«Medjugorje es la tarjeta de visita para conocer a Cristo»

Se convirtió al leer un libro sobre Medjugorje 

Natalia, ex directiva de la SGAE: «Medjugorje es la tarjeta de visita para conocer a Cristo» 

Actualizado 10 diciembre 2013

Jesús García / ReL

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La abogada Natalia Gómez de Enterría llegó a ser la mano derecha de Teddy Bautista en la Sociedad General de Autores (SGAE), en concreto su Directora de Recursos Humanos. Tras una experiencia que llega a atemorizar, incluidas amenazas de muerte, su vida cambió por completo al leer un libro sobre Medjugorje.

Sus éxitos profesionales y un sueldazopudiesen hacernos pensar que su vida era de revista. Fue nombrada Directora de Recursos Humanos en la Sociedad General de Autores y Editores de España, la conocida SGAE. Pero el caramelo que pareció este trabajo resultó estar envenenado. 

Hoy, habiendo despertado de aquella pesadilla, Natalia trabaja en un despacho de abogados y dedica sus pocos ratos libres a llevar peregrinos a Medjugorje, el lugar de la Tierra donde su vida dio un vuelco para bien y, según dice, para siempre. Esta es su historia.

-¿Natalia, como era tu vida antes de conocer Medjugorje?
-Digamos que anodina. Mi vida seguía un guión aparentemente perfecto. Venía de una buena familia, me saqué la carrera de Derecho, me casé… hasta que siendo todavía bastante joven y con dos hijos viví el fracaso de mi matrimonio. Hasta entonces tenía una vida de cuento, pero no era feliz. Yo pasaba por esta vida por pasar, pero estaba muy vacía

-¿Cómo era tu vivencia de la fe?
-Muy tradicional, muy cultural, por costumbre. Yo vengo de una familia católica, como tantas otras de España, pero mi fe no tenía nada de autenticidad. Era una pose, una etiqueta. Yo iba a Misa los domingos porque había que ir y me la pasaba entera distraída, deseando que acabara, sin valorar lo que realmente allí, en el altar, estaba sucediendo.

-¿Consideras un fracaso vital la ruptura de tu matrimonio?
-En cierta manera sí. No por la ruptura del Matrimonio, porque en realidad fue nulo y ahí no hubo Matrimonio, pero sí por la elección que tomamos en su día, y aunque no hubiese Matrimonio, esa es una herida que te marca. Pero también he de decir que la mayor de las alegrías de mi vida han sido y son mis dos hijos.

– ¿Qué sucede en una persona como tú, tradicionalmente católica, cuando se vive una situación tan compleja?
-Que se te mueve todo. Que te das cuenta de que llegas a un punto al que no querías haber llegado y que es un escenario absolutamente desconocido. Tu vida se rompe y te cuestionas si todo lo que te han enseñado en tu vida ha servido para algo.

– ¿Cómo saliste adelante?
-Pues para empezar con el apoyo de mi familia. Ellos siempre me han arropado. Luego, cambiando de trabajo. Me surgió una oportunidad increíble. La de Directora de Recursos Humanos de la Soceidad General de Autores (SGAE), un puesto con un sueldo que ni te cuento.

– Lo que se dice un caramelo.
-Sí, pero estaba envenenado.

-¿En qué sentido?
-A los quince días empecé a ver cosas desagradables que, como no tienes marcha atrás, pues haces como que no pasan y tiras para adelante. Viví una tensión insoportable, porque no me doblegué a ciertas presiones y tras cuatro años allí, de mucha tensión, de mucho agotamiento y de incluso miedo, me despidieron. Ahora todo este asunto está en los juzgados.

-¿Qué se te pasa por la cabeza cuando recibes en el buzón de tu casa amenazas de muerte y cuando te queman el coche?
-Que algo estoy haciendo mal. Que he enfocado mal mi vida. Que ni yo ni mis hijos teníamos necesidad de todo esto. Me pregunto qué es lo que he hecho tan mal para que todo vaya tan mal. Me doy cuenta de que no tengo pareja, de que llevaba cuatro años trabajando como una mula, aguantando una presión brutal y que aparte de haber ganado mucho dinero, a cambio tenía amenazas de muerte en el buzón de mi casa.

