Los obispos vascos piden perdón por «sus complicidades» con el terrorismo de ETA

Ante el comunicado de la banda terrorista ETA en el que reconoce el «daño causado» y pide perdón a las víctimas, los obispos de Navarra, el País Vasco y Bayona han publicado una declaración en la que reconocen que «se han dado entre nosotros complicidades, ambigüedades, omisiones… por las que pedimos sinceramente perdón». Reproducimos a continuación el comunicado completo:

1.- La Iglesia católica presente en las diócesis de Pamplona-Tudela, Bilbao, Vitoria y San Sebastián y Bayona, valora lo que de positivo tiene la “Declaración sobre el daño causado” de la banda terrorista ETA, después de 60 años de historia de muerte y de sufrimiento. Deseamos de todo corazón que el saludo bíblico “Paz a vosotros” se enraíce en nuestra tierra para siempre.

2.- En esta circunstancia, reiteramos nuestra solidaridad de una forma especial con todas las víctimas de la violencia y con sus familiares, de un modo especial con aquellos cuyos atentados no han podido todavía ser esclarecidos y padecen el sufrimiento añadido de la impunidad. Su memoria y la oración por ellos debe estar siempre entre nosotros. No podemos por menos de recordar el mensaje de las bienaventuranzas predicado por Jesucristo, que hoy resuena como especialmente dirigido a todos ellos (Cfr. Mt 5).

3.- La Iglesia ha recibido de Jesucristo la vocación a ser instrumento de paz y de justicia, de consolación y de reconciliación. A lo largo de todos estos años, muchos de los hombres y mujeres que conforman la Iglesia han dado lo mejor de sí mismos en esta tarea, algunos de forma heroica. Pero somos conscientes de que también se han dado entre nosotros complicidades, ambigüedades, omisiones… por las que pedimos sinceramente perdón. Como seguidores de Jesús de Nazaret, somos conscientes de que estamos llamados a vivir en una actitud permanente de conversión, sirviendo humildemente a la verdad y acogiendo a aquellas personas que desean emprender un camino nuevo.

4.- Además del inmenso y prolongado sufrimiento infligido por la violencia, nuestro pueblo ha padecido un daño espiritual y social incalculable, provocado por las ideologías totalitarias e idolátricas que alimentaron el fenómeno terrorista. En el momento presente, nuestra sociedad tiene que afrontar el reto de la reconstrucción moral y de la reconciliación. La Iglesia quiere contribuir a esta tarea consciente de que la reconstrucción moral está en íntima conexión con los valores evangélicos.

5.- La deseada disolución de ETA ofrece nuevas posibilidades para la normalización, que debieran de ser aprovechadas por todos. Pensamos en la oportunidad de atender las peticiones de los familiares de los presos inmersos en diversas necesidades humanitarias. También es importante que el retorno de los excarcelados a sus lugares de origen se realice de forma que las víctimas del terrorismo no se sientan humilladas.

6.- La clave de la paz y la reconciliación está en la sinceridad del corazón humano. Solamente desde la humildad puede construirse la paz en la justicia. La verdadera reconciliación solo es posible si existe un auténtico arrepentimiento y una sincera petición de perdón; además de una disposición real a reparar el mal causado en la medida de lo posible.
Que el Dios de la misericordia nos ilumine a todos para avanzar por el camino de la paz.

Mons. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela
Mons. Mario Iceta, obispo de Bilbao
Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián
Mons. Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria
Mons. Juan Antonio Aznárez, obispo auxiliar de Pamplona
Mons. Marc Aillet, obispo de Bayona

Los padres de Alfie Evans pierden su última batalla legal en el Reino Unido

Se trata de un caso «desesperadamente triste» pero «debemos afrontar los hechos», afirma la sentencia del Tribunal Supremo, que niega a los padres del bebé la posibilidad de buscar tratamiento médico para su hijo en Italia

El Tribunal Supremo del Reino Unido denegó este viernes a los padres del bebé de 23 meses Alfie Evans, que sufre una enfermedad cerebral degenerativa sin cura, el derecho a apelar la decisión judicial previa de que su hijo sea desconectado del soporte artificial que le mantiene vivo.

