Cómo evitar discusiones que hacen daño al matrimonio

El matrimonio es mirar y entender al otro, pero ¿cómo?. La experta Mercedes Honrubia, del Instituto Coincidir, da pautas para no caer en discusiones que hieren y acaban minando el amor

Muchas de las discusiones que se generan en los matrimonios, vienen provocadas por una interpretación errónea de la intención de la otra persona.

Si, por ejemplo, por una cuestión que afecta a uno de los hijos de la pareja, la mujer comparte con su marido en forma de pregunta algo que no sabe muy bien cómo resolver, pero en un tono tenso y no le especifica al marido que es sólo una pregunta, éste puede sentirse interpelado por algo de esa frase y reaccionar de manera que pueda generar tensión en la pareja.

Esta tensión puede derivar en una discusión que, si va a más, irá escalando en forma de reproches, tono de voz alto e incluso faltas de respeto, llegando a decirse cosas que no querrían haberse dicho. Y la esposa sólo estaba compartiendo algo que le preocupaba, pero ni el qué dijo, ni el cómo lo dijo, ni quizás cuándo lo dijo, eran acertados.

El matrimonio es saber mirar al otro en plenitud, es entender a la otra persona sin interpretar lo que dice o cómo lo dice, quedándonos sólo en la forma, porque nos perderíamos parte de su plenitud.

Su convivencia y encuentro es el acontecimiento por excelencia para las personas que conviven en esa unión matrimonial, donde uno se da al otro a través de su esencia, el amor.

Respeto

Tener esto presente nos permite cambiar la mirada hacia el otro, descubrir qué hay en su corazón y tras acogerlo en el nuestro, intentar entenderlo, respetándolo, sin juzgar.

Este ejercicio, sencillo en apariencia, nos ayudaría a simplificar muchos de los conflictos que hoy en día tienen los matrimonios y donde una simple palabra o frase puede encender la mecha de un torrente de desencuentros, con la consiguiente repercusión que esto tiene no sólo en el matrimonio, sino también en los hijos.

Saber que habrá dificultades

Hoy en día parece que el matrimonio pesa, que si las cosas van mal, corto y me separo, pero… ¿si a uno le duele la cabeza, se la cortaría? No, ¿verdad? Seguramente se tomaría un paracetamol que le permitiera mitigar ese dolor y malestar que está sintiendo.

Pues lo mismo ocurre en la vida matrimonial, con sus roces. Una dificultad puede generar dolor, sufrimiento, apatía e incluso hastío, y uno llega a plantearse tirar la toalla en un momento concreto de dificultad.

Aceptar que esas dificultades forman parte de nuestra convivencia nos permite identificar qué puede estar pasando y buscar los recursos que existen para trabajar en la relación.

Abordar la dificultad y poner los medios para superarla nos permite afrontar esa circunstancia de una manera más constructiva.

Como cuando se construye una casa

Igual que cuando se construye una casa, se asientan muy bien los cimientos para poder ir construyendo poco a poco sus pilares, lo mismo ocurre en el matrimonio: se necesita solidez en la estructura (saber qué es lo importante) y esa solidez se va forjando a medida que nos hacemos responsables del compromiso adquirido (aceptar que hay situaciones que requieren mirar a lo importante para trabajar en lo que pueda surgir, sin tirar la toalla).

«Queridos novios, vosotros os estáis preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para siempre. No queréis fundarla en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa, que sea espacio de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre.»Papa Francisco, 14 de febrero de 2014, Discurso a las parejas de novios que se preparan para el matrimonio

Que la otra persona pueda expresarse

El matrimonio pasará por diferentes etapas, igual que las atravesarán las personas que lo conforman, pero es necesario aprender a mirar el interior de cada uno y reconocer a esa persona que está ahí.

Quizás en esa mirada entendamos que está atravesando por un momento que ni siquiera ella sabe cómo definir y que más que nunca necesita nuestro saber mirarla y quererla.

Será en ese momento, al no sentirse juzgada y sí aceptada en su realidad (aunque no la entendamos) cuando pueda expresar qué lleva dentro, porque sentirá ese cariño.

