Eligió implicarse en el dolor de sus pacientes

y este es el resultado

Alguna vez desesperación, muchas un acercamiento a Dios y siempre humanización

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Ángel es especialista en Oncología Médica y su consulta es un libro de experiencias intensas al final de la vida. Con ciencia y con conciencia médica trata de aliviar el sufrimiento de sus pacientes.

Entre el realismo y la esperanza, confía en que la profesionalidad y la misericordia ayudan a que el misterio del dolor humanice, y en algunos casos “termina acercando a Dios”.

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Ángel Jiménez Lacave nació en 1946. Su labor profesional como médico oncólogo e investigador así como la docente la ha realizado, en su mayor parte, en el Hospital Central de Asturias.

Reside en Asturias (España). Durante su vida profesional ha visto muchos trenes saliendo del túnel.

Con su capacitación científica y médica y un interés especial por la filosofía y la antropología, cultivada desde la adolescencia, pasa consulta a su experiencia en voz alta:ciencia, humanismo, atención al final de la vida, muerte, fe, compañía, dolor, sufrimiento…

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El doctor Jiménez Lacave fue agnóstico en los años 60 y 70; más tarde tuvo una conversión y conoció el Opus Dei.
Ángel ha ido y ha vuelto.

Las preguntas, las dudas y las certezas estaban ahí desde que el uso de razón manifestó sus inquietudes. Decidió estudiar Medicina “como el mejor camino para acercarme al del hombre y de la enfermedad y así poder participar en el proceso de curación”.

El hombre, a fondo

Y desde aquellos años de facultad, muchas personas con enfermedades han confirmado que su vocación de curar era un acierto.

Al final, entre el médico y sus pacientes hay simbiosis de experiencias, descubrimientos, maneras de entender el mundo, la enfermedad…

A él le ha servido descubrir “la dimensión ontológica del hombre y la dimensión metafísica del mundo. Con una idea más profunda de lo que es el hombre puedes entender mejor a la persona enferma. Eso fortalece la relación médico-paciente al haber aprendido a ponerte en su lugar. El hecho de que el paciente se sienta comprendido mejora enormemente la relación médica”.

Porque la Medicina es ciencia, pero no sólo química.

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Él es partidario de una relación médico-paciente que supone implicarse en el sufrimiento, una actitud que pasa factura personal.

Cada paciente, cada día y cada circunstancia tienen su afán. Para todos, Ángel ha tratado de vivir la máxima de San Pablo: “reír con los que ríen, y llorar con los que lloran. Una frase emotiva y humana. Pienso que hay que saber escuchar al enfermo y ponerse en su lugar. Erigir una barrera para no involucrarse no es apropiado, aunque sea una actitud defensiva facilitada para la cultura actual”.

Él es partidario de una relación médico-paciente que suponeimplicarse en el sufrimiento, una actitud que pasa factura personal, “aunque sabemos que la Medicina, al no ser una ciencia exacta, no se evalúa legalmente por los resultados, sino por la intención, los fines y los medios”.

Dignidad universal

A Ángel le ha servido su propia biografía para descubrir que “una cosmovisión materialista suele conllevar un concepto de dignidad circunstancial. Los que ven así las cosas piensan que cuanto peor es la calidad de vida, menos merece la pena vivir. En ese modo de entender el mundo la dignidad depende de las circunstancias y esas circunstancias influyen en la dignidad del enfermo y la muerte es una liberación”.

La cosmovisión cristiana tiene el concepto de dignidad ontológica: es decir, que todos los hombres tienen la misma dignidad independientemente de su raza, su sexo, su religión, su minusvalía, su enfermedad, etc. Es la base de los derechos humanos. Ninguna circunstancia justifica eliminarlo. Eso sería la “política del descarte” de la que habla el papa Francisco”.

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“La cosmovisión cristiana tiene el concepto de dignidad ontológica: es decir, que todos los hombres tienen la misma dignidad independientemente de su raza, su sexo, su religión, su minusvalía, su enfermedad, etc.”

A pesar de su preparación y su contacto directo con personas que sufren, Ángel ve un sentido trascendental del dolor, con su alta dosis de misterio.

