España, el estado que rompió con la ley natural

Divorcio, aborto, educación, ideología de género, eutanasia… Sucesivas leyes que han ido asestando golpes letales a la ley natural hasta desfigurar todo orden social posible. Foto: Congreso de los Diputados español.

Los gobiernos y los estados a los que representan pueden apartarse, en mayor o menor medida, de lo que conocemos como estado de derecho, de los pactos de Naciones Unidas sobre los derechos humanos,  pero hay países que, cumpliendo formalmente con todo ello, o al menos con una interpretación de todo ello, rompen con la ley natural, con el orden natural de las cosas.

Uno de estos estados es España, y con la aprobación de una de las peores versiones de un tipo de ley ya de por sí mala, la que legaliza la eutanasia, se convierte en uno de los más destacados porque despliega un sistema total de ruptura con ella.

Lo hace con el aborto, que de mal menor ha pasado a convertirse en derecho de la mujer y a negar toda existencia al ser humano engendrado, lo cual es una brutalidad de dimensión histórica y una irracionalidad extrema. Lo hace con la eutanasia asumiendo el poder de determinar qué ciudadanos pueden someterse al homicidio a petición, y determinando que hay vidas que son tan indignas de ser vividas que debe acabarse con ellas, ignorando, que no es la vida lo indigno, sino el sufrimiento que la aqueja, y es a este al que hay que someter.

En pleno siglo XXI, cuando el transhumanismo promete maravillas, la única solución que da este estado es matar, la misma que se le da desde hace siglos a un perro o a un caballo. ¿Y a eso le llaman progreso? El estado te da a elegir entre morir sufriendo, porque se niega a una ley integral de cuidados paliativos, o que un médico te mata. ¿Puedes elegir entre morir o sufrir? ¿Qué cruel cinismo presenta tal barrabasada como un derecho, una libertad de elegir?

Pero antes ya han derruido con sus leyes el matrimonio, una institución de derecho natural, han extendido su destrucción con las leyes de la perspectiva de género y las identidades LGBTI+, la liquidación progresiva de la patria potestad y el derecho a la educación de nuestros hijos. Han convertido a los embriones humanos en material de laboratorio y han aceptado los vientres de alquiler.

Esta destrucción sistemática de la ley natural significa la destrucción de la naturaleza del ser mismo, por algo es una ley inscrita en el corazón del hombre (Rom 4, 14-15). Como estableció Benedicto XVI en el congreso sobre la ley moral natural el 12 febrero de 2007: “De ella brotan los demás principios más particulares, que regulan el juicio ético sobre los derechos y los deberes de cada uno… La ley natural es, en definitiva, el único baluarte válido contra la arbitrariedad del poder o los engaños de la manipulación ideológica”.

Y esa es la amenaza, porque de la misma manera que el aborto ha pasado de mal menor a derecho, y el divorcio de ser un daño necesario para salvar el matrimonio a menospreciar el vínculo matrimonial, el poder librado a la suerte de un puñado de votos además puede consagrar todas las barbaridades que el entorno europeo asuma.

Ratzinger afirmó en 1992 en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de París que “sin convicciones morales comunes las instituciones no pueden durar ni surtir efecto”. Y eso es lo que ya estamos viendo, la crisis de todas las instituciones del Estado. Es la anomia que viene.

Si la ley natural existe, y es así por la obvia razón de que sin ella no existirá un orden humano, tanta ruptura tendrá un grave coste para España y para quienes viven en ella, hasta que no consigamos enmendar tanto mal y tanto daño.

Publicado en Forum Libertas.

¿Qué pasa cuando Netflix hace un musical sobre un campamento cristiano de verano?

Poca teología, pero, asombrosamente, ni es grosero ni hostil ni ideológico

hico malote conoce hija de catequista jefe… El campamento de mi vida, musical en Netflix

Esta Semana Santa ya hay mucha gente planteándose los campamentos veraniegos de catequesis o de oración para sus hijos, niños o adolescentes. El verano de 2020, por la pandemia, estuvo lleno de limitaciones e incertidumbres, pero para el de 2021 parece que con precauciones y cuidados es posible organizar encuentros con chavales.

LifeTeen España, por ejemplo, ya ha anunciado dos campamentos (adolescentes más jóvenes o más mayores) para la segunda mitad de julio, al estilo «americano».