Esta tarea no es fácil, pues muchas veces en ese intento de diálogo nos podemos encontrar con cierto recelo por parte de la otra persona, malas formas o silencios. No pasa nada, esa actitud de nuestro esposo/a, lo que nos está queriendo decir es que ahí en su interior hay algo que necesita salir y que no sabe muy bien cómo hacerlo.

Momentos para hablar con calma

Poco a poco, con cariño, con paciencia, cuidando los momentos para poder hablar desde la calma, encontraremos el camino para acceder a ese corazón herido que interpreta erróneamente nuestro mensaje y reacciona defendiéndose.

Precisamente porque anhelamos ser amados, no queremos que nadie nos haga daño, mucho menos nuestro esposo/a.

Aprender a mirar ese corazón desde el cariño nos dará luz para acceder a él.

Sólo sabiéndonos comprometidos con nuestro cónyuge, seremos capaces de confiar en su capacidad de querernos y para ello, será necesario aprender a comunicarnos para ir consolidando esa confianza que genera esa mirada profunda, hasta el corazón.

CINE «Uncharted»

aventuras, tesoros e iconografía católica

Tom Holland y Mark Whalberg protagonizan esta adaptación de los videojuegos  

«Uncharted», un filme de aventuras con Tom Holland y Mark Whalberg, se inspira en una serie de videojuegos muy populares donde los elementos católicos son la clave de sus tramas y enigmas. Veamos unos ejemplos: 

Los hermanos del inicio se han criado en un orfanato cristiano regido por monjas. Las cruces que deben encontrar también sirven de llaves que abren puertas hacia pasadizos y hacia cámaras ocultas, al más puro estilo de Tomb Rider. Se incluyen referencias al Cielo y al Infierno y a las Escrituras y a algún Mandamiento.

Los héroes se adentran en templos para acceder a los secretos que les puedan conducir hacia el tesoro de Fernando de Magallanes.

En la película vemos la Iglesia de Santa María del Pi, sita en el Barrio Gótico de Barcelona. De fondo, y en la misma ciudad, también observamos la Sagrada Familia en una escena crucial en la que el padre del villano Santiago Moncada (Antonio Banderas) le dice que no tiene fe en su hijo, sino en Él. 

La grandeza nace de pequeños comienzos

En el prólogo vemos a esos hermanos, Sam y Nathan Drake, un adolescente y un niño, intentando robar el mapa de Magallanes. Afirman que tienen sangre pirata en las venas porque descienden de Sir Francis Drake.

Cuando son sorprendidos durante el robo, el mayor logra escapar para evitarse la posible entrada en prisión y le dice a su hermano que un día volverá a por él. También le entrega su amuleto personal, un anillo en el que puede leerse «Sic Parvis Magna» («La grandeza nace de pequeños comienzos»). 

Años después Nathan (Tom Holland) trabaja como camarero y también gana un dinero extra con pequeños hurtos. Nate recibió en años previos muchas postales de su hermano, pero no han vuelto a verse ni sabe nada de él y esa separación le sigue pesando porque es y era su única familia.

Es entonces cuando aparece Victor Sullivan (Mark Wahlberg), un buscavidas que conoce a Sam y pide a Nathan que le ayude a encontrar el tesoro de Magallanes. El cebo con el que Sully le atrae es sencillo: si hallan el oro, es posible que también encuentren a su hermano.

Así, ambos se embarcan en una aventura total que incluye templos, catacumbas, cuevas, museos, palacios, casas de subasta, barcos viejos y, por supuesto, villanos (Moncada y sus sicarios). Tampoco faltan dos mujeres fuertes, una en cada bando: Chloe (Sophia Ali) y Jo (Tati Gabrielle), capaces de utilizar todas las artimañas posibles para ganarse el camino hacia el oro. 

Fe en la aventura como género puro

Algunos críticos habituados a jugar a «Uncharted» reprochan a los responsables del filme que los temas católicos sólo sean un fondo, y no profundicen en ellos como en los videojuegos.

Pero, a mi entender, «Uncharted» pretende ser un regreso al cine clásico de aventuras, sin pretensiones y rodado para ofrecernos entretenimiento. Y por eso, en este sentido, la película cumple lo que promete. Aunque no profundice, están presentes los elementos (iglesias, cruces, altares) y las alusiones (Dios, el Cielo, la fe).

