El sacerdote Rafael Higueras Álamo ha llegado a Roma con cajas y cajas de documentación: más de 20.000 folios que cuentan la vida y martirio de los 130 mártires de Jaén, el “Proceso del Martirio de D. Manuel Izquierdo Izquierdo y 129 compañeros”, asesinados por ser católicos entre 1936 y 1939.
La Congregación de la Causa de los Santos examinará estas informaciones y documentos que entrega la diócesis de Jaén y que buscan la beatificación como mártires de sus protagonistas. Los mártires incluyen:
– 109 sacerdotes que fueron asesinados en la diócesis – 17 seglares varones, muchos de Acción Católica o Adoración Nocturna – un matrimonio – una religiosa de clausura – una viuda – un sacristán con discapacidad intelectual
El proceso diocesano se inició el 9 de abril de 2016, el mismo día en el que el Vaticano anunciaba el nombramiento como obispo de Jaén de Amadeo Rodríguez Magro. Ese día, después de una solemne celebración eucarística, la Sacristía mayor de la Catedral sirvió de tribunal para inaugurar este proceso de martirio. Extraoficialmente, la diócesis ya llevaba años recogiendo testimonios y documentos. Se entrevistó a testigos; se recrearon lugares, se buscó a personas…
Parecen cajas con papeleo, pero son historias de santidad y amor hasta la muerte
Tres años después, al acto de clausura de la fase diocesana acudió una mujer de cien años, pariente directa de uno de los mártires, José María García de la Hoz. Los parientes y vecinos dicen a la Iglesia no no guardan rencor y solo quieren la alegría de ver beatificados a los mártires.
Aparecen testimonios de gran carga humana, y también divina. El padre Higueras, en VaticanNews explica una de estas historias. “Todos conocemos la historia de San Maximiliano Kolbe. Pues precisamente otro, Francisco de Paula, un hombre de Jaén, hace exactamente igual, ve a un hombre llorando en la fila de los prisioneros que iban a ser asesinados recordando a su mujer y sus hijos y pide al carcelero sustituirlo y da la vida por otro”.
Era 1937 y Francisco de Paula Padilla tenía 43 años y era sacerdote. Acababa de celebrar una misa clandestina de Jueves Santo en la Catedral de Jaén, convertida en cárcel.
La causa lleva el nombre de Manuel Izquierdo Izquierdo, por ser el más anciano: un sacerdote de 83 años, el párroco de Villardompardo, que “vivió en soledad las primeras semanas de la Guerra, recluido en su domicilio, en espera de una muerte que daba por segura”.
Rafael Higueras, en el acto de clausura, recordó: «En algún caso sus cadáveres fueron quemados, o descuartizados simulando hacer una matanza de animales; o abandonados en el campo como pasto para los animales. Pero ellos no murieron odiando, no murieron matando».
Una norma aprobada en el estado norteamericano de Georgia prohibiría el aborto una vez se haya detectado el latido del corazón del bebé (a las 7 semanas de la concepción: los seres humanos tenemos un corazón que late ya 7 meses antes de nacer ). El gobernador Brian Kemp la aprobó declarando que Georgia «valora la vida» y «se pone en pie por todos aquellos que no pueden hablar por sí mismos».
La norma tiene muchas excepciones que la podrían convertir en un coladero (permitiría el aborto en casos de violación, incesto, «emergencias médicas» y embarazos «médicamente futiles»). Pero aún así para las empresas abortistas sería un duro golpe.
Al coincidir con otras medidas de «latido de corazón» en otras partes de Estados Unidos,todos los grupos de presión abortista se han movilizado y en el caso de Georgia amenazan con retirar sus negocios de este estado si realmente la ley entra en vigor en 2020.
El Gobernador de Georgia, Brian Kemp, ha aprobado una propuesta para impedir los abortos una vez late el corazón del bebé… algo que se detecta 7 meses antes de nacer
Georgia, con sus bajísimos impuestos, es considerado desde hace seis años -año tras año se valora- el mejor estado del país para hacer negocios.
Gracias a su sistema fiscal, este territorio ha atraído a las producciones de grandes películas como Pantera Negra, Avengers: Infinity War y la más reciente Avengers: Endgame, y de series de televisión de la talla de Stranger Things o The Walking Dead.
Empresas del entretenimiento, militantes abortistas radicales
Entre las empresas que han amenazado con irse, la más grande es Netflix. También cineastas pro-aborto como J.J.Abrams (Perdidos), Ron Howard (Willow) y estudios pequeños han amenazado con salir del Estado o con donar mucho dinero a lobbies abortistas.
El jefe de contenidos de Netflix, Ted Sarandos, dijo el pasado martes en las noticias del canal conservador Fox News que si se aplicaba la ley del latido de corazón «repensaríamos toda nuestra inversión en Georgia» y, mientras tanto, anunció que apoyarían a los lobbies abortistas en los tribunales.
