Una oportunidad para toda la Iglesia de Estados Unidos
En 1965, había en Estados Unidos 48.5 millones de católicos; en 2015, el número ha aumentado a 75 millones
Estados Unidos es una nación multicultural en la que los hispanos representan ya la primera minoría étnica, con 58 millones de personas que tienen este origen. La población hispana es, al mismo tiempo, el principal impulsor del crecimiento demográfico de Estados Unidos y, también del crecimiento del catolicismo en este país.
En cuanto a crecimiento demográfico, según el más reciente reporte del Pew Research Center, los hispanos representan la mitad del crecimiento poblacional estadounidense desde el año 2000 a la fecha.
Por lo que respecta al catolicismo, “los hispanos están en el corazón del crecimiento de la Iglesia católica”, ha escrito el investigador del Boston College, Hoffman Ospino, en un reciente estudio que intituló “Diez maneras en que los hispanos están redefiniendo el catolicismo estadounidense en el siglo XXI”.
El doctor Ospino da la siguiente –y elocuente—cifra: en 1965, había en Estados Unidos, 48.5 millones de católicos; en 2015, el número había aumentado a 75 millones, “a pesar de que millones de mujeres y hombres bautizados dejaron de auto identificarse como católicos”.
¿Cuál es el motivo de que el número de católicos en los Estados Unidos esté creciendo? Muy sencillo: la migración de hispanos católicos hacia la nación americana. Los hispanos representan 71 por ciento del crecimiento de la población católica en Estados Unidos desde 1960.
Mayor reconocimiento de identidad
Por otra parte, el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA, por sus siglas en inglés), de la Universidad de Georgetown, en un reciente reporte sobre los hispanos católicos en Estados Unidos, identifica una caída entre los hispanos que se auto identifican como católicos.
En efecto, siguiendo el patrón de muchos adultos estadounidenses que nacieron en el catolicismo y ahora no se identifican en él, solamente 57 por ciento de los adultos hispanos que viven en Estados Unidos se auto identifican como tales, mientras que 70 por ciento lo hacía así en 2006.
Lo que sí ha incrementado en estos últimos años es la auto identificación de identidad hispana entre los adultos católicos que viven en Estados Unidos. De 34 por ciento que se auto identificaba como hispano (o latino) en el año 2000, según CARA ahora se auto identifican como hispanos (principalmente, aunque todavía existe la identidad como “latinos”) 38 por ciento de los adultos católicos.
Un fenómeno interesante, tanto en identidad como en permanencia en el catolicismo se está dando entre los jóvenes: la tasa de retención de identidad, es decir, que se auto identifiquen como hispanos, es de 71 por ciento. Y 70 por ciento de los hispanos que crecieron en la fe católica siguen siendo católicos cuando llegan a la edad adulta.
Esto refuerza lo que apuntaba Ospino, pues en lo que respecta a los católicos estadounidenses, 61 por ciento de los no hispanos que crecieron en un hogar católico conservan su fe cuando llegan a ser adultos.
Oportunidad para todos
En lo que respecta al sacerdocio, cerca de tres por ciento de quienes ejercen su ministerio en parroquias de la Unión Americana se auto identifican como hispanos, mientras que 16 por ciento de los diáconos permanentes se auto identifican de la misma forma.
Y un dato más, según CARA, 4,544 parroquias en Estados Unidos (26 por ciento del total de parroquias que operan en el vasto territorio norteamericano), sirve a comunidades hispanas. Estas parroquias están situada en el sur y en el oeste de Estados Unidos, así como en áreas urbanas del Medio Oeste y del Noroeste del país.
Una de cada cuatro parroquias en el país (24 por ciento) celebran Misa en español al menos una vez al mes. Al menos seis por ciento de las misas que se celebran en Estados Unidos (en los días entre semana y el fin de semana) son celebradas en español.
“La redefinición del catolicismo estadounidense en el siglo XXI, impulsada en gran parte por la presencia hispana de rápido crecimiento, es una verdadera bendición y oportunidad para todos”, dice Ospino.
Y subraya: “Hace cinco siglos, los hispanos plantaron las primeras semillas del catolicismo en esta tierra (…) Una vez más, los hispanos, junto con los católicos de varias otras familias culturales, se encuentran en una posición única para construir los cimientos del catolicismo estadounidense durante décadas”.
¿De vuelta a casa de la Marcha por la Vida? ¡Aprovecha para entablar amistad con este santo!
La Marcha Anual por la Vida tuvo lugar el pasado viernes 19 de enero en Washington, D. C. Decenas y decenas de miles de personas marcharon en defensa de los no natos. Y hay un santo en el paraíso que, sin duda, los observa con una atención especial.
San Gerardo Mayela es un santo patrón de los niños no natos y de las madres embarazadas. Muchos milagros se han atribuido a la intercesión de este joven.
Gerardo era el hijo más pequeño de Domenico y Benedetta Mayela. Ya tenían tres hijas, así que, el 6 de abril de 1726, Gerardo se convirtió en su único varón. La familia Mayela era una familia trabajadora italiana y Benedetta llevaba a sus hijos a misa al santuario de Nuestra Señora de Gracia tan a menudo como podía. A Gerardo, con solo tres años, le encantaba la estatua de la “señora guapa con el bebé”.
Siendo Gerardo un poco más mayor, solía escaparse para ir él solo al santuario. Una vez llegó a casa gritando: “Mamá, mamá, mira lo que me ha dado el niño pequeño”. En su mano sostenía un pequeño bollo de pan. Nadie prestó mucha atención aquello pero, después de que volviera varios días a casa con más panecillos, su madre decidió seguirle para ver qué andaba tramando.
Lo que vio la dejó estupefacta porque, según parecía, la estatua de Nuestra Señora de Gracia cobraba vida y el Niño que sostenía en brazos bajaba corriendo a jugar con Gerardo. La madre se marchó rápidamente y, por supuesto, cuando Gerardo volvió a casa, traía otro panecillo con él. Benedetta mantuvo esto en secreto.
El padre de Gerardo murió cuando el muchacho tenía 12 años, con lo que la familia cayó en la pobreza. El padre de Gerardo era sastre, así que Benedetta mandó a Gerardo a aprender costura para ser sastre como su padre. Sin embargo, después de cuatro años de aprendizaje, a Gerardo le ofrecieron el trabajo de sirviente del obispo local de Lacedonia. Como hacía falta el dinero, aceptó el puesto.
El obispo no dejaba de escuchar historias de Gerardo y su bondad, sobre cómo siempre se paraba a visitar a los pobres del ambulatorio, cómo siempre ayudaba a los demás e incluso llevaba a los pobres las sobras de la mesa del obispo. El joven se estaba ganando una buena reputación solamente siendo él mismo.
Cuando el obispo falleció, Gerardo regresó a su oficio de sastre. Dividía sus ganancias entre su madre, los pobres y las ofrendas por las almas del purgatorio. Para cuando había cumplido 21 años, ya había establecido un negocio estable. Su madre, sin embargo, miraba con preocupación a su hijo. Era delgado y frágil porque siempre estaba ayunando y haciendo penitencia. Ella le suplicaba que comiera y él le decía: “Mamá, Dios proveerá. En cuanto a mí, yo quiero ser santo”.
Gerardo intentó unirse a los capuchinos, pero le consideraron demasiado enclenque como para soportar las exigencias de la orden. Finalmente, después de mucha súplica e insistencia, fue aceptado como hermano lego en la Congregación del Santísimo Redentor, también conocida como redentoristas.
Como hermano lego, nunca podría ser sacerdote, decir misa o escuchar confesiones. Pero sí podría vivir bajo el mismo techo, vestir el mismo hábito y compartir las oraciones. También asumiría los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sería conserje en el monasterio.
Aceptó de buen grado su función y sirvió bien a la comunidad como jardinero, sacristán, portero, cocinero, carpintero y, por supuesto, sastre.
