenich que cobraron estado público en 2020«. En fases anteriores la parte diocesana del proceso de beatificación tuvo conocimiento de tales acusaciones. Los responsables de ese momento las investigaron con los medios que por entonces estaban a su alcance

En el año 2020 y tras la información de la apertura de archivos vaticanos se disponía de nuevos documentos que no había podido ser integrados a la investigación diocesana del proceso de beatificación del fundador del Movimiento de Schoenstatt.

«Ante esta situación, en julio de 2020 el Obispo Ackermann había expresado que quería convocar una segunda comisión de historiadores, en conformidad con la Instrucción Sanctorum Mater que reglamenta los procesos de beatificación», explican desde Schoenstatt.

«En diálogo con peritos de diversas disciplinas sobre el procedimiento adecuado a seguir, y sobre la base de las experiencias de la última década en el campo del esclarecimiento y revisión de los abusos en sus diferentes formas, se detectaron dos necesidades que contemplar: desde puntos de vista de contenidos sólo se puede lograr un panorama completo si junto con la historiografía se incluye también la psicología y la pedagogía», añaden mediante un comunicado.

Para que esto se realice debe ser «de manera independiente y transparente» y al no poder realizarse por una mera comisión de historiadores según establece la Instrucción romana han decidido suspender la causa de momento.

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Aspectos de la causa Kentenich

El obispo Ackermann ha pedido revisar otro aspecto de la causa Kentenich: en los años 90, un ciudadano norteamericano acusó a Kentenich de haber abusado sexualmente de él en los años 1958 a 1962. En 2021 Ackermann hizo examinar nuevamente por un ex fiscal federal la acusación ya investigada en los EE.UU. por parte de la Iglesia, a fin de comprobar si la indagación hecha podría considerarse como suficiente a la luz de los criterios actuales.

“Los debates de los últimos dos años han señalado que es necesaria una investigación más profunda de la persona y obra de José Kentenich”, declara el Obispo Ackermann.

La decisión del Obispo Ackermann fue consultada con la Congregación para las Causas de los Santos y comunicada a la Presidencia General de la Obra Internacional de Schoenstatt. “Soy consciente de que la suspensión del proceso de beatificación es un paso doloroso para la Familia de Schoenstatt”, dijo el Obispo de Tréveris. Pero con ello no se menoscaba de ninguna manera la importancia de la variada acción de Schoenstatt en todo el mundo.

Amparo Portilla, la madre de 11 hijos ya «venerable»

por su «virtud heroica» que en su vida se apoyó en la Virgen para todo

Amparo Portilla ya es venerable y se encuentra a un paso de la beatificación

El Papa Francisco declaró el pasado 24 de abril “venerable” a la valenciana afincada en Madrid Amparo Portilla Crespomadre de 11 hijos que murió a causa de un cáncer de pulmón en 1996, y a la que ahora Roma reconoce sus virtudes heroicas.

Ya sólo necesitaría un milagro por su intercesión para ser declarada beata. A los 12 años de edad, perdió a su padre, encarcelado y asesinado en 1937 durante la Guerra Civil.  A los 25 años, casada con Federico Romero, se mudó a Madrid y se volcó en su familia cada vez más numerosa, como “trabajadora infatigable, siempre alegre y generosa, dando a los demás permanente ejemplo de vida cristiana”. Tuvieron 11 hijos y no les faltaron las penurias económicas. También buscaba volcarse con “los más desprotegidos, pobres, enfermos o apartados de Dios”, según los promotores de su beatificación.

En Madrid llegaría a ser líder nacional de la Obra Apostólica Familiar, un movimiento católico familiarista que en 1966 se refundaría, junto con otros, en el actual Movimiento Familiar Cristiano. Participaba en programas de televisión hablando de la vida familiar y matrimonial.

Murió en su casa en la madrugada del 10 de mayo de 1996 “mirando en sus últimos días una imagen de Virgen de los Desamparados y dejando en todos los que la conocieron su profunda y auténtica vida cristiana”. Su cuerpo descansa en la Cripta de la Almudena en Madrid.

Precisamente, uno de los aspectos de su vida de fe más fuertes fue su gran devoción a la Virgen MaríaAsí lo atestigua su familia y la gente que la conoció bien.