Y el director ejecutivo de Walt Disney Company, Bob Iger, dijo a la agencia Reuters que quizá sus estudios de cine y televisión abandonen Georgia como centro de producción, en caso de que el controvertido proyecto se convierta en ley. «Creo que muchas personas que trabajan para nosotros no querrán trabajar allí, y tendremos que prestar atención a sus deseos al respecto. En este momento lo estamos analizando con mucho cuidado», le dijo a la agencia Reuters.
Las ricas corporaciones Netflix y Disney han salido al debate social sobre el aborto y han tomado partido por las empresas abortistas, contra la vida y los bebés
Ahora las corporaciones boicotean a la ciudadanía
Un análisis curioso de esta amenaza lo hace en un tuit el editor senior de la influyente revista cristiana First Things, Matthew Schmitz: «Hemos pasado de los ciudadanos que boicotean a las corporaciones a las corporaciones boicoteando a la ciudadanía».
Sin embargo, las asociaciones provida como Focus on the Family y Family Research Council señalan que «si somos francos, al final las empresas están en Georgia por el dinero», como señala el presidente de ésta última, Tony Perkins.
No es tan barato irse de Georgia: una cosa es amenazar y otra es realizarlo.
De hecho, el portavoz de la Motion Picture Association of America, asociación que reúne a seis pesos pesados de Hollywood (Paramount, Sony, Universal, Disney, Warner Bros y Netflix) se ha limitado a hacer comentarios vagos como «continuaremos pendientes de la situación» y expresando su anhelo de que la ley del corazón que late quede atascada en tribunales o en parlamentos.
Además, muchos clientes con valores provida se dan de baja de Netflix y explican en la sección de «causa de la baja» su disgusto por la abierta militancia abortista de la plataforma de pago, que depende de las suscripciones. Algunos anuncian que se pasan a otras plataformas, como la cristiana Pureflix.
Lila Rose, la popular activista de LifeAction (casi 600.000 seguidores en redes sociales), comentó en redes: «Medio país es provida; la inmensa mayoría quiere limitaciones al aborto. La postura pro-aborto de Netflix es retrógrada y no pertenece a una sociedad civilizada y de amor. ¡Despierta, Netflix! Muchos de tus empleados, clientes y América son cada vez más provida!»
Otros pueden encontrar los contenidos de Netflix sin pagar en sitios de legalidad dudosa pero… ¿es moral pagar a quien dedicará tu dinero a acabar con tus valores y con vidas humanas?
A Netflix puede que le salga mal la jugada
«Creo que los georgianos y los activistas provida cancelando su cuenta en Netflix pueden dañar más a la compañía de lo que Netflix puede boicotear a Georgia», declaró el activista profamilia Shane Vander Hart, de Iowa. «No me molesta si una compañía es neutral en un tema, pero me molesta si trabaja contra mí», declara en LifeSite.
Muchos líderes de asociaciones provida de todo Estados Unidos, como los de Personhood Alliance, Radiance Foundation y American Principles Project anuncian ya en sus cuentas de Twitter que cancelan su suscripción de Netflix, y animan a otros a hacer lo mismo.
Y el gobernador Kemp no se arredra ante las amenazas de los abortistas y los famosos del espectáculo: «Nos eligen para hacer el bien, y defender la vida preciosa siempre es lo correcto; somos el partido de la libertad y la oportunidad. Valoramos y protegemos la vida inocente, aunque haga chillar a las celebridades», proclamó.
¿Cómo es el latido de un bebé en sus primeras semanas, el que protege la ley de Georgia? Lo vemos en una pareja cualquiera
A Michal Los, joven seminarista polaco de la congregación de los Hijos de la Divina Providencia, le fue detectado un cáncer fulminante hace un mes, que le ha llevado a un estado terminal. Gracias a una dispensa del Papa, el 24 de mayo pudo ser ordenado diácono y sacerdote en una sola ceremonia en el hospital militar de Varsovia, y celebrar misa al día siguiente en la cama. Éste es el emotivo momento de su primera bendición, que recibieron, entre otros, sus padres y su hermana.
El padre Apollinaire Cibaka es congoleño y responsable del Proyecto Ditunga, gracias al cual ha creado un hospital, ha escolarizado a 85.000 niños y atiende a más de doscientos huérfanos. Nació en una familia de padres católicos -no así sus abuelos-, pero no lo tuvo fácil para ser sacerdote, como cuenta él mismo al tiempo que explica la impresionante labor espiritual y social de la Iglesia en su país. Pincha aquí para saber más sobre el padre Cibaka y sobre el Proyecto Ditunga.