Su director, Ruben Fleischer, es alguien con oficio, habituado a deleitar al espectador: ahí están «Bienvenidos a Zombieland» y secuela, «Venom» y «Gangster Squad» para demostrarlo. Para que nos entendamos: «Uncharted» no alcanza el nivel de, por ejemplo, un Tintín o un Indiana Jones, y sin embargo resulta superior a «Tomb Rider» o «La búsqueda». Divierte y distrae sin alcanzar el nivel de Spielberg.  

Para quienes tenemos fe en la aventura como género redentor del ser humano, «Uncharted» también desempeña su cometido, dado que el trasfondo acaba siendo lo importante: Nathan logra que Victor mejore, que de algún modo se redima y vaya abandonando su egoísmo y su codicia; ambos aprenderán que el tesoro no siempre es el dinero, sino conceptos como la amistad y la hermandad.

Y el reparto es consistente. Tom Holland se defiende, pero nos recuerda mucho a Spiderman y sus acrobacias. Son Mark Wahlberg (en su faceta de héroe cómico) y Antonio Banderas (un villano un poco desaprovechado) quienes destacan por encima del resto.         

Católicos y vida pública

Algo está cambiando en Nueva York

¿Por qué en el continente americano, con tantos bautizados entre sus políticos, empresarios, funcionarios y dirigentes, hay tanta corrupción? A este drama responde el primer seminario de líderes católicos organizado en Nueva York por la Academia de Líderes Católicos. Entrevista con el doctor Mario J. Paredes.

Nueva York está celebrando este 5 de noviembre el primer seminario internacional de líderes católicos de los Estados Unidos, una iniciativa sin precedentes organizada por la Academia de Líderes Católicos.

El doctor Mario J. Paredes, director ejecutivo de la asociación médica SOMOS Community Care, miembro del Consejo Internacional de la Academia, aclara que el propósito principal consiste «en formar y educar a hombres y mujeres laicos que, especialmente en las sociedades latinoamericanas y a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, sean ‘luz en medio de las tinieblas’».

Mario J. Paredes, director ejecutivo de SOMOS Community Care.
Sonos Community Care, Inc.

En pocas palabras, añade el doctor Paredes, filósofo por la Universidad Católica Argentina, antiguo profesor en la Universidad de Georgetown, se trata de ayudar a los católicos a impregnar «de valores evangélicos, con el testimonio de su vida y liderazgo, las instituciones y áreas de la vida social en las que se desenvuelven profesionalmente».

Importancia de la presencia hispana

Mario Paredes, que ha sido consultor de la Comisión Pontificia para América Latina de la Santa Sede y de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, constata «la importancia que, en las últimas décadas, tiene la presencia de la comunidad hispana en los Estados Unidos», motivo por el cual, «los que conformamos el Consejo Internacional de la Academia de Líderes Católicos, nos pareció importante organizar este seminario en la ciudad de Nueva York».

Ponentes internacionales

En el seminario, que será introducido por el doctor Paredes, intervienen, entre otros, José Antonio Rosas, director internacional Academia de Líderes Católicos, con una ponencia sobre «Identidad del líder católico»; así como Rocco Buttiglione, miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y antiguo ministro de Estado de Italia, quien hablará sobre «La Doctrina Social de la Iglesia».

En el seminario, se compartirán los testimonios de Clara López Obregón, senadora de la República de Colombia; de Víctor Bisonó, ministro de Industria y Comercio de la República Dominicana; y de Shariff de los Santos, presidente de Basílica Management.

Cerrará el seminario el representante del Papa Francisco en los Estados Unidos, el arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico.

En esta entrevista, Mario Paredes, fundador y presidente emérito de la Junta de la Asociación Católica de Líderes Latinos (CALL) de los Estados Unidos, profundiza en las causas de la gran paradoja que vive el continente americano: muchos de sus políticos, funcionarios, empresarios…, son bautizados, y; sin embargo, la corrupción sigue corrompiendo muchos ambientes. 

¿Líderes católicos?

– Empecemos con una pregunta muy espontánea: a algunos de nuestros lectores les puede chocar el término «líderes católicos». ¿Qué significa para un cristiano, para un católico, ser «líder»?

