La materia del tiempo o un museo en defensa del arte

En 1982 el escultor Richard Serra llegó por primera vez a una herrumbrosa Bilbao de la mano de Carmen Giménez para participar en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en la exposición Correspondencias: 5 arquitectos / 5 escultores que enfrentaba, entre otros, al propio Serra con un arquitecto canadiense llamado Frank Gehry. Entre las muchas epifanías que se conocen sobre la gestación del Guggenheim Bilbao, merece también considerarse este episodio seminal. La verdad es que el reparto principal de la película estaba allí reunido. Faltaba encontrar el director y el productor adecuados. El director no fue otro que Thomas Krens, director de la Fundación Guggenheim, hoy injustamente olvidado, pero, sin duda, el auténtico ideólogo del milagro de la multiplicación de los panes y los peces en el mundo de las franquicias de los museos internacionales. Él fue el inventor de un modelo que, para bien o para mal, ha imitado hasta el Museo del Louvre, padre de todos los museos.

Museo Guggenheim Bilbao 

Los productores, por su parte, fueron, conviene decirlo, los valientes políticos vascos que pusieron al Gobierno autonómico y a la Diputación en la dirección de sacar adelante un proyecto que, por aquella época, tenía mucho de quimera. Llovieron las críticas en forma de chubascos, ciclogénesis y sirimiri, pero se mantuvo la conjura hasta el final. El arquitecto Frank Gehry y el talento constructivo local se pusieron a la tarea en la creación de un auténtico prodigio de la arquitectura del cambio de siglo. Mientras tanto, se daba forma a la gestión intelectual y material de un concepto museístico inédito en el que participó desde el primer momento su actual director Juan Ignacio Vidarte, a quien la villa de Bilbao está tardando en dedicarle una calle o una plaza.

El Guggenheim se convirtió casi en el mismo momento de su inauguración en el símbolo paradigmático de la transformación de una ciudad en todos los órdenes, desde su periclitado pasado industrial al mundo global, donde la cultura y el arte por primera vez jugaban un papel protagonista entre las estrategias políticas y económicas.

En estos 20 años, el museo no sólo ha contribuido beneficiosamente a su entorno, además, como novedoso modelo de museo, ha sabido acreditar una gestión ejemplar en paralelo a la propuesta de una variada y exigente programación artística cada vez menos dependiente de la fundación neoyorquina. No menos elogiable ha sido la labor coleccionista desarrollada, donde ha primado la calidad frente a la cantidad, con apuestas radicales como fue la cesión del gran espacio denominado el Pez al mencionado Richard Serra para crear la barroca instalación La materia del tiempo que, como el cinturón de hierro que sirvió de defensa a Bilbao durante la Guerra Civil, sirve ahora de trinchera para defender la experiencia sublime que sigue deparando el arte al espectador contemporáneo.

Con todo, el peligro se encuentra en la emulación. El éxito del Guggenheim y de Bilbao ha animado a otras ciudades y regiones de todo el mundo a plantear proyectos similares sin los argumentos, el sentido de la oportunidad y la suerte que mereció aquel. De la misma manera que tenemos que reconocer el éxito del Guggenheim, tenemos que certificar el fracaso del museo franquicia, en cualquiera de las versiones que se han ensayado en distintos puntos del planeta.

En 20 años el mundo ha cambiado de forma radical y, afortunadamente, Euskadi también. El mundo en expansión galáctica que vio nacer el Guggenheim ahora se contrae, ante la constatación de los propios límites de la globalización y de sus abusos. Y, al mismo tiempo, ETA se ha desvanecido en el laberinto de su propia materia del tiempo.

Es esta efeméride, sin duda, una buena oportunidad para reflexionar sobre el profundo cambio de paradigmas vivido en la sociedad global y local y, por supuesto, cómo afecta al arte, que, antes de la audiencia, es la principal razón de ser de un museo.

