San Luis IX de Francia también es conocido como Ludovico. Nació en Poissy en 1214 y murió en Túnez en agosto de 1270. Fue hijo de Luis VIII el León y de la infanta castellana Blanca de Castilla, Hija de Alfonso VIII. Fue primo hermano del rey castellano Fernando III el Santo. Fue proclamado rey a los doce años, a la muerte de su padre, así que estuvo bajo la regencia de su madre, doña Blanca de Castilla.
En 1235, a los 21 años, se desposó con Margarita de Provenza, hija del conde de Provenza. La pareja real tuvo once hijos: cinco mujeres y seis hombres, pero la primogénita falleció a los tres años de edad y un varón murió al poco tiempo de nacer. Su madre, española, lo educó para que fuera un hombre piadoso y cultivó su fe con esmero.
El rey combinó su tarea de gobierno con un ascetismo admirable, de tal modo que un no creyente francés, Voltaire, dijo años después de él: “No es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud”. Tenía predilección por los pobres y desamparados. Compartía su mesa con los leprosos y lavaba los pies a los mendigos. Recorre hospitales y reparte limosnas. Se propuso hacer el bien, buscando en todo la felicidad de sus súbditos. Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Estas ideas le dieron fama de bueno y justiciero.
Perteneció a la Orden tercera franciscana. Usaba cilicio y castigaba su cuerpo con disciplinas. Construyó la hermosísima “Santa Capilla” (sainte chapelle), en París cerca de la catedral de Notre Dame para albergar una colección de reliquias del cristianismo.
Asistió al Concilio Ecuménico latino de Lyon I, convocado en 1245 y presidido por Inocencio IV, donde se convoca la séptima Cruzada, en la que se designó a Luis IX al mando, para rescatar los Santos Lugares en Jerusalén. Un noble, Joinville, lo acompañó a la séptima cruzada pero no se apuntó para la octava. El rey fue a la octava Cruzada en 1270. Fue en una de estas cruzadas cuando San Luis rescató la Corona de espinas de Nuestro Señor, la cual se encuentra custodiada en la catedral de Notre Dame y fue recientemente rescatada del incendio, por Jean Marc Fournier, sacerdote, sucedido el Lunes Santo de 2019. Fournier también rescató del incendio una prenda de vestir de San Luis.
La expedición de la octava cruzada fue un desastre, buena parte del ejército fue atacado por la disentería o por la fiebre tifoidea, y fueron capturados por los sarracenos. Joinville participó en las negociaciones y fue un apoyo para el rey en los difíciles momentos de la expedición; sin embargo, el mismo rey se contagió y falleció, sin haber conseguido el objetivo de liberar la Ciudad Santa del poder musulmán.
Luis IX murió en agosto en Túnez; tenía 56 años de edad y cuarenta de reinado. Su cuerpo fue trasladado a Sicilia y después a Francia, para ser enterrado en el panteón de San Denis. Unos años más tarde, el 11 de agosto de 1297, fue canonizado por Bonifacio VIII en la iglesia de San Francisco de Orvieto (Italia).
Allí se extinguieron las Cruzadas. A pesar de estos fracasos, su popular imagen dentro y fuera de su reino y la encarnación del modelo ideal de monarca hacen de San Luis un modelo de gobernante católico y una figura predominante en el Universo cristiano.
Joinville falleció en 1317 a los 93 años, casi 50 después del rey Luis Capeto. Joinville poseía una memoria excepcional para los detalles. Es menos un historiador que un narrador. En su Historia de San Luis el héroe y el autor son igualmente amables.
Felipe IV de Francia llamado “el Hermoso” era nieto de San Luis. El 14 de agosto de 1284 se casó en catedral de Notre Dame, en París con Juana I de Navarra. Por eso también tuvo el título de Felipe I de Navarra. Felipe IV fue quien promovió la canonización de su abuelo Luis IX. Fortaleció la corona, sobre todo en el aspecto financiero. Expulsó a los judíos en 1306 por móviles económicos. El gran maestre de la Orden de los Templarios, Jacques de Molay, pereció en la hoguera de París en 1314. El rey se adueñó de los bienes de la Orden por eso hizo desaparecer a los templarios; así que el gran maestre, antes de morir, maldijo al rey y a su descendencia por siete generaciones. Así surgen los “Reyes malditos”, que realmente se notó que fueron maldecidos. Su nieto no siguió el ejemplo de San Luis ya que se centró sólo en la política.
A San Luis se le celebra el 25 de agosto.