“Ya no creo en Dios”, dice alguno

Le podrías contestar: “. Pero Él sí cree en ti. Tú te alejaste de Dios, pero, lo sepas o no, Él te está esperando con inmenso amor y con su misericordia. No para echarte en cara nada sino para sanar tus heridas”. Sin embargo, a veces esperamos que sea Dios quien se adapte a nuestro modo de pensar o a nuestro estilo de vida, y no es eso, se trata de identificarnos con la Voluntad de Dios.

El escándalo del mal y el sufrimiento de los inocentes ha sido siempre una de las justificaciones del ateísmo y del rechazo de un Dios personal y bueno. Este rechazo procede de no aceptar el sentido de la libertad del hombre, que implica su capacidad de hacer tanto el bien como el mal.

Muchos creyentes se dejan dominar por una mentalidad hedonista, consumista y relativista, entonces se adormece la conciencia.

Edith Stein decía: “No aceptes como verdad lo que esté privado del amor”, el uno sin el otro se convierte en una mentira destructora”.

Se puede probar la existencia de Dios a través de la Apologética. Los argumentos más sólidos son los metafísicos que son las cinco vías de Tomás de Aquino o vías tomistas. Aquí no las voy a explicar porque es tarea del interesado.

A Dios lo conocemos por sus obras. Lo invisible de Dios se hace reconocible a través de la creación de sus obras. La idolatría consiste en equivocarse de quién es Dios.

El ateísmo en la antigüedad era escaso, hay quienes desconfiaron de sus dioses, como Demócrito. Los dioses que niegan Demócrito y Leucipo –filósofos atomistas- son los dioses del Olimpo. Los dioses negados son ridículos, no son una explicación del universo.

Queremos demostrar la existencia de Dios para profundizar en un misterio en el que ya creemos. No cuestionamos su existencia, sino que las obras de Dios pregonan su gloria, proclaman quién es Dios. Queremos profundizar en la belleza de su Ser para hacer más consistente nuestra relación. Nos preguntamos para creer con más razones. Queremos demostrar la existencia de Dios para allanar el camino al que no cree, para que vea que es posible creer. La razón humana no reemplaza la fe pero sí despeja el terreno para creer.

Es frecuente que un científico diga que la fe es producto de la Ignorancia, entonces uno se arma de paciencia y le dice a la persona. El dios que niega es “el dios para huecos”, ese no es mi Dios, no es el Dios verdadero. Queremos allanar el camino para el que duda o para el que no cree.

Otras personas se acercan a Dios por testimonios, un poco emocionales, ya sea de su experiencia o de la experiencia de seres amados. Las pruebas morales y las testimoniales son de persuasión. Allí quedan dudas que quedan sin resolverse.

Las demostraciones sólidas sirven para quitar obstáculos y para afianzar a los que ya creen, las demostraciones testimoniales, sirven para los que no creen. La racionalidad tiene una capacidad muy limitada de persuasión.

El ser humano con una sensibilidad fina se conmueve ante la Capilla Sixtina pintada por Miguel Ángel.

Los regímenes ateos como el comunismo soviético, no pudieron derribar las cúpulas del Kremlin, no suprimieron los mosaicos del Pantocrátor y el arte cristiano.

Hay gente que reza porque piensa: ¿Qué va a pasar con mis hijos si se los lleva el ateísmo? Se quedan con pocas raíces.

Para volver a Dios, ayuda mucho acudir a la Confesión. Para ello hay que ver más allá del sacerdote, es decir, ver al Sumo Sacerdote, en donde encontramos la salud y el camino.

Nelson Medina explica los dos límites de la racionalidad humana: los sociales y los psicológicos.

Los límites sociales de la racionalidad es lo que se llama “ir contra corriente”, eso pasa cuando se entra a un tema ético en donde no se está de acuerdo con la mayoría. Es muy difícil contradecir lo social. Decía Santo Tomás: “Sólo niega a Dios aquel a quien no le conviene que exista”. Hay gente que atribuye su fe a un hecho social o cultural, y de allí se concluye que se es creyente por accidente. Saber preguntarse por encima de lo cultural y de lo social es difícil, pero se puede superar: ¿Qué hay de convicción y qué hay de costumbre?

