Stephen Hawking ya tiene la respuesta

Falleció a los 76 años tras padecer ELA desde los 21 años

Stephen Hawking ha fallecido en su casa de Cambridge a los 76 años. La familia confirmaba la noticia en un comunicado público a la agencia británica Press Association: “Estamos profundamente entristecidos porque nuestro querido padre haya fallecido hoy”.

El científico padecía ELA, una enfermedad degenerativa desde los 21 años y había superado todas las expectativas médicas sobre la esperanza de vida con su enfermedad. Su mente es una de las más importantes de este siglo y desde el año 2005 se encontraba en silla de ruedas y sólo se comunicaba a través de un ordenador y un sintetizador de voz.

Stephen Hawking había afirmado en varias ocasiones sus ideas sobre Dios. Para el astrofísico Dios no existía y lo descartaba por la infinitud del Universo. En varias declaraciones se declaró ateo y mostraba que preguntarse sobre “qué había antes del Big Bang” carece de sentido, debido a que “es como cuestionarse qué hay al sur del Polo Sur”.

En uno de sus últimos encuentros Stephen Hawking se reunió con el Papa Francisco en lo que se consideró un curioso encuentro por la posición de cada uno sobre la existencia de Dios. El Papa Francisco considera a Dios como un Padre de misericordia infinita, más grande del Universo que ha creado y Hawking consideraba el Universo infinito y sin intervención divina.

La vida Hawking fue un auténtico milagro tras el diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) a los 21 años. El dictamen médico afirmaba que no viviría más de dos o tres años de vida.Hawking en cambio se casó, ha tuvo tres hijos y viajó por todo el mundo para dar sus conferencias. Stephen Hawking se convirtió en un icono de la ciencia y de superación.

Stephen Hawking falleció hoy y como afirmaron sus hijos al dar a conocer la noticia: “Fue un gran científico y un hombre extraordinario cuyo trabajo y legado perdurarán muchos años”. Durante años defendió que Dios no existe. Stephen Hawking se encontró hoy con la verdad cara a cara… Sea lo que fuere, ya tiene la respuesta.

No nos dejes caer en tentación

Los seres humanos somos impredecibles. A veces pasa que alguien va muy bien y de repente “se tuerce”. Estamos en una época de confusión moral. Los hijos están desprotegidos cuando no conocen a fondo el Catolicismo ni la Biblia, tal vez tratan poco o nada a Dios, y por ello, se los puede llevar el “viento” de las ideologías, del relativismo (todo es relativo, nada es absoluto), del hedonismo (sólo busco el placer), y desconocen que hace 40 años en Cuaresma, el ambiente era otro-, casi nadie iba al cine ni a fiestas, y escuchaba poca música para acompañar a Jesús en sus 40 días de ayuno en el desierto. Si no hay un poco de sacrificio, de mortificación voluntaria por amor a Dios, el cuerpo nos lleva, nos arrastra, las pasiones se pueden desbocar.

Si amas a alguien, no seas motivo para tenga la posibilidad de perder la entrada al Cielo. Sólo Dios juzga y, cuando hay arrepentimiento, siempre perdona. Pero, ¿nos perdonaremos nosotros mismos? Eso no lo sabemos. En principio sí, pues nos sabemos capaces de todos los errores y de todos los horrores.

Si una persona que se aleja de Dios, va cayendo en lo que no imaginaba: el alcohol, la droga, el amor libre, la prostitución y otras desviaciones, y se le va haciendo insoportable lo relacionado con el Señor, con Dios.

Dios tiene la gran ilusión de que sepamos usar bien la libertad, aunque haya caídas. Él cuenta con ellas, por eso nos regaló el sacramento de la Reconciliación, y para darnos fuerzas para superar las dificultades, nos da el alimento de su Cuerpo.

Lo peor que nos puede pasar a los seres humanos es no discernir entre el bien y el mal. Antes de hacer cualquier decisión importante, es muy recomendable ir al Sagrario y platicarlo con el Buen Jesús, con nuestro Buen Pastor. Lo que está en juego es mucho.

La infidelidad del esposo golpea a toda la familia fuertemente. A veces herimos a quienes más queremos. ¿Qué sucedería si la mujer hace lo mismo que el varón? Los hijos te pueden decir que “no hay problema” pero ¿qué sucedería en sus almas? Eso no lo sabemos a ciencia cierta.

El profeta Ezequiel dice que, un hombre que repudia a su mujer, si ésta se une a otro, y luego este segundo la deja, no debe de ser aceptada por el primero. Pensé que a la mujer le toca esperar que el marido rectifique, aunque tarde, pues a Dios no le agrada que haya segundas uniones si el cónyuge no ha muerto. Es un pecado doble: contra Dios y contra el cónyuge. Y no es que Dios no quiera nuestra felicidad. De hecho es lo que más quiere, por eso nos compró el Cielo con su Sangre. Nos ofrece una felicidad eterna e infinita, a cambio de una vida de fidelidad a Dios y a los compromisos adquiridos. Ante el altar los cónyuges se comprometen a ser fieles mientras dure la vida, a ayudarse, a sostenerse, y si uno no cumple, que al menos el otro sí lo haga.

Todos somos libres para hacer de nuestra vida lo que queras, pero no pongamos en peligro la felicidad eterna, la que dura “para siempre”. Cristo no juega al hablar 23 veces en el Nuevo Testamento del lugar de tormento eterno. No hay que hacer inútil su Sangre en nosotros.

