Marginación y pérdida de relevancia pública de los sacerdotes

«La cristiandad occidental dice «no»» 

La Santa Sede lamenta la marginación y pérdida de relevancia pública de los sacerdotes 

El documento destinado a promover las vocaciones vuelve a insistir en la necesidad de su discernimiento y maduración. 

Actualizado 26 junio 2012 

Efe / ReL

 El documento Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal, preparado por la Congregación para la Educación Católica, fue presentado este lunes en el Vaticano por el titular de este dicasterio, el cardenal polaco Zenon Grocholewski.

El texto dice que las vocaciones sacerdotales en el mundo presentan «luces y sombras» y que mientras en Occidente se constata una disminución, en los otros continentes, a pesar de la escasez de medios, se asiste a un incremento «prometedor». Según el documento, la disminución de la natalidad, unido a la «búsqueda desenfrenada de los bienes materiales y la disminución de la práctica religiosa» influyen negativamente en las vocaciones: «Así, constatamos como los primeros invitados dicen ´no´. En efecto, la cristiandad occidental, o sea, los nuevos ´primeros invitados´ en gran parte se excusan, no tienen tiempo para el Señor».

La difusión de la mentalidad secularizada desalienta la respuesta de los jóvenes al sacerdocio, junto a «la gradual marginación del sacerdote en la vida social, con la consiguiente pérdida de la relevancia pública«. El Vaticano lamenta asimismo que en muchos sectores de la sociedad se ponga en discusión el celibato.

«No sólo una mentalidad secularizada, sino también opciones erróneas en el interior de la Iglesia llevan a rebajar el carisma y la opción del celibato», subraya el texto, en el que se añade que «no pueden callarse los graves efectos negativos de la incoherencia y del escándalo causados por la infidelidad a los deberes del ministerio sacerdotal como, por ejemplo, los abusos sexuales».

Importancia de la familia

El documento reconoce que esos escándalos «crean confusión en los mismos jóvenes que estarían dispuestos a responder a la llamada de Dios«. La congregación para la Educación Católica subraya que la familia sigue siendo la primera comunidad para la transmisión de la fe cristiana y que desde la misma se deben fomentar las virtudes cristianas.

El testimonio de los sacerdotes y un ambiente escolar apropiado son necesarios también para que germinen las vocaciones, precisa el texto, que destaca la necesidad de «unprudente y sabio discernimiento de las condiciones esenciales para acceder al sacerdocio a la hora de verificar la idoneidad de los aspirantes».

«La integración y la maduración afectiva son una meta necesaria para saber acoger la gracia del Sacramento. Se deben evitar propuestas vocaciones hechas a sujetos que, aunque loables en su camino de conversión, están marcados por profundas fragilidades humanas«, afirma el documento.

Según el Vaticano, es importante que el aspirante al sacerdocio «perciba con claridad los compromisos que tendrá que asumir, especialmente el celibato«.

El texto aboga para que los jóvenes aspirantes aprendan a colaborar y a relacionarse con toda la comunidad cristiana y a la creación de centros para las vocaciones, compuesto por sacerdotes, consagrados y seglares.

Asimismo insiste en la importancia de la familia y de la parroquia «como terreno fértil donde germinan y maduran las vocaciones», a la vez que destaca que nadie es más adecuado que los jóvenes para evangelizar a los jóvenes.

Serán ordenados sacerdotes el mismo día

El sábado, fiesta familiar 

Padre e hijo serán ordenados sacerdotes el mismo día 

Son antiguos episcopalianos acogidos al ordinariato anglicano en Estados Unidos. 

Actualizado 26 junio 2012 

ReL 

No es algo común, pero ha sucedido en otras ocasiones dentro del rito latino cuando el padre enviudaba y abrazaba el sacerdocio que ya ejercía, o se preparaba para ejercer, su hijo.

El caso de Charles Hough, III y Charles Hough, IV, padre e hijo respectivamente, que serán ordenados sacerdotes a la vez el próximo 30 de junio, es diferente. Ambos eran pastores episcopalianos en la zona de Fort Worth, en Texas, y se convirtieron al catolicismo dentro del Ordinariato Católico de la Cátedra de San Pedro creado por Benedicto XVI para acoger precisamente casos como el suyo. Recibirán las órdenes junto a otros seis compañeros en la iglesia de Santa Elizabeth Anne Seton, en presencia del cabeza del ordinariato, monseñor Jeffrey N. Steenson.

Charles Hough, III, de 57 años, fue pastor episcopaliano durante 31 años antes de convertirse en septiembre del año pasado. Está casado desde hace 39 años y tiene dos hijos (uno de ellos, el que ahora se ordenará) y dos nietos.

Charles Hough, IV, de 30 años, le precedió dos meses en la conversión, y también era pastor desde 2007. Se casó hace ocho años y tiene dos hijos.

