Trabajo y laboriosidad

Características de las personas laboriosas

write-593333_1920

Los pasos que te ayudaran a trabajar con orden, aprovechar mejor tu tiempo y estar siempre disponible para realizar cualquier actividad.

Cualquier persona en constante actividad productiva, llama poderosamente la atención por su dinamismo, ingenio para tener una ocupación y el empeño que tiene por hacer bien las cosas. Esta inquietud tan evidente, no es otra cosa sino el valor de la laboriosidad aplicado en la vida cotidiana, lo cual significa:

Hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias personales.

La persona laboriosa tiene como notas características:

– Especial dedicación para realizar cualquier actividad o trabajo con la mayor perfección posible y concluirlas en el tiempo previsto.

– Hacer cosas que beneficien a los demás en su persona o sus bienes, sea en el hogar, la oficina o la escuela.

– Organización del tiempo para mantener un equilibrio entre el descanso y la actividad, evitando el ocio y la pereza o el activismo.

– Aunque su disposición al trabajo es continua, evita llenarse de actividades para cumplir adecuadamente con todos sus compromisos.

Ahora que hemos recordado los antecedentes del valor de la laboriosidad, conviene detenernos un momento a revisar nuestras actitudes y disposición para vivirlo:

– ¿Sé aprovechar el tiempo y trabajar con intensidad evitando las distracciones voluntarias?

– ¿Procuro terminar mis trabajos cuidando los detalles de presentación, calidad y entrega oportuna?

– ¿Pongo todo el esfuerzo y dedicación en mis labores, aunque no me agraden?

– ¿Qué hago cuando “me sobra tiempo”? ¿me informo, leo, estudio, ayudo a los demás o busco alguna actividad creativa que requiera menor esfuerzo intelectual o físico?

– ¿Utilizo el trabajo o el estudio como excusa para evitar otros compromisos o las obligaciones en casa?

– ¿Organizo mi tiempo, actividades y elementos materiales cada día?

– ¿Descanso lo necesario para recuperar ánimo y energía, sin caer en la pereza y el ocio?

Para hacer de la laboriosidad un valor constante en nuestra vida, puedes tomar como punto de partida las siguiente sugerencias:

– Comienza y termina de trabajar en las horas previstas.

– Termina en orden y de acuerdo a su importancia todo lo que has iniciado: encargos, trabajos, reparaciones, etc.

– Evita dejar las cosas inconclusas, salvo que exista un imprevisto o impedimento grave.

– Cumple con todos tus deberes, aunque no te gusten o impliquen un poco más de esfuerzo.

– Ordena tu material y equipo de trabajo antes de iniciar cualquier actividad. Así evitarás las distracciones.

– Descubre el motivo por lo que no te alcanza el tiempo: falta de organización, pláticas superficiales, demasiadas actividades, pretextos para estar fuera de tu lugar…

– No te limites a “cumplir” con tu trabajo. Busca colaborar con quienes te rodean en el trabajo, la escuela, familiares y amigos.

– Procura que la limpieza y el orden sean el sello característico de tus labores.

– Establece un horario y una agenda de actividades en casa: incluye estudio, descanso, tiempo para cultivar aficiones, convivencia familiar y las obligaciones domésticas o encargos.

– En casa corta el pasto, ayuda a los hijos o hermanos en sus deberes escolares; pon aceite en la puerta que rechina; tira los papeles y cosas inútiles que guardas en tus cajones; ordena tu ropa… Siempre hay mucho que hacer.

– Fija un horario para dormir que te permita descansar debidamente. Tal vez la TV, la lectura, la diversión, etc. se vean afectados, pero es un esfuerzo que vale la pena realizar.

Al mantenernos en constante actividad, adquirimos una mayor capacidad de esfuerzo, nos hacemos más responsables y llevamos una vida con orden; conscientes que la laboriosidad no es un valor para lucirse en un escaparate, sino un medio para ser más productivos, eficientes y participativos en todo lugar.

Artículo originalmente publicado por encuentra.com

La conversión de Johannes

Dejé el Islam porque Jesús predica el amor

El viaje de Irán a Austria le cambió la vida. Pero ¿todas las conversiones que se están produciendo son sinceras?