¿Y cuál es «el estilo americano»? Una buena forma de venderlo es aprovechar el nuevo musical estrenado en Netflix «A Week Away», en español El campamento de mi vida, la historia de un adolescente conflictivo que llega a un campamento veraniego de jóvenes cristianos en los 90 (antes de la plaga del smartphone).

Fotograma de El Campamento de mi Vida, un musical de jóvenes en un campamento cristiano

Campamentos divertidos y amistad

Todos los críticos coinciden en que no es una maravilla a la hora de presentar la doctrina cristiana (hay poca, más allá de decir que Dios nos ama y tiene un plan para cada uno), pero es una película familiar agradable, no enseña herejías, no hay sexo ni desnudos, no hay ideología de género y los cristianos y sus campamentos veraniegos aparecen como algo muy divertido y bien organizado.

Allí hay competiciones de paintball, saltos hinchables, tirar de la cuerda en el barro, equipos y amistades y romances sinceros y limpios (por ejemplo, el chico malote con la hija del catequista jefe).

Durante 97 minutos, la historia de dos romances y la conciencia de necesitar ser transformados para sanar las heridas ocultas se entrelazan con numerosas canciones y bailes coreografiados con total profesionalidad y una luminosidad al aire libre que todos apreciamos tras más de un año de pandemias y confinamientos.

En Ángelus News, el digital de la diócesis católica de Los Ángeles, aprecian que los personajes tienen las dudas y problemas más comunes y reales de cualquier adolescente, incluyendo el escepticismo ante la fe. No hay personajes almibarados ni fanatizados ni rollos LGTB como en la española La llamada de 2017 (una de monjas y jóvenes de campamento, nada recomendable para menores), y es mucho más espectacular. Además, los personajes van siempre suficientemente vestidos y sus bromas y chistes no son groseros y vulgares.

Adultos que dan ejemplo y buena música

Otros críticos señalan que en nuestra época llena de películas de adultos bobos, que no se enteran, con adolescentes «listos» que cambian las reglas (por ejemplo, en tantas películas modernas de dibujos de Disney), es reconfortante que todos los adultos de la película sean protectores y sabios, no caricaturas.

Hay que tener en cuenta también que muchos de los temas musicales son grandes clásicos de la música cristiana joven estadounidense de los años 90, que los espectadores cristianos del país verán con nostalgia: obras de Amy Grant, Michael W. Smith, Rich Mullins y Steven Curtis Chapman. Hay también temas originales de Adam Watts.

En evangelicos.com explican que «la idea de la película surgió de Alan Powell, un cantante y actor cristiano, que co-escribió el guion con Kali Bailey. Se inspiró para escribir el guion después de charlar con su cuñado que dirige un grupo de jóvenes. Inicialmente, iba a ser estrenada en cines, pero Powell dijo que la adquisición de la película por parte de Netflix es un sueño hecho realidad». Y probablemente así llegue a mucha más gente joven, al menos fuera de Estados Unidos.

Fotograma de El Campamento de mi Vida, un musical de jóvenes en un campamento cristiano

Hay preguntas «tamaño Job»… pero no las afrontan

En ChristianityToday es interesante el análisis de Megan Fowler, que pasa muchos veranos en campamentos cristianos porque es la actividad pastoral de su marido.

«Para el equipo, un campamento de verano se puede vivir como una gran producción. Requiere energía, y algo de teatro, emocionar a los chavales con actividades que están fuera de su zona de confort. Sin una buena acogida, los recién llegados pueden sentir que les han arrojado a una danza coreografiada que nadie se ha molestado en enseñarles, como le pasa a Will al llegar al Campamento Aweegaway», comenta.

Megan Fowler comenta que la película capta bien casi toda la experiencia de un campamento cristiano, excepto la fe, que en realidad sólo está en la letra de la banda sonora. Se dice, simplemente, que Dios te hizo «especial» y que te ama mucho. Cuando cantan «Dios te hizo como deberías ser», dice Fowler, suena vacío.

Hay preguntas «tamaño Job» sobre el mal, la muerte o desaparición de los padres, heridas graves, pero la película no deja «espacio para las respuestas con sustancia». Hay preguntas serias con respuestas blandas, y así el final feliz parece artificial.

Este musical no va a respondernos las grandes preguntas del bien, el mal, la muerte y Dios, pero nos puede animar a ir a plantearlas en un campamento cristiano de verdad. Ese es un entorno de amistad, juego y oración donde las grandes preguntas deben plantearse, y la Palabra y la Presencia de Dios pueden iluminarlas.