¿Una sola mujer para toda la vida?

Una reflexión sobre el matrimonio que hace cuestionarse el pensamiento dominante

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“Una mujer para toda la vida…¿Estamos locos?” Este es, por desgracia, el pensamiento de muchos hombres jóvenes hoy en día. Son muchos a los que el matrimonio y el compromiso parece “darles alergia”. Detrás de estas dudas se encuentra el miedo al compromiso, la inseguridad y una concepción errónea de la persona como si fuera un objeto de consumo.

Dale Partridge, un periodista del Wall Street Journal y bloguero, ofreció la semana pasada en su Facebook un post que se ha hecho viral en todo el mundo. Más de 10 millones de personas han podido ver su reflexión sobre el matrimonio:

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La publicación de Dale es la siguiente:

“Los hombres están demasiado preocupados de que el matrimonio los deje con ‘una sola mujer’ para el resto de sus vidas. Eso no es cierto. Yo me enamoré de una escaladora de 19 años, me casé con un amante de los animales de 20 años, formé una familia con una madre de 24 años, luego construí una granja con una ama de casa de 25 años y hoy estoy casado con una mujer sabia de 27 años. Si tu mente está sana, nunca te cansarás de ‘una mujer’. En realidad, te verás abrumado con la cantidad de versiones hermosas de ella que llegas a descubrir con los años. No digas no al matrimonio, di que sí y sigue diciendo que sí hasta el día de tu muerte”.

Toda una declaración de amor a su esposa, pero también una contestación al pensamiento dominante. Es un mensaje para todos aquellos que estén dudando sobre el matrimonio, para aquellos que no saben aún si dar el paso y decidirse a una de las más importantes aventuras de la vida. ¿De verdad piensas que te casas con “una sola mujer” para toda la vida?

 

 

Confesiones de una ex soltera

Año y medio de citas, 69 decepciones, 1 matrimonio

La inspiradora historia de Anna fortalecerá a aquellos que están buscando de verdad una pareja; a aquellos que sólo quieren aparentar que lo hacen, puede producirles remordimientos

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Anna tiene 30 y tantos. Esto significa que sus años como estudiante, es decir, un tiempo en el que estadísticamente es más fácil conocer “a alguien para toda la vida” ha pasado ya. Ahora, el primer paso fue tomar una decisión: voy a buscar a alguien para mí.

A continuación, Anna se preguntó ¿cómo voy a hacerlo? A pesar de muchas responsabilidades, se decidió a dedicar dos tardes a la semana para salir. Asistía a muestras de diapositivas, exposiciones, eventos para solteros y a un pub. Se sentaba en las cafeterías con un libro en la mano y sonreía a todo el mundo que pasaba por allí. Practicaba abrirse a la gente.

Los efectos

Durante un año y medio conoció de esta manera a setenta hombres, y aceptó citas con la mayoría. Con tres de ellos salió más tiempo.

El primero fue un ingeniero. Resultó que a pesar de la fascinación inicial, tenían diferentes necesidades.

El segundo era un mecánico, a quien conoció en la iglesia. Él era muy creyente, pero bastante inmaduro. Ella tuvo que aguantar sus continuos cambios emocionales y no le vio preparado para una relación a largo plazo. Ahora admite que fue una experiencia difícil, pero necesaria, ya que se dio cuenta del tipo de hombres que elegía.

Al tercer hombre lo conoció en una fiesta de disfraces. Ella era una chica de la comunidad cristiana y él, un niño con traje adornado con dibujos de cráneos. No despertó en ella mucho entusiasmo, pero decidió darle una oportunidad.

Año y medio de citas, sesenta y nueve decepciones y un matrimonio feliz.

¿Tal vez es una cuestión de estadísticas?

Si conoces a una nueva persona cada seis meses, no te sorprenda que estés solo/a. Las probabilidades de conocer a alguien “para toda la vida” son demasiado pequeñas. Si tu objetivo no es el cartero, entonces ¿es posible que tengas que cambiar de táctica? No esperes en el garaje a tu princesa. Y no esperes a tu príncipe bajo la torre. 

Establece una meta

Queda un mes y medio hasta la Nochevieja. ¿Con quién la celebrarás? ¿Cómo te gustaría celebrarla? ¿Qué harías entonces? ¿Con qué sueñas?

