En la muerte de Luz Amparo (2) El pésame del cardenal Rouco
El cardenal Antonio María Rouco Varela se encontraba en Alemania el mismo 17 de agosto en que falleció Luz Amparo Cuevas. Esa misma tarde, nada más enterarse del deceso, telefoneó desde allí a la familia de la vidente de El Escorial para darle el pésame. Habló con su hija Amparito, lamentando no poder dar el último adiós a la vidente y mostrando su sorpresa por el desenlace tan rápido.
Amparito consultó al cardenal si podían inhumarse los restos mortales de su madre en Prado Nuevo, junto a la capilla, a lo que aquél accedió sin problemas.
Fue así como el domingo 19, a las 20.30 horas exactamente, mientras el féretro con el cuerpo de Luz Amparo era bajado con cuerdas hasta el fondo del sepulcro, el sol se ocultó por completo tras el monte Abantos de El Escorial.
Los millares de personas que asistieron a la Santa Misa de cuerpo presente advirtieron cómo el prado se quedaba casi sin luz natural.
Luz… Así se llamaba en realidad la mujer a la que aún se sigue llamando «Amparo».
Julián Argüello, uno de los pioneros de Prado Nuevo, me recordaba cómo descubrieron, al cabo de muchos años, el verdadero nombre de la vidente de El Escorial:
«En uno de los mensajes, el Señor le dijo a Amparo: «Luz, ¿me amas?». Yo me desconcerté. «¿Cómo que Luz? Se llama Amparo», pensé. Traté aun así de encontrar sentido al nuevo nombre, admitiendo la posibilidad de que el Señor la llamase Luz porque, al fin y al cabo, ella nos iluminaba a todos. Pero poco después fuimos con familiares y amigos a Peñascosa, donde la bautizaron. Lo primero que vi en la partida fue su fecha de nacimiento -1 de abril de 1931, en lugar del 13 de marzo que siempre se ha dicho- y su nombre: ¡Luz!”.
Ahora Luz Amparo seguirá iluminando a muchos desde Arriba.
El 25 de diciembre de 2000, Begoña León Alonso, embarazada de siete meses,se sintió morir. Ingresada de urgencia en el hospital madrileño Gregorio Marañón, el médico titular vio que había sufrimiento fetal, por lo que pasó directamente al quirófano, donde le practicaron la cesárea.
Nació una niña, que, según el cirujano, «estaba sana y bien». Perorespecto a Begoña, no había esperanza. Había sufrido una subida de tensión altísima llamada eclampsia y no creían que el corazón aguantara. Además, se le añadía un fallo hepático y tenía hemorragias internas. Fue ingresada en reanimación: sufría el extraño y grave síndrome de Hellp.
Begoña se moría: «Yo oía decir, “corre, corre, que se nos va…» Pero no podía hacer nada», recuerda.
Sin explicación médica
El Hermano Rafael (1911-1938).
En ese momento de extrema gravedad fue cuando una amiga, María Josefa González Cueva, «muy devota del Hermano Rafael», comenzó a rezar por ella. «Gracias a ella yo ya conocía al Hermano Rafael, me había dado alguna estampa y la novena, que rezaba mi madre», relata Begoña. La petición de oraciones por Begoña se extendió y llegó hasta la Trapa de Dueñas, el que fuera hogar del hoy santo Rafael Arnáiz, «donde los monjes también me encomendaron».
Los médicos aseguraron a sus padres que era cuestión de horas: «Cuando pasó todo, los médicos me llegaron a decir que en aquellos momentos no daban por mí ni medio real», asegura. La mejoría comenzó a partir del 6 de enero. Fue rápida, completa, y duradera y, según los médicos, científicamente inexplicable. «Yo lo atribuyo a un milagro, pero no por el hecho de ser creyente, que lo soy, sino porque ningún médico ha sabido darme una explicación científica. Los médicos son reacios a hablar de milagros, nunca me han dicho “esto ha sido obra de Dios”, pero tampoco “te curaste por esta razón”, porque, hoy por hoy, no la tienen.
«Cuando salí del hospital y les di las gracias, me dijeron “nosotros no hemos hecho nada, Begoña, has sido tú”. Yo estoy convencida de que fue el Hermano Rafael», asegura. Cuando supo que el milagro había sido reconocido, y que la canonización era un hecho, se le pusieron «los pelos de punta»: «Siempre pienso, ¿por qué yo, por qué Dios me ha hecho este regalo a mí? Es una satisfacción y un orgullo, mis hijos rezan San Rafael Arnáiz», confiesa con emoción. Y todos juntos asistieron el 11 de octubre de 2009 a su elevación a los altares por Benedicto XVI. Juan Pablo II lo había beatificado en 1992.
El joven Ángel López posa junto a su padre, que muestra la orla de su graduación
Cada año por estas fechas se gradúan cientos de estudiantes que han conseguido superar el curso y pasar al nivel educativo siguiente. Ángel López abandona las aulas del IES Alhaken II, donde ha cursado bachillerato, para intentar convertirse en un prestigioso abogado y quién sabe si su ambición lo llevará a ser notario.
A priori podría ser una historia más. Una de tantas de cientos, miles, de estudiantes que aspiran a convertirse en universitarios para labrarse un porvenir. Nada más lejos de la realidad. Ángel padece una parálisis cerebral que le impide caminar, hablar y controlar movimientos de cabeza y brazos, aunque conserva intactas sus facultades mentales. Aún así ha sabido superarse día a día hasta conseguir graduarse con un notable de media. Y no ha sido nada fácil.
El joven fue sometido a una complicada y dura operación de columna a principios de curso: una artrodesis de columna para fijar dos piezas óseas anclando su articulación.La intervención duró casi 10 horasy como consecuencia de ella tuvo que permanecer ingresado 25 días en el hospital. Lo más duro para Ángel llegó en la convalecencia, que duró dos meses y conllevó que perdiera el primer trimestre del curso.
La desesperación de Ángel, un joven muy positivo que sólo intenta ser como los demás, no terminó ahí. A partir de febrero empezó a tener unos problemas respiratorios, que se manifiestan en que se le cierra la glotis y se asfixia, consecuencia de los cualesha llegado a perder en alguna ocasión el conocimiento. Desde entonces, ha padecido una docena de crisis de este tipo.
La Selectividad, próxima meta
A esto se une que tiene la cadera derecha totalmente luxada, lo que le produce unos dolores tremendos pero, a pesar de todo, Ángel ha conseguido, no sin esfuerzo, concluir con éxito segundo de bachillerato, por lo que este mes tendrá que realizar los exámenes de selectividad para los que ya se está preparando.
El caso de Ángel llama especialmente la atención porque su familia inicialmente tuvo problemas para que a éste le adaptaran los currículos escolares y no todos los profesores estaban preparados para ello.
Su discapacidad le afecta al 88 por ciento de su cuerpo, es de grado III y nivel dos de dependencia. Se trata de un alumno con necesidades educativas especiales. Afortunadamente, cuando éstos veían la implicación del niño buscaban las fórmulas para conseguir que Ángel pudiera aprender y examinarse sin ningún tipo de dificultad.
«Realmente tiene un mérito impresionante. Es un caso heroico, digno de admiración. A pesar de todas sus dificultades ha estudiado para recuperar el primer trimestre y finalmente, superando todos sus problemas de salud, que son muchos,ha aprobado el curso con notable», afirma orgulloso su padre, Ángel Carlos López.
El esfuerzo recompensado
Su madre, Matilde, apunta que el joven está muy contento por haber comprobado que su esfuerzo ha tenido su recompensa. «Es un niño muy optimista quenunca se viene abajo. Sólo se frustra, cuando, al querer ser como los demás, no puede hacer ciertas cosas. Le da rabia no poder ir todos los días a clase, estar con sus compañeros», afirma.
Los esfuerzos de Ángel, que lo han llevado a acudir al instituto cuando recibía directamente el alta en el hospital, sin pasar por casa, han conllevado que sus padres se hayan tenido que involucrar sobremanera reclamando, por ejemplo, a la administración lo que han creído oportunopara que su hijo no estuviera en desventajaa la hora de estudiar en relación al resto de alumnos.
«Ángel sabe que el esfuerzo tiene siempre su recompensa. Los profesores han visto la ilusión que le pone a todo y por eso se han involucrado también mucho porque han comprado que merece la pena», destaca Matilde.
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