Dejó el béisbol profesional para ser monje

Grant Desme, un continuo MVP 

Dejó el béisbol profesional para ser monje premonstratense en una abadía de héroes 

A sus 26 años, ha pasado dos en el noviciado hasta que este verano hizo los votos de pobreza, castidad y obediencia. 

Actualizado 2 octubre 2012 

C.L. / ReL 

La carrera como jugador de béisbol de Grant Desme le abocaba a convertirle en una estrella, su sueño desde que empezó a batear a los 4 años siguiendo los pasos de su abuelo, ex jugador profesional. Compartió el título de MVP (Most Valuable Player, Jugador Más Valioso) en la liga local cuando estudiaba el bachillerato, fue Jugador del Año en la liga regional cuando fue a estudiar a la Universidad Politécnica de California y, ya como profesional en los Oakland Athletics y tras un año lesionado, cuajó en 2009 una temporada excepcional en las ligas menores, recibiendo de nuevo el MVP de una de ellas.

En 2010, a sus 23 años, con un contrato de 430.000 dólares en el bolsillo, todo parecía dispuesto para el gran salto a la MLB (Major League Baseball)… y entonces el  22 de enero anunció su retirada: «Me iba bien en el béisbol, pero la verdad es que quería ir al fondo de las cosas. Me encanta ese deporte, pero aspiro a cosas más elevadas. No estaba en paz donde estaba, y no lamento dejarlo», declaró a BBC News.

Héroes de la persecución comunista

Su nuevo destino fue la abadía de San Miguel en Silverado, su California natal. Allí le esperaban dos años como novicio, en los que tendría que perseverar para lograr el home run que finalmente corrió la semana pasada, cuando hizo los votos como monje premonstratense. Ahora, el siguiente paso serán los ocho que le separan del sacerdocio y los votos perpetuos.

El monasterio en el que Grant Desme quiso cambiar las polainas y el casco por el hábito blanco del fundador San Norberto (1080-1134) tiene toda una historia. Lo fundaron en 1957 siete monjes premonstratenses húngaros que habían huido de su país en 1950. El régimen comunista cerró su abadía y ordenó su detención, pero ellos consiguieron escapar a Austria, en una huida épica en la que atravesaron un campo de minas y cruzaron a nado un río. De allí pasaron a Estados Unidos, donde trabajaron duramente siete años hasta que reunieron el dinero suficiente para comprar el terreno -entonces deshabitado- donde actualmente la orden se mantiene fiel al espíritu de fervor, austeridad y silencio propio de la vida norbertina, que empieza, como en tantos claustros, a las cinco de la madrugada.

Grant Desme, ahora Fray Mateo, con su familia.

Ahora Grant Desme ha cambiado su nombre y le conocen como Fray Mateo, y una vez hechos sus primeros votos este verano, fue entrevistado por Jeff Passan para Yahoo Sport News. «Tenía todo lo que quería, pero no era suficiente», afirmó en referencia a su decisión vocacional.

El éxito fue la «tentación», pero la decisión estaba tomada

Ésta había nacido dos años antes, justo en su momento más bajo, cuando las lesiones no le dejaban jugar todo lo que su calidad le prometía. Entonces empezó a confiar sus frustraciones a algunos sacerdotes, y se dio cuenta de que la sensación de vacío que le agobiaba no tenía nada que ver con la mala racha deportiva. Empezó a visitar distintas congregaciones para ir discerniendo la llamada de Dios, y fue así como descubrió la abadía de San Miguel. Fue en ese momento cuando empezó a ver claro su futuro.

Pero, para estar seguro de su vocación, necesitaba jugar de nuevo al béisbol, explica Passan. ¡Y vaya si llegó! Hizo la mejor temporada de su vida con unos emolumentos de fábula. No fue casualidad, sino producto de meses de rehabilitación y entrenamiento durísimos y de perfeccionamiento técnico. Cuando saboreó el éxito de verdad, la «tentación» estaba ahí, pues. Pero no fue más fuerte que su voluntad de servir a Dios.

Y es que en su interior nada había cambiado. Seguía hablando de Dios con sus compañeros de equipo. Con Steve Kleen, cristiano adscripción religiosa concreta, discutía hasta la madrugada sobre la fe. Y Grant se sentía bien evangelizando: «Disfrutaba más con eso que con un home run«, confiesa.