Los cuidados paliativos son un derecho humano fundamental, la eutanasia no
Unas 700.000 personas en España (el 1,5% de la población) sufren una o más enfermedades crónicas avanzadas o condiciones que pueden hacerles empeorar (coincidencia de dos o más enfermedades en personas mayores, fragilidad, dependencia), cuya expectativa de vida es de entre 2 y 3 años y que causan el 75% de las muertes (300.000 al año). Estos enfermos deben cargar con toda una sintomatología, unas consecuencias emocionales y vitales y, al mismo tiempo, provocan un fuerte impacto en sus cuidadores y en los sistemas de atención sanitaria y social, tal y como explica el periodista Joan Andreu Parra, en la revista Catalunya Cristiana.
Desgraciadamente, la atención paliativa -el cuidado especializado para aliviar el sufrimiento del enfermo y acompañarle- no está generalizada, y cubre, según las comunidades autónomas, entre el 30% y el 70% de las necesidades óptimas. Algunos expertos como Xavier Gómez-Batiste, director del Centro colaborador de Cuidados Paliativos de la Organización Mundial de la Salud, se refiere a los cuidados paliativos como un derecho humano fundamental y muestra su extrañeza de que estemos hablando “del derecho a despenalizar la eutanasia (que afectaría a una pequeña porción de personas si se aplicara bien la atención paliativa) sin garantizar el derecho fundamental a una buena atención paliativa que afecta a decenas de miles de personas” (ABC Salud, 16/02/2019).
El propio Gómez-Batiste destaca que hay colectivos que hacen poco ruido y con grandes necesidades en este sentido, como las personas mayores con enfermedades avanzadas qué viven solas o que son atendidas en residencias geriátricas con medios escasos. Más psicólogos y trabajadores sociales en los equipos, incrementar y redistribuir los recursos actuales y que todos los profesionales sanitarios cuenten con formación sobre cómo abordar el proceso de final de vida, serían algunos de los requisitos necesarios para atender el dolor y el sufrimiento ante una enfermedad avanzada.
Profesionales sanitarios ante el sufrimiento y la muerte
“La limitación más importante que tenemos los profesionales de la salud, sobre todo los médicos de hospital –las enfermeras o los médicos de primaria acompañan mejor la muerte-, es que en la facultad no nos preparan para abordar el sufrimiento y atender la muerte de las personas, por tanto, vivimos la muerte como un fracaso y como una frustración y esto provoca que muchas veces nos alejemos de estas situaciones”, sostiene Marta Vidal, doctora especialista en medicina interna y paliativos en el Hospital San Juan de Dios, de Martorell, Barcelona.
De todos los años que lleva dedicándose a los cuidados paliativos, Vidal valora el enriquecimiento que le ha supuesto “acercarse a la persona en proceso de final de vida que nos muestra este yo auténtico”. Y enumera una serie de aprendizajes, el primero de los cuales es “que nacemos y que moriremos, por tanto, deberíamos prepararnos más para este proceso de la muerte que llegará”. Esta doctora también se ha dado cuenta de que “las personas somos mucho más que órganos que enferman. En primer lugar, todos los órganos están interconectados y, además, la persona tiene unas emociones y unos sentimientos, unas relaciones sociales y un proyecto de vida que a veces la enfermedad deja interrumpidos”. Vidal admite que “en los hospitales la muerte pasa de ser un hecho trascendente a ser un acto técnico” y lo cuestiona: “Recibimos mucha presión por parte de los familiares y de los propios compañeros. ¿El paciente debe morir totalmente inconsciente? Depende. Primero evaluemos qué necesita y cómo quiere morir. Se le debe preguntar, y la conversación, que es difícil, pasa por aceptar que se está muriendo.”
Como contrapartida, cree que “la medicina se puede humanizar mucho más” y esto pasaría por “simplificar el hecho de morir, que tendemos a complicar tanto los profesionales como la sociedad” y por el trabajo en equipo de los “muchos agentes que trabajan en el cuidado de una persona enferma”.
Necesidades espirituales al final de la vida
“En una sociedad tan secularizada podemos vivir muy tranquilamente sin hacernos la pregunta por el sentido, pero en el momento en el que entramos en contacto con la muerte de un hijo, con la muerte de una persona joven, de una persona mayor no esperada, con la enfermedad grave, con el deterioro cognitivo, la espiritualidad está a flor de piel”, asegura Montserrat Esquerda, doctora pediatra y psicóloga y directora general del Instituto Borja de Bioética.
De hecho, el filósofo y teólogo Francesc Torralba esbozó un cuadro de necesidades espirituales: necesidad de sentido, de reconciliación, de reconocimiento de la identidad, de orden, de verdad, de libertad, de arraigo, de rezar, simbólico-ritual, de soledad-silencio, de cumplir el deber, de gratitud (revista Labor Hospitalaria, n. 271). Así pues, un buen morir estaría relacionado con el sentido de la vida y las creencias de la persona (sea religiosa o no), la afectividad (amar y sentirse amado), la resolución del legado que se deja (varios aspectos prácticos que conviene haber previsto en el testamento vital o en la tutoría legal) y la garantía de una buena atención.