Dios no tiene la culpa de nuestras in fidelidades, ésas son acciones muy personales –fruto de una libertad mal usada-, las podemos firmar como propias, como todo pecado. Por eso Jesús nos recomienda rezar así: Padre, “no nos dejes caer en tentación”, pues podemos caer en ella por debilidad o por mal corazón.

Hay quienes afirman: “Dios no existe”: La Biblia dice que eso sólo lo dice el necio. El literato ruso Dostoieski dice: “Si Dios no existe todo está permitido”, pero él sí creía fuertemente en Dios. El Apóstol San Juan dice: “Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”. Por ello hay que pedir al Cielo, con todas nuestras fuerzas, más fe cada día.

Dios nos ama más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos. Dios nos tiene preparado un banquete celestial en donde vamos a encontrar todas las delicias y una música nunca oída por oído humano, y nos espera con un rostro amable y un abrazo de Padre.

5 irlandesas que han hecho historia

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San Patricio llegó a Irlanda para cristianizar, pero la mayoría de estas mujeres salieron de su país para luchar con fuerza y coraje por causas justas

1. Mary Harris Jones

Muchos, particularmente en Estados Unidos, la conocen como Mamá Jones y fue una gran luchadora de los derechos de los trabajadores.

Su vida no fue nada sencilla. Nació en Cork en 1837 y debió emigrar, como cientos de irlandeses, por la hambruna. Primero fue a Canadá y luego a Estados Unidos, donde se casó y tuvo cuatro hijos, pero años después, toda su familia murió a causa de la fiebre amarilla.

Decidió mudarse de ciudad y abrir su taller de costura en Chicago, pero el gran incendio de 1871 también acabó con su negocio.

Fue entonces cuando decidió involucrarse en el movimiento de los trabajadores norteamericanos, siendo una efusiva activista que era conocida por sus inspiradores e innovadores discursos.

Protestó especialmente contra la explotación infantil en las fábricas y por los derechos de los mineros (su esposo había trabajado en la industria del hierro), lo que le ganó su apodo de Mamá Jones, por lo protectora que era con los trabajadores.

Otros también la llamaron “la mujer más peligrosa de América” por su éxito organizando campañas y protestas para mejorar las condiciones laborales de las personas.

2. Sarah Clarke

Esta monja irlandesa era conocida como la “Juana de Arco de las cárceles inglesas” por sus exhaustivas investigaciones de las violaciones de derechos humanos que allí ocurrían.

Gracias a ella, muchas personas inocentes quedaron en libertad (siendo sus casos más emblemáticos: Birmingham Six, Guildford Four y el de la familia Maguire) y otras no fueron arrestadas por la ley de prevención de actos terroristas.

3. Leonora Barry 

Hija de unos granjeros, también salió de Irlanda por la hambruna y se fue a vivir junto a su familia a Nueva York. Se convirtió en maestra, pero luego se casó y tenía prohibido ejercer su profesión.

Después de enviudar, se vio desesperada y sin ningún tipo de preparación, pero igual consiguió trabajo en una fábrica de textiles para mantener a su familia; sin embargo, se encontró con una fuerte carga laboral y un salario mínimo, por lo que decidió convertirse en activista política y luchar por los derechos laborales de las mujeres.

Fue parte de la rama feminista de la organización Los Caballeros del Trabajo y su labor consistía en investigar las condiciones en las que las mujeres norteamericanas trabajaban para poder hacer propuestas de equidad.

Barry se convirtió en la primera mujer que se le pagaba un sueldo por este tipo de labores investigativas .

4. Kathleen Lynn

Aunque fue una gran activista política, lo que la hizo destacarse fueron sus habilidades médicas. Escogió esta carrera luego de ver los estragos de la hambruna, sin importarle la oposición de su familia.

Se graduó como doctora en 1899, se convirtió en sufragista y se unió al ejército, donde trabajó como jefe de medicina. Durante esta labor, se dio cuenta que en Irlanda hacía mucha falta un hospital para madres y niños de bajos recursos, donde no sólo seles diera servicios médicos sino también educativos. Fue así como creó, junto a otras activistas, el Saint Ultan’s Children’s Hospital, centro que además era operado únicamente por mujeres, ya que Lynn había sido víctima de discriminación laboral por su género y quería ofrecer oportunidades a otras que, como ella, habían elegido la medicina como carrera de vida. El hospital creció rápidamente y en 1937 se convirtió en el principal centro de vacunación del país.

Mary Robinson

5. Mary Robinson

Fue la primera mujer que llegó a la presidencia de Irlanda (1990). Su gobierno se destacó por preocuparse por el éxodo de irlandeses en búsqueda de mejores posibilidades de vida, así como de mejorar las relaciones con la reina Isabel II de Inglaterra, convirtiéndose en la primera Jefe de Estado de Irlanda que visitó a la monarca en el Palacio de Buckingham.

Asimismo, ha sido una gran defensora de los derechos humanos, tanto que Kofi Annan, que en aquel entonces era Secretario General de las Naciones Unidas, la nombró Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en 1998, cargo que ocupó por siete años.

“En la tierra como en el cielo”, la vida de monseñor Javier Echevarría

 

«Don Javier tenía los pies en la tierra, la mirada en el cielo y el corazón en la gente»

El jueves se presentó en Madrid “En la tierra como en el cielo”, el primer libro sobre don Javier recientemente publicado en España y que va ya por la tercera edición. El Cardenal Osoro quiso participar en el acto como un homenaje a un amigo al que llamaba Padre.