Mario J. Paredes: Por siglos, hemos vivido nuestra fe católica inmersos en una estructura eclesial piramidal y clerical; que ha impedido a los hombres y mujeres católicos laicos ejercer sus plenos derechos de comunión y participación en el ser y quehacer de la Iglesia y, con ello, iluminar y aportar –desde la fe cristiana– en la vida toda de nuestras sociedades. 

Hablar de liderazgo católico supone, siguiendo enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II, que cada creyente se apropie y se empodere libre, responsable e inteligentemente, de sus dones y carismas, del papel propio y especifico que –como creyente en Jesucristo y miembro de la Iglesia– ha de cumplir en la vida de toda sociedad. 

Así, todo creyente puede ser capaz de liderar y guiar cambios y transformaciones –según los criterios del Evangelio y el Magisterio de la iglesia católica– en los pequeños o grandes ambientes en los que se desenvuelve su existencia e historia; liderazgo que ha de tener los rasgos del liderazgo profético del mismo Jesús de Nazaret, como hombre nuevo, hombre libre de la codicia y del miedo, libre del rencor y de la adulación, fiel a la verdad y al Padre, hombre para los demás…

El liderazgo ha de tener los rasgos del liderazgo profético del mismo Jesús de Nazaret, como hombre nuevo, hombre libre de la codicia y del miedo, libre del rencor y de la adulación, fiel a la verdad y al Padre, hombre para los demás…

El valor añadido de los católicos en la vida pública

– La política es quizá el área de la vida social donde ese liderazgo de los católicos, que usted ha explicado, es más necesario. ¿Cuál es la contribución que deberían ofrecer los católicos a la vida pública hoy, en el panorama político tan polarizado?

Mario J. Paredes: La gran mayoría de quienes en América Latina ejercen funciones políticas, gubernamentales, legislativas o de dirección militar y empresarial son, al mismo tiempo, hombres y mujeres con partida de bautismo en la Iglesia católica.

Sin embargo, un somero análisis histórico-político de dicho ejercicio político en nuestro continente, resulta, a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, corrupto y desastroso para las inmensas mayorías de nuestras naciones. Porque se trata de un ejercicio político que no ha sido ejercido –por ejemplo– en la búsqueda del bien común; sino de intereses personales o de los intereses de grupúsculos partidistas y sociales privilegiados de nuestros países.

Por tanto, ante esta triste y lamentable evidencia de hombres y de mujeres que, llamándose cristianos y católicos, contradicen con su ineficaz y pésimo ejercicio político los valores del Evangelio; urge, en los Estados Unidos, tanto como en América Latina, una formación de hombres y mujeres que, desde el Evangelio, renueven y transformen el ejercicio de la política, en su más amplia acepción. Para hacer posible una convivencia social más humana, más solidaria, más justa, más equitativa y fraterna; o dicho en palabras de la Sagrada Escritura, para ir construyendo en nuestras sociedades espacio-tiempos de «un cielo nuevo en una nueva tierra» mediante el mandamiento del amor.

El escándalo a erradicar: ‘Hombres y de mujeres que, llamándose cristianos y católicos, contradicen con su ineficaz y pésimo ejercicio político los valores del Evangelio’.

La contribución de la Doctrina Social Cristiana

– Como podemos interpretar de sus palabras, la doctrina social de la Iglesia es la brújula que propone la Academia de Líderes Católicos. Según usted, cuál es el valor central que la doctrina social cristiana transmite a un político, empresario o líder católico.

Mario J. Paredes: Desde el Evangelio, y el mandamiento nuevo del amor para los discípulos de Cristo y para todo hombre y mujer de buena voluntad, la Doctrina Social de la Iglesia privilegia criterios y principios que, de ser asumidos y vividos, nos procurarían una mayor suma de felicidad y vida plena y abundante para todos.

Principios tales como el valor de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la solidaridad sobre el egoísmo; de la libertad sobre cualquier forma de esclavitud, de la verdad sobre toda forma de mentira o corrupción; del diálogo y la participación sobre toda forma de absolutismo, marginación, intolerancia o discriminación; de la justicia sobre toda forma de injusticia, inequidad o violencia y la primacía de la persona sobre las cosas; de la ética sobre la técnica, del servicio sobre el poder, del bien común sobre los intereses individuales, etc. Destaco aquí, que estos principios son los que nos motivan y están presentes en la misión y visión de la Academia de Líderes Católicos.