A él le ayudó empezar a entender el sentido del sufrimiento un texto que, allá por los años 80, le regaló una paciente: la carta apostólica Salvifici doloris, de san Juan Pablo II. “Nadie da de lo que no tiene. Karol Wojtyla fue sometido desde niño al sufrimiento, y el dolor le acompañó hasta su muerte. Por eso pudo escribir esta carta”.

Ciencia, humanismo y trascendencia

A Ángel le sirve integrar en consulta la competencia profesional, la perfección en el trato humano y el sentido trascendente del acto médico, porque las tres facetas son importantes y las tres juntas ayudan a aliviar el sufrimiento de los pacientes.

De esta experiencia laboral, Ángel saca una conclusión general en el análisis del misterio del dolor: “En general, el sufrimiento humaniza”.

Y explica: “He vivido casos en los que, tras una desgracia, las personas han cambiado su sistema de valores: ya no les llena tanto lo que parecía estructural y sólo era superficial. Cuanto mayor es el sufrimiento, más te acerca al acantilado de las grandes preguntas, también a las que hacen referencia a la trascendencia del hombre”.

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La clave está en integrar en consulta la competencia profesional, la perfección en el trato humano y el sentido trascendente del acto médico.

Con respecto a la apertura a la fe de las personas que sufren, Ángel constata que “cada persona es un mundo”.

Lo que sí ha experimentado es que “a través de la misma labor profesional, la dedicación, y la buena atención, los pacientes llegan a palpar que algo real sustenta tu comportamiento, porque se sienten valorados y apreciados, y ese gesto les llega hasta el fondo del corazón. Por eso, en el fondo, a veces muy en el fondo, me atrevería a decir que el sufrimiento termina acercando a Dios”.

Y con una alta dosis de realismo, añade: “Hay que contemplar también que hay casos en que el sufrimiento lleva a la desesperación, a la pregunta frustrante sin respuesta de por qué me pasa esto a mí, a la rebelión más brutal. Ante estas actitudes el silencio respetuoso es, al menos de inmediato, la respuesta más adecuada”.

Artículo originalmente publicado por Opus Dei

La alegría, presente en nuestra vida

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El Señor Jesús le dijo a Santa Faustina: “Observa fielmente las palabras que te voy a decir: no valores demasiado ninguna cosa exterior, aunque te parezca muy preciosa. Olvídate de ti misma y permanece continuamente Conmigo. Confíame todo y no hagas nada por tu cuenta y tendrás siempre una gran libertad de espíritu; ninguna circunstancia ni acontecimiento llegará a turbarte. No prestes mucha atención a lo que dice la gente, deja que cada uno te juzgue según le guste. No te justifiques… Dalo todo a la primera alusión de petición, aunque fueran las cosas más necesarias. Deja que te quiten incluso lo que te mereces: la estima, el buen nombre; que tu espíritu esté por encima de todo esto. Y así, liberada de todo, descansa sobre mi Corazón, no permitas que nada turbe tu paz” (Diario n. 1685). “Si las almas se abandonaran totalmente a Mí, Yo mismo me encargaría de santificarlas y las colmaría de gracias aún mayores. Hay almas que frustran mis esfuerzos, pero no me desanimo; siempre que se dirigen a mí, me apresuro a ayudarlas y les doy el primer lugar en mi Corazón” (cfr. n. 1682). Ella responde: “Que caiga sobre mí toda deshonra, humillación y degradación, con tal de que resuene la gloria (de Dios) y el culto a tu Misericordia” (cfr. n. 1691).

Revisar delante de Dios qué nos quita alegría. Cuando una persona se mantiene alegre, contagia, atrae, ayuda al buen ambiente. Sonreír significa encontrarse bien a pesar de los pesares. Nadie tiene que saber lo que estamos pasando. A veces hay mucho que hacer, es importante que los pendientes no nos quiten la alegría. Hay que preguntarse: ¿Cómo afronto las dificultades? ¿Qué sentimientos toman  la batuta en nuestra vida? San Josemaría siempre estaba alegre, y vivía la alegría de manera heroica, por ejemplo, ante la falta de medios o ante las malas noticias.

