
Nuestro Señor Jesús a Luisa Piccarreta el 6 de septiembre de 1924:
¡En qué estado tan doloroso está mi Iglesia! Aquellos ministros que deben defenderla, son sus verdugos más crueles. Pero para que Ella renace, es necesario destruir a estos miembros e incorporar miembros inocentes, sin interés propio; para que a través de estos, viviendo como Ella, Ella pueda volver a ser una niña hermosa y elegante, como Yo la constituí —sin malicia, más que una simple niña— para crecer fuerte y santa. Aquí está la necesidad de que los enemigos libren batalla: de esta manera los miembros infectados serán purgados. Tú, ora y sufre, para que todo sea para mi gloria.
… hoy lo vemos en una forma verdaderamente aterradora: la mayor persecución de la Iglesia no proviene de enemigos externos, sino que nace del pecado dentro de la Iglesia. —PAPA BENEDICTO XVI, entrevista en vuelo a Lisboa, Portugal; LifeSiteNews, 12 de mayo de 2010
Sé que después de mi partida vendrán lobos salvajes entre vosotros, y no perdonarán al rebaño. (San Pablo, Hechos 20:29)