Bilbao, más allá del Guggenheim

Soñar’, el gran grafiti de SpY en un muro medianero del barrio de Olabeaga, visto desde el otro lado de la Ría de Nervión. FOTOGRAFÍAS: ARABAPRESS

La Semana Grande es, además de una invitación a la fiesta, una manera de descubrir la transformación de la antigua capital industrial en una ciudad creativa y abierta al mundo

Cinco letras negras gigantes sobre el lateral blanco de una casa en el barrio bilbaíno de Olabeaga, junto a la Ría, constituyen toda una declaración de intenciones: SOÑAR. Así en mayúsculas, como lo plasmó el artista urbano SpY. Un grito simbólico para creer en que los sueños a veces se cumplen.

Bilbao soñó que podía cambiar y se lo creyó. Soñó que donde había astilleros se levantarían museos, que los pabellones industriales se transformarían en teatros, que los almacenes de vino serían centros culturales… Y lo consiguió. Bueno, casi lo ha conseguido, porque no sería justo dar por finalizado un proceso que nació con vocación de continuidad. La ciudad está en constante mutación para llegar a lo que parecía imposible: el humo de las fábricas transformado en cultura.

«En Bilbao se puede vivir de la cultura». Dicho así podría parecer una bilbainada -exageración que protagoniza alguien de Bilbao- pero quien afirma esto sabe bien de lo que habla, porque vive de ello. Lander Otaola, joven actor conocido por el gran público como el borroka de la taquillera 8 apellidos vascos o como el hermano de la protagonista de Fugitiva, serie que acaba de emitirse en La 1 de TVE, pero ampliamente curtido en el teatro vasco y sobre todo bilbaíno, insiste: «Bilbao es de las pocas ciudades en las que puedes vivir de actividades culturales». Y tal y como está hoy en día la cuestión cultural, no puede haber una forma mejor de presentar una ciudad.

 

«Hay gran oferta, a la que el público responde, hay inversiones en este ámbito y la ciudad cuida a sus artistas», dice Otaola. Y cada transformación de un barrio, cada reinvención de una zona, va de la mano de una actividad que tenga el sello cultural en el sentido más amplio de la acepción.

«Bilbao es consciente de que la transformación de la ciudad tiene que ir de la mano de la cultura y está trabajando en ello desde hace décadas», señala también Sergio García Bayón, director de SC Gallery, galería de arte que lleva 10 años ubicada en Bilbao La Vieja, y artífice de muchos de los murales que han convertido edificios de la capital vizcaína en soportes de arte urbano, entre ellos el citado SOÑAR. En Bilbao, la cultura está en la calle.

La mejor muestra de la transformación de esta ciudad de la mano de la cultura, la más visible y, sin duda, el elemento dinamizador de todo el cambio de esta capital de poco más de 350.000 habitantes, es el Guggenheim Bilbao, edificado por Frank Gehry a orillas de la ría, en una curva en la que antes de que se levantara el impresionante edificio de titanio había un muelle de uso portuario e industrial y las grúas ocupaban el lugar que hoy llena Puppy, el perro de flores de Jeff Koonsque se erige orgulloso en la explanada del museo y que fotografían a diario miles de turistas -algo del todo impensable en la capital vizcaína industrial de hace unos años-.

Pero Bilbao, elegida Mejor Ciudad Europea 2018, escenario de anuncios, películas y eventos internacionales, como las recientes finales de la Challenge y la Champions de rugby o los premios a los 50 mejores restaurantes del mundo, por citar algunos (y, en el horizonte, escenario de los galardones musicales que otorga la MTV que se celebrarán en noviembre en el Bilbao Exhibition Centre), es mucho más que el Guggenheim. Aunque es innegable que la modernidad de las paredes de titanio del museo de curvaturas imposibles ha sido el elemento dinamizador de una de las transformaciones más espectaculares en la historia del urbanismo.

Antes eminentemente industrial, gris y más bien sucia, Bilbao se ha tornado en gran parte gracias al efecto Guggenheim, en poco más de 20 años -desde que se inauguró el museo- en una ciudad referente desde el punto de vista urbanístico, arquitectónico y cultural, que sorprende a los visitantes, incluso a aquellos que no conocen sus orígenes industriales.

Ahora, cada zona de la ciudad se reinventa y con la ría como hilo conductor de toda su actividad muestra sus mil y una caras más allá del museo de Gehry, del Bellas Artes o del Palacio Euskalduna, visitas indispensables de todo el que llega a Bilbao.