Hay que enfrentarnos con lo que hay dentro: rencor, susceptibilidad, cansancio, limitaciones… Reírnos de nosotros mismos y saber salir del yo, el yo es traicionero, nos hace creer que tenemos derechos que no tenemos. La Madre Teresa de Calcuta, ahora santa, decía a sus colaboradores: “Sacad vuestras fuerzas sencillamente de la alegría de estar con Jesús. Estad alegres y llenos de paz. Aceptad todo lo que él os dé. Y dad siempre, tome el que lo tome, con una gran sonrisa”. Efectivamente, todas las obras de misericordia las hemos de hacer con alegría en el corazón.

Poema de Francisco Ruiz Bernadez

Si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido, si para conseguir lo conseguido tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado fue menester haber estado herido, tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado que no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido por lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado.

El cristiano es una persona alegre porque es una persona de esperanza. Un hombre de 72 años que había tenido todo tipo de goces y de medios económicos decía: en estos 72 años no he tenido un día de alegría. San Leonardo de Porto Mauricio decía: No he logrado tener un día de sufrimiento en la tierra.

El “elixir” más preciado del demonio es la tristeza.

San Francisco de Asís decía: Es tan grande el bien que espero que en las penas me deleito.No hay felicidad plena aquí en la tierra porque no gozamos de la visión de Dios.

A veces uno se pregunta: ¿Qué misterio encierra el amor, que puede hacer feliz o desgraciada a una persona? Filosóficamente esta verdad se enuncia diciendo que “lo semejante ama lo semejante”, “la semejanza es causa del amor; la desemejanza, causa de odio”. Hay personas que chocan y se quieren poco, porque sólo son semejantes en los “defectos”. Y los defectos no unen, sino que separan. Cuando se dice que “la semejanza es causa del amor” hay que referirlo a las “cualidades”. Dos personas que poseen cualidades semejantes, es más fácil que lleguen a amarse de verdad.

El hombre es desdichado porque no sabe que es feliz. San Agustín escribió: “Dios lo que más odia después del pecado es la tristeza, porque nos predispone al pecado”.

Al hombre le gustaría haber nacido y vivido de otra manera y así, se lastima.

El poeta Amado Nervo, después de reflexionar sobre la felicidad, escribió: “El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad”.

El Maestro Eckhart escribió: “Si le dieses gracias a Dios por todas las alegrías que Él te da, ya no te quedaría tiempo para quejarte.” (s. XIII-XIV). Sé feliz porque son muchos los que esperan participar de nuestra lumbre, contagiarse de nuestra alegría.

Mario Saad escribió sobre una “entrevista” a Dios, anoto una de sus preguntas: Señor, ¿qué es lo que más te sorprende de los hombres? Dios le contestó:

– Que se aburren de ser niños apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños.

– Que primero pierden la salud para hacer dinero y luego pierden el dinero para recuperar la salud.

– Que por pensar en el futuro descuidan la hora actual con lo que no viven ni el presente ni el futuro.

Unas de las máximas del Padre Pío dicen: “Lo importante es caminar con sencillez ante el Señor. No pidas cuenta a Dios, ni le digas jamás: ¿Por qué? Aunque te haga pasar por el desierto. Una sola cosa es necesaria: Estar cerca de Jesús.”

El alcohol y las chicas adolescentes

Séneca afirma que la embriaguez no es más que locura voluntaria.

adol-discoteca-vibe¿Qué empuja a los adolescentes a hacer uso del alcohol? Ganas de experimentar, trasgresión, sentirse grandes. La regla es beber aunque no se tengan ganas.

La Organización Mundial de la Salud muestra que cada año 320 mil jóvenes entre los 15 y los 29 años mueren a causa del alcohol.

Los jóvenes de hoy se sienten solos, perdidos, sin metas y se vuelven vulnerables. A esa edad no tienen los enzimas que sirven para defenderse de los excesos de las bebidas. Los dueños de las discos lo saben, y se aprovechan.

