Un jesuita humilde

SOCIEDAD

Un jesuita humilde que busca la compañía de los necesitados

J. V. BOO/ M. Á. BARROSO / CIUDAD DEL VATICANO / MADRID Día 14/03/201

El cardenal Bergoglio, principal rival de Joseph Ratzinger en el Cónclave de 2005, siempre ha preferido la sotana negra a la púrpura y ha predicado la justicia social

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Jorge Bergoglio, desde este miércoles Papa Francisco I, lavando los pies a una mujer en una imagen de 2005

Fuera de las listas de papables que han circulado con profusión durante los últimos días en los medios de comunicación, a pesar de que en el Cónclave de 2005 fue el principal rival de Joseph Ratzinger en todas las votaciones, al arzobispo de Buenos Aires no se le ha subido la púrpura a la cabeza. Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 17 de diciembre de 1936) es hijo de un inmigrante italiano obrero ferroviario. Después de diplomarse en Química entró en el noviciado de los Jesuitas y se ordenó sacerdote a los 32 años. Posteriormente amplió estudios en Chile, España y Alemania. Aunque forma parte de la Compañía de Jesús, reconoce que «algunas cosas me gustan y otras no».

Con sólo 35 años fue nombrado provincial de Argentina y, durante la dictadura, salvó a algunos de sus hermanos jesuitas secuestrados por la Junta militar. Nunca criticó a los militares en público, pero intercedía en privado, y logró salvar a muchos civiles, ganándose el respeto de las madres de la Plaza de Mayo. En 1980 dimitió del cargo de provincial en desacuerdo con la línea del padre Arrupe, que consideraba demasiado abierta a la teología de la liberación. Se retiró a un convento, reanudó sus estudios y pensaba trasladarse a Europa cuando el arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarracino, lo llamó en 1992 como obispo auxiliar.

Un pastor políglota y austero

En 1998 se convirtió en arzobispo y Juan Pablo II lo nombró cardenal en 2001 con el título de San Roberto Belarmino. Como reflejo de su austeridad, en aquel momento no se compró una nueva vestimenta, como suele ser habitual en estos casos, sino que ordenó arreglar la que usaba su antecesor. De 2005 a 2011 fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Habla italiano, inglés, francés, alemán y, naturalmente, español. El ser ítalo-argentino le hacía papable en 2005, pero tenía en su contra ser el primer Pontífice iberoamericano y el primero de la Compañía de Jesús. Dos listones que Bergoglio ha saltado ocho años después.

Aunque trabajaba en el palacio arzobispal, vivía solo con la máxima frugalidad en un pequeño apartamento al lado de la catedral de Buenos Aires, donde solía acudir a confesar. Desde la ventana de su piso fue testigo de la violencia que se vivió en la Plaza de Mayo durante la crisis financiera y política de diciembre de 2001 que desembocó en el «Corralito». Indignado, llamó al ministro del Interior para pedirle que diera instrucciones para que los agentes diferenciaran entre activistas y ahorradores que reclamaban por sus derechos. En 2004, tras la tragedia de la discoteca Cromañón del barrio de Balvanera (Buenos Aires), donde un incendio acabó con la vida de casi 200 personas, recorrió los hospitales de la ciudad para acompañar a los familiares de las víctimas.

Momentos difíciles

Se acuesta y se levanta muy temprano. Siempre ha preferido, en la medida de lo posible, vestir la sotana negra de sacerdote en lugar de mostrar la púrpura de cardenal. Su sede de Buenos Aires ha pasado momentos políticos y económicos difíciles, en los que Bergoglio mantuvo las distancias con los sucesivos políticos al tiempo que predicaba el mensaje de justicia social de Juan Pablo II. «La deuda social es inmoral, injusta e ilegítima», dijo en un discurso sobre la pobreza. «Los más pobres, para los suficientes, no cuentan».

Celebra los oficios de Jueves Santo con los necesitados, lavando los pies a enfermos de los hospitales, presos de las cárceles o mendigos de los refugios. Este perfil explica por qué ha tenido tantos apoyos en los dos últimos cónclaves hasta llegar a ser el sucesor de San Pedro.

Poco amigo de las apariciones en los medios, ha tratado de mantener un bajo perfil público. Fue de los pocos cardenales que cuando llegó a Roma para la elección del Papa no se subió a vehículos oficiales. Aunque goza de buena salud, sufre problemas respiratorios tras la pérdida de un pulmón en una intervención quirúrgica. Preocupado por la educación, una de sus prioridades ha sido dedicar los esfuerzos de la iglesia argentina a los centros educativos y no solo a los concertados católicos.

El nuevo Papa es un amante de los autores clásicos, disfruta del tango y no oculta su pasión por el fútbol, en especial por el San Lorenzo de Almagro. Parece lógico al haber nacido en un país donde el fútbol ha inspirado, incluso, una «iglesia maradoniana». El equipo de sus amores fue fundado por el padre Lorenzo Massa en 1908. El centenario se conmemoró con una misa oficiada por él. En distintos actos recibió camisetas de los jugadores y hasta el carné de socio. Él mismo recordó que su padre fue jugador de baloncesto en el club Boedo, por lo que frecuentaba las instalaciones del Cuervo, sobrenombre del San Lorenzo.

Lector de clásicos

La prensa argentina destaca que, en sus homilías, ensalza el sentido de la patria y las instituciones, y es un apasionado lector de Dostoievski, Borges y otros autores clásicos. Es miembro de las congregaciones para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, para el Clero, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; del Pontificio Consejo para la Familia; de la Pontificia Comisión para América Latina.

Como se apuntaba al principio, su nombre jamás sonó entre los papables de este Cónclave, pero Bergoglio fue muy protagonista en el que se clebró en 2005 para nombrar sucesor de Juan Pablo II. Según se supo unos meses después de la elección de Benedicto XVI, el cardenal Ratzinger fue abrumadoramente favorito desde el principio y ganó votos en cada escrutinio hasta superar, en el cuarto, el listón de los dos tercios.

La gran sorpresa es que su rival más cercano no fue el cardenal Martini, sino el también jesuita Bergoglio, en quien se concentraron los votos del frente opositor a Ratzinger. Igual que el entonces cardenal Decano, Bergoglio fue ganando apoyos en los tres primeros escrutinios, pero insistió en pedir que no le votasen y dio a entender que no aceptaría ser Papa, por lo que, a la cuarta votación, el desplazamiento de parte de su base elevaba a Ratzinger hacia el Pontificado. Eran las cinco y media de la tarde del martes 19 de abril de 2005. Los cardenales electores rompían en un gran aplauso y el recién elegido bajaba la cabeza, doblegado por el peso de la tarea.

El relato publicado septiembre de 2005 en la revista bimensual de geopolítica «Limes» se basó en el diario escrito por uno de los participantes en el Cónclave, probablemente italiano a juzgar por sus comentarios y los errores en los nombres de algunos cardenales iberoamericanos. Aunque no se revela su identidad, los vaticanistas de los principales diarios italianos valoraron la información como solvente.

A las seis de la tarde del 18 de abril, tras la primera votación, una «fumata negra» confirmaba un primer escrutinio sin que ningún candidato superase los dos tercios de los votos. Fuera de la Capilla Sixtina nadie imaginaba que el resultado era sorprendente. Carlo Maria Martini, abanderado de los opositores a Ratzinger, no había quedado segundo, sino tercero, y su imagen se desvanecía ante la de Bergoglio, el hombre tímido y sencillo que llevaba varios días intentando, sin éxito, hundir su propia candidatura.

De sorpresa a realidad

Durante el pre Cónclave, su portavoz, Guillermo Marcó, repetía que Bergoglio «no considera posible de ninguna manera» el ser elegido. La retirada de Bergoglio parecía reforzar las posibilidades de los otros iberoamericanos favoritos: el hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga o el brasileño Claudio Hummes. Como se esperaba, Ratzinger, con 47 votos, encabezó el escrutinio, pero todo lo demás fueron sorpresas. El segundo fue Bergoglio, con 10 votos; seguido de Martini con 9, el vicario de Roma; Camillo Ruini, con 6, y el secretario de Estado Angelo Sodano con 4.

El autor del diario escribió: «Lo miro mientras va a depositar su voto en la urna sobre el altar de la Sixtina. Mantiene la mirada fija en la imagen de Jesús que juzga las almas al final de los tiempos. Su rostro refleja sufrimiento, como si implorase: Dios mío, no me hagas esto». El segundo escrutinio concluye con un 65-35 a favor de Ratzinger, mientras el tercero arroja 72 a 40. En la pausa del almuerzo del martes 19, Bergoglio volvió a insistir en que no se consideraba candidato. Poco después, la primera votación de la tarde terminaba en 84-26. Era, por fin, la «fumata blanca». Un humo que ayer anunció que el segundo de 2005 ha sido el primero de 2013.

 

«Que Dios les perdone»

Primeras horas del Papa Bergoglio

«Que Dios les perdone», «tengo que pagar la cuenta» y cuál es el Francisco al que apunta su nombre

El arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, dio a conocer detalles simpáticos y significativos del nuevo Pontífice.

Actualizado 14 marzo 2013

Agencias / ReL

12988_al_papa_bergoglio_le_gusta_el_mate_El cardenal Timothy Dolan contó a las pocas horas de la elección del nuevo Papa algunos detalles, como el gesto de trasladarse desde la Capilla Sixtina a Santa Marta no en la limusina que estaba esperándole, sino en el mismo autobús que los cardenales.

Ese gesto mostró su humildad, señaló el arzobispo de Nueva York, quien agregó que la mayor parte de los purpurados había tomado autobuses para volver a su residencia en el Vaticano y ya se habían formado en una línea para saludar al nuevo Papa cuando llegara a ese lugar para la última cena que tendrían como grupo. Estaban esperando que llegara en la limusina que habían visto aparcada en el Palacio Apostólico. «Y cuando el último bus se detiene, ¿adivinan quién desciende? El Papa Francisco I. Imagino que le dijo al chófer: ´No hay problema, me voy con los muchachos´», dijo Dolan a los periodistas.

Dentro de la residencia, durante la cena, el Papa mostró su lado más simpático: «Brindamos por él y cuando él brindó por nosotros, dijo: ´Que Dios les perdone´». Y luego añadió: «Voy a dormir bien esta noche y algo me dice que ustedes también», en alusión a la intensidad de estos últimos días.

El nuevo Papa adelantó a los cardenales que el jueves visitará al Papa emérito Benedicto XVI en Castelgandolfo, que visitará una basílica en Roma y, nuevamente bromeando, añadió: «También debo pasar por la residencia, tomar mis maletas y pagar la cuenta«.

Tres ovaciones

Dolan describió la emoción dentro de la Capilla Sixtina cuando Bergoglio alcanzó los 77 votos, la mayoría de dos tercios necesaria para elegirlo. «Comenzamos a aplaudir, pero luegotuvimos que detenernos hasta que se contara el resto de los votos y luego aplaudimos nuevamente al final, y nuevamente cuando él dijo que aceptaba la elección».

Minutos después de su elección, el nuevo Santo Padre entró en la sacristía de la Capilla Sixtina para ponerse sus atuendos papales blancos. La sacristía es conocida como el Cuarto de las Lágrimas, porque es donde el nuevo pontífice siente por primera vez el peso del papado. Al salir para el besamanos, se había preparado un trono sobre una plataforma, pero Francisco I prefirió saludar a los cardenales desde una silla a su mismo nivel.

