Periferias. 13TV

Javier Echevarría. 18-12-2016

El Opus Dei es una institución de la Iglesia católica. Su misión es difundir el mensaje de que todos los cristianos están llamados por Dios a dar a conocer a Jesucristo y a buscar la santidad en el trabajo diario, la vida familiar y las relaciones sociales. El Opus Dei fue fundado por san Josemaría Escrivá de Balaguer en 1928. En este canal se publican vídeos sobre la Iglesia, la vida cristiana, el espíritu del Opus Dei y sobre san Josemaría y sus sucesores.

7 técnicas para mantener la calma cuando tus hijos pasan de todo

Mucho más eficaces que gritar

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“¡¡No gritéis!!”. Cuando les grito esto a mis niños, ¿les estoy dando un consejo para su vida, exigiendo una orden para que la casa no sea una jaula de grillos o sencillamente me estoy desahogando? Creo que es una reflexión importante… A lo mejor son un poco las tres cosas mezcladas, quizás la intensidad del tono de mi voz es directamente proporcional al peso de la tercera alternativa.

Saber mantener la calma, controlar las propias emociones, es esencial para educar, llevar un equipo, realizar un proyecto,… Y muy difícil a veces, con el ritmo que llevamos.

“Vale más practicar algún deporte que “hacer pagar” a los niños una tensión de la que no son responsables, sólo la desencadenan -dice Anne Bacus en el libro 100 ideas para que tus hijos te obedezcan (sin gritos ni amenazas)-. Para mejorar en este ámbito y sucumbir menos a la cólera, es importante que empieces por reconocer que el niño no tiene la ‘culpa’. Cada uno es responsable de sus emociones y de la manera en que las expresa”.

Tus esfuerzos por mantener la armonía serán una lección y un ejemplo muy positivos para que ellos también contengan sus emociones y eviten herir con su ira. Además evitarán que los pequeños sientan que tienen el control sobre tus emociones y te ayudarán a ser más justo con tu actitud y tus sanciones.

Para cuanto no te obedezcan, “pasen” de todo, se porten fatal o cualquier otra situación que te sulfure, esta doctora en psicología ofrece 7 técnicas para mantener la calma:

1. Concédete un momento antes de reaccionar: Si sientes que la ira te está inundando, intenta respirar profundamente dos o tres veces para detenerla; quizás necesites alejarte y aislarte un momento (o más). La idea es haber recuperado la calma antes de reaccionar o responder.

2. Presta atención a las palabras que dices, podrías lamentarlas después. Si estás en tensión cuanto menos hables mejor.

3.  Desconfía de los días y momentos “de riesgo” porque si tienes mucho cansancio, estrés o preocupación, el menor incidente puede provocar una explosión.

4. Libera tensión. Hay distintas maneras de sacar la energía negativa mejores que las palabras o gestos agresivos, por ejemplo golpear una almohada, chutar un balón, hacer flexiones, dar un paseo, cantar,…

5. Exterioriza lo que sientes (escribiéndolo o expresándolo a través del arte, por ejemplo) o explícaselo a alguien, esto desahoga bastante y además a lo mejor te pueden ayudar. ¿Has pensado en recurrir a María la madre de Jesús, a algún santo o a Dios?

6. Expresa afecto a quien te está poniendo nervioso. Bacus invita a hacer esta prueba: “cuando te des cuenta de que los dos empezáis a enfadaros, coge en brazos a tu pequeño y abrázalo con fuerza. Míralo a los ojos y dile: “¡Si supieras lo muchísimo que te quiero!” o “vamos a calmarnos y a darnos un abrazo, ¿vale?”. En función de lo cariñosos que seáis, este experimento de choque puede tomar diversas formas.

7. Asúmelo como un reto, pide ayuda para no gritar si notas cada vez más enfado e incluso dirígete a él con una voz dulce. El efecto podría sorprenderte.

Identifica qué técnicas te resultan más útiles a ti y ¡creatividad! encuentra otras nuevas y compártelas.

10 consejos para pasar una feliz Navidad en familia

Los consejos de Anne Lucas, psicóloga, para prepararse para estos días con tus seres queridos (y a veces conflictivos)

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Prepararse, anticipar, prever

Una invitación, por ejemplo, o una llamada telefónica para precisar los horarios, el desarrollo del día, la organización de los regalos y hasta el menú. De esta forma permitimos a los miembros de la familia invitados a la cena de Noche Buena o Navidad que se preparen y se organicen bien. Con frecuencia, el saber qué esperar permite anticipar mejor y evitar inseguridades o miedos, como el miedo a que todo pase demasiado rápido o que no suceda como había imaginado uno antes.

