Vasco y creador de la palabra Hispanidad

Se reedita «Vasconia españolísima» 

Zacarías de Vizcarra: cura, vasco y creador de la palabra Hispanidad 

Tras la Guerra Civil se volcó en la reconstrucción de la Acción Católica en España y en 1947 fue consagrado obispo auxiliar de Toledo. 

Actualizado 29 diciembre 2012 

Carmelo López-Arias / ReL 

Zacarias de Vizarra
Zacarias de Vizarra

Sólo su nombre y su obra bastan para deshacer la asimilación, en buena medida gratuita, entre clero vasco y nacionalismo vasco, o entre éste y el carlismo. Zacarías de Vizcarra y Arana (1880-1963), vizcaíno de Abadiano, era hijo de un voluntario carlista que se ocupaba de cuidar el caballo del rey Carlos VII, llevó toda su vida un diario personal en vascuence, pero será recordado sobre todo por tres cosas: por reconstruir la Acción Católica española, diezmada tras la oleada de odio frenteopulista durante la Guerrar Civil; por crear el término Hispanidad -que tomó luego otro vasco, Ramiro de Maeztu– para referirse a la herencia cultural común de los pueblos de los que España fue madre; y por escribir un libro,Vasconia españolísima, para demostrar la españolidad de su tierra, y que acaba de ser reeditado, tras largos años de ausencia de las librerías españolas, por la editorial Durandarte.

El nacimiento de la Hispanidad
Fue uno de los primeros alumnos del seminario pontificio de Comillas, convertido luego en universidad. Allí estudio y se ordenó sacerdote en 1906, pasando luego a dar clase en el seminario de Vitoria. En 1910 publicó su Cartilla de Acción Católica, de gran éxito en toda España, y comenzó a convertirse en una referencia nacional para la gran organización de los seglares bajo la dirección de los obispos. En 1911 publicó un Catecismo breve de la doctrina cristiana en castellano y en vascuence, y al año siguiente se trasladó a vivir a Argentina como capellán de la familia Pereyra Iraola. 

Estuvo un cuarto de siglo en aquellas tierras, un periodo decisivo para su comprensión de la huella española en América y de su configuración como una entidad cultural con personalidad propia: la HispanidadUn artículo suyo de 1929 consagró definitivamente su uso y sentido, que aspiraba a sustituir al Día de la Raza, surgido en 1913, como denominación común de lo hispano.

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Datos históricos concluyentes.

Su amistad con Maeztu, embajador de España en Argentina entre 1928 y 1930, fue decisiva para que el gran intelectual vitoriano escribiese su Defensa de la Hispanidad.

Por la Acción Católica
El prestigio de Vizcarra como animador cultural en un sentido hispánico y tradicionalista fue creciendo en Argentina y en España. Colaboró en la revistaAcción Española, formó parte del comité organizador del multitudinario Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires de 1934, y en 1937 regresó a España para colaborar con el cardenal Isidro Gomá en la reorganización de la Acción Católica, de la que fue nombrado consiliario general. Su Curso de Acción Católica de 1942, de más de quinientas páginas, formó a toda una generación de laicos comprometidos de la posguerra.

En 1939 publicó en la Editorial Tradicionalista de San Sebastián su Vasconia españolísima, que aspiraba a recuperar la verdad histórica sobre su tierra tras el lamentable espectáculo que había dado en 1936 el nacionalismo vasco, teóricamente católico, haciéndose cómplice de la barbarie antirreligiosa del Frente Popular.

Cuando en 1940 murió el cardenal Gomá, le sustituyó en Toledo el cardenal Enrique Pla y Deniel, de quien Vizcarra fue nombrado obispo auxiliar en 1947. En esa condición participó en la primera sesión del Concilio Vaticano II, poco antes de morir el 18 de septiembre de 1963.

La unión entre los españoles
La reedición de Vasconia españolísima es un homenaje a la figura de uno de los eclesiásticos más relevantes del siglo XX español. Quiso demostrar «que Vasconia es reliquia preciosa de lo más español de España» y lo logró mediante un pequeño tratado plagado de datos etnográficos, etimológicos, lingüísticos e históricos, suficientes para convencer a cualquiera.

Y lo hizo con un objetivo: «Lo que yo pido a Dios, como fruto de este humilde trabajo, es que fomente entre todos los españoles los sentimientos más vivos de fraternidad y colaboración, para que todos juntos llevemos a cabo la gran misión que Él tiene reservada en el porvenir del mundo a esta gloriosa España, que ha sido en otras ocasiones, lo es ahora y lo será en el futuro, brazo derecho de la Cristiandad».

 

 

 

 

«Cásate con una chica católica irlandesa y harás carrera»

Nuevas historias del clan 

De Kennedy a Kennedy: «Cásate con una chica católica irlandesa y harás carrera» 

El patriarca de la familia aconsejó al futuro presidente como conducirse para ser alguien en el estado de Massachusetts. 

Actualizado 30 diciembre 2012 

C.L. / ReL 

Jacqueline Kennedy
Jacqueline Kennedy

Una nueva biografía de Joseph Kennedy (1888-1969), el padre del clan político más célebre del siglo XX, aporta algunos datos interesantes sobre su concepción de la política y de la religión en relación a ella. Se trata de The Patriarch [El patriarca], que acaba de escribir y publicar David Nasaw.

Massachusetts bien vale una boda
El libro incluye, por ejemplo, una carta de Joseph Kennedy a su hijo Jack (John Fitzgerald, futuro presidente) en la que le urge a casarse con una chica católica irlandesa para hacer carrera en Massachusetts: «¡La política es un gran juego! Lo mejor que puedes hacer es asegurarte de casarte con una guapa chica católica irlandesa. Estoy absolutamente convencido de que para un católico irlandés con un apellido como el tuyo y casado con una chica católica irlandesa es pan comido conseguir un cargo público en el estado».

La carta se la dirigía a un joven JFK (1917-1963) que con 25 años estaba sirviendo en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial. Era el año 1942, y el consejo del patriarca Kennedy traía su origen en lo que había pasado en las elecciones de ese año al Senado.

Las había ganado el republicano Henry Cabot Lodge, futuro embajador de Estados Unidos ante la ONU y representante ante la Santa Sede, a raíz del pequeño escándalo del candidato demócrata Joseph Casey, católico de origen irlandés, por su matrimonio. Se había casado con una protestante, y había tenido un niño cinco meses después de la boda. Joseph Kennedy consideraba que su hijo debía evitar «riesgos» como ése y para ello nada mejor que casarse con una mujer procedente de un ámbito que la familia conocía bien.

Al final Jack no siguió el consejo al cien por cien. Jacqueline Bouvier (1929-1994) era católica, pero sin una gota de sangre irlandesa. Eso sí, en 1953 el futuro presidente arrebató a Cabot Lodge el escaño en el Senado por Massachusetts.

El caso del cardenal Spellman
La nueva biografía de Joseph también recoge su irritación con el cardenal Francis Spellman (1889-1967), su viejo amigo, que había casado a Bob (futuro fiscal general con su hermano, y asesinado en 1968) y al futuro senador Ted, cuando el arzobispo de Nueva York apoyó en 1960 a Richard Nixon y no a JFK, quien a la postre se convertiría en el primer católico presidente de la nación.

El purpurado tenía sus razones. Kennedy, quien quería deshacer cualquier equívoco ante el voto protestante sobre su actuación en la Casa Blanca, se oponía a que Estados Unidos y el Vaticano estableciesen relaciones diplomáticas (no las hubo de hecho en sentido pleno hasta 1984) y además se había opuesto a que las escuelas parroquiales católicas recibiesen fondos federales.

Pero había además una diferencia ideológica más de fondo, que reconoció Jacqueline en su libro de conversaciones con Arthur M. Schlesinger: «Muchos católicos estaban a la derecha de Barry Goldwater [el padre de la revolución conservadora norteamericana, n.n.], y Spellman era uno de ellos».

Influyó en Tolkien en lo espiritual y en lo intelectual

Padre Morgan Osborne 

Un cura español fue el que más influyó en Tolkien en lo espiritual y en lo intelectual 

Era del Puerto de Santa María y nieto del fundador de las bodegas Osborne. Sustentó economicamente a los dos hermanos cuando se quedaron huérfanos. 

Actualizado 30 diciembre 2012 

José Antonio Fúster / La Gaceta / Suplemento Docs 

La vida de John Ronald Reuel Tolkien es, como la de todos, un milagro. Pero la suya, un milagro documentado. A los 2 años, era un niño enfermizo de futuro incierto. A los 4, su padre murió y la penuria obligó a su madre, Mabel, a abandonar Sudáfrica (Bloemfontein, “la ciudad de las rosas”) para volver a Inglaterra, y lo que es peor, a los suburbios de Birmingham. 

Cuando John tenía 8 años, Mabel se enfrentó a su familia baptista y se convirtió al catolicismo. Desamparada por lo suyos, con el único auxilio del párroco, el padre Morgan (Francis Xavier Morgan Osborne), un cura gaditano de padre galés a quien llamaban “tío Curro”, pero con un espíritu que Tolkien describió como el de una mártir por su fe, Mabel murió poco después de diabetes y J.R.R. y su hermano Hilary quedaron al cuidado de una tía política de mal carácter durante cuatro años largos y oscuros hasta que Morgan los rescató y los llevó a vivir a una pensión en Birmingham que servía de orfanato.

Salir de la comarca
El cura gaditano (nacido en el Puerto de Santa María y nieto de Thomas Osborne Mann, el fundador de las bodegas) administraba los pocos bienes de los Tolkien, y como viera que aquellos no bastaban, iba aportando de su bolsillo lo necesario para que pudieran estudiar en el King Edward’s School y después en Oxford. 

Fue en aquella pensión-orfanato donde Tolkien se enamoró con locura de Edith Mary Bratt, pero el sacerdote prohibió toda comunicación entre los enamorados hasta que J. R. R. cumpliera 21 años. Tolkien obedeció. 

El tío Curro ayudó a cimentar su fe católica
No es difícil conjeturar que lo hizo no sólo por la deuda impagable de gratitud que su pequeña familia había contraído con el padre Morgan, sino porque durante aquellos años, el tío Curro fue quien ayudó a Tolkien a cimentar su fe católica, que llegó a ser, como aseguran los estudiosos de la obra del escritor, el componente fundamental de sus posiciones ideológicas tan presentes en sus obras (Tolkien se movió entre el conservadurismo y una suerte de anarquismo antitotalitario y antibelicista).

El referente del cura gaditano
Por lo tanto, sin aquel cura gaditano, sin el dinero del vino de jerez, sin la instrucción católica recibida, nada nos habría llegado de Tolkien porque es muy posible que el joven huérfano que llegó a imaginar el hobbit jamás habría salido de la comarca.