Lander Otaola ensaya estos días la obra Yo soy Pichichi, en la que se recuerda la trayectoria del histórico futbolista del Athletic Rafael Moreno Aranzadi, Pichichi, sobrino de Unamuno y Telesforo Aranzadi, en forma de cabaret. Un tema por cierto, muy bilbaíno.

La compañía que dirige Patxo Telleria la estrenará en agosto en el escenario de Pabellón 6. Un teatro que constituye todo un símbolo de que la regeneración de cada punto de Bilbao parece unirse irremediablemente a una actividad cultural, bien sea teatro danza o pintura, desde el que Guggenheim tomó vida a orillas de la ría.

Ubicado en la península de Zorrozaure, una antigua zona industrial, no muy lejos del Guggenheim, y en la que se levantará el próximo gran proyecto urbanístico de la ciudad, Pabellón 6, capitaneado por Ramón Barea entre otros creadores, es eso, un pabellón industrial en el que se asienta un teatro. Sin más ambiciones arquitectónicas que situar unas butacas frente a un escenario.

No es el único foco artístico que florece en esta zona de Bilbao entre las antiguas fábricas de Vicinay Cadenas, y la de galletas Artiach, convertida ahora en un nido de industrias culturales agrupadas en el proyecto ZAWP, (Zorrotzaurre Art Work in Progress) que ha puesto en marcha por la Asociación Cultural Haceria Arteak, ubicada en lo que era una antigua serrería. Este proyecto nació en 2008 para afrontar el largo proceso hasta que llegara la revitalización definitiva de este barrio que cambiará su cara de forma radical cuando se convierta en isla y se levante el proyecto urbanístico ideado por la arquitecta ya fallecida Zaha Hadid. Hoy es un movimiento cultural consolidado capitaneado por Manu Gómez en el que se sustituyen los antiguos ruidos industriales por el teatro, la danza o la música de jazz, y se asientan diferentes industrias culturales. Una auténtica isla creativa que quiere mantenerse en el tiempo. «Un proyecto así tenía que estar en la ribera, a la orilla de la Ría», dice Gómez.

La Ría es el verdadero hilo conductor de la ciudad que mezcla a la perfección pasado y futuro, vanguardia y tradición. A sus aguas -antes marrones por la actividad industrial, y ahora recuperadas para la ciudad y para diferentes actividades de ocio, navegables con piraguas o tablas de paddle surf-, se asoman los nuevos edificios más emblemáticos como el Guggenheim de Gehry, la imponente Torre Iberdrola de César Pelli con sus 165 metros de cristal, el Palacio Euskalduna de Exposiciones y Congresos… Todos ellos, edificios que han transformado antiguas zonas industriales, astilleros o de uso del puerto -como también lo hizo el edificio de la Alhóndiga, el antiguo almacén de vino ubicado en el centro de Bilbao que el diseñador Philippe Starck convirtió en el innovador centro cultural Azkuna Zentroa-.

Y el curso de esa misma Ría permite adentrarse hasta el otro Bilbao del Casco Viejo, hasta el Mercado de la Ribera, el mercado cubierto más grande de Europa que se levanta monumental a su orilla. Justo enfrente, el Muelle de Marzana y Bilbao la Vieja son otra demostración de regeneración de un barrio con la cultura de fondo.

Bilbao La Vieja, en proceso de regeneración y amalgama de culturas, es ahora un lugar preferente para pintores y escultores para colocar sus estudios, atraídos en principio por los bajos precios de los alquileres, pero que poco a poco han ido ganando peso en el barrio junto a varias galerías de arte.

SC Gallery sabe mucho de la transformación de esta zona. Ubicada desde hace 10 años en Bilbao La Vieja, en la calle Las Cortes, conocida desde tiempos ancestrales -y ahora también- por ser una zona de prostitución de la capital vizcaína, ha sido un colaborador necesario del Ayuntamiento en otro cambio de cara de este barrio viejo de Bilbao, con murales de artistas urbanos que han cambiado el aspecto de las casas convirtiendo las calles en museo al aire libre. Una ruta por estas calles del barrio de Bilbao la Vieja permite disfrutar de murales de destacados artistas del arte del grafiti como el parisino Eltono, el alicantino Jeremías Pau Toledo o la barcelonesa afincada en Bilbao Ruth Juan.