La limitación psicológica tiene que ver con la historia de uno mismo. Si se reflexiona uno descubre cosas que no funcionan. Situémonos en el caso de un hombre que dice: “Yo vivo y dejo vivir”. En su historia personal tiene amigos y tiene novia. Todo parecía ir bien, pero de repente siente la rutina y empieza a salir con otra mujer. La novia ve que es infiel. Él le dice: “Yo no tengo ningún contrato contigo, que cada uno haga lo que quiera. Yo quiero ser independiente”. Él queda tranquilo, pero ella tenía implicado el corazón y ella se siente estafada. La causa del sufrimiento es él. El muchacho trata de justificarse pero por dentro concluye: “Soy una porquería, un asco”. Se da cuenta de que el principio que ha guiado su vida no funciona. Ese principio deja a la gente lastimada, y debe reformarlo. Ese señor luego va a defraudar a los hijos si no cambia.

Toda fe es una apuesta. ¿A qué le apuestas?

La existencia de Dios se puede demostrar, pero aun demostrada, se puede siempre preguntar. 

Rezar por las almas del Purgatorio

“He aquí que paso la noche rezando por las almas del Purgatorio, y el día por la conversión de los pecadores. La práctica de la oración por la liberación del Purgatorio es, después de haber rezado por la conversión de los pecadores, la más agradable a Dios” (El Santo Cura de Ars).

En el Purgatorio las almas de los justos pagan su deuda a la justicia Divina. Las penas del Purgatorio no son las mismas para todas las almas. Varían en duración e intensidad según la culpabilidad de cada uno. En el Purgatorio reina una gran paz y una alegría cierta pues ven su pena como un medio de glorificar a Dios y llegar al Cielo.

Las almas del Purgatorio están seguras de su salvación, no tienen el menor movimiento de impaciencia ni cometen la menor imperfección; pero en la otra vida ya no pueden merecer. Aman a Dios más que a sí mismas. Están en una especie de infierno en cuanto al dolor, pero en un paraíso en cuanto a la dulzura que hay en su corazón. Allí las almas están en un estado de necesidad y de receptividad. Nuestras oraciones las alivian mucho, y más aún la Santa Misa. Por eso es oportuno ofrecer en noviembre la Misa, la Comunión y el Rosario por ellas.

Cuando la Iglesia dejó de hablar del purgatorio, la gente empezó a darle importancia a la reencarnación porque el ser humano ve la necesidad de purificación. Por eso es importante hablar sobre el purgatorio.

En el libro El Purgatorio, Una revelación particular. Anónimo. Ed. Rialp, Madrid 2007, se lee:

Las almas del Purgatorio sufren mucho al verse olvidadas por las personas que viven en la tierra, porque ven en ello una negligencia.

“Me ha sido mostrado que en el seno del purgatorio hay constantemente un número de almas muy superior al de las personas que están todavía en la tierra. Y masas y masas llegan cada día” (100). Hay muchas más almas en el Purgatorio que en el infierno. El autor del libro escribe: Un Ángel me dice: “El peligro de condenarse va siempre creciendo debido a las aberraciones de vuestra manera de vivir (…) No hay ni un alma de cada diez que trabaje para su salvación. Estáis ante un periodo muy grave a causa de los atentados perpetrados directamente contra la vida y contra las fuentes mismas de la vida. Dios está presto a castigar a la humanidad a la medida de sus crímenes. La santidad de Dios tiene para vosotros grandes exigencias. Olvidáis que sois creados a imagen y semejanza de Dios (…). Pero la Trinidad va a suscitar entre vosotros un ejército de santos, un gran número de adoradores que despreciarán lo mundano para dedicarse a buscar la gloria de Dios, y para trabajar en el silencio y la oración por la salvación de todos sus hermanos” (101-103).

Las benditas almas del Purgatorio “se unen de manera particular a todas las celebraciones litúrgicas de la tierra, y estas fiestas marcan para ellas un cierto ritmo, aunque no conocen ya la medida del tiempo” (130). Con ocasión de algunas fiestas y, especialmente, las de la Virgen, muchas son liberadas.

María SIMMA escribe: Ningún alma querría volver del Purgatorio a la tierra: Aún cuando allá el sufrimiento es terrible, sin embargo, existe la certeza de vivir para siempre con Dios. No quieren volver a la tierra, donde nunca estamos seguros de nada.

Los pecados que llevan al Purgatorio son los pecados contra la caridad, la dureza de corazón, la hostilidad, la maledicencia, la calumnia, rehusarse a la reconciliación… La persona que desaprovecha sus sufrimientos, al morir ve lo mucho que pudo haber ganado –para el bien de ella y de otros, por la comunión de los santos-, llevándolos bien.

Lo mejor que podemos hacer, dice María Simma, es unir nuestros sufrimientos a los de Jesús, poniéndolos en manos de María Santísima. Contemplar los sufrimientos del Señor en el Via Crucis ayuda a odiar el pecado y desear la salvación de todas las personas, y esto da alivio a las almas del Purgatorio. Por medio del Rosario, muchas almas salen del Purgatorio. Las indulgencias tienen también un valor inestimable para ellas.