Justo el día en el que la tercera edición de En la tierra como en el cielo salía de imprenta, el primer libro sobre don Javier se ha presentado en Madrid. Se notaba en el ambiente que muchas personas han estado presentes en el evento por su cariño a un Padre que falleció hace ya un año y tres meses pero que, sin embargo, se siente vivo, cercano y estimulante.

Los parientes de don Javier ocuparon las primeras filas del improvisado salón de actos prefabricado en el hall del ISEM Fashion Business School, en la sede de la Universidad de Navarra en Madrid. Monseñor Carlos Osoro, que es uno de los entrevistados en este libro, también quiso participar en esta presentación de las primeras páginas que salen a las librerías en torno a un amigo suyo al que “yo llamaba Padre”.

Tras la bienvenida de Santiago Herraiz, director de Ediciones Rialp, intervino Marta Ripollés, sobrina-nieta de don Javier. “Yo no he tenido mucho trato con el tío Javier. Sí que he recibido algunas cartas suyas. No soy de la Obra, ni le conocía particularmente. Pero me he leído el libro, y desde entonces, le he rezado. Ha sido una sorpresa conocer mejor a la persona de Javier Echevarría, y ahora entiendo perfectamente que la gente del Opus Dei le llame Padre”.

Historias vivas para dibujar a don Javier

La periodista Pilar Urbano fue la encargada de presentar al autor del libro, Álvaro Sánchez León. Desde el principio, casi como se cocinan las páginas de En la tierra como en el cielo, las preguntas de Pilar, sus acotaciones –Urbano es la periodista que más ha tratado a don Javier y la que más tiempo de entrevista, sin duda, ha registrado su grabadora– y las respuestas de Álvaro fueron pintando el collage de la persona, el Padre, el pastor, el obispo, el amigo, el hombre, el buen hombre que confirman haber conocido en primera persona los 45 entrevistados en este bosquejo periodístico.

Marta Ripollés, sobrina-nieta de don Javier Echevarría. Foto: Álvaro García Fuentes.

Sánchez León explicó el porqué del título destacando que “lo que cuentan las personas que han vivido, conocido y trabajado con don Javier muestra que era una persona con los pies en la tierra, la mirada en el cielo, y el corazón en la gente”. Subrayó que la primera frase del libro –Javier Echevarría es de Nadal– “es toda una declaración de intenciones. Me interesaba conectar a don Javier con mi siglo y con mi generación. Me interesaba hablar de un obispo pegado a la tierra batida, deportista, luchador, ganador y derrotado a veces, heroico, sonriente, estimulante, moderno, atractivo también para esas personas de mi edad que andan en vaqueros por las grandes ciudades, en el metro, por la calle, con sed de felicidad. Este libro no está escrito sólo para las personas de la Obra. Ni mucho menos. Yo escribo estas páginas para todas las personas que quieren conocer mejor a uno de esos rostros que hacen creíble el mensaje cristiano en medio de nuestro mundo”.

Un hombre que ha dejado poso

Preguntado por Pilar Urbano, el autor de este primer texto sobre don Javier contó historias con alma, corazón y vida, de las que salpican todo En la tierra como en el cielo. Sobre la tarima salieron historias sencillas pero ilustrativas del valor de la amistad, de su amor a la Iglesia, de su afán de secundar las iniciativas de los Papas con los que ha convivido, de su relación filial con el Papa Francisco, de su papel en la presencia del Opus Dei en la opinión pública y del poso que ha dejado su figura, por ejemplo, en el ámbito de la Curia romana, como concreta en el libro el Prefecto de la Casa Pontificia, Mons. Georg Gänswein.

Pilar Urbano siguió pidiendo al autor pinceladas que dibujan a don Javier y su amor al mundo, la dimensión universal de la Obra, el orgullo del Padre y las historias de personas de la Obra de diversos países y en diferentes situaciones que don Javier ha seguido con especial atención.

Galería de fotos de la presentación del libro

«Don Javier tenía los pies en la tierra, la mirada en el cielo y el corazón en la gente»

No era fácil contar tantas historias que sirven para conocer mejor a don Javier sin desvelar todo el libro. En cualquier caso, las ventas indican que hay ganas de leerlo, y que a los lectores les está entusiasmando conocer de primera mano muchos detalles de cómo era un hombre en la tierra que mira al cielo.

El autor del libro lo tiene claro: “El motor de En la tierra como en el cieloes su personaje principal. Don Javier es un hombre tan de nuestro tiempo, tan humano, tan cercano, tan auténtico y tan imitable, que es lógico que estimule desde el cielo lo que siempre hizo sobre el terreno de juego: tirar de todos para arriba”.

Fue enviada al campo de concentración de Anna Frank

Maruca, la mujer abandonada por Neruda

 

Fue la madre de la hija madrileña y con hidrocefalia del poeta, a la que bautizó en una iglesia mormona

Despechada, se negó a aceptar el divorcio que el Nobel quiso dar por hecho tras abandonarla y cuando ella estaba en la Holanda ocupada. Los nazis la detuvieron

La hija madrileña a la que Pablo Neruda abandonó y llamaba ‘vampiresa de 3 kilos’

Mi querido Cerdo («My dear Pig» en el original): Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente con tu bebé. Hoy 18 del mes (noviembre de 1938) no he recibido tu dinero. El 1º de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte. Qué vergüenza realmente (…) Ella ha progresado mucho mentalmente (…) No tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta (…) Por favor, envíame el dinero lo antes posible (…) Cumple tus deberes de padre (…).