La ordenación de hombres casados que ya ejercían tareas pastorales en el anglicanismo o confesiones similares es una excepción concedida a este ordinariato para estas circunstancias precisas, y no supone una merma en el principio del celibato, que la Santa Sede reafirmó este mismo lunes en el documento sobre las vocaciones sacerdotales.

De Satanás a Medjugorje y consagrada a Dios

Actualizado 30 junio 2012

Este domingo me marcho con un grupo de cuarenta personas de peregrinación a Medjugorje. Cada año tengo la alegría de acudir a este lugar mariano para vivir en directo el ambiente espiritual que allí se respira. He sido testigo de muchas conversiones y favores que la Virgen concede con mucha frecuencia. El verdadero espectáculo de Medjugorje son el número elevadísimo que confesiones, y la participación masiva y fervorosa en la Santa Misa y Adoración al Santísimo.

Un comunicante me ha hecho recordar un reportaje que hace años publiqué en el Blog, y que considero de interés ofrecerlo de nuevo a los lectores que tal vez no lo conocen.  Es realmente impresionante.

LA INCREÍBLE VIDA DE MICHELA, DE «NUOVI ORIZZONTI»

De pertenecer a una secta satánica a monja, tras intentar asesinar a la que hoy es su superiora

Michela, en la actualidad religiosa de la Comunidad Nuovi Orizzonti, tiene una vida de película. Abandonada por su madre cuando era un bebé, atrapada por una peligrosa secta satánica, convencida de la necesidad de asesinar a una monja por indicación de la sacerdotisa, que a la vez era su psiquiatra… Cuenta su testimonio en ReL con una intensidad y pasión, que a más de uno le dejará pensativo…

Cuando se experimenta el amor de Dios, se aprende que no se puede guardar para uno mismo. Yo llevo diez años viviendo esta forma de amor. Llevando el amor a quienes no conocen el amor de Dios.

«Chiara, sácanos de este infierno»

La comunidad a la que pertenezco nació en 1984, fundada por Chiara Amirante, que comenzó a llevar la palabra de Dios a los puntos de muerte de la ciudad de Roma. Tantos jóvenes que no conocían la palabra de Dios le pedían: «Chiara, sácanos de este infierno».

No creía absolutamente nada en Dios

Yo llevo doce años en la comunidad. Tengo 40, pero cuando entré, no creía absolutamente nada en Dios. Creía que los sacerdotes y las religiosas se hacían sacerdotes y religiosas por falta de trabajo. Veía una Iglesia que solo daba reglas. Una Iglesia que prohibía todo.

Además, yo me hacía una pregunta: «Si es verdad que Dios es amor, ¿por qué en el mundo hay sufrimiento?». Me lo preguntaba porque con el sufrimiento tuve contacto apenas nací. Mi papá y mi mamá me abandonaron en un hospital recién nacida. Viví mis primeros seis años de vida en un orfanato. Dos meses después de que saliese de allí, el instituto fue clausurado por maltrato a menores. Yo había conocido todo menos el amor, y cuando un niño no conoce el amor, es difícil que de adulto sepa dar amor. Crecí rebelde. En la escuela era instrumento de santificación para los profesores.

El dinero era el dios de mi vida

A los 18 años ya eres mayor de edad en Italia, así que me fui de la casa en que vivía. Pude hacerlo porque tenía un trabajo, una ocupación. Yo era chef de cocina internacional, muy reconocida. Comencé a trabajar en Italia y el resto de Europa y el dinero empezó a ser el dios de mi vida. Cuanto más tenía, mas quería tener, pero a fin de mes no me quedaba nada.

Novios de usar y tirar

En lo referente a todo lo que pertenece al mundo de la afectividad, era un desastre. Tenía novios según la estación del año. Uno para el invierno, otro para el verano…. Y me decía: «Yo el corazón no lo meto en esto». Eran novios de usar y tirar, pero cada historia que pasaba, era una herida más que dejaba mi corazón muy lastimado.

Un novio católico-convencido

Finalmente me enamoré de una persona que todas las madres de familia soñarían para su propia hija. Era inteligente, bueno, perfecto. Pero tenía un pequeño defecto: era un chico católico, un católico convencido. Esto, para mí, solo suponía un defecto por una razón, porque cuando yo le preguntaba cuando nos íbamos a ir a la cama, él me respondía: «Después del matrimonio». Él empezó a hablarme de Dios, pero yo le dije: «Escucha Luca, las relaciones de tres no funcionan. Somos tú y yo. Punto. Dios debe quedar fuera». Él fingió seguirme la corriente.

¿Quieres casarte conmigo?

