Juan Pablo II y Garabandal

Actualizado 24 agosto 2013 

En 1993, con motivo de la publicación de su libro “Garabandal. Der Zeigefinger Gottes” (“Garabandal. El dedo de Dios”), el empresario alemán Albrecht Weber hizo llegar aJuan Pablo II un ejemplar que este debió leer con interés a juzgar por la carta que en nombre suyo escribió al autor su secretario personal, monseñor Stanilaus Dziwisz

En la segunda edición de esta obra, aparecida en 2000, figura un fragmento de la carta mecanografiada en alemán y firmada por Dziwisz, que dice así: 

“Que Dios le recompense por todo, especialmente por el profundo amor con el que está difundiendo de forma más amplia los acontecimientos relacionados con Garabandal. Que el mensaje de la Madre de Dios penetre en los corazones antes de que sea demasiado tarde.

“Como una expresión de alegría y gratitud, el Santo Padre le imparte su bendición apostólica”. 

El propio Albrecht Weber declaró luego, a raíz de la respuesta del Vaticano: 

“Es evidente el interés tan profundo que tiene el Santo Padre [Juan Pablo II] por los acontecimientos de Garabandal, así como su preocupación porque se den a conocer de forma creíble”.

Garabandal: la carta del Padre Pío a Conchita

Actualizado 22 agosto 2013 

El documento existe. Es una carta de Fray Pellegrino con un mensaje del Padre Píopara Conchita, la vidente de Garabandal. Curiosamente, la carta está fechada el 22 de agosto pero de 1968, un mes antes de fallecer el santo de Pietrelcina.

Conchita recibió el documento de manos de Fray Bernardino Cennamo, en octubre de aquel año. La entrega se produjo en Lourdes, donde la vidente de Garabandal acudió a la cita acompañada de su madre y del sacerdote Alfred Combe, entre otros.

La carta, traducida al castellano, dice así:

«Convento de Capuchinos S. María delle Grazie.
71013 San Giovanni Rotondo.
Foggia, Italia, Código Postal nº 13/8511

Para Conchita.

El Padre Pío dice: «Pido a la Santísima Virgen que la reconforte [a Conchita] y la guíe hacia la santidad. Yo la bendigo con todo mi corazón».

Fdo. P. Pellegrino».

Por si fuera poco, Fray Cennamo entregó también entonces a Conchita, de parte del Padre Pío, el velo que cubrió el rostro del santo tras su muerte.

A esas alturas, el Padre Pío ya había autentificado las apariciones de Garabandal con motivo de la visita del italoamericano Joe Lomangino a San Giovanni Rotondo, en 1963. 
Lomangino preguntó al capuchino si era cierto que la Virgen se había aparecido a las cuatro niñas en Garabandal, a lo que este respondió que sí.

Tres años después, en enero de 1966, Conchita visitó al Padre Pío en su convento al sur de Italia:

«Recuerdo -declaró ella en una entrevista publicada en 1975- que tenía el crucifijo besado por Nuestra Señora, y que dije al Padre Pío: «Esta es la Cruz besada por la Santísima Virgen. ¿Quisiera besarla?». El Padre Pío tomó entonces el Cristo y lo colocó en la palma de su mano izquierda, sobre el estigma. Tomó entonces mi mano, que colocó sobre el crucifijo, cerrando los dedos de esa mano sobre mi mano; con su mano derecha bendijo mi mano y la cruz…».

Teresa de Calcuta sobre Garabandal

Actualizado 23 agosto 2013 

Beatificada por Juan Pablo II en octubre de 2003, la Madre Teresa de Calcuta era amiga de Conchita, la principal vidente de Garabandal, y madrina de bautismo de su tercera hija.

Cada vez que la fundadora de la Congregación de las Misioneras de la Caridad viajaba a Nueva York, iba a visitar a la vidente de Garabandal, que residía allí con su familia. 

En 1980, siguiendo el consejo de Madre Teresa, Conchita pidió permiso al entonces obispo de Santander, monseñor Juan Antonio del Val, antes de conceder una entrevista a la cadena de televisión británica BBC sobre Garabandal. 

El sacerdote José Ramón García de la Riva, testigo ocular y auricular de unos 200 éxtasis de las cuatro videntes de Garabandal, recuerda esta declaración de Madre Teresaen 1988: 

“Era en 1970, hace 18 años –dijo entonces la futura beata-, cuando oí hablar por primera vez de las apariciones de San Sebastián de Garabandal en España. Algunas veces me parece que hace mucho tiempo y otras que fueron ayer. Desde el principio sentí que los sucesos eran auténticos”. .