Los 5 dones de los ángeles

¿Los ángeles tienen voluntad propia? ¿Fueron creados libres? ¿Es su inteligencia comparable a la inteligencia humana? Aquí hay cinco regalos que recibieron de Dios

Al comienzo de la Creación, Dios creó en un instante una miríada de magníficos ángeles. Al crearlos, Dios les dio la gracia de la felicidad suprema, la inteligencia inconmensurable, una voluntad sin debilidad, un conocimiento perfecto. Pero también les dio libertad, para que libremente pudieran elegir servirlo y amarlo. 

1. La visión beatífica

El mayor don de los ángeles es vivir cara a cara con el Eterno. Antes de la resurrección de Cristo, los ángeles eran los únicos habitantes del cielo, alabando constantemente al Señor ante su Trono glorioso. Estos espíritus puros, mientras ayudan a los hombres en la tierra, iluminándolos y guiando sus pasos, nunca dejan de contemplar a Dios. Ciertos pasajes bíblicos dan testimonio de esto, en particular cuando el arcángel Gabriel visita a Zacarías y le dice «Yo soy Gabriel y estoy en la presencia de Dios» ( Lc 1,19 ) o cuando Jesús dice «Guardaos de despreciar a uno solo de estos pequeños», porque os digo que sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre» ( Mt 18,10 ). 

2. Inteligencia

La inteligencia humana es a menudo incierta, mientras que la inteligencia angélica se distingue por su rapidez, su prontitud y la seguridad de sus concepciones. Los ángeles están dotados de una inteligencia viva e intuitiva. Además, Dios no privó a los ángeles rebeldes de la inteligencia natural que Él les había dado cuando los había creado. Sin embargo, por su negativa, estos ángeles se apartaron de la inteligencia divina. Por su rechazo a Dios, han distorsionado irreparablemente el don divino. Así, «el más pequeño de los ángeles fieles, iluminado por la inteligencia divina, supera en sabiduría al Príncipe del Inframundo, reducido a sus propias luces«, explica Anne Bernet en su libro Enquête sur les anges (Artège).

3. Conocimiento

Desde el momento de su creación, Dios dio a conocer a los ángeles la realidad de todo lo que Él creó. Los ángeles aprenden sin esfuerzo. A diferencia del hombre que se cansa y exige descanso, el ángel es infatigable precisamente porque está libre del peso de la materia. Anne Bernet explica: «La memoria humana es caprichosa, la del ángel es incapaz del más mínimo olvido. Lo que sabe, lo sabe definitiva y perfectamente».  

4. La voluntad

La voluntad humana es vacilante, mientras que la voluntad angélica se distingue por la tenacidad de sus resoluciones. La nuestra está sujeta a deseos, pasiones y concupiscencias, mientras que la de los ángeles está exenta de ellas y no conoce fluctuacionesLa voluntad del ángel es tan absoluta que sus decisiones son irrevocables. Como lo confirmó el Cuarto Concilio de Letrán (1215), todas las criaturas eran originalmente buenas, incluso el diablo y los demonios que «fueron creados por Dios naturalmente buenos». Es precisamente por su propia voluntad que han perdido su bondad primitiva y es por sí mismos que se han vuelto irrevocablemente malos.

5. Libertad

Dios creó ángeles libres para servirlo y amarlo. Formó sus mentes y su voluntad para elegirlo libremente, pero no los privó por completo de la posibilidad de rechazarlo. Entonces, debido a su naturaleza angelical, su posibilidad de pecado era pequeña e improbable, pero la había. Anne Bernet explica que «para defenderlos, les había dado su gracia y su santidad, haciéndoles casi imposible esta desgracia. Cualquier falta angélica, por tanto, sólo podía ser fruto de un acto de voluntad monstruosamente vicioso y totalmente pensado, sopesado y premeditado«. 

Originalmente y en un instante, dice san Agustín, «fue creada la naturaleza angélica y la gracia se derramó en los espíritus angélicos». Los ángeles fueron creados para la dicha sobrenatural. Desde el primer momento de su existencia, fueron puestos en condiciones para alcanzar esta felicidad suprema, es decir, la eterna visión beatífica de Dios, de la que también nosotros estamos llamados a participar al final de los tiempos. 

Por Aline Iaschine

San Miguel Arcángel: Una historia de lucha contra Satanás

Nuestro gran defensor en el combate espiritual

San Miguel Arcángel es uno de los tres arcángeles principales mencionados en la Biblia; los otros dos que se mencionan son Gabriel y Rafael.