Ésta es la carta desesperada en la que María Antonia Hagenaar Vogelzang –la primera esposa de Pablo Neruda y madre de su única hija, Malva, a las que el poeta abandonó por otra mujer- le reclama el envío del dinero acordado para poder hacer frente a la manutención de la hija enferma de ambos nacida con hidrocefalia. No conocemos la respuesta de Neruda. Más ocupado en su amante argentina Delia del Carril, 20 años mayor que él, y en la producción de sus poemas, el grito de auxilio desde Holanda de la que oficialmente aún era su mujer, no le hizo despertar del ensimismamiento en el que entonces vivía junto a la bella Delia –La hormiguita, por pequeña y laboriosa, la apodó Neruda-. Porque el amor, pensaba el poeta, «es muy corto y se olvida por tanto tiempo». Y no mentía. Corto, también, había sido su amor por María Antonia -si es que alguna vez sintió amor de verdad por ella- desde que se casaron en Java (el 6 de diciembre de 1930) donde ella y Neruda, entonces cónsul de Chile en la isla asiática, se conocieran en un club frecuentado por la alta sociedad local.

Con un marido ausente y despreocupado y una hija totalmente dependiente, que apenas podía caminar y hablar, el día a día de Maruca, como él la llamaba siguiendo la costumbre de rebautizar a sus conquistas, consistía únicamente en sobrevivir. Ella, que había nacido en una familia de ricos comerciantes holandeses emigrados a Oriente, inteligente y buena moza, aunque un tanto ingenua, estaba sola y abandonada por su esposo en la Holanda de sus genes. Busca consuelo y apoyo en la iglesia mormona pensando sobre todo en su hija. Pero los rezos no sirven de nada y la hidrocefalia de nacimiento va deteriorando a toda velocidad el frágil organismo de la pequeña.

La respuesta

 

Maruca, desbordada, como demuestra la carta con la que arranca esta historia, ha dejado de recibir de su esposo el dinero pactado para alimentar a su hija. Inhumana actitud que la Fundación Neruda desmiente a Crónica. Y es que todavía hoy para muchos chilenos Neruda es visto como una brújula moral. «Es falso -según la Fundación Neruda- que el poeta haya abandonado a su mujer y a su hija a la miseria. Está documentado por cartas de la misma Maruca Hagenaar y por documentos consulares, que el poeta nunca dejó de enviarles una mesada (paga). Ésta, al principio era en dólares, pero la misma Maruca la solicitó en otra moneda, ya que no podía cambiar dólares en la Holanda ocupada por los nazis». Aquí la historia que intenta redimir al autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Otros, sin embargo, lo cuentan de distinta manera. Como el chileno David Schidlowsky, autor de Las furias y las penasPablo Neruda y su tiempo. «Neruda definitivamente rompió con su esposa Maruca y su hija Malva Marina (Era diciembre de 1936). Viajó a Montecarlo y las dejó en la casa de Barend van Tricht, el padrino de boda. Le prometió a Maruca que le enviaría dinero todos los meses, una promesa que apenas cumplió», desveló Schidlowsky durante un homenaje a Malva, el año pasado en Ámsterdam, organizado, entre otros, por él mismo y por su compatriota Antonio Reynaldos, quien ha contribuido decisivamente a difundir el enclave de la tumba de la hija olvidada de Neruda.

María Antonia Hagenaar, esposa de Pablo Neruda, con la única hija del matrimonio, Malva Marina, nacida en Madrid en 1934 con hidrocefalia.

Siete meses después, en julio del 37, la esposa y la hija abandonadas, con la ayuda del padrino y amigo Tricht, emprenden camino a Den Haag (La Haya en neerlandés, la capital de Holanda). Pronto María Antonia se hará a la idea de que ya no podrá creer más a su marido. Las penurias se suceden. Maruca vive en pensiones de mala muerte, el dinero se le acaba y su hija, con el cerebro cada vez más lleno de líquido, reclama muchas más atenciones. A través de organizaciones religiosas, como Christian Science, Maruca consigue dar con una familia de holandeses que residían en Gouda. Hendrik Julsing y Gerdina Sierks aceptan cuidar de la pequeña mientras su madre busca trabajo en La Haya, a menos de una hora por carretera. La tratan como a una más de la familia hasta su muerte, con ocho años, el 2 de marzo de 1943. Incluso contratan una niñera, Nelly Leijis, para que se dedique en exclusiva a la niña.

Maruca, mientras tanto, no rehúye ningún tipo de trabajo. Se ofrece a limpiar suelos, cuidar de enfermos, lo que sea con tal de sacar adelante a su desvalida hija. Quién se lo iba a decir a la niña rica que fue, a la descendiente de Jeremias van Riemsdijk, el patriarca de una estirpe de prósperos comerciantes holandeses, que hizo carrera en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Jeremias llevaba una vida tan opulenta que se paseaba por sus campos de arroz en Java en una carroza de cristal tirada por caballos árabes que había ordenado llevar desde Europa.

Para María Antonia o La javanesa, como a menudo se referían a ella los allegados a Neruda, ya sólo eran recuerdos de un pasado de cine. Nadie se acuerda de ella. Maruca, para el poeta, es un punto y aparte. Ya no le quedan padres y su hija camina hacia un final dramático. Por mediación de no sabe quién por fin encuentra trabajo, puede que no bien pagado, en la embajada de España en La Haya. Está a las órdenes de José María Semprún, padre del escritor Jorge Semprún, luego expulsado en 1964 del Partido Comunista de España (PCE), al que Pablo Neruda tanto admiraba. Lo que a esta mujer aún le queda por sufrir ni ella misma lo imagina.

