
Nuestra Señora de Zaro recibió a Angela el 8 de agosto de 2022
Esta noche la Madre apareció toda vestida de blanco; el manto envuelto a su alrededor también era blanco, era delicado y también cubría su cabeza. En su cabeza había una corona de doce estrellas brillantes. La Madre tenía las manos entrelazadas en oración; en sus manos había un largo rosario santo, blanco como la luz, que bajó casi hasta sus pies. Sus pies estaban desnudos y descansaban sobre el mundo. El mundo estaba envuelto en una gran nube gris, y sobre el mundo estaba la serpiente; La madre lo sostenía firmemente con su pie derecho, pero él se retorcía y emitía algo así como chillidos, sacudiendo su cola con fuerza. La madre presionó su pie con fuerza sobre su cabeza y él se quedó en silencio, primero emitiendo un fuerte grito. Que Jesucristo sea alabado…
Queridos hijos, gracias por estar aquí en mi bendito bosque para darme la bienvenida y responder a este llamado mío. Hijos Míos, esta noche estoy orando con ustedes y por ustedes; Enjugo sus lágrimas, toco sus corazones y los insto a todos a orar insistentemente. Hijos Míos, la oración es un arma poderosa contra el mal. Reza el santo rosario todos los días. Oren, hijos. Hijos Míos, les esperan tiempos difíciles; el mundo está envuelto por el mal, el príncipe de este mundo es muy fuerte debido al pecado. Por favor, hijos, escúchenme, no me hagan sufrir.
Como decía la Virgen María, «no me hagas sufrir», sus ojos se llenaron de lágrimas, hasta que las lágrimas no solo cayeron sobre su vestido, sino que incluso bañaron la tierra. Luego volvió a hablar.
Amados hijos, estos son mis bosques benditos; aquí tendrán lugar muchas señales y muchos serán los milagros que mi Hijo les concederá. Por favor, date cuenta de lo que te he estado diciendo todos estos años. Este terreno es un lugar bendecido; por favor, escúchame. Entonces tuve una visión; Vi el bosque lleno de peregrinos: cada uno de ellos tenía una antorcha en sus manos, las llamas ardían, pero cuando las antorchas se apagaron, muy pocas antorchas permanecieron encendidas.
[1] La madre volvió a hablar.
Hijos Míos, ¿dónde está su fe? ¿Dónde está, niños?
Después de eso, la Madre guardó silencio y después de un rato me pidió que rezara con ella. Oré por la Iglesia y con respecto a los planes para el bosque de Zaro. Luego volvió a hablar.
Hijos Míos, les pido que sean hijos de la luz: sean luz para los que viven en las tinieblas, sean hombres y mujeres de oración. Doblad vuestras rodillas en oración ante Mi Hijo Jesús. Él está vivo y es verdadero en el Santísimo Sacramento del Altar. Oren y guarden silencio ante Jesús. Escucha atentamente el latido de Su corazón; Él está vivo y es verdadero en el Tabernáculo y tiene un corazón que late por todos.
Entonces la Madre bendijo a todos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.