«SC Gallery propuso en 2016 al Ayuntamiento de Bilbao generar un catálogo de arte público mural, donde poder recoger la gran parte de estos murales. La idea es dignificar estos trabajos realizados en el espacio público», señala su director, Sergio García Bayón, que destaca la importancia que tiene que la sociedad tome conciencia de que «el arte y la cultura es necesario para avanzar en su desarrollo».

«La oferta cultural de Bilbao es amplia y variada», dice García Bayón, que echa de menos, no obstante, «más proyectos alternativos y autónomos».

Y ¿cuál es el efecto del Guggenheim en esta actividad? «Siempre ha habido un movimiento artístico interesante, antes y después del Guggenheim», dice Ignacio Goitia, uno de los pintores que han elegido esta zona de Bilbao para instalarse. Desde su estudio en el Muelle de Marzana con vistas a la Ría y a la iglesia de Atxuri pinta sus paisajes imposibles en formato gigante que expone en Miami, en México… Ahora completa un encargo de un particular que se colocará en un castillo del Loira. Goitia ha vivido de lleno la transformación de este punto de la ciudad en un foco de arte, más allá de la intensa oferta de bares y restaurantes de estética hipster que abundan ahora en la zona.

Cree que el tirón del efecto Guggenheim debería notarse sobre los artistas vascos para promocionarse en el exterior por parte de las instituciones desde las instituciones. «Deberíamos ser como los cocineros», dice, a los que «se les utiliza como embajadores en el exterior». Actualmente, Goitia prepara una «plataforma de artistas vascos» para organizar «visitas guiadas a los estudios» como una forma de que el turismo interesado en ello pueda conocer su trabajo de primera mano.

No nacemos, despertamos, dice el lema de la cervecera La Salve, la cerveza de Bilbao. La frase, que aduce al periplo histórico de esta empresa bilbaína, que nació en 1886 a orillas de la ría, muy cerca de donde se ubica ahora el Guggenheim, y que después de estar cerrada desde 1978 se ha reabierto hace un año con una moderna fábrica en el barrio de Bolueta, a las afueras de la capital, podría resumir la esencia de esta ciudad que despierta a una actividad cultural y social sin olvidar su origen.

«Bilbao une tradición con modernidad y eso se aplica a cada una de las cosas que se hace en la ciudad», dicen Jon Ruiz y Eduardo Saiz, promotores de la fábrica de cervezas La Salve, que también puede conocer a través de visitas guiadas como un atractivo más de la ciudad. «Mirar al futuro con respeto a nuestro pasado. Mantener nuestro ADN y saber proyectarlo al futuro es lo que ha provocado esta catarsis en toda la ciudad». Porque esto se aplica, dicen, a todo, desde los edificios a la gastronomía.

Y hasta tomarse una cerveza en el bar que gestionan ambos socios en la quinta planta del Teatro Campos Elíseos tiene relación con la cultura. En Bilbao, una cerveza o un txakoli también es arte.

Origen de la masonería

Hace años leí la obra de la beata Catalina Emmerick titulada Visiones y revelaciones, donde habla de la vida de Jesucristo y de los primeros pasos de la Iglesia. En un momento menciona los orígenes de la masonería, que ubica en tiempos de Herodes Agripa, y explica que él junto con unos jefes israelitas hicieron el pacto de luchar en contra de Jesús y de sus seguidores. Me llamó mucho la atención pues nunca había oído decir que el origen de la masonería se remontara al siglo I. Recientemente una amiga me obsequió un libro titulado La disipación de las tinieblas o El origen de la masonería. Me sorprendió que confirmara el dato de Ana Catalina Emmerick sobre el origen de la masonería (Lucrecia Roper).

Muchos masones muestran incertidumbre y decepción en lo concerniente al origen de la masonería, ya que es uno de los grandes misterios de la historia. El manuscrito hebreo antiguo que relata sus orígenes data del año 43 d.C. y trata sobre la fundación de la masonería aquel mismo año. Hay una versión árabe de 1929, pero quedan muy pocos ejemplares de ella.

