La píldora abortiva es reversible

Arizona obligará a informar de que la píldora abortiva es reversible: un doctor ha salvado 120 vidas

Actualizado 2 abril 2015 

C.L. / ReL 

El gobernador republicano de Arizona, Doug Ducey, católico de 50 años, casado y padre de tres hijos, que lleva sólo tres meses en el cargo tras ser elegido en noviembre, ha firmado una ley con la que su estado se une a otros 17 en Estados Unidos que se niegan a obligar a que los seguros médicos de las empresas cubran abortos, según el plan diseñado por Barack Obama y que ya ha sufrido varios reveses judiciales.

Además, la ley SB318 obligará a los médicos de los abortorios a informar a las madres de que pueden revertir los efectos de la píldora abortiva RU-486 si se arrepienten de la decisión de tomarla.

El doctor Matthew Harrison ha logrado salvar la vida a 120 embriones cuyas madres querían dar marcha atrás en su aborto.
El doctor Matthew Harrison ha logrado salvar la vida a 120 embriones cuyas madres querían dar marcha atrás en su aborto.

En efecto, el doctor Matthew Harrison diseñó en 2007 un protocolo médico que ha tenido éxito, como relató recientemente Ashley, una joven que tenía 20 años cuando quedó embarazada y, tras decidir abortar mediante la píldora, se dio cuenta de que iba a matar a su hijo y acudió al hospital por si había alguna esperanza de impedir el proceso puesto en marcha en un abortorio dos días antes. El doctor Harrison, que fue quien la atendió, nunca se había encontrado un caso similar, pero llevó a cabo un eficaz «contraataque» farmacológico que salvó la vida del hijo… y la de la madre, angustiada por las consecuencias de lo que había hecho.

doug_ducey

Doug Ducey: un ejemplo de que, cuando de verdad se quiere legislar a favor de la vida, se encuentran las formas y se aprovecha el tiempo para hacerlo.

Arizona se convierte así en el primer estado que obliga a incluir, en el consentimiento informado que firma la madre cuando se le receta la píldora, información sobre su reversibilidad. Se han dado casos de mujeres que acudieron a los abortorios de Planned Parenthood (principal industria del aborto en Estados Unidos) pidiendo detener el proceso, donde les dijeron que la evolución del aborto era irreversible.

No sólo no fue así en el primerizo caso de Ashley, sino que el doctor Harrison ha continuado aplicando su técnica, y son ya más de 120 las vidas que ha salvado, según recoge LifeNews: «Tenemos entre 120 y 130 mujeres cuyos hijos han sobrevivido y están bien, con una tasa de éxito en torno al 60%, lo cual es mucho mejor que si no se hace nada. Espero que esto sirva para dar una oportunidad a la mujer cuando cree que ha cometido un error», explica este médico de Carolina del Norte.

El tratamiento consiste en la administración de dosis de progesterona durante un cierto periodo de tiempo, para contrarrestar el efecto contrario de la RU-486.

Intentaron matar a su hijo sin su consentimiento

Otro caso de éxito fue el de Gipsy Salcedo, una mujer neoyorquina a quienes sus médicos le informaron de que era estéril, y por tanto no utilizaba anticonceptivos en las relaciones con su novio. Pero se quedó embarazada, y al ir al hospital le administraron la píldora «para aliviarle el dolor» sin decirle que se trataba de un abortivo. Minutos después, con la pastilla ya ingerida, se enteró de la realidad, enfrentándose a la enfermera: «¡Yo soy provida! Ustedes me dijeron que no podía tener hijos, pero ¿por qué considera que no quiero tener a mi hijo?». 

Gipsy conocía de la existencia del tratamiento de progesterona y su novio y ella recorrieron Nueva York hasta encontrar un lugar donde se lo aplicaron. El resultado es su hijo Nicholas, que tiene ahora tres meses y crece sin ningún problema.

Más de doscientos médicos respaldan este tratamiento y luchan por que sea cada vez más conocido y esté disponible en mayor número de localidades.

 

Si eras cristiano te disparaban en el sitio

48 horas después, todavía se siguen encontrando estudiantes escondidos

MARÍA RODRÍGUEZ Especial para EL MUNDO

Actualizado: 04/04/2015 18:02 horas

Uno de los familiares es atendido tras saber que uno de sus familiares ha muerto.
Uno de los familiares es atendido tras saber que uno de sus familiares ha muerto.

Tras 16 horas de asedio, después de una de las peores matanzas de la historia de Kenia, de ver como sus compañeros perdían la vida e, incluso, mancharse con su sangre, los supervivientes de Garissa han decidido hablar.

La policía de Kenia sigue estrechando el cerco sobre los autores intelectuales de la masacre que el jueves se cobró la vida de 148 personas en la Universidad de Garissa y anunció hoy la detención de cinco sospechosos, según informaron medios locales. Parece ser que los detenidos tendrías relación con el presunto cerebro del ataque, Mohamed Kuno, un ciudadano natural de Garissa que ha sido vinculado con otras matanzas reivindicadas por el grupo islamista Al Shabab.