Francisco I aclaró también a los 114 cardenales una de las dudas que más se han comentado sobre el nombre elegido, una posible alusión a dos santos de la Compañía de Jesús, San Francisco Javier y San Francisco de Borja. Pero no es por ellos, sino que eligió ese nombre en honor a San Francisco de Asís, una muestra del amor a los pobres del nuevo Papa, así como de su apego a la sencillez.

Dolan afirmó que la elección de Francisco I será «un impulso para la Iglesia en las Américas, una verdadera bendición»: «Existe una sensación de alivio en todos nosotros porque ahora sabemos que tenemos un buen pastor, un hombre con los pies en la tierra, un hombre de confianza y aplomo, con una hermosa sinceridad y humildad».

 

 

 

 

Papa Francisco

El sucesor de Benedicto XVI

El argentino Jorge Mario Bergoglio será el Papa Francisco

Se reunirá con Benedicto XVI en los próximos días

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El futuro de la Iglesia está en el «fin del mundo». Fue así como el argentino Jorge Mario Bergoglio confesó en el balcón de San Pedrocon pudor y modestia la extraordinaria sorpresa que le ha causado la designación como sucesor de Benedicto XVI.

Dedicó a Joseph Ratzinger sus primeras palabras. Y pidió a los feligreses que abarrotaban la Plaza de San Pedro que compartieran un padre nuestro en homenaje al «obispo emérito», testigo de la proclamación de Francisco desde las habitaciones de Castel Gandolfo.

Nunca un Papa había sido elegido en Latinoamérica. Nunca un Papa había sido escogido entre los jesuitas. Pero es cierto que el propio Bergoglio estuvo muy cerca de frustrar la victoria de Ratzinger en el Cónclave de 2005.

Ocho años después, los cardenales no se han decantado por un Pontífice joven (76 años), pero sí progresista y comprometido con la evangelización. Aludió a ella explícitamente el cálido y sensible discurso de Jorge Mario Bergoglio.

Tan cálido y sensible que antes de bendecir a los feligreses pidió que lo bendijeran a él. Inclinándose a la muchedumbre en plan Juan XXIII con una actitud desprovista de boato que se atiene a la ejecutoria espartana del sobrenombre elegido: otra novedad, pues nunca tampoco un pontífice había elegido el alias de Francisco.

«Recemos unos por otros, por todo el mundo», dijo el bonaerense.

Hicieron falta cinco votaciones. Un Cónclave breve del que se tuvo noticia a las 19.07 horas. Ya entonces los fieles habían abarrotado la Plaza de San Pedro, sin importarles la lluvia ni el frío invernal con que se deslucía el acontecimiento.

Pero dejó de llover. Lo hizo cuando el protodiácono apareció en el telón rojo de la balconada para anunciar al mundo el ‘Habemus Papam’. Ha sido una sorpresa. No respecto a las intenciones de los cardenales, pero sí respecto a las especulaciones con que la prensa italiana había planteado el ceremonial como un duelo Scola-Scherer.

Quizá Bergoglio sea una síntesis de ambos. Casi italiano como Scola, por su origen y su cultura. Y latinoamericano, como Scherer, aunque con una visión de las emergencias de la Iglesia colindante con el progresismo.

El portavoz del Vaticano, el padre Lombardi, ofreció una rueda de prensa a última hora de la tarde para confirmar que el nuevo Papa oficiará el Ángelus a las 12.00 horas del domingo y que la ceremonia de entronización será el martes 19 a las 9.30 horascon la afluencia de jefes de Gobierno y de Estado, entre otras importantes personalidades.

Tras ser elegido, el nuevo Pontífice, que debe ser llamado Papa Francisco -sin especificar con números romanos que es el primer Pontífice en adoptar este nombre- llamó al Papa Emérito Benedicto XVI, con quien se reunirá «en los próximos días», según informó Lombardi.