“Como un adolescente más, fuimos a bailar. Comprobamos que hay de todo, como en otras épocas. Pero es una realidad que hoy las mujeres toman sin ninguna inhibición.  Es una fiesta de la juventud. Alrededor de la pista de baile grupos de mujeres y hombres conversando, separados o revueltos. Gente que camina de un lado para otro. No hay dónde sentarse, más que una especie de pasillo con mesas y sillas, muy oscuro, donde algunos conversan. En la pista de baile, parejas bailando y grupos de mujeres que se mueven de manera bastante sensual. Las sacan a bailar aunque ellas estén bailando solas

La barra está repleta. A nadie le piden identificación y todos son menores. Casi todas las mujeres tienen un vaso en la mano. Al correr de la noche se ven los efectos, a algunos se les ha pasado la mano: les cuesta más caminar o están con la mirada perdida. Pocos, aunque siempre los hay, están realmente borrachos”, narra uno de ellos.

SIN COPETE NO SE ATREVEN

Quizás no hay nada nuevo bajo el sol y la juventud siempre ha sido igual. A algunos se les pasa la mano con el trago, a otros no. En algunas fiestas casi todos están borrachos, otras son muy sanas. Unos son reventados, otros no. Pero lo que está claro es que ahora, en las fiestas -públicas o privadas-, se ve algo que antes no se veía: las mujeres tomando.

Según el psiquiatra Sergio Canals, en la última década ha cambiado la forma de tomar de las mujeres. Por un lado, empiezan antes, y a los 13 años muchas han probado y algunas hasta se han emborrachado. Y, por otro, toman con más desinhibición social, cuentan que se emborracharon y no pasa nada, porque hay mayor tolerancia.

“Hago charlas en colegios y en cursos de mujeres o mixtos de 7º y 8º básico. Cuando pregunto quién se ha emborrachado, un porcentaje importante levanta la mano. Además, ahora sienten la aprobación social para contar una borrachera, lo que antes era privilegio del hombre. Antes daba vergüenza contarlo”. “Toman por lo mismo que los hombres: curiosidad, influencia del grupo, sentir mayor autonomía, ser adultos. Pero si nos preguntamos, para qué toman, es distinto. Toman para hacer cosas que sin alcohol, no se atreven. Buscan desinhibirse para establecer vínculos con los hombres. En la adolescencia es muy fuerte el deseo de explorar su cuerpo en relación con el hombre y poner a prueba su capacidad de relacionarse emocionalmente”, dice Canals. Al parecer, el alcohol las ayuda en su búsqueda. “La desinhibición que produce el alcohol les da sensación de libertad: pueden hacer más cosas. Pero, la verdad es que son menos libres porque no quieren ser conscientes de lo que hacen. Como resultado, al día siguiente no sienten culpa, fue por culpa del alcohol, dicen”, explica Sergio Canals.

ALCOHOL Y ADOLESCENCIA

El adolescente tiene un riesgo natural de caer en el alcohol ya que vive una época de exploración del mundo, de la vida, de su sexualidad y busca entretenerse y pasarlo bien. Pero, por dentro no lo pasa tan bien. Entonces, el alcohol, que produce un efecto tranquilizante, de euforia y desinhibición, engancha perfecto con esta etapa. El mundo ofrece a las mujeres modelos femeninos como famosas actrices que tienen una vida sexual precoz, que consumen drogas y alcohol, y que son muy atractivas para ellas pues encarnan la perfección, son bonitas, tienen personalidad… Hagamos lo que ellas hacen. Algunos publicistas interpelan a los adolescentes porque los consideran un mercado importante y saben que mientras antes se les incorpore el hábito, más fácil será que sigan consumiendo cuando adultos. A la vez, en el comercio se les vende alcohol como si fueran adultos, hay bares abiertos, las fiestas se llaman “Hígado valiente”,… “Hay una permisividad legal y una falta de ética al vender una droga a personas que todavía no son adultas, que aún no tienen estructurado su mundo valórico, ideológico y emocional”, afirma Canals. Para tranquilidad de los padres, el Dr. Canals señala que “La mayoría de las adolescentes tiene una vida normal, estudia, no lleva una vida sexual promiscua y cuando se toma una copa, no se emborracha”. Agrega que cuando se trasforman en bebedoras excesivas tampoco lo hacen por “buscar el sentido de la vida y evadir problemas”, como podría suponerse. En su afán de explorar el mundo, quieren llegar al límite de la euforia y de la desinhibición, pero ese límite está muy próximo al punto en que se pierde el control y la memoria. Es muy difícil no pasarse. Y como son muy jóvenes, se les pasa la mano más fácilmente. Mientras más tardío es el consumo hay mayor autocontrol”.

