
Me llamo Juanjo y hace ya casi trece años que me casé con Marta. Dios nos ha regalado 8 hijos, 3 se fueron al cielo antes de nacer y desde allí nos echan un cable todos los días con el resto de la tropa. Soy empresario y personalmente, aunque muchas veces meta la pata, me encanta ayudar a cualquier persona que lo necesite.
El 19 de marzo se conmemora la festividad de San José. ¿Qué significa San José en tu vida?
Cada día, al ofrecer a Dios el trabajo, o en un rato de oración, me dirijo a San José pidiéndole su intercesión, diciéndole que es mi padre y mi señor, mi protector.
Es mi maestro de vida interior y cada día le pido que me ayude a tener su sencillez, su obediencia y su santidad en la vida ordinaria.
En un libro, La sombra del padre, narra cómo Cleofás le dice, José, eres un excelente artesano, pero creo que serías aún mejor trovador…porque algunos trabajan primero, luego cantan, después rezan. Pero para ti, José, el trabajo es canto y oración… Y José le contesta, claro… porque el trabajo es oración…
San José tenía tan claro cómo ser santo … ¡que es un gran ejemplo a imitar!
¿Qué valores aporta la figura de San José a los padres de hoy?
Amor incondicional a nuestra esposa e hijos, obediencia a la voluntad divina, confianza absoluta en la providencia, sed de conocer a Dios en las escrituras, profundo respeto por la vida y los asuntos del prójimo y, sobre todo, amor a la Virgen María. ¡San José es una fuente inagotable de virtudes y valores para los hombres de hoy!
¿Cómo es o cómo debe ser la relación entre padre e hijos en una familia cristiana?
Sencilla, con respeto, confiada y cálida, alegre como en el hogar de Nazaret. Dios pensó en nosotros en este momento, en esta sociedad y cuenta con nosotros, nos necesita, para que ayudemos a nuestros hijos a ir al cielo. Me ayuda mucho pensar qué consejo le daría Jesús a cada una de mis hijas en cada pregunta que me hacen, y hacerles ver que su ejemplo es siempre Jesús y María.
¿Qué aportan los hijos a los padres en el crecimiento personal y espiritual?
Creo que Dios tiene el firme empeño de darnos un anticipo del cielo aquí en la tierra, de hacernos ver un poco la felicidad que allí tendremos para siempre.
En este sentido, los hijos son, sin duda, un camino seguro de darnos esa felicidad. Claro que con los hijos se sufre, ¡y mucho! Pero Dios, sabe que la mejor manera de ser feliz es darse a los demás en un olvido de si mismo, ¡y los hijos son expertos en esto de no dejarte mirarte demasiado! ¡Y cuánto bien nos hacen!
¿Cómo enriquece a la relación de matrimonio el hecho de ser padre?
Los hijos ensanchan el corazón, y educan la voluntad, tan necesaria en la vida de matrimonio. Te obligan a tomar decisiones que a veces se tornan complicadas, y esto une mucho al matrimonio, que se ve inmerso en la mayor y mejor escuela de cultura del esfuerzo.
El cuarto mandamiento dice: honra a tu padre y a tu madre. ¿Qué podemos hacer para mejorar las relaciones entre padres e hijos desde el respeto y el amor en la sociedad de ahora?
Enseñarles a rezar. Rezar el Rosario juntos, cada hijo el rato que quiera, acorde a su edad… aunque alguno empiece a escalar y pisarte la cabeza y acabe subido a la lámpara en las letanías, ¡pero anda que no se tiene que reír la Virgen María viendo como juegan sus hijos mientras el resto la piropean!
Rezar el rosario es el arma más poderosa para que nuestros hijos sean valientes, tengan criterio propio, sepan lo que es de verdad el amor y afronten sus vidas con valentía, paz y alegría.
En cualquier familia se producen momentos de tensión, controversia, momentos de cruz y dolor… ¿Cómo vive un padre de familia estos momentos difíciles?
¡¡¡Con el corazón en la cruz, siempre!!! Y con una total y absoluta confianza en Dios, que quiere mucho más que yo a mis hijos, que son suyos, confiando nuestro futuro a Su providencia.
He vivido momentos en los que el dolor me ha atravesado tanto que no era capaz ni de rezar… y entraba en un círculo vicioso que me hacía sentir culpable, tibio, sin Fe. Pero Dios nos ama tanto… que está siempre al quite y te hacer ver que también quiere que te abandones en Él, en una conversación sincera, sencilla, de un hijo que le dice a su padre, no tengo ni fuerzas para hablarte, pero te quiero y confío en ti. ¡Y qué poco tarda Dios en mandarte ayuda!
Llega el día en que los hijos emprenden el vuelo y se marchan de casa para iniciar su propio camino, a veces es un camino lejos de la ciudad en la que han residido junto a los padres. ¿Cómo se afronta esta separación?
Recordaré siempre una conversación con mi gran amigo y director espiritual, D. Fernando Gallego, que me decía: Juanjo, tienes que educar a tus hijas en libertad, tu misión es enseñarlas a que sepan lo que está bien y lo que está mal, y conseguir que quieran ser buenas… después ellas harán lo que les parezca…
Creo que, si conseguimos esto, la separación de los hijos debe ser alegre, confiada y con ilusión de que vivan con Fe y alegría la vocación que hayan elegido.
Y por supuesto, con la visión de que esta aventura de amor termina como empezó, Marta y yo, y Dios en nuestras vidas.
¿Algo más que añadir sobre tu experiencia como padre que pueda servir a otros como ayuda en su camino de crecimiento espiritual?
¡¡¡Qué améis mucho a vuestra esposa!!! ¡¡Que la consintáis y que la miméis mucho!! Que cuando creáis que se ha equivocado, las améis tanto que no tengáis ni que perdonarla, o al menos que la perdonéis pronto, pensando en cómo estaría para haber hecho eso que tanto te ha enfadado, sabiendo todo lo que te quiere.
Si vuestros hijos, que son el fruto del amor de vuestro matrimonio, ven esto, ¡querrán formar una familia igual! Basada en el amor, en el respeto y ¡en la entrega! ¡Y serán felices para siempre!