La Doctrina Social: El valor de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la solidaridad sobre el egoísmo, de la libertad sobre cualquier forma de esclavitud, de la verdad sobre toda forma de mentira o corrupción, del diálogo y la participación sobre toda forma de absolutismo…

Católicos y corrupción

– Permítame plantearle una pregunta algo brutal: ¿cómo es posible que, en América, el continente con el mayor número de bautizados, la presencia de católicos en la vida pública es, en general, incoherente y ciertamente muy poco relevante? ¿Qué es lo que ha fallado?

Mario J. Paredes: Con su pregunta usted señala un grave pecado social y estructural de nuestras sociedades; un escándalo y un aparente fracaso de la tarea evangelizadora de la Iglesia Católica por cinco siglos en nuestras naciones; por las graves contradicciones con el Evangelio y con el mandato nuevo del amor. Y que se evidencian en los frutos que mayoritaria y estructuralmente producen nuestros países: frutos podridos de injusticia, inequidad, violencia; corrupción y muerte en sociedades pobladas mayoritariamente por hombres y mujeres que se dicen «cristianos»; con formas, costumbres, tradiciones y abundancia de ritos «católicos»; pero con relaciones, instituciones y estructuras vaciadas y carentes de principios evangélicos. 

Algo ha fallado, mucho ha fallado, todos hemos fallado como creyentes y como Iglesia, especialmente porque nos han faltado líderes con la misma autoridad y coherencia que Jesús. Nos han faltado modelos de transparente y auténtica vida cristiana; nos ha faltado autoridad y coherencia a todos para vivir lo que predicamos, para practicar aquello en lo que creemos. Todo lo cual valida esta iniciativa formadora de líderes católicos y convierte en una urgencia de primer orden aquello que Juan Pablo II llamó la «nueva evangelización».

Algo ha fallado, mucho ha fallado, todos hemos fallado como creyentes y como Iglesia, especialmente porque nos han faltado líderes con la misma autoridad y coherencia que Jesús, nos han faltado modelos de transparente y auténtica vida cristiana

– Usted ha apoyado en décadas pasadas numerosas iniciativas laicales y eclesiales de grandísima influencia que han ayudado a la renovación de la Iglesia. ¿Por qué ha decidido ahora ofrecer su apoyo a la Academia de Líderes Católicos?

Mario J. Paredes: Como creyente, he intentado vivir mi fe del modo más comprometido posible en la Iglesia Católica y en mi desempeño social. He querido evidenciar en mi ser y actuar mi sentido de pertenencia a la Iglesia Católica. Si con mi propia vida de fe he podido ejercer algún tipo de liderazgo en la sociedad y en la Iglesia, entonces estoy convencido del bien que otros muchos pueden hacer, desde la experiencia cristiana y católica, en la vida y renovación de la misma Iglesia y de la sociedad. 

Más información sobre el Primer seminario internacional de líderes católicos de los Estados Unidos (catholicleaders.us)

¿Te irías al Purgatorio en lugar de otra persona?

Acto heroico de caridad

Este compromiso fiel es una forma desinteresada de emular a Cristo, pero la Iglesia advierte que solo debe emprenderse después de una profunda reflexión

Existe un impresionante acto desinteresado de caridad para ayudar a salvar a las almas en extrema necesidad.

El Acto Heroico de Caridad es una promesa que puede hacer un católico que ofrece todas las oraciones y buenas obras de su vida, así como los sufragios (oraciones, buenas obras, etc.) que puedan acumularse después de su muerte, en beneficio de quienes están en el purgatorio

Es una práctica que se remonta a un decreto de la Sagrada Congregación de las Indulgencias, del 18 de diciembre de 1885, confirmado por el papa León XIII.

Purgatorio

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) enseña que, al morir, un alma que necesita purificación es enviada al purgatorio, donde se purifica con el tiempo. 

Esta purificación es necesaria para que un alma vaya al cielo, ya que la Escritura enseña que nada impuro puede entrar al paraíso

El tiempo de purificación de cada alma está relacionado con la cantidad y calidad de los propios pecados, y las almas en el purgatorio son en gran medida impotentes para cambiar su propio destino.