-Por decirlo de alguna manera, veías tu vida como un fracaso.
-Sí. Empecé tras las amenazas una época muy mala. Era una pesadilla estando despierta.No comía, no dormía… No vivía, me moría. Toqué fondo.

-¿Estabas molesta con Dios, o con la Iglesia, o algo así?
-No, con Dios no. Con la Iglesia tampoco. Aunque sí que es verdad que una vez, cuando me dieron la nulidad de mi matrimonio, entré en una iglesia y me puse a llorar como una Magdalena. No había Misa en ese momento y la gente me miraba como si estuviese loca o algo así. Nadie se me acercó ni para darme un pañuelo con el que secarme los mocos o preguntarme si me había pasado algo. Yo pensé: “Vaya cristianos de mierda”. Sentí rechazo por aquella gente y me largué de allí. Aquella había sido la última vez que yo había entrado a una iglesia a rezar, y ya hacía años.

-¿No habías rezado nada en ese tiempo que estuviste trabajando en la SGAE?
-Recuerdo que un día sí que escribí una pequeña oración. Cogí un cuaderno, lo abrí por la primera página en blanco que encontré, y escribí: “Dios mío, cámbiame la vida”. Veinte días después me despidieron.

-¿Cómo te sentó el despido?
-Fenomenal. Fue una liberación. Me fui de allí con mi indemnización y todo en regla, con la conciencia tranquila y sabiendo que yo no hice ni más menos que lo que tenía que hacer.

-¿Crees que aquel despido fue la respuesta a tu oración?
-Yo sí que lo pienso. Aunque me sorprende, porque yo no escribí aquella oración con intención de rezar, ni de nada. Fue un desahogo, una frase hecha. Lo que pasa que Dios aprovecha lo poco que le demos para hacerse presente. Así fue.

-¿Cómo lo aprovechó Dios?
-Sembró en mí la inquietud de pasar unos días de descanso en un Monasterio. Yo en la vida había pensado nada igual, y no era tanto por rezar como por descansar, por sacar todo el ruido de mi cabeza unos días. Un buen día, en una librería cualquiera encontré un libro de monjas titulado ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?. Lo leí, me gustó sin más y vi que en la solapa del libro había otro título del mismo autor, y como este me había gustado, también lo compré.

– ¿Cuál era ese libro?
Medjugorje, de la editorial Libros Libres.

– ¿Sabías de qué iba?
-No tenía ni idea de qué podía significar esa palabra. No sabía en donde me estaba metiendo y sin saberlo estaba cambiando mi vida.

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– ¿Qué pasó al leer ese libro?
-Me cambió la vida. Lo devoré. No me duró ni dos sentadas. Me absorbió. Se me metió en la piel, nunca me había pasado. Ese libro emana verdad, sinceridad objetiva, lo que me hizo pensar que quizá también Dios podía tener algo para mí en ese lugar. Obviando las cualidades del autor, en ese libro hay una inspiración de Dios, porque según lo vas leyendo hay algo que trasciende a la letra, que te llama, que te empuja y que te incendia por dentro. A mí, por lo menos, a la vez que lo leía sentía que lo que contaba era cierto y que la Virgen existía, que estaba allí, en Medjugorje, y me llamaba.

-¿Fue Medjugorje -y no me refiero al libro, sino al contenido- definitivo para tu encuentro con Dios?
-Fue muy importante, pero realmente definitivo fue una experiencia de Dios que tuve poco después de leerlo, en Almería. Una experiencia que sé que es de verdad, que pasó, pero que entiendo que haya gente que no se la crea. Dios se hizo presente en mi vida de un modo personal, entre los dos.

-¿Te llamó para cenar o algo así?
-Hablo en serio. Un día que íbamos a la playa subí al coche con mi hermana, mi cuñado y su peque. Mi hermana y su marido estaban alegres y se mostraban muy cariñosos entre ellos, y ahí, al ver cómo se querían, en un momento en que yo estaba muy bien, se me hizo una pena muy grande en el corazón, como una ausencia. La ausencia de alguien que me quisiera y de alguien a quien querer. Me amargó una sensación de soledad, de abandono. En ese momento, yo oí en mi corazón una voz que dijo: “Yo te quiero a ti”.

-Ya. Una voz…
-Sí. Sé que parece una locura, pero fue cierto.

