La Virgen, intacta entre las llamas

Sólo la imagen y sus flores no fueron devoradas por el fuego

El llamativo suceso ocurrido en la base militar de El Goloso

J.L. / ReL 12 agosto 2015

Imagen de la Virgen intacta en la base militar de El Goloso (Madrid)
Imagen de la Virgen intacta en la base militar de El Goloso (Madrid)

Todo ocurrió el pasado 30 de julio en la base militar El Goloso, situada cerca de la ciudad de Madrid. Entre altísimas temperaturas provocadas por la ola de calor que azotaba España esos días se declaró un incendio en el interior de las instalaciones militares que afectó a una parte del campo y del pasto de la base.

Sin embargo, la gran sorpresa de todos los presentes se produjo una vez que las llamas fueron sofocadas. Tal y como ha recogido y confirmado José María Zavala, autor de best-seller como Padre Pío o Así se vence al demonio, el personal de la base fue testigo de un suceso de lo más llamativo y que impresionó a todos los presentes.

Sorpresa entre los testigos
Pese a que las llamas habían calcinado todo el pasto entre lo quemado se erigía intacta una talla de la Virgen María así como las flores que adornaban la imagen. Las llamas ni siquiera se habían acercado. En la imagen se puede apreciar como todo el resto de tierra quemada excepto la zona que rodeaba a María.

Casualidad o no, lo cierto es que esta llamativa estampa de la Virgen dejó boquiabiertos a los presentes. Además, el personal de la base tiene especial devoción a esta talla de la Virgen y aseguran que es muy “especial” a la cual muchos soldados se han encomendado. Incluso, la talla ha participado en algunos actos oficiales en la base militar.

Os dejo de nuevo, amigos, la imagen que sigue dando tanto que hablar. Podéis seguirla en mi facebook Zavala Gasset. pic.twitter.com/rkLWwgiErA

— José María Zavala (@JMZavalaOficial) agosto 4, 2015

La Virgen, intacta en otros sucesos
No es la primera vez que un hecho tan llamativo como este sucede con la Virgen como protagonista. En otras ocasiones han quedado imágenes impactantes de cómo a pesar de fenómenos meteorológicos devastadores que no dejaron piedra sobre piedra la imagen de la Madre de Cristo se erigía firme e intacta entre las ruinas.

Ejemplos son muchos y no hace falta remontarse mucho tiempo atrás. Uno de estos sucesos fue incluso portada de la prensa mundial y fue la gran foto de portada del Wall Street Journal. Ocurrió en 2012 en Estados Unidos al paso del Huracán Sandy. Su pasó por Nueva York y sus alrededores fue completamente devastador. A su paso por el popular barrio de Queens, tradicionalmente católicoel huracán echó abajo numerosos edificios, entre ellos la iglesia. Pero a pesar de que no había nada más que piedras por todos los lados únicamente la Virgen María seguía en pie, completamente intacta.

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Imagen de la Virgen en el barrio neoyorquino de Queens

Un año más tarde en la católica Filipinas ocurrían dos hechos similares, uno incluso más espectacular y cuyas imágenes igualmente dieron la vuelta al mundo. En 2013 el país fue víctima de un terremoto y de un tifón. En ambos casos los destrozos fueron innumerables. Pero las imágenes de las tallas de la Virgen entre los escombros y las montañas de polvo sin que hubieran sufrido ningún daño consoló y animó al pueblo filipino mientras los fotoperiodistas volvían a mostrar al mundo otro hecho insólito y de lo más llamativo.

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Los Briggs, la gran familia: 35 hijos

En la iglesia vieron la foto de un niño maltratado y ahí comenzó todo

Treinta de ellos adoptados y con necesidades especiales

ABC / ReL 13 agosto 2015

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Jeane y Paul Briggs conforman una familia muy numerosa, atípica en el mundo en el que vivimos pero cargada de amor y con la misión de hacer el bien por el mundo. Son una pareja estadounidense que, a lo largo de sus 38 años de matrimonio ha adoptado a 30 niños con toda clase de necesidades especiales y tienen otros cinco hijos biológicos. En total 35 vástagos. Podría pensarse que esa cifra es suficiente para cualquier padre, pero la familia Briggs crece y crece y no parece vislumbrarse el final.

Los Briggs estaban en proceso de adopción de dos bebés de Ghana. Jabin Kofi y John David tienen tres meses y fueron abandonados en el monte y les faltaban varias extremidades. Finalmente uno de los pequeños murió antes de que pudiera ser dado en adopción y sólo uno ha llegado con los Briggs, el número 30.