Cuando ya llevábamos dos años saliendo, vino sin avisar una noche a mi casa. Era la primera vez en ese tiempo que vino a mi casa, por lo que pensé: «Hoy lo hacemos». Pero él tenía otras razones muy diferentes en su cabeza y me dijo: «Escucha Michela, hablé con mi padre espiritual, porque tengo intención de casarme contigo». Yo me le quedé mirando un poco perpleja, pero por un solo motivo: no sabía qué era un padre espiritual. Yo le respondí: «Vamos al registro civil, pedimos una cita, estampamos nuestras firmas y ya estamos casados». Y me dijo: «No. Para mí es importante el sacramento del matrimonio. Nos dan la posibilidad de efectuar un matrimonio mixto donde tu declares ser no creyente, pero yo pueda casarme contigo dentro de la Iglesia». Entonces mi siguiente pregunta fue: «¿Y esto cuanto cuesta?». «Nada», respondió mi chico. Pensé que si no costaba nada y no perdía mi imagen de atea, podía aceptarlo. Sólo le puse una condición: «Organiza tú la boda».

Murió antes de la boda

Pusimos una fecha y él comenzó a organizar todo. Era bonito, porque de verdad que Luca era un chico fantástico. Pero nunca me llegué a casar con él. Falleció cuatro días antes de la fecha escogida.

Poco después de comenzar los preparativos, contrajo el VIH por culpa de una transfusión de sangre contaminada. Ahí entré en contacto con la primera verdad de mí vida. Porque yo, con el dinero, hasta ese día había comprado todo y a todos. Pero descubrí que había una cosa que no podía comprar: la vida de mi novio. Eso para mí fue una derrota. Luca partió para el paraíso cuatro días antes de nuestra boda y ahí se me derrumbó el mundo.

«Dios, empeñaré mi vida en destruirte»

Me enfadé con Dios por haberme quitado a mis padres. Me enfadé con Dios por haber sufrido tanta violencia desde pequeñita. Me enfadé con Dios por la muerte de Luca. La noche de su funeral, me marché a la playa y allí mismo hice un juramento: «Dios, si tú no existes, pasaré toda mi vida diciéndoselo a todo el mundo. Pero si existes de verdad, empeñaré mi vida en destruirte».

New Age y el Reiki

Ahí empezó mi guerra con Dios. Para buscar a Dios y saber si existía, me acerqué a varias filosofías. Todo lo que era la New Age y el Reiki. Pero ahí no encontré nada de la presencia de Dios. A todo esto, mi vida era triste y angustiosa. Hasta que un día me propusieron comenzar psicoterapia. Yo pensé que si había probado ya tantas cosas, podía probar eso también. Así que comencé a ir un día a la semana. Poco a poco me iba sintiendo mejor en la consulta de aquella doctora. Empecé a ir en vez de un día a la semana, dos días, luego tres, y acabé teniendo cuatro sesiones semanales con ella. La psicoterapia se convirtió en mi droga. Yo no lo sabía, pero no tenía la facultad de decidir nada de mí vida.

Una sacerdotisa satánica

Un tiempo después la doctora me dijo que tal vez necesitase sesiones de hipnosis: «Tenemos que entrar a lo más profundo de tus heridas». Le dije que sí. Desafortunadamente no estaba en grado de tomar ninguna decisión. No se lo que hicieron conmigo, pero el problema fue que esta doctora era en realidad una sacerdotisa de una de las sectas satánicas más importantes de Italia. Y yo entré a formar parte de ella, de la mano de mi doctora.

Dos años en la secta

Pasé ahí dos años de mi vida. Dos años que me llevaron a perder mi dignidad de mujer, mi dignidad de ser humano. Allí he visto muerte y violencia. Llegué a alcanzar la muerte del alma. Me convertí en una auténtica marioneta manejada por manos satánicas.

«Mata a Chiara»

La noche de Navidad de hace catorce años (1996), durante un rito, me dijeron que existía la posibilidad de ser la sacerdotisa de una secta, en una ciudad de Italia. En ese mundo solo importa el poder, el tener, por lo que yo acepté, pero para ser la sacerdotisa tenía que afrontar una prueba de filiación, de pertenencia. Me dijeron: «En Roma hay una joven, de nombre Chiara, que ha fundado hace poco tiempo una comunidad. Está muy protegida por la Iglesia y para nosotros es un obstáculo, porque acerca a muchos jóvenes a Dios. Si tú verdaderamente quieres pertenecer a nosotros y tener el poder, debes hacer una cosa: mata a Chiara». Y acepté.

Decidida al asesinato

La noche del 5 de enero partí hacia Roma. Me habían dado toda la información de donde encontrar a Chiara y yo me dirigí a su casa, a la sede de la comunidad. A las 20.00 horas llegué hasta la puerta y sin dudar, convencida de lo que iba hacer, toqué el timbre.

«Por fin has llegado a tu casa»

Lo que ocurrió entonces lo tengo que contar desde el testimonio de Chiara, quien no me conocía absolutamente de nada, como es obvio.

Chiara cuenta siempre que, en ese momento, en su corazón escuchó una voz, la voz de la Virgen María que le decía: «Abre tú la puerta, que es una hija mía que tiene una gran necesidad».