La máxima instancia judicial británica ha rehusado considerar por segunda vez el caso presentado por ambos progenitores, Tom Evans, de 21 años, y Kate James, de 20, que esta semana perdieron en la Corte de Apelaciones un recurso para poder trasladar a su hijo a Roma, con el objetivo de que siga recibiendo tratamiento.

Al ser denegado ese traslado, pidieron que se vuelva a estudiar su caso bajo el argumento de que su hijo está «detenido» de forma ilegal en el hospital Alder Hey Children’s de Liverpool (Inglaterra), una petición que fue rechazada por el Supremo, que cerró el camino para recurrir a otras instancias.

«El hospital debe ser libre para hacer lo que se ha determinado que es mejor en el interés de Alfie. Esa es la ley en este país. Ninguna petición a la Corte Europea de Derechos Humanos en Estrasburgo puede o debería cambiar eso», dice el dictamen del Supremo.

Los padres del bebé ya habían perdido una primera ronda de su batalla legal, que pasó por el Tribunal Superior británico, la Corte de Apelaciones, el Supremo y la Corte Europea de Derechos Humanos.

Los médicos consideran «irreversible» la dolencia de Alfie, que se encuentra en estado «semivegetativo» por causa de una enfermedad degenerativa que ha «erosionado» su cerebro, aunque no ha sido diagnosticada de forma concluyente.

El Supremo ha ratificado asimismo el plan expuesto por los médicos ante la Corte de Apelaciones para poner fin al tratamiento del bebé y acabar con su vida, un plan del que no se difundirán detalles para preservar la privacidad de la familia.

Los jueces admitieron que se trata de un caso «desesperadamente triste, especialmente, por supuesto, para los padres de Alfie», que «quieren hacer todo lo que esté en su poder para mantenerlo vivo».

«También es triste para las personas que han estado manteniendo con vida a Alfie durante tanto tiempo, los médicos y las enfermeras del hospital Alder Hey», señala la decisión divulgada por el Supremo.

«Tanto ellos como nosotros debemos afrontar los hechos. Alfie parece un bebé normal, pero la opinión unánime de los médicos que le han examinado y han visto los escáneres que se le han hecho es que prácticamente la totalidad de su cerebro ha sido destruido. Nadie sabe por qué», argumentan los jueces.

La dolencia que sufre el bebé «significa que Alfie no puede respirar, comer ni beber sin un tratamiento médico sofisticado», agrega el escrito con la decisión judicial, que subraya asimismo que «no hay esperanza» de que el bebé «nunca vaya a mejorar»

¿Santo…, yo?

Hubo un personaje vietnamita llamado Francisco Javier Nguyen van Thuan que estuvo años encerrado en la cárcel por los comunistas, por ser un obispo fiel a Dios y al Vaticano. Cuando fue arrestado sintió tristeza por lo que dejaba. Renunció a desgastarse esperando su liberación. Su opción fue “voy a vivir el momento presente colmándolo de amor”. No fue una inspiración improvisada, sino una convicción que fue madurando durante toda su vida. Sin embargo, se inquietaba por su rebaño, que estaba como ovejas sin pastor. Una noche le llegó la luz: “Haz como San Pablo cuando estuvo en la prisión, escribía letras a varias comunidades”. Así fue como empezó a escribir cartas que luego se convirtieron en libros.

¿Santo, yo?… Con frecuencia los bautizados no nos planteamos ser santos, nos planteamos estudiar tal o cual cosa pero no pensamos seriamente en conocer y amar a Dios. Pocas veces nos planteamos leer la Biblia diariamente. Para San Pablo los bautizados son “santos por vocación”, o “llamados a ser santos” (Cf. Rm 1,7 y 1 Co 1,2). Y habitualmente designa a los bautizados con el término “los santos”. La santidad reside en el corazón, y se resume en el amor, en estar unidos a Jesucristo.

La llamada a la santidad está presente desde las primeras páginas de la Biblia, así se lo propone el Señor a Abraham, en el siglo XIX a.C.: “Camina en mi presencia y sé perfecto” (Gén 17,1).

El Fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, decía: Pueden ser divinos todos los caminos de la tierra, todos los estados, todas las profesiones, todas las tareas honestas. “Se puede santificar cualquier trabajo honesto, sean cuales fueren las circunstancias en que se desarrolla” (Conversaciones, n. 26).

El Concilio Vaticano II confirmó esta doctrina en diversos lugares de sus documentos: “Todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Const. Lumen gentium, n. 40; Cfr. Gaudium et spes, nn. 35, 38, 48, etc).

En su Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, el Santo padre Francisco, pide dejarnos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más distintos miembros del pueblo de Dios. Pensemos –dice-, como nos sugiere Teresa Benedicta de la Cruz, que a través de los santos se construye la verdadera historia: “En la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que sólo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado” (n. 8).

San Pablo enfatiza esta idea: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (1 Tes 4,3). Dios “nos ha elegido antes de la constitución del mundo para que seamos santos e inmaculados en su presencia” (Efesios 1,4). Los primeros cristianos, fieles corrientes –casados y célibes-, de toda edad y condición, se sabían llamados a la santidad (cfr. Romanos 1,7), “elegidos, por Dios, santos y amados” (Col 3,12). Buscaban la santidad en todas las actividades de la tierra: unos en el campo intelectual, otros en el trabajo manual; otros, en ambos.

Una carta que tiene 20 siglos de antigüedad dice: “Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. A la verdad, esta doctrina no ha sido por ellos inventada gracias al talento y especulación de hombres curiosos, ni profesan, como otros hacen, una enseñanza humana; sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras (que no hablan latín ni griego), según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestra de un tenor peculiar de conducta admirable y, por confesión de todos, sorprendente” (Epístola a Digneto).

Juan Casiano, del siglo IV, resalta lo que es principal en la vida: “No es tanto lo que se gana por la práctica de un ayuno como lo que se pierde por un momento de cólera; y el fruto que sacamos de la lectura, no iguala al daño que nos causamos por el menosprecio de un hermano” (Colaciones I, 7). Por consiguiente, conviene supeditar las cosas que están en un plano secundario, a la caridad, virtud primordial.

Pasados los primeros siglos de cristianismo, se olvida prácticamente el carácter universal de la llamada a la santidad y se llega a considerar como patrimonio exclusivo de los que se apartan del mundo, para dedicarse a la contemplación de las cosas divinas en la soledad del desierto o del claustro.

La santidad está muy conectada con la fidelidad y con la felicidad. La felicidad aquí en la tierra es fruto de la humildad, de acompañar y de sentirse acompañados. Las personas agradecidas ven todo como un don y son felices. En la vida interior, ¿de quién será la victoria? Juan Pablo II decía: De quien sepa acoger a Dios.

Cuatro estrategias que usa Satanás para desviarnos

El orden cristiano presupone creer en Cristo y su ley. Como resultado, los cristianos organizan a la sociedad en función de esta ley, y de esto provienen el orden y la paz. Cuando una sociedad defiende la ley de Dios y rechaza la maldad en todas sus manifestaciones, existen todos los elementos para el progreso y la felicidad relativa que da esta vida.

En los tiempos modernos, el gran triunfo de Satanás ha sido socavar este concepto, sobre todo, ha buscado quitar de la mente la idea de esta lucha entre el bien y el mal. Por lo tanto, emplea varias estrategias para mantenernos fuera de la batalla.

Primera estrategia: privar a los cristianos de un enemigo

Él ha buscado por todos los medios hacer que la humanidad no crea en él. Alienta una cultura que difunde la idea de que él no existe. Una vez que su existencia es cuestionada, hay sólo un pequeño paso para convencer a la humanidad de que el mal moral en cualquiera de sus formas, tampoco existe.

Por lo tanto, la incredulidad ante Satanás destruye la necesidad de luchar contra nuestros vicios o deseos malsanos. Se piensa entonces que el mal es un tipo de “enfermedad” que se puede curar con un tratamiento psiquiátrico. Las personas son inducidas a creer que las cosas pecaminosas suceden porque las personas están mal informadas o mal educadas. Otros afirman que las malas acciones son el resultado estructuras sociales opresivas.

