Espiar en los bosques rusos bajo control nazi

Aprendió a espiar en los bosques rusos bajo control nazi 

Natasha, espía soviética en la Guerra, técnica de cohetes espaciales… y monja 

Lo que cambió su vida no fue ni la guerra, ni el ejército ni la ciencia espacial, sino una cabaña humilde de troncos habitada por un cura joven. 

Actualizado 20 octubre 2012 

Tatiana Fedótova / ReL

En febrero de 2012 moría una anciana monja ortodoxa de 90 años, que durante mucho tiempo no había podido ni siquiera caminar, debido a la fractura de una pierna. Era la Madre Adriana Málysheva. Estar prácticamente encerrada en su celda dependiendo de otras personas no le había impedido bromear, canturrear y mostrar una memoria prodigiosa. Porque la Madre Adriana tenía mucho que contar y la periodista Anna Danílova, redactora en jefe del portal “Pravoslavie i Mir”, tomó nota y presentó este 2 de octubre su libro “De exploradora a monja”, recogiendo una vida intensa. 

Hija no deseada
Al nacer, la pequeña Natasha Málysheva no trajo felicidad a su madre: ella esperaba a un hijo y a nadie más. “La decepción al ver a su pequeña recién nacida fue insoportable para la mujer y desde los primeros días esto complicó la vida de una niña que no tenía ninguna culpa”, diría después la anciana Madre Adriana.

La niña tuvo que ganarse amor y atención desde la más corta infancia, aprendió a leer a los cinco años, repetía todos los deberes que preparaba su hermana mayor, así que después los maestros del colegio no sabían qué hacer con ella. Aprendió a divertirse sola. Por ejemplo, le gustaba jugar a correr y pillar al sol que bajaba detrás del horizonte, segura de que aquella vez sí que lo conseguiría…

La niña y el Hombre en la Cruz
Cuando tenía cinco años, Natalia se encontró con Cristo. En el monasterio moscovita de la Pasión, entonces aún no destruido, le enseñaron una Cruz en la que estaba un Hombre. Unos clavos le atravesaban los pies. La Natalia de cinco años hizo todo lo que pudo para sacar, con los dientes, los clavos de los pies del Salvador. No tuvo éxito. Pero algo quedó clavado en su alma.

La Segunda Guerra Mundial
En 1941 estalló la guerra con Alemania. Primero pensaban que duraría unos días, que vencerían al enemigo sin tiempo siquiera para ir a para defender la Patria. Pero pasaban los meses y la guerra se alargaba. “Las bombas caían en la céntrica calle Arbat, frente al teatro Bolshoy. Me daba cuenta de que las cosas no iban como nos imaginábamos. Nos preparábamos para celebrar una victoria pero en la radio hablaban de prisioneros y grandes cantidades de heridos…” 

Natalia se fue al frente, como voluntaria, en octubre de 1941. No tenía dudas, sabía que lo tenía que hacer. “Pasé por casa sólo para recoger un par de cosas necesarias. Antes tambiénme iba de enfermera nocturna al hospital, así que mi mamá no sospechó nada”, recuerda.

Exploradora para espiar
Enseguida la apuntaron en un equipo de exploradores. Ella hablaba un buen alemán y su aspecto de adolescente le ayudaba. Aprendió a arrastrarse, a orientarse en el inmenso bosque ruso, a observar y, sobre todo, a no dejar a sus compañeros en la desgracia.

Una vez tuvo que salvar a un compañero herido: le habían abandonado en terreno abierto controlado por los nazis. Natalia ignoró la orden de abandonarlo y fue a buscarlo. “Cuando encontré a Yuri, abrió los ojos y susurró: “¡Has venido! Yo ya temía que me habíais abandonado”. Y me miró así, con esos ojos, y entendí: si me veo otra vez en tal situación,iré a buscar a cualquiera sólo para volver a ver tanta gratitud y tanta felicidad en los ojos. Teníamos que arrastrarnos por un lugar abierto. Yo, pequeña y ágil, lo había logrado, pero ¿qué hacer con un hombre herido? Le vendé como pude y pedí que me ayudara con los brazos y la pierna sana. Y mientras nos acercábamos al claro, comenzó a nevar. ¡Caían unos copos de nieve húmeda, gordos, como trozos de algodón en el teatro! Y bajo este manto de nieve pasamos el sitio peligroso».

Una muchacha rodeada de hombres
Lo peor en el frente era la vida cotidiana. La vida de una muchacha rodeada de hombres. “Lo difícil que era, entre nuestros chicos, ¡ir detrás de un arbusto! Imagínate, vamos en esquís, y yo comienzo a retrasarme poco a poco, para hacer mis cosas mientras no me miran. Pero no, en seguida todos preocupados: “Chicos, menos prisa, que Natalia está cansada”. Una vez elegí a uno de los más mayores y le digo: “¿De verdad sois tan tontos?” Al pobre hombre no se le ocurría que no podía decírselo directamente”.

Pero quizá nunca habría habido Madre Adriana de no ser por un soldado alemán. El soldado que una vez la atrapó. Era una guerra cruelísima, donde ambos bandos realizaban auténticas barbaridades con civiles y con militares. Pero aquel soldado la miró y murmuró: «Yo no peleo con criajas». Y la dejó marchar. Quién sabe lo que le pasó a ese militar en aquel frente teñido de sangre.

Paz con cohetes
Después de la guerra, llegó la paz, y Natalia pasó a ser mayor del Ejército en la reserva. Estudió en la universidad de técnicas aeroespaciales y comenzó a trabajar con Serguey Koroliov, el legendario ingeniero y diseñador de cohetes espaciales. Primero fueron años de labor entusiasta en el equipo de Koroliov, pero tras la muerte trágica de éste, se vio en una típica “entidad” soviética donde nadie se apasionaba por su trabajo, nadie se quedaba de noche, etc… Se venía a cobrar, no a esforzarse. Y ella se sentía vacía.

La cabaña del cura hijo de coronel
En aquella época una amiga le reveló un secreto: su hijo Serguey acababa de ordenarse sacerdote ortodoxo y la invitaba a ir con ella a visitarle en un pueblo pequeño.

“El joven, en respuesta a mi saludo “hola, Serguey” con una tranquila severidad me dijo: “padre Silvestre”. Nos alojamos en una isba con un diminuto huerto. Una habitación era la celda del padre Silvestre, en la otra había lo más mínimo para alojar invitados. Las paredes eran de troncos con un aislante que salía de todas las grietas, ni siquiera tenía cortinas. Las demás “comodidades”… allá fuera. Recordé el lujoso piso de su padre coronel en Moscú, pero en vez de horrorizarme o protestar sentí una ola de entusiasmo y alegría: “Señor, pensé, ¡cuán fuerte es la fe que has dado a este joven para que así, voluntariamente, quisiera dejar una vida acomodada y vivir aquí, en el quinto pino, solo pero con tanta tranquilidad y paz en su alma!” 

El cambio que observó en el padre Silvestre fue lo que transformó a Natalia. Comenzó a frecuentar la iglesia, a leer el Evangelio… Todo lo que antes valoraba como el sentido de su vida: el trabajo, actividad social, llamar la atención de los demás… rápidamente todo eso perdió su atractivo

Encontró un director espiritual y empezó a colaborar en la restauración de la filial moscovita del monasterio de Pyhtaa, un monasterio ortodoxo en Filandia. Se jubiló ante el asombro de los colegas para dedicarse en pleno a su nueva vida.

Hermana Adriana
Allí, en el monasterio restaurado, abrazó la vida religiosa. Le gustaba muchísimo su nombre de siempre, Natalia. ¿Cuál sería el nuevo nombre monacal que le impondría el obispo? “Nunca olvidaré cuando el obispo dijo: “nuestra hermana Adriana”. Apenas pude controlar mi júbilo. Desde entonces me quedaba para siempre con mi santa patrona Natalia, porque ella y su santo esposo Adrián eran una sola alma y una sola carne”.

Los últimos años la madre Adriana no podía caminar: a consecuencia de una grave fractura ella, antes siempre activa, bailarina, esquiadora… quedó atada a un sillón dependiendo de los demás. Murió en febrero de este año. 

Las dos reglas de su vida
“En mi vida hay dos reglas», resumía la anciana religiosa su enseñanza. «Nunca demores allí donde deseas quedarte. Lo aplico en todas las situaciones de mi vida. La segunda regla vino con los años: nunca muestres a nadie que estás enfadada. No reacciones a las regañinas o falta de respeto. Lo mejor es controlarte y contestar con tranquilidad: “¿Te pasa algo? Estás de mal humor?” Quizá esta forma de humildad es algo egoísta, pero al menos es humildad. Ni por un minuto admito la grosería en mis relaciones.Siempre funciona”.

El libro sobre su vida ha sido editado por “Nikea”, editorial y casa comercial de libros ortodoxos. Otro libro de esta editorial, “Santos no santos y otras historias”, del archimandrita Tíjon (Shevkunov) consiguió en un año más de un millón de ejemplares vendidos y ganó el prestigioso premio del Libro del Año 2012 en denominación de prosa.

Giro histórico en la Casa Blanca

Giro histórico en la Casa Blanca 

Ann Romney sería la primera Primera Dama provida desde Jacqueline Kennedy 

Todas las esposas de los presidentes norteamericanos desde 1963 de han mostrado en mayor o menor medida partidarias del aborto. 

Actualizado 20 octubre 2012 

Carmelo López-Arias / ReL 

Con las elecciones presidenciales estadounidenses cada vez más cerca, las encuestas apuntan a un resultado muy igualado. Pero, a diferencia de hace algunas semanas, es ahora Mitt Romney quien va por delante, y consolidando su posición ante un Barack Obama que lo creía todo ganado.

Si el martes 6 de noviembre se confirmase ese resultado, tendría lugar un giro histórico en la Casa Blanca: por primera vez desde Jacqueline Kennedy, la Primera Dama sería provida. Algo que no ha sucedido ni siquiera cuando en el Despacho Oval se han sentado presidentes que hicieron algo reseñable por los no nacidos, como fue el caso de George W. Bush y su drástica restricción de fondos de fomento exterior del aborto.

De los Bush a los Clinton
Su esposa, Laura Bush, contó ante Larry King en la CNN, en mayo de 2011, que el día antes de la primera toma de posesión de su marido una periodista le había preguntado si sería partidaria de dar la vuelta en el Tribunal Supremo a la sentencia Roe vs Wade que legalizó el aborto en 1973: «Y dije que no. Es importante que siga siendo legal, porque es importante para la gente por razones médicas y otras razones», dijo, aclarando que su marido tenía y tiene un punto de vista diferente.

Ni de la sucesora ni de la predecesora de Laura Bush hay muchas dudas: Michelle Obama Hillary Clinton se han mostrado pública y reiteradamente partidarias del aborto. Fiel al abortismo radical de su marido (quien en cuatro ocasiones votó a favor de dejar morir a los fetos que sobreviven al crimen), Michelle firmó en 2004 una carta pidiendo fondos para apoyar el aborto por nacimiento parcial -en la práctica, un infanticidio-, contra el que el presidente Bush luchaba en aquel momento. Por su parte, la actual secretaria de Estado, cuando su marido Bill Clinton le encargó la reforma sanitaria en su primer mandato -un fracaso político de Hillary en toda regla, pues no consiguió ninguno de los objetivos buscados-, incluyó la financiación pública del aborto como parte de la cobertura de salud.

Pero si vamos hacia atrás, nos encontramos con que también Barbara Bush se declaró pro choice: en la campaña electoral de 1992 -reelección que perdió George H.W. Bush- afirmó, en referencia al aborto, que «las cuestiones personales» debían quedar fuera de los debates: «Odio los abortos, pero no creo que deba tomar esa decisión por los demás».

De Lady Bird a Nancy
También la mujer del mito conservador norteamericano, Ronald Reagan, participaba de ese punto de vista. En 1994, en una conferencia en la George Washington University, Nancy Reagan mostró idéntica postura: oposición personal al aborto, pero respeto a la decisión de otras madres sobre la vida de sus hijos.

Rosalynn Carter apoyó la sentencia Roe vs Wade, aunque era contraria a la financiación pública del aboerto. En cuanto a Betty Ford, fue mucho más allá, y en 1990 formó parte de una plataforma, denominada Pro Choice America, cuya finalidad era apoyar candidatos republicanos contrarios a las políticas provida de Bush padre.

Pat Nixon declaró en 1972, tras la reelección de Richard Nixon y cuando el aborto era aún ilegal, que se trataba de una decisión personal. Fue la primera vez que una Primera Dama se mostraba «pro choice» públicamente. Su predecesora, Lady Bird Johnson, quien sustituyó a Jacqueline tras el asesinato de Dallas, nunca se pronunció sobre el asunto, pero apoyó una iniciativa de igualdad de derechos (la presidencia de Lyndon Johnson fue a de la llamada lucha por los derechos civiles) que pretendía incluir el derecho al aborto en la Constitución.

La gran novedad
Frente a este panorama, la posible entrada de Ann Romney en la Casa Blanca supondría todo un soplo de aire fresco. Su marido y candidato nunca ha hecho de al vida una bandera, y de hecho fue el más tibio en ese punto durante las primarias republicanas. Pero elperceptible cambio en la opinión pública norteamericana, que ya es mayoritariamente provida según las encuestas -y sobre todo entre los votantes republicanos- le ha obligado a pronunciarse con mayor claridad, apoyado en eso por Ryan.

Y ahí ha estado Ann para respaldarle. «Soy provida y me siento feliz de decirlo«, proclamó este jueves en el programa de televisión The View on Thursday. Este mes de agosto, la mujer de Romney confesó que sufrió varios abortos espontáneos, y que fueron devastadores para ella y para los suyos.

Durante la entrevista, también explicó que Mitt «cambió su corazón» para ser provida cuando tuvo que estudiar la cuestión de la manipulación y destrucción de embriones por supuestas razones de investigación: «Él comprendió, en conciencia, que no pueden crearse vidas para experimentar con ellas».

Si en algo influyen, pues, las Primeras Damas sobre los presidentes -y nadie ha dicho nunca que no sea así- la llegada de los Romney a la Casa Blanca supondrá un giro de ciento ochenta grados en la causa provida. 

Una de las decisiones que tendrá que tomar el próximo presidente es la designación de miembros del Tribunal Supremo para conformar una nueva mayoría que podría ser, por primera vez desde 1973, provida. Algo que, con Obama a los mandos, ciertamente no sucederá.