Y luego estaban los niños, que acudían siempre en multitud para escuchar las increíbles historias de Gerardo y para aprender a rezar. Una vez, habiendo un grupo enorme sentado a su alrededor para escucharle, un niño cayó por un precipicio. Cuando llegaron hasta el niño, lo creyeron muerto. Gerardo dijo al padre del muchacho: “No es nada”. Luego marcó una cruz sobre la frente del chico y, entonces, despertó. Fue uno de los muchos milagros de Gerardo con testigos.
Gerardo enfermó de tuberculosis y murió el 16 de octubre de 1755. Solamente tenía 29 años. Muchos milagros se atribuyeron a su intercesión. Uno en concreto destaca como el motivo por el que llegó a conocerse como el santo patrón de las madres. Pocos meses antes de su muerte, estaba visitando a una familia. Se le cayó su pañuelo y una de las niñas lo recogió para devolvérselo. Él le dijo que lo conservara por si algún día lo necesitaba.
Años más tarde, ya como mujer casada, estaba a punto de dar a luz, pero el médico estaba seguro de que el bebé no sobreviviría. Ella se acordó del pañuelo y pidió que se lo dieran. Cuando lo sostuvo contra su vientre, el dolor desapareció y dio a luz a un bebé sano. Fue algo inexplicable.
En 1893, el papa León XIII beatificó a Gerardo. El 11 de diciembre de 1904, el papa santo Pío X lo canonizó en Roma.
San Gerardo Mayela, por favor reza por todos los niños no nacidos en peligro de perder la vida, así como por las madres embarazadas de todo el mundo.
«La trama es impresionante y un mensaje de esperanza»
Brian Jackson, director técnico del filme, es sacerdote siervo del Hogar de la Madre
El encargado para dirigir la película “Garabandal: Sólo Dios lo sabe” ha sido el joven sacerdote siervo del Hogar de la Madre, Brian Jackson. Ha sido precisamente un norteamericano el que ha llevado el mayor peso de llevar al cine los hechos ocurridos en Garabandal, un pequeño rincón en las montañas cántabras.
Jackson es un enamorado de María y Garabandal. Y en su vida ha visto la acción salvadora de Dios y de su madre pues no nació católico sino que es un converso y además fue María la que le sacó del infierno de la droga, la que incluso vendía para pagar deudas. Ahora como sacerdote y también como director novel ha querido mostrar al mundo el mensaje de esperanza de Garabandal
Cuando comenzó el rodaje, Brian llevaba ya meses trabajando en la redacción y adaptación del guion; programó personalmente todas las etapas de la grabación; y, durante la postproducción, ha sido el jefe de montaje y responsable de los efectos especiales.
– Esta película es su primera experiencia como director a este nivel. Si a esto le sumamos la dificultad añadida de haber trabajado con un equipo de voluntarios, ¿no es una locura lanzarse a un proyecto de este tipo?
– La verdad es que me siento un privilegiado por haber podido participar en este proyecto de Nuestra Madre. Siento que Ella ha estado a mi lado todo el tiempo. Eso es lo que me ha dado fortaleza, tanto en mi inexperiencia como en mi «locura». Pero tengo que reconocer que pude contar con la gran ayuda de Brian Shields y de Carlos Coroas, que han aportado muchísimo de su experiencia profesional. Sin ellos no hubiera sido posible. Me cuesta ser llamado «artista».
Me siento más bien como el pincel de un artista que se ha servido de mí y de todo el equipo para llevar a cabo la película. La auténtica artista ha sido la Virgen María. Yo he sido más bien su «director asistente».
El proyecto era, ciertamente, bastante arriesgado. Pero hay que hacer locuras por el Señor, que permitió que lo tomaran por loco por amor a nosotros. Brian Shields (uno tan americano como yo) cuando comenzó a trabajar con nosotros, exclamó: «Estáis locos». Locos por la Virgen y por la salvación de las almas. Así es.
En el rodaje han participado más de 300 personas, entre ellas familias enteras
-¿Cómo surgió la idea de hacer esta película?
-Llevamos desde 2014 dándole vueltas a distintos proyectos. Valoramos la idea de comenzar con un cortometraje pero, de pronto, alguien nos dijo: «¿Y por qué no hacéis una película sobre Garabandal?» Me impresionó mucho la idea y experimenté inmediatamente que eso era lo que el Señor quería. Gracias a Dios, ya había un estudio académico serio: una tesis de licenciatura en teología del P. José Luis Saavedra, que nos sirvió de base para hacer un buen guion. La trama es impresionante. Uno podría pensar que una película sobre apariciones podría ser aburrida, pero la historia de Garabandal es impresionante. Son tantas cosas a destacar: las persecuciones que han sufrido las niñas, los fenómenos tan extraordinarios, los milagros, la trascendencia del mensaje y una larga lista de etcéteras…
Realmente creo que fue la providencia de Dios quien lo puso todo en marcha. Desde el primer momento nos hemos experimentado como «lanzados» por la voluntad de Dios a hacerlo. Por eso, en los momentos en los que me encuentro con dificultades, incluso frente a fracasos, me da paz recordar que no soy yo quien lleva esto, sino que es Nuestra Madre. Saber que es voluntad de Dios me da fortaleza para seguir adelante.
– ¿Cómo es posible que el primer largometraje de ficción basado en los sucesos de Garabandal llegue de la mano de un norteamericano?
– Creo que la providencia de Dios me ha traído hasta aquí. Se podría decir que es mi vocación. Hay quien me ha dicho que solo un americano hubiera elegido a un guardia civil como protagonista de una película española. Por otra parte, que nadie es profeta en su tierra se ve en los mismos hechos de Garabandal. Creo que las apariciones de Garabandal son más conocidas en los Estados Unidos que en España, en «su tierra». Me parece extraño que no hayan sido estudiadas a fondo todavía. La posición de la Iglesia se mantiene en «non constat», como afirma el actual Obispo de Santander, Monsseñor Sánchez Monge.
La Iglesia no se ha pronunciado aún a favor o en contra de forma definitiva. En parte, es algo comprensible, dada la cantidad de fenómenos extraordinarios —totalmente inexplicables para la ciencia— que han ocurrido allí. Ojalá pronto puedan aprobarse o darse al menos una «solución pastoral», como ha sucedido recientemente en Medjugorge. De hecho, es ya un fantástico lugar de peregrinación en el que muchos peregrinos reciben abundantes gracias.
– ¿Qué supone para ti Garabandal?
– La fiesta de la Virgen de Guadalupe, que la Iglesia celebra el 12 de diciembre, me hizo reflexionar sobre Garabandal. Los misioneros españoles estaban dando su vida para evangelizar a mis antepasados en las Américas pero, a pesar de todo el trabajo, los frutos que habían producido eran escasos. Sin embargo, en cuanto se apareció la Virgen, la gente empezó a convertirse por cientos de millares al año. En la América recién descubierta las cosas iban muy mal; pero, hoy en día, las cosas van aún peor. Pero experimento que, así como Santa María —bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe— fue en su momento instrumento de la conversión de las Américas, Ella ha venido otra vez a la tierra, no solo para convertir unas pocas personas en un pueblo perdido en Cantabria, sino para convertir al mundo entero. Me encanta el título del libro del P. José Luis Saavedra: «Garabandal, mensaje de Esperanza». Es que es así, para mí Garabandal es un mensaje de esperanza, y si la Virgen de verdad se apareció allí, no creo que se pueda ocultar por mucho tiempo más. Espero que, con esta película, su voz sea escuchada y que esos acontecimientos se den a conocer.
– Partiendo con un presupuesto cero habrá tenido que hacer auténticos milagros. ¿Qué anécdotas puede contar sobre esto?
– Algunas anécdotas. Nos explicaron, antes de comenzar a grabar, que en el lugar elegido para el rodaje de los exteriores había dos posibilidades climatológicas en verano: o sol abrasador o lluvia constante. Las dos condiciones son muy malas para grabar. No sé si puedo llamarlo «milagro» pero, durante la primera semana de grabación, gozamos de un sol espléndido difuminado por las nubes, que es una combinación perfecta para filmar. Después había ocurrido mojarla. Eso es un truco de Hollywood para matar el brillo. La Virgen dijo: «No tienen lluvia». Y comenzó a llover durante cinco minutos. Lo justo para que estuviera mojado el suelo.
Sabíamos que el «Milagruco» iba a ser una de las escenas más difíciles de grabar de todo el rodaje. Era una escena de noche, con más de cien personas. Planeamos una toma única, donde la audiencia fuera siguiendo a unos guardias civiles que intentan llegar hasta Conchita, mientras ella atraviesa el pueblo a toda velocidad en medio de una multitud de personas. El día histórico del «Milagruco», había en Garabandal unas cinco mil personas. Cuando Conchita entró en éxtasis, había una dificultad enorme para poder estar a su lado. Queríamos representar lo mejor que pudiéramos ese momento. Repetimos la escena unas siete veces porque no salía bien. Pensábamos que el primer intento había sido un «fracaso total», porque la cámara parecía haber perdido completamente los movimientos planeados. Era casi la una de la madrugada. Nos quedamos bastante satisfechos con la última repetición y nos pusimos a grabar otros planos. Al verlo después, ya en post producción, me sorprendió lo perfecto que había quedado la primera toma. Era genial puesto a cámara lenta. Creo que no podríamos haber planeado algo mejor. Veo allí la mano de Nuestra Madre y un icono para toda la película: su mano guiaba todo
Hay miles de momentos así. Siento que ha sido la Virgen la que iba diciendo cada dos por tres a Jesús: «No tienen vino», es decir, por ejemplo: «No tienen ni idea sobre cómo escribir un guion». Y luego: «No tienen luces», y conocemos providencialmente a Carlos Coroas que se convierte en nuestro director de imagen. Y demás: «No saben dirigir una película». Pues Bryan Shields deja todo para venir a España dos semanas para ayudarnos. «No tienen dinero para el vestuario». Y aparece providencialmente una barbaridad de ropa donada para la película. Y, sobre todo: «No tienen ni idea de cómo organizarlo». El plan que teníamos era: «Tenemos que grabar todo en el día planeado, sin posibilidad de volver a grabar muchas escenas. Si alguna escena no la logramos grabar, quedará fuera de la película»… Ningún actor ha fallado, o ha caído enfermo, se ha herido, la lluvia no ha impedido grabar… «No tienen escenarios». El sitio que habíamos pensado grabar como pueblo de Garabandal tenía asfalto y el Garabandal de la época de las apariciones no estaba asfaltado. Pues el alcalde nos regala un camión de tierra para cubrir el suelo.
Y así fue durante toda la película, desde la primera idea hasta el último clic de la post producción. Y me parece que sigue habiendo milagros incluso en su distribución. Ponemos nuestra agua delante de Jesús y Él la transforma en el mejor vino.
– Cuéntenos cuáles han sido los mejores y los peores momentos del rodaje.
-El rodaje fuerte de la película se hizo en veintisiete días, al que hay que añadir un día de grabación de audios en el que regrabamos unas veintisiete páginas del guion, es decir, más o menos el 30% de todo el guion de la película lo grabamos en un día. Ese día fue muy difícil, humanamente hablando. Fueron alrededor de dieciocho horas de trabajo casi sin parar. Así es la providencia. Solo teníamos ese día para grabar esas escenas, y Dios lo hizo posible.
Con todo, me cuesta decir que ese fue el peor momento del rodaje. Había un ambiente tan familiar que, incluso en momentos así, supimos reír y compartir la carga del trabajo con ánimo, todos juntos. No dormíamos precisamente en hoteles. Los mismos intérpretes y el equipo técnico cocinaban, limpiaban y hacían de todo. Me encantaba el ambiente familiar que se creó. Muchas personas me decían que la grabación estaba siendo para ellos como un retiro, y así es como intenté vivirlo yo también. Los mejores momentos para mí fueron los de la Misa y la Adoración que teníamos cada día. Íbamos con tanta presión y con tanta prisa por todos los lados, que esos momentos para mí eran imprescindibles.
Ni durante la comida podíamos descansar, porque teníamos que estar pensando ya en la próxima escena. En la Misa ponía todo lo que estábamos haciendo encima del altar y descansaba en el Señor. La oración nos sostenía a todos y, sin duda alguna, fueron los mejores momentos del rodaje.
-¿Qué le parece el resultado? ¿Estás satisfecho?
– Estoy muy satisfecho con los resultados de la película. Insisto una vez más, es una bendición enorme haber trabajado en esto. Veo lo bien que han actuado los intérpretes, lo bien que se trabajó para preparar el vestuario, lo bien que está hecho todo lo que se refiere a la iluminación… Doy gracias a Dios por lo bien que ha resultado todo.
Claro que hay fallos técnicos, y estoy seguro de que cualquier «director artístico» podría haberlo hecho mucho mejor nosotros, pero siento que ha quedado como la Virgen ha querido. La creadora de la música de la película, Karen McMahon, me dijo un día que la Virgen de Czestochowa en Polonia no es exactamente el icono más atractivo del mundo. Y, sin embargo, transmite a la Virgen María y mueve a la oración. No es «perfecto», pero transmite. Espero que nuestra película también transmita a Nuestra Madre. Si la película da frutos de conversión, serán precisamente esos fallos los que nos recordarán que han sido Él y Ella, no nosotros. «No a nosotros Señor, sino a tu nombre da la gloria». El día después de que Karen McMahon me dijo eso, delante de la pantalla del ordenador donde trabajo, había una estampita de la Virgen de Czestochowa. No sé cómo llegó allí.
Y saber cuál es la posición de la Iglesia al respecto
Son muchos católicos los que nunca han oído hablar de Garabandal, otros apenas de oídas y sin saber muy bien qué es. El estreno de “Garabandal, sólo Dios lo sabe” ha vuelto a poner en el mapa las supuestas apariciones de la Virgen en esta pequeña aldea cántabra, más conocidas en el extranjero que en la propia España.
¿Qué pasó? ¿Qué dice la Iglesia? Para aquellos que no conozcan este fenómeno Cari Filii ofrece un esbozo de los hechos centrales que han rodeado a las apariciones de Garabandal así como de la opinión del obispado de Santander desde que sucedieran los hechos en los años 60 del pasado siglo.
Los hechos comienzan en junio de 1961
Tarde de domingo del 18 de junio de 1961. Cuatro niñas —Conchita, Mari Loli, Mari Cruz y Jacinta— de la pequeña aldea de San Sebastián de Garabandal estaban realizando una pequeña travesura robando algunas manzanas del árbol del maestro del pueblo. Estaba a la salida del pueblo, al comienzo de un empinado y pedregoso camino conocido como La Calleja. De pronto, ante ellas supuestamente se apareció el Arcángel San Miguel. Durante los días siguientes se repitieron las visitas del Ángel.
De día en día se multiplican los visitantes, provenientes cada vez de más lejos. Por fin, el 2 de julio, fiesta de la Visitación en aquel entonces, vieron por primera vez a la Virgen. Antes de desaparecer, María les prometió volver al día siguiente. Así sucedió, y no solo al día siguiente, sino en centenares de encuentros, hasta el 13 de noviembre de 1965 que terminaron los éxtasis.
Miles de personas se sintieron atraídas hasta este lugar desde el principio. Y no solo llegadas de la zona sino de toda España y de otros países. Estos hechos trastocaban la tranquilidad de la aldea pero también alertaba a las autoridades ante un fenómeno inexplicable, lo que en plena dictadura hizo que se estuviera alerta desde el principio.
Curaciones, conversiones y hasta un milagro
Muchos sacerdotes, médicos, y testigos en general, querían comprobar in situ los asombrosos fenómenos físicos de los que se decía que acompañaban a los éxtasis de las cuatro niñas. Curaciones, conversiones y hasta milagros como el de comunión visible de Conchita, a quien San Miguel depositó en su lengua la sagrada forma, apareciendo de repente en ella.
Momento del milagro de la comunión visible que captó una cámara en Garabandal
Las apariciones de Garabandal provocaron reacciones diversas, desde personas que creyeron a las niñas, otras que se fueron sumando y detractores que consideraban todo un fraude y que acusaban a las niñas de querer llamar la atención.
Los dos mensajes de la Virgen
A lo largo de los cuatro años que duraron los hechos de Garabandal, la Virgen comunicó dos mensajes muy concretos que las niñas debían hacer públicos.
El primero se produjo el 18 de octubre de 1961 y decía: “Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos. Y si no lo hacemos nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos nos vendrá un castigo muy grande”.
El segundo fue años más tarde, el 18 de junio de 1965, y fue mucho más polémico debido a que el contenido hacía referencia a los sacerdotes y a la propia jerarquía.
Decía lo siguiente: “Como no se ha cumplido y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de octubre de 1961, os diré que este es el último. Antes, la copa se estaba llenando, ahora, está rebosando. Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira del buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. ¡Ya estáis en los últimos avisos! Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús”.
Las profecías
Muy comentadas en su momento fueron también las profecías que la Virgen habría comunicado a las jóvenes videntes. Se trataba del aviso, el milagro y el castigo. El resumen de ellos es básicamente una llamada a la conversión, tal y como pedía la Virgen en el primer mensaje.
El aviso, según las videntes, se produciría antes del milagro. En él se daría un toque de atención a la humanidad y cada uno podrá ver su alma como Dios la ve, un pequeño avance del juicio.
El Milagro sería anunciado por Conchita ocho días antes de que sucediera por mandato de la Virgen. Conchita escribía que “lo del milagro me lo ha dicho, la Virgen, a mí sola. Ella me ha prohibido decir en qué consistirá. Tampoco puedo decir la fecha hasta ocho días antes. Lo que sí puedo decir es que coincidirá con un acontecimiento de la Iglesia y con la festividad de un Santo mártir de la Eucaristía; será a la ocho y media de la tarde de un jueves; será visible para todos los que estén en el pueblo y en las montañas de los alrededores: los enfermos que asistan sanarán y los incrédulos creerán. Será el milagro mayor que Jesús ha hecho para el mundo. No quedará la menor duda de que es de Dios y para bien de la humanidad. Quedará una señal del milagro, para siempre, en los pinos. Podrá ser filmado y televisado.”
Después del milagro, y si el mundo no se convirtiese, Dios enviaría un castigo sobre la humanidad salvo a los que serán preservados gracias a su fe.
La opinión de la Iglesia
¿Qué opina la Iglesia de las apariciones? ¿Cómo reaccionó desde el principio?
Don Valentín Marichalar Torres, párroco de San Sebastián de Garabandal, fue el primero en valorar lo que allí sucedía. Conocía a las niñas y las interrogaba tras los éxtasis. Al sacerdote le impresionaba que las pequeñas no se contradecían en sus respuestas. Tres días después de que todo comenzara, don Valentín tenía ya datos suficientes como para hacer una comunicación oficial al Obispado, donde comenzó a enviar regularmente crónicas en las que recogía con detalle todo lo que estaba sucediendo en su parroquia.
Desde el obispado se reaccionó creando una comisión de investigación, que fue encabezada por el psiquiatra Luis Morales. Apenas dos meses después de la primera aparición y cuando todavía se seguían produciendo, esta comisión concluyó que no había nada sobrenatural y se produjo así la primera nota del obispado: “Nada, hasta el presente, nos obliga a afirmar la sobrenaturalidad de los hechos allí ocurridos”.
Pero los informes de la Comisión nunca se hicieron públicos, por lo que no pudo saberse en base a qué se hacía esta negativa valoración. En 1983, el presidente de la Comisión comunicaba públicamente que se retractaba de lo que dijo en 1961, que todo era falso y que creía en las apariciones de Garabandal.
Garabandal se mantiene prácticamente igual que cuando se produjeron las supuestas apariciones
“No consta sobrenaturalidad”
En un primer momento, los obispos de Santander tomaron algunas medidas disciplinares —de acuerdo con el Código de Derecho Canónico de la época— como la prohibición de acudir al lugar a sacerdotes y religiosos. Pero esas prohibiciones fueron removidas años después por monseñor Juan Antonio del Val Gallo, que había conocido en primera persona los fenómenos de Garabandal puesto que formó parte de la primera Comisión de estudios de las apariciones muchos años antes de ser nombrado obispo de Santander. Ninguna prohibición pesa en la actualidad sobre Garabandal
Juan Antonio del Val nombró en 1989 una segunda comisión, de la que tampoco se conocen sus conclusiones, y que volvió a afirmar que “no consta” la sobrenaturalidad de las apariciones, que es en estos momentos la posición oficial de la Iglesia.
¿Qué significa esta expresión: «No consta sobrenaturalidad»? Frente a una presunta aparición, tras un correcto discernimiento, la Iglesia puede pronunciarse en una de estas maneras:
1.- «Consta el origen sobrenatural». Es decir, ha habido una aparición del Señor, de la Virgen, de un santo… Es el caso de Fátima o Lourdes, por ejemplo.
2.- «Consta el origen no sobrenatural». Es decir, no ha habido aparición y nos encontramos ante un fraude, un fenómeno de autosugestión o, en el peor de los casos, ante una intervención diabólica.
Pero cuando faltan datos y no sabe con certeza cuál es el origen de su suceso declara que «no consta el origen sobrenatural». No hay pruebas de la aparición aunque en un futuro sí se puedan dar.
Por otro lado, cabe destacar que el mensaje de Garabandal no va contra la fe y así lo han manifestado los sucesivos obispos del lugar, como monseñor Eugenio Beitia, que en 1965 aseguraba que “no hemos encontrado en materia de censura eclesiástica condenatoria, ni en la doctrina, ni en las recomendaciones espirituales”.
La desconcertante polvera o la conversión del doctor Morales: los curiosos sucesos de Garabandal
Los sucesos de Garabandal y las supuestas apariciones de la Virgen en este pequeño pueblo cántabro en los años 60 del pasado siglo están de nuevo de actualidad. El próximo 2 de febrero se estrena la película “Sólo Dios lo sabe”, que cuenta los éxtasis de las cuatro niñas –Conchita, Jacinta, Mari Loli y Mari Cruz- los mensajes que le dio la Virgen, la reacción de la gente y de la jerarquía y otros sucesos extraordinarios que rodearon a este fenómeno.
En la película se da relevancia, entre otras cosas, a tres sucesos concretos basado en hechos que ocurrieron durante y después las apariciones, que comprendieron entre 1961 y 1965. El principal y el que supuso el punto de inflexión fue el conocido como “milagruco” o “comunión visible” de Conchita. Otro hecho curioso fue el de la bendición de la polvera por parte de la Virgen y que sorprendió a todos los presentes en aquel momento. Y en un plano más personal destaca la conversión del doctor Morales, director de la comisión de investigación que negó los hechos sobrenaturales y que dos décadas más tarde se retractó públicamente y dijo que creía en lo que pasó en Garabandal.
El “milagruco” o la comunión visible
La primera visita del arcángel San Miguel que anticipaba la de la Virgen se produjo en junio de 1961. Un año después y pese a que estos éxtasis se extendieron hasta 1965 había muchos creyentes pero también muchos escépticos e incluso contrarios a lo que sucedía en Garabandal. Incluso la comisión de investigación aseguraba que no veía nada sobrenatural.
Ante esta situación, las niñas videntes habían pedido a la Virgen varias veces que realizase un milagro para que la gente creyera. Según contaron ellas, un día el ángel comunicó a Conchita que en una fecha que le indicaría la Virgen, cuando San Miguel le llevase la comunión, que hasta ese momento era invisible para cualquier persona, esa Hostia consagrada se haría visible en su lengua.
Este hecho se produjo el 18 de julio de 1962, y al saberse con quince días de antelación acudieron a esta pequeña aldea miles de personas. Ocurrió de madrugada cuando Conchita entró en éxtasis, salió de su casa y en una calle contigua cayó de rodillas. Allí se arremolinaban cientos de personas. Entonces Conchita abrió la boca y sacó la lengua. Estuvo así varios minutos y de repente una hostia blanca y que los testigos aseguran que brillaba apareció en su lengua durante casi un minuto hasta que finalmente cerró su lengua.
El momento fue captado por una cámara de 8 milímetros aunque los críticos aseguraron que ella había colocado esa forma en su boca.
Momento de la comunión visible captado por la cámara
Uno de los testigos allí presentes explicó en el libro Se fue con prisas a la montaña lo que vio en aquel momento. “Eran exactamente las dos menos cuarto de la madrugada”, afirmaba Etelvino González, que recordaba que “había luna llena y además, muchas linternas en torno a la niña, aún antes de aparecer en su lengua el objeto de pronóstico. Yo mismo, que estaba de espaldas a ella (a distancia como de un metro), al oír gritar: ¡La Forma!, me volví, enfocando con mi linterna su boca abierta, de frente”.
“Con toda certeza”. Esto es lo que respondió cuando le preguntaron si lo que había en la lengua de Conchita era una forma para comulgar. “El objeto era un cuerpo blanco, del mismo tamaño y figura que las formas utilizadas para la comunión. Tal vez más grueso; daba la impresión de ser algo esponjoso, y estaba perfectamente adherido a la lengua”.
Otro testigo situado en primera fila, Miguel Díez aseguró: “Yo lo vi. Vi perfectamente cómo sacó la lengua limpia, sin nada; y sin meterla para adentro, le brotó de pronto una hostia blanca”.
La famosa polvera
En la película sobre Garabandal se destaca igualmente otro hecho que llamó la atención de todos los que estaban presentes y que tuvo un gran simbolismo: se trata de la polvera que una mujer ofreció a la Virgen para que la besara.
Desde el inicio de los éxtasis las niñas aseguraban que jugaban con la Virgen María, a la que llamaban “Nuestra Madre” y a veces ofrecían piedras para hacer reír al Niño Jesús, que en ocasiones le acompañaba. La Virgen cogía estas piedras, las besaba y decía a las pequeñas que se le dieran a personas concretas.
Una de las videntes ofrece a la Virgen un rosario para que lo bese
Rápidamente, la gente empezó a dar a las niñas rosarios, anillos y otros objetos religiosos para que los besara María. Eran tantos que al final directamente los interesados los colocaban en una mesa, por lo que las videntes no podrían saber de quién eran. Sin embargo, los testigos aseguraban que con su mirada puesta en el cielo devolvían siempre cada objeto a su dueño aunque no le mirasen.
Un día, entre los objetos apareció una polvera. Los presentes e incluso las niñas se extrañaron enormemente al tratarse de un objeto no religioso. Sin embargo, cuando se le presentaron todos la Virgen, lo primero que pidió fue la polvera asegurando que era “algo de su hijo”.
Al terminar el éxtasis, la dueña de la polvera desveló que este objeto se había utilizado durante la Guerra Civil española para llevar a escondidas la Eucaristía a personas encarceladas y que iban a ser ejecutadas.
La conversión del doctor Morales
La película concluye con la retractación pública del doctor Luis Morales, director de la primera comisión de investigación que se produjo en plenas apariciones. En su informe aseguró que no había nada sobrenatural en Garabandal y su documentación fue clave para las decisiones futuras. En 1983 en el Ateneo de Santander, y con permiso del entonces obispo, afirmó que había puesto trabas a las investigaciones y retractándose de su opinión negativa dijo que sí creía en las apariciones de la Virgen.
El doctor Morales analizando a una de las videntes en pleno éxtasis
Este cambio se produjo tras haberse convertido durante la enfermedad que acabó con la vida de su esposa, que murió en paz gracias a un crucifijo que habría besado la Virgen en Garabandal.
La conversión del doctor Morales se produjo en el hospital de Valdecilla en Santander. Su mujer sufría un cáncer muy doloroso y además estaba muy intranquila pero tras besar dicho crucifijno recuperó la paz interior y vivió su último mes de vida de una manera que conmovió a su marido. Ella murió tras recibir los sacramentos.
Pero a la vez sucedió otro hecho en este hospital y con esta cruz que convenció definitivamente a Luis Morales. Se trató de la curación de Antonio Francisco Bonin, enfermo terminal de cáncer, y que también besó el crucifijo.
Un día, Morales escuchó al médico exclamar que lo que había pasado con Antonio era un milagro. Se había curado del cáncer cuando ya estaba desahuciado. Así se inició el proceso de este médico, lo que le llevó a convocar una conferencia para revocar su juicio negativo sobre Garabandal.
La historia de las apariciones de la Virgen llega al cine
Para la inmensa mayoría de los católicos la palabra Garabandal no significa nada, no saben qué es. Sin embargo, en junio de 1961 en una pequeña aldea cántabra llamada San Sebastián de Garabandal se produjeron una serie de acontecimientos que atrajeron hasta este pueblo de difícil acceso en la montaña a miles de personas provenientes no sólo de España sino de todo el mundo.
Durante aquellos días y en cientos de ocasiones más hasta 1965, la Virgen se habría aparecido a cuatro niñas del pueblo, Conchita, Jacinta, Mari Loli y Mari Cruz, llamando al mundo a la conversión. Antes de que María les hablase habían recibido la visita del Arcángel San Miguel.
Las niñas caen de rodillas
Cuando jugaban en la calle y tras coger manzanas de un árbol ocurrió algo inesperado. Conchita cayó de rodillas, inmóvil. Las compañeras se asustaron pensando que algo malo le estaba pasando. Querían correr a pedir ayuda, pero cayeron también junto a Conchita. Ante ellas se había aparecido un Ángel.
Foto tomada en Garabandal en pleno éxtasis y ante la presencia de varios sacerdotes
Los hechos transformaron la tranquilidad del pueblo en un lugar de peregrinación e investigación por parte de médicos y sacerdotes. Actualmente, la Diócesis de Santander asegura que “no consta” sobrenaturalidad en los hechos que allí acaecieron, no existen datos suficientes y la Iglesia ni aprueba ni condena lo que sucedió en esta aldea.
Un proyecto para contar un hecho poco conocido hoy en día
Lo ocurrido en Garabandal es incluso más desconocido para los católicos españoles que para los de otros países, donde estas supuestas apariciones siguen teniendo más eco. Y así fue como un grupo de personas unidas en su amor a la Virgen y todas ellas creyentes de los sucesos acaecidos en tierras cántabras decidieron embarcarse en el proyecto de producir una película que cuente todo lo que pasó: las apariciones, las reacciones, las investigaciones, el mensaje de la Virgen…
Tanto los actores, más de 300 intérpretes, como los 40 miembros del equipo técnico son todos ellos voluntarios. No hay actores profesionales y en el reparto hay desde catedráticos a amas de casa, informáticos, maestros, madres de familia numerosa y hasta sacerdotes… Así por ejemplo, el catedrático de Historia Javier Paredes interpreta al obispo de Santander mientras que el profesor y experto en Masonería Alberto Bárcena interpreta de manera notable al padre Vergara, el sacerdote que más se opone a lo que están viviendo las niñas en Garabandal.
Pero el bajo presupuesto y la escasez de medios queda compensado con la ilusión y buen hacer de los intérpretes, que disfrazan especialmente bien el hecho de ser actores aficionados. Por otro lado, la calidad de la imagen y los planos de cámara son de gran calidad, el ritmo de la película es adecuado y la trama consigue mantener el interés del espectador intercalando momentos emotivos, con otros de gran seriedad e incluso con ciertas dosis de humor.