Las almas del Purgatorio no pueden ya hacer nada en favor de sí mismas porque al momento de la muerte, el tiempo de ganar méritos se termina. Si los vivos no rezan por ellas, quedan abandonadas. Cada uno de nosotros tiene el inmenso poder de aliviarlas. Mientras estamos vivos podemos reparar el mal que hagamos hecho. Pero a menudo el sufrimiento nos lleva a rebelarnos.

Los sufrimientos son la prueba más grande del amor de Dios. Debemos acogerlos como un don y entregarlo a Nuestra Señora. Ella es quien sabe mejor quien necesita tal o cual ofrenda para salvarse. Los sufrimientos soportados con paciencia salvan más almas que la oración, dice María; pero la oración nos ayuda a soportar nuestros sufrimientos.

En el Purgatorio hay diferentes grados de dolor. Cada alma tiene un sufrimiento único. Los Ángeles custodios les proporcionan consuelo.

Imagina tu historia de amor

Una de las cosas más importantes en la vida es tener y dar amor. El matrimonio puede ser un camino de felicidad, pero hay que ser exigentes. Si tienes novio o novia, pregúntate “¿lo conozco?”. Porque muchas veces salen y entran pero no se conocen a fondo. Hay que saber cuáles son sus creencias en el terreno espiritual, qué piensa de la libertad, cómo piensa en general, a qué aspira. Hay que pasar bastantes horas hablando. Hay parejas a las que les sobra cama y les falta sofá. El amor no resuelve los problemas psicológicos, eso se arregla con el especialista.

El rostro, la cara de una persona es programática, anuncia la vida. Las personas inteligentes se enamoran no sólo de lo de fuera –de la belleza exterior-, sino de lo de dentro –de la belleza interior de esa persona-, de sus valores.

Es un error pensar con el corazón, hay que pensar con la cabeza y educar el corazón. Un adolescente le dijo a su padre:

— Fulano vive con su novia.

Su padre respondió:

—  ¿Por qué piensas que hace mal?… ¿No estará estropeando su historia de amor?

Las preguntas ayudan a saber razonarle el porqué de sus principios.

El plan de Dios nunca incluye romper los mandamientos ni romper lo que enseña la Biblia. Nunca es voluntad de Dios el pecado. Para que Dios nos muestre su voluntad debemos de tener deseos de conocerla y Dios nos va a mostrar su voluntad. Dios no quiere el uso de anticonceptivos sino la abstinencia en los solteros y la castidad conyugal en el matrimonio; y esta castidad implica respetar el curso natural de las relaciones íntimas.El plan de Dios nunca incluye romper los mandamientos ni romper lo que enseña la Biblia. Nunca es voluntad de Dios el pecado. Para que Dios nos muestre su voluntad debemos de tener deseos de conocerla y Dios nos va a mostrar su voluntad. Dios no quiere el uso de anticonceptivos sino la abstinencia en los solteros y la castidad conyugal en el matrimonio; y esta castidad implica respetar el curso natural de las relaciones íntimas.

Una amiga que vive en Estados Unidos me dijo algo que me hizo pensar:

Lo que a ustedes los latinoamericanos los salva el hecho de que aún hay romanticismo en sus jóvenes. Acá se acabó hace años.

<p class="has-text-align-justify" value="<amp-fit-text layout="fixed-height" min-font-size="6" max-font-size="72" height="80">El amor implica exclusividad —sólo esta persona— y lleva la nota del “para siempre”. El amor tiende a la eternidad, a dar ya recibir: a ser amor eterno.El amor implica exclusividad —sólo esta persona— y lleva la nota del “para siempre”. El amor tiende a la eternidad, a dar ya recibir: a ser amor eterno.

El amor es salir del “yo”, del egoísmo. Hay amores falsos que tienden al provecho personal, hay amores brutalmente posesivos; pero el verdadero amor es benevolente aunque no deja de tener su toque de posesivo.

<p class="has-text-align-justify" value="<amp-fit-text layout="fixed-height" min-font-size="6" max-font-size="72" height="80">La fe es el criterio que define nuestro estilo de vida. “Los que viven según la carne sienten las cosas de la carne, en cambio los que viven según el Espíritu sienten las cosas del Espíritu” (Rom 8,5). Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad” (1 Tes 4,7).La fe es el criterio que define nuestro estilo de vida. “Los que viven según la carne sienten las cosas de la carne, en cambio los que viven según el Espíritu sienten las cosas del Espíritu” (Rom 8,5). Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad” (1 Tes 4,7).