Como buena valenciana amaba a la Virgen de los Desamparados. Además, en cada bautizo de sus 11 hijos tras el sacramento, como si se tratara de saldar una deuda, ofrecía su hijo a la Virgen. Además, quiso que todas sus hijas llevaran nombres de advocaciones marianas y hasta le puso Asunción a su primera hija porque en el año 1950 se declaró el dogma de la Asunción de la Virgen a los cielos.

Amparo oyó en una ocasión que sería bueno que cada familia tuviera una advocación propia de la Virgen y pensó que la de su familia fuese la Virgen del Romero. Cuando se enteró de que ya existía una en Cascante (Navarra), acudió con frecuencia a visitarla. En una ocasión la familia Romero, incluidos hermanos y tíos, se reunieron en su santuario, en un encuentro que los más de cincuenta peregrinos llamaron “Romerada”.

“A mi madre le gustaba visitar santuarios dedicados a la Virgen. En cada uno tenía encomendado a un hijo y al pasar a su vera, de camino a cualquier parte, renovaba la encomienda a la Virgen. Es como si tuviera otra familia, unida a la geografía de las iglesias marianas”, cuenta uno de sus hijos en la web dedicada a su madre.

Del mismo modo, su familia recuerda que “como madre buscaba en la Virgen la protección que ella también procuraba a sus hijos, y al comenzar los viajes solía acudir a Ella para que nos protegiera bajo su manto, ‘como una madre arroparía a sus hijos para protegerlos’, decía. Le dio mucha alegría cuando en 1963 fueron por primera vez a veranear a Riaza y descubrió que la patrona era la Virgen del Manto, devoción a la que había recurrido tantas veces”.

Por otro lado, sus allegados cuentan que la preocupación de Amparo por los demás era como una onda expansiva, familia, amigos, vecinos, conocidos, todos los hombres; y cuando veía o sabía de alguna catástrofe acudía enseguida a la intercesión de la Virgen para que tuviera compasión y ayudara a esas personas que sufrían.

“Esa devoción vital le hacía reconocer en todas las advocaciones marianas a la Virgen. Todas le gustaban: Mater, en su infancia, y la Virgen de los Desamparados, advocación especialmente misericordiosa, le acompañaron siempre, pero sin exclusivismos ni fanatismos. Al final de su vida tuvo delante continuamente una imagen de esta Virgen. La novena de la Inmaculada del año 1995 la hicimos leyendo las oraciones recogidas en un libro de su colegio. Fue antes de someterse a un tratamiento de radiaciones en la cabeza y se encontraba bastante delicada. En el mes de mayo de 1996, rezando la salve 5 días antes de morir, repetía bajito al terminar: ‘¡Madre de misericordia, Madre de misericordia!’”, relata su familia.

Le gustaba repetir: “Para las madres y para Dios todos somos hijos únicos”. Había experimentado ese amor exclusivo a cada hijo, y exclusivo de Dios hacia ella. También se consideraba, del mismo modo, hija de la Virgen.

“Mayo era su mes, el de la Virgen, el mes de las flores. Nació el 26, en este mes es su santo, el 6 hizo la primera comunión, le impusieron la medalla de hija de María y también en este mes el Señor quiso llevársela, como una muestra de su amor hacia ella. Cuando se acercaba Mayo, intuí que la Virgen se la llevaría durante este mes junto a sí, como un signo, como un guiño de su amor hacia ella”, concluyen sus hijos.

Beatificación de Acutis

«Una buena noticia: un joven de nuestro tiempo ha sido ganado para Cristo»

Momento en el que se descubre la imagen del nuevo beato Carlos Acutis

Este sábado 10 de octubre pasará a la historia de la Iglesia como el día en que Carlos Acutis, un joven de apenas 15 años, fue beatificado y se convirtió en un modelo de santidad para los jóvenes y adolescentes del siglo XXI. La ceremonia de beatificación ha aunado en un solo corazón a los 3.000 asistentes venidos para la celebración más los miles que siguieron la retransmisión por Internet y las redes sociales, el mundo tecnológico que apasionaba a Carlos, del que era autodidacta y el que usó para hacer llegar el mensaje del Evangelio. La ceremonia de beatificación ha sido presidida por el Cardenal Agustino Vallini, Legado Pontificio para las Basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles.