Chiara se levantó, caminó apresurada hasta la puerta a cuyo otro lado la esperaba yo, y cuando abrió la puerta hizo una sola cosa. Me abrazo y me dijo: «Bienvenida hija mía. Por fin has llegado a tu casa».

Con el cuchillo en la mano

Ese abrazo cambió mi vida. Fue un abrazo indeleble que llegó a mi corazón. Fue más allá de mi cuerpo, de mis brazos. Yo no pude reaccionar, no pude moverme, no pude hacer nada. Chiara me desarmó absolutamente con ese abrazo, con su mirada.

Me llevó dentro, a su pequeña habitación y comenzamos a hablar. Ella me preguntó cómo estaba, y yo sin decir ninguna palabra le entregué el arma con el que la iba a matar. Se lo conté y le dije: «Chiara, para mí ya no hay esperanza». Ella me respondió: «¡Sí, sí que hay esperanza, porque el amor ha vencido a la muerte! ¡Hay esperanza para ti porque hubo quien dio la vida por ti! ¡Y Jesús te ama!».

 «Me matarán y te matarán a ti también»

Yo le contesté: «Chiara, yo les conozco. Sé como son. Tengo poco tiempo. Me matarán y te matarán a ti también». «No Michela –respondió Chiara muy firme-. No lo harán, porque María te quiso en esta casa». Y en aquella casa me quedé.

Sesión de exorcismos

Obviamente, la primera cosa por hacer era una buena confesión. Llamaron a un sacerdote, pero debido a las actividades en las que había estado involucrada no me pudieron dar la absolución. Hubo que escribir a la Santa Sede, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, toda mi historia. Un cierto cardenal Ratzinger , respondió en pocos días: «Hoy la Iglesia está de fiesta porque un hijo ha regresado a casa».

También tuve que pasar por varias sesiones de exorcismo. Obviemos los detalles.

Comunión y consagración

Con un permiso muy especial, la noche del 27 de enero, en la capilla de las hermanas de la Madre Teresa, en Roma, pude recibir la comunión, pude consagrar mi corazón al Corazón Inmaculado de María, y hacer los votos de pobreza, obediencia y castidad, más el cuarto voto propio de la comunidad de Chiara, que es el voto de ser y llevar la alegría de Cristo Resucitado.

Un nuevo camino

Ahí comenzó mi camino. Mi camino de sanación, un camino en el que nunca nadie antes pudo sanar mis heridas, y donde sí que las pudo sanar Jesús.

Pero pasado un tiempo, hubo una herida que no había podido sanar. Esa herida era la falta de una madre, porque a mí me faltaba una madre. Me faltaba en Navidad, cuando todas la madres telefonaban a las demás y yo no recibía una llamada. Me faltaba el día que celebraba mi cumpleaños… Esa ausencia de mi madre, cada vez que pasaba esto, reabría las viejas heridas y había que empezar de nuevo.

Un grito de dolor

Un buen día, a Chiara se le ocurrió enviarme a un centro de ayuda para la vida. Se me había encargado abrir una casa de acogida para madres solteras y jóvenes embarazadas con riesgo de someterse a un aborto por miedo o por dificultad. Allí las podríamos acoger. Pero al poco tiempo empecé a recoger un grito de dolor. Era el grito de dolor de aquellas mujeres que habían abortado y que me decían: «¿Sabes? Hoy tendría un hijo de ocho años, pero lo llevé a matar».

Aprendí a no juzgar

Por las noches llegaba a casa y me ponía delante de Jesús, en el sagrario, y le entregaba todo ese dolor que llevaba de las mujeres. Una de esas noches, empecé a escuchar en mi corazón: «Michela, si hoy existes tú, es porque tu madre dijo sí a la vida». Os tengo que decir que cuando se experimenta la misericordia de Dios, la primera cosa que se aprende es a no juzgar. Y yo no tenía ningún derecho de juzgar a mi madre. Porque si una madre llega a abandonar a un hijo es porque hay un gran dolor.

A la búsqueda de la madre

En ese momento comenzó a despertar en mi interior la necesidad de buscar a mi madre, no para juzgarla ni regañarla, sino para darle las gracias por mi vida.

La ley italiana permite obtener información del propio origen y después de las investigaciones pertinentes localicé a mi madre. Comenzamos a telefonearnos, y un día me sugirió conocernos personalmente. La fecha concertada fue el 2 de Junio de 2004. Esa misma mañana partí hacia la ciudad donde ella vivía para encontrarme con ella, como habíamos quedado.

