Pasó de no tener fe a contagiarla a toda la familia

Cristina López Schlichting 

Cristina L. Schlichting cuenta cómo pasó de no tener fe a contagiarla a toda la familia 

La famosa periodista de la Cadena COPE desnuda su alma para dar a conocer al gran público cómo pasó de la increencia al compromiso de fe. 

Actualizado 29 noviembre 2012

Camino Católico

200906226cristina_dCristina López Schlichting, nacida en Madrid 1965, es periodista. Su carrera profesional comenzó en el diario ABC de reportera y de aquel medio pasó a El Mundo. 

Desde 2002 ha presentado y dirigido distintos espacios en la Cope, cambiando la prensa escrita por la radio. Su vida también ha sido transformada por Dios porque “de niña no tenía fe. La fe es una gracia que se recibe a través de los testigos y mis padres no eran practicantes. Entonces, tuve que hacer un camino para encontrar a los testigos, aquellos que daban fe de haberse encontrado con Cristo. En mi caso fueron las religiosas Mercedarias de la Caridad en el colegio y personas de Comunión y Liberación”. 

Su conversión y testimonio de vida acabó atrayendo a la Iglesia Católica a sus padres, hermanas y cuñados, que se han dejado configurar por Cristo. Ha contado su encuentro con el Señor, en una entrevista realizada por Gonzalo Altozano para “No es bueno que Dios esté solo” en Intereconomía TV, que puede visualizarse en el vídeo un poco más abajo.

Problemas existenciales
Ella y sus tres hermanas eran de pequeñas muy pesadas planteando problemas existenciales a sus padres. En ellas había una inquietud de búsqueda siendo niñas. Cristina López Schlichting cuenta que “mi hermana Patricia se levantaba por la noche llorando preguntando que sentido tenía la vida. Nuestra familia siempre nos ha educado en la verdad y en el amor a la belleza y nosotras les preguntábamos a mis padres sobre las razones de la vida y ellos no sabían darlas”.

Religiosas Mercedarias de la Caridad y CyL
El testimonio y la educación en el colegio de las religiosas Mercedarias de la Caridad calaron en el corazón de Cristina. Luego conoció a personas del movimiento de Comunión y Liberación que nació en los años 1950 de la mano del sacerdote italiano Luigi Giussani, especialmente interesado por la vida de los estudiantes, que tenían una cultura católica, pero que no ponían en práctica la fe. Hoy Comunión y Liberación aglutina 300.000 personas en Italia y grupos mu pequeños por países de todo el mundo. En España hay unas 3000 personas.

Un encuentro de amistad
“La historia de amistad con Cristo es una historia de amistad personal. En mi caso concreto el Señor me ha seducido con la inteligencia, con la propuesta cultural de Comunión y Liberación, pero en definitiva me ha seducido para la Iglesia. Un movimiento no es más que un camino de educación en la fe para introducirte en la Iglesia Universal que es a lo que perteneces” explica Cristina López Schlichting.

Arrastrar a los familiares con el testimonio
La importancia del camino de conversión de Cristina vivido de la mano de Comunión y Liberación ha dado frutos familiares: “Cuando yo me acerqué a la Iglesia lo hicieron progresivamente todas mis hermanas, todos mis cuñados y mis padres, ques han vuelto a practicar. Ellos vieron que yo había conocido gente interesante, que podía dar razón de su fe desde la inteligencia y la cultura, que estaba orgullosa de su tradición. Y entonces le pusimos nombre a lo que buscaba el deseo de nuestro corazón. El nombre era Cristo y vivía en su Iglesia”.

Se define como “católica periodista. Uno tiene una identidad y en mi caso una identidad católica clara. Luego me despeño en el ámbito del periodismo. Decir lo contario sería como reducir el periodismo a una modalidad especifica. Periodista protestante, periodista católica, periodista comunista… Eso es absurdo”, comenta.

Cristina explica sus experiencias de relación con Jesucristo con firme convicción comunicativa refiriéndose a varios aspectos de la vida de la fe:

“El Señor ama sus criaturas de una manera entrañable y a cada una, como una madre a un hijo, la abraza de la manera que necesita. La historia con el Señor es una historia de amor: Saber que uno ha sido creado, que otro tiene contados los cabellos de su cabeza, que Dios se preocupa por ti a cada instante y que el camino que estas haciendo es el que tiene que hacer tu corazón. La fe precisa de los acontecimientos para verificarse. Tú experimentas la presencia de Cristo en tanto cambia la realidad en la que vives. Si tú no vas hasta el fondo de las cosas, de la realidad, es imposible que te plantees el problema de la fe, porque es el problema esencial del ser humano».

«El catolicismo es alegría en cuanto un hombre constata al vivirlo que su vida tiene sentido, que se acuesta en paz, porque sabe que duerme en manos de Dios y que depende de Él para amanecer al día siguiente. El catolicismo es la alegría máxima en el hombre que se siente querido y sabe que sus sufrimientos tienen sentido».

«La experiencia del perdón en el catolicismo, de la que carecen el judaísmo y el islam, es incluso muy liberadora desde el punto de vista terapéutico, sicológico, humano. O sea que si que, en cierto sentido, el Señor alivia nuestras cargas».

«La experiencia de la iglesia demuestra que las épocas más aciagas han sido semillas de algo grande. Hay figuras que desde la historia de la Iglesia se convierten en testimonio para todos. Por ejemplo, la Madre Teresa en Calcuta donde empezó una obra extraordinaria en medio de gran miseria. Francisco de Asís abandonó todas las riquezas. Catalina de Siena cuida de las perronas que tienen cáncer. Hay un misterio a través del cual en situaciones de sufrimiento o de extrema pobreza el Señor se manifiesta con mucho esplendor«.

«La positividad de la existencia es constatar que todo lo que acontece es fruto del amor creador de Dios y que el camino del hombre por azaroso que sea tiene un sentido. Y esto lo comprendes cuando te encuentras con personas que viven situaciones muy difíciles y que son para ti un ánimo. Yo tengo amigos que han tenido una enfermedad grave como el cáncer a los que iba a ver al hospital para que me fortaleciesen. Esto no es de este mundo. No es normal que cuando una persona afronta una situación tan desagradable se crezca. Eso es testimonio de otro. Cuando tu ves estos milagros patentes delante de ti, te das cuenta que ha entrado en la historia un factor que la cambia, que cambia el ritmo ordinario o natural de las cosas”.

Se le saltaban las lágrimas cuando comulgaba en sus últimos días

Lo revela el sacerdote que le atendió 

A Alfred Hitchcock se le saltaban las lágrimas cuando comulgaba en sus últimos días 

«Había estado un tiempo alejado de la Iglesia, así que contestaba a la misa en latín», recuerda el entonces joven jesuita Mark Henninger. 

Actualizado 9 diciembre 2012 

C.L. / ReL 

12085_alfred_hitchcock_Una reciente biografía de Donald Spoto sobreAlfred Hitchcock (1899-1980) le presenta rechazando la religión en el lecho de muerte. «No es verdad. Yo estaba allí», ha sido la rápida respuesta de Mark Henninger, sacerdote profesor de Filosofía en la Universidad de Georgetown y entonces joven jesuita que atendió espiritualmente en sus últimos días al católico y londinense director de cine en su mansión de Bel Air.

Así lo ha explicado en un artículo publicado en el Wall Street Journal, donde confiesa que desde pequeño era un aficionado a la legendaria serie Alfred Hitchcock presenta y a sus «curiosas presentaciones» de los capítulos, «tan distintas a cualquier otra cosa de la televisión» (ver vídeo abajo). Se comprende entonces el choque que supuso para él entrar en la casa a principios de 1980 y encontrarse a su ídolo «en una esquina del cuarto de estar, dormitando con un pijama negro azabache».

Una oportunidad para no desaprovechar
Había ido allí a celebrar misa, invitado por otro miembro de la Compañía de Jesús, Tom Sullivan, que conocía bien al cineasta y le confesaba. El padre Henninger se quedó estupefacto ante la inesperada propuesta: «Pero, por supuesto, dije que sí», afirma traduciendo la emoción que le embargaba ante el golpe de suerte de conocer al maestro.

El padre Sullivan le despertó delicadamente, y Hitchcock besó su mano.

-Éste es Mike Henninger, un joven sacerdote de Cleveland -presentó.

-¿De Cleveland? ¡Qué vergüenza! -rugió el anciano, con su tradicional humor sarcástico.

yo-confieso-montgomery-cliftTras charlar un rato, pasaron al estudio de Hitchcock, donde les esperaba Alma, su mujer. Celebraron la misa en silencio: «Hitchcock había estado un tiempo alejado de la Iglesia, así que contestaba a la misa en latín«, recuerda Henninger.

Y hubo algo más: «Tras recibir la comunión, lloró en silencio, y vi las lágrimas caer por sus rechonchas mejillas«.

Ambos sacerdotes visitaron al genio muchas veces después, siempre los sábados por la tarde. Pero en una ocasión el padre Tom no pudo ir, y eso convirtió el encuentro con el padre Mark en muy especial para él: «Me corto un poco ante la gente famosa, así que me resultó difícil charlar con Alfred Hitchcock, pero lo hicimos amablementehasta que él dijo: ´Vamos a misa´».

El sacerdote le ofreció el brazo y caminaban despacio por su edad. Henninger se sintió en la obligación de decir algo y rompió el silencio preguntándole si había visto alguna buena película recientemente. La respuesta de Hitchcock demuestra que se concentraba para la celebración, porque dijo enfáticamente, tal vez pensando en el auge en aquella época de la ciencia-ficción: «No. Cuando yo hacía películas, eran sobre personas, no sobre robots. Los robots son aburridos. Venga, vamos a misa».

Poco después murió y se celebró el funeral en la iglesia del Buen Pastor de Beverly Hills.

El verdadero rostro de la humanidad y la religión
Henninger lamenta que los prejuicios antirreligiosos de nuestra época hayan ocultado en las últimas biogragías y biopics su faceta de católico. «¿Por qué exactamente pidió Hitchcock a Tom Sullivan que le visitase? Para nosotros no estaba claro, y quizás tampoco estaba totalmente claro para él. Pero algo se lo musitó en el corazón, y las visitas respondían a un deseo humano profundo, a una necesidad humana real. ¿Quién no tiene esas necesidades y deseos?».

Añade el jesuita que hay quien considera «un signo de debilidad» cuando las personas se acercan a la religión al ver próxima la muerte: «Pero nada centra tanto la mente como la muerte. Una antigua tradición de los primeros tiempos habla del memento mori [recuerda la muerte]. ¿Por qué? Creo que al afrontar la muerte uno considera seriamente, con mayor o menor claridad, verdades olvidadas durante años que finalmente merecen nuestra atención».

«En esa perspectiva, valorar la propia vida, compartir las heridas sufridas y causadas, y buscar la reconciliación con un Dios dispuesto y acostumbrado a perdonar, me parece profundamente humano. La extraordinaria reacción de Hitchcock al recibir la comunión fue el rostro de la humanidad real y de la religión real, lejos de los titulares y las biografías de hoy», concluye en alusión al libro que motivó su artículo.