Para los estudiantes de Garissa todo empezó a las 5.30 de la mañana del jueves, cuando miembros del grupo terrorista de Al Shabab entraron en las habitaciones después de burlar a los pocos agentes de seguridad que custodiaban el campus de la universidad más importante de la región. «Estábamos dormidos cuando escuchamos varios disparos fuera del albergue», relató Augustine Alanga, estudiante de economía, en una entrevista de radio en BBC Newsday. «Fue horrible, mi vida estaba en peligro. Estaban disparando contra nosotros con munición real. En todas partes del recinto se oían disparos», añadió.

«Todo lo que podía oír eran pisadas y disparos» contó el alumno Collins Wetangula a la agencia de noticias AP. «Nadie gritó porque pensaron que esto llevaría a los pistoleros a donde se encontraban». «Los pistoleros estaban diciendo: ‘Sisi ni al-Shabab [Somos Al Shabab]'», explicó esta estudiante en swahili, lengua local mayoritaria en Kenia.

Otra estudiante declaró que confundió a los hombres armados con la policía. «De repente vi que lanzaban explosivos donde los miembros de la Unión Cristiana estaban rezando», dijo. Fue dentro de los dormitorios donde los estudiantes se dieron cuenta que estaban siendo atacados.

El vicepresidente del sindicato de estudiantes de la Universidad de Garissa explicó a la agencia AP que se estaba preparando para ducharse cuando escuchó los disparos y que, de inmediato, se encerró en una habitación con otros tres estudiantes. Escuchó a los atacantes como iban abriendo las puertas y preguntando a los alumnos si eran musulmanes o cristianos. «Si eras cristiano te disparaban en el sitio», dijo.

Las víctimas cristianas

Hubo estudiantes que intentaron simular que eran musulmanes pero entonces los terroristas les preguntaban acerca del Corán o les obligaban a recitarlo. Otros terroríficos testimonios describieron que los elegidos para morir eran obligados a llamar a sus padres para avisarles de que iban a morir o para que pidieran la retirada de las tropas de Kenia en Somalia.

Precisamente, esto último fue el motivo por el que Al Shabab reivindicó su ataque en territorio keniata. Este grupo terrorista ha matado ya a más de 400 personas en Kenia desde que en 2011 este país decidiera formar parte de una misión de la Unión Africana contra la banda en Somalia, donde nació Al Shabab. El presidente de Kenia,Uhuru Kenyatta, ha subrayado hoy sobre el propósito del grupo Al Shabab que no creará un califato islámico en su país.

«Yo escuché a los asaltantes decir a mis amigos: ‘No os preocupéis nosotros os vamos a matar, pero nosotros también vamos a morir«, explicó Maureen Manyengo, una estudiante de 21 años se escondió en un armario para salvar la vida. Cuatro de los asaltantes habrían hecho estallar sus cinturones con explosivos al final del asedio. «No estaréis a salvo hasta que vuestro presidente retire a los soldados de Somalia», también les escuchó decir Manyengo.

Salias Omosa, de 20 años, también cuenta lo que escuchó decir a los asaltantes: «No tememos a la muerte, será una buena Pascua para nosotros, gritaron los agresores en swahili antes de disparar».

«Estuvieron bromeando mientras mataban a nuestros compañeros», explicaron otros estudiantes. Los hombres armados habrían invitado a algunos de los rehenes a abandonar la universidad pero aquellos que lo intentaron fueron disparados en el momento. «¿Dónde está tu Gobierno ahora, dónde está la policía, dónde están los guardias de seguridad?», gritaban los miembros de Al Shabab a los estudiantes.

El ataque ha puesto a Kenia en alerta máxima y ha asustado a las congregaciones cristianas, horrorizadas por los testimonios de los supervivientes que recuerdan cómo los yihadistas habían separado a cristianos y musulmanes para matar a los primeros.

A pesar de que el peligro que corren los cristianos es real, esta táctica estaría siendo utilizada por Al Shabab como propaganda de sus acciones y para tener más repercusión. Aunque en otras ocasiones, como el ataque al centro comercial Westgate en Nairobi, la capital keniana, no se hizo diferencia entre cristianos y musulmanes al apretar el gatillo.

Llamada a la unidad

Los periódicos locales de Kenia llamaron este viernes a la unidad para no dejar que Al Shabab divida el país y a sus comunidades religiosas.

Después de terminado el asalto a la Universidad de Garissa, los estudiantes aún en estado de shock y traumatizados fueron alojados en un campamento militar que se encuentra cerca de la universidad. A lo largo de esta mañana se les traslado en autobuses hasta Nairobi. La salida de los autobuses se habría retrasado al encontrarse, después de 48 horas, estudiantes aún escondidos en las instalaciones de la universidad.

Sheillah Kigasha, de 20 años, quien también sobrevivió a la masacre de este jueves escondiéndose debajo de la cama aseguró que«cuando consiga salir de este lugar de forma segura no voy a volver nunca».

Pero los kenianos ya no se sienten seguros. «Ninguna cantidad de medidas de precaución o de seguridad estará en condiciones de garantizar su seguridad, impedir otro ataque o evitar otro baño de sangre que se produzcan en sus ciudades», dijo el Al Shabab en un comunicado enviado por correo electrónico a Reuters en la capital somalí.+

La amenaza terrorista aún persiste y el pavor ya se ha contagiado a otros lugares de Kenia.