“Este proceso desde que la persona sabe que la enfermedad es incurable y que le producirá la muerte en un tiempo relativamente breve, ella debe decidir cómo quiere vivir este tiempo para que sea lo menos traumático posible”, observa Vidal. “El sufrimiento no se puede medicalizar ni tratar, cada persona debe gestionarlo. Lo que sí podemos hacer es acompañarlo como profesionales, familiares, amigos o cuidadores de las personas enfermas”, concluye Vidal.
Herramientas para acompañar el sufrimiento
Enrie Benito, médico de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), utiliza el término empatía compasiva como la actitud necesaria a la hora de acercarse al enfermo en proceso de final de vida: “Tengo empatía en tanto que exploro e intento entender qué es lo que te hace sufrir, qué es lo que te preocupa. La compasión es ponerse en marcha para ayudarte con las herramientas que tengo a mi alcance”, detalla Vidal.
Esta actitud, según Vidal, es la que se necesita a la hora de dar una mala noticia, y es muy preferible a una situación de mantener un engaño respecto a la enfermedad a un paciente. “La gran mayoría de pacientes sí quiere saber. Nuestra función es explorar hasta dónde quieren saber y darles la información que necesitan”, anota Vidal. Y es que la conspiración de silencio que a veces se produce en torno a algunos enfermos puede generar sufrimiento añadido y, de hecho, vulnera los derechos del paciente: “Si exploras con coraje qué es lo que quiere saber el paciente y se lo explicas, el proceso es mucho más sencillo, porque trabajamos todos en la misma dirección y el trabajo es mucho más llano y digno. Y cuando eres capaz de transmitir a las familias la importancia de esta verdad tolerable entonces, incluso a los familiares, les disminuye mucho la ansiedad”, asegura Vidal.
La Pastoral de la Salud, en la práctica, es una herramienta para saber acompañar a personas que están sufriendo. Montserrat Esquerda, que también es delegada de Pastoral de la Salud del obispado de Lleida y forma parte de un grupo de acompañamiento en el duelo en la diócesis, recuerda que esta pastoral nació hace unos 25 años y que “ha realizado un trabajo enorme generando textos y material, el problema es que no los hemos sabido implementar”. La pediatra reclama más atención para esta pastoral ya que “en nuestro mundo, en el que los aspectos espirituales a menudo cuestan que afloren, en contexto de enfermedad y muerte están presentes y son tierra de Evangelio”. Por eso, pone el acento en dos dinámicas: la renovación del voluntariado y “la formación específica en enfermedad, final de vida y duelo”.
Ciertamente, hasta ahora, la Pastoral de la Salud ha contado con un tipo de voluntariado muy mayor “que va a visitar a los enfermos a los domicilios, a residencias de personas mayores, a sociosanitarios, no tanto a los hospitales” y que “se formó hace muchos años y estaba preparado para lo que se ha ido haciendo, pero nos falta relevo”, opina Esquerda. Los retos, por tanto, son “saber explicar mucho más la necesidad de esta pastoral” y “desaprender mucho (actitudes, frases hechas…) para saber estar al lado del enfermo de una forma determinada”.
Capacitarse para acompañar a enfermos en los hospitales
Un ejemplo de ello es el diploma de Experto Universitario en Acompañamiento en el Proceso de Enfermedad que se dirige al público en general y a los agentes de Pastoral de la Salud, en particular, y que se impartirá en la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramón Llull con la colaboración del Instituto Borja de Bioética, empezará a partir del mes de febrero de 2020. En él se hablará de filosofía, humanismo y teología, entre disciplinas.
Montserrat Esquerda, una de las profesoras del curso y directora del Instituto, explica el programa: “Hay una parte más general, que ayuda a entender el hecho de enfermar, que guarda mucha relación con las sociedades en las que vivimos. Nos referimos a la antropología de la persona, la sociología de lo que es la salud, la enfermedad. Hay otra parte de teología pastoral, es decir, cuál es el mensaje de Jesús en relación con los enfermos y toda la teología de la salud”.
La bioética y su deliberación también tienen un papel relevante: “En estos momentos de la vida se concentran buena parte de las decisiones éticas (hasta dónde continuar, cuándo p arar, qué deberes y trato tenemos con los enfermos en los estadios de final de vida)”, recuerda Esquerda.
“Quien haga este curso podrá entrar en un comité de ética de un hospital y dialogar con el resto de profesionales sanitarios.” Finalmente hay un módulo de habilidades de acompañamiento y una parte más práctica junto a una persona que esté en un servicio religioso de los hospitales de Cataluña.