La carga espiritual e incontenible de los primeros cristianos durante los primeros años de su existencia, causó consternación en la Corte de Herodes Agripa, lo que engendró la fundación de una asociación secreta y misteriosa que justificaba todos los medios para combatir a “Jesús, el Impostor” y conservar la religión judía. Ideada por Hiram Abiud, presidida por el rey Herodes Agripa e integrada por nueve hombres en total, fue fundada el 24 de junio del año 43 d.C. con el nombre de “La Fuerza Misteriosa”.

La fecha, el lugar, los fines, los principios y los demás secretos fueron registrados en sendos manuscritos por los nueve fundadores, quienes celosamente los guardaron y se juramentaron entregarlos únicamente en herencia, al primogénito o al más inteligente de los hijos, así hasta el fin de los siglos.

El secreto quedó circunscrito así sucesivamente entre nueve hombres solamente: Fundadores, hijos, nietos, biznietos, etc. En cada generación y época, el sucesor agregaba en su manuscrito lo ocurrido en su época con respecto a los actos y luchas anticristianas.

En el año 1717, dos herederos se encontraron y consiguieron dar a la asociación viso internacional, con fines ficticios: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Le impusieron un nuevo nombre: Franc-masonería.

Uno de esos dos herederos desapareció trágicamente con su manuscrito. La copia que se conserva perteneció al otro, y, a través de uno de sus sucesores, Jonás, convertido al cristianismo protestante por su esposa Janet –quien se negó a contraer matrimonio con él si no se convertía al cristianismo-, es que tenemos esta versión. Este heredero recomendó a sus sucesores traducir el manuscrito a todos los idiomas posibles y publicarlo. Su hijo fue Jorge Samuel y su nieto, Laurant. Samuel recibió dos traducciones: la hebrea y la rusa. Laurant llegó al Brasil en busca de traductores capacitados y de absoluta confianza. Por intermedio del Presidente Prudente José de Moraes (m. 1902) conoció al Secretario privado de éste: Awad Khoury, libanés que dominaba el árabe, el turco, el francés y el portugués. A Awad Khoury le fue encomendada la tarea de traducir el manuscrito del francés al árabe.

Y así fue, en el año 1929 se publicó la versión árabe del manuscrito. ¿Desaparecieron todos los ejemplares? No sabemos, pero se conservó uno que se tradujo al idioma de Cervantes.

La traducción fue realizada celosamente literal cumpliendo dos propósitos: Primero, ser fiel a las recomendaciones de los dueños del manuscrito (Laurent y sus padres). Segundo, no apartarse de su estricto estilo tradicional-histórico.

El traductor a la versión castellana es Ivan Zodca quien escribe: “Ofrecemos esta versión castellana con la esperanza de arrojar luz sobre acontecimientos históricos pasados y presentes que parecen aberraciones y que ahora están interpretados en su cabal medida”.

El señor Laurant Jorge Samuel Laurant, ruso, viajante de pedrerías, actualmente en Río de Janeiro, último heredero y propietario de la historia LA FUERZA MISTERIOSA, dice: Convengo con el Sr. Awad, que él traduzca al árabe y después al turco nuestra historia, la imprima y la propague en Arabia y Turquía, reservando los derechos de reproducción, edición y publicación en los dos idiomas. Y prohíbo omitir o cambiar el texto.

Los nueve hombres que conformaron la primera asociación son: El rey Herodes Agripa, Hiram Abiud, Moab Levy, Johannan, Antipas, Jacobo Abdon, Salomón Aberón, Adoniram y Asha Abia.

Hicieron un juramento y redactaron otro distinto para quienes desearan afiliarse a su Asociación. Prepararon instrumentos de constructores de madera y símbolos para verificar que la Asociación data del templo de Salomón o quizás antes. Los rituales son semejantes en todos los grados y tienen algo de ridículos. Reciben órdenes superiores y no saben de dónde vienen. Para subir cada grado deben aportar dinero.

La masonería nueva parte de una fecha: el 24 de junio de 1717, con Joseph Levy y John Désaguliers.  Los jefes de la antigua masonería eran judíos astutos; los de la moderna masonería son una amalgama de mercenarios: judíos que combaten las monarquías, la religión cristiana –en particular el catolicismo- y protestantes que combaten a la Iglesia Católica.