Poco antes de que la II Guerra Mundial terminara, María Antonia fue detenida por los nazis -no por ser judía, sino por tener pasaporte chileno- e internada en el mismo campo de concentración en el que estaba Anna Frank. De Westerbork, ideado para acoger 107.000 prisioneros de los que se estima que fallecieron 60.000, salían en su mayoría de judíos y gitanos hacia los crematorios y cámaras de gas de Auschwitz y Treblinka, en Polonia. Maruca pasa allí un mes entre alambradas, soldados de la SS y perros entrenados para matar. Pero esta vez la suerte no le daría la espalda. Cuando el campo fue liberado (15 de abril de 1945) por las tropas canadienses sólo encontraron 876 prisioneros con vida. Y entre ellos, a la esposa abandonada de Neruda. Nueve días antes de que las puertas del infierno se abrieran definitivamente, moría allí Anna Frank, su vecina en el campo.

De María Antonia Hagenaar no queda nada. Ni una lápida que indique el final de su azaroso camino. Tres años después de su liberación, viaja a Chile para errar el doloroso capítulo nerudiano, pues antes se negó a aceptar el divorcio que el vate quiso dar por hecho tras abandonarla. En noviembre de 1948 firma el divorcio y un acuerdo financiero. Aún tardó en regresar a Holanda. Dicen que se volvió adicta al opio. Un cáncer se la llevó, en 1965, estando de vuelta en La Haya, no lejos de la tumba en la que reposan los restos de su querida Malva Marina, a la que su madre no dejó de visitar hasta el final de sus días.

Pablo VI, el Papa que yo conocí, será santo

Memorias de un vaticanista español sobre un pontífice que sufrió duras críticas e incomprensiones dentro de la misma iglesia

Con Pablo VI canonizado este año ya tendremos otro papa santo. El siglo XX ha dado cuatro papas santos, al menos por el momento: Pío X, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Están abiertas las causas de los papas Juan Pablo I y Pío XII.

La mayor parte del pontificado de Pablo VI, hoy a punto de ser canonizado, lo pasé como corresponsal de prensa en Roma. El Papa Montini, como le llaman los italianos, conocía la Iglesia por dentro en cuanto que fue el encargo de asuntos internos de la Secretaría de Estado, con Pío XII, y había participado intensamente en la primera fase del Concilio Ecuménico Vaticano II como cardenal de Milán, y después como Papa en la segunda parte hasta su clausura.

Montini era un hombre muy consciente de su misión, pues como Obispo de Roma, como Papa, debía confirmar en la fe a los fieles católicos, y ser al mismo tiempo signo de unidad. Buscó la vía del diálogo en todo, aun cuando este diálogo parecía imposible, como con los países comunistas (la Ostpolitik que llevó a cabo el paciente arzobispo Agostino Casaroli), o con las comunidades de base que querían, unos, romper la disciplina con la Iglesia (el caso de dom Franzoni abad de la basílica de san  Pablo Extramuros, convertido al comunismo) y otros que rechazaban la doctrina del Concilio (el del arzobispo francés Marcel Lefebvre que no aceptaba algunos documentos como la reforma litúrgica: ambos fueron suspendidos de su sacerdocio).

También sufrió mucho el Papa Montini con el llamado Catecismo Holandés, que contenía expresiones no aceptables por la doctrina de la Iglesia. Tuvo el valor de cambiar la jerarquía holandesa, con el nombramiento del obispo Gijsen, obispo de Roermond. O en España que también cambió la jerarquía para hacerla más fiel al Concilio y menos fiel al franquismo.

En su doctrina figura en primerísimo lugar la encíclica Humanae Vitae (julio de 1968) sobre el control de la natalidad. Este documento fue muy criticado, incluso por obispos como los del Canadá, que esperaban una “apertura” al control de natalidad por medios artificiales. El documento ha sido reconocido y aceptado por los sucesivos documentos sobre la familia: la Familiaris Consortio, 1981, de san Juan Panlo II, y la “Amoris Laetitia”, 2016, del papa Francisco. La Humanae Vitae empuja a fomentar la investigación científica sobre planificación natural de los nacimientos.

En el cuerpo doctrinal el Papa Montini confirmó el celibato del sacerdocio para la iglesia Latina (manteniendo la praxis de las iglesias orientales que tienen sacerdotes célibes y sacerdotes casados, es decir que se ordenan después de contraer matrimonio). A este tema dedicó un Sínodo universal (1971) en el que se rechazó la ordenación de hombres casados al sacerdocio, en la iglesia Latina.

Otra encíclica que es recordada, por carácter social, es la Populorum Progressio y la que desarrolló los decretos conciliares, la “Ecclesiam Suam”.

La voluntad firme y decidida del Papa en mantener a toda costa el Depósito de la Fe junto con la unidad de los católicos, no encajaba con su talante de intelectual, dubitativo y con los ataques duros que los medios de comunicación y no pocos eclesiásticos y teólogos le hacían sufrir todos los días. Le tocó vivir un post-concilio donde fallaban aquí y allá el respeto a la doctrina y mermaban la autoridad del Papa y de los obispos.

En Italia, vio con mucho dolor el asesinato de su íntimo amigo Aldo Moro por el grupo terrorista Brigadas Rojas, poco antes de morir. El Papa ofició unos funerales solemnes en la catedral de Roma que es la Basílica de San Giovanni in Laterano (San Juan de Letrán), en mayo de 1978. Dos meses después moría el Papa en el Vaticano.