EL DIÁLOGO CON EL PAPÁ ES INSUSTITUIBLE “La mejor prevención es que el papá llegue a la casa y le dé un beso cariñoso a su señora, otro a su hija y no le pregunte cómo le ha ido en el colegio, sino cómo ha estado”, dice el psiquiatra Pablo Egenau en sus charlas. “El vínculo entre el papá y la hija adolescente es fundamental”, agrega Canals y señala cuatro factores que el papá debe considerar para guiar a su hija en la construcción de su identidad, su mundo valórico, y su proyecto de vida.

El triángulo del amor: Querer, quererse y ser querido, que está atravesado por el amor de Dios y hacia Dios. Aquí juega un papel fundamental la autoestima. Si no me quiero, no me siento querido y no puedo querer. Se produce un vacío enorme. Pero el día que descubro que con un trago o una probada de droga eso se me pasa, de ahí a quedarse pegado hay un paso. La religiosidad es un factor muy protector, porque el hijo se siente querido por Dios.

– Construir un proyecto de vida con sentido, es decir tener una motivación para esforzarse y crecer. Que las preguntas de por qué, para qué y por quiénes vivo vayan teniendo respuesta.

– Construir una identidad sólida: Es lo que hace ser diferente a un joven de otro y no dejarse arrastrar por el grupo. Aunque en la adolescencia se está construyendo la identidad, ya se necesita estar contento con lo que se es.

– Mundo valórico: Muchas veces la gente que hace prevención evita decir que es malo consumir alcohol. Pero a esta edad hay que decirlo con todas sus letras. No es malo porque sí, sino porque en la juventud, y por todo lo dicho anteriormente, es muy fácil caer en la adicción, y eso destruye la vida, la libertad y la dignidad. El psiquiatra finaliza asegurando: “En un buen entorno familiar, en que hay estabilidad emocional, valores claros, un mundo con sentido religioso…, hay pocas probabilidades de que el alcoholismo se convierta en un problema”.

Dentro de las señales de alerta que pueden ser indicios de ingestión imprudente de alcohol aparecen:

– Baja en el rendimiento escolar. – Cambios en la conducta que no se explican sólo por estar en la etapa de la adolescencia. – Mentiras reiteradas. – Aislamiento o retraimiento. – Repentinos cambios de ánimo. – Cambio de amistades. – Solicitud excesiva de dinero. – Pérdida de dinero, objetos y prendas de vestir. – Accidentes, moretones o heridas inexplicables.

“ASÍ LA VI YO” (TESTIMONIO MASCULINO)

“Yo estaba con mis amigos cuando llegó ella. Me acuerdo que me saludó de manera muy efusiva. Era súper bonita, la conocí en la semana y me llamó la atención su forma de ser tranquila y femenina. Por eso, desde el minuto en que llegó, me pareció muy extraña. No se despegó de la barra. Llevaba ya dos o tres vasos en el cuerpo y comenzó a gritar, a saltar y a bailar súper vulgar. Atraía a algunos, pero le perdían el respeto. Siguió tomando. Bailaba con sus amigas, empujando y riéndose de manera poco femenina. De pronto se cayó entre gritos y burlas de los que la rodeaban. Las amigas ni se dieron cuenta porque coqueteaban con unos gallos ebrios.

Cuando vi que no podía pararse, la levanté, la tomé en brazos y la saqué de ahí. Tomamos un taxi. Estaba inconsciente y vomitó. La dejé en la puerta de su casa, como si fuera un bulto. Sentí una especie de rechazo, y una gran desilusión. Pero también me dio pena porque el problema no está en el trago, sino en ella. El lunes me saludó como si nada. Y el fin de semana siguiente, increíble, pero la vi igual de borracha”. (alumno de secundaria).