Tal y como podemos leer en la web adoption.com la aventura de los Briggs comenzó en 1985, cuando, Jeane intentó formar parte de un programa de acogida de menores, tras sufrir un aborto natural. La pretensión de la pareja chocó con la burocracia estadounidense, por lo que la ilusión del matrimonio por aumentar su familia parecía abocada a no ser satisfecha. 

Todo surgió en la iglesia 

Sin embargo, por esa época, según narra BBC Mundo, en el mismo año 1985 Jeane Briggs estaba en la iglesia cuando le mostraron la fotografía de un niño de dos años. Había sido tomada en un orfanato de México. El menor estaba ciego, y lo habían golpeado tanto que tenía todo el cuerpo enyesado. Como consecuencia de la paliza, además de tener las piernas rotas, había sufrido daño cerebral. A vista de esto, los Briggs no tardaron en presentarse en el hospicio mexicano para conocer al niño maltratado. «Cuando lo vi sentí que podía ser nuestro hijo», recuerda la mujer. «Supe de inmediato que debíamos adoptarlo». Pocos meses después, lo hicieron.

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De esta forma, Abraham, que hoy tiene 31 años, se convirtió en el primero de los 30 niños adoptados por este peculiar matrimonio y vive en la casa que la familia posee en Virginia Oeste. Tiene novia y, a pesar de las lesiones sufridas en su infancia, es un talentoso músico que toca el piano, la guitarra y compone su propia música.

Muchos de los niños tienen necesidades especiales

Tras él, a la familia se unieron 29 menores más procedentes de países como Rusia, Ucrania, Bulgaria o Ghana. La mayor parte de ellos sufría algún tipo de problema de salud que dificultaban su adopción. Labio leporino, escoliosis, problemas renales, cáncer, poliomielitis o afecciones cardiacas eran algunos de ellos.

Joseph Briggs, originario del Ucrania del este, tiene 24 años, y cuenta cómo fue abandonado en un hospital nada más nacer. Y cómo fueron sus primeros años en un orfanato. «Tenía labio leporino y el paladar hendido, por lo que me trataban de manera diferente. Todos se reían de mí», cuenta. «Cada año los niños y empleados del hospicio solían ir de vacaciones al Mar Negro y a mí me mandaban al hospital».

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Y la de Andrew es una historia similar. Es ciego y sufrió daño cerebral en Bulgaria, de donde lo adoptaron. Cuando los Briggs lo vieron por primera vez en un hospicio, Andrew tenía cinco años y pesaba 7,5 kilos. 

La odisea para llegar a fin de mes 

Por suerte, Paul Briggs posee un puesto de trabajo bien remunerado que le permite costear los enormes gastos que genera una familia tan extensa —más de 42.000 euros al año solo en comida—. Además, su empresa contribuye con una ayuda de 10.000 dólares —unos 8.100 euros— por cada adopción, cantidad que la pareja emplea en sufragar los numerosos gastos que acarrea este tipo de operaciones.

Con una descendencia tan numerosa, los Briggs se han visto obligados a reformar su vivienda en varias ocasiones. En la actualidad, posee nueve dormitorios y cuenta con una superficie de más de 5.000 metros cuadrados, el doble que el edificio original.

Pero la casa no es sólo un hogar, es también el lugar en el que los niños estudian. Jeane Briggs ha escolarizado a los menores en casa durante casi tres décadas. Cada mañana entre semana los niños se levantan entre las 7:00 y las 7:30, desayunan y se preparan para las lecciones, que empiezan a las 9:00. Parece que el sistema funciona bien, ya que son varios los graduados universitarios entre los Briggs.

Más complicada suele ser la hora de la comida. Jeane Briggs la describe como «una locura». Lo más complicado es dar de comer a más de 30 bocas. Para ello, la familia usa con frecuencia platos y vasos de papel, ya que su sencillo lavavajillas no da abasto, aunque se llene tres veces.

Pero todo esfuerzo merece la pena, dicen. La recompensa es cambiar la vida de niños como Tia, de 18 años, que fue adoptada junto a sus dos hermanas de Ucrania del Este después de que su madre muriera de tuberculosis y su padre fuera asesinado.»Cuando llegué a la casa vi a toneladas de gente corriendo hacia mí para abrazarme», dice Tiarecordando su llegada al hogar de los Briggs. «Estoy tan contenta de estar aquí. No sé qué estaría haciendo si no estuviera aquí, ni siquiera sé si estaría viva». Sin duda todo un ejemplo matrimonial y familiar de amor incondicional.

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