Mucho dolor le causó también la ley italiana sobre el divorcio (se llamaba del “piccolo divorzio”) introducida por un referéndum.

Andaba el Papa con paso lento. Era un Papa afable. El trato era de una persona cariñosa. Lo hacía con todos. Me tocó, por decisión de mis colegas en el Vaticano, seguir la primera visita de los reyes de España, don Juan Carlos y Doña Sofía, al Papa. Fue el primer viaje al exterior de los Reyes después de su entronización, a la muerte del general Franco, en 1975.

El Rey era portador de un mensaje claro, convencido de que agradaría al Papa: España, tras la dictadura de Franco, será un país democrático. La noticia fue muy agradable al Papa que había tenido un largo enfrentamiento con el régimen franquista. Yo le vi contento y se deshizo en cordialidad, cuando estaban en el estudio privado de Pablo VI en el intercambio de regalos. Me puse tan cerca que me tomaron como un joven diplomático español.

Pablo VI era un intelectual, y afrancesado. Su Secretario de Estado era Jean Villot, un cardenal francés. Sin embargo, tenía que tomar decisiones a veces drásticas para mantener íntegra la doctrina y la unidad de la Iglesia, como Papa y Obispo de Roma. Su mejor ayudante y brazo derecho en esta tarea, fue el arzobispo toscano (nació cerca de Florencia), Giovanni Benelli, un eclesiástico decidido y ejecutivo. 

Pablo VI fue tal vez el Papa más criticado durante su pontificado, porque tuvo que enfrentarse a los problemas que surgen después de los concilios: la indisciplina y la tergiversación de la doctrina. Por eso pienso que fue un Papa incomprendido en su tiempo. Leía la prensa y esta le criticaba generalmente por “no ir más allá”, por “no atreverse” a hacer reformas que pedían algunos eclesiásticos que tenían mucho predicamento en los medios de comunicación.

Recuerdo aquel 29 de junio de 1972, fiesta de los santos Pedro y Pablo. Pablo Vi en una alocución dijo: “El humo de satanás ha entrado por algunas grietas de la Iglesia”. Sus palabras tuvieron enormes repercusiones en la prensa: (“¿A estas alturas habla de Satanás?”), decían algunos. El Papa sufría por estos comentarios. Era un Papa incomprendido. Pero él insistió, esta vez en noviembre del mismo año que Satanás es “un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa… Es el enemigo número uno… Sabemos que este Ser oscuro y perturbador en verdad existe, y actúa con maliciosa astucia” (15 de noviembre).

El papa Pablo VI se había convertido así en un hombre incomprendido hasta sus últimos días. Recuerdo cuando sus ejercicios espirituales (1976), en la primera semana de Cuaresma, los predicó el cardenal de Cracovia, Karol Wojtyla, futuro papa Juan Pablo II y santo. De allí salió el libro del cardenal Wojtyla “Signo de contradicción”, que encajaba perfectamente con la labor de Pablo VI y que los cardenales vieron el ejemplo a seguir en el propio Karol Wojtyla y lo eligieron Papa.

Al papa Montini no le gustaba hablar sin leer un texto. Era meticuloso, no quería ser interpretado mal. Un día nos recibió a los periodistas extranjeros. Tras su alocución, el Papa habló con franqueza, sin papeles, que los periodistas teníamos que referir e interpretar lo dicho y hecho por el Papa, pero nos equivocábamos al pensar que el Papa era Giovanni Montini. “Cuando habla el Papa –dijo—lo hace inspirado por el Espíritu Santo; ya no es el hombre Montini, sino el Espíritu quien habla a través suyo”. Señaló que era natural que muchos periodistas no creyentes no lo creyeran así, pero él dijo que sabía por experiencia que así era. Era el día en que se firmó la pax sobre el Vietnam, entre Le Duc Tho y Henry Kssinger (1973).

Pablo VI no consiguió en el Vietnam, que estaba en plena guerra, la “tercera vía”, a pesar de que no era seguida por muchos obispos y clero de aquél país, pues veían que si llegaba el comunismo serían perseguidos o enviados a campos de trabajo, como así ocurrió.

Otro de los puntos de fricción del Papa Montini fue insistir en el diálogo con los países del Este, para lo que se valió del diplomático refinado, el arzobispo Agostino Casaroli. El Papa, incluso contra los católicos que vivían y eran perseguidos en los países comunistas, mantuvo este diálogo pensando que un día la Iglesia tuviera unos mínimos de libertad frente al ateísmo y al materialismo oficiales, típicos de las dictaduras comunistas. Preparó sin duda el camino que después remató magistralmente el Papa venido del Este comunista, de Polonia, Karol Wojtyla.

El Papa Montini moría plácidamente en el Vaticano en 1978.

El caso de Cristo

The Case for Christ

Director: Jon Gunn. Guion: Brian Bird, Lee Strobel. Intérpretes: Mike Vogel, Erika Christensen, Robert Forster, Frankie Faison, Faye Dunaway. 110 min. Jóvenes.

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El film recrea el proceso real de conversión religiosa de Lee Strobel, importante periodista del Chicago Tribune, que en 1980 entró en crisis cuando su mujer abrazó la fe cristiana. Strobel era un convencido positivista, ateo racionalista, y consideraba el cristianismo un cuento de hadas impropio de gente adulta y moderna. Cuando su esposa, Leslie, a raíz de un accidente de su hija, se convierte, Lee decide –para empujarle a abandonar la fe– demostrarle racionalmente, con hechos, que Cristo no resucitó y que, por tanto, su fe se desvanece necesariamente en una ilusión.

