IMPACTANTE: LO QUE HIZO UN SACERDOTE

Hace unos años, después de una misa matutina en Abuja (Nigeria), se me acercó una mujer joven y atractiva. Llevaba en la mano un sobre gordo de color marrón. Me entregó el sobre y me dijo que por favor rezara por ella.

Le pregunté por el contenido del sobre y por qué intención concreta iba a rezar.

Me dijo que había empezado a trabajar hace apenas un mes y que venía a dar gracias al Señor y a ofrecer los primeros frutos de su trabajo para que Dios la bendijera.

Lo que había en el sobre era su salario de ese mes. Su primer salario. Todo el dinero. Todo.

Sinceramente, me quedé sin palabras, no por falta de ellas, sino por no saber por dónde empezar. En mi interior pensaba: ¿la gente sigue confiando todo lo que tiene a Dios con una sencillez tan infantil como ésta? Estaba realmente conmovido.

En mi corazón, hice una oración por ella, ese tipo de oración que en el fondo es como si fuera el propio Espíritu Santo el que rezara a través de mí. Sentí las respuestas a las oraciones incluso antes de terminar de rezar.

Entonces se arrodilló, le impuse las manos y la bendije a ella y al dinero.

Después de las oraciones, le pedí que me dijera cuánto había en el sobre. Me dijo que ochenta mil nairas.

Entonces le pregunté: «¿cuánto cubre tu transporte diario al trabajo?».

Dijo: «aproximadamente 1.000 nairas de ida y vuelta, padre».

Eso significa que por 27 días de trabajo, serían 27.000 nairas.

Entonces volví a hablar: «Lo siento o, te estoy haciendo demasiadas preguntas, ¿cuánto te alimentas diariamente cuando vas a trabajar?»

Respondió: «Depende. Si quiero comer muy bien, me gasto 800 nairas con las bebidas, pero principalmente me gasto sólo 500 nairas, y a veces llevo comida de casa».

Así que hice el cálculo en mi cabeza. Supongamos que gasta 500 nairas diarios, 27 días de trabajo serían 13.500 nairas.

Seguí preguntando por su alojamiento y descubrí que se alojaba sola en un apartamento que acababa de alquilar. Hicimos el cálculo dividiendo el alquiler anual por 12 meses y descubrimos que si ella tuviera que pagar el alquiler mensualmente, sería de 12.500 nairas.

Su factura mensual de electricidad y agua, junto con otros gastos de mantenimiento de la casa, ascendía a 10.000 N. En cuanto a las llamadas telefónicas y los datos, calculamos que ascendía a 5.000 euros mensuales. Su suscripción mensual a DSTV ascendía a unos 3.600 euros por el paquete familiar de DSTV.

Si sumamos todos los gastos y los restamos de los 80.000 N, le quedan 8.400 N para comprar alimentos y otras cosas en la casa.

Estos son los gastos que ella tenía que hacer cada mes. Ni siquiera hemos hablado de otras cosas como el maquillaje, el peinado, la ropa, los regalos a la familia e incluso los ahorros.

Esto es un gran sacrificio, a mi juicio. Le hice esas preguntas intencionadamente para comprobar la profundidad de su sacrificio.

Saqué el sobre, lo bendije por segunda vez y se lo di. Observé su semblante y supe que no se sentía demasiado cómoda con mi acción. Entonces me tomé el tiempo de explicarle la Biblia. Fue entonces cuando descubrí que muchas personas no entienden realmente cómo trabaja Dios.

Cuando Dios nos pide las primicias o el diezmo o cualquier sacrificio, no es para que Él se lo coma. No, Él no necesita nuestro dinero. Cuando le pidió a Abraham que sacrificara a su único hijo, no fue porque le gustara ver la sangre de niños inocentes.

Cuando le pidió a Abel y Caín que le hicieran un sacrificio, no fue porque comiera fruta o incluso bebiera sangre de carnero. Es simplemente para probar qué tan comprometidos estamos, qué tan dispuestos estamos a dejarle todo a Él. ¿Seleccionamos, como Caín, las ofrendas que ya no deseamos y se las damos a Él o, como Abel, se lo vaciamos todo?

Esta señora que trajo el primer fruto comenzó a entender por primera vez. Desde el momento en que ella puso el dinero en el sobre para llevarlo a Dios, Dios ya había aceptado su ofrenda. El ministro no debe gastar el dinero. Lo que ocurre es que la mayoría de los ministros somos, por desgracia, codiciosos. Y utilizamos el nombre de Dios para encubrirlo. A menudo vemos la parte de las escrituras que favorece nuestro estómago.

Teológicamente, cuando das a Dios, Él transforma ese regalo y te lo devuelve. El pan y el vino que la gente ofrece antes de la misa se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo y se devuelven al pueblo para que los coma y los beba.

El hijo Isaac que Abraham entregó a Dios, fue transformado para ser un canal que traería el cumplimiento de la promesa de Dios y devuelto a Abraham.

Las ofrendas de pan y pescado que la gente traía eran rezadas y devueltas para que las comieran y se saciaran, y aún así sobraban.

El agua que llenaron en las bodas de Caná les fue devuelta como vino.

El Ugwu Kelvin que mis padres ofrecieron a Dios, les fue devuelto como sacerdote.

El dinero que la joven me trajo como su primer fruto es bendecido y devuelto como un puro regalo del cielo.

  • Por el Rev. Padre Ugwu Kelvin.

Autor: Moral y Luces

Moral y Luces

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