«Sal de mi vida»

Yo iba sola y en ese viaje había dos partes dentro de mí. Una parte era esa parte humana que se sentía entusiasmada por poder decirle por fin a alguien «mamá». Pero había otra parte más racional que me decía: «Michela, no sabes qué puedes encontrar allá». Mi error fue que en aquella duda venció la parte más humana. Pero el hombre propone y Dios dispone, porque pocos minutos después de encontrarnos, con una mirada que yo no le deseo ni a mi peor enemigo, mi madre me dijo: «Tú para mí no has existido nunca, no has existido hasta ahora, no existes hoy. Sal de mi vida». Yo no sé que siente una madre cuando un hijo dice no a su amor, pero les puedo decir lo que siente un hijo cuando una madre le dice no a su amor…

«¿Qué le hecho de malo a Jesús?»

Fue un gran dolor. Regresé a Roma, cogí a Chiara y sujetándola contra un muro le dije: «¿Pero yo qué le hecho de malo a Jesús? Trabajo para Él, ¿por qué no me puede ayudar?».

A mí pregunta de por qué Jesús me trata así, Chiara me contestó: «¿Sabes, Michela? Santa Teresa de Ávila le preguntó lo mismo a Jesús, y Jesús le dijo que así trataba Él a sus amigos». Ya sabéis lo que Santa Teresa le respondió a Jesús: «Ahora entiendo por qué tienes tan pocos».

Unas vacaciones para reflexionar

Era una situación dolorosa, de la que era difícil salir, por lo que entonces Chiara me propuso unos días de vacaciones. Yo pensé: «Estupendo, me iré a la playa y tomaré el sol», pero Chiara ya había pensado en todo: «Hay un lugar al que puedes ir. Es un pueblo en Bosnia que se llama Medjugorje. Cógete unas vacaciones y vete allí». Yo le dije a Chiara: «A Medjugorje yo no voy, Chiara. Mejor me pagas las vacaciones en Croacia, que está muy cerca y tiene un mar estupendo. Ya cuando esté allí, un día me acerco a Medjugorje. Pero yo no me voy a meter entre las colinas, las piedras y el calor. Eso no son vacaciones». Chiara me respondió: «Te recuerdo que hiciste un voto de pobreza y otro de obediencia. Elige por cual de los dos quieres ir a Medjugorje». Así que elegí el de la obediencia, y voluntariamente vine a Medjugorje.

Medjugorje

Llegué a Medjugorje ¡Me daban una pena los peregrinos! Porque yo pensaba que yo estaba allí porque me habían obligado, pero no entendía por qué ellos no iban al mar, pudiendo hacerlo.

En fin, los primeros diez días fueron un desastre. Yo no quise saber nada de peregrinos, ni del fenómeno de Medjugorje, ni de nada.

Una vidente y la aparición

El día decimoprimero, estaba tras la explanada, cerca de la carpa verde. Estaba tumbada en mi toalla, tomando el sol. En serio, pasaba de todo. Y ahí tirada me vio Marija, una de las videntes. No nos conocíamos de nada, pero a ella le llamó la atención, no sé si verme tumbada tomando el sol, o mi toalla verde chillona.

Se acercó a mí y me dijo: «Hola, ¿qué haces?». «Estoy esperando a que comience la Misa». Entonces Marija, sin más, con toda la naturalidad, me dijo: «Vente mañana conmigo a una aparición».

¡Imagínate! Era ridículo. Tanto que me dio la risa y le contesté: «Mira, va a ser mejor que la Virgen María venga a mí, porque yo de aquí no me muevo». Marija me miró un poco sorprendida, en silencio. Al cabo de unos segundos, cuando se me quitó la sonrisa de la cara, me dijo: «Tú vente mañana».

Unos días aburridos

En Medjugorje, si no vives el fenómeno, tampoco es que haya mucho que hacer. Mis primeros diez días allí fueron tan aburridos, que por muy absurdo que pareciese, asistir a una aparición suponía algo distinto en medio de aquel aburrimiento, así que el día siguiente aparecí a la hora que me había dicho Marija en el Oasis de la Paz, donde iba a vivir su aparición. Al llegar allí, aquello estaba lleno de gente.

Yo llegué a las seis y cuarto de la tarde y allí había gente que llevaba más de tres horas, con todo el calor. Yo pensé: «Qué tontería llegar tan temprano, si de toda formas a la Virgen solo la ve la vidente, pero bueno».

Al cabo de unos minutos llegó Marija. Me vio en el jardín, me cogió de la mano y me llevó dentro de la capilla con ella, delante del todo, a su lado. Me llevó hasta allí a rastras y de un empujón me puso de rodillas. Todo el mundo rezaba y yo pensaba: «Qué buenos todos estos peregrinos, mira cómo rezan», pero mi corazón estaba muy cerrado y no quería participar con ellos.

Recuerdo el momento en que comenzó la aparición. Todo el mundo se quedó en silencio y Marija se quedó mirando extasiada hacia arriba.

En medio de la aparición

En ese momento pensé: «Cualquiera desearía estar aquí a su lado, ¿cómo es posible que a mí no afecte?». La miré a Marija y vi que, sin emitir ningún sonido, movía sus labios, ¿y saben cual fue mi pensamiento en ese momento?: «Pero ella, con la Virgen, ¿habla en croata o en italiano?». Os prometo que lo pensé, de verdad, incluso quince días después de aquello se lo pregunté a ella. Me dijo que hablaban en croata.