Es por esto que orar por los muertos es una de las obras espirituales de misericordia más importantes. 

Los católicos están llamados a ayudar a los muertos a expiar sus pecados ofreciendo oraciones por los difuntos, recibiendo la comunión o adquiriendo indulgencias. 

La caridad hacia las almas del purgatorio es un proceso misterioso que descansa en el ámbito de la Comunión de los Santos.

Los católicos pueden apoyar a los santos a través del Acto Heroico de Caridad.

Heroico Acto de Caridad

El acto heroico de caridad, un acto verdaderamente desinteresado, no es algo para tomar a la ligera.

De hecho, la Sagrada Congregación de las Indulgencias advirtió que un acto heroico de caridad solo debe hacerse después de una profunda reflexión. 

Si un católico promete un acto heroico de caridad, se ofrece como voluntario incluso para pasar más tiempo en el purgatorio; con el fin de que otras almas en el purgatorio puedan purificarse más rápido.

Al hacer un acto heroico de caridad, uno entrega todo lo que ha hecho que sería aceptable a Dios como expiación por los propios pecados para que se use en beneficio de los demás. 

Esto significa que las oraciones, las buenas obras, el testimonio fiel y las obras de caridad terrenales que realizó en vida ya no se le acreditarán; sino que se sacrificarán para expiar los pecados de los demás. 

Estos sufragios se ponen en manos de la Madre de Dios, que los distribuye entre las almas del purgatorio con su misericordiosa discreción.

En cierto sentido, este es el último acto de caridad que un católico puede hacer para emular a Cristo. 

Así como Jesús murió por los pecados de todos nosotros, aquí tenemos la oportunidad de sacrificar una parte de nosotros mismos por nuestros hermanos y hermanas en Cristo

Podríamos decir que es similar al último acto de san Maximiliano Kolbe, que se ofreció como voluntario para morir en lugar de un prisionero en el campo de concentración alemán de Auschwitz.

Puede ser una noción aterradora, morir con el entendimiento de que ninguno de los sufragios en el propio crédito se mantendrá como testimonio de las propias buenas obras; pero aquí es donde entra la fe.

Al emprender un acto heroico de caridad, uno se está abandonando a sí mismo a la infinita misericordia de Dios

Esto significa que uno puede tener la razonable esperanza de que ese acto es en sí mismo un testimonio lo suficientemente fuerte de una vida fiel para que Dios no permita que los propios castigos se apliquen en su totalidad.

San Claudio de la Colombiere

Antes de hacer el Acto Heroico de Caridad es necesario hacer una pausa y contemplar.

San Claudio de la Colombiere se encuentra entre los que sellaron ese compromiso. 

Cuando hizo su propio Acto Heroico de Caridad, Claudio explicó que un alma que ha hecho esta promesa desinteresada no debe temer los tormentos del purgatorio, porque soportar tales horrores por el bien de los demás honra a Dios.

San Claudio escribió:

«No debemos dejar de expiar los desórdenes pasados ​​de nuestra vida con la penitencia; pero ha de hacerse sin angustia, porque lo peor que nos puede pasar, cuando nuestra voluntad es buena y somos sumisos y obedientes; es que se nos env por mucho tiempo al purgatorio, y con razón podemos decir que esto es un gran mal. No temo el purgatorio».

«Sé que los tormentos allí soportados son horribles, pero sé que honran a Dios y no pueden resultar un daño para las almas; que allí tenemos la certeza de nunca oponernos a la voluntad de Dios; que nunca nos resentiremos por su severidad; y que incluso amaremos los rigores de su justicia, y esperaremos con paciencia hasta que sea completamente apaciguada».

«Por tanto, he dado de todo corazón todas mis satisfacciones a las almas del purgatorio, y aun lego a otros todos los sufragios que se ofrecerán por mí después de mi muerte; para que Dios sea glorificado en el paraíso por las almas que han merecido ser elevadas a un grado de gloria superior al mío».

El milagroso encuentro de un sacerdote con la muerte

el día de los Ángeles Custodios

Un auto pasó por encima de él, haciendo que este sacerdote y excientífico reflexionara sobre las leyes de la física y los milagros

El 2 de octubre, como relató en su reciente publicación de blog, el padre John Bok del St. Anthony Friary  and Shrine en Cincinnati, Ohio, conducía para celebrar misa en una parroquia cercana cuando otro automóvil se desvió y se dirigió directamente hacia la puerta del lado del conductor.