Su éxito fue «una gracia especial», añade: «Era aquello que había anhelado siempre. No pude hacerlo mejor aquella temporada. Para mí, fue una gran señal. ¿Qué estaba pasando? Debería ser feliz por ello. Pero no lo era. Había algo más. Dios estaba tocando mi corrazón. Porque eso es la vida religiosa. Una llamada de Dios».

La llamada a «Brad Pitt»

Pero antes de esa llamada, había que hacer otra. Nada menos que a Billy Beane, el hombre a quien Brad Pitt interpreta en la película Moneyball, ambientada en el mundo del béisbol. Era a él, con quien había negociado diversas cuestiones de su vida profesional, a quien tenía que decirle que dejaba el béisbol para ser sacerdote. 

Todo un trago que le facilitó uno de los hombres más poderosos del mundo del béisbol: «Pasé la mitad de la conversación felicitándole. He crecido en una familia católica y lo que le estaba pasando no me era ajeno», explica Beane.

Tras comunicarlo a padres y amigos, Grant ingresó en la St Michael´s Abby para dos años de formación y discernimiento en los que apenas tendría contacto con el exterior. Y que no han sido fáciles: «Muchas veces me gustaría salir a tomar una pizza o a dar una vuelta con los amigos. Es ahí cuando tienes que elegir estar aquí, más que seguir tus impulsos», explica.

Es la vieja disyuntiva de San Pablo: «Cosas que debemos hacer y son buenas para nosotros no las queremos hacer, y cosas que son malas para nosotros nos gusta hacerlas. Es algo irracional. La oración es lo mejor para nuestra alma, pero a veces no apetece rezar. Es como un padre, que ama a su hijo, pero cuando tiene que levantarse de madrugada porque llora, no le apetece ir a consolarle. Lo hace porque es lo que debe hacer. Eso es el amor. El amor no es un sentimiento. Es una decisión».

Y él tomó la suya: «En cierto sentido, es un milagro. No es normal abandonar algo por lo que has trabajado toda tu vida, y que millones de chicos en el país querrían hacer. ¿Qué es lo que pasa? Es la acción de la gracia y del amor de Dios. Por eso pasa. Pienso mucho en ello. Por alguna razón, Dios me eligió».

Ahora Grant espera saber si Dios quiere de él que, además de monje, sea sacerdote: «Si Dios no quiere que lo sea, no lo seré. Hay que vivir al día. El futuro no está en nuestras manos. El pasado ya pasó. Todo sucede ahora. Cada día tienes que levantarte y elegir estar aquí».

Es la elección que cada día, a las cinco de la mañana, convierte a Grant Desme, antigua promesa estelar del béisbol, en fray Mateo, monje premonstratense escondido para todos salvo para Dios.

Se enganchó a una parroquia acogedora y todo cambió

En la iglesia de San Pablo, Gefate Norte

Pedro Ruiz dormía en un coche… pero se enganchó a una parroquia acogedora y todo cambió 

«Era tan poca cosa que la gente ni me miraba, ya no existía». En la parroquia no le dieron solo ayuda material, sino fraternidad, comunidad, trato humano y con Dios. 

Actualizado 3 octubre 2012 

J. de Aldecoa / ReL 

Pedro Ruiz pasó de vivir en su coche y de no creer en nada ni esperar nada de nadie, a sentirse útil, feliz y querido, gracias a los voluntarios de una parroquia de Getafe, diócesis adyacente a Madrid.

Pedro Ruiz había pasado, tiempo atrás, muchos años en la Adoración Nocturna de Móstoles, pero ahora su vida se había desmantelado. 

Deambulando por las calles
No tenía casa y dormía en un coche a escasos metros de la parroquia de San Pablo de Getafe Norte. Pasaba los días deambulando sin sentido por las calles. “Mi vida estaba en un punto tan desilusionado y fuera de toda perspectiva que no creía en nada ni esperaba nada de nadie”, reconoce Pedro.

Todo cambió cuando pasó por delante de la parroquia y leyó un cartel en el que se anunciaba que el Santísimo estaba expuesto. Su pasado de adorador nocturno volvió a su memoria y se decidió a entrar. 

