
Estamos viviendo hoy a través de un cumplimiento notable de la Sagrada Escritura, particularmente en la forma de una negación masiva de la verdad.
… lo que está en cuestión es la fe… A veces leo el pasaje evangélico del fin de los tiempos y doy fe de que, en este momento, están surgiendo algunos signos de este fin. —PAPA PABLO VI, El secreto Pablo VI, Jean Guitton, p. 152-153, Referencia (7), p. ix.
Un signo clave de los tiempos, escribió el Papa León XIII, es la resistencia a la verdad:
… el que se resiste a la verdad por medio de la malicia y se aparta de ella, peca muy gravemente contra el Espíritu Santo. En nuestros días este pecado se ha vuelto tan frecuente que parecen haber llegado esos tiempos oscuros que fueron predichos por San Pablo, en los cuales los hombres, cegados por el justo juicio de Dios, deben tomar la falsedad por la verdad, y deben creer en «el príncipe de este mundo», que es un mentiroso y su padre, como maestro de la verdad: «Dios les enviará la operación del error, para creer mentiras (2 Tesalonicenses 2:10). En los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a los espíritus de error y a las doctrinas de los demonios». (1 Timoteo 4:1). —Divinum Illud Munus, n. 10
Y al menos una sombra, una imagen típica de los últimos tiempos está llegando sobre el mundo. —St. John Henry Cardinal Newman (1801-1890 A.D.), sermón en la apertura del Seminario de San Bernardo, 2 de octubre de 1873, La infidelidad del futuro

Otras traducciones expresan la «operación de error» como tal:
… porque se negaron a amar la verdad y así ser salvos… Dios envía sobre ellos un fuerte engaño,[1]para hacerles creer lo que es falso… (2 Tesalonicenses 2:11)
El contexto ineludible de todo lo anterior es que hemos entrado en el período próximo de la venida delAnticristo, o «sin ley».
… puede haber ya en el mundo el «Hijo de perdición» del que habla el Apóstol. —PAPA SAN PÍO X, e Supremi, Encíclica sobre la restauración de todas las cosas en Cristo, n. 3, 5; 4 de octubre de 1903
Antes de la revelación de este «hombre de pecado» sería lo que San Pablo llamó una «apostasía», «rebelión» o «revuelta», dependiendo de la traducción.[2]Es un rechazo de la verdad, cuando el bien será llamado malo, y el mal, bueno. El Padre de la Iglesia primitiva, Lactancio (c. 250 – c. 325), da una descripción profética de la hora presente.
Ese será el tiempo en que la justicia será expulsada, y la inocencia será odiada; en el que los impíos se aprovecharán de los buenos como enemigos; ni la ley, ni el orden, ni la disciplina militar serán preservados… —Los Institutos Divinos, Libro VII, Cap. 17
Avance rápido unos 1700 años, y el Papa Benedicto XVI esencialmente confirma la profecía de Lactancio al comparar nuestros tiempos con el colapso del Imperio Romano cuando «los principios clave de la ley y de las actitudes morales fundamentales que los sustentan abrieron las presas que hasta ese momento habían protegido la coexistencia pacífica entre los pueblos». Continúa advirtiendo:
En realidad, esto hace que la razón sea ciega a lo esencial. Resistir este eclipse de razón y conservar su capacidad de ver lo esencial, de ver a Dios y al hombre, de ver lo que es bueno y lo que es verdadero, es el interés común que debe unir a todas las personas de buena voluntad. El futuro mismo del mundo está en juego. —PAPA BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 20 de diciembre de 2010
En una palabra, estamos pasando por un «eclipse de razón» de época, lo que se está acuñando como «wokismo» …