¿Un trasplante del corazón?

Bromas aparte, en cierto momento de la aparición ocurrió algo. Y se lo cuenta la persona más racional que existe. Empecé a sentir un calor en el cuerpo. Era un calor que llegaba hasta la punta de mis dedos, hasta mis pies. Era un calor maravilloso. Sentí como si algo me abrazara, me rodeara y me cubriese entera, y entonces ocurrió lo más increíble, y es que sentí como si me hiciesen un trasplante de corazón. Digo trasplante porque sentí como si algo se metía en mi pecho y me arrancara una piedra de dentro. Era un corazón herido, enfermo, y sentí como si me colocasen un corazón nuevo ahí dentro, en su lugar. Subrayo la palabra trasplante, porque no fue un corazón curado, sino un corazón nuevo, que me llenaba de paz el alma, la mente y el cuerpo.

«Algo bellísimo»

Al acabar la aparición yo no entendía nada de lo que estaba sintiendo, pero era bellísimo. Empecé a darme cuenta de que tenía que marcharme y comencé a repetirme a mí misma que en realidad no pasaba nada, para ver si me calmaba, pero qué va, cada vez que lo decía mejor lo sentía.

Entonces Marija se levantó e hizo lo que hace siempre. Explicó a todos lo sucedido: «He presentado a la Virgen María todas vuestras intenciones de oración. La Virgen María ha orado por ustedes y les ha bendecido». A todo esto yo seguía de rodillas a su lado. Entonces ella, delante de todos me miró y dijo: «La Virgen María ha hecho suyo el dolor de tu corazón. A partir de hoy solo ella será tu madre».

«La Virgen te vió»

Salí de la capilla. Marija no sabía nada de mi historia. Cuando ella salió yo estaba en el jardín, desconcertada. Me cogió de nuevo por el brazo y, sin estar yo todavía muy convencida de lo que suponía que había pasado, le pregunté: «Marija, tu estabas ahí, ¿me viste durante la aparición?», y ella me respondió: «No, yo no te vi. Pero la Virgen sí».

«María me coge de la mano»

Desde aquel día hasta hoy he sentido a María en mi vida. La he sentido de una manera muy concreta. He descubierto que cada vez que tengo el rosario en las manos, es María quien me coge de la mano.

Modelo de santidad

Aquella tarde aprendí otra cosa. Era cierto que hasta ese día había trabajado para Dios, pero María quería que yo trabajase con Dios. Y otra cosa bellísima fue que si yo quería ser santa, debía tomar a la Virgen María como modelo de santidad. Os aseguro que eso, para un carácter como el mío, no es nada fácil. No es fácil vivir la obediencia. No es fácil vivir la humildad. No es fácil vivir el silencio de María. El silencio de María bajo la cruz. Pensad que María estaba bajo la cruz.

Un dolor transformado en amor

Aquella fue una experiencia bellísima, porque descubrí que el dolor puede ser transformado en amor por la humanidad.

Os digo que si aquella tarde del entierro de Luca dije que Dios no existía, después de doce años puedo deciros que Dios sí que existe.

 Ocho años de silencio

Durante ocho años he vivido en silencio. Durante ocho años he estado escondida. Pero hace dos años, en un capítulo general de la familia salesiana, Chiara y algunos otros me pidieron que contara mi historia. Al principio tuve miedo. Pero cuando aprendes que la vida no te pertenece a ti, que la vida es un regalo, el miedo puede ser canjeado. Yo hice este pacto con Jesús: «Jesús, si mi vida, mi historia, sirve a un solo joven a encontrar tu misericordia, yo daré mi vida por esto».

No tener miedo del sufrimiento

Queridos jóvenes, no tengáis miedo del sufrimiento. El sufrimiento existe, sí. El mundo nos dice que no existe, nos enseña cómo cubrirlo, cómo barnizarlo con capas de cosas sin importancia. Pero Jesús nos enseña a vivirlo con Él. Lo que tiene a Jesús clavado en la cruz no son los clavos, sino el amor especial que tiene por cada uno de nosotros. Por eso os ruego, por favor, que como decía san Francisco de Asís, no permitáis que el Amor de los amores no sea amado. ¡Llevemos el amor de Dios a todas partes! Podemos hacerlo, Jesús nos ha enseñado cómo. Somos pequeños, pero seámoslo como decía la madre Teresa de Calcuta: como las gotas del mar, que hacen un océano.