La Masonería Moderna predica una libertad exagerada para atraer a la gente. El hombre es, por naturaleza, inclinado al absolutismo. En 1934 existían en el mundo cuatro millones y medio de masones, la mayor parte se concentraban en Estados Unidos (3,260,000).

El historiador judío francés, Bernard Lazare, escribió: “Es evidente que sólo hubo judíos y judíos cabalistas en la cuna de la masonería”.

El 95% de los datos de este artículo proceden del manuscrito hebreo que se encuentra traducido al español, en internet, bajo el título: “La disipación de las tinieblas”.

La revolución sexual de la “Humanae vitae”

GLORIA HUARCAYA 20.JUL.2018

Alana Newman encarna los efectos de la revolución sexual contra la que desea rebelarse. Su vida ha estado marcada por la dolorosa huella de tener un padre biológico anónimo, un donante de esperma a quien aún no conoce personalmente. Esposa, madre de familia y artista profesional, ha producido un riguroso documental, Sexual Revolution: 50 years since Humanae Vitae, que denuncia las falsas promesas del 68 e invita a una nueva “revolución” en el amor, inspirada en la Revelación.

En mayo de 1968, jóvenes estudiantes tomaron las calles de París para proclamar la “imaginación al poder” y hacer de la “libertad sexual” una cuestión política. Pocos meses después, el 25 de julio, el Papa Pablo VI publicaba la encíclica Humanae vitae.

— Cuando tenías veinte años fuiste defensora de la reproducción con participación de terceros y del aborto. ¿Cómo cambiaste tan radicalmente?

— Bueno, esto fue pura gracia. Encontré al donante 19 (mi padre biológico) y unos pocos detalles de su identidad. Supe que era de ascendencia polaca y educado en el catolicismo. Entonces, el hombre polaco católico más famoso del mundo era el Papa Juan Pablo II. Así que me interesé en él como mi padre sustituto. Él era accesible, tenía libros que podía leer. Sentí como si me conectara con mis ancestros y mi identidad al conocerlo mejor. Y en mi activismo encontré la teología católica del cuerpo, la más comprensiva y empática para tratar la concepción con donantes. Su empatía y la forma en que me trataron, como un ser humano completo, sin asco ni burlas, me atrajeron. Y una amistad me ayudó a cambiar mis puntos de vista.

Aprender de “Amor y responsabilidad”

“La teología católica del cuerpo es la más comprensiva y empática para tratar la concepción con donantes”

— ¿Recuerdas algún libro en especial que te removiera?

— Amor y responsabilidad fue el primero. Recuerdo haber pensado lo opuesto que resultaban sus enseñanzas a las prácticas de la reproducción asistida. Juan Pablo II enseñó que el amor es cultivado a través de los actos de hacerse responsable sobre alguien. A los donantes de óvulos y esperma se les pide cero responsabilidades y, por tanto, se pierden el amor. Y para las madres portadoras es imposible anular por completo su sentido de responsabilidad sobre el bebé, porque aún continúa creciendo dentro de su vientre. Así que las portadoras suelen demostrar amor real cuando la vida de los bebés está en juego. Por ejemplo, cuando el ultrasonido descubre anormalidades físicas, los padres que hicieron el encargo quieren el aborto rápidamente, pero las madres portadoras demuestran su amor, protestando en contra de esos abortos.

— No resulta fácil vincular las técnicas de reproducción asistida con la revolución sexual. Tú afirmas que estos procedimientos “esconden la verdad” y “vulneran los derechos de los niños”. ¿Podrías explicarlo?

Cuando una persona vende sus óvulos o esperma anónimamente, está escondiéndose de su hija o hijo, del derecho del niño por nacer y de su identidad. Toda persona lleva dentro el deseo de conocer a su padre y a su madre. La donación anónima de gametos deja un vacío: de autocomprensión, de verdad sobre uno mismo.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que los niños tienen derecho a un nombre, a una ciudadanía, a ser criados por su madre y su padre siempre que sea posible, y el derecho a no ser vendidos o traficados. Estos procedimientos, obviamente, niegan el derecho natural a un padre y una madre, y puedo argumentar que definitivamente niegan el derecho a no ser vendido o traficado. La maternidad subrogada internacional y el “turismo reproductivo” están incluso negando el derecho a la nacionalidad.

