Agarrar la comunión, en lugar de recibirla, fomenta los sacrilegios porque las partículas consagradas caen al suelo y «Nuestro Señor es pisoteado», explicó el obispo Schneider durante una entrevista reciente en Eslovenia (video a continuación).
Critica que casi todos los obispos del mundo hayan estado obligando a los fieles «bajo el pretexto» de las reglas del Covid a tomar la Comunión, y menciona Tanzania, un país fuertemente católico donde los obispos impusieron tomar la Comunión con la mano mientras «prohibían» recibirla en la lengua.
Schneider llama a esto «una de las heridas más profundas» en la Iglesia porque agarrar la Comunión ha contribuido poderosamente a un dramático declive de la Fe en la Presencia Real ya en [más de] dos generaciones.
Así, el Covid aumentó la desacralización de la Sagrada Comunión. Schneider explica que Dios nunca puede bendecir el tomar la comunión y de ella «no puede venir ningún bien, ni siquiera para la salud».