ESCENARIO DE LA BATALLA DEL BIEN vs MAL

Por José Ramón
Cuando muchos cristianos piensan en el último fin de semana de Octubre, es innegable no pensar en la batalla del bien contra el mal. Pensamos en el demonio como un dragón feo y en los ángeles como seres hermosos. Aún hay mucha ingenuidad en los creyentes. Pero, esta historia se remonta antes de la creación, cuando en el mismo cielo hubo una batalla donde Luzbel, el ángel más bello creado por Dios, se opuso al plan de Dios Padre y le dijo “Non serviam” que traduce “no serviré”. En ese instante, el más pequeño de los ángeles se levantó y dijo “¿Quién como Dios?”, y así fue que el ángel San Miguel llega a convertirse en arcángel, en el líder de los nueve coros angélicos.
Una vez expulsado Luzbel, a quien conocemos hoy día como Lucifer, convence a Eva para que logre seducir a Adán de desobedecer a Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica menciona claramente que Dios se complació en crear al ser humano, pero también al ver cómo éste se dejó arrastrar por el enemigo de Dios, llegó a cometer muchas aberraciones, tanto que Dios se arrepintió de haberlo creado, dice la Sagrada Escritura. Pero ¿cómo? Dios lo había creado perfecto. Sí, pero lo dotó de libertad. Entonces el uso irracional de la libertad abrió paso a que el germen del mal entrara en el corazón del hombre.
Ante esto, Dios mismo trazó un plan: LA REDENCIÓN. El hombre tenía necesidad de ser sacado, pues al experimentar la oscuridad de la aberración y desobediencia se había desfigurado esa perfección primera, que era imagen y semejanza de Dios. Así podemos ver claramente que el propósito principal del enemigo es evitar la comunión del hombre con su Creador.
Cuando leamos la Sagrada Escritura, nos daremos cuenta de que todos los pecados de la humanidad están allí plasmados, pero también las proezas de Dios para restaurar su imagen en nosotros sus hijos. Hasta Jesús, Dios hecho hombre permitió ser tentado. Dios mismo tomando en sí la naturaleza humana, purifica, transforma y redime. Cambia nuestro destino, nos abre el cielo y nos da a Su Madre Santísima en esta lucha contra potestades infernales.
Así como Dios ha asumido nuestra propia naturaleza y a ayudarnos a recobrar nuestra propia libertad, también el demonio quiere poseer las almas, siempre retando a Dios, así como lo hizo con Job “Permíteme tentarlo para que reniegue de ti”.
Piensen siempre que de todo lo creado por Dios, el enemigo siempre busca imitar lo paralelo. Como Él no es Dios, lo único que puede hacer es imitar. Hace un poco más de mil años atrás, en culturas europeas el demonio se infiltró haciendo que se hicieran sacrificios en su honor, de allí nace la llamada ‘misa negra’. Tratando de imitar el Sacrificio de Jesús que es la Santa Misa.
El enemigo ha querido secuestrar fechas y horas, por ejemplo, como la víspera de la Solemnidad de todos los Santos, en que los cristianos celebramos la santidad de tantos que han dado su vida. Como también la hora de las 3 am para los actos ocultistas en oposición a la Hora de la Misericordia. El objetivo del enemigo no es dar vida sino cobrarla, raparla, secuestrar las almas para hacerlas condenar. Pues haciéndoles parte de sus abominaciones, así mismo ha logrado separar de la eterna felicidad que Dios nos tiene preparada, queriendo condenar al hombre a estar eternamente privado de Dios.
El propósito de Halloween es provocar la invocación masiva del mal. Aunque el diablo y los espíritus malignos no tienen ninguna autoridad más allá de lo que un alma o muchas le permiten. El diablo actúa por lo que la gente hace, no porque este pueda hacer algo por sí mismo. El enemigo celebra la entrada de nuevos miembros que se inician en el ocultismo, celebra a modo de venganza que el mal entra en las vidas de unos cuantos.
El peligro no radica en que los niños se disfracen de profesiones: carpinteros, médicos, sino que radica en vestirse de aquellos trajes que glorifican el mal deliberadamente e infunden miedo, y más aún cuando las personas pretenden “obtener poderes especiales” a través de la magia y brujería, consciente e inconscientemente, por diversión o con propósito.
En el libro de Deuteronomio, en el capítulo 18, se habla de no intentar consultar a los espíritus de los muertos, tampoco a los que practican magia, brujería o actividades afines. Aquello sería una violación de un mandamiento de la Iglesia, al colocar otras cosas por delante de la relación con Dios.
La Virgen dijo en Fátima “Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”. Al final siempre triunfa Dios. Ya triunfó desde el inicio, triunfó en la Cruz, triunfa en cada Misa que se celebra, ahora nos corresponde escoger de qué lado queremos estar. Pero ¿Cómo puedo elegir estar del lado de Dios? Buscando de corazón al Señor, entrando en comunión con él. Convirtiéndonos de todo aquello que es contrario al Querer de Dios, con la voluntad y la mirada puesta en ver el Rostro de Dios, donde nos alumbrará por los siglos de los siglos y nos dice “Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Bienaventurados los que lavan sus túnicas para tener derecho al Árbol de la Vida”. Unámonos a todos los justos de todos los tiempos aclamando “Ven Señor, Jesús” (Ap 22,5.14.20).