El San Bernardo más célebre de todos los tiempos

Barry es sin duda el San Bernardo más célebre de todos los tiempos, cuyas características psíquicas son todavía ejemplares para la raza. Nació en 1.800, justo cuando Napoleón atravesaba el paso con sus tropas. Desde muy joven demostró dotes excepcionales y un pequeño adiestramiento bastó para convertirle en un perfecto perro de salvamento. Su diligencia era extraordinaria y nunca nadie tuvo la necesidad de exhortarle para trabajar. Si con su agudísima sensibilidad advertía que alguien estaba en peligro, nadie podía retenerlo en el hospicio: casi en un estado de trance, guiado por oscuras fuerzas, salía con cualquier tiempo en búsqueda del caminante perdido. A menudo trabajaba solo, como todos los verdaderos perros de socorro, pero si la labor era superior  a sus posibilidades, volvía al hospicio para dar la alarma.

   Cuando en 1.805 realizó el más famoso de sus rescates, ya era célebre en toda Europa. Martino Vincenzi, un trabajador italiano, murió de tisis en Lausana dejando a su mujer y a su hijo de corta edad sin dinero. La mujer decidió volver con sus parientes a Italia. A principios de marzo, atravesaba Martigny y, con el niño colgado en los hombros, como se hacía entonces, exhausta por el largo camino, llegó a Bourg-Saint-Pierre. Aquí intentó encontrar un trabajo para transcurrir allí algunos meses y reponer fuerzas. Pero la gente era pobre y nadie quería cargar con dos bocas que alimentar.

   Le aconsejaron volver a Martigny, pero ella lo rechazó y a la mañana siguiente, a pesar del tiempo amenazador, se encaminó hacia el paso.

Mientras, en el hospicio, el padre Luís, guía de los perros y gran amigo de Barry, al que usa como jefe de la manada, ha ido a realizar la vuelta diaria de inspección. De repente vio aBarry detenerse y con él a los otros perros. poco después oyó, proveniente de las rocas del Becco Nero, un siniestro crujido que, aumentando la intensidad, se convirtió en el ruido de un trueno. en pocos segundos, monje y perros eran sumergidos por una nube blanca mientras caía un alud cien metros delante de ellos. Cuando todo acabó, el padre Luís vio que Barry iba en dirección al alud desapareciendo de su vista. Lo llamó fuertemente, hizo sonar el pito repetidamente hasta que, debido a la amenaza de nuevos aludes o ventiscas, decidió volver al hospicio sin él.

   Cuando explicó al prior lo sucedido, este se asombró porque Barry nunca había sido desobediente; quizá había percibido algún ser humano en dificultad, pero esta hipótesis era descartable ya que muy pocos habrían podido aventurarse en el paso en aquella estación del año. Desgraciadamente ninguna suposición podía tranquilizar a los dos monjes. Siguieron paseando arriba y abajo en el atrio del convento y de vez en cuando abrían la pesada puerta para escrutar el exterior. A las tres de la tarde su tensión aumentó considerablemente y decidieron enviar a algunos hermanos, a pesar de la incipiente tormenta, en busca de Barry. La columna partió pero, después de algunas horas de búsqueda, no consiguieron encontrar ninguna pista del perro. Dos monjes que se dirigían a Cantine de Proz se enteraron allí de que una mujer con un niño, sorda a las llamadas de quien quería retenerla, se había aventurado a través de la pista que, bordeando el glaciar de Balsore, conducía al paso. En ese momento se dieron cuenta de que la mujer debía encontrarse cerca del lugar de caída del alud y que Barry habría sentido su presencia. Pero esto había ocurrido diez horas antes. Mientras la tempestad de nieve se desencadena con toda su furia, en el corazón de la noche, decidieron volver al hospicio a pedir refuerzos para una nueva inspección.

Mientras, a las 11 de la noche, el convento estaba inmerso en el sueño, pero el prior no podía dormirse pensando en lo sucedido. De repente, un lamento que traspasaba el grito de la tormenta lo hizo sobresaltar y oyó unos ruidos retumbar en el vestíbulo de entrada. En la planta baja y, una vez abierto el portón de par en par, vio a Barry, cubierto de nieve, agazapado bajo el muro de protección. El perro emitía un ligero aullido pero permanecía inmóvil. El prior se agachó y vio que tenía un morral en el dorso: de repente se dio cuenta con estupor de que, envuelto en un paño y atado a las correas que poseen todos los perros del hospicio, había un niño desmayado. Transportó enseguida al pequeño al interior pidiendo ayuda. Los monjes le dieron masajes para reanimarlo y después de unos momentos de angustia, el niño abrió los ojos. en ese mismo instante, los hombres que habían estado en Cantine de Proz regresaron. en seguida se entendió que Barry, excavando en el área del alud, había encontrado a la mujer. pero ella, demasiado débil para seguirle, en un esfuerzo desesperado encaminado a salvar al menos la vida de su hijo, se lo había confiado después de haberlo asegurado a las correas del sostén.

   En aquella noche, otra patrulla salió de nuevo guiada por el incansable Barry. Encontró a la madre donde la había dejado: parecía dormir tranquila en su lecho de nieve…

   Otro episodio típico de la psicología de Barry y en el fondo de todos los perros San Bernardo es el que tuvo lugar a principios de marzo de 1.809. aunque el tiempo era pésimo y la temperatura polar, cuatro obreros italianos iban camino de Suiza. Tenían prisa por llegar a Lausane, temiendo que los mejores trabajos se les pudieran escapar. La niebla que caía sobre la montaña no les asustaba, puesto que conocían aquellos parajes como nadie.

   En la cima del Gran San Bernardo, tres monjes patrullaban desde hacía varias horas con los perros. El padre Luís iba con ellos, se sentía cansado y enfermo y el frío húmedo le penetraba en los huesos. Mientras decidía volver al hospicio, vio a Barry detenerse de repente, oler el aire y dirigirse hacia la montaña Morta, donde la nieve parecía una manta impenetrable. Conociendo el infalible instinto del glorioso veterano, le dejó ir e invitó a los hermanos a seguirle con los otros perros. Faltándole la energía para otro reconocimiento permaneció parado, esperando.

   Llegó la noche cuando el grupo, precedido por Barry, encontró a los cuatro italianos que, perdidos en la niebla, después de haber vagado durante mucho tiempo por la montaña, extenuados, estaban uno contra el otro para defenderse del frío. Mientras un monje les confortaba con el licor y los víveres que los perros transportan, el otro corrió al convento para pedir ayuda. En pocos instantes, una nueva patrulla equipada con camillas se puso en camino. Nadie se preocupa por el padre Luís que se había quedado esperando, porque Barry lo habría encontrado y reconducido.

  En efecto, unas horas después, Barry encontró a su conductor que, intentando volver solo al hospicio, se había caído por un barranco rocoso y tenía una pierna rota. Mientras el frío se había hecho más intenso y la montaña se cerraba en un torno de hielo. El perro se estiró cerca del hombre para reanimarle. El padre Luís aferró el barrilito colgado al cuello del animal pero estaba vacío, buscó losvíveres pero no los encontró; su perro no podía ayudarle; dándose cuenta de que le estaba llegando su fin, ordenó a Barry que volviera a casa para pedir ayuda. Cuando apesadumbrado el perro llegó al hospicio, los monjes se dieron cuenta de que las provisiones de Barry habían sido utilizadas para ayudar a los italianos. Inmediatamente siguieron al perro, pero ya era demasiado tarde cuando llegaron de noche, el padre Luís había muerto. El animal se puso cerca de él como para protegerle y no hubo manera de moverle. Hasta el alba, la montaña fue sacudida por sus largos y tristísimos aullidos.

   Barry nunca más aceptó a otro conductor, ni nunca más quiso que le acompañaran otros perros en su trabajo. Los numerosos salvamentos efectuados por él después de 1.809, comprendido el de otro niño, no fueron llevados a cabo por los monjes. Él vagaba solitario como un fantasma incluso cuando la ventisca era más fuerte. Conocía cualquier recodo, cualquier sendero más remoto de la montaña, los mismos monjes, estupefactos, no se atrevían a darle órdenes: se había convertido en un mito.

   Un día lo encontraron cubierto de heridas cerca de un soldado. El hombre semihelado y en delirio, lo había confundido con un lobo apuñalándolo varias veces. Barry, tan ágil como era, habría podido huir fácilmente de los golpes, pero, intentando ayudar al desafortunado soldado, se había quedado cerca de él para calentarle y socorrerle. Los monjes lo transportaron al hospicio.

   El hombre se recuperó y Barry, objeto de numerosos cuidados, sanó, pero ya no fue capaz de realizar una vida activa en la montaña. Con resistencia, el prior lo mandó a Berna con sus amigos, donde vivió durante otros dos años, extraño  a los hombres y a los animales. Era el día 15 de diciembre de 1.812.

   Quien, consciente de su fama, se había dirigido a la capital helvética para verle, lo recuerda como un gran perro inmóvil, desdeñoso, con la cabeza dirigida a sus montañas, en constante espera de la muerte. Murió a finales de 1.814 con casi 15 años y se donó su cuerpo al Museo de Historia Natural de Berna donde fue embalsamado. Hoy, después de más de 180 años, sus restos aun saludan a los visitantes que llegan de todo el mundo para verle.

   Existe toda una literatura sobre Barry y se han realizado estudios profundos para explicar sus facultades casi mesiánicas. Le fue dedicado un monumento en el cementerio de perros de Asnière en París.

   Pero el elogio más pertinente, además del de Henry Bordeaux en la conmovedora novela «La Neige», le fue dado por el escritor y científico Peter Scheitlin (1.779 – 1.848) en la obra «Estudio completo sobre el instinto de los animales»: » El mejor perro no es el que veló a los defensores de Corinto, ni el de Dryde, que con la señal de su amo destruyó a los bandoleros, ni el perro Varsovia que se tiró desde lo alto del puente al río para salvar a una niña, ni el de Montargis, que mató en presencia del rey al asesino de su amo, ni el de Benvenuto Cellini, que le despertó mientras intentaban robarle. No, el mejor perro es Barry, el santo del San Bernardo. Barry es el perro más grande, el animal más grande».

   «Salías del convento con el barrilito en el cuello y caminabas en la tormenta con las insidiosas nieves. Todos los días inspeccionabas la montaña en busca de infelices sepultados por el alud. Solo los desenterrabas y los devolvías a la vida, y, cuando no podías, corrías al convento y pedías ayuda a los monjes. Tú hacías resucitar. Tu ternura era tan comunicativa que el niño desenterrado por ti se dejó llevar al hospicio sin temor agarrado en tu dorso».

   «Salvar a alguien era tu alegría y tú sabías hacerte entender por aquellos a quien socorrías e infundirles confianza y valentía».

   «Muchos hombres deberían aprender de ti».

   «Tú no esperabas a que se te llamara, recordabas sólo tu sagrado deber, como un hombre justo que quiere agradar a Dios. Cuando la niebla o la ventisca se acercaban, tú partías. ¿Qué hubiera sido si Dios te hubiera hecho hombre? Durante 12 años fuiste infatigable, sin esperar agradecimiento. Tuve el honor de conocerte en San Bernardo: con respeto me saqué el sombrero ante ti. Tú jugabas con tus compañeros como un león entre leones, quise acariciarte pero tú refunfuñaste porque no me conocías. Si hubiera sido un infeliz no lo hubieras hecho. Ahora, tu cuerpo embalsamado está en el Museo de Berna. Hizo bien ola ciudad que te hospedó y te mantuvo cuando eras viejo e incapaz de servir a la humanidad».

Prof. Walter Hubber
Direc. Museo Berna
1.917-1.984

  «Quien vea tu cuerpo embalsamado, que se quite el sombrero, que adquiera tu relato y lo ponga en un marco para mostrarlo a sus hijos y les diga: id y haced como este buen samaritano».

el «sacerdote-fantasma» de Missouri

Patrick Dowling es de carne y hueso 

Identificado, tras ocho días de una intriga creciente, el «sacerdote-fantasma» de Missouri 

Actualizado 13 agosto 2013

C.L. / ReL

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Este lunes quedó resuelto, más de una semana después, el misterio del sacerdote que atendió espiritualmente a una joven atrapada en su vehículo accidentado y habría animado en su labor a todo el equipo de rescate. Se trata de Patrick Dowling, sacerdote de la diócesis de Jefferson City, cuyo portavoz desconocía su participación en los hechos cuando fue interrogado al respecto en los primeros días.

Su aparición y desaparición instantáneas, así como el chocante hecho de que no apareciese en ninguna de las casi setenta fotos de la operación de salvamento de Katie Lentz, habían desatado las especulaciones en torno a una intervención sobrenatural. Se habló de un ángel, circularon retratos robot, y todavía unas horas antes de la resolución del enigma se había puesto nombre al «fantasma»: se trataría de fray Lukas Etlin, OSB, un monje benedictino de la cercana abadia de la Concepción… fallecido en 1927 en accidente de coche.

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Pero no: Dowling es un capellán de prisiones de carne y hueso, y particularmente consagrado al apostolado con la población de habla hispana, según explica la agencia CNA(Catholic News Agency), que habló en exclusiva con él. De origen irlandés, fue ordenado sacerdote en 1982 y ha sido misionero en Perú dos veces.

La explicación natural de los hechos
Si pudo llegar hasta el lugar del accidente a pesar de que la carretera estaba cortada, es porque, al conocer la gravedad de la conductora atrapada, en vez de dar la vuelta se acercó cuanto pudo, aparcó y caminó luego hasta el amasijo de hierro en que había quedado convertido el Mercedes de Katie: «Le pregunté al sheriff si podría hacer falta un sacerdote, y en el control me dejaron pasar».

Una vez allí, relata como oró junto a la chica: «Cuando la joven me pidió que orase para que la pierna dejara de dolerle, lo hice. Me rogó que lo hiciese en voz alta y lo cumplí brevemente, porque los rescatadores necesitaban espacio y no les habría gustado que les distrajesen. Me puse a un lado y recé el rosario en silencio hasta que la extrajeron del coche». Según certificaron tanto el jefe de bomberos como el sheriff, el comportamiento de aquel sacerdote a quien nadie de los presentes conocía resultó de gran ayuda para todos, no sólo para Katie.

«Doy gracias a Dios por el excelente y competente rescate que hicieron», dice por su parte Don Patrick, «y les agradezco que me hicieran sentir bienvenido en una situación tan complicada, y me permitiesen ejercer mi ministerio sacerdotal. La policía lo tenía todo bajo control y todo el mundo trabajó con la armonía de un reloj suizo».

El singular momento de la extremaunción

El padre Dowling le administró a Katie la extremaunción (sus lesiones eran muy graves) y le dio la absolución, y rezó todo el rato («como muchas de las personas que estaban allí») pero desmiente que fuese él quien animase al equipo en un momento de dificultad del trabajoso rescate: «No fui yo quien dijo que las máquinas funcionarían bien y conseguirían sacarla del coche. La frase no salió de mis labios, aunque dos personas la oyeron». Reconoce sin embargo que la forma en que sonó esa frase sí introdujo «algo extraordinario o que lo parece en la secuencia de los hechos y coincidió con el momento de la extremaunción». 

Eso, y la cuestión de que no saliese en ninguna de las fotos en las que sí salieron todos los demás, así como su llegada y su marcha rápidas, alimentaron lo que empezaba a ser una pequeña leyenda local. Cuando todo terminó, le dio la mano y las gracias al sheriff y se fue: «Admiro la calma de todos los que colaboraron en el rescate», concluye.

Se desvanece, pues, lo que empezaba a considerarse una hermosa historia de intervención sobrenatural, pero ganamos una hermosa historia de ejercicio de la vocación sacerdotal, en este caso la de Patrick Dowling: estar en los lugares difíciles para acercar las almas a Dios.

«Mística Ciudad de Dios»

Se publica su impresionante «Mística Ciudad de Dios»

Sor María Jesús de Ágreda, la Dama Azul de los indios que evangelizó Nuevo México en bilocación 

Actualizado 14 agosto 2013

Carmelo López-Arias / ReL

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En 1622, una expedición de 26 franciscanos dirigida por fray Alonso de Benavidesse adentró en el territorio de Nuevo México para llevar el Evangelio a apaches, navajos, comanches, xumanas… Esperaban encontrar la hostilidad que ya le había costado la vida a otros religiosos, y sin embargo se vieron recibidos «con grandes demostraciones de devoción y alegría, y hallaron a los indios tan bien catequizados que, sin otra instrucción, pudieron bautizarlos«, cuenta fray José Jiménez Samaniego, general de la orden años después de los hechos.

Ya estaban evangelizados
Habían sido enseñados por una misteriosa Dama Azul (alusión a su hábito), quien siguió haciéndolo durante años y a quien, con el tiempo, los frailes terminaron identificando comoSor María Jesús de Ágreda (1602-1665), ya bien conocida en España por su santidad de vida y sus penitencias, éxtasis y levitaciones. Dos años antes había profesado en el convento de Ágreda (Soria), del que en 1627 fue nombrada priora.

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Cuando, en la iglesita de Isleta, los frailes mostraron a los indios diversos retratos de monjas, todos sin excepción señalaron espontáneamente a Sor María como «la mujer joven y hermosa vestida de azul que les había hablado de Dios».

Una bilocación investigada a fondo
El caso es que la monja, que allí nació y murió, jamás salió de su pueblo ni del claustro en el que había entrado a los dieciséis años cuando ella y toda su familia se constituyeron en congregación franciscana por directa petición divina a la madre de familia.

Ante la patente sobrenaturalidad de la bilocación, pues, el padre Benavides informó a sus superiores en México y el rey Felipe IV, y en 1630 se trasladó a España para conocer a la religiosa y conminarla bajo juramento a decir la verdad. Ella le confirmó que, efectivamente,era llevada por ángeles a países para ella desconocidos a predicar a Jesucristo entre paganos e idólatras y explicarles cómo llegar hasta los sacerdotes que pudiesen bautizarles. Todo ello, sin desatender su vida y obligaciones conventuales, en uno de los casos de bilocación más asombrosos en la historia de las experiencias místicas.

Pero la bilocación de Sor María Jesús de Ágreda, que le concedió Dios precisamente para evangelizar, no la usó solamente en el Nuevo Mundo. En 1626 convirtió a un mahometano encarcelado en Pamplona a quien predicó en su celda rogándole se bautizase. Cuando el musulmán llegó a Ágreda, trasladado por su señor, pidió el primer sacramento y explicó que una misteriosa monja le había introducido en los misterios de la fe. Para comprobar la veracidad de la historia llegó a hacerse, ante notario, una «rueda de monjas», y tres -entre ellas Sor María Jesús- descubrieron su rostro para que señalase a su visitadora, lo cual hizo sin dudarlo en cuanto la vio.

La Inquisición le abrió un proceso en Logroño en 1635 que en diferentes fases duró quince años y se saldó declarándola inocente.

Consejera de Felipe IV
Luego comenzó su largo periodo de relación epistolar con Felipe IV. En 1643, el monarca (a quien la crisis política de 1640 en Portugal y Cataluña había dejado sin su apoyo y valido de la primera parte del reinado, el conde-duque de Olivares), se hallaba dubitativo ante la orientación que imprimir al reino. Visitó a sor María Jesús de Ágreda en el convento.

«Me siento viejo y de poco provecho», le confió, y tras unas horas de trato le rogó que continuaran sus conversaciones por carta. La monja se convirtió en consejera no sólo espiritual, sino también política, del monarca. Aportaba a muchas de las cuestiones que éste sometía a su consideración un gran espíritu de prudencia y sentido común.

Se considera, por ejemplo, que su consejo de buscar la paz en el interior y en el exterior animó al rey a respetar la identidad política de Aragón para resolver el conflicto catalán, y a firmar la Paz de Westfalia en 1648 y la Paz de los Pirineos en 1659 para concluir con la sangría de las guerras europeas.

