
Nelson Mandela relata:
Nos sentamos en uno de los restaurantes del centro y pedimos comida.
Después de un tiempo me di cuenta de que había un hombre sentado frente a mi mesa esperando que le sirvieran su comida.
Cuando le llevaron su comida le dije a uno de los integrantes de mi guardia: ve a pedirle a ese hombre que venga y coma con nosotros.
El guardia fue y expresó mi solicitud al hombre. Él, levantó su comida y se sentó a mi lado. Mientras comíamos sus manos temblaban constantemente. Cuando terminamos el hombre se despidió y salió del lugar.
El guardia comentó:
– Ese hombre aparentemente estaba muy enfermo. Sus manos no dejaron de temblar mientras comía.
– No, en absoluto, respondí.
– Ese hombre era guardián en la cárcel donde yo estaba encarcelado. A menudo, después de la tortura a la que me sometían, yo gritaba y suplicaba que me dieran un poco de agua. Ese mismo hombre venía hacia mí y orinaba en mi cabeza, en lugar de darme agua. Por lo tanto, estaba muy asustado y temblando, esperando que yo ordenara hacerle algún daño por su comportamiento, ahora que soy el presidente de la República de Sudáfrica. Pero, ése no es mi carácter ni parte de mi ética personal.
La mentalidad de la represalia destruye a las sociedades, mientras que la mentalidad del perdón construye naciones.