El automóvil que se aproximaba, conducido por un adolescente que sufría un ataque epiléptico, golpeó un poste de metal doblado y salió volando por encima del coche del padre John, en lugar de chocar directamente contra él. Ni el adolescente ni el padre John resultaron heridos. 

Pese al hecho de que un coche se le acercara por la izquierda, el padre John ni siquiera se dio cuenta de lo que había sucedido en ese momento porque tiene mala visión periférica. Pero todo fue captado por la cámara de seguridad de una funeraria local y un amigo se lo mostró más tarde.

La experiencia, que ocurrió en la  Fiesta de los Ángeles Custodios, le dio mucho que pensar al exprofesor de ciencias: 

«Conduzco un Hyundai Sonata 2014. Según Google mide 4,83 pies de altura. ¿Por qué el poste estaba parado en ese lugar exacto unido a nada? ¿Según qué leyes de la física levantó el auto del niño casi 5 pies en el aire y lo envió sobre mi auto? Muchas preguntas. Ciertamente estoy agradecido a Dios. Continuaré preguntándome cuánto jugó Dios y cuánto jugaron las leyes de la ciencia en esta experiencia. Y me sigue haciendo gracia el hecho de que no me di cuenta de lo que pasó hasta que vi el video… Como siempre, Dios es bueno». 

La reflexión del padre John trae a la mente la relación amorosa y de mucho tiempo atrás que la Iglesia Católica tiene con las ciencias. Desde Copérnico hasta George Lemaitre (el padre de la teoría del Big Bang), ha habido innumerables pensadores católicos a lo largo de los siglos que aceptan el hecho de que la fe y la razón van de la mano, o en el caso del padre John, se unen en el lanzamiento de un auto sobre un auto. 

Vio a su padre ir del purgatorio al cielo

Todo porque ella hizo decir tres misas por el descanso de su alma

En el siglo XVII, una joven afligida se acercó al abad benedictino Millán de Mirando en el monasterio de Nuestra Señora de Montserrat. Ella le rogó al abad que dijera tres Misas por su difunto padre.

La historia se narra en el libro Nueva historia del Santuario y Monasterio de Nuestra Señora de Montserrat, del padre benedictino Francio de Paula Crusellas.

Alma doliente en el purgatorio

La joven estaba totalmente convencida de que estas Misas acelerarían el camino de su padre al cielo, liberándolo de las penas del purgatorio. Movido por la fe infantil de la niña, el abad dijo la primera Misa al día siguiente.

Durante la Misa la joven estaba arrodillada y al mirar hacia arriba vio a su padre cerca del altar donde el sacerdote decía la Misa. 

Describió a su padre como «arrodillado, rodeado de llamas aterradoras» y ubicado en el escalón inferior del altar. 

Fuego milagroso

El sacerdote fue alertado de este fenómeno milagroso y le indicó a la niña que colocara un pañuelo de papel donde estaba arrodillado su padre. 

El tejido inmediatamente comenzó a arder. Todos pudieron ver el fuego, aunque no podían ver al padre de la niña. Esto representaba a su padre siendo purificado por las llamas del purgatorio.

Se dijo una segunda Misa por el descanso del alma de su padre y de nuevo la niña vio a su padre. 

Esta vez subió un escalón junto al diácono y estaba «vestido con un traje de colores vibrantes». 

En esta etapa, su padre todavía estaba en el purgatorio, pero ya no estaba tocado por sus llamas.

La misa, sacrificio purificador

En la tercera Misa vio a su padre por última vez. Durante la celebración eucarística estaba «vestido con un traje blanco como la nieve».

Pero luego sucedió algo extraordinario al final de la Misa. La niña exclamó: «¡Ahí está mi padre que se va y sube al cielo!».

Ya no tenía que preocuparse por el alma de su padre porque sabía con confianza que había llegado a las puertas del cielo.