Pepe, un parroquiano, le salió al encuentro, se fijó en él. “Era tan poca cosa que la gente ni me miraba, ya no existía”, por eso le sorprendió que alguien le hablara, que le preguntara donde vivía, que se interesara por él.

Ducha el miércoles, comida el sábado
Pepe “me citó para el día siguiente, me duché y me afeité en la parroquia, me dio algunos alimentos y me invitó a que pasara todos los miércoles a ducharme y asearme, y el sábado, a una comida de caridad que daba en la parroquia”, relata Pedro en Padre de Todos, la revista mensual de la diócesis de Getafe.

En la parroquia, la gente empezó a acercarse a él, le empezó a tratar de forma afectuosa, sin hacer ninguna pregunta. “¡Cómo hay una persona que se interese por mí!”. 

Pedro empezó a hacerse preguntas: “¿Por qué estas gentes de la parroquia me trataban con tanto afecto si no me habían visto en su vida?, ¿qué veían en mí? ¡Si yo era insignificante! No era nada ni nadie. ¿Qué les hacía actuar de esa forma? ¿sería verdad que Dios existía, que a través de estas personas quería tenderme su mano? […] Yo no tenía nada que ofrecerles, luego no era el interés material lo que les movía. Tendría que ser algo más profundo y espiritual”, pensó. 

De recibir, a dar
Después recibió la ayuda de dos trabajadoras sociales y su vida se fue encauzando más.

Empezaron a invitar a Pedro a las reuniones de la parroquia, a las excursiones, a los encuentros, a la Escuela de Cristianismo. Encontrar a Pepe le cambió la vida, pero recibir afecto y ayuda no bastaba. “¿Por qué no hago yo algo así y dedico mi tiempo (que es lo que tengo) a ayudar a los demás?”, pensó Pedro. 

La asistencia diaria a la Eucaristía y a la comunión empezó a transformarle por dentro. Cada vez lo veía más claro.

La parroquia y sus gentes me han enganchado. Ellos dan sentido a mi vida. Esta ya no es un vagar por las calles y parques sin rumbo ni dirección. Ellos me dan alguna ocupación con la que me entretengo, ocupo mi tiempo libre y al mismo tiempo me siento útil”, relata Pedro.

Transformado por el afecto
Hoy Pedro Ruiz reconoce su transformación, se siente prueba palpable de la eficacia de la gente de la parroquia “por haberme guiado a reintegrarme a la sociedad, sacándome de las sombras de la desilusión, la desesperanza y el despego por la vida vacía que llevaba”.

Termina Pedro afirmando que “los excluidos sociales valoramos mucho más un gesto afectivo que una ayuda de alimentos, o dinero. Gracias amigos por ser los artífices de mi resurrección. Que Dios os bendiga y cuide de vuestras familias”.

Doble respaldo judicial a la obra de Luz Amparo

Prado Nuevo 

Doble respaldo judicial a la obra de Luz Amparo, la vidente de El Escorial 

Actualizado 3 octubre 2012 

La Razón 

Por partida doble y en dos procedimientos judiciales distintos, según ha podido saber LA RAZÓN, los seguidores de Amparo Cuevas han recibido sendos respaldos judiciales, en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y en los juzgados de El Escorial.

El procedimiento que se sigue en los juzgados contra Juan Carlos Bueno (portavoz de los que se consideran víctimas del movimiento), por la falsificación que realizó de un documento del Arzobispado de Madrid con la que pretendía desacreditar a la organización religiosa, ha sido recientemente sentenciado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

Según han informado desde Prado Nuevo a este periódico, los tres magistrados han respaldado la personación de los sacerdotes de la Obra de El Escorial, como perjudicados por esa falsificación. El acusado, Juan Carlos Bueno, se enfrenta a una pena de «dos años de prisión, inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y costas, de conformidad con el artículo 123 del Código Penal».

Por otro lado, el Juzgado nº2 de San Lorenzo de El Escorial, tras un complejo proceso, ha sentenciado que la Asociación de Victimas de las apariciones no es perjudicada por la Obra de El Escorial y que todas las acusaciones vertidas contra esta institución religiosa son cuestiones ya juzgadas en las que todos los jueces le han dado la razón a los seguidores de Luz Amparo.