Defensa de la Eucaristía

Tuvimos la cristiada en México, de la que somos herederos. Somos lo que ha fructificado de esa semilla puesta por los mártires; por ello, hemos de entronizar la Eucaristía en nuestro corazón, en nuestra parroquia, en nuestros pueblos.

Hemos sido reclutados por María para esta defensa de la Eucaristía. La abominación de la desolación sería la abolición de la Eucaristía. Tenemos que defender la Eucaristía en nuestra propia vida. Dios nos pide llevar una vida limpia y, si no lo está, confesar nuestros pecados en el Sacramento de la Reconciliación. Vistiendo con indumentaria indecente podemos profanar la Eucaristía. El “ejército de los profanadores” ya está preparado, nos advierte nuestra Madre Santa María.

La Agenda 2030, preparada por la ONU, pretende destruir la civilización cristiana y construir una nueva sin Jesucristo. Como dijo el hombre que sabía más del Nuevo Orden Mundial, el Padre argentino, Juan Claudio Sanahuja, fallecido hace 5 años: “Quieren destruir cinco mil años de civilización”. Por eso hay que tener el corazón trabajando, amando. Hay que ser creativos para ayudar a que la gente encuentre al Señor.

Jesús se ha quedado de manera física entre nosotros. No nos debe dar igual comulgar que no comulgar, adorar que no hacerlo. No dejemos solo a Jesús en las capillas de adoración, para amarlo más y para evitar las profanaciones.

Cuando se cerraron las iglesias, en Polonia se pusieron a rezar fuera de ellas, entonces las abrieron y las iglesias estaban llenas.

Jesús le dijo a Marga, vidente de Madrid: “Si no se hace la suficiente adoración, quizás no se lleguen a cumplir todas mis promesas”.

Estamos en tiempos difíciles, por eso lo mejor es ir a participar en la Santa Misa a diario, y sino, al menos hacer las comuniones reparadoras de los primeros viernes. Otro modo de reparar es rezando el Rosario en familia, y también, que haya la mayor pulcritud en el altar donde se celebra la Misa y en el alma de los participantes en ella.

Estamos en una hora gloriosa que lleva a la resurrección de la Iglesia, para ello, Dios quiere la eucaristización de la Iglesia. Poner de nuestra parte para aumentar las Visitas al Santísimo, aunque sean visitas muy cortas, porque la realidad es que la Eucaristía es el centro del mundo. Decir a Jesús: “Vengo con mucha ilusión a verte” o “Jesús, te acompaño. Señor, te amo”. Porque es cierto que, un acto de Amor a Dios borra mil ingratitudes.

El triunfo del Corazón de la Virgen se dará en lo escondido, es decir, se dará en los corazones; en cambio, el triunfo del Corazón de Jesús, no. La confianza en Dios es la llave que abre el Corazón de Jesús.

Autor: Moral y Luces

Moral y Luces

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