Por otra parte, siempre puedes hacer de canguro del hijo de tus amigos. O cuidar de su apartamento cuando se vayan de vacaciones. O regar las flores, pasear su perro. O pasear con sus hijos o llevarlos al cine, para que sus padres puedan descansar. No tienes tu propia familia ni las tareas relacionadas con ella y puedes dedicar tu tiempo a los demás. Estupendo si esto te llena y te hace totalmente feliz.

Puede, sin embargo, ¿que a la vista de esta perspectiva te sientas triste? 

¿Qué hacer entonces? 

Piensa en la persona que te pueda animar y a quien le permitirás recordarte lo que estás haciendo cuando te desanimes. De esta manera creas tu propio grupo de apoyo. La informas de tus acciones en este tema y sus consecuencias. Le cuentas a esta persona lo relacionado con las personas que vas conociendo, cómo son y cómo te sientes al lado de ellas. Lo que te atrae de ella y lo que te asusta. Escuchas lo que opinan de ellos tus seres queridos.

¿Tal vez aún eliges el mismo tipo como Anna? Y por eso las cosas no salen bien. Además, recuerda que, en última instancia, eres tú la que tomas decisiones sobre los candidatos/candidatas para las citas.

Deja opinar a tus parientes sobre tu aspecto, sobre la manera de comunicarte con los demás, sobre los temas de los que les gusta hablar contigo. Mírate a ti mismo a través de sus ojos, y si te falta confianza aprende de ellos. Siéntete por fin feliz. Tienes gente a tu alrededor que se preocupa por ti. Ahora es el momento de luchar por algo más. Buena suerte.

Leer para adquirir cultura

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Leemos por gusto, no por obligación. Leemos porque queremos vivir otro mundo que no es el nuestro. Las personas que leen por placer no viven amargadas; leer colma, entretiene, complace. Un libro puede hacernos felices. Leemos para informarnos y para divertirnos. Podemos leer una novela, un cuento, poemas, un artículo… La lectura de la literatura es, normalmente, una opción personal.

Hay libros que le cambian a uno la vida, como le sucedió a San Agustín con el Hortensius, de Cicerón. Aunque no todos los libros van a marcar un antes y un después tan neto en nuestra vida, lo que leemos nos cambia: nos afina el alma, o nos la embota; nos abre horizontes o nos los estrecha. Nuestra personalidad refleja de algún modo los libros que hemos leído como los que no hemos leído.

Quien a lo largo de los años se nutre de lecturas seleccionadas con buen criterio, adquiere una mirada abierta sobre el mundo y las personas, sabe medirse con la complejidad de las cosas, y desarrolla la sensibilidad necesaria para dejar de lado la banalidad y no pasar de largo ante la grandeza.

Hablar de lo que se lee enriquece la vida familiar y las conversaciones con amigos. La cultura general abre al mundo de la conversación. Sin cultura, todo este mundo aburre, y acaba siendo ajeno. Se acaba viviendo sin saber qué sucede. (Juan Luis Lorda, Humanismo. Los bienes invisibles, Rialp, Madrid 2009).

Por muchas razones los libros ocupan un lugar fundamental en la vida cultural de los hombres. Los argumentos, historias, ejemplos y metáforas que aprendemos en los libros llenan de razones y de palabras nuestro andar diario. Las actitudes que desarrollamos en la lectura —deseo de aprender, búsqueda permanente, discernimiento, descubrimiento de conocimientos nuevos— ayudan a enriquecer la interioridad propia y las conversaciones.

“En la ciencia, lea de preferencia los trabajos más nuevos; en literatura haga lo contrario. Los libros clásicos siempre son lo más moderno que encontrará”, escribía el novelista Edward Bulwer-Lytton a un amigo que le consultada sobre lecturas.

En los libros aprendemos a transmitir conocimientos, a expresar sentimientos, a compartir experiencias. En particular, los grandes libros ayudan a comprender con mayor profundidad el alma humana. Los grandes genios del arte literario son aquellos que han acertado a contar el drama que acontece en el corazón del hombre de todos los tiempos: el amor y el dolor, la miseria y la grandeza y la lucha del corazón. De entre todos los libros, los mejores son los clásicos. Clásico es aquel libro que se ha convertido en muestra representativa de la época en que fue escrito y que marcó el camino para las siguientes generaciones de escritores y de lectores. Estos clásicos son como puertos adonde todo lector puede llegar para quedarse largo tiempo, cuando se ha fatigado en el mar de las novedades editoriales. Entre los autores clásicos están: Dante Alighieri, Homero, Horacio, Sófocles, Esquilo, Cervantes, Lope de Vega, Shakespeare, Charles Dickens, Dostoyewski, Tolstoi, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Saint-Exupery, etc.

Los grandes libros permiten compartir experiencias de gran valor; permiten conocer personalidades como la de Hamlet o la de don Quijote; descubrir, a través de las mitologías antiguas, tentativas de respuesta a interrogantes existenciales; disfrutar con el amor a la naturaleza que late en las novelas de Tolkien; acercarse a la Roma de Nerón con Henryk Sienkiewicz; conocer más de arqueología con Ceram en Dioses, tumbas y sabios; penetrar en el proceso de una conversión como en Las Confesiones de San Agustín, o en la búsqueda de sentido de Viktor Frankl: El hombre en busca de sentido.

Quien lee una obra literaria de calidad, se sumerge en su proceso, lo vive como algo propio, como una trama de experiencias constructivas o destructivas que pueden muy bien ser, un día, sus propias experiencias. El lector ve los procesos que puede seguir en su vida. Esta forma de lectura nos enseña a prever, que es la tarea primordial de la formación ética.

Un educador de nuestro tiempo recomendaba a los adolescentes que leyeran buenas novelas sobre el amor, de ese modo adquieren experiencia de cómo se puede conocer al verdadero amor del falso. Una chica que ha leído 40 historias de amor, tiene ya 40 experiencias, riqueza que no dan las telenovelas. Se ha dicho que la literatura es como un espejo que el hombre levanta ante sí y le ayuda a conocerse. En efecto, las grandes obras de la literatura universal proporcionan un profundo conocimiento del alma humana.

En su libro Olor a yerba seca, Alejandro Llano escribe: “A mí una biblioteca siempre me ha parecido el lugar donde uno podía permanecer. Decía Pascal que la mayor parte de las desgracias de la humanidad proceden de que la gente no se está tranquila en su aposento. Es sorprendente la inquietud que tienen muchos por moverse hacia alguna parte, por ver cosas nuevas sin mayor interés, por hablar con interlocutores que tienen poco que aportar, sin darse cuenta de que una de las actividades que más enriquecen en esta vida es la lectura… En la base de investigación en humanidades se encuentra siempre mucha lectura. Lo leído va formando una especie de humus en el que crecen las ideas personales. No hay contraposición entre la originalidad y el conocimiento de lo que otros han escrito. Todo lo contrario: si se lee poco, se acaba recayendo en los tópicos más gastados que por falta de información se consideran ideas propias. Es preciso no confundir las ideas con las ocurrencias.

La ONU y su estrategia contra la vida

amparo-mRecientemente Amparo Medina dio una conferencia sobre las estrategias de muerte de la ONU. Antes de empezar su conferencia contó brevemente su vida; que ella se vinculó a grupos de izquierda a los 17 años; en 1988 fue tomada presa y torturada. Su padre la mandó a España a estudiar y en 1992 empezó a trabajar en el gobierno y dejó las armas del ejército de liberación nacional porque fue gravemente herida. Llegó a ser consultora de UNICEF dentro de las comunidades del Ecuador. En 2004 su mejor amiga quedó embarazada de una relación adúltera, y ella la acompañó al abortuario pensando que le iban a quitar unas pocas células. Empezó el aborto por aspiración. Nunca había presenciado algo tan cruel. Por mi ideología pensaba que eso era un derecho. A los 50 minutos mi amiga me dijo:

-“¿Dónde está mi bebé?”…

No contesté. Ahora ella va de una clínica a otra de narcodependencia. Allí entendí lo cruel que es el aborto hacia la mujer. Tiempo después me di cuenta de que también yo estaba viviendo el Síndrome postaborto.

Dentro de los proyectos de UNICEF hicimos una evaluación y vimos que el embarazo adolescente se había quintuplicado desde que aplicábamos nuestra metodología de entregar condones y anticonceptivos. ¿Era la metodología adecuada? ¿Por qué se invierte tanto dinero en “salud sexual y reproductiva”? ¿Por qué tantas mujeres dan la vida por esta ideología?

Ideología es un conjunto de ideas fundamentales, herramientas de control social, que generan un modo de ver la realidad.