Carlos Acutis falleció hace 14 años y su beatificación certifica que este joven italiano vivió de forma extraordinaria el seguimiento de Jesús. Ciertamente, su testimonio caló hondo entre sus amigos y su familia y progresivamente en la Iglesia al grado que, a los cinco años de su muerte, se iniciaron los primeros pasos del proceso diocesano de beatificación, el cual se ha visto cumplido este sábado.

El rito se inició con la solicitud por parte del obispo de Asis, monseñor Domenico Sorrentino, de la beatificación de Carlos. Seguidamente, el postulador de su causa de beatificación, Nicola Gori, presentó una semblanza del joven. Y la respuesta de Cardenal Agustino Vallini fue la lectura de la carta apostólica en la que el Papa Francisco inscribe al joven italiano en el Libro de los Beatos y establece su fiesta el día 12 de octubre, su ‘dies natali’, su nacimiento para el cielo.

Inmediatamente, mientras se escuchaba un canto de aclamación, se descubrió una gran imagen del nuevo beato, e inició una sencilla procesión en la que un diácono portaba un relicario hasta el altar, siendo acompañado por los padres de Carlos: Andrea y Antonia.

El Cardenal Vallini lee la carta apostólica del Papa

Un chico de apenas 15 años

El Cardenal Agustino Vallini comenzó su homilía preguntándose “¿qué tenía de especial este joven de apenas solo 15 años?”. A lo que él mismo respondió enumerando las siguientes características: “Era un chico normal, sencillo, simpático, jugaba al fútbol, amaba la naturaleza y a los animales, tenía muchos amigos de su edad”. “Se sentía atraído por los modernos medios de comunicación social, la informática -continua detallando el cardenal Vallini-, era autodidacta, construía programas que, como señaló el Papa Francisco, usaba para transmitir el Evangelio para comunicar valores y belleza”. Y, entre otros puntos que enumeró el cardenal, señaló “el don de atraer y ser considerado como un ejemplo”, pero si en alguno hizo especial énfasis fue “su amor por la Eucaristía en donde mantenía viva su relación con Dios y que el propio Carlos definía como ‘mi autopista para el Cielo’”.

“No quiero ir al Purgatorio, quiero ir al Cielo”

Los dos rasgos de la fe heroica de Carlos Acutis fueron, en palabras del prelado, “oración y misión” que le llevaron “a encomendarse al Señor, sobre todo, en los momentos más difíciles. Con este espíritu vivió con serenidad la enfermedad que le llevó a la muerte: Carlos se abandonó en manos de la Providencia y bajo la mirada maternal de María repetía: ‘Quiero ofrecer todos mis sufrimiento al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al Purgatorio, quiero ir al Cielo’”.

Un ejemplo para jóvenes y adolescentes actuales

“Su vida es un modelo, sobre todo, para los jóvenes -explico el Cardenal- que encuentran satisfacción no en lo efímero, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida y servir a los hermanos, especialmente a los últimos”.

“La beatificación de Carlos Acutis es una buena noticia. Es una buena noticia que un joven de nuestro tiempo, uno como muchos otros, ha sido conquistado por Cristo y se ha convertido en faro de luz para aquellos que desean conocerlo y seguir su ejemplo. La fe no nos aleja de la vida sino que nos sumerge más profundamente en ella mostrándonos la forma de vivir la alegría del Evangelio”.

La sencillez del testigo

Nicola Gori, postulador de la causa de beatificación ha descrito a Vatican News, la agencia de noticias de la Santa Sede, la vida del nuevo beato como corta, intensa y siempre llevada de la mano de Jesús. Se trata “de la sencillez del testigo de Cristo, quería a Cristo, a quien sentía siempre a su lado, como un amigo que siempre lo ayudaba. No se puede comprender a Carlos si no comprendemos que él se sentía amado por Cristo. Este es su secreto y esto le daba fuerza”.

Para Gori, un joven de 15 años que vive con su familia y va a la escuela, el tiempo es un elemento precioso, sin embargo, “Carlos era un genio de la informática y ayudaba a sus compañeros de clase” y también puso este don al servicio del Evangelio “transmitiendo el mensaje de salvación y de amor a Cristo”.

