Sobre la Santa Misa

El Señor le reveló a Santa Gertrudis la Mayor: “Vuestra oración es sumamente potente y efectiva durante la consagración en la Santa Misa -es decir en la elevación-. Cada vez que alzas la vista para contemplar el Santísimo Sacramento, tu lugar en el cielo se eleva un tanto más”.

Santa Faustina Kowalska narra en su Diario: Un día Jesús me dijo que castigaría a una ciudad, a la más bella de nuestra patria. Vi la ira de Dios… En silencio he orado. Después de un rato Jesús me dijo: “Niña Mía, únete durante la Santa Misa conmigo y ofrece al Padre celestial la Sangre y heridas mías para desagraviar los pecados de esta ciudad. Repítelo sin parar durante toda la Santa Misa por siete días”. Al séptimo día vi a Jesús en una nube blanca, me miró amablemente y me dijo: “Por ti bendigo a toda la patria”.

La Misa ocupa en la vida de la Iglesia el mismo lugar central que el Calvario en la obra de la Redención, dice el Catecismo.

¿Qué es la Santa Misa?… Es un diluvio de gracias que parte de la Cruz; un Gólgota siempre presente; es Cristo que se sacrifica incesantemente en medio de nosotros.

El sacrificio del calvario tuvo lugar una sola vez pero su virtualidad se extiende a la historia entera. En la Misa, la eternidad se introduce en el tiempo pero no para destruir el tiempo sino para poner de manifiesto que el tiempo, todo el tiempo, también el tiempo vulgar está transido de eternidad. Además, la Santa Misa es el más poderoso acto de desagravio para expiar los pecados. A la hora de la muerte, el más grande consuelo será las Misas oídas en vida. Ningún poder de la tierra puede darnos más de lo que recibimos en Misa.

Autor: Moral y Luces

Moral y Luces

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