-¿Por qué sabes que fue cierto y no producto de tu imaginación?
-Por dos motivos. El primero, por que lo sentí exactamente igual que siento lo que me dices tú ahora. Yo no tengo ni idea de cómo sucede. Nunca antes me había pasado. Es una frase que viene de fuera y que tú captas, como cuando alguien te dice algo. Pero yo en ese momento no estaba pensando en nada religioso, ni rezando, ni pidiendo a Dios que me dijese que me quisiese. No lo sé explicar mejor.

-¿El segundo motivo por el que lo das por cierto?
-Que me brotó una sonrisa espontáneamente, de oreja a oreja. En ese instante, sé perfectamente que he vivido algo cierto, que ha sido alguien quien me ha dicho eso. Es una certeza extraña a ti. Yo me quedé perpleja, pero al mismo tiempo con la paz que te da la certeza de haber vivido algo y que por tanto, sabes de alguna manera inexplicable, que es cierto. No me lo invento. Yo oí una voz.

-¿Interpretas en ese momento que era la voz de Dios?
-Sí. Con toda certeza. No tuve ninguna duda y además, se vive con mucha paz, por raro que te pueda parecer. No te dan ganas de dar voces, ni de montar un numerito.Sabes que ha sido solo para ti y que se debe quedar en ese momento entre Dios y tú. En medio de esa ausencia, Dios se hizo presencia.

-Así… sin más…
-Mira, ¡yo iba a la playa! Llevaba mi bañador, mi toalla y mi crema para el sol. Iba en el coche, no iba pensando en nada especial. De repente pasa eso y ¡guau! Y nada más. Si lo quieres contar pues bien, y si no quieres, por mí también bien.

-¿Y fuiste a Medjugorje?
-Sí. No tardé mucho en ir. Allí se confirmó todo.

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-¿Qué viviste allí?
-El lunes empezaba un retiro que daba para los españoles un franciscano de la parroquia. Fui y aunque aquello no era muy emotivo, de repente yo empecé a llorar como una fuente. Me di cuenta enseguida de que no había ninguna causa en las palabras de aquel sacerdote para llorar, pero yo empecé y como si  nose fuese a acabar. No paré en hora y media. 

-¿Llorabas de pena? ¿Estabas triste o algo así?
-No fue un llanto de pena, ni de arrepentimientos, ni de dolor, ni de nada. Lloraba sencillamente porque las lágrimas me salían, pero sin ninguna causa conocida ni porque nada de lo que hubiese dicho aquel fraile me hubiese conmovido. No lo entendí, pero bueno. Al salir de aquella sala la gente me miraba como diciendo: “¿Qué le pasará a esta?”

»Salí a toda máquina hacia el Monte de las Apariciones y empecé a rezar. Seguía llorando mientras iba subiendo, tanto que no veía ni las piedras, y en en ese momento de subida, a solas, yo le dije a la Virgen: “¿Por qué me regalas a mí esto?”. Porque lo que me pasaba es que sin saber por qué y sin venir a cuento, yo estaba absolutamente feliz.No había hecho nada para sentirme así y sin embargo, estaba abrumada. Era imposible sentirse mas querida que en ese momento en ninguna parte del mundo, y yo me sentía así. Me sentía llena de amor y repetía: “¿Por qué me das esto? Yo, que he sido tan mierda y que he pasado una vida tan tonta, ¿qué he hecho para que me regaléis esto?”.

-¿A qué te refieres con “esto”?
-A una felicidad interior muy grande. Yo sentía que cada día que pasaba allí me regalaban más cosas. No te sé explicar cuales, pero por ejemplo, lo a gusto que estaba rezando, cada día más. Lo claras que veía las cosas de mi vida. Esta experiencia de la presencia de Dios no paraba de crecer. Llegué entonces a la cima del monte que no sé ni cómo llegué. Yo no veía más allá de mis narices, de verdad, y lloraba sin parar. 