EL SUFRIMIENTO EN El MUNDO…

unidoscontralaapostasia

Ángel Bea

Es un gran misterio para nosotros. Tanto es así, que muchos seres humanos lo usan como «argumento irrefutable» para negar la existencia de Dios. Ya sabemos: «Si Dios existiese, no permitiría tanto sufrimiento en el mundo». Además, el no poder explicar la razón y el sentido del sufrimiento ha causado crisis en verdaderos creyentes que dejaron de serlo por haber sufrido un quebranto tal de su fe, al punto que la abandonaron. Por nuestra parte no podemos pretender dar todas las respuestas a las preguntas sobre el sufrimiento. No las tenemos.

Luego, aquí de lo que se trata no es tanto de que Dios sea el que causa el sufrimiento. Esa no es nuestra idea. Se trata más bien, por una parte, de cómo debemos afrontarlo como cristianos y, por otra, qué papel juega el Señor de la gloria en todo ese escenario de «pruebas» que nos podrían sobrevenir. Unas por causa de catástrofes; otras, por causa de guerras; otras, causadas por la enfermedad, las crisis de todo tipo… E incluso a causa de la fe. Las preguntas del creyente acerca de sus sufrimientos (por cierto, lícitas) podrían ser semejantes a las que los santos antiguos se hacían:

1. ¿Por qué tengo que sufrir yo, Señor, si trato de portarme bien en todo, mientras que otros que se portan mal, ¿les va la vida estupendamente? (Salmos 73)

2. ¿Se habrá olvidado Dios de mí, en vista de que me siento tan mal, que ni tengo descanso ni puedo dormir? (Salmos 77)

3. ¿Será que lo que estoy creyendo es una ilusión y tendrán razón aquellos que niegan la existencia de Dios y estoy engañándome a mí mismo? (Jer.15.18)

Las preguntas podrían multiplicarse, pero que no sepamos todo lo relacionado con el sufrimiento ni explicarlo no por eso hemos de negar, ni la existencia de Dios, ni que tenga cuidado de nosotros, ni que sus promesas sean falsas. Antes bien, los que de antemano ya teníamos el sentimiento y el deseo por la eternidad, vimos confirmado dicho sentimiento por una revelación más especial y específica en y a través de la persona de Jesús. Él nos afirmó en la doble realidad de que, «en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo». Y fue basado en esas palabras que el Apóstol Pablo escribió:

«Porque tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria que en nosotros ha de manifestarse» (Ro.8.18)

Luego, a la luz de la enseñanza de Jesús y todo el Nuevo Testamento aprendemos que mientras que el sufrimiento puede ser para algunos, causa de negar a Dios e incluso la fe cristiana, no obstante, para otros es el contexto donde esa fe se hace más fuerte, la esperanza se acrecienta y la certidumbre se hace más real al punto de confesar con el Apóstol Pablo que… «Nada… nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús» (Ro.8.38-39)

Esa es la mayor realidad que está por encima de otras realidades temporales y pasajeras y aunque estas sean dolorosas; ¡muy dolorosas!

¡A Él sea la gloria!

Lloro por ti

Nuestra Señora a Gisella Cardia el 3 de noviembre de 2022

Hijos Míos, gracias por estar aquí y por haber respondido a Mi llamado en sus corazones. Hijos míos, mis lágrimas fluyen por aquellos que no escuchan mi llamado. Lloro por las blasfemias y por los sacerdotes que no son fieles a Dios. Lloro por aquellos que, a pesar de los signos de los tiempos, están atados a las falsas luces del mundo. Hijos míos, les pido que se conviertan: los tiempos serán difíciles. Ora para que tu Padre sea misericordioso. Habrá hambruna en el mundo y faltará comida. Hijos, provean para ustedes y para sus hermanos y hermanas. Los corazones de los hombres son cada vez más duros, y así es como Satanás los llevará al abismo. Hijos, invoquen en los momentos de sufrimiento y Yo estaré con ustedes. Invocad a Mi Hijo Jesús y Él transformará el sufrimiento en paz y la tristeza en alegría. Sean firmes en la fe. Muchos no conocen a Dios y no quieren conocerlo, sin embargo, Él es Padre y no quiere perderte. Hijos, sigan el camino de la Santidad, lean el Evangelio y la Palabra, y allí encontrarán todo lo que necesitan. Amaos los unos a los otros como Dios os ha amado.


Ahora los dejo con mi bendición maternal, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.