Ser consciente de las expectativas y las idealizaciones

Cuando la familia se reúne, resurgen en cada uno de nosotros recuerdos de alegría, pero también de heridas, faltas, remordimientos, celos. ¿Qué espero yo exactamente? ¿Seré capaz de formular una necesidad particular que pudiera tener? Idealizar este momento tan esperado podría entrañar decepciones. Seamos realistas: cuando se reúnen muchos no es necesariamente la mejor ocasión para vivir momentos de una relación íntima y relajada. Por otro lado, cuanto más numerosos, más difícil puede ser tener en cuenta las necesidades individuales.

Recordar lo esencial

Intentemos dejar a un lado nuestras decepciones personales, si las hubiera, para recordar la esencia cristiana de la fiesta de Navidad. ¿Nos reunimos para disfrutar de la compañía y dar apoyo al que esté en una mala racha o para hartarnos de comer y que nos den regalos? Pongamos en el centro de la celebración nuestras verdaderas prioridades vitales y transmitamos este mensaje a los niños: ¡estamos felices de poder ir a misa juntos, de compartir una comida y de disfrutar en familia!

Estar presente en lo que se vive

En efecto, hay que tomar consciencia plena de lo que se hace, como en la meditación. Prestar atención a los que nos rodean en los detalles más mínimos y poner a trabajar nuestros sentidos (el fuego que ilumina y que crepita en la chimenea, la decoración en la mesa, los sabores y los colores de los platos, los gestos y las risas de los más pequeños…); así se fomenta un entorno de alegría y gozo.

Y para que todo el mundo lo disfrute, intentemos simplificar la organización, no dudemos en ayudar o pedir ayuda para que nadie se frustre. ¡Hay que estar presente, que la Navidad pasa muy rápido!

Tener en cuenta los lenguajes de amor de los demás

Si mamá se agobia con la organización, le ofrezco mi ayuda; si mi hermana valora mucho los regalos, me esmero especialmente con el suyo. Cada uno con su propio lenguaje de amor, para uno estará en los momentos de calidad, para otros en el servicio, en las palabras de aprecio o en los gestos de ternura. Estemos atentos los unos con los otros. Hay que conocer bien, si no se conocen ya, los lenguajes del amor de nuestros seres queridos.

Iniciar un tiempo de intercambio

¿Qué puedo proponer (y no imponer) para pasar un buen rato con los demás? ¿Una canción, un juego, una oración, recuerdos en torno a un álbum de fotos? La Navidad no consiste en consumir, sino en, por encima de todo, recibir al otro. En una familia, todos los miembros son actores del ambiente y de la relación. Colaboremos con nuestra parte. ¿Cuál es mi parte? ¿Qué puedo ofrecer?

Aprovechar esta época con plenitud

La Navidad es la celebración de la venida de un Niño al mundo para salvarnos. Es algo excepcional en la sencillez, pero no desdeñemos la alegría de estar reunidos y demos lo mejor de nosotros para que todo fluya bien. Disfrutemos tirando los platos por la ventana si eso nos hace felices y maravillémonos con las pequeñas cosas, ¡es una fiesta!

Pero limitar los excesos

Evitemos los excesos de comida, de regalos o de la falta de sueño, que podrían terminar por estropear un momento de celebración. La decoración no es únicamente para los ojos, también lo es para el corazón.

Dar una tregua, una pausa, a las relaciones

¿Y si la Navidad fuera ante todo una ocasión para mirar al prójimo de forma diferente, a través de su propio prisma, y no como lo hacemos habitualmente? ¿Y si me atreviera a dedicar una mirada nueva a los miembros de mi familia, como si los conociera por primera vez, con actitud abierta en el encuentro? Con una buena disposición, recentrar el mensaje de la Navidad no debería ser más difícil que esto.

Dejar espacio para lo inesperado

En Navidad, María y José dieron la bienvenida a lo inesperado. ¡Jesús es a la vez el esperado y el inesperado! Él no deja de sorprendernos, así que dejemos también oportunidad para la sorpresa, abramos nuestro corazón al asombro (¿una buena noticia? ¿la nieve o el calor?), al cambio (¿de lugar? ¿de menú?), a la improvisación (¿un invitado sorpresa?).

¡Feliz Navidad!

San Pedro Canisio

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Este santo, llamado «el segundo evangelizador de Alemania», es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Nació en Nimega, Holanda en 1521. A los 19 años, consiguió la licenciatura en teología, y para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía. Sin embargo, tras realizar algunos Ejercicios Espirituales con el Padre Favro, que era compañero de San Ignacio, se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.

Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia, Alemania, dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. Fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que el pueblo pudiese entender. Logró redactar dos Catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas y en Alemania se propagaron por centenares y millares.

En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable, y a quien le recomendaba descansar un poco le respondía: «Descansaremos en el cielo».