»Me senté a cierta distancia de la imagen que hay allí arriba, en unas piedras. Me intenté relajar y me empecé a acordar de ciertos momentos de mi vida en los que yo había hecho una vida totalmente apartada de la Iglesia, y no me sentí bien. Me acordé también del día aquel que entré en una iglesia llorando y nadie me hizo ni caso y me enfadé. Entonces le empecé a hablar a Jesús. Le dije: “¡Qué cosas haces!”. Le dije eso porque me di cuenta de que aunque nadie me hizo ni caso aquel día, Él sí que me lo hizo.Esto de ahora es tan fuerte que se me ponen los pelos de punta…

-No empieces a llorar ahora, sigue con tu relato…
-Pues estaba diciéndole eso a Jesús, que yo me enfadé porque yo estaba allí, en una iglesia de Madrid, llorando desconsolada y nadie tuvo el detalle de acercarse a mí a darme un pañuelo, a ver si me había pasado algo, a ponerme una mano sobre el hombro y ya está, yjusto en ese momento sentí en mi hombro una mano. Levanté la mirada empapada de lágrimas y vi como pude a un chico, por cierto guapísimo, con unos ojazos. Era italiano, y me dijo: “¡Forza! La Madonna ti ama”. En ese momento, le dije a Dios: “Bien. Ya está. Para o me muero”. Le pedí a Dios que parase. Mi cuerpo no podía asumir nada más. Si Dios me hubiese regalado algo más, mi cuerpo se hubiese roto por algún lado.Le dije: “Señor, ya no más. Basta. Ni me roces. De tanto amor me vas a matar”.

-¿Ese fue el gran punto de inflexión en tu peregrinación?
-Es posible, sí. Yo ya tenía plena conciencia del amor de Dios, y te aseguro una cosa. Es descomunal. Nuestro cuerpo no lo puede asumir. Los cinco días siguientes no paré de llorar. Con mucha calma, no era histerismo ni nada parecido. No lloraba de pena, ni de melancolía, tampoco era de emoción. Era llorar de yo qué sé qué.

-¿Qué pinta Cristo en todo esto?
-Todo esto es Cristo. Todo esto me lo ha dado Cristo. Me lo dio Él en Medjugorje y me lo sigue dando aquí y dónde yo esté. La Virgen María, en Medjugorje, me llevó a Cristo. Lo que hay en Medjugorje es una parroquia en la que viven creyendo que allí, en el Sagrario, está Jesús, vivo. Toda la vida que se derrama de Medjugorje nace de Cristo.

-Aquí en España, ¿dónde encuentras a Cristo?
-Sobre todo en la Eucaristía. Me he dado cuenta que su presencia ahí es tal, que si dos días seguidos no comulgo, me afecta. Estoy triste, me falta algo… Por eso procuro comulgar todos los días.

-Natalia, ¿qué le dirías a la gente que lea este testimonio?
-Que vayan a Medjugorje cuanto antes, antes de que la Virgen deje de aparecerse allí. Tienen que ir. No se lo pueden perder, por favor. Medjugorje es la tarjeta de visita para conocer a Jesús.

Este testimonio se puede leer íntegro en el libro Estamos de vuelta, de la editorial Libros Libres.

www.jesusgarciaescritor.es

«Estamos de vuelta»

Jesús García, en la presentación de «Estamos de vuelta» 

«No sé si la Virgen se aparece o no en Medjugorje, pero sí sé que cuanto sucede allí es bueno» 

Actualizado 18 diciembre 2013 

ReL

La presentación de Estamos de vuelta, el quinto libro del escritor y periodista Jesús García, congregó este martes en el Gran Hotel Velázquez de Madrid a casi doscientas personas. Son las consecuencias de haberse convertido el autor, como destacó en primer término el director de LibrosLibres, Álex Rosal, en uno de los principales autores de bestsellers del libro religioso en España. Un éxito fundamentado en títulos como Esclavos en el paraíso¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? o Medjugorje, el primer libro que, a modo de reportaje periodístico, dedicó a los sucesos que allí acaecen.

Este segundo obedece a otra estructura. Consta denueve entrevistas (un género que García domina) a sendas personas que, o bien encontraron en dicha localidad bosnia a un Dios que estaba ausente de sus vidas, o bien, si ya eran vidas cristianas, las vieron elevadas a un mayor deseo de entrega absoluta a Jesucristo y a María.

Nueve «valientes«
No sé si la Virgen se aparece o no en Medjugorje, pero sí sé que cuanto sucede allí es bueno”, afirmó Jesús. Y añadió que “Medjugorje es para valientes, para gente que está dispuesta a ponerse frente a Dios y dejar que Dios le diga: ¿qué pasa contigo?”.