19 Septembre 2008: Lecture de la Bible.
19 Septembre 2008: Lecture de la Bible.

Un creciente número de refugiados musulmanes en Europa se está convirtiendo al cristianismo, escribía recientemente el diario inglés Guardian (6 junio) en una investigación que supera los confines de la isla británica.

Los números son elocuentes, “según lo que refieren las iglesias”, subrayan. La iglesia católica austriaca ha registrado trescientas peticiones de bautismo de adultos en los primeros tres meses de 2016, y el Instituto para la pastoral del país estima que el 70% de estas peticiones fue realizada por refugiados dispuestos a convertirse.

La congregación de la iglesia de la Trinidad en el suburbio de Steglitz, en Berlín, ha pasado de 150 miembros a los 700 de hoy, y el aumento se debe a los musulmanes convertidos, dice el pastor Gottfried Martens.

Uno de cada cuatro

En Liverpool, entre 100 y 140 personas participan en la misa semanal en lengua farsi, y la mayor parte de ellas son inmigrantes de Irán y Afganistán. Una de cada cuatro, según la investigación realizada por el obispo de Bradford, Toby Howarth, es un converso del islam. La mayor parte de las veces se trata de peticionarios de asilo.

Como atestigua un reciente dossier realizado por la Caritas libanesa, la avanzada del ISIS desencadena la fuga no solo de cristianos sino también de muchos musulmanes que se ponen a salvo de la furia violenta de los fanáticos combatientes del Estado Islámico.

La “estrategia del terror” llevada a cabo por el Califato, provoca tanto miedo a sus víctimas que escapan antes de que lleguen, pero también desencadena un sentido de desprecio hacia estos extremistas que pretenden representar la quintaesencia del Islam. Esa es la razón del alejamiento, una vez a salvo, de la religión que se profesaba.

Derecho a recibir el Evangelio

Cifras oficiales no existen, no hay disponibles estimaciones ni estadísticas, pero no hay duda – y lo constatan las prudentes palabras del Papa Francisco – que muchos de cuantos no conocen a Jesús o lo han rechazado “buscan a Dios secretamente, movidos por la nostalgia de su rostro, también en países de antigua tradición cristiana”. Y “todos tienen el derecho a recibir el Evangelio”. No se trata de imponer “una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bonito, ofrece un banquete deseable” (Il Foglio, 14 junio).

La atracción de que hablaba el Papa es clara en el testimonio de Johannes, un iraní que, también al Guardian, explicó cómo nació (y por qué) su conversión. Nacido en una familia musulmana, se llamaba Sadegh. En la universidad comenzó a hacerse preguntas sobre las raíces del islam y “descubrí que la historia del islam era completamente diversa de cómo la habían aprendido en la escuela. Quizás, pensé, era una religión que se había afirmado con la violencia”.

Pero – son siempre las palabras de Johannes, que ahora vive en Viena – “una religión que mueve los primeros pasos con la violencia no puede llevar a las personas a la libertad y al amor. Jesucristo dijo que quien a espada mata, a espada muere. Esto ha cambiado de verdad mi manera de pensar”. Johannes comenzó su itinerario de conversión en Irán, pero bien pronto se vio obligado a dejar el país.

Conversión bajo “control”

Su “segunda vida” está en Austria, donde obtiene el bautismo y el asilo político. Una conversión auténtica, la de Johannes, que a menudo no se produce en otros refugiados, que utilizan el expediente de la conversión para obtener el asilo.

Precisamente por esto, el año pasado la Conferencia Episcopal austriaca publicó nuevas directrices para los sacerdotes, advirtiendo que muchos refugiados habrían podido intentar entrar en el país a través de la conversión.

“Admitir al bautismo a personas que durante los procedimientos han sido clasificadas cono ‘no creíbles’ comporta una pérdida de credibilidad de la propia iglesia”. Por eso, desde el año 2014 está previsto un periodo de preparación en el que se verifica la voluntad de realizar este paso.

“No estamos interesados en tener cristianos pro forma”, explica Friederike Dostal, que coordina los cursos ad hoc de la archidiócesis de Viena. Por su parte, el pastor protestante Martens, para alejar las dudas sobre se congregación, que bautiza a los musulmanes sólo después de tres meses de catequesis, afirma: “Muchos son atraídos por el mensaje cristiano, que cambia sus vidas”. Añade que de los convertidos, sólo el 10% deja de acudir después a su iglesia.