La grandeza del ser humano puede ser truncada por la educación sexual mal dada

Joven: ¡No busques el lodo cuando has sido formado para reinar eternamente!

ella-rieEs hora de tener grandes ideales, de hacer del amor a la verdad y al bien una norma de vida. Nada nos hará tan felices como buscar la verdad y encontrarnos con ella. Pero hoy toldo nos distrae de buscar esa verdad, sobre todo la sexualidad que aparece deformada en los medios de comunicación. “La verdadera pobreza de un pueblo, escribe Patrick Fagan, es la desvalorización y el mal uso de la sexualidad”.

Benedicto XVI escribió: “No generan miseria aquellos que educan a las personas para la fidelidad y el amor, para el respeto a la vida y la renuncia, sino los que nos disuaden de la moral y enjuician de manera mecánica a la persona: el preservativo (condón) parece más eficaz que la moral, pero creer posible sustituir la dignidad moral de la persona por condones para asegurar la libertad, supone envilecer de raíz a los seres humanos, provocando justo lo que se pretende impedir: una sociedad egoísta en la que todo el mundo puede desfogarse sin asumir responsabilidad alguna. La miseria procede de la desmoralización de la sociedad, no de su moralización, y la propaganda del preservativo es parte esencial de esa desmoralización, la expresión de una orientación que desprecia a la persona y no cree capaz de nada bueno al ser humano” (Dios y el mundo, p. 407).

La “educación sexual” informa no sólo sobre métodos de prevención tanto del embarazo como de enfermedades de transmisión sexual, sino también de todas las técnicas y modos perversos de tener placer sexual, no importándoles la calidad moral de esas “prácticas”. Su principal énfasis se encuentra en la responsabilidad con que cada persona puede y debe vivir su sexualidad, separada de todo principio ético. La responsabilidad –dicen- es producto del conocimiento, no de la ignorancia.

Por eso, queda descalificada la educación sexual comprehensiva o amplia, porque considera que los adolescentes no pueden controlarse.

Habría que evaluar seriamente los programas de educación sexual, a la luz de lo que los padres de familia quieren para sus hijos, con el fin de enriquecerlos y de plantearles la virtud de la castidad como la mejor opción. Y el “destrampe sexual” como una opción más, pero errónea.

Judith Medina García asegura que “Insinuar que ésta (la educación sexual) es causante del inicio prematuro de relaciones sexuales (…) no es verdad (…). Al ignorar la sexualidad, como pretenden las campañas en pro de la abstinencia, volvemos a tejer el velo del tabú sobre ella; fomentamos la idea de que el sexo es sucio e insano y, con ello, retrocedemos al relacionar a la sexualidad con el temor y la enfermedad”.

Las campañas de abstinencia no ignoran la sexualidad, como dice Judith Medina, la valoran como uno de los tesoros más grandes del ser humano. No consideran que el sexo sea sucio, al contrario, la sexualidad puede ser una de las actividades más sublimes si se le ejerce en el lugar adecuado y con la persona adecuada; esto es, en un matrimonio bien constituido.

La actividad sexual en los adolescentes está íntimamente relacionada con diversos campos sociales, incluyendo las enfermedades de transmisión sexual, el embarazo adolescente y la depresión. Hay dos modos de abordar este tema: Uno es a través del “sexo seguro” que alienta a los jóvenes a ser sexualmente activos cuidando de usar métodos anticonceptivos, y el otro es la educación en la abstinencia, que anima a retrasar las relaciones sexuales hasta que se tenga la madurez necesaria para afrontar responsabilidades; enseña el daño que provoca jugar con el erotismo e invita a tomarse el sexo como un compromiso de largo alcance, es decir, para toda la vida.

La diferencia fundamental entre los mensajes de abstinencia y los programas de “sexo seguro” es que los programas de abstinencia proponen la castidad como un ideal a vivir para fortalecer el carácter, por el contrario, los que imparten una educación sexual amplia no buscan que los jóvenes se abstengan de las relaciones sexuales, sino tan sólo que no contraigan enfermedades y que no se embaracen, por eso ponen el énfasis en enseñarles todos los métodos anticonceptivos que existen. Afirman que lo más seguro es abstenerse del sexo para no correr riesgos, pero lo ven como opción secundaria. Y no dicen más aspectos favorables de la abstinencia, como que fortalece el carácter, hace más felices a los jóvenes, no dicen que la pureza de vida ayuda a que se concentren mejor en el estudio, y que requiere una determinación firme para no dejarse arrastrar por el ambiente.

Los programas de abstinencia hablan de relaciones sanas y de matrimonio, y ponen mucho más interés en los aspectos psicológicos, en cambio los de educación sexual retrasar las relaciones sexuales no es significativo, incluso en personas de Secundaria. Los programas de abstinencia toman al ser humano como una unidad y ven la sexualidad como parte de la vida humana, no como algo separado de ella, como un coche que se tiene en uso. Mi cuerpo soy yo mismo.

La sexualidad no es algo sólo físico o biológico, sino también moral, emocional y psicológico. La educación en la abstinencia pone el acento en el amor, la intimidad y el compromiso. Hace ver que el mejor estilo de vida es la castidad; enseña la diferencia entre amor, placer y lujuria. Muchos adolescentes que conocen la hermosura de una sexualidad bien vivida, se arrepienten de haber tenido relaciones sexuales y dicen que hubiera sido preferible esperar, ya que muchas de las relaciones prematuras son inestables y breves. La abstinencia es un camino amplio y regio que conduce a un matrimonio feliz, sano y con posibilidades de ser más duradero.