Acutis tenía una especial predilección por la Eucaristía, “por eso quería difundir el mensaje de amor del Señor”. El postulador, al profundizar sobre la vida interior del nuevo beato afirma que “la Eucaristía, y la Virgen María son los dos pilares que sostienen su vida interior”.

Una leucemia acabó con su vida de manera fulminante. Dio testimonio de calma, tranquilidad y serenidad en Cristo. El personal de salud que lo atendió afirmaba “que no es posible que un muchacho tan pequeño pueda haber logrado una gran madurez espiritual”, concluye Nicola Gori.

Homilía del Cardenal del Cardenal Vallini

 A continuación, la homilía completa del Cardenal Vallini durante la celebración. Fue pronunciada en italiano y la traducción al español es de la agencia de noticias ACI Prensa.

 “Quien permanece en mí y yo en él, da mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada».

Con estas palabras que hemos escuchado del Evangelio de Juan, Jesús, en la última cena se dirige a sus discípulos y los exhorta a permanecer unidos a Él como las ramas a la vid.

La imagen de la vid y las ramas y es muy elocuente para expresar cuánto es necesario para el cristiano vivir en comunión con Dios. Su fuerza reside precisamente aquí: tener una relación personal con Jesús, íntima, profunda y hacer de la Eucaristía el momento más alto de su relación con Dios.

Queridos hermanos y hermanas, hoy nos sentimos especialmente admirados y atraídos por la vida y el testimonio de Carlo Acutis, a quien la Iglesia reconoce como modelo y ejemplo de vida cristiana, proponiéndolo sobre todo a los jóvenes. Es natural preguntarse: ¿qué tenía de especial este joven de 15 años?

Recorriendo su biografía, encontramos algunos puntos fijos que ya lo caracterizan humanamente.

Era un joven normal, sencillo, espontáneo, simpático (basta mirar su fotografía), amaba la naturaleza y los animales, jugaba fútbol, tenía muchos amigos de su edad, se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas, como ha dicho el Papa Francisco “para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza”. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo.

Desde pequeño -lo testimonia su familia- sintió la necesidad de la fe y tenía su mirada dirigida hacia Jesús. El amor a la Eucaristía fundó y mantuvo viva su relación con Dios. A menudo decía “La Eucaristía es mi autopista al cielo”.

Cada día participaba en la Santa Misa y permanecía durante mucho tiempo en adoración ante el Santísimo Sacramento. Carlo decía: «Se va directo al cielo si te acercas todos los días a la Eucaristía”.

Jesús era para él Amigo, Maestro, Salvador, era la fuerza de su vida y el objetivo de todo lo que hacía. Estaba convencido que para amar a las personas y hacer su bien, es necesario sacar energía del Señor.

Su ardiente deseo era también el de atraer al mayor número de personas a Jesús, haciéndose anunciador del Evangelio sobre todo con el ejemplo de vida. Fue precisamente el testimonio de su fe lo que le llevó a emprender con éxito una obra de asidua evangelización en los ambientes que frecuentaba, tocando el corazón de las personas que encontraba y despertando en ellas el deseo de cambiar de vida y acercarse a Dios. Y lo hacía con espontaneidad, mostrando con su modo de ser y de comportarse el amor y la bondad del Señor. De hecho, era extraordinaria su capacidad de testimoniar los valores en los que creía, incluso a costa de enfrentarse a malentendidos, obstáculos y, a veces, a pesar de que se rieran de él.

Carlo sentía una fuerte necesidad de ayudar a las personas y descubrir que Dios está cerca de nosotros y que es hermoso estar con Él para disfrutar de su amistad y de su gracia.

Para comunicar esta necesidad espiritual utilizó todos los medios, incluidos los modernos medios de comunicación social, que sabía utilizar muy bien, en particular Internet, que consideró un regalo de Dios y una herramienta importante para encontrar a las personas y difundir los valores cristianos.

Su modo de pensar le hizo decir que la red no es solo un medio de evasión, sino un espacio de diálogo, conocimiento, intercambio, de respeto recíproco, para ser usado con responsabilidad, sin convertirse en esclavos de ella y rechazando el bullismo digital, en el limitado mundo virtual que es necesario saber distinguir el bien del mal.

