True Romance

More than 50 years together started with a year apart

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Back in 1962, a logistical issue or two got in the way of Mike Maus dropping on one knee to propose to Coralinn Tuttle.

First, he was stationed in Germany and she was attending college in New Jersey. Maybe he could have popped the question from the only phone on his floor of the bachelor officers’ quarters. But, he recalls, overseas calls cost a nickel a second.

So he wrote her a letter and enclosed an engagement ring.

“He’s very good with letters,” Coralinn says.

“I can write,” says Mike matter-of-factly. “I thought it was a very good letter. I was very much in love. All you had to do was express that and away you went.”

She said yes, obviously, but she wouldn’t put the ring on her finger until she talked to him.

“He could have been out in the field,” she says. “I didn’t really know. It wasn’t instantaneous speaking as we have now. It was leaving a trail of messages.”

There’s something romantic about that, isn’t there? There was no tweeting their engagement to the world. No Facebook posts with a million likes. No texting emoticons to each other. It was just two young people an ocean apart, linked by that letter and dozens of others exchanged during the year.

They’d met a couple of years earlier on a blind date. Mike was a senior at the United States Military Academy at West Point, where Coralinn’s father was dean of the military psychology and leadership department. She was a high school senior.

They were, Mike says, “very much taken with each other.”

After West Point graduation, he stayed in the U.S. for a year to go through airborne, ranger and artillery training school. She began attending Rider College, where he’d drive as often as he could to see her. Then he was transferred to Germany.

As fate would have it, her father received an assignment in Oberammergau, Germany, where the family moved in June 1963. Nepotism rules kept her from working with her dad, so she found a job as a legal secretary with the U.S. Air Force — “happily,” Mike says, “near where I was stationed.”

They married on April 4, 1964, and stayed in Germany for a year, where the first of their three children, Mike’s namesake, was born. Their two daughters, Cynthia and Christine, are Little Rock babies, born in Mike’s home state.

“You can take the boy out of Arkansas,” Coralinn says, “but not for very long.”

Mike left the Army and began working for Southwestern Bell and later AT&T, and was transferred just about as much as Coralinn’s career Army dad had been. The couple lived in Pine Bluff and Little Rock, Ark.; a time or two in Dallas; twice in New Jersey. When Mike retired at age 58, they settled in England.

Then Mike’s dad passed away. His mother and sister were in the Dallas area, so Mike and Coralinn moved back to Texas to be close to them. They settled in McKinney 15 years ago, living in their ninth house since they married. But they don’t exactly stay put. They go to Nuevo Vallarta, Mexico, and to Hawaii for a couple weeks every year. They’ve been all over the world. Next up? Africa for a photographic safari, shooting pictures to add to the 19,000 they’ve shot in the past 15 years.

They also do a lot of volunteer work, primarily at their church. Coralinn attributes their camaraderie and happiness to their stong Catholic faith.

“You have to have faith in God,” she says. “As long as we do good things and make measured decisions, things will be fine. I had breast cancer in 2000. My husband and family and friends and great doctors and the grace of God got us through that.”

Says Mike: “She’s a first-born and I’m a first-born, so there’s a push-pull about who’s in charge.”

“We’ve learned to relinquish times we’re not in charge,” Coralinn says.

Marriage, she says, “takes a lot of love and sincerity.”

“A good sense of humor,” Mike says. “Some tolerance.”

“And faith,” Coralinn says again. “You have to have a lot of faith in the person you’re considering marrying. You have to know he or she has your best interest at heart and loves you more than life itself. You have that hope this is the person you’ll marry for a lifetime. You have enough faith they’ll support you through all things.”

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Relaciones sexuales tempranas

Las relaciones sexuales de los jóvenes solteros, por lo general, no son planeadas y ocurren sin protección, dando como resultado la obtención de una enfermedad de transmisión sexual o embarazos no deseados. En México nacen, al año, 450,000 niños de madres menores de 20 años. El incremento de casos de VIH/SIDA originados en la adolescencia es de casi 32,000 al año[1].

El sentirse atraído físicamente hacia alguien del sexo opuesto, no es sino el primer paso que se ha de vivir para llegar a conocer el verdadero amor, pero fincar una relación en este hecho, es como querer construir una casa sobre arenas movedizas.

        La pureza es la integración de la sexualidad en el dominio del mundo. La pureza personaliza; la impureza cosifica. ¿Qué hay de más impersonal que unas caderas? Cuando el hombre o la mujer buscan eso, no buscan a la persona sino sus dimensiones. Lo que importa entonces del otro no es su yo, sino sus dimensiones. Una persona impura se haceobjeto y hace objeto al “ser amado”.

        La sexualidad bien vivida es tremendamente personalizada. A veces el varón engaña a la mujer con la idea de que entregándose a él va a ser más mujer. Y la mujer, sin darse cuenta quizás, convierte su intimidad en oferta y, finalmente, es desechada si no rectifica.

        El varón es cazador por naturaleza. Imaginemos un cazador que busca venados; los animales le huyen pero de pronto encuentra uno que no se esconde, que más bien se expone. No le cuesta trabajo cazarlo pero esta vez se aburre: fue una pieza demasiado fácil. Al hombre le gustan las conquistas difíciles.

        La pureza permite amar con un corazón recto e indiviso. Justamente porque el sexo es una maravilla se ha de guardar para el matrimonio. 


[1] Registro nacional de casos de SIDA, Dirección adjunta de epidemiología, julio de 1997, México.

Dallas, Texas, EE. UU.

El Opus Dei inicia su Año Mariano dedicado a rezar por las familias

15959605129_42cd1cfc8e_z-300x201Numerosas familias de la capital italiana acudieron el pasado domingo a la basílica de san Eugenio para adorar al Santísimo y pedirle, junto con Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, por todas las familias del mundo. Como es sabido, el Prelado ha convocado un año mariano en el que fieles y cooperadores del Opus Dei rezarán especialmente a la Virgen por las familias, uniéndose de este modo a las intenciones del Papa Francisco.

En su oración ante el Santísimo Sacramento, Mons. Echeverría dijo:  “Hoy, fiesta de la Sagrada Familia, sentimos aún más la cercanía de este Señor nuestro, que ha querido venir a estar entre nosotros por medio de una familia. Ha asumido nuestra naturaleza para que entendamos que podemos santificar todas las circunstancias de la vida, también la vida en familia”.

El Prelado añadió: “Gracias, Señor, porque has querido manifestar tu cercanía a través de este camino, para que no te sintamos lejos. Damos gracias también a María y a José. Tenemos necesidad de dirigirnos a esas dos figuras excelsas: ella, una mujer como todas las mujeres; él, un hombre como todos los hombres. Ambos supieron manifestarte su amor a través de las cosas de la vida ordinaria, que para muchos pueden no tener importancia. Ellos nos han demostrado que todas las actividades nobles pueden convertirse en oración y nos han preparado así un camino para vivir cerca del Señor”.

“Gracias, Señor –ha continuado con su oración el Prelado–, que nos has permitido tocarte, seguirte, como lo permitiste a María y José; gracias porque has querido ser uno de nosotros, Tú que eres perfecto Dios y perfecto Hombre. No te has querido ahorrar ninguna situación que pudiera separarte del hombre. Has querido sufrir el cansancio y la escasez, encontrando la felicidad en una familia pobre”.

“Hoy, siguiendo el deseo del Papa, rezamos por todas las familias del mundo. No se puede ser un católico de verdad si no se ama a los propios padres, hijos, hermanos, cónyuge… Es el camino que nos ha indicado el Señor”.

Además, ha señalado que “es importante que cada día recemos por todas las familias del mundo, y que recemos para que las naciones acojan con pleno derecho esa ley natural que viene de Dios. Que los gobernantes sean justos y no deshagan este gran tesoro que nos ha dado el Señor. De esa manera, la gente será más feliz aunque a veces vivir en familia cueste esfuerzo, viviendo el sacrificio ordinario. Con alegría no queremos ceder en la protección de esta institución proveniente de la ley natural, y rezaremos constantemente por la familia”.

“Ojalá cada uno sienta como propia la responsabilidad de sacar adelante la familia: de nuestra oración, de nuestros sacrificios depende la felicidad de muchas familias del mundo”.

El prelado concluyó así su oración: “También nos dirigimos una vez más a la Virgen para que nos ayude a ser felices en esta familia sobrenatural del Opus Dei -¡que es familia!-. Que el Señor nos enseñe a servir a todas las familias. Que Dios os bendiga”.

Más adelante, recitó ante el Santísimo Sacramento la oración por las familias que el Papa Francisco preparó en torno al reciente Sínodo extraordinario. Dice así:

Jesús, María y José 
en vosotros contemplamos 
el esplendor del verdadero amor, 
a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias 
lugar de comunión y cenáculo de oración, 
auténticas escuelas del Evangelio 
y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios 
de violencia, de cerrazón y división; 
que quien haya sido herido o escandalizado 
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos 
haga tomar conciencia a todos 
del carácter sagrado e inviolable de la familia, 
de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.