Dios nos ama hasta morir

Queridos jóvenes, estáis todos callados. Hay un gran silencio, pero como decía san Pedro, yo no tengo oro ni plata. ¡Lo que yo tengo me llega de la Providencia! Mirad, ni si quiera este rosario que llevo en el bolsillo es mío. Me lo han dado. Queridos jóvenes, yo no tengo nada, y a diferencia de san Pedro yo no hago milagros. Pero os puedo decir una cosa: ¡Que hay un Dios que ha dado su vida! ¡Que hay un Dios que nos ama hasta morir! ¡Que debemos experimentar la alegría de Cristo resucitado!

Los satanistas creen más que nosotros

Mirad ese pedazo de pan. Ese pedazo de pan que nosotros adoramos, ese pedazo de pan blanco con el que nos nutrimos… ahí está realmente el cuerpo de Jesús. Y esto os lo digo con un gran dolor, porque los satanistas creen más que nosotros que ahí está el cuerpo de Jesús. Nosotros tenemos que empezar a creer. Tenemos que empezar a vivir a Jesús. Mirad san Pablo. Él decía: «No soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mí» .

Utiliza el sufrimiento, pero no huyas de él

Os lo repito, no huyáis del sufrimiento, utilizarlo. Levádselo a Jesús y ese sufrimiento se transformará en amor.

Me despido con una frase de Edith Stein . Cuando Edith Stein se convirtió, le preguntaron por qué se había convertido al catolicismo, y ella respondió: «Yo busqué el amor. Y encontré a Jesús».

Testimonio de un satanista converso:

www.youtube.com/watch

Juan García Inza

juan.garciainza@gmail.com

 

Se convirtió tras fracasar su relación conyugal

¿Por qué?

Sigrid Undset consideraba el matrimonio un sacramento incluso antes de ser católica 

La novelista noruega, Premio Nobel de Literatura en 1928, se convirtió tras fracasar su relación conyugal. 

Actualizado 30 junio 2012 

Carmelo López Arias 

La escritora noruega Sigrid Undset (1882-1949) se convirtió al catolicismo en 1924, sólo cuatro años antes de recibir el Premio Nobel de Literatura. Fue una auténtica rara avis en un país de abrumadora mayoría luterana, confesión en la que la bautizaron aunque, hija de padres ateos, creció toda su juventud y primera madurez como agnóstica.

El amor y el matrimonio son temas esenciales de sus novelas, así como el papel de la mujer en la familia y en la sociedad. El preciado galardón literario lo consiguió precisamente por una trilogía sobre un fuerte carácter femenino, ambientada en la Edad Media: Kristin Lavransdatter (publicada entre 1920 y 1922).

En cuanto a la significación del matrimonio en la obra de Undset acaba de publicar un artículo Howard Kainz, profesor emérito de la Marquette University, la universidad de los jesuitas en Wisconsin (Estados Unidos). Kainz recuerda un hecho interesante en la vida de Sigrid.

Poco tiempo después de recibir el Premio Nobel, un sacerdote de Oslo (Noruega) le preguntó por qué en su obra, escrita antes de su conversión al catolicismo, ya denominaba al matrimonio como «sacramento», siendo así que para los protestantes es sólo un contrato y no figura entre los sacramentos que conservaron -aunque perdiendo su carácter- tras la Reforma, como el bautismo o, en algunas confesiones, la eucaristía.

Instrumento para la salvación y canal de la gracia

Sigrid le dijo que la respuesta requería cierta extensión, y al poco tiempo publicó un ensayo en la revista católica noruega Credo, que luego se convirtió en uno de los capítulos de su obra Los años más largos, de 1934.

«Para mí, y para muchos de quienes compartían mis puntos de vista», decía Undset en ese texto, «lo lógico habría sido que toda la cristiandad tuviese como dogma común que la única forma de matrimonio admitida es la indisoluble, para toda la vida. Pero nos enfrentábamos al hecho histórico de que todos los fundadores de sectas protestantes estaban de acuerdo en tirar por la borda ese dogma. Todos ellos habían aceptado la opinión de que en ciertas circunstancias el matrimonio puede disolverse y que las personas divorciadas pueden casarse de nuevo, incluso en vida de su anterior pareja».

Para ella (cuyo matrimonio, que le dio cinco hijos, había fracasado y acabó también en divorcio) era incomprensible que los protestantes redujesen el matrimonio a un contrato civil: «Como sacramento -canal de la gracia-, el matrimonio se instauró primordialmentepara ayudar a las personas en el camino hacia la salvación eterna. Sin esa premisa, es inconcebible que nadie haya podido pensar que es, y debe ser, una unión indisoluble, en la cual ambas partes, por encima de todo, asumen deberes hacia Dios, y uno hacia otro en Dios».

En la esencia misma, católica, de Europa

Y completaba esta idea con una observación interesante: «Incluso cuando la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio se consideró prácticamente en toda Europa objetivamente verdadera y correcta, el adulterio era habitual. Sin embargo, la Iglesia podía decir con plena justificación que el matrimonio es un canal de la gracia, pero que si los hombres rechazan cooperar con la gracia, es inútil, porque los hombres conservan la libertad de pecar».