La Virgen María, mística ciudad de Dios

Y era, además, una gran escritora. Acaba de publicarse una edición asequible de una obra que ha conocido ya 173 ediciones en diez idiomas y figura entre las más importantes piezas de la literatura mística española («poema teológico», lo han llamado)… o de la literatura española, a secas. La Mística ciudad de Dios (Gaudete) de Sor María Jesús de Ágreda, que se publicó póstumamente y fue popularísima durante siglos, llevaba un tiempo ausente de las estanterías y merecía el impulso que le han ofrecido sus editores, convencidos de que «el contenido de esta obra cumbre de la literatura cristiana esinjustamente desconocido hoy por el pueblo de Dios«.

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En particular, señala el director de Gaudete, José Antonio Ullate Fabo, por su estilo, «equilibrado psicológicamente y rigurosamente teológico», y porque, «lejos de melifluos y empalagosos ensimismamientos sentimentales«, la lectura de esta religiosa, cuyo proceso de beatificación se abrió a los pocos años de su muerte, «produce serenidad por la firmeza teológica de la priora concepcionista, por su sentido común y su intimidad con Dios y con la Virgen Santísima».

A ella precisamente (Vida de la Virgen María), desde la Inmaculada Concepción hasta la Encarnación del Verbo -quince años, afirma la religiosa siguiendo la tradición clásica-, está consagrado el primero de los siete libritos que componen la Mística ciudad de Dios. Todos, escritos en un espíritu de reverencia al Altísimo, doctrina de la cual -como le transmitió la Madre de Dios- «el mundo está muy necesitado de esta doctrina, porque no sabe ni tiene debida reverencia al Señor omnipotente; y por esta ignorancia, la audacia de los mortales provoca a la rectitud de Su justicia para afligirlos y oprimirlos y están poseídos de su olvido y oscurecidos con sus tinieblas, sin saber busca el remedio ni atinar con la luz; y esto les viene por faltarles el temor y reverencia que debían temer».

El cuerpo incorrupto de Sor María Jesús de Ágreda se conserva en la iglesia de las concepcionistas de la localidad soriana.
El cuerpo incorrupto de Sor María Jesús de Ágreda se conserva en la iglesia de las concepcionistas de la localidad soriana.

«Exorcismo en Georgia»

El demonio vuelve a las salas de cine 

Zavala avisa: «No sólo en «Exorcismo en Georgia» suceden esas cosas: conozco un caso en España» 

Actualizado 13 agosto 2013

Carmelo López-Arias / ReL

El demonio se ceba con la niña protagonista de la película.
El demonio se ceba con la niña protagonista de la película.

Este miércoles 14 de agosto se estrena en España Exorcismo en Georgia (ver tráiler abajo), dirigida por Tom Elkins y en la que la niña Emily Alyn Lind hace el papel de Heidi Wyrick, la pequeña que empieza a ver, en la casa a la que se ha mudado con sus padres, extraños espectros que se le aparecen y la aterrorizan.

La película está basada en hechos reales sucedidos a la familia Wyrick a partir de febrero de 1989, y que dieron lugar incluso a un documental emitido en 1994, considerándolo como «caso no resuelto».

Le hemos preguntado a José María Zavala, autor de Así se vence al demonio. Hablan los poseídos. Hablan los exorcistas (LibrosLibres), por la pertinencia de los sucesos que relata la película.

-El demonio bajo apariencia de personas muertas, almas en pena asesinadas por un criminal inducido por el Maligno: ¿conoce algún caso similar al que recoge Exorcismo en Georgia?
-No sólo en Georgia, como en la película, suceden estas cosas. En España recuerdo un caso también estremecedor que me relataba el padre Salvador Hernández, exorcista de la diócesis de Cartagena, en Murcia.

-¿Relacionado con algún crimen?
-Cierto día fueron a verle dos hermanas al despacho parroquial. Estaban muy nerviosas y asustadas por lo que sucedía en su casa. Por las noches, oían ruidos de puertas y cajones abrirse y cerrarse solos; con las luces y electrodomésticos sucedía algo parecido. Para colmo, veían la silueta de una mujer desconocida entrar y salir de las habitaciones como Pedro por su casa.

-¿Cuánto tiempo soportaron eso?

-Así llevaban ya varios años, desde la muerte de su madre, sufriendo un sobresalto tras otro y sin poder conciliar el sueño.

-¿Pudo resolverse?
-Don Salvador averiguó finalmente que se trataba de la madre de las dos mujeres, las cuales sólo acertaban a distinguir una silueta femenina borrosa que se paseaba por las habitaciones. El sacerdote supo que ella, en un arrebato de ira y desesperación, había decidido poner fin a su vida ahorcándose en un limonero plantado en el patio. 

-¿Y quería transmitirles algún mensaje?

-Enseguida advirtió a las hijas que el alma de su madre, no pudiendo descansar en paz y arrepentida del pecado cometido, venía a pedirles ayuda y oraciones para poder irse al Cielo. Ofreció varias Misas por su alma y cesaron automáticamente los ruidos y las apariciones.

-¿Es verdad que el supuesto contacto con los muertos puede serlo en realidad con el demonio?
-El demonio aprovecha cualquier rendija que se le abra para penetrar en los cuerpos. La “güija” es una de esas peligrosas ranuras por la que se cuela el Maligno.

-¡Lo dice con mucha certeza…!

-Conozco de primera mano varios casos de posesión diabólica de personas que practicaron con el “tablero parlante” como si fuese un juego de parchís. ¡Ojo con la “güija”! Para colmo de males, se vende con total impunidad en las santerías que proliferan como hongos en España. 

-¿Y por qué este nuevo auge del cine de demonios y exorcismos, si se supone que ya no creemos en esas cosas?
-Curiosa paradoja. Pero es así: hay mucha gente que dice no tener fe o que se declara no practicante, pero cree en la existencia del demonio; otros creen en los fantasmas o en la “magia blanca”, pero en ambos casos se trata del demonio enmascarado. La “magia blanca” no existe. Toda la magia es negra. Diabólica.

-¿Es esto un «asunto de católicos», o interesa a todos?
-Los católicos de verdad saben perfectamente que la existencia del demonio es un dogma de fe contenido en los Evangelios; pero hay otras personas, incluso de otras religiones, que también creen en su existencia por haber escuchado de testigos fidedignos o presenciado casos de posesión diabólica.

-¿Qué la demuestra?
-¿Puede alguien explicarse, si no, cómo una persona casi analfabeta puede hablar en lenguas muertas, proferir horribles blasfemias contra Dios y la Santísima Virgen, o desplegar una fuerza descomunal siendo capaz de levantar incluso por los aires a varios hombres robustos que intentaban sujetarla?

-Ya es un subgénero del terror…
Es obvio también que muchas personas se sienten atraídas por puro morbo; simplemente porque se consideran seguidoras del cine de terror, sin reparar en que están jugando con fuego. 

-Algunas películas presentan al demonio como alguien invencible, o casi. ¿Es esto así?
-El demonio es un ángel caído y, como tal, una criatura superior al hombre. Pero si estamos cerca de Dios, si frecuentamos los sacramentos (sobre todo, la Eucaristía y la Confesión, que equivale a centenares de exorcismos), rezamos el Santo Rosario y veneramos al arcángel San Miguel, patrono de los exorcistas, nos protegemos con una especie de chaleco antibalas contra el que rebotan todos los amarres satánicos y maldiciones del mundo.

-Podemos vencerle, por tanto…

-No olvidemos que Dios es infinitamente poderoso y que ante Nuestra Madre, la Santísima Virgen María, el demonio tiembla.

-¿Han acudido a usted muchas personas desde la publicación de Así se vence al demonio?
-En poco más de un año, desde que salió el libro, centenares de personas de España y de otros países han contacto conmigo a través de correo electrónico para que les pusiese a su vez en manos de un exorcista que les colmase de bendiciones. Personas afectadas en mayor o menor grado por el Maligno. Personas con nombres y apellidos que sufrían en propia carne sus terribles acometidas. Porque no olvidemos que se trata de verdaderas tragedias humanas a las que sólo Dios, por su infinita misericordia, puede transformar en remanso de paz y alegría. 

-Y quienes le escriben, ¿siguen luego su consejo?
-La inmensa mayoría de estas personas se pusieron en manos de exorcistas y hoy viven muy cerca del Señor. Han “vuelto a nacer”, en sus propias palabras. 

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Tráiler de Exorcismo en Georgia