Para obtener una información más amplia, en inglés, acuda a la web, a The Heritage Foundation, y busque este ensayo: Comprehensive Sex Education vs. Authentic Abstinence: A Study of Competing Curricula, by Shannan Martin, Robert Rector, and Melissa G. Pardue. Special Report.

Información de Roy Masters y Melissa G. Pardue.

Isidoro Zorzano y la “vuelta al cole”

Septiembre, mes nacional de la vuelta al trabajo. Se cierra el telón de las vacaciones, pero también con la ilusión de emprender nuevos retos en cada temporada laboral. Los testimonios de los colegas que trabajaron con Isidoro Zorzano pueden ser un estímulo para crecer humana y profesionalmente en este curso.

RELATOS Y FAVORES 7 de Septiembre de 2016

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El 13 de septiembre, Isidoro Zorzano cumple 114 años, 73 de los cuales los ha pasado en el Cielo. Lo confirman los progresos de su Causa de canonización, y los testimonios recogidos desde que el 15 de julio de 1943 falleciera en Madrid con fama de santidad.

Gran parte de los testimonios que se aglutinan en los escritos de la Causa tienen que ver con su forma de ser –alegre, comprensivo, amable, humilde, cariñoso-, con su intensa vida de piedad, y con la calidad de su trabajo.

En este mes de septiembre, en el que no sólo los niños vuelven al cole, algunos testimonios de los compañeros de trabajo de Isidoro sirven de ejemplo para empezar el nuevo curso laboral con ilusión y con ganas de ser mejores profesionales y mejores compañeros.

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Isidoro Zorzano (centro de la imagen, con gafas), junto con sus compañeros de trabajo.

Ejemplo, capacidad, cariño y comprensión

Isidoro Zorzano estudió en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, donde obtuvo el título en 1927. Su vida profesional transcurrió primero en Málaga, en la Dirección de los talleres de los Ferrocarriles Andaluces y como profesor de la Escuela Industrial de aquella ciudad. Después volvió a Madrid, donde continuó trabajando en empresas ferroviarias hasta el momento de su muerte.

De esos años entre ingenieros, vías, ferrocarriles, técnicos, obreros, jefes, colegas, trabajo, tuercas, locomotoras, grasa, planos, máquinas, ruidos, avances y tecnologías, quedan estos testimonios de sus compañeros de faena:

Federico Escario. Trabajó con Isidoro en Málaga y en Madrid: «Si es cierto que era constante y perfecto en la observancia de sus obligaciones, dando ejemplo en todas partes, hay que hacer observar también su caridad para con el prójimo, especialmente con sus compañeros y subordinados: prudencia en el obrar, respeto a los derechos de los demás. Alegre y optimista, laborioso, paciente, austero, no modesto sino modestísimo en su vida y, en fin, un compendio de todas las virtudes».

Raimundo Renta, ingeniero industrial: «Era la época en que los obreros hacían desprecio y burla pública de los jefes y patronos. Pues bien, me fijé en algo que tenía valor de síntoma: en el tranvía, a Zorzano, todos los obreros le saludaban quitándose la gorra con la mayor amabilidad. Por eso hube de preguntarle a uno de ellos: «¿Qué tal se porta con vosotros el señor Zorzano?» Y me contestó: «Don Isidoro es un camarada más, no tiene una mala palabra para nadie, y por eso le queremos y se le sigue de cabeza; lástima que sea un poco cavernícola».

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Isidoro Zorzano (centro de la imagen, con gafas).

José Poy Segas, discípulo de Isidoro en sus años de profesor de Matemáticas y Electrotecnia en la Escuela Industrial de Málaga: «Logró al poco tiempo el respeto, la estimación y el cariño de todos sus alumnos por sus grandes conocimientos de las materias que explicaba, por su trato exquisito a los de arriba y a los de abajo (no hacía distinciones) y por sus bondades y persistencia en la enseñanza».

Romero Santana, profesor de la Escuela Industrial de Málaga: «Por su carácter e inmejorables condiciones de jefe, de caballero y de amigo, supo siempre mantenerse en su puesto, en todos los tiempos, haciéndose respetar y querer de todos».

Testimonios de profesionales que trabajaron como obreros en los talleres de Málaga con Isidoro: «En talleres no tenía más que amigos. Nadie puede hablar mal de él. Ningún obrero puede tener queja alguna». «Se puede asegurar que no habrá nadie que haya tratado con él y haya quedado disgustado. Su mayor satisfacción era agradar».

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Isidoro Zorzano almorzando con varios amigos.

Testimonios de agentes ferroviarios que prestaban servicio a sus órdenes en Madrid: «Nos perdonaba las faltas cometidas y nos ofrecía con toda la confianza y desinteresadamente su enseñanza y su ayuda en todo cuanto estudiábamos. Nos favorecía a todos en cuanto podía y para él no existían diferencias de categoría social. A todos nos atendía con cariño».

Testimonio de uno de sus jefes en Ferrocarriles: «Cuando hablaba con él experimentaba una sensación de descanso en medio de mi actividad, preocupaciones y trabajo».