En esta perspectiva positiva, animó a utilizar los medios de comunicación como medios al servicio del Evangelio, para alcanzar el mayor número posible de personas y hacerles conocer la belleza de la amistad con el Señor.

Para ello se comprometió a organizar la exposición de los principales milagros eucarísticos ocurridos en el mundo, que también utilizó al impartir el catecismo a los niños.

Era muy devoto a la Virgen. Rezaba cada día el Rosario, se consagró varias veces a María para renovar su afecto por ella e implorar su protección.

Por lo tanto, oración y misión: estos son los dos rasgos distintivos de la fe heroica del beato Carlo Acutis, que en el transcurso de su vida breve lo llevó a encomendarse al Señor, en todas las circunstancias, especialmente en los momentos más difíciles.

Con este espíritu vivió la enfermedad que enfrentó con serenidad y lo condujo a la muerte.

Carlo se abandonó entre los brazos de la Providencia y bajo la mirada materna de María repetía: “Quiero ofrecer todos mis sufrimientos al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al purgatorio, quiero ir directo al Cielo”.

Hablaba así, recordemos, un joven de 15 años, revelando una sorprendente madurez cristiana, que nos estimula y nos anima a tomarnos en serio la vida de fe.

Carlo despertaba además una gran admiración por el ardor con el que, en las conversaciones, defendió la santidad de la familia y la sacralidad de la vida contra el aborto y la eutanasia.

El nuevo Beato representa un modelo de fuerza, ajeno a cualquier compromiso, consciente de que para permanecer en el amor de Jesús es necesario vivir concretamente el Evangelio, incluso a costa de ir contracorriente.

Realmente hizo suyas las palabras de Jesús: «Este es mi mandamiento que se amen los unos a los otros como yo los he amado». Esta certeza en su vida lo llevó a tener una gran caridad con el prójimo. Sobretodo hacia los pobres, los ancianos, las personas solas y abandonadas, sin techo, los discapacitados y las personas marginadas. Carlo fue siempre acogedor con los necesitados y cuando iba a la escuela los encontraba en la calle y se detenía a hablar, escuchaba sus problemas y, en la medida de lo posible, los ayudaba.

Carlo nunca se centró en sí mismo, sino que fue capaz de comprender las necesidades y los requerimientos de las personas, en quienes veía el rostro de Cristo. En este sentido, por ejemplo, no dejó de ayudar a sus compañeros de clase, en particular los que estaban en problemas.

Una vida luminosa, por tanto, totalmente entregada a los demás, como el Pan Eucarístico.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia hoy se regocija. Porque en este joven beato se cumplen hoy las palabras del Señor: “Yo he elegido a ustedes y los he constituido para que vayan y lleven mucho fruto”. Y Carlo fue y llevó el fruto de la santidad, mostrándola como meta al alcance de todos y no como algo abstracto y reservado para unos pocos.

Su vida es un modelo particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones no solo en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos especialmente los últimos.

La beatificación de Carlo Acutis, hijo de la tierra lombarda y enamorado de la tierra de Asís, es una buena noticia, un anuncio fuerte que un joven de nuestro tiempo, uno como muchos,

ha sido conquistado por Cristo y se ha convertido en un faro luminoso para quienes quieren conocerlo y seguir su ejemplo.

Él testificó que la fe no nos aleja de la vida, sino que nos sumerge profundamente en ella, indicándonos el camino concreto para vivir la alegría del Evangelio. Depende de nosotros seguirlo, atraídos por la fascinante experiencia del Beato Carlo para que nuestra vida pueda brillar de luz y esperanza.

Beato Carlo Acutis, ruega por nosotros”.

ABIERTA LA TUMBA DE CARLO ACUTIS

La tumba del joven Carlo Acutis fue abierta este jueves en el Santuario del Despojo de Asís en presencia del obispo de la diócesis, Domenico Sorrentino. Su cuerpo quedará expuesto a la veneración de los fieles hasta el día 17 de octubre. El joven, que falleció en 2006 a los 17 años de edad tras una vida de intensa devoción eucarística, será beatificado el sábado 10 de octubre.

Hablan los amigos de Toni Zweifel

La fase diocesana de la causa de beatificación de Toni Zweifel concluyó el 2 de julio de 2020. Con motivo de este evento, la oficina de información del Opus Dei en Suiza organizó una videoconferencia en italiano a través de Zoom. Estos son algunos testimonios de las personas que hablaron sobre su amistad con Toni.

Prayer for Blessed Alvaro del Portillo’s intercession

Bishop and Prelate of Opus Dei

O God, merciful Father, through the Blessed Virgin, you granted your bishop, Blessed Alvaro, the grace of being an exemplary pastor in the service of the Church and a most faithful son and successor of Saint Josemaría, the Founder of Opus Dei. Grant that I also may respond faithfully to the demands of the Christian vocation, turning all the circumstances and events of my life into opportunities to love you and to serve the kingdom of Jesus Christ. Deign to grant the canonization of Blessed Alvaro, and through his intercession grant me the favor I request… (here make your petition). Amen.

Our Father, Hail Mary, Glory be to the Father.

Blessed Alvaro del Portillo was born in Madrid (Spain) on 11 March 1914, into a large and deeply Christian family. As well as graduating as a Public Works official, he obtained doctorates in Civil Engineering, History and Canon Law.

In 1935 he joined Opus Dei. He lived his Christian vocation with great loyalty and faithfulness, through his work and everyday duties, and helped to draw fellow students, colleagues at work and many other people closer to God.

Ordained to the priesthood in 1944, he was completely committed to his pastoral ministry. In 1946 he moved to Rome. His service to the Church was also marked by his dedication to many tasks entrusted to him by the Holy See, especially in the Second Vatican Council. On 15 September 1975 he became the first successor of St Josemaría Escrivá at the head of Opus Dei.

On 28 November 1982 Pope John Paul II erected Opus Dei as a personal Prelature, made up of lay faithful and secular priests, and appointed Blessed Alvaro as its first Prelate. In 1991 he ordained him a bishop. The way he governed Opus Dei was characterized by a deep communion with the Pope and the other Bishops, complete faithfulness to the Founder of Opus Dei and his message, and tireless pastoral zeal.

Early on the morning of 23 March 1994, the Lord called this good and faithful servant to Himself, a few hours after his return from a pilgrimage to the Holy Land, where with deep piety he had followed in the footsteps of Jesus in that land. That same day, St John Paul II went to pray before his mortal remains, which now rest in the crypt of the church of the Prelature, Our Lady of Peace, at viale Bruno Buozzi 75, Rome.

He was beatified on 27 September 2014.

Further information is available at www.alvarodelportillo.org

With ecclesiastical approval.

Prayer Card in pdf format

Hace 40 años el Padre Bergoglio descubría su cuerpo incorrupto

y hoy va rumbo a los altares

El hoy Papa Francisco fue testigo excepcional del milagroso hallazgo

Era conocida la fama de santidad del padre Mauricio. 25 años habían pasado de su fallecimiento, y su legado como formador jesuita y como querido sacerdote predicador y confesor en los distintos destinos en los que estuvo trascendía los años. Sus restos descansaban en el Pantéon del Colegio Máximo, en San Miguel, cuando fueron exhumados. Era el 15 de enero de 1979.

El cajón de zinc estaba prácticamente desintegrado. No así su cuerpo. Flexible e íntegro. Tres médicos confirmaron esto. Y 15 días después, cuando se le dio nueva sepultura, le tocó al provincial jesuita de aquel entonces, el padre Jorge Bergoglio, ratificarlo: “Doy fe y juro por Dios nuestro Señor que durante estos días que van desde su exhumación hasta el día de hoy, el cadáver del R.P. Mauricio Jiménez no fue sometido a ningún tratamiento que conservara su incorrupción. Igualmente, en el ataúd de zinc en el que se lo acaba de poner no se ha colocado ningún elemento de este tipo”.

Cinco años después, cuando el padre Bergoglio era Rector del Colegio Máximo, le tocó a él presentar, como vicepostulador, el inicio del proceso de investigación con miras a una eventual beatificación y canonización del Siervo de Dios Padre Mauricio Jiménez Artiga, SJ.