El autor de Estamos de vuelta dedicó su intervención, precisamente, a recorrer sucintamente el caso de cada uno de sus entrevistados. Uno de ellos es Tamara Falcó, quien iba a estar presente en el acto, aunque razones de última hora se lo impidieron. Ella explica con detalle en el libro su conversión, “una historia muy directa entre ella y Dios”, subrayó García, que se inició con un encuentro casual con la Biblia, libro que la joven califica ahora como el «libro de instrucciones» para su vida.

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Luego Jesús mencionó a su amigo Rafael Lozano, el primero que le metió en el «lío» de peregrinar hasta la antigua Yugoslavia; a Javier Catalán, el hombre que consiguió que ¡la cadena SER! de Trujillo tuviese un espacio semanal de una hora dedicado a la Virgen María; a Irene de Ramiro y su marido Nikola, el serbio ex toxicómano con quien ha vivido una historia de amor digna de la mejor música romántica y «el mejor culebrón», bromeó el autor de Estamos de vuelta; a Eliseo de Gea, el sacerdote que, en el grupo de oración de Medjugorje formado en la cárcel de mujeres de Alcalá de Henares, descubrió una gran verdad, a saber, «la acción de la Virgen en quienes se encomiendan a ella”; a Guillermo Ortea, quien comprendió en Medjugorje que estaba siendo atacado por el demonio por haberse dedicado un tiempo al espiritismo; o a Carlos Ballbé, quien renunció a la posibilidad de jugar en uno de los mejores equipos de hockey sobre hierba del mundo para irse al seminario y –regalo de la Virgen- al final pudo participar con la selección española en los Juegos Olímpicos de Londres… siendo seminarista.

Y, sobre todo, al matrimonio formado por Juan Angoso (“que está en el cielo”) y Malales Canut. “Su historia ha sido el motor de este libro”, quiso destacar García, porque para vencer “la pereza y la desidia” que le invitaban a desistir, “siempre he tenido a Juan en la cabeza y a Malales en el corazón, porque la sonrisa de Malales y el ánimo de Juan me han tatuado el alma”. A él le detectaron un tumor que desapareció en Medjugorje, falleciendo sin embargo a consecuencia de una recidiva un año después de su curación. El relato de su muerte, alegre y citando en el paraíso a todos quienes le rodeaban, fue uno de los momentos impactantes de la tarde-noche.

El broche
En Medjugorje descubres el amor de Dios en forma sensible”, concluyó el autor de Estamos de vuelta, que ha plasmado esa realidad en las historias que incluye el texto. Son historias de gente “a quienes la vida les va aparentemente bien, pero a quienes en el fondo la vida les va muy mal, y es en Medjugorje donde se dan cuenta de lo que les pasa”.

jesus_garciaJesús García remató sus palabras con la misma reflexión de Javier Catalán (sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía) con la que las había abierto: “La presencia de Cristo en la eucaristía es la base de la vida de un cristiano. Yo ya no concibo mi vida sin comulgar a diario y sin hacer ratitos de adoración. Yo entiendo que haya gente que no se lo crea, pero el que dice creerlo, no entiendo que venga a misa como si tal cosa, una vez por semana, y hasta el domingo que viene no vuelva a la eucaristía».

Favores de la Virgen
Cerró el acto la novena protagonistas del libro, Natalia Gómez de Enterría, abogada y ex directiva de la SGAE (recientemente entrevistada por Jesús García para ReL), quien agradece que la Virgen le concediese, contra su “miopía” en la vida, “gafas espirituales con las que ahora veo y siento a Dios y entiendo su Palabra”. 

Natalia narró con detalle su conversión, que tiene su origen, paradójicamente, en el despido que la expulsó de la Sociedad General de Autores. Fue justo después de que ella escribiese en un cuaderno personal, en un momento de confusión y dolor, una frase: “¡Dios mío, cámbiame la vida!” (porque “lo tenía todo pero no era feliz”). Y fue justo antes de que la dirección de dicha organización fuese imputada por las acciones en las que ella se había negado a participar. 

“En Medjugorje entendí que la Virgen estaba viva, que me quería y que me estaba llamando”, prosigió Gómez de Enterría. Contó cómo conoció Medjugorje precisamente al comprar por casualidad el primer libro de Jesús García –a quien no conocía-, y cómo desde entonces quiso ir allí y no paró hasta conseguirlo. 

