El «samurai de Cristo»

Finaliza la fase diocesana de su beatificación

El «samurai de Cristo»: Ukon Takayama, un señor guerrero admirado por los españoles

Modelo de fidelidad en un mundo de políticas cambiantes, militar que evitaba el derramamiento de sangre, Takayama podría ser el primer japonés en los altares sin pasar por el martirio.

Actualizado 26 agosto 2013

Pablo J. Ginés/ReL

Justo Takayama Ukon fue un guerrero valiente, un gran evangelizador y un político honrado
Justo Takayama Ukon fue un guerrero valiente, un gran evangelizador y un político honrado

Dirigió ejércitos, pero intentó limitar la pérdida de vidas; se trató con los más poderosos, pero se mantuvo siempre independiente a las presiones y fiel a su conciencia. Fue un señor feudal, que prefirió abandonar su feudo a abandonar a su Señor. Recibió un funeral español con honores militares. Y la Iglesia en Japón lo quiere beatificar. 

Un samurai para Cristo

Los obispos japoneses han enviado a Roma el informe de 400 páginas que presenta la figura del samurai y daimio (señor feudal) Takayama Ukon, bautizado a los 12 años, fiel servidor de los shogun Obunaga e Hideyoshi, que unificaron el Japón, y exiliado a los 62 años con otros 300 cristianos en Filipinas, durante la persecución de Tokugawa. 

La Iglesia japonesa querría verlo beatificado en 2015, cuando se cumplen 400 años de su muerte en Filipinas. 

Sería un caso muy especial: hay muchos santos japoneses (42 santos y 393 beatos, incluyendo misioneros europeos), pero son todos mártires que murieron en grupos en distintas persecuciones. Takayama Ukon es distinto porque es un laico, un político, un militar, que llegaría a los altares por la vía de sus virtudes heroicas, no del martirio. 

Murió en 1615 en Manila, de una enfermedad, 10 meses después de llevar a 300 compañeros cristianos perseguidos a la seguridad de Filipinas, que era territorio español. 

«Consideración especial» en el Vaticano

Según el arzobispo de Osaka, Leo Jun Ikenaga, en 2012 escribió a Benedicto XVI presentando esta causa de canonización y asegura que en el Vaticano le prometieron una “consideración especial”. 

Para el postulador de la causa, el padre Kawamura, este daimio puede ser un modelo para los políticos actuales, porque vivió en un entorno hostil, de políticas siempre cambiantes, pero “nunca se dejó extraviar por los que le rodeaban y vivió una vida según su conciencia, de forma persistente, una vida adecuada para un santo, que sigue dando ejemplo a muchos hoy”. 

takayama_cuadro

Un padre con inquietudes profundas

Takayama tenía 12 años cuando trajo al castillo de Sawa a un sacerdote católico, por petición de su padre, el señor Tomoteru, un hombre con inquietudes religiosas, que quería debatir las virtudes del budismo con un sabio cristiano. Era 1564, y habían pasado ya 15 años desde que un barco portugués atracara por primera vez en Japón.

Tomoteru analizó en profundidad y con detenimiento la propuesta cristiana y le gustó, por lo que se bautizó él y su casa: su hijo, el joven Takayama (su nombre real era Hikogoro Shigetomo) recibió como nombre de bautismo el de “Justo”.

Eran tiempos muy turbulentos. Los Takayama fueron fieles a los que resultaron ser los triunfadores de esa época: Oda Nobunaga primero; y cuando éste fue asesinado, Toyotomi Hideyoshi, el gran unificador de Japón. 

Funerales honrosos para vasallos

Al ganar nuevas tierras y vasallos, asombraban a éstos por conceder elaborados funerales con ataúdes, banderas y procesiones a personas que no eran nobles. 

En 1576, con el sacerdote italiano Gnecchi Soldo, Ukon Takayama hizo construir la primera iglesia de Kyoto, que durante 11 años sería un centro misionero de Japón. De ella hoy sólo queda la campana. 

Se entregó como rehén y salvó vidas

En 1578, con 26 años, siendo señor del castillo Takasuki, el joven samurai cristiano dio ejemplo de su temple al encontrarse en una complicada encrucijada. Su hermana era rehén del señor Murashige, que había disgustado al poderoso Nobunaga. Murashige era invitado de Ukon Takayama, pero un ejército de Nobunaga acudió al castillo pidiendo que le entregasen a Murashige. Hiciese lo que hiciese, mucha gente podía morir. 

El joven samurai se afeitó la cabeza, se vistió de monje budista –rituales para expresar humildad y rechazo a la violencia- y se entregó como rehén a Nobunaga. Así evitó el derramamiento de sangre. A éste le impresionó la salida del joven y le premió con su confianza y con títulos. 

Tres años después, Nobunaga era asesinado, y los Takayama apoyaron a su general y heredero, Hideyoshi, con gran valor en combate. Éste premió a Ukon con el feudo de Akashi, donde en poco tiempo 2.000 personas se convirtieron al cristianismo, la fe de su nuevo daimio.

El tirano y la concubina cristiana

Pero en 1587 acabó la tolerancia para el cristianismo en Japón. Hideyoshi no sólo quería un Japón unido, sino absolutamente dominado bajo su poder. Al parecer, una noble chica cristiana se negó a ser una más de sus concubinas, debido a su fe, y eso le enfadó mucho. 

Por esas mismas fechas, un comerciante portugués cuyo barco había sido apresado por los japoneses habló con palabras altaneras a Hideyoshi, asegurando que la flota de guerra portuguesa algún día llegaría a Japón, lo que acabó de enfurecerlo.

El nuevo señor de las islas no quería resistencia alguna, ordenó la expulsión de los misioneros y de todos los extranjeros y presionó a los señores japoneses para que renunciasen a la fe cristiana. Algunos nobles, como Ukon Takayama, podían maniobrar, más o menos, para demorar o esquivar las presiones y proteger a sus vasallos cristianos. 

Prohibición total, paciencia y fe

Pero menos de 30 años después, en 1614, el nuevo shogun Ieyasu Tokugawa lanzó la prohibición total del cristianismo. A los cristianos se les pedía pisotear o escupir a un crucifijo como signo de su abandono de la fe. 

Ukon, con más de 60 años, respondió al shogun: “No voy a luchar con armas o espadas, sólo tendré paciencia y fe de acuerdo con las enseñanzas de mi Señor y Salvador, Jesucristo”. 

Ese año 3 barcos dejaron Japón con cristianos japoneses. Dos iban a la portuguesa Macao. Otro, en el que viajaban Ukon Takayama, su esposa, hija y nietos, y unos 100 laicos japoneses, fue a Manila. 

Dios dice que quien toma la espada se arruina con ella. Formad familias en Filipinas y regresad a Japón como enviados para la paz”, dijo el daimio en el puerto de Nagasaki a su pueblo que se exiliaba con él. 

Su esperanza es que aquellos cristianos volverían a Japón, más numerosos, como un puente entre culturas. Ya no pensaba en ejércitos, sino en algo más poderoso, que vive de generación en generación: pensaba en familias

No podía saber que Japón se iba a cerrar a toda influencia extranjera durante más de 250 años, un fenómeno cultural y político realmente singular en la historia. 

takayama_ukon_estatua

Un samurai entre españoles

En Manila le recibió una multitud de curiosos y los españoles le trataron con todo respeto. Incluso se habló de preparar una expedición militar española a Japón bajo su mando o consejo, pero él se negó.

Murió el 3 de febrero, 40 días después de su llegada a Filipinas, por una enfermedad. Los españoles le honraron con una gran funeral lleno de honores militares.Aquellos exiliados japoneses se fundieron con la población católica filipina rápidamente.

Un legado vivo

En una plaza de Manila se levanta una escultura que recuerda a Ukon Takayama, el “samurai de Dios”, con la cruz en sus manos. 

En Japón los católicos celebran peregrinaciones a los lugares en los que vivió, luchó y rezó.
 Como sucedió con Cristo y suele suceder con los santos cristianos, su mayores victorias las cosechará después de muerto.

 

 

La vida de película del padre Lallemand

Del Congo, al Líbano, Chad… 

Paracaidista de la Legión Extranjera y capellán… la vida de película del padre Lallemand 

Actualizado 25 agosto 2013

Javier Lozano / ReL

14399_el_padre_lallemand_hizo_casi_1_000_saltos

La vida del padre Lallemand es la de un sacerdote que siempre ha vivido al límite, de aquellos que no han dudado en arriesgarlo todo para ayudar al prójimo. Y este espíritu aventurero y amante del riesgo queda más aún de manifiesto al ser el capellán católico de la Legión Extranjera francesa y estar siempre donde están sus chicos. Es uno de sus paracaidistas y ha cuidado durante décadas de las almas de cientos de jóvenesque se enfrentaban a diario a la muerte. Toda una institución en el cuerpo.

Su vida le ha llevado por muchos caminos. Ha visto desde la cara amable de la camarería a tener que cuidar a sus compañeros moribundos y muertos en el campo de batalla. Pero su vida da todavía para mucho más.

Su llegada a la Legión Extranjera 

Este sacerdote es toda una leyenda en la temida Legión Extranjera. Inició su estancia con ellos en 1955 cuando todavía estaba en el Seminario. Ocurrió en Argelia y allí ya pudo ver la dureza de la guerra, tal y como cuenta a Famille Chretienne. Una vez ordenado, su obispo intentó que se quedara en la Diócesis pero este sacerdote tenía claro que su sitio estaba en otro lugar, dando asistencia espiritual a los jóvenes soldados. Fue destinado a varios regimientos y allí los legionarios le dijeron algo de lo que quizás más tarde se arrepintieran. “Si no saltas con los legionarios, no eres digno de ser nuestro capellán”. Nunca dejó de serlo. Desde ese momento, el primero en saltar era el jefe del regimiento y él segundo siempre fue él.

padre-lallemand1Desde aquel salto se sucedieron otros cientos, concretamente 980 saltos más. Según cuenta este sacerdote castrense, muchos de ellos tenían sólo de especial su oración a San Miguel. Otros, sin embargo, fueron muy distintos y fueron marcando su vida. En 1978 saltaron sobre la ciudad congoleña de Kolwezi. Él saltó tras el oficial pero “antes recuerdo especialmente el asombroso silencio de los legionarios.Aterricé sobre un cadáver, los había en todas partes y los perros estaban allí merodeando”, recuerda. Su función fue cuidar de los muertos y darles la dignidad que se merecían. Algo muy duro.

 Beirut, su momento más duro

Pero algo peor estaba por pasar. El puesto de los paracaidistas franceses en Beirut fue víctima de un atentado. Murieron 58 personas. A todas las conocía a la perfección. Se dedicó a desenterrar los cuerpos y a hacer presente la esperanza cristiana en medio de la muerte. Pese a ello, él estaba roto: “¿puedes imaginar a un padre que ve morir a sus hijos?”, se preguntaba. Celebró el funeral en Beirut y desapareció.

De allí fue a dos misiones en Chad donde los franceses debían bloquear la progresión de Gadafi. Aquí se produjo el hecho que más marcaría su vida. En el norte del país descubrió grupos de cristianos hambrientos y harapientos. Eran médicos, maestros, funcionarios que habían nacido en el sur y que habían sido allí enviados y abandonados. Llevaban años sin ver a un sacerdote.

Su amor a los cristianos abandonados en África 

En ese momento el padre Lallemand tomó la decisión de dejar el Ejército y comenzar una nueva vida de servicio a estos cristianos del desierto. Allí consiguió la plenitud en su ministerio pese a las dificultades. “Fui llamado allí por el Espíritu Santo”, recuerda y destaca el entusiasmo de este pequeño grupo de cristianos hambrientos físicamente y también de Dios. A veces no comían en días pero este hecho no le hizo dar marcha atrás.

Diez años estuvo el sacerdote francés en Chad. Esta obra del Espíritu Santo, como la define él, iba creciendo. Poco a poco fueron rehaciendo la comunidad cristiana. Reconstruyeron 20 iglesias y mientras tanto veía florecer los frutos. Empecé con dos fieles bajo un árbol y pronto estábamos 200. Él se movía por bastos territorios para poder atender a todos.“Durante los viajes no tenía ni un momento libre. Los fieles venían con decenas de bautismos y confesiones”, recuerda.

La Adoración, la clave de su vocación

Pero él también necesitaba alimentar su alma. Allí experimentó como nunca la presencia de Jesús en la Eucaristía. África es el lugar “donde descubrí lo que es la soledad y la adoración. Fue la adoración lo que me permitió mantenerme allí”.

En 1996 volvió a Francia. ¿Qué legado mantuvo de ese periodo? Tras esa experiencia de soledad y adoración necesitaba también este alimento en su país por lo que desde entonces pasa tres días cada mes en silencio en el monasterio benedictino de Notre Dame en Ganagobie. Considera que la clave de su vitalidad está precisamente en el Santísimo.

lallemand-legionarios

Su labor quedaba ya dirigida a las nuevas generaciones de legionarios. Muy distintas a las que encontró en el desierto en lo externo pero similares en el interior de su alma: esa búsqueda del amor y la felicidad que sólo Dios puede dar.

Su nueva misión con los jóvenes legionarios 

A cada legionario le regalaba un Nuevo Testamento y les prestaba todo el tiempo del mundo para escuchar sus alegrías pero también sus miedos y frustraciones. “El padre Lallemand es un verdadero padre para nosotros, que de una manera u otra somos huérfanos”, destaca uno de estos legionarios.

Los años han pasado también para él y su vitalidad se dirige ahora a los enfermos  y ancianos así como a tantos compañeros mutilados de la Legión Extranjera a los que sigue acompañando décadas después. “Siempre me he guiado por las palabras del Evangelio: yo era extranjero y me acogisteis”. ¿Y qué opina de su vida como capellán y paracaidista? Su respuesta es muy clara y concisa: “No me arrepiento de nada, nada de nada”.

Juan Pablo II y Garabandal

Actualizado 24 agosto 2013 

En 1993, con motivo de la publicación de su libro “Garabandal. Der Zeigefinger Gottes” (“Garabandal. El dedo de Dios”), el empresario alemán Albrecht Weber hizo llegar aJuan Pablo II un ejemplar que este debió leer con interés a juzgar por la carta que en nombre suyo escribió al autor su secretario personal, monseñor Stanilaus Dziwisz

En la segunda edición de esta obra, aparecida en 2000, figura un fragmento de la carta mecanografiada en alemán y firmada por Dziwisz, que dice así: 

“Que Dios le recompense por todo, especialmente por el profundo amor con el que está difundiendo de forma más amplia los acontecimientos relacionados con Garabandal. Que el mensaje de la Madre de Dios penetre en los corazones antes de que sea demasiado tarde.

“Como una expresión de alegría y gratitud, el Santo Padre le imparte su bendición apostólica”. 

El propio Albrecht Weber declaró luego, a raíz de la respuesta del Vaticano: 

“Es evidente el interés tan profundo que tiene el Santo Padre [Juan Pablo II] por los acontecimientos de Garabandal, así como su preocupación porque se den a conocer de forma creíble”.

Garabandal: la carta del Padre Pío a Conchita

Actualizado 22 agosto 2013 

El documento existe. Es una carta de Fray Pellegrino con un mensaje del Padre Píopara Conchita, la vidente de Garabandal. Curiosamente, la carta está fechada el 22 de agosto pero de 1968, un mes antes de fallecer el santo de Pietrelcina.

Conchita recibió el documento de manos de Fray Bernardino Cennamo, en octubre de aquel año. La entrega se produjo en Lourdes, donde la vidente de Garabandal acudió a la cita acompañada de su madre y del sacerdote Alfred Combe, entre otros.

La carta, traducida al castellano, dice así:

«Convento de Capuchinos S. María delle Grazie.
71013 San Giovanni Rotondo.
Foggia, Italia, Código Postal nº 13/8511

Para Conchita.

El Padre Pío dice: «Pido a la Santísima Virgen que la reconforte [a Conchita] y la guíe hacia la santidad. Yo la bendigo con todo mi corazón».

Fdo. P. Pellegrino».

Por si fuera poco, Fray Cennamo entregó también entonces a Conchita, de parte del Padre Pío, el velo que cubrió el rostro del santo tras su muerte.

A esas alturas, el Padre Pío ya había autentificado las apariciones de Garabandal con motivo de la visita del italoamericano Joe Lomangino a San Giovanni Rotondo, en 1963. 
Lomangino preguntó al capuchino si era cierto que la Virgen se había aparecido a las cuatro niñas en Garabandal, a lo que este respondió que sí.

Tres años después, en enero de 1966, Conchita visitó al Padre Pío en su convento al sur de Italia:

«Recuerdo -declaró ella en una entrevista publicada en 1975- que tenía el crucifijo besado por Nuestra Señora, y que dije al Padre Pío: «Esta es la Cruz besada por la Santísima Virgen. ¿Quisiera besarla?». El Padre Pío tomó entonces el Cristo y lo colocó en la palma de su mano izquierda, sobre el estigma. Tomó entonces mi mano, que colocó sobre el crucifijo, cerrando los dedos de esa mano sobre mi mano; con su mano derecha bendijo mi mano y la cruz…».

Teresa de Calcuta sobre Garabandal

Actualizado 23 agosto 2013 

Beatificada por Juan Pablo II en octubre de 2003, la Madre Teresa de Calcuta era amiga de Conchita, la principal vidente de Garabandal, y madrina de bautismo de su tercera hija.

Cada vez que la fundadora de la Congregación de las Misioneras de la Caridad viajaba a Nueva York, iba a visitar a la vidente de Garabandal, que residía allí con su familia. 

En 1980, siguiendo el consejo de Madre Teresa, Conchita pidió permiso al entonces obispo de Santander, monseñor Juan Antonio del Val, antes de conceder una entrevista a la cadena de televisión británica BBC sobre Garabandal. 

El sacerdote José Ramón García de la Riva, testigo ocular y auricular de unos 200 éxtasis de las cuatro videntes de Garabandal, recuerda esta declaración de Madre Teresaen 1988: 

“Era en 1970, hace 18 años –dijo entonces la futura beata-, cuando oí hablar por primera vez de las apariciones de San Sebastián de Garabandal en España. Algunas veces me parece que hace mucho tiempo y otras que fueron ayer. Desde el principio sentí que los sucesos eran auténticos”. .

Se salvó en el último minuto y por la puerta grande

Borracho, mujeriego… y sacerdote 

Andrés Wouters: un santo que, como Dimas, se salvó en el último minuto y por la puerta grande 

Actualizado 18 agosto 2013

Carmelo López-Arias / ReL

 

Luis Berrueco pintó en 1731 un óleo homenaje a los mártires de Gorcum.
Luis Berrueco pintó en 1731 un óleo homenaje a los mártires de Gorcum.

San Dimas recibió del mismo Jesucristo la certeza de su salvación, al reconocerle como Hijo de Dios en la cruz y pedirle perdón: «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23, 43), escuchóel Buen Ladrón.

También Andrés Wouters redimió una vida de pecado en el último minuto. Y también por la puerta grande, pues recibió la palma del martirio, que lava todas las culpas y garantiza el cielo, asimismo con palabras del Redentor: «Quien pierda su vida por mí, ése la salvará» (Lc 9, 24).

Su historia terminó junto con el resto de los 19 mártires de Gorcum (en la actual Holanda), 19 sacerdotes y religiosos torturados y ahorcados por los calvinistas en 1572 durante una de las revueltas protestantes contra Felipe II y cuya festividad de celebra el 9 de julio.

martires_gorcum

Pero en él había una peculiaridad: no llegó a la palma martirial como resultado de una vida virtuosa que merece de Dios ese premio, sino como última esperanza de salvacióntras haber violentado durante años sus votos sacerdotales.

San Andrés Wouters de Heynoord (1542-1572), beatificado junto con sus compañeros por Clemente X en 1675 y canonizado también con ellos por Pío IX en 1867, formaba parte de la diócesis de Harlem, pero no era precisamente el más miembro más virtuoso de su clero. Borracho y mujeriego, vivía con una concubina y tenía varios hijos, y su obispo había terminado por apartarle de toda función sacerdotal. 

Representación moderna, de L. Williams, de San Andrés Wouters con la soga al cuello y abrazando la palma del martirio.
Representación moderna, de L. Williams, de San Andrés Wouters con la soga al cuello y abrazando la palma del martirio.

Pero, en medio de esa vida dejada de la mano de Dios, seguía con preocupación los acontecimientos que se producían en su país. Los calvinistas, envalentonados con su victoria sobre los luteranos (lucha no menos cruel que la que ambos mantuvieron contra la Iglesia y España), se habían envalentonado en una rebelión contra la Corona. Se llamaron a sí mismos «los mendigos del mar», un eufemismo para su condición de piratas que se refugiaban en las islas próximas a la costa tras las las derrotas que les infligió el Duque de Alba en tierra. Eran «gente desgarrada, rebotada de todos los países, sin otro vínculo que el odio a los papistas y la sed de pillaje», dice el capuchino Lázaro Iriarte.

Política de exterminio
El 1 de abril de 1572, sin embargo, bajo el mando del conde de La Marck, lograron un gran éxito al tomar la ciudad de Brielle, en la desembocadura del Mosa. 

Luego, el 26 de junio, ocuparon Gorcum (Gorinchem), y tras arrasar las iglesias y quemar cuantas imágenes cayeron en sus manos, decidieron deshacerse del clero local, tanto secular como regular.

Capturaron a nueve franciscanos, a dos hermanos legos de su mismo monasterio, al párroco de la ciudad y a su coadjutor, a otro sacerdote y a un agustino director del convento local de su orden. A estos quince se unieron después otros cuatro futuros mártires: un premonstratense; un dominico de una parroquia cercana que, al conocer la detención de los primeros, acudió a administrarles los sacramentos y fue detenido; un norbertino que, tras una vida frívola y en desobediencia a sus superiores, se había reconducido por la buena senda; y (¡sorpresa!) Andrés Wouters.

A todos ellos les conoció bien V.G. Estius (Van Est), quien en 1603 escribió la Historia de los mártires de Gorcum, principal fuente de los hechos. Casi todos los detenidos (ignoramos en este relato algunos religiosos más no citados, que acabaron fallando en la fe) eran religiosos de virtud notable y, cuando no, al menos buenos sacerdotes.

En su puesto en la hora decisiva
Así que no daban crédito cuando se toparon con Wouters, porque su presencia no obedecía tanto al deseo de ayudar, como en el caso del dominico, como a la convicción de que su puesto estaba entre quienes -bien lo sabía- iban a morir por la feSe había entregado voluntariamente, entendiendo que debía expiar su pasado corriendo la misma suerte que quienes habían sido más fieles al sacerdocio que él. «Tal vez había fallado muy a menudo en acomodar su conducta a sus convicciones, pero en la hora de la crisis fue capaz, con la ayuda divina, de poner en práctica una fe que aún era robusta«, explica el jesuita John W. Donohue.

Los religiosos fueron torturados salvajemente en Gorcum y luego, tras desnudarles para mayor humillación, les trasladaron a Brielle. Durante el camino los secuestradorescobraban a la chusma por verles en tan lamentable estado. 

Ejemplos de fidelidad
Durante su suplicio les dieron la oportunidad de salvar su vida: sólo tenían que rechazar el Papado y la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Se encontraron con respuestas como la del párroco Nicolás Poppel: “Yo sufriré voluntariamente la muerte por la fe católica y la creencia de que el Cuerpo y Sangre de Jesucristo están realmente presentes en el Santísima Sacramento, bajo las especies de pan y de vino”. El lego fray Cornelio de Wyk-by-Duurnstende profesó igualmente su fe, aunque de modo más sencillo y con emocionante obediencia religiosa: «Yo creo todo lo que cree mi superior«.

Al franciscano padre Nicolás Pieck, cuando cayó sin sentido después de horas de colgadura de su propio cordón, le aplicaron una llama a oídos, nariz y boca para comprobar si vivía. Llamaron a un médico para curarle, y sus familiares intentaron aprovechar la circunstancia para una fuga, pero él respondió como corresponde al superior del convento: «No aceptaré la libertad si no es conjuntamente con mis religiosos».

Los calvinistas habían recibido órdenes de Guillermo de Orange, cabecilla protestante de la revuelta separatista, para mitigar las represalias, pero los mendigos del mar  hicieron caso omiso. Colgaron a los 19 religiosos y sacerdotes de la viga de un establo, disponiendo la soga de forma que la muerte tardase en llegar. Una vez consumado el crimen el 9 de julio en presencia del almirante Luney, hombre que odiaba a los católicos, les descuartizaron. 

La frase célebre
Sus cuerpos fueron enterrados de mala manera, y sólo cuarenta años después, durante una tregua en la larga guerra de los Países Bajos, pudieron ser recuperados, y descansan hoy en una iglesia franciscana de Bruselas.

Con Andrés Wouters se cebaron especialmente. Conocían su historial, así que era fácil recordárselo en ese trance para reírse de él y vejarle a gusto. Al final terminó soliviantándoles aún más con una frase que se haría célebre: «Fornicador, siempre fui. Pero hereje, nunca«. La fe, unida por fin a la caridad en los instantes postreros de su vida, había mantenido firme un último hilo con Nuestro Señor.

El increíble milagro del Padre Pío

Un pequeño San Giovanni Rotondo de Rumania

El increíble milagro del Padre Pío que llevó a la conversión a toda una parroquia ortodoxa

 14357_victor_tudor__sacerdote_ortodoxo_que_se_convirtio_al_catolicismo

Por intercesión del Padre Pío, la madre de un sacerdote ortodoxo de Rumania quedó curada de un cáncer terminal. Tras este milagro toda la parroquia se convirtió al catolicismo. La obra del santo de Pieltrecina les ha cambiado tanto su vida que pese a las dificultades han hecho una iglesia dedicada al santo y un hospital para enfermos terminales.

Actualizado 19 agosto 2013

Javier Lozano / ReL

El Padre Pío sigue intercediendo por todo el mundo y desde el cielo continúa propiciando milagros de todo tipo. Muchos son ya los testimonios que se conocen sobre el santo de Pieltrecina por todo el mundo, algunos de ellos recogidos en libro  Padre Pío, de José María Zavala.

Sin embargo, en el caso de la familia Tudor  ha propiciado no sólo un milagro físico sino laconversión de cientos de personas al catolicismo y la ilusión de hacer un pequeño San Giovanni Rotondo en el interior de Rumanía, un país con un arraigado pasado comunista y de mayoría ortodoxa.

Víctor, un sacerdote ortodoxo

Víctor Tudor era un sacerdote ortodoxo rumano que no conocía al Padre Pío y que tras la milagrosa curación de su madre de una enfermedad incurable se pasó junto a toda su parroquia a la Iglesia Católica. Pero además, decidió ir más allá y ha conseguido construir a pesar de mil dificultades una iglesia dedicada al santo capuchino así como un hospital para enfermos terminales.

Esta historia se inicia en 2002 cuando diagnosticaron a Lucrecia, madre de Víctor, un cáncer en un pulmón. Los médicos dijeron que no era operable pues había metástasis por lo que la dieron tan sólo unos meses de vida.

El viaje de Lucrecia a Italia

Ante esta situación, el padre Víctor llamó a su hermano Mariano, pintor especializado en iconografía y que vivía en Roma. Con esto esperaba que pudiera conocer a algún médico que pudiera tratar a su madre en Italia. Finalmente, pudo llegar a contactar con uno de los mejores médicos del mundo en su especialidad y éste le dijo que la estudiaría si su madre iba a Roma.

Dicho y hecho. Lucrecia llegó enferma a Italia. Allí le vio el médico que igualmente les dijo que la operación era inútil y que sólo se podía intervenir con unos fármacos para mitigar los terribles dolores.

La madre se quedó un tiempo con su hijo en Roma para que así la pudieran hacer más controles. Mientras tanto, Mariano trabajaba haciendo un mosaico en una iglesia y se llevaba a su madre consigo. Cuando él trabajaba Lucrecia visitaba el templo y veía las imágenes.

El descubrimiento del Padre Pío

lucrecia-tudorPero hubo una que le llamó poderosamente la atención. Estaba situada en una esquina. Era el Padre Pío. La mujer se quedó impresionada y le preguntó a su hijo quién era. Éste le contó brevemente su historia y durante los días siguientes el hijo se percató de que su madre estaba permanentemente sentada frente a la imagen del santo de Pieltrecina. Charlaba con la talla como si una persona se tratase.

Así pasaron los días. Dos semanas después, Lucrecia y su hijo Mariano acudieron al hospital para realizarse una prueba. Pero para sorpresa y estupor de médicos y de ellos mismos, el cáncer terminal que sufría esta mujer rumana había desaparecido completamente.

Esta mujer ortodoxa había pedido la intercesión del Padre Pío y éste había respondido. Este hecho sobrecogió a toda la familia empezando por su hijo Víctor, sacerdote ortodoxo. «La curación milagrosa de mi madre, realizada por el Padre Pío en favor de una mujer ortodoxa, me llamó la atención», reconocía entonces este sacerdote rumano.

La conmoción en la parroquia

Ese personaje hasta entonces desconocido para él le había dejado fascinado. Empezó a leer la vida del Padre Pío y algo en él comenzó a cambiar. Le contó el milagro de su madre a sus parroquianos. Todos se quedaron admirados pues la madre de Víctor era bien conocida por ellos. “Todos conocían a mi madre y sabían que había ido a Italia para intentar una intervención quirúrgica, y que luego había vuelto a casa curada sin que ningún médico la hubiera operado”.

Este milagro transformó no sólo a la familia Tudor sino a toda la comunidad ortodoxa. Cuenta el padre Víctor que poco a poco en su parroquia se empezó a conocer y a amar al Padre Pío. “Leíamos todo lo que encontrábamos sobre él, su santidad  nos conquistaba”.

La conversión al catolicismo

Incluso la cosa iba más allá y otros enfermos de la parroquia recibieron igualmente gracias extraordinarias del Padre Pío. Sin embargo, empezaba a surgir un problema en esta comunidad pues seguían siendo ortodoxos y eran devotos de un santo católico contemporáneo.

Por ello, el padre Víctor y su parroquia con casi 350 personas decidieron hacerse católicos. Hoy pertenecen al rito greco-católico de Rumania. Sus vidas se habían transformado pero al igual que el Padre Pío vivió numerosas dificultades ellos también habrían de experimentarlas a la hora de vivir su nueva fe.

En una reciente entrevista en Padre Pío TV, Víctor Tudor cuenta que tuvieron“numerosas dificultades” para ser católicos pues la conversión en este país ortodoxo con pasado comunista era bastante compleja. Problemas con los políticos, la Policía…

Un nuevo templo en Rumania

Pero no se desanimaron y pese a las trabas decidieron ir incluso más allá y construir una iglesia dedicada al Padre Pío. El templo está ya prácticamente construido y ha sido otro milagro del santo capuchino.

Los fieles, en gran medidas muy humildes, colaboraron en la construcción. Mientras tanto, celebraron misa en la calle pese a las gélidas temperaturas invernales. Y a ello había que sumar las enormes trabas burocráticas. El Padre Víctor, desesperado acudía a su obispo ante tantos problemas y éste siempre le respondía: “esto es de Dios y todas estas cosas se resolverán”. Así, de repente un obispo les pagó el terreno de la iglesia. Iban ocurriendo hechos extraordinarios, que poco a poco favorecían la construcción.

Mientras tanto, el padre Víctor acudió a Roma junto a su hermano para pedir también ayuda para esta iglesia. Allí se encontró con otro obispo al que contó sus problemas. “¿Qué patrón tendrá tu iglesia?”, le preguntó el prelado. Tras responder que el Padre Pío, este obispo sonrió y le tranquilizó diciendo que “el Padre Pío te hará la iglesia él solo”.

El hospital dedicado al santo

Ahora el templo es ya una realidad y para el padre Víctor es otro milagro. “He sentido que el Padre Pío me ha ayudado a mí, a mis fieles y en otros países e iglesias. Es un signo de la fe”, afirma. 

Aún así, este sacerdote rumano no se ha quedado tranquilo y siguiendo los pasos del santo y pidiendo su intercesión ha creado un “pequeño San Giovanni Rotondo” en Rumania trasinstaurar un hospital que atiende a enfermos terminales, gente sin recursos y ancianos abandonados. Las dificultades son enormes y falta el dinero pero Víctor cuenta con la intercesión del Padre Pío. Hasta ahora no ha fallado.

 

 

Estremecedor testimonio

Estremecedor testimonio

Un hombre asiste impotente al aborto de sus dos gemelos aun a pesar de que «Dios había hablado»

Actualizado 18 agosto 2013

C.L. / ReL

14353_algunos_padres_inducen_a_la_madre_a_abortar__otros_intentan_impedirlo__tambien_son_sus_hijos_
Algunos padres inducen a la madre a abortar, otros intentan impedirlo: también son sus hijos

«Entiendo que haya personas con una opinión diferente sobre este asunto. Pero no porque tengas una opinión diferente eso significa que tengas razón«.

El hombre que dejó su testimonio en Facebook(acreditado por distintas organizaciones provida norteamericanas) no se anda por las ramas: «Esto no va de los derechos de la mujer. Esto va de asesinato. Lo he vivido a través del aborto». Muchas mujeres abortan inducidas, incluso coaccionadas, por los padres del niño, ante la indiferencia de feministas y abortistas teóricamente pro choice [pro elección]. Pero también muchos padres varones asisten impotentes a la muerte de hijos que querrían tener. La ley no les pide su opinión. 

Y el caso que nos ocupa es uno de los más estremecedores: «Perdí dos gemelos en aras del ´derecho de la mujer´ a abortar. No tuve nada que decir. Sentí a mis hijos en el momento en el que murieron. Fueron asesinados. La que entonces era mi novia lloró durante meses. Ella también los sintió morir. No se dio cuenta de que había ´asesinado´ a dos niños hasta que estaba hecho. Su dolor fue horrendo. Se convirtió en suicida».

«No estaba preparada»
La mujer había acudido a Planned Parenthood porque era «demasiado joven» y no estaba preparada para tener hijos. ¡Tenía 24 años! No había planificado ser madre. «Es irónico», dice el hombre, «que una persona que no había planificado ser madre acuda a un lugar llamado Paternidad Planificada para que sus hijos sean troceados dentro de su seno y aspirados luego a cachos. A mí eso no me parece ´planificar´».

Le reprocha con acritud a su novia que estuviera ciega a cualquier otra posibilidad. Cuando acudió al abortorio había personas fuera ofreciendo alternativas, mostrando los resultados de un aborto… «Ella ignoró al pequeño grupo de manifestantes. Estaba ejerciendo sus ´derechos´. Era una ´mujer moderna´. Su vida era de ella y nadie más. Nada que ver con unos ´huevos fertilizados´ dentro de sí». Estaba de poco menos de 20 semanas, y la ecografía mostró que eran gemelos.

La noche en la que Dios habló

La noche anterior, hablaron de alternativas. «Yo lloré. Ella lloró. Era una cristiana tibia, creía en Dios en un sentido espiritual, pero no en el Dios de la Biblia. Puse mi mano sobre la suya y luego sobre su vientre, recé y dije: ´Dios mío, guíanos en esta hora negra y confusa.Indícanos la dirección que sólo Tú conoces como la correcta…». 

Y justo entonces sentimos una patadita. Y luego otra. Y otra. Lloré. Ella lloró. ´Dios nos está hablando, ha respondido a nuestras oraciones´. ´Pero ya tengo cita´, dijo ella. Yo le contesté que eso no significaba nada, que Dios nos había hablado. Yo lo sentía así. Ella lo sentía así también. Por primera vez en su vida… sintió a Dios hablándole a ella».

Charlaron hasta la madrugada sobre planes de futuro. «No estoy preparada para ser madre», decía ella. «Nadie lo está», respondía él. «Estoy asustada», insistía. «Como cualquier madre», era la contestación.

Ambos trabajaban y estudiaban, y discutieron sobre cómo harían en adelante para criar a los niños: «El miedo, la ansiedad, la incertidumbre nos llevaron a un desacuerdo y aacostarnos sin hablar, cada uno mirando hacia un lado de la cama«.

La suerte estaba echada
A la mañana siguiente él se levantó para ir a trabajar pensando que las cosas, al final, saldrían bien. Pero entonces ella bajó las escaleras diciendo que iba a hacerlo, y le pidió que la llevase al abortorio. «Intenté razonar con ella y me negué a llevarla. Ella llamó a un taxi. Entonces pensé que si iba en un taxi, lo más probable es que abortara«, cuenta el hombre.

Así que la llevó a Planned Parenthood, para intentar por el camino convencerla. «Ella callaba. Ni una palabra. Miraba por la ventanilla. Era muy terca. Era una ´mujer moderna´,nadie iba a decirle lo que tenía que hacer. Ni yo, ni Dios, ni nadie«.

Aparcó ante la clínica lo más cerca que pudo de los manifestantes, cogió un folleto y se lo dio. Ella se encaminó «impávida y rauda» al centro, fingiendo no escuchar los últimos argumentos de su novio.

Llegaron al control de Planned Parenthood y entraron. «Cogí sus manos y le pedí: Por favor, no lo hagas, piénsalo bien. Luego me dirigí a la persona que nos acompañaba: ´Por favor, no queremos seguir con esto, no maten a nuestros hijos´». Pero su novia se soltó la mano y se metió en el ascensor con la trabajadora del abortorio.

Hace entrada la desesperación
«Me sentí derrotado. Abandoné la clínica, me metí en mi coche y me puse a conducir a demasiada velocidad. Me salté un par de semáforos en rojo. Estaba asustado, enfadado, herido, perdido, todas las emociones me atravesaban. Quería gritar. ¡No podía proteger a mis hijos! ¡Era incapaz de hacer una sola cosa para protegerlos! ¿Dónde estaban mis derechos? ¿Dónde los derechos de esas dos preciosas criaturas? ¿Qué demonios tienen que ver los derechos con el asesinato?».

Cuenta que, de repente, sintió como si explotara la caldera a presión que tenía en la cabeza, y se hizo en ella el silencio: «En el momento en el que mis hijos fueron asesinados, fue como sin un rayo atravesase mi cuerpo. Lo sentí. Supe que algo horrible había sucedido en ese momento. Y ella lo sintió también«.

Frenó, dio media vuelta y a toda prisa volvió al abortorio. Aparcó donde pudo, llamó a la puerta, le abrieron, corrió subiendo las escaleras y preguntó por su novia. «Se está recuperando», le dijeron. Pidió verla, y tras unos minutos «de agonía» le permitieron pasar.

«Estaba llorando. Decía: ´Me equivoqué. Les sentí cuando murieron. Junto con nuestros niños, arrancaron mi corazón´. Ambos lloramos. Ella dijo: ´¡Dios mío, ¿qué he hecho?!Me siento horrible, vacía, como un desierto, como una flor muerta´. Seguí con ella unos minutos, pero necesitábamos aire».

Él bajó a estacionar bien, volvió, y cuando a la joven le dieron el alta, se fueron. «Ella apenas podía sostenerse. ´¿Por qué no escuché? ¿En qué pensaba?´, decía. El dolor emocional era insoportable».

Una reflexión
«Pasó un tiempo entrando y saliendo de hospitales mentales», cuenta el hombre: «Empezó a tomar ansiolíticos y antidepresivos. Aquello arruinó su vida«.

Y plantea una reflexión final: «Cuando tus derechos arruinan tu vida… es que algo mal hay en la ley«.

Pincha aquí para leer el testimonio completo en Facebook (en inglés).

«No será peor que Serena Williams»

La tenista no lo había hecho desde su Primera Comunión

Mara Santangelo, al confesarse en Medjugorje tras su conversión: «No será peor que Serena Williams» 

Actualizado 17 agosto 2013

Antonio Gaspari / Zenit

14345_mara_santangelo_

Al inicio de la película Bella, el protagonista,Eduardo Verástegui, cuenta que su abuela le decía a menudo: «Si quieres hacer reír al Señor cuéntale los proyectos del hombre».

La gloria cercana
Parece una frase hecha a propósito para lo sucedido aMara Santangelo, una tenista italiana, con talento y decisión, quien incluso teniendo un problema en los pies que le hace sufrir cada vez que juega, el 22 de junio del 2005 estuvo a punto de realizar el sueño de su vida: jugar en Wimblendon y ganar a una de las jugadoras más fuertes: la estadounidense Serena Williams.

Sin embargo, precisamente en el mejor momento, después de haber ganado el primer set,los dolores en el pie izquierdo se hacen insoportables, pide permiso para ir al baño, se quita las zapatillas y sus pies son un baño de sangre. Estoicamente, Mara vuelve al campo y juega los dos sets siguientes, pero… no hay partido, ya no consigue apoyar lo pies sin sentir punzadas de dolor.

Su humor es de perros, reza y se lamenta, se dirige a su madre en el cielo, se enfada con el Señor porque parece que la ha abandonado precisamente en el momento más importante. Aun sufriendo en los pies desde nacimiento por una leve malformación, Mara había prometido a su madre que llegaría a Wimbledon y se convertiría en una campeona de tenis.

Otra lesión, y el adiós profesional
No obstante esta decepción, Santangelo sigue adelante y en 2006, junto con Francesca Schiavone, Flavia Pennetta y Roberta Vinci, conquista la Copa Federación. Su punto es decisivo cuando gana a la belga Kirsten Flipkens, llevando a Italia al dos a dos. En el quinto y útlimo partido la campeona Justine Henin se vio obligada a retirarse e Italia gana por primera el torneo.

Santangelo, que tiene ahora 32 años, comenzó a jugar al tenis con 5 años. A los 12 fue convocada al Centro Técnico Federal y siempre ha formado parte del equipo nacional. Profesional de 1998 a 2010, ganó cuatro veces contra las primeras diez del ranking mundial, y sumó 9 torneos en individual y 23 en dobles.

No obstante su capacidad de resistir al dolor, a finales de 2009 Mara debe rendirse. Después de otra lesión, le diagnostican un neuroma de Morton, que implica la eliminación de un nervio. Desde ese momento Mara no podrá jugar más a nivel profesional.

El camino de la fe
En el libro donde cuenta su historia (Te lo prometo: el partido de la vida, la fuerza de la fe, el valor de levantarse, Piemme), Santangelo escribe: «Dejar el tenis ha sido duro. El infortunio que me ha alejado de la victoria y de los campos de juego me ha obligado a combatir el partido más difícil de mi vida. No es un punto, no es un juego, no es un set, no es un partido. Es el camino de la fe que, de repente, después de tanto buscar, me ha iluminado el alma en Medjugorje conduciéndome donde no imaginaba poder llegar».

El libro de Santangelo se presentó el 20 de julio en San Benedetto del Tronto en el contexto de la XIII edición de la muestra Escritores bajo las estrellas, promovida por la librería La Bibliofila. En él cuenta su historia agonística y humana. Una vida difícil. Sus padres se separaron cuando ella era aún pequeña y su amada madre murió en un accidente de tráfico cuando ella tenía sólo 16 años.

Un luto nunca aceptado, en el fondo. Un intento de reacción que la empuja a andar hacia adelante por la promesa a su madre y una determinación que refleja la rabia contra el dolor que sufría en los pies.

En realidad Mara estaba enfadada contra el mundo: por el dolor de pies y por la pérdida de su madre. En su camino encontró muchas personas que la quisieron y ayudaron mucho, como Giampaolo Coppo, su entrenador, «maestro en el campo y en la vida» y muchos otros que encontrará después de un viaje a Medjugorje.

El alivio, en Medjugorje

Toda la primera parte del libro es la historia de esta rabia, y de la incapacidad de Mara para aceptar el dolor, que la tortura y le impide hacer lo que más ama (jugar al tenis), y el destino adverso y cruel que la ha privado de su madre.

Mara no consigue librarse de los tormentos hasta que no decide ir a Medjugorge. Es intensísima la parte del libro en la que cuenta la noche que cambió su vida. Mara, que «apenas era capaz de hacer la señal de la cruz y apenas recordaba el Ave María», cuenta su primera confesión después de años de silencio y de cerrazón. En fila frente al confesionario, Mara tiene miedo, pero busca el valor: «Jesús entenderá mis fragilidadesForza Maretta!» -se dice a sí misma-, «peor que Serena Williams este sacerdote no podrá ser nunca».

Marda Santangelo no se confesaba desde el día de la Primera Comunión. Después de arrodillarse confiesa todo, un río que se inunda. Se siente amada, entendida, escuchada, y con una serenidad que nunca había experimentado.

Una vida distinta
«Ha sido el inicio de una nueva vida», escribe. Mara Santangelo, tenista con talento y fortaleza, siempre muy reservada, comienza a prestar asistencia y acogida a otros. Entra en el grupo Nuevos Horizontes, de Chiara Mirante, y participa activamente en la iniciativa Abrazos gratis. Confiesa: «¡Qué felicidad ser útil al prójimo! ¡Qué alegría acoger con amor, buscando ser fuente de compartir!».

A quien le pregunta «¿Por qué una persona de éxito como tú, que tiene de todo, se pone en mitad de una calle a regalar abrazos?», Mara responde: «Nuestra existencia no es nada sin amor, sin un corazón dispuesto a donar, a amar y ser amado«.

«El verdadero renacimiento espiritual -concluye Mara- está en entender que a través de ti, otros pueden ver una luz que va más allá de tu persona, más allá de la carne y la materia; la luz resplandeciente de Cristo«.

«¿Ficción o realidad?»

Cotelo investiga a personas transformadas por la Virgen: ¿mentirosos, locos o veraces?

Actualizado 16 agosto 2013

Rome Reports / ReL

14334_juan_manuel_cotelo_presenta_en_cada_pelicula_documental_la_realidad_viva_del_amor_de_dios_y_de_la_vida_de_la_iglesia_

Cada año millones de personas visitan alguno de los santuarios dedicados a la Virgen María que hay repartidos por todo el mundo. Detrás de cada peregrino hay una historia y en el documental ¿Ficción o realidad? se recogen testimonios de personas que volvieron a la fe por una intervención especial de la Madre de Cristo.

“Escuché una voz que fue tan dulce, tan… mamá.
Ella me dijo: Hijo… ya es suficiente. ¿Estás listo para volver a casa?”, plantea uno de los testigos entrevistados.

“La película plantea eso. El camino más sencillo y más amable para volver a Dios es tu madre, María. Y es muy, muy bonito ver cómo la Virgen María no es una preciosa figura de la leyenda, un cuento como puede ser pues no sé… las musas griegas… no es una leyenda», explica Juan Manuel Cotelo, productor de ¿Ficción o realidad?

Quien explica que el objetivo de esta producción era investigar. Conocer más de cerca la realidad de los creyentes; unas personas que aseguran que se puede hablar nada menos que con Dios: “Si alguien dice hablar con Michael Jackson no lo dudamos: o miente o está mal de la cabeza, necesita un psiquiatra. Pero hay millones, no uno, millones de personas que dicen que hablan a diario con Jesucristo. ¿Mienten, están locos o dicen la verdad?”.

«Hablemos de personas», continúa Cotelo, «que han vivido sin Dios durante muchos años y hoy viven con Dios. Porque tienen la autoridad de [decir] yo ya he probado las dos recetas y me va bien. Bueno, veamos si están estafados, si están mal de la cabeza o si hay indicios de verdad.”

Una de las cosas que más pueden llamar la atención de los no católicos es la devoción que estos profesan por la Virgen María. Su calendario está lleno de fiestas dedicadas a ella y sus santuarios, están llenos de peregrinos. ¿Ficción o realidad? puede ayudar a comprender cuál es el papel que desempeña la Virgen en la Iglesia católica.