33 años después, en marzo de 2018, los restos del padre Mauricio fueron trasladados a la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, del barrio de Villa Trujui, misionado por los padres jesuitas desde su inicio y a cargo suyo, a 30 cuadras del Máximo. Allí se reza con especial devoción por su pronta beatificación, en particular cada 8 de mes, junto con la devoción a la Virgen que Desata los Nudos.

Formador de discípulos misioneros, como se le suele recordar, nació en Castilruiz, Soria, España, el 22 de setiembre de 1881. De niño fue un humilde pastorcito que fue aprendiendo a amar a la Virgen rezando el rosario en la ermita de Nuestra Señora de Ulagares, patrona del pueblo, a la que tuvo presente siempre hasta en su última carta. Ingresó al noviciado jesuita, y fue ordenado sacerdote el 27 de julio de 1913 en el Colegio Máximo de Dertos, de Tarragona. Se destacó en España como formador, misión para la que se entregó en Sudamérica, donde se lo necesitaba. Llegó a la Argentina en 1930.

Por 18 años fue Maestro de Novicios en Córdoba, de ese país, donde además fue Rector del Colegio de la Sagrada Familia en dos ocasiones. Pero su celo apostólico iba mucho más allá de los futuros jesuitas, a partir de una inmensa obra educativa, hospitalaria, de ejercicios espirituales, etc. Continuó su labor en Montevideo, durante 4 años, y luego en Buenos Aires, como “soldado raso”, sin puestos de mando, circunstancia que disfrutaba mucho, donde vivió hasta su muerte, el 8 de diciembre de 1954, centenario del Dogma de la Inmaculada Concepción. Poco antes de morir, al recibir la extremaunción, proclamó en voz baja “Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor”.

Modelo de sacerdote, hombre de paz, dispuesto a la escucha de Dios y de los demás, devoto y promotor de la devoción a la Virgen María, el testimonio del padre Mauricio sobrevivió no solo en aquel de quienes lo conocieron, sino en sus cartas y escritos.

El Padre Julio Merediz, quien fuera vicepostulador del santo Cura Brochero, y ahora lo es del Padre Mauricio, conoció al siervo de Dios y llevó siempre una labor pastoral muy importante en la zona donde descansan hoy sus restos. En una reciente conferencia en la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo recordó estas bellísimas palabras del padre Mauricio, predicadas en una meditación con motivo de la Fiesta del Sagrado Corazón:

“En el corazón de Jesús amamos a todos los hombres. Si excluyéramos a uno solo no estaríamos en ese corazón. En ese corazón ningún infortunio humano nos puede dejar indiferentes. Ninguna explotación del hombre por el hombre podrá sernos tolerable aún.

Corazón fuerte como las olas sin riberas. Corazón en quien los pecadores y publicanos encuentran perdón. Corazón que todo lo sabe. Corazón poderoso en su misericordia. Corazón donde arden las profundidades del fervor de todas las ansias nobles, a él le pedimos “enséñanos a amar”.

Corazón, Corazón, ultima instancia de toda la historia humana. Corazón, garantía absoluta de las promesas de Dios, enséñanos la esperanza. Corazón, que permanece invariable en su entera fidelidad, independientemente de todos los abandonos y traiciones nuestras de nuestra debilidad humana, corazón firme como roca eterna, garantía absoluta de todas las cosas, haz definitiva(mente) fiel nuestra fe.

Por eso, la cruz es el signo de un amor que supera todas las tentaciones y todas las dudas. Y todas las separaciones, porque en nuestra historia de pecado, la misericordia del corazón de Jesús nos cubre todo”.

En la última festividad de San Ignacio de Loyola, el 31 de julio, tuvo lugar en el Obispado de San Miguel la conclusión de la fase diocesana del proceso de beatificación del Padre Mauricio Jiménez SJ. Según se informó, los documentos y el trabajo de la Comisión Histórica serán entregadas en la Congregación para las Causas de los Santos, en Roma.

FULTON SHEEN: ASÍ VEÍA «LAS RELIGIONES»

Francisco ha aprobado un milagro atribuido a la intercesión del obispo Fulton J. Sheen (1895-1979), lo que abre el paso a su beatificación, un proceso allanado tras el fin del litigio por sus restos entre las diócesis de Nueva York y Peoria. En esta grabación televisiva de 1956 explica con su habitual claridad y humor las diferencias entre la religión divina y las religiones fundadas por los hombres.