Natalia relató con detalle su primer viaje, siete días para un retiro donde experimentó toda una serie de fenómenos (del movimiento del sol al don de lágrimas, de las voces interiores a la oración continua) que transformaron su vida. “Allí aprendí a rezar con el corazón. Ya no tengo tanto –azo (cochazo, pisazo, sueldazo), pero ahora soy feliz, mucho más feliz”.

         
 FICHA TÉCNICA    COMPRA ONLINE
 
Título:   Estamos de vuelta   Ocio Hispano
 
Autor:   Jesús García    
 
Editorial:   LibrosLibres    
 
Páginas:   254 páginas    
 
Precio   20,00 €    
 

 

¿Cómo ser feliz? con enfermedades serias y neveras vacías

La familia escolarizada más numerosa de España 

¿Cómo ser feliz? Los Postigo-Pich, con 18 hijos, enfermedades serias y neveras vacías, lo explican

Actualizado 19 diciembre 2013 

P.J.G./ReL 

Rosa Pich-Aguilera, barcelonesa, ha dado a luz a 18 hijos. Ella es la novena de una familia de 16 hermanos. Su marido, José María Postigo, «Chema» para todo el mundo, es el séptimo entre 14 hermanos. 

Las familias numerosas no les asustaban y sabían como organizarse. 

Ella trabaja a tiempo parcial en una empresa de marketing; él, consultor en el sector cárnico. Y a veces, a fin de mes, tienen la nevera vacía. Pero lo que nunca falta en casa es la alegría. 

Los Postigo-Pich son la familia escolarizada más numerosa de España. 

Son católicos entusiastas y «gestores de caos». Se han forjado en el realismo que da la enfermedad y el saberse en las manos de Dios

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Cuando los hijos mueren
Su primera hija, Carmen, murió en verano de 2012, con 22 años. Una pérdida dura, pero según los médicos, cuando nació, le daban 3 años de vida. Rosa lo cuenta así a TeInteresa: “A las pocas horas de nacer tuvieron que llevársela de nuestro lado porque había nacido con una cardiopatía muy severa y debían trasladarla a un hospital con más medios técnicos. Esos primeros días los médicos nos avisaron de que no viviría más de tres años, pero gracias a Dios, con operaciones y marcapasos vivió hasta los 22”, cuenta la madre.

Ya graduada y con un master, el 1 de junio del 2012 acudió a una operación rutinaria de cambio de marcapasos. Su madre le dio un beso, la dejó en el quirófano, se fue a una reunión… y a media mañana Chema le llamaba para explicar que las venas de la joven estaban fallando. Murió 3 días después. 

Rosa y Chema habían perdido muchos años antes otros dos hijos, el segundo y tercero: Javi murió con un año y medio; Montse, a los 10 días de nacer.

Enterramos a dos niños en cuatro meses”, recuerda Rosa. Ellos querían una familia numerosa y ahora muchos les decían que no tuvieran hijos, que nacían con enfermedades del corazón. Pero no se desanimaron.

«Nos liamos la manta a la cabeza y a día de hoy viven quince hijos. Es verdad que tres tienen algún problema de corazón aún, que estamos pendientes de operaciones, pero viven y están todos escolarizados, así que muy contentos”, señala Rosa.

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Esa «manta» liada a la cabeza, como en el atavío de los bandoleros clásicos del siglo XIX, es la fe. 

Tengo una fe vivida, gracias a Dios, porque si no, no hubiésemos podido soportar la muerte de estos dos hijos en cuatro meses. La gente me decía, ‘Rosa, ¿pero no te tirarías por la ventana?’. Pues sí, si no hubiéramos tenido esta fe me hubiera suicidado, pero gracias a Dios que la tengo”.

Como ser feliz…¡con la familia!
Ahora Rosa ha escrito un libro con la idea de ayudar a muchas familias, pero no necesariamente a familias numerosas, sino a cualquier pareja que cometa la audacia de casarse. El libro se llama «Cómo ser feliz con 1,2,3… hijos?» (Ed. Palabra). Y explica que el gran secreto no es la organización, ni el entusiasmo. Es el amor entre los esposos. 