Satanás hace todo lo posible para promover una sociedad que prive a la persona de la lucha entre el bien y el mal, y por lo tanto entre Dios y él mismo. Él priva a las personas del sentido de pecado.

Satanás hace todo lo posible para promover una sociedad que prive a la persona de la lucha entre el bien y el mal, y por lo tanto entre Dios y él mismo. Él priva a las personas del sentido de pecado.

Segunda estrategia: privar a los cristianos de un aliado

No creer en Satanás está conectado con no creer en Dios. Con esta estrategia, el diablo nos priva de nuestro mayor y más poderoso apoyo en la lucha contra el mal. Nos priva de los medios para alcanzar la victoria, ya que Dios siempre triunfará sobre el diablo.

Al promover la incredulidad en Dios, es fácil convencer a la gente de que el bien moral no existe. La gente “buena” no debe luchar contra el pecado, sino sólo hacer concesiones y mostrar “compasión” hacia el pecado. Se afirma entonces que la sociedad no debe promover un concepto de bien moral, ya que el bien es una cuestión opinable. Se llega al relativismo: todo es relativo, nada es absoluto.

Tercera estrategia: disfrazar el mal haciendo que se vea bien

Incluso destruyendo las nociones de bien y mal, el diablo encuentra difícil lograr que la persona practique lo malo, ya que es contrario a nuestra naturaleza, por ello, a menudo el diablo necesita disfrazar el pecado para llevarnos a la perdición.

Satanás es un experto en determinar el momento apropiado para atacar. Él mira a la sociedad y entiende sus disposiciones, necesidades, deseos y circunstancias. Él sabe que será derrotado si sugiere directamente pecar a una gente recta. Por lo tanto, confundirá a sus víctimas al desorganizar sus sentimientos; él sugerirá algo aparentemente loable como un medio para desviar a la persona a un fin perverso. Dirigirá y confundirá a toda la sociedad al proponer que los hombres busquen cosas que parezcan útiles pero que en realidad no son buenas. Él disfrazará el mal del aborto, por ejemplo, como un acto de “compasión” hacia la mujer, sin mirar al hijo. Satanás nos sugiere que la satisfacción de nuestros propios deseos y ambiciones (por legítimas que sean) es más importante que hacer la Voluntad de Dios. Él promueve una sociedad donde prevalece la regla del dinero y el poder, y el honor de Dios se deja de lado.

Cuarta estrategia: cambiar el orden de las prioridades de una persona

Finalmente, Satanás busca cambiar las prioridades de las personas favoreciendo una cultura que anima a las personas a centrarse en sí mismas, favorece el egoísmo y la sensualidad. De hecho, Satanás trató de hacer esto con Cristo mismo cuando sufrió hambre después de ayunar durante cuarenta días y noches. “Y vino el tentador y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan’” (Mateo 4: 3).

Santo Tomás de Aquino habla de esta acción del diablo como de una perversión del orden adecuado de las cosas. Por el Pecado Original heredado de Adán y Eva, tendemos al desorden. Satanás saca provecho de esta tendencia al poner las cosas patas arriba.

¡Defiéndete!

Para luchar contra la acción de Satanás, debemos estar convencidos de que Dios “no permitirá que seamos tentados más allá de nuestra fuerza” (1Corintios 10:13). Dios permite la tentación, pero al sufrir y resistir las tentaciones, con la ayuda de Dios, podemos salir fortalecidos y aumentar nuestro amor a Dios. Cuando toda la sociedad se resiste a Satanás, conduce a un orden que conduce a una vida virtuosa común.

Cuando Satanás emplea estas estrategias en contra nuestra, contamos con el recurso a Dios y a su Santísima Madre. Hemos de participar en esta lucha cultural que Satanás promueve. Santo Tomás enseña que Dios permite que los justos sean tentados a fin de mostrarles la grandeza y la fuerza que la gracia puede otorgarles.

En otras palabras, siempre y cuando nos comprometamos en la lucha personal contra el pecado, podemos estar seguros de la victoria y del regreso al orden. Dios nos necesita, quiere que como hijos seamos sus amigos y colaboradores y, con la fe, nos asegura la victoria.

John Horvat II

La fe de los intocables

Swetha tiene unos 40 años, está casada y tiene tres hijas. Vive en una pequeña choza en la diócesis de Buxar, donde la fe llegó hace menos de 70 años. A Kerala, al suroeste del gigante país, ya llegó el apóstol Tomás solo 52 años después de la muerte de Cristo y en Goa estuvo san Ignacio de Loyola. Pero al norte de la India, que tiene una superficie 6,5 veces la de España, el anuncio de un Dios salvador del hombre apenas se conoce.

En una choza de no más de diez metros cuadrados vive Swetha con su familia. Se levanta al amanecer para recoger los excrementos de las vacas y moldearlos en forma de tortas para ponerlos al sol a secar. Con ellos podrá encender el fuego y calentar algo para comer, si el marido ha conseguido alguna rupia ese día con que comprar algo en el mercado.

Los dalits del norte de la India más afortunados encuentran trabajo como limpiadores de letrinas, barrenderos o agricultores sin tierras. Trabajan en régimen de semiesclavitud y se les trata como si fueran animales. En el hinduismo un dalit no es considerado persona. No tiene ninguna posibilidad de prosperar en la vida (se nace y se muere dalit) y será tratado como un perro. En teoría en la Constitución el sistema de castas está abolido, pero en la realidad no es así.

Un día Swetha cayó gravemente enferma. Por las pésimas condiciones de vida y por las palizas de su marido, desesperado por la situación. El hombre buscó en sus vecinos consuelo cuando su mujer estaba a punto de morir. Rezaron juntos. Sus vecinos, con los que nunca había cruzado una palabra, eran católicos. Swetha sobrevivió y los buscó para agradecerle su preocupación por ella. Su vecino un día le dijo que siempre rezaba por ella y le propuso ir a Misa a la misión de la Iglesia más cercana.

«Vi el cielo en la tierra»

Swetha accedió. «Nunca me había sentido tan acogida. Percibí una alegría que no había sentido nunca. Vi en el cielo en la tierra. Si existía el cielo, era allí», cuenta recordando ese primer día.

Desde entonces, no faltó a la Misa dominical. A su marido y a su familia política hindú no le gustaba la idea y empezaron más problemas. Una mujer en el norte de la India sufre una triple discriminación: por mujer, dalit y católica. No tiene opinión. Cuando se acerca al cristianismo, la burla, la presión, el aislamiento y la hostilidad contra ella no tienen freno.

«Cuando más conocía a Jesús, el conflicto con mi marido se intensificó. Un día destruyó mi Biblia. Sentí como si hubiera destruido mi vida. Otro día me golpeó con una barra de hierro. Sentí que Jesús estaba conmigo y apenas sentí daño», recuerda.

En el pueblo la señalaban. En la India cada vez más existe un pensamiento nacionalista según el cual todo nacido en la India tiene que ser hindú y el resto de religiones son influencias extranjeras, motivo por el cual este país aparece aparece con luces de alarma en los informes de Libertad Religiosa de Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Para los dalits como Swetha el anuncio cristiano es una auténtica revolución. Un Dios que quiere al hombre, cercano, que considera a todos las personas iguales y dignas de su amor… Cuando lo conocen le entregan su vida. Por eso en el norte de la India el anuncio de Jesús está siendo recibido por estos dalits, los últimos de los últimos, los que no pueden perder nada porque no tienen nada.

Poco a poco también el marido de Swetha fue cambiando. «Rezaba por él todos los días», cuenta ella. Un día empezó a ir a la Iglesia. Y así Swetha, su marido y sus hijas encontraron la fe. Viven con la incomprensión y el rechazo de sus vecinos, que le mojan cada mañana las tortas de excrementos de animales para hacer fuego; ella, cada mañana, los perdona. Su familia política los abandonó, pero ella se mantiene en pie. «Cuanta más fe tengo, más problemas tengo y más fuerte soy», dice.

Raquel Martín. Bihar (India)
Responsable de Comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada