¿Cuándo son más fuertes las tentaciones del diablo?

Una reflexión que impacta el alma

 

Reconozco que no soy el mejor amigo de Jesús. A menudo lo ofendo. Muchas veces lo hago sin pensar, soy impulsivo. Inmediatamente me doy cuenta de mi error, reflexiono y le pido que me perdone.

Cuando encuentro la ocasión acudo al confesionario para encontrarme con su Misericordia y su Amor.

Es fantástico tener la oportunidad de acercarnos al confesionario. Se lo recomiendo a todo el que puedo. Amigos míos que tenían años sin confesarse de pronto se me acercan y me comentan:

“No comprendo por qué no lo hice antes. Me siento renovado. Es como si Dios te diera una nueva oportunidad. Y yo pienso tomarla”.

Y justamente, para personas como yo, tan imperfectas, este sacramento es un regalo del cielo. Algunos santos lo han llamado el sacramento de la alegría, porque te restaura la paz.

Ayer pensaba en ello y en las veces que he sido tentado.

En esos terribles minutos en que llega la tentación, me digo: “Si pierdo la gracia, lo pierdo todo”.  Luego acudo con Jesús en el sagrario y le cuento. Saliendo del oratorio me acerco a nuestra Madre del cielo y le pido: “Guárdame bajo tu santo manto”.

¿En qué momentos ocurre con más frecuencia? Cuando paso días sin rezar como debiera o abandono la misa diaria.

Me he dado cuenta… Sin la oración estoy perdido.  

Las grandes tentaciones, las más fuertes, suelen llegarme días previos a una fiesta religiosa importante. ¿Te ocurre igual?

Supongo que el diablo desea que perdamos la gracia para que de alguna forma ofendamos más a Dios en esos días.

Hace una semana me pasó. Me rondaba la tentación. De inmediato me dije: “No deseo perder la gracia”.  Y me ocupé en otros asuntos para ocupar la mente.

El diablo no descansa. Es muy hábil para buscar tus puntos débiles y te ataca por allí sin piedad.

Lo imagino diciéndole a Dios:

“Ese Claudio, dice amarte, y mira en lo que anda”.

Suelo decir que el diablo es malo con ganas. No te dejes. No le des gusto. 

Si caes levántate lo más pronto que puedas, haz una buena confesión y vuelve a empezar. Recuerda lo que una vez me dijo un sacerdote amigo:

“Santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta”.

Dios está pendiente, no te abandona.  Te da las gracias que necesitas y te mira ilusionado.

El resto, recorrer el camino,  depende de ti.

Haz de tu vida algo grande para Dios.

Interesarse por Dios, por los demás y por el trabajo bien hecho

repostero-900-494382373-chef-decorating-food-dishTodos queremos ser felices, Aristóteles dice que “la verdadera felicidad consiste en hacer el bien”.

La gente no vale por lo que es ni por lo que sabe, sino por lo que decide. Un ingeniero fue llamado a componer una Computadora compleja y costosísima. Apagó la PC, sacó un destornillador, le dio vueltas a un pequeño tornillo y la PC quedó en perfecto estado. Cobró mil dólares. El dueño le dijo que porqué tanto. Contesto: “diez dólares por venir y apretar el tornillo. 990 dólares por saber qué tornillo apretar”.

Las dos columnas que sostienen la creación son el trabajo y el matrimonio, se puede leer en el libro del Génesis. Para hacer las cosas bien se necesita el amor y la técnica.

A una señora se le planteó tomar un curso sobre novísimos. Dijo:

– ¿Para qué, si ya tengo esposo?

– Los novísimos no tratan del novio sino de lo que viene después: muerte, juicio, cielo, infierno, purgatorio.

Ella entonces aclaró:

– Es que tengo una formación cristiana muy básica.

Cada generación sostiene la historia en sus propias manos. Esta generación tiene toda la generación futura en sus manos. El mundo está lleno de tecnología y hay poca fe. San Juan Dice: Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe (1 Jn 5,4). Estamos entrando a una época de oscuridad sin precedentes. Siempre hay que preguntarnos: ¿Qué tiene que ver esto con la Historia de la salvación?

Quien conoce las verdades de la fe en profundidad tiene más facilidad para hacer oración. Ayer, hoy y siempre, la ignorancia religiosa es el mayor enemigo de Dios. Entre más conocemos a Dios más lo podemos amar y mientras más lo amamos más deseos tenemos de conocerlo y hacerlo conocer.

Alejandro Llano dice que la filosofía se encuentra estrechamente relacionada con la vida espiritual, aunque sólo sea porque ambas tratan de realidades que no se ven (Olor a yerba seca, p. 526). Una vocación facilita y apoya a la otra.

La formación espiritual, la formación apostólica y la formación profesional necesitan el fundamento de la formación doctrinal-religiosa. Es necesario conocer a fondo la doctrina cristiana. La falta de doctrina tiene una gran repercusión. Influye en el modo de tratarse uno mismo y de tratar a los demás, en el trabajo profesional, en el modo de elaborar leyes, en el noviazgo y en la vida matrimonial, en lo que se elige para entretenerse y en el modo de divertirse. Hoy, la gente joven no se sabe divertir. No tienen inventiva, sólo se les ocurre acudir al alcohol, a la droga o practicar deportes extremos. Entonces, hay que ir más lejos en la formación de la inteligencia y en la formación cultural para poder razonar con más conocimiento de causa. Pero para eso hace falta que el alma quiera formarse. Hay que aprender a leer, con sacrificio. Esa continuidad supondrá un gran beneficio.

Chesterton decía: “la desgracia de nuestros contemporáneos no es que no crean en nada, sino que se lo creen todo”. El abandono de la fe no ha llevado a las masas a la razón sino a la superstición, no al ateísmo sino a la idolatría. Sabemos que la ignorancia es el mayor enemigo de la fe y el mayor obstáculo para la Redención. Entonces el mayor servicio que podemos hacer es dar doctrina.

Cada uno es responsable de cómo alimenta su inteligencia. Ilusionarse, estudiar constantemente, pedir consejo sobre libros para tener un plan de formación intelectual y doctrinal. Necesitamos conocimiento para saber hacer bien el trabajo y el apostolado.