Aunque la “atmósfera espiritual” es claramente protestante, ofrece una lúcida descripción de la dinámica de la razón humana y de las exigencias de la búsqueda de la verdad. Es muy interesante que el personaje llega a la fe, no sólo por las evidencias racionales, que también, si no por el testimonio de su mujer, el testimonio de su amor. A pesar de la puesta en escena algo televisiva, la película tiene un gran valor.

Juan Orellana.

La última bandera

Linklater construye una película sólida con materiales bastante curiosos, por una parte, pero absolutamente dentro de su universo narrativo, por otra. Darryl Ponicsan escribió una novela en 1970, The Last Detail, que tres años después llevó al cine Hal Hasby con Jack Nicholson, Otis Young y Randy Quaid como protagonistas. Es cine de autor setentero con vitola de pequeña joya, con tres nominaciones a los Oscar y premio a mejor actor en Cannes para Nicholson. Dos marines destinados en la base de Norfolk reciben la misión de trasladar a un colega a la prisión naval de Portsmouth. El penado ha robado cuarenta dólares de los donativos de una gala benéfica organizada por la esposa del almirante. En el viaje, que deciden disfrutar como unas vacaciones pagadas, pasan por Nueva York y Washington.

Last Flag Flyng es una novela, escrita por el propio Ponicsan en 2005, que retoma a los personajes y los sitúa en diciembre de 2003. Doc (un excelente Steve Carell), el que robó los 40 dólares, acaba de perder a su único hijo en la guerra de Irak. Y después de tres décadas sin ver a sus dos colegas, acude a ellos para pedirles que le ayuden a enterrar al hijo muerto.

Tres grandes actores en una película muy de Linklater, con preguntas sobre la vida, la muerte, lo correcto… y sobre el tiempo. Porque ese es el gran tema de Linklater. Su cine es un escáner sociológico de un artista que aparentemente no toma partido, una especie de notario escéptico. La cinta tiene garra, está bien contada y tiene una estructura de buddy-road movie que funciona. Como en casi todo el cine de Linklater, sobran 30 o 40 minutos, la mitad de autocomplacencia. La fotografía y el montaje, que priman el realismo cotidiano desmitificado, realzan los diálogos (alguno desapacible y procaz en sus remembranzas de juergas) que permiten acceder a las motivaciones de los personajes: el padre que ha perdido a sus seres queridos y afronta la soledad, el propietario de un bar que vive al día y esconde su sensibilidad detrás de un lenguaje soez y un comportamiento cínico, y el pastor que ha reformado su vida tras las locuras de juventud.

 

Jim Caviezel revela cómo la Virgen le ayudó para interpretar a San Lucas, el evangelista del Magnificat

A la izquierda James Faulkner (San Pablo) y a la derecha Jim Caviezel (San Lucas)

El próximo 23 de marzo llega el esperado estreno de la película Pablo, Apóstol de Cristo, que tratará sobre la reclusión de San Pablo en Roma, donde San Lucas arriesga su vida para atender al apóstol de los gentiles.

Precisamente, el evangelista y autor también de los Hechos de los Apóstoles es interpretado por el actor Jim Caviezel, conocido mundialmente por representar a Jesús en La Pasión de Cristo de Mel Gibson.

El Rosario, arma para interpretar a San Lucas

Caviezel es un ferviente católico que incluso ha arriesgado su carrera en Hollywood por su fe. A la hora de rodar la película sobre San Pablo confiesa que la Virgen María ha jugado un papel importante en él. Concretamente el rezo del Rosario.

Rezar a la Virgen ha sido de gran ayuda para preparar su papel. En declaraciones a Catholic News Agency, Caviezel asegura que el evangelista San Lucas “menciona a la Virgen María más que cualquier otro escritor” y por eso decidió acudir al Rosario “para enfocarme, para orar”.

El próximo 23 de marzo llega el esperado estreno de la película Pablo, Apóstol de Cristo, que tratará sobre la reclusión de San Pablo en Roma, donde San Lucas arriesga su vida para atender al apóstol de los gentiles.

Precisamente, el evangelista y autor también de los Hechos de los Apóstoles es interpretado por el actor Jim Caviezel, conocido mundialmente por representar a Jesús en La Pasión de Cristo de Mel Gibson.

El Rosario, arma para interpretar a San Lucas

Caviezel es un ferviente católico que incluso ha arriesgado su carrera en Hollywood por su fe. A la hora de rodar la película sobre San Pablo confiesa que la Virgen María ha jugado un papel importante en él. Concretamente el rezo del Rosario.

Rezar a la Virgen ha sido de gran ayuda para preparar su papel. En declaraciones a Catholic News Agency, Caviezel asegura que el evangelista San Lucas “menciona a la Virgen María más que cualquier otro escritor” y por eso decidió acudir al Rosario “para enfocarme, para orar”.

San Lucas acompañó a San Pablo al final de su vida y en Roma ayudó a los cristianos perseguidos y al propio Pablo, preso. Sobre el apóstol, el actor asegura que le impresionó en esta etapa final de su vida porque “es un anciano golpeado que está en la cárcel a la espera de su ejecución”.  “¿Cómo puede este hombre ser una luz para el mundo?”, se pregunta.

Sin embargo, añade el actor estadounidense, “a menudo es a través de nuestras luchas, pruebas y tragedias como llega el triunfo”.

El amor cambia a la persona

La película gira alrededor de dos conceptos, conversión y perdón. Sobre este último, explica,  que “la gran controversia de este film es perdonar a toda costa y eso no significa debilidad ni aceptación del mal. Significa encontrarse con el mal cara a cara, eso es lo difícil”.