Superar la infertilidad de manera más humana

— ¿Cuáles fueron tus motivaciones para producir Sexual Revolution y cuál es el impacto que deseas alcanzar?

“Toda persona lleva dentro el deseo de conocer a su padre y a su madre. La donación anónima de gametos deja un vacío: de autocomprensión, de verdad sobre uno mismo”

— Comenzó como un intento de documentar mi proceso de encontrar a mi padre biológico. Nuestro interés, sin embargo, cambió, y nos preocupamos más por encontrar la esperanza de que sí es posible superar la infertilidad de una manera más humana. Y en mi viaje, realmente he llegado a creer que la anticoncepción hormonal contribuye en gran medida a la infertilidad porque crea un ambiente tóxico y cultiva comportamientos tóxicos. Es un estrógeno sintético puro, que devasta nuestras capacidades reproductivas. También ha provocado muchas enfermedades de transmisión sexual y retrasos en la procreación, que son razones importantes por las que las personas buscan la reproducción asistida y con participación de terceros.

Espero que la película en sí misma aliente a la gente a aprender la Planificación Familiar Natural (PFN), o mejor aún, a enseñarla. Y espero que les transmita una buena lección de historia sobre los desarrollos paralelos de la anticoncepción frente a la PFN, y les deje un fuerte deseo de querer asociarse con los científicos y las personas santas que desarrollaron la PFN y la Humanae vitae.

— ¿Por qué estás segura de que los esposos Billings, los científicos que desarrollaron la PFN, fueron santos?

— Se está planteando abrir su causa de canonización. No quiero pronunciar esta palabra (“santidad”) a la ligera, pero fueron muy obedientes a la solicitud de un sacerdote de investigar sobre la PFN. Al principio, el Dr. Billings no estaba interesado, pero se enganchó cuando conoció a parejas que luchaban contra la infertilidad. Hicieron su trabajo por amor. Escucharon a las mujeres. Viajaron por el mundo, enseñando a los más pobres entre los pobres y evitaron innumerables abortos y esterilizaciones forzadas. Y si miras las fotos de ellos en la vejez, puedes ver cuánto se amaron.

Los científicos de los métodos naturales

— ¿Además del contenido de la Humanae vitae, qué otras historias podemos encontrar en el documental?

— Nos adentramos bastante en las biografías de los doctores Sanger, Pincus y Rock, los “malos de la película”, quienes están detrás del desarrollo de la anticoncepción hormonal. También mostramos a los doctores John y Evelyn Billings, James Brown y Erik Odeblad, que fueron los responsables del desarrollo de la PFN.

“Las predicciones de la ‘Humanae vitae’ demuestran su poder profético. Todas se han hecho realidad”

Todos los métodos basados en el reconocimiento de la fertilidad se basan en las investigaciones que hicieron. Y los vemos hacer un viaje fascinante a China y la India. Hemos entrevistado a sus hijos. A mi esposo le gusta decir acerca de Jesús: “Sabes, Dios no envió su presentación en PowerPoint. Necesitábamos una persona de la vida real en Jesús para hacernos comprender y hacernos entusiastas”. Bueno, creo que lo mismo es cierto para la PFN. Nadie se enamora de un sistema de gráficas. En nuestra película intentamos que la gente realmente se enamore de estos científicos.

— ¿Cuál crees que ha sido el mensaje más impactante del beato Pablo VI?

— Las cuatro predicciones que demuestran su poder profético. Cuando las explico, la gente se queda con la boca abierta. Todas se han hecho realidad y todos están ansiosos de arreglar el desastre que hemos hecho.

— ¿Y cuáles son esas predicciones?

— No quisiera decir mucho, ¡para que vean la película! Pero una de ellas fue que los gobiernos usarían su fuerza para controlar a la población. El Dr. Steven Mosher lo explica y es fascinante.

— ¿Cómo crees que podemos arreglar “el desastre”?

— Aprendiendo los métodos de la PFN y convirtiéndonos en monitores. Aprendiendo también la teología del cuerpo y enseñándola. Pienso que estas son cuestiones muy concretas que podemos hacer juntos y marcar una gran diferencia.

Gloria Huarcaya 
Instituto de Ciencias para la Familia, Universidad de Piura