Si una apersona asume un principio falso y lo acepta, queda atrapada en su lógica. Como la de Heinz Dietrich, neomarxista alemán, quien alienta a que desparezca el macho y aparezca la macha. Si el hombre es mal hablado, la mujer lo imita y sube el tono; si el varón anda con dos novias, la mujer anda con tres novios; si se acuesta con una, yo, mujer, me acuesto con dos para que vean lo macha que soy. Si el hombre se sienta con las piernas abiertas, yo también. Ése es el modelo que propone. Las ideologías matan la identidad.

Se puede volver a empezar

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Un experto en matrimonio cuenta que ha atendido 400 matrimonios en conflicto y ha evitado que se divorcie el 80% de ellos. Le preguntaron cuál era la causa principal de divorcios y dijo: “Se acaba el amor y falta comunicación”. Luego lo interpelaron sobre las posibles soluciones,  él dijo que hay cuatro cuestión es a tomar en cuenta para que un  matrimonio vuelva a unirse:

  1.  que haya una mejora en el aspecto personal, que el arreglo esté cuidado;
  2.  mostrarse cariñosa o cariñoso y amable;
  3.  que se le dedique tiempo al cónyuge;
  4.  que no haya otros posibles amigos de ella, o amigas de él, sino que se mantengan solos en ese aspecto.

Consolidar un matrimonio nunca es fácil, no se logra de la noche a la mañana, se logra al paso del tiempo. Hay grandes diferencias de caracteres y han de ser aceptadas, asimiladas y luego amadas por cada cónyuge. No es tarea fácil pero eso no quiere decir que sea imposible. Cada pareja atraviesa sus momentos de angustia en los que la noche oscura los arropa. Sólo el camino del amor y el servicio puede llegar a disolver cualquier situación difícil que se presente.

El matrimonio es un gran compromiso, requiere del trabajo de cada día. No se trata sólo de buscar ser feliz, sino de buscar la felicidad del otro en el mayor grado posible. Si se descuidan los detalles de cariño, hay fracturas. Se necesita perseverancia, comunicación, perdonar y pedir perdón.

Cada día hay una oportunidad nueva para mejorar la relación, para inyectarle ese Amor que Dios nos da, porque en el matrimonio también se practica eso de “amar al prójimo”.

El verdadero amor no existe si no es fiel, y no puede existir si no es honesto. Sólo un matrimonio indisoluble será apoyo firme para la comunidad familiar. El reto de los esposo es estar juntos, aprender a amarse para siempre y buscar el modo de que ese amor crezca. El amor todo lo vence.

El Señor hace la creación y no se queda con ella, nos la da. Dios está en todo pero no lo controla todo. Nosotros podemos dañar la creación y podemos dañarnos a nosotros mismos.

Dios nos creó a su imagen y semejanza. La primera orden que Dios dio al ser humano es: Sé fecundo. Con los anticonceptivos el demonio dice: “Deja de ser fecundo”. Toda la profanación del ser humano en los siglos XX y XXI está dirigida a la mujer. El demonio inventa el mal y luego inventa que el mal viene de Dios.

Si la prioridad del ser humano es el placer, no la procreación, entonces la prioridad de la vida es el sexo. Eso conduce a una sociedad sexualizada, y esa sociedad impulsa a la promiscuidad, a incrementar el uso de anticonceptivos, el embarazo no planeado y el aborto.

Una señora tuvo tres hijos y pensó en ligarse las trompas. A última hora no lo permitió. Su esposo le preguntó el porqué. Ella le dijo:

-“No tengo derecho a quitarle a Dios la última palabra”.

La mujer es el único animal hembra que tiene himen, que está sellada. Todo eso tiene un sentido profundo del Señor. El demonio está en contra de la virginidad y el matrimonio. Ataca todo lo que Dios ha declarado santo desde el principio.

Benedicto XVI afirma que “el hombre sólo logra ser él mismo en la entrega de sí mismo, y sólo abriéndose al otro, a los otros, a los hijos, a la familia; sólo dejándose plasmar en el sufrimiento, descubre la amplitud de ser persona humana. Con el rechazo de estos lazos desaparecen también las figuras fundamentales de la existencia humana: el padre, la madre, el hijo; decaen dimensiones esenciales de la experiencia de ser persona humana” (21-XII-2012).

En el noviazgo, en el matrimonio y en la virginidad, lo importante es creer en el amor.