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. Además, ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era más católico. San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. se propuso formar una asociación de escritores católicos.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: «Mírenla, ahí esta. Ahí está». Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

La mejor manera de decirles a tus hijos la verdad sobre Santa Claus

De una madre de dos hijos surge una gran idea ante un problema estacional para los padres

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Para los que son padres de niños pequeños, esta época del año a veces plantea el problema de Santa Claus. ¿Deberían los niños perder la ilusión del mito lo antes posible o debería permitírseles que disfruten del poder de su imaginación con los renos en el tejado? ¿En qué momento de la vida de un niño y de qué forma deben los mitos dar paso a la realidad?

O por otro lado, ¿existe una forma de transformar una situación en la otra y aprovechar para enseñar una importante lección?

Quizás merezca la pena prestar atención a una publicación compartida varias veces por Facebook. La encontramos en el muro de Charity Hutchinson, aunque según parece su origen está en una madre de nombre Leslie Rush.

“En nuestra familia tenemos un método especial para que los niños hagan la transición de recibir de Santa Claus a convertirse en Santa Claus”, escribió Rush. “Con esta forma, la idea de Santa Claus no es una mentira que se descubre, sino el desarrollo de una serie de buenas obras y de espíritu navideño”.

La autora sugiere llevar al niño a comer a un lugar especial entre los 6 o los 7 años, o “en el momento que vean que empieza a suponer que tal vez Santa Claus no sea un ser material (…). Una vez sentados, pedimos las bebidas y se procede a la siguiente explicación:

Es evidente que has crecido muchísimo este año. No solo estás más alto, sino es obvio que tu corazón ha madurado también.

A continuación el padre o madre ─o ambos─ “señala 2 ó 3 ejemplos de comportamiento empático, consideración hacia los sentimientos de los demás, buenas obras, etc., que haya hecho el niño durante el pasado año”. Y continúa:

De hecho, tu corazón ha crecido tanto que creo que ya estás listo para convertirte en Santa Claus.

Probablemente te habrás dado cuenta de que la mayoría de los Santa Claus que ves son personas disfrazadas. Incluso es posible que algunos de tus amigos te hayan dicho que Santa Claus en realidad no existe. Muchos niños piensan eso, porque todavía no están listos para ser Santa Claus, pero tú sí estás preparado ya.

Cuéntame cuáles son las mejores cualidades de Santa Claus. ¿Qué recibe él por todas las molestias que se toma?

Se aconseja a los padres que “guíen al niño desde las ‘galletas’ que se come Santa Claus en las casas hasta el sentimiento de satisfacción por haber hecho algo bueno por otra persona”.

Pues bien, ahora estás listo para hacer tu primer trabajo como Santa Claus.

Es importante, según destaca Rush, “mantener el tono de conspiración apropiado”.

“Entonces animamos al niño a que escoja a alguien que conozcan; un vecino normalmente”, continúa la autora. “La misión del niño es descubrir, con astucia y secretismo, algo que necesite la futura persona regalada, y luego conseguirlo, envolverlo y entregarlo, y nunca revelar a dicha persona el origen del regalo. El propósito de ser un Santa Claus no es el de recibir alabanzas, ya lo ves: es un regalo desinteresado”.

Como ejemplo sobre cómo hacerlo, Rush escribe sobre una vecina a la que los niños llaman la “señora bruja”, que recibe ese apodo por ser algo huraña con los niños que hacen demasiado ruido jugando o que tiran alguna pelota en su patio.

El hijo mayor de Rush se percató de que todas las mañanas salía descalza a recoger el periódico, “así que decidió que necesitaba unas babuchas”. Realizó unas misiones de sabueso para averiguar la talla de pie de la señora y luego le compró unas babuchas calentitas.

Las envolvió con papel de regalo y le pegó una tarjetita que decía “Feliz Navidad, de Santa Claus”. Una noche, después de cenar, bajó silenciosamente a la casa de la señora y deslizó el paquete bajo la verja de su propiedad. A la mañana siguiente, vimos cómo salía para coger el periódico, recogía el regalo y volvía adentro. Mi hijo era puro entusiasmo, se moría de nervios por ver lo que pasaba después. El día después, mientras salíamos con el coche, la vimos de pie en su patio para coger de nuevo el periódico… y con las babuchas puestas. Mi hijo estaba exultante. Tuve que recordarle que nadie podía saber lo que había hecho, de lo contrario no sería un Santa Claus.

El hijo de Rush continuó con su misión secreta durante varios años, y cuando su hermano pequeño llegó a la edad apropiada, el hermano mayor tuvo el honor de ser su instructor.

Rush está contenta al ver cómo sus niños han asimilado tan bien el hábito de dar regalos de forma desinteresada, además del hecho de que “nunca sintieron que les habían estado mintiendo, porque ahora eran parte del secreto de ser un Santa Claus”.

Así que, padres, ¿qué opinan? ¿Intentarían lo mismo con sus hijos con Santa Claus o con los Reyes Magos? Compartan con nosotros su experiencia, o cuéntennos algún otro método que les haya funcionado a ustedes y su familia.