¡Es necesario estudiar!

La mayor parte de las crisis de fe son crisis de ignorancia. El Fundador del Opus Dei dijo en 1974, a los de la Facultad de Teología: La crisis que estamos viviendo es filosófica; lo que falta es sentido común. Si no se les forma la cabeza, si no tienen formación intelectual, me juego el alma. La pereza mental –el no trabajar en serio- es el mejor modo de tener el alma indefensa. Se va uno al infierno por estúpido. Hay que pensar bien, con estructura, pensar cristianamente.

“El hombre vive una vida verdaderamente humana gracias a la cultura (…). La cultura es un modo específico del existir y del ser del hombre (…). La cultura es aquello a través de lo cual el hombre, en cuanto hombre, se hace más hombre, “es” más (…). La nación existe “por” y “para” la cultura. Y así es ella la gran educadora de los hombres para que puedan “ser más” en la comunidad” (San Juan Pablo II, Memoria e identidad, 108-109).

De acuerdo con la UNESCO, Japón tiene el primer lugar mundial, con el 91% de la población, en el desarrollo del hábito de la lectura. En segundo lugar se encuentran Alemania y Francia, con un 67%, y después Estados Unidos, con un 65%. Mientras en México se calcula que únicamente el 4% de la población cultiva el gusto por la lectura.

Miguel Ángel Martí García escribe: “La madurez y la cultura son los dos elementos integradores de una buena relación intrapersonal (consigo mismo). La madurez facilita la serenidad y la objetividad a la hora de hacer cualquier tipo de valoraciones. La cultura posibilita un marco de referencia amplio donde insertar cada una de las cuestiones que se nos presentan en nuestra vida” (La intimidad, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid).

La lectura sirve para ampliar el horizonte cultural. La lectura desarrolla el potencial intelectual de las personas y mejora el uso del lenguaje y la escritura. Nuestra inteligencia desea conocer la verdad. Para ello tenemos la observación, el estudio, la lectura, clases, películas, etc.

Hay que estudiar para saber dar razón de nuestra esperanza. Tener un plan diario de estudio. El prestigio profesional se adquiere con una buena preparación que hay que estar procurando siempre.

Los que han hecho de la Universidad su forma de vida –dice Alejandro Llano[1]– son los que saben que el estudio es el método más adecuado para cambiar la sociedad desde dentro. La sociedad se mejora en el intenso silencio de las bibliotecas, en la atención concentrada de los laboratorios, en el diálogo riguroso y abierto de las aulas, en el servicio solícito de las oficinas y talleres, en la atención delicada y tenaz a los enfermos.

La tarea encomendada es de indagación compartida, cuya finalidad es encontrar lo bueno y lo mejor a través del avance en el conocimiento. Por eso hemos de fomentar una cultura del trabajo, un convencimiento de que el laborar cuidadoso y creativo viene a ser el gran recurso para resolver los graves problemas que la condición humana tiene hoy planteados.

Hay cosas menores que no debemos desdeñar y que forman el tejido de la cotidianeidad profesional. No se trata de propugnar un narcisista repliegue sobre la intimidad privada. Se trata, por el contrario, de redescubrir la competencia ética y social de los ciudadanos comunes y corrientes, cuyas iniciativas creadoras constituyen una fuente de energía que permite avanzar hacia una sociedad más libre y más justa.

“La concentración es el bien, la dispersión es el mal”, decía el pensador americano Ralph Waldo Emerson. Estudiar es concentrarse en torno a focos de interés. Si falta el estudio, la conversación pública se trivializa y se degrada, el ejercicio de las profesiones pierde operatividad y competencia, el carácter moral de las personas queda aislado.

No cabe separar el estudio de la investigación, como si correspondieran respectivamente a una fase pasiva y a una fase activa en el empeño por saber más. Todos hemos de estar al día y de ahondar siempre más en las inagotables vetas de la cultura clásica. Recordemos el lema agustiniano: “Si dices basta, estás perdido”.

Hay un proverbio ruso que evocó Solzhenitsyn, que dice: “Una palabra de verdad vale más que el mundo entero”.

Podemos dedicar al menos 15 minutos a la lectura cultural cada día. Uno de losgrandes males de nuestra época es no tener el hábito de la lectura. Generalmente nuestra vida no nos permite leer mucho, y lo que leemos se refiere al propio trabajo, pero siempre es bueno abrirse horizontes y saber que –como la vida es corta y hay mucho que leer- nuestras lecturas deben de ser selectas. Lo mejor es leer a los clásicos (Homero, Horacio, Cervantes, Shakespeare, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca). Cada uno es responsable de cómo alimenta su inteligencia, con películas, libros, clases…

Horacio, en el siglo I a.C. exponía en su Arte Poética un tópico literario: “prodesse et delectare”, aprovechar y deleitar. Ovidio tenía una máxima semejante: “docere delectando”, enseñar deleitando. Se acuñó al descubrir que las personas aprendían más y mejor si el estudio llevaba cierto deleite. Este tópico podría servirnos a la hora de leer y de dar clases.