San Miguel, San Miguel Arcángel, o Príncipe de la Milicia Celestial, es el principal guerrero celestial en la lucha espiritual. Es un poderoso ángel al que Dios le ha confiado la gran misión de ayudar a derrotar a Satanás y proteger a los hijos de Dios de las fuerzas demoníacas que rondan la tierra.

Miguel significa: «¿Quién como Dios?» De hecho, ese era su grito de guerra cuando Lucifer se rebeló contra Dios. Y su lucha continúa hasta nuestros días.

La mención más antigua de San Miguel Arcángel en las Escrituras se encuentra en el libro del Antiguo Testamento de Daniel (12,1):

«En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro».

Este verso está explica que, si bien las personas eran esclavas, ellos no fueron olvidados nunca por Dios y tenían un gran aliado en San Miguel.

La guerra espiritual

Sin duda alguna, estamos en una guerra espiritual. Los combatientes son Dios, la Santísima Virgen María, los santos, el demonio, potestades, dominaciones, tronos con inmenso poder, y tú. Las armas que tenemos son la oración humilde, el ayuno frecuente, la fe, nuestro testimonio cristiano de la verdad, la caridad y el servicio

San Pablo se encarga de ponernos en alerta con respecto a la batalla, y que estemos siempre listos en este combate:

«Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio» (Efesios 6,12)

En esta guerra está en juego la vida eterna de nuestra alma o su condenación eterna. No debemos tener miedo, pues de nuestro lado están los poderosos arcángeles, y el principal de ellos es San Miguel Arcángel, dotado por Dios con un poder más allá de nuestra comprensión. Estos poderosos ángeles están, incluso en este momento, ocupados librando alguna batalla contra Satanás y sus secuaces demoníacos.

Una lucha que lleva siglos

San Miguel Arcángel tiene una historia de lucha contra Satanás. Uno de sus primeros encuentros con Satanás está documentado en el Libro de Judas 1,9 cuando él y Satanás discuten sobre el cuerpo de Moisés. A pesar de que nunca se ha explicado exactamente por qué estaban discutiendo, Judas describe el resultado:

«Sin embargo, el mismo Arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: «Que el Señor te reprenda»»

Se cree que Satanás estaba tratando de saber dónde fue enterrado el cuerpo de Moisés, con la esperanza de ir en contra el primer mandamiento de Dios: «no habrá para ti otros dioses delante de mí». Se cree que Satanás quería tentar al pueblo Judío para que adorasen el cuerpo de Moisés.

La mayor batalla de San Miguel Arcángel contra Satanás se describe en el Libro de Revelaciones (12,7-9), cuando los ángeles malvados de Satanás tratan de rebelarse contra Dios:

«Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles»

Debido a esta gran batalla y la derrota de Satanás, San Miguel Arcángel es considerado el gran defensor de la Iglesia. Todas las grandes victorias de San Miguel contra Satanás le valieron las siguientes cuatro funciones en la Iglesia:

  • Luchar contra Satanás
  • Rescatar a las almas de los fieles de Satanás, especialmente en la hora de la muerte
  • Asistir a los moribundos y acompañarlos en su juicio
  • Ser el campeón del pueblo de Dios y patrono de la Iglesia.

Combatir firmes en la fe

Como vemos, el combate espiritual es parte de la estructura misma del cristianismo. Debemos luchar porque tenemos un enemigo que no descansa ni de día ni de noche, un enemigo que «ronda como león rugiente, buscando a quien devorar» (Cfr  1 Pedro 5,8)

A la vista de este enemigo implacable, ser pasivos no una opción. San Pedro nos ordena explícitamente a «resistirlo firmes en la fe» Debemos combatir contra el mundo, el demonio y la carne, o seremos destruidos por ellos.

En un mundo en el que muchos buscan destronar a Dios o declararlo muerto, debemos, al igual que San Miguel, defender su gloria, diciendo: «¿Quién como Dios?», e invocándolo inmediatamente con la oración que nos enseñó la Iglesia:

San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén

Reza esta oración no sólo hoy, sino todos los días, porque como lo ha dicho el Papa Francisco en una de sus reflexiones:

«También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús?: con su tentación» (Homilía en Santa Marta, 11 de Abril de 2014)

San Miguel Arcángel, ruega por nosotros y defiéndenos en la batalla