Revela que “algunos de los diálogos más poderosos se centran en lo que es la verdadera valentía. La valentía es un amor ardiente. El amor crea un cambio al encender una pasión en cada uno de nosotros”.

Por otro lado confesó que va a misa todos los días y que “la Eucaristía es Cristo en mí. Todo lo que hago siempre es con la ayuda del cielo. Eso dirige mi camino. Me guía. Es de donde obtuve mi talento. Lo que le devuelvo a Dios por lo que me ha dado… Él simplemente lo multiplica y lo bendice de una manera que nunca creí posible”.

Ya se encomendó a María en La Pasión

No es la primera vez que Jim Caviezel encuentra ayuda en la Virgen para interpretar sus papeles. Ya le ocurrió con La Pasión de Cristo. Contaba la importancia de la oración durante el rodaje y en él María y Juan Pablo II fueron una ayuda.

Caviezel, interpretando a Cristo, junto a Mel Gibson durante La Pasión

“Cuando interpreté a Jesús, recé mucho. Le pedí a Dios que me mostrara cómo podía presentar a Jesús de la manera más precisa, cómo hacer que los espectadores se sintieran más cerca de él. Ha sido un viaje interior que no ha terminado todavía. Mientras trabajaba en La Pasión de Cristo, Mel se reservó el derecho a dejar de filmar en cualquier momento. Necesitaba estar 100% listo en un sentido espiritual. Esta historia sólo se podía contar con una entrega absoluta. Totus tuus. Yo no habría podido terminar este proyecto tampoco si no fuera por la Virgen María”.

Caviezel confiesa que vive inspirado por  el “Totus Tuss” (“Todo tuyo”), el lema mariano del pontificado de San Juan Pablo II. “Esta es la esencia de mi fe. Mi relación con Jesús es gracias a Ella. Me trajo a Jesús”.

Y es en este punto donde se mezcla para él la Virgen María y el santo polaco como partes esenciales de la fe católica que profesa en la actualidad. “Un amigo mío evangélico me preguntó una vez por qué no llegué directamente a Jesús. Creo que es una buena pregunta. En aquel entonces no sabía cómo responderle. Sin embargo, mirando a Juan Pablo II, encontré la respuesta. Es por eso que Polonia, como ningún otro país, está estrechamente vinculado a Jesús. Oriente y Occidente juntos. El Diablo lo odia, aunque ya ha perdido. Jesús y María ya lo han aplastado. Un solo hombre polaco aplastó el comunismo. ¿Cómo logró esto Juan Pablo II? Con amor.

 

Le pidió a Chiquitunga el milagro

Llorando y con los brazos abiertos

 

La obstetra que rezó a Chiquitunga y participó en la reanimación del bebé cuenta cómo ocurrió el milagro

La historia ocurrió hace 15 años. La madre sordomuda cayó al hospital con su marido sordomudo y un embarazo visiblemente avanzado. Venían de Nueva Germania, aquella colonia que en el siglo XIX la hermana de Friedrich Nietzche soñaba con su marido en convertir en modelo de superioridad alemana, pero que la historia reconvirtió en un pueblo yerbatero. En el Hospital de San Pedro del Ycuamandyyú constataron, gracias a un papel en el que se registraba una única consulta, que el embarazo estaba pos-término. Es decir, la mujer, Liz, ya debiera haber dado a luz.

Inmediatamente, en el nosocomio practicaron una cesárea, y el niño nació sin signos vitales, con un cordón umbilical ya en estado de descomposición. Inmediatamente, comenzaron las maniobras de resucitación, que suponían primero quitar el líquido amiótico que el niño había tragado para la liberación de las vías respiratorias. Los minutos pasaban.

La obstétrica Blanca Duarte sabía que de un momento al otro debía ir a comunicarle la triste noticia a los padres. “Se trajeron tres balones de oxígeno en el lapso de 20 minutos. Luego viene llegando el anestesista con el suyo y hace el mismo procedimiento, y es entonces que, llorando y con los brazos abiertos, le pido a Chiquitunga que interceda a su favor para que obre el milagro de la vida”, cuenta Duarte al diario ABC, de Paraguay. Tras casi 40 minutos de maniobras, y la oración de Duarte, el niño mostró signos vitales. Ángel Ramón, pese a cualquier pronóstico, hoy lleva una vida absolutamente normal. Estudia, y cuando puede, trabaja.

La prensa paraguaya habla de Duarte como la obstetra detrás del milagro. Y lo es. Porque el milagro obrado por intercesión de Chiquitunga, a la que invocó Duarte en ese momento de tensión, da al Paraguay su primera mujer beata.

Se trata de la carmelita María Felicia Guggiari, quien como religiosa adoptó el nombre de María Felicia de Jesús Sacramentado, pero popularmente se la conoce como Chiquitunga. Nacida en Villarrica en 1925, María Felicia vivió una intensa vida apostólica desde niña, principalmente acompañando niños en la catequesis, jóvenes trabajadores y universitarios, pobres, enfermos y ancianos desde la Acción Católica. A los 30 años sintió el llamado a la vida contemplativa e ingresó como carmelita descalza en Asunción, pero al poco tiempo enfermó de una hepatitis infecciosa y falleció. Tenía 34 años.

En otro artículo ya evocamos algunas de sus frases que quedaron como legado de una mujer latinoamericana extraordinaria, dueña del don de palabra, y con una inmensa sed apostólica.