En el IPADE piden a los maestros que por cada 2 horas de clase, inviertan 40 horas de estudio. A lo mejor no llegamos a tanto pero sí hay que invertirle tiempo al estudio.

[1] Apertura de Curso 1995-96, Universidad de Navarra.

El efecto bikini en la mente de los hombres

bikini1452046549797El ingeniero francés Louis Réard inventó el bikini. La primera vez que fue lanzado el bikini, ninguna modelo francesa se lo quería poner, así que tuvo que contratar una stipper. Antes de que Réard inventara el bikini las mujeres usaban trajes de baño completos o de dos piezas, pero no enseñaban el ombligo. Se le veía como una prenda sospechosa favorecida por escandalosos estilos mediterráneos. Las mujeres que usaban bikini eran expulsadas de las playas en los años 50.

En un estudio  se encontró que el cerebro de un hombre responde a una mujer con bikini como si estuviera viendo un objeto, no una persona. En otro estudio de Princeton, encontraron que los hombres que veían imágenes de mujeres con bikini, las asociaban con verbos de acción en primera persona como “yo empujo”, “yo tomo”, “yo lo manejo”. Pero cuando veían a una mujer vestida modestamente, la asociaban con verbos de acción en tercera persona, como “ella empuja”, “ella lo toma”, etc. Investigadores del National Geographic concluyeron que las mujeres con bikini inspiran a los hombres verlas como objetos, como algo que puede ser usado, en vez de verlas como alguien con quien se puede conectar. No hay mayor denigración de la mujer que reducirla a cuerpo.  ¿Cómo usas tu belleza? (Fuente: familias.com).

“Me encanta la vulgaridad, el buen gusto es la muerte, la vulgaridad es la vida”. Estas palabras de la diseñadora inglesa de moda, Mary Quant, que se hizo famosa por la invención de la minifalda y los shorts, ponen de manifiesto la revolución de la moda que comenzó en los años sesenta: la vulgaridad. Esta mentalidad es contraria a todo orden y disciplina, así como a toda prohibición.

Una chica llevaba un palmo de vientre al aire. “Visto así porque es mi manera de gritar que necesito que me quieran. Tengo hambre de cariño”, decía. Los seres humanos no queremos a los cuerpos sino a las personas.

Necesitamos crear espacios comunicativos humanos en los que nadie necesite presentarse como un objeto para atraer la atención, en los que nadie se animalice exhibiéndose como cebo para atrapar al depredador.

El famoso psicoterapeuta. Viktor Frankl, se pregunta: “¿Qué es en realidad el ser humano? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración”. Y efectivamente, el hombre no vale por lo que tiene o por lo que es, sino por lo que decide, es decir, por el modo en que usa su libertad.

El tipo de mujer que un hombre prefiere revela el perfil de su alma. El modo de vestirse de una mujer refleja parte de su interioridad. Por eso, cuando el hombre se viste se cubre su cuerpo; cuando la mujer lo hace, descubre su alma.

Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

Papa Francisco anunció el miércoles el establecimiento de un Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

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A través de un Motu Proprio, el Papa Francisco anunció el miércoles el establecimiento de un Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. El Prefecto del nuevo Dicasterio será el irlandés Obispo Kevin Joseph Farrell, quien actualmente se encuentra sirviendo como Obispo de Dallas.

En su Carta Apostólica el Papa expresó que el nuevo Dicasterio será «gobernado por estatutos especiales» y que todas las responsabilidades y funciones de los actuales Consejos Pontificios para los Laicos y por la Familia serán transferidas al nuevo Dicasterio a partir del 1ero. de septiembre. Después de dicha fecha los dos Consejos en cuestión dejarán de existir.

Como una Madre amorosa, escribió el Papa, a lo largo de los siglos la Iglesia ha mostrado su preocupación por los laicos, la familia y la vida, siendo testigo del amor misericordioso de nuestro Señor por la humanidad y queremos asegurar que «las riquezas de Jesucristo sean derramadas apropiadamente y profusamente entre los fieles».

Por este motivo, estamos actuando rápidamente para que «los Dicasterios de la Curia Romana puedan responder a la situación de nuestros tiempos y adaptarnos a las necesidades de la Iglesia universal. En particular, nuestros pensamientos se vuelven hacia los laicos, la familia y la vida, a quienes queremos ofrecer nuestro apoyo y ayuda para que sean testigos activos del Evangelio en nuestros tiempos y signos de la bondad del Señor».

Fuente: News.va