«El secreto para cualquier familia es que los esposos se quieran por encima de todo; eso da seguridad a los hijos y te ahorra muchos problemas», explica a Darío Chimeno en el número de diciembre de la revista Mundo Cristiano. Por eso, uno de los capítulos se titula «Primero papá, primero mamá». 

Rosa escribió el libro al darse cuenta de que, por un lado, muchas personas les preguntaban «¿y cómo os organizáis, cómo vivís?»; por otro lado, a un nivel más formal se daba cuenta de que hablaba de esto en congresos sobre vida familiar en diversos países. Decidió que escribir un libro era la forma más cómoda y eficaz de compartir su «know-how», mejor que viajar por congresos. 

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«Hoy en día los padres hacen carrera universitaria y un master, saben mucho de su trabajo pero de lo de ser padre y madre… pues no, y esto se aprende siendo padre y madre. Pero si tienes un libro de una persona que ha pasado por la experiencia de 18 hijos, te ayuda mucho más”, explicaba a TeInteresa.

“Es un manual de cómo ser feliz basado en el día a día, probado, ya que yo creo quelo he aprendido de mis abuelos, en casa de mis padres… La gente busca la felicidad y no la encuentra. Yo creo que tenemos que aprender que la felicidad está en ese desayuno con tus hijos, en el que se cae el agua, o la leche, y discuten por la última loncha de jamón que luego tienen que repartir entre quince…».

Un poquito de orden, por favor
¿Y lo de la organización? Pues algo hay, por supuesto. Es inevitable en una familia que en algunos meses ha llegado a consumir 1.300 galletas y hasta 240 litros de leche. Algunas medidas: 

1) «Lo que hay es lo que hay, y si se ha gastado, pues se ha gastado. Lo que no vamos a hacer es ir a la compra a buscar el jamón dulce para el bocadillo del niño. Tiraremos de lata de paté, de lata de atún, o de lo que sea…”.

2) Productos «festivos», no: ni Cola Cao, ni Nocilla, ni coca-cola... Resultado: los niños, cuando son invitados a fiestas de amigos, disfrutan de esos productos más que nadie: «Siempre me cuentan, ‘¡mamá, no sabes lo que hemos comido!’. Ellos están felices”.

3) A partir de los 14 años, Rosa y Chema ‘cierran el grifo’ a sus hijos. “No les pago nada. Cada uno se gana su dinero de bolsillo. Durante el curso suelen realizar algunos pequeños trabajos como llevar niños a sus casas porque las madres no pueden, hacen de babysitter, dan clases particulares, o entrenan al equipo de fútbol de los pequeños del cole, y así tienen su dinero para comprarse sus caprichos”.

4) Asamblea familiar de inicio de curso: todos reunidos, con papel y lápiz se apunta qué tareas de la casa tocan a cada uno ese año… “La casa es de todos, y entre todos la cuidamos”

5) Las reuniones de «¿en qué tengo que mejorar?». Se juntan todos una vez en invierno y otra en verano y se marca un objetivo de mejora para cada uno. Por ejemplo, Rosa, que como madre ya tiene 15 hijos a los que mandar, tiene como objetivo no ser «mandona» con su marido. El llorón, que llore sólo una vez al día. La seria, que sonría más. 

6) Comer en familia, una fuente de felicidad. “Es cada día, es una rutina, pero es cuando nos encontramos todos, alrededor de la mesa, en el que nos miramos cada uno a los ojos y yo puedo saber si mis hijos están contentos, si tienen algún problema… Es un momento muy íntimo en el que estamos todos juntos, no cogemos el teléfono y la televisión es un intruso”. 

7) Tener claro que quien educa son los padres, no el Estado. Por eso Rosa anima a colaborar siempre con asociaciones de padres afines, colegios con un ideario afín a la familia, etc… Pide «hacer equipo con otros padres». 

8) Marcarse objetivos de superación: «si no avanzas, vas para atrás; siempre hay que tener metas, y cuando ya lo has conseguido, hay que ir a por otra… No podemos dormirnos, siempre podemos ir mejorando».

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«Hay que tener mucha ilusión y ganas de luchar, y no olvidar que te desgastarás cada día para que los demás vivan más, pero esto da la felicidad que tanto ansía la gente», asegura Rosa.

Y es que por eso el libro se llama «Como ser feliz», porque de eso se trata… «Toda la vida es una lucha feliz por los demás, para servirlos y así ser feliz», añade esta madre animosa.