Tanto al inicio como al final de la película los responsables del filme aseguran que corresponde a la Iglesia hacer un juicio sobre Garabandal y con la película solo pretenden arrojar luz sobre unos hechos importantes y poco conocidos en la actualidad.
Las cuatro videntes y el padre Andreu, uno de los testigos directos de lo ocurrido en Garabandal
La película comienza con el encuentro que en 1966, una vez que ya habían terminado las apariciones, tuvo en Pamplona el obispo de Santander con Conchita sobre la veracidad o no de lo que contaba. Y con una serie de flashback se va mostrando la historia de las apariciones.
El protagonismo del párroco y del guardia civil
Desde el inicio, las cuatro niñas que reciben la visita de San Miguel y luego de la Virgen comparten protagonismo en el filme el párroco del pueblo, don Valentín, y el brigada de la Guardia Civil, Juan Álvarez Seco. Este acontecimiento les desborda a cada uno en su ámbito. Buscan la verdad mientras las dudas les acechan y van pasando poco a poco de la incredulidad a la certidumbre.
La película prosigue con las apariciones pero también muestra el apoyo y el rechazo que reciben las videntes, la popularidad de lo que ocurre en Garabandal y el papel del obispado ante los hechos. Y en este punto entra en escena la comisión de investigación encabezada por el médico y psiquiatra Luis Morales Noriega, totalmente escéptico y que no cree en los hechos sobrenaturales que se ven en la película.
Lectura por parte de Conchita del segundo mensaje de la Virgen, producido en 1965
El mensaje de la Virgen
Mientras tanto, se producen los mensajes de la Virgen, como el del 18 de octubre de 1961, que dice que “hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos. Y si no lo hacemos nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos vendrá un castigo muy grande”.
La película discurre en cómo estos acontecimientos van posicionando a unos y otros, a los testigos directos por un lado y a la comisión de investigación por otro, mientras crece la presión sobre las niñas.
Y entonces llega el punto de inflexión de la película, la comunión visible que el arcángel San Miguel deposita en la lengua a Conchita, apareciendo de manera repentina una sagrada forma en su boca. Para unos será la constatación de la veracidad y para otros la confirmación del montaje.
El obispo de Santander, interpretado por el profesor Javier Paredes y el padre Vergara, interpretado por Alberto Bárcena
La marcha atrás del doctor Morales
Pese a los hechos destacados que se vieron e incluso los distintos ‘milagros’ constatados por otros médicos, la comisión liderada por el doctor Morales aseguraría al obispo que en Garabandal no ocurría nada sobrenatural.
El segundo mensaje público de la Virgen se produjo en 1965 levantando una gran polvareda, pues entre otras cosas afirmaba que “antes, la copa se estaba llenando, ahora está rebosando. Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos se llevan a muchas más almas”.
La película concluye llevando al público a 1983, casi veinte años después del fin de las apariciones, donde en una conferencia el doctor Morales confirmó que puso trabas a la a las investigaciones para desacreditar lo que ocurría en Garabandal, y confesaba que fueron reales. Previamente, este psiquiatra se había convertido durante la enfermedad de su esposa, que encontró la paz al besar el crucifijo de una de las videntes.
Las supuestas apariciones se produjeron entre 1961 y 1965
Peticiones en 36 países para estrenar la película
Las peticiones para estrenar la película provienen ya de 36 países de Europa, América, Asia y Oceanía y entre las reacciones de los que ya han podido verla está la del exministro del Interior Jorge Fernández Díaz.
“Mi sorpresa, mi extraordinaria sorpresa, ha sido comprobar que es una magnífica película, con una música, fotografía, dirección e interpretación que hacen difícil creer, si no supiera que es así, que está producida a coste cero, donde los actores principales y los extras se han pagado hasta sus desplazamientos, alojamiento y manutención. No tengo duda de que esta preciosa película está llamada a hacer mucho bien”, ha afirmado.
“Dios sabe que hice lo posible por la vida de mis nietos: ¡Se nos fueron los gemelos!”
Durante más de 30 horas “dieron la pelea” y conmovieron a un país que los observó luchar por conservar el don de la vida, pero el sistema de salud de Nicolás Maduro los condenó a la muerte. A Lian y Alan les arrebataron su derecho a vivir, mientras esperaban por una incubadora que nunca llegó, en el rico -pero cargado de miserias- país petrolero.
Hace menos de una semana llegaron al mundo los gemelos. Lo hicieron en el Hospital Domingo Luciani, donde recibieron con cariño a los angelitos nacidos tras 27 semanas de gestación. Necesitaban atención especial urgente, pero ni las denuncias viralizadas en redes sociales lograron tocar la fibra de las autoridades que “nada hicieron” para ayudarles.
Su abuelo, el periodista Juan José Ojeda, narró lo sucedido a través de una detallada serie de trinos en la red social Twitter, donde consiguió la solidaridad inmaterial de miles de personas conmovidas por su desgarrador testimonio.
En el hospital venezolano “no hay condiciones que garanticen la vida de mis nietos nacidos con apenas 27 semanas de gestación. Fui al Materno infantil de Caricuao, al Pérez Carreño y a la Concepción Palacios, y no ha sido posible encontrar disponibilidad para ellos”, clamó.
Poco después agradecía públicamente a quienes se preocuparon por la salud de su hija Josbely, la madre de los gemelos, y comenzaba a narrar el diario de una dramática odisea: “Ahora, recorriendo toda la ciudad en busca de un centro de salud que tenga cupo en su unidad de neonatología”… Pero no la consiguió. Al igual que con el de Nazaret, ¡Para sus bebés no hubo posada!
#23Ene Hoy solo se siente un vacío helado y desolado pero con el recuerdo de dos guerreros que marcaron nuestros corazones #Lian_y_AlanGuerrerosDeLuz
“Este domingo 21, luego de haber cumplido a las 8:25pm: 29 horas de haber llegado al mundo: mis nietos Lian José y Alan José luchan por vivir. Mis nietos aún no han conseguido alguna unidad de neonatología disponible que pueda atender su llegada al mundo en precarias condiciones: #LianJoseyAlanJose_LuchanPorVivir”.
También dejaba claro que las autoridades sabían del caso: “Desde este domingo, el actual ministro de salud Luis López tiene conocimiento de la urgencia de trasladar a una unidad de neonatología a mis nietos, quienes a las 9:25pm cumplieron 30 horas de vida. A pesar de que fui contactado por un funcionario de la dirección del Ministerio de Salud, nada se pudo lograr para su traslado a una unidad de neonatología con capacidad de atenderlos”.
Nunca perdió la fe, pues alimentó la esperanza de vida, exaltando la capacidad de los infantes de luchar: “Mis nietos Lian José y Alan José desde el primer minuto que llegaron a este mundo están ‘dando la pelea’ por sus vidas. Necesitan cupo en una unidad de neonatología para seguir adelante”.
Esa lucha motivó también al personal del centro hospitalario, quienes manifestaron su preocupación ante la imposibilidad de darles la particular atención que requerían con urgencia.
Minutos después, Ojeda tuiteó: “Que unos niños nacidos con apenas 27 semanas de gestación demuestren que lo inimaginable se puede hacer realidad, es algo que te deja sin palabras”. Ciertamente, seguían con vida y luchaban contra todo pronóstico, sin los equipos necesarios para sobrevivir y abrazados a la oración de su abuelo.
Murió Lian… “Luchamos por Alan José”
Finalmente se fue Lian. Y la noticia se conoció tras una conmovedora frase: “¡Dios sabe que hice todo lo posible por la vida de mi nieto Lian José!, quien solo estuvo entre nosotros 34 horas y diez minutos”… Un tiempo “más que suficiente para marcar nuestras vidas”. Sin embargo, aún seguía vivo Alan José. Y su historia se hizo tendencia: #SeNosFue_LianJose#AlanJose_LuchaPorVivir.
Se apagaba su aliento en una batalla de pequeños gigantes que aún mantiene conmocionada a la población venezolana. “Lian estuvo entre nosotros apenas 34 horas y diez minutos, y en tan corto tiempo nos enseñó que ‘no hay que dejar de luchar hasta el final’. Gracias a la descoordinación en el área de salud en Venezuela la vida de mi nieto simplemente se desvaneció (…) Fue corta su estancia y dura su travesía”, lamentó.
El clamor de ayuda para salvar al otro gemelo se hizo sentir, apelando al alma de los funcionarios que podrían hacer algo. “A la 1:40am falleció en el Domingo Luciani mi nieto Lian José. Públicamente les pido al presidente Nicolás Maduro, el vicepresidente El Aissami, el Defensor y Fiscal (designado por la ANC) Tarek Wiliam Saab, el ministro de Salud Luis López y el gobernador Héctor Rodríguez que no dejen morir a mi otro nieto Alan José”, pero no escucharon la súplica.
“¡Se nos fueron los gemelos!”
A la 2:25pm falleció el otro nieto. “¡No existen palabras para expresar este dolor!”, escribiría el abuelo, junto a las etiquetas denunciando la irreparable pérdida: #SeNosFue_LianJose #Y_AhoraSeNosFue_AlanJose.
Diez minutos después escribiría: “A esta hora 2:35pm luego del fallecimiento de mi segundo nieto, no ha habido reacción alguna de los funcionario del alto gobierno que tenían conocimiento de lo que estaba ocurriendo con ellos”.
También les habló de manera directa a Lian y Alan en un conmovedor mensaje: “Ustedes saben que hice todo lo posible, que hablé hasta con quien nunca imaginé en la defensa de su vida. Ahora son libres del dolor y la desgracia. ¡Hasta siempre, mi niños! No hay palabras para expresar este dolor”, dijo.
“¡No se imaginan cómo me cambiaron la vida para bien! Mientras viva, ustedes serán mi guía y mi luz. Admiro profundamente la fuerza y el valor de mi hija Josbely en este momento tan duro que nos ha tocado vivir. ¡No existen palabras para expresar este dolor!”.
“Hoy solo se siente un vacío helado y desolado pero con el recuerdo de dos guerreros que marcaron nuestros corazones: #Lian_y_AlanGuerrerosDeLuz
Los gemelos murieron durante la madrugada… perdieron la batalla frente a un gobierno que acabó con el sistema de salud hasta llevarlo a la quiebra. ¡Solo necesitaban una incubadora!
Para la diva del pop los hijos están siempre primero
Más allá de su carrera como cantante, bailarina y actriz, Jennifer López destaca la maternidad como lo primero en su vida y el amor de madre como uno de los tesoros más valiosos.
En una entrevista para Univisión Jennifer contó su experiencia sobre la maternidad y explicó lo que aprendió de su mamá al momento de ser madre, a comprenderla mejor y apreciarla más.
Emocionada relataba el recuerdo que tenía de su madre Guadalupe Rodríguez.
Cuando los hijos de la cantante tenían sólo 2 años de edad, ella le había dado a Jennifer una carta diciéndole “lo te sientes por Emme y Max, yo lo siento por ti”.
La actriz dijo que hasta ese momento nunca lo había pensando antes, pero las palabras de su madre la tocaron profundamente.
“Ese amor que yo tengo por ellos, donde una quiere hacer todo lo bueno para ellos, amarlos y hacer el mundo perfecto para ellos… eso es mi mamá”.
Por eso Jennifer piensa que más allá de las fricciones o conflictos que puedan existir, el amor de una madre siempre será algo único.
“Siempre hay conflicto, pero ese amor es uno en la vida”. “Ahora disfruto de ello. De adolescente me volvía loca, pero ahora pienso lo increíble que era ella”.
También marcó el valor de su mamá al pensar que la había criado a ella y a sus hermanas aun siendo muy joven y sin ayuda; una tarea para nada sencilla. “Yo tengo ayuda. Ella no tenía nada. Por eso tengo un gran respeto” (hacia ella).
Pero más allá de que Jennifer sí cuenta con gente que le ayuda hoy, su familia y una niñera cuando está trabajando, considera que la maternidad no es una tarea fácil, y más aún para una mujer que se encuentra sola.
Ante las dificultades que enfrentan muchas madres le preguntaron ¿cómo conciliaba la vida profesional con la personal? ¿cómo podía ser madre y al mismo tiempo dedicarse a lo que le gusta hacer?
Jennifer dice que aunque no sea fácil, su clave para llevar adelante la carrera con equilibrio es poner primero a sus hijos y a la familia.
“Si uno pone a los hijos primero todo va a funcionar. (…) Cuando uno termina el trabajo, no se va de fiesta ni de paseo. Vuelve a casa con sus hijos” .
Sin lugar a dudas la maternidad supone un gran cambio a cualquier mujer. Para Jennifer López es un cambio que vale la pena. “La maternidad me cambió totalmente: la manera de ver el mundo entero, la vida y el amor en todo. Ellos me salvaron”.
La reciente película de Steven Spielberg The Post, sobre la publicación de los Papeles del Pentágono en 1971, ha devuelto a la actualidad una historia que pone de relieve los conflictos entre la responsabilidad ética y los imperativos de la política. La publicación de los documentos top secret por parte del New York Times y el Washington Post, avalada luego por una sentencia del Tribunal Supremo, marcó un hito en la defensa de la libertad de prensa frente al poder. Pero en el origen de la historia hay un hombre, Daniel Ellsberg, que decide romper el silencio que le imponía la ley para seguir la voz de su conciencia.
Daniel Ellsberg, que había trabajado para el Departamento de Defensa, era consciente de que las sucesivas administraciones estaban dando al pueblo una información parcial y deformada sobre la implicación de EE.UU. en Vietnam, y la publicación de esos documentos clasificados fue su contribución para poner fin a la guerra. Aun después de que el Tribunal Supremo autorizara a la prensa la publicación, Ellsberg fue imputado en 1973 por robo y divulgación de documentos secretos. En el juicio, Ellsberg alegó: “Sentía que, como ciudadano americano, como ciudadano responsable, no podía seguir cooperando en ocultar al público americano esta información. Lo hice claramente a mi propio riesgo y estoy dispuesto a responder de las consecuencias de mi decisión”. Finalmente el juez anuló los cargos por irregularidades procesales.
Ellsberg no quería prestar su cooperación a algo que consideraba un mal para toda la sociedad. Y su objeción ética provocó un debate nacional que fue el principio del fin de la guerra.
Casi coincidiendo con el estreno de la película leo la noticia, en The Washington Post precisamente, de que el Departamento de Sanidad americano ha creado una nueva Oficina de derechos civiles para proteger a los profesionales sanitarios que por razones éticas o religiosas rechazan participar en ciertas intervenciones, entre las que se mencionan explícitamente el aborto, la esterilización y el suicidio asistido o eutanasia. Esta oficina estudiará las quejas de profesionales que sean obligados por sus empleadores a “realizar, intervenir o ayudar” en procedimientos que son contrarios a sus convicciones. Si la queja sobre coerción o sanción resulta ser verdadera, la institución empleadora podría perder la financiación federal.
Ya actualmente las leyes vigentes prohíben que las instituciones que reciben fondos públicos federales obliguen a sus empleados a realizar intervenciones a las que ellos objetan por motivos éticos o religiosos. Pero el clima preponderante en la Administración condiciona la aplicación de estos criterios. Bajo la Administración Obama, la autonomía del paciente estaba por encima de las convicciones de la institución; en cambio, la Administración Trump ha reconocido con más amplitud el derecho de las instituciones y de los profesionales sanitarios a actuar de acuerdo con sus convicciones.
Es curioso que la objeción de conciencia, tan alabada en casos como el de los Papeles de Pentágono, ponga en cambio nerviosos a muchos cuando se trata de las conciencias de los profesionales sanitarios. En este caso se dice que los sanitarios imponen sus propias convicciones y discriminan a los pacientes al negarse a realizar intervenciones que estos reclaman por ser legales. Pero el hecho de que una intervención sea legal no implica que un médico esté obligado a realizarla en contra de sus convicciones. Y especialmente cuando no se trata de intervenciones para recuperar y mantener la salud, sino para anular capacidades vitales, como ocurre en el caso del aborto, la esterilización o la eutanasia. Si se trata de respetar la autonomía tanto del médico como del cliente, lo lógico sería que el paciente buscara la colaboración de un médico que compartiera sus ideas.
Por otra parte, muchos de los que critican este “obstruccionismo” de los objetores sanitarios, ven con buenos ojos las objeciones con las que simpatizan. Así, aunque la ley reconozca un derecho incondicional al aborto, la defensora a ultranza de los derechos reproductivos de la mujer apoyaría a la doctora que se niega a realizar un aborto por razón del sexo cuando una pareja no desea una niña. Y aunque la pena de muerte esté reconocida en 31 estados de EE.UU., las compañías farmacéuticas que se niegan a proporcionar sus fármacos para la inyección letal son vistas con aprobación, sin que nadie les acuse de imponer sus propias convicciones. Del mismo modo, para los contrarios a la política migratoria de Trump, la objeción de las “ciudades refugio” merece aplausos aunque suponga ignorar la ley.
En último término, lo que molesta en el caso de los profesionales sanitarios no es su negativa, sino el reproche ético que supone la objeción. Y así como Nixon acusaba a los periódicos de poner en riesgo la seguridad nacional, los contrarios a los objetores de conciencia les culpan de poner en cuestión los valores que se intentan presentar como la nueva normalidad social.
Pedro, inglés y estudiante de ingeniería, aprendió a amar a Dios en el dolor de un cáncer terminal. Falleció el sábado en Manchester a los 21 años. Esta es su historia.
Pedro Ballester con sus padres.
El sábado 13 de enero, a primera hora del día, amigos y familiares rezaban en torno a Pedro Ballester. El joven estudiante de ingeniería había dado su último suspiro y gozaba ya de la presencia de Dios. Pedro era un numerario del Opus Dei: se había comprometido a seguir a Dios viviendo el celibato en medio del mundo, trabajando y tratando a Cristo en su vida ordinaria.
La vida de Pedro fue breve. El Señor se lo llevó a los 21 años, después de combatir durante tres años contra con un cáncer de pelvis. Pese a que el dolor era en ocasiones intenso, sus amigos destacan que apenas se quejaba. La fe le ayudaba a convivir con su enfermedad con paciencia e incluso, cuando era posible, alegría.
Pedro Ballester
Pedro nació en Yorkshire (Inglaterra) de padres españoles. De hecho, en él se mezclaban esas dos culturas: tenía un carácter latino muy sociable, que se equilibraba con el típico rechazo del norte por el alboroto y el sentimentalismo.
Afrontó la repentina aparición de su enfermedad, en diciembre de 2014, como una realidad más que podía santificar, siguiendo el espíritu del Opus Dei, que enseña a encontrar a Dios en las circunstancias ordinarias de la vida. Su cáncer era para él simplemente una “circunstancia”.
EN LOS ÚLTIMOS MESES, YA SIN ESPERANZAS DE CURACIÓN, PEDRO MANIFESTÓ QUE QUERÍA MORIR “EN CASA”
Sus padres, también ellos del Opus Dei, trabajan en Manchester. Cuando Pedro fue admitido en la prelatura, aceptaron que se trasladara a una casa con otros fieles que viven el celibato.
Cuando el tratamiento médico de la enfermedad lo requería, se trasladó al Christie Hospital. En los últimos meses, ya sin esperanzas de curación, Pedro manifestó que quería morir “en casa”. Pasó sus últimos días en Greygarth Hall, la residencia universitaria para jóvenes situada en Manchester y dónde había vivido durante dos años.
Una visita a Escocia, con otros fieles jóvenes del Opus Dei. Pedro, con camiseta roja, gozaba de unos días de tregua tras haber recibido un tratamiento en Alemania.
Pedro fue un estudiante brillante y serio. Había obtenido una plaza en el Imperial College de Londres, donde inició la carrera de ingeniería en 2014. Fue entonces cuando comenzó a sentir un fuerte dolor en la espalda. Durante unos meses se pensó que se trataba de un problema muscular. Cuando se descubrió el cáncer -a principios de 2015-, se había extendido demasiado para que pudiera detenerse.
REZABA A DIARIO. CUANDO EL DOLOR SE LO IMPEDÍA, SU ORACIÓN CONSISTÍA EN OFRECER SU SUFRIMIENTO
Sus amigos y familiares comenzaron a rezar con intensidad. Al mismo tiempo, se trasladó a Alemania para recibir una terapia de protones muy novedosa que, inicialmente, dio esperanzas. Pedro pudo disfrutar de un fantástico verano e incluso recomenzó sus estudios de ingeniería en Manchester. Sin embargo, el dolor se hizo de nuevo presente y el cáncer volvió a crecer, esta vez a un ritmo imparable.
Su vida se repartió entonces entre el Christie Hospital y la residencia Greygarth. Sus hermanos en el Opus Dei hicieron todo lo posible para apoyarlo humana y espiritualmente, junto con sus padres y sus dos hermanos, Carlos y Javier. Recibía la Comunión todos los días y siempre tenía alguien con quien conversar. Cuando las fuerzas lo acompañaban, cada día recitaba el rosario y hacía ratos de oración mental. Cuando el dolor se lo impedía, su oración consistía en ofrecer su sufrimiento.
En diciembre de 2014, pocos días antes de ser diagnosticado de cáncer.
Sus amigos acudían con frecuencia a visitarle. Muchos, también las enfermeras que lo cuidaban, coinciden en que tenía “algo especial”. Le encantaba la actualidad política e internacional. Aunque no era nada clerical, tenía amigos sacerdotes, por quienes rezaba especialmente. Sabía sufrir pensando en los sufrimientos de Jesucristo, y ofrecía su dolor por el bien espiritual de otras almas.
Pedro era una persona normal, con defectos y luchas como cualquiera. A veces, el sufrimiento lo deprimía, especialmente cuando no le daba tregua durante mucho tiempo. A veces lloraba. En ocasiones se enfadaba, pero su lucha era real y excepcionalmente valiente.
En noviembre de 2015 pudo saludar a Papa Francisco.
Vivió y murió como fiel numerario del Opus Dei, y deseaba ayudar a otros a ser fieles a su vocación. Una vez, menos de un mes antes de morir, un grupo de jóvenes del Opus Dei acudió a visitarlo al hospital. Después de una reunión, quiso hablar con ellos individualmente. Luego, se supo que Pedro les había animado, uno a uno, a ser fieles y perseverar en su vocación.
“¿ERES FELIZ?”; ÉSTE, DIJO: “SÍ, LO SOY, ¿Y TÚ, PEDRO?”…
A uno de los más jóvenes le preguntó: “¿Eres feliz?”; éste, dijo: “Sí, lo soy, ¿y tú, Pedro?”. Tras tres años de sufrimiento, y consciente de que la muerte no estaba muy lejana, el enfermo respondió: “Sí, nunca he sido tan feliz”.
Pedro murió en Greygarth a la 1.30 de la madrugada del sábado, día de la Virgen, con el escapulario y ante una imagen de la Virgen de Guadalupe. Le rodeaban sus padres, sus hermanos Carlos y Javier, y otros fieles del Opus Dei. Falleció tras escuchar estas palabras que el sacerdote dirigía a Dios: “Dirige hacia nosotros tus ojos misericordiosos…”.
Pedro, con sus padres, Esperanza y Pedro, y sus hermanos, Carlos y Javier.
Muchos sienten lo que afirmó uno de sus amigos: “Le he pedido que me ayude con una intención concreta. Siento que Pedro está más vivo que nunca”.
Joseph Evans, capellán de Greygarth Hall (Manchester).
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