¿Un signo celestial para el funeral de Benedicto XVI?

Mientras los católicos de todo el mundo presentaban sus últimos respetos al Papa Benedicto XVI durante su funeral el 5 de enero de 2023, los fieles interpretaron un fenómeno meteorológico como una señal del cielo.

Una señal del Cielo por la muerte de Benedicto XVI? Eso es lo que dicen muchos internautas.

De hecho, podemos ver en una fotografía tomada durante el funeral del Papa emérito el 5 de enero de 2023, una cruz de luz que emerge de las nubes, una vez que se disipó la niebla que rodeaba a la pareja de la basílica de San Pedro en Roma.

La imagen habría sido tomada por los fieles que se encontraban en el costado derecho del Palacio Apostólico en el momento del funeral. Varias personas también han señalado que la presencia de una niebla tan espesa en Roma es relativamente rara, y que el sol estuvo presente durante toda la semana de homenajes a Benedicto XVI, especialmente cuando los fieles acudieron a honrar los restos del Papa.

Sin embargo, hasta la fecha no hay forma de establecer la realidad de este fenómeno, ya que solo circula una fotografía. Algunos relacionan esta visión vespertina con la renuncia de Benedicto XVI en 2013: en efecto, un rayo había golpeado la cúpula del Vaticano de una manera muy real y muy espectacular.

Varios fotógrafos y periodistas pudieron capturar este momento particularmente impactante.

Los Barrecheguren: Padre e hija juntos a los altares

La Iglesia reconoce al mismo tiempo las virtudes heroicas de Conchita y Francisco: ¿Quién influyó en quién?

Conchita tuvo mala salud desde pequeña. Por eso sus padres optaron por el homeschooling, una alternativa poco común en la ciudad española de Granada a principios del siglo XX.

El ambiente familiar ayudó a despertar en ella el deseo de convertirse en monja carmelita, aunque la enfermedad le impidió cumplir su sueño.

A los 22 años, murió a causa de la tuberculosis, el 13 de mayo de 1927. Unos meses antes de morir, escribía:

«Y esta vida tan corta, tan fugaz, me la da Dios, para ganar una eternidad. ¡Desgraciada de mí si la desperdicio! ¡Desdichada de mí si la empleo en otra cosa que no sea amar a Dios!«.

«Lo extraordinario de Conchita es su vida ordinaria y común», explica el vicepostulador de la causa de canonización de los dos españoles, padre e hija, Francisco José Tejerizo Linares en una web dedicada a su proceso.

«Pero, además, hay dos cosas específicamente singulares en ella y que le hicieron llamar la atención de quienes la conocieron: Su modo de aceptar y afrontar la cruz y su alejamiento del mundo y de todo lo que pudiera distraerla de su proceso de crecimiento espiritual».

En sus oraciones puede intuirse lo que sufrió a causa de la enfermedad, pero también su profundo deseo de Dios:

¡Oh Jesús mío!
Te pido que me conduzcas
por el camino del cielo.

Haz que las dificultades
no me espanten
y no dejes que me vuelva atrás.

Haz que te vea al final del camino,
para que tenga fuerzas
y pueda seguir subiendo
hasta llegar a ti.

Te pido ser de quienes
entran por tu puerta,
para gozar siempre de tu amor.

Un padre inspirado por su hija

Conchita impactó fuertemente en su padre, Francisco, quien después de quedar viudo, cuando tenía ya 68 años, se convirtió en sacerdote redentorista.

A Francisco le recuerdan como un hombre muy afectuoso y cariñoso con todos, humilde y sencillo como un niño.

Aunque nació en Lérida -el 21 de agosto de 1881-, vivió en Granada desde que se quedó huérfano con sólo 5 años.

Después de estudiar en el mismo colegio de Málaga que el filósofo español José Ortega y Gasset, se casó con Concha García Calvo, de quien siempre se mantuvo profundamente enamorado, y a quien perdió en 1937.

Ya como sacerdote, Francisco se dedicó a celebrar misas en el Santuario del Perpetuo Socorro y en el Carmen de Conchita, a llevar comuniones a enfermos, dirigir el rosario con la gente y colaborar en el proceso de canonización de su hija.

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