“Derecho al placer”

En algunos documentos de la ONU y en un programa de la SEP se habla del “derecho al placer”. Es un invento que la ONU quiso introducir en la Conferencia de Población Cairo+5 en la Haya,pero no se aceptó. En esa conferencia un joven –asesorado por personal de la ONU- dijo: “Los jóvenes tenemos derecho al placer sexual”. Nadie tiene derechos sexuales en ninguna parte del mundo, ni los adultos ni los jóvenes.

Ahora se habla mucho de los “derechos del niño y del adolescente,” y se le dice a la adolescente que tiene derecho al placer sexual protegido. Lo que no se le dice es que las relaciones sexuales crean vínculos y que, por ese motivo, muchas veces —aunque se evite el embarazo— la persona va a quedar herida y desilusionada cuando esa relación se dé por acabada, sobre todo en el caso de la mujer.

El derecho al placer no existe, desde el punto de vista jurídico. ¿Por qué? porque el Derecho es una sistematización de conductas externas. El Derecho no regula conductas o apetitos internos. Al Derecho no le incumben los actos internos ni las intenciones, a menos de que esas conductas se exterioricen.

El Derecho da facultad a la persona para realizar actos sexuales a cierta edad, con ciertas personas y de cierta manera; pero no faculta a que esos actos sean efectivamente gozosos o placenteros: Es más, no puede exigirlo. No puedo demandar ni pedir indemnización en caso de que falte. Y pasa lo mismo con los placeres de la buena mesa (gastronómicos). El Derecho regula conductas de alteridad, generales. El apetito cambia en cada individuo.

El desear y el apetecer desaparecen en cuanto alcanzan su fin (el placer) y quedan satisfechos. Por eso ni el desear ni el apetecer pueden fundamentar la compañía. Querer es muy distinto al mero desear y diferente al apetecer.

En resumen: si existiera el “derecho al placer”, el Derecho se haría imposible de aplicar; habría una enorme inseguridad jurídica porque sería muy difícil darle gusto a todos y cada uno. Además, el placer tiene límites y no se puede medir.

Cuando la mujer o el hombre cambian el placer por la felicidad, fácilmente caen en la búsqueda de lo instantáneo, se pierde el sentido histórico y sólo se vive el momento. Dice un psiquiatra: “En el instantaneísmo hedonista es tanta la soledad que manifiesta, que asistimos al extrañamiento del yo y a su más completa vacuidad” (A. Polaino-Lorente).

Quien se olvida del ser y opta por el instante de placer acaba por debilitar la realidad. Esta situación es terreno fértil para la soledad despersonalizante. Cada instante es percibido como algo diferente del anterior y distinto del posterior. Esas diferencias entre los diversos instantes, hacen del ser humano un conglomerado de experiencias fugaces, impermeables entre sí y solitarias, que no sólo no sirven para fundar la identidad personal sino que —lo que es peor— contribuyen a su despersonalización.

No obstante, es edificante ver que hay jóvenes que no dependen sólo de sus hormonas, sino que son han logrado un gran autodominio y son señores de sí mismos.

Los términos “derechos sexuales” y “orientación sexual”, lo mismo que la anticoncepción de emergencia no han sido aprobados por las conferencias de la ONU. Esto es lo que tiene más peso a la hora de argumentar con los de la SEP, de la Sría de Salud y con legisladores. Algunas ONGs se mueven como si fuesen términos ya aprobados. Quieren que México sea pionero en este tópico y se adelante a la ONU con esa terminología perversa.

Autor: Moral y Luces

Moral y Luces

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