Justo lo que quería Sigrid Unset al explicar así su posición era convencer a sus lectores de que «las tradiciones europeas, incluidas las tradiciones sobre el matrimonio, provenían de fuentes católicas, pero en algunos aspectos habían degenerado en pálidas imitaciones», en palabras de Kainz.

«Tenemos que convencernos», concluía Undset, «de que no tenemos derecho a pensar que ningún aspecto de la tradidición europea, de los valores culturales, de las ideas morales, de la riqueza emocional que tienen su origen en la cristiandad dogmáticamente definida de la Iglesia católica, seguirá viviendo una vida ´natural´ si los europeos rechazan aceptar la gracia sobrenatural de Dios. No puede pensarse que un árbol sin esas raíces continúe dando ramas, hojas y frutos».

Unos párrafos que explican por qué, allí donde el matrionio perdió su condición de sacramento, perdió también su preeminencia como institución social, y en seguida su valor intangible hasta la desintegración de la sociedad que se basaba antes en él.

La beatificación de Juan Pablo I, entra en su recta final

Lo anuncia su postulador 

La beatificación de Juan Pablo I, el Papa Luciani, entra en su recta final y podría ser rápida 

El postulador, el obispo Dal Covolo, anuncia: «La «positio» de Juan Pablo I será entregada en octubre». Y hay milagro: curado de un tumor por la intercesión del Papa. 

Actualizado 2 julio 2012 

Andrea Tornielli/Vatican Insider

El último Papa que ha sido beatificado fue Juan Pablo II, hace un año. Pero también hay otros sucesores de Pedro del último siglo que están en lista de espera:Pío XII, de quien Benedicto XVI ya aprobó la heroicidad de las virtudes; Pablo VI y su inmediato sucesor Juan Pablo I. 

«El 17 de octubre, en el centenario de Albino Luciani del nacimiento de Albino Luciani, en compañía de mi colaboradora Stefania Falasca, entregaré oficialmente al cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, la “positio” relativa al “Siervo de Dios” Juan Pablo I», anunció ante de ayer en Agordo el obispo Enrico Dal Covolo, rector de la Pontificia Universidad Lateranense y postulador de la causa para la beatificación del Papa Luciani.

Dal Covolo dio el anuncio durante la homilía que pronunció por la fiesta de los santos Pedro y Pablo, padrones de Agordo, pueblo natal del obispo. 

«La “positio” –explicó el postulador– es un expediente que consta de dos grandes volúmenes rojos: el primero recoge los testimonios sobre la vida y sobre las virtudes de Luciani, mientras el segundo se centra sobre todo sobre la historia del personaje. En tales obras se demuestran lo mejor posible las virtudes y la heroicidad de Juan Pablo I, que después serán examinadas en dos niveles: por los expertos de la Congregación y por los miembros de la misma». 

Si el resultado de este examen es positivo, añade Dal Covo, «como estoy seguro, entonces el Papa autorizará la atribución del título de “venerable”. El proceso preseguirá luego sobre la verificación completa del milagro, sigilio del iter, y que ya está en buena marcha, por lo que dentro de pocos años vuestro ilustre coterráneo subirá al honor de los altares como beato». 

Un posible milagro
El postulador, de hecho, indicó un presunto milagro: la curación inexplicable del tumor de un italiano. Un presunto milagro también fue indicado en la postulación de la causa de Pablo VI: se trata de la curación de un niño que todavía no había nacido. Por el momento, la causa más avanzada es la del Papa Pacelli, pero parece que no se ha encontrado ningún presunto milagro que permita continuar adelante. 

Relación con Pablo VI y Juan Pablo I
Benedicto XVI está muy relacionado tanto con Pablo VI como con Juan Pablo I. El Papa Montini fue el que eligió al teólogo de cincuenta años y profesor en Ratisbona para el arzobispado de Múnich de Baviera y pocas semanas después le creó cardenal durante su último consistorio. 

Ratzinger participó en el cónclave de 1978, que eligió al Papa Luciani, así como en el que eligió al Papa Juan Pablo II. Si las causas de beatificación de Pablo VI y Juan Pablo I proceden con buen ritmo, es probable que Benedicto XVi les beatifique juntos, y se convertiría en el primer Papa en la historia de la iglesia que habría elevado a los altares a sus 3 inmediatos antecesores.

Recorre las cárceles de España

Sor Mari Luz, hija de la Caridad 

Recorre las cárceles de España; los presos le llaman mamá y dicen de ella: «Me ha salvado la vida» 

Tiene 72 años y forma nuevos misioneros católicos entre ladrones, traficantes, maltratadores, ex toxicómanos, homicidas… Crea grupos de oración en las cárceles. 

Actualizado 2 julio 2012 

Cruz Morcillo/ABC

«¿Qué somos nosotros?», pregunta una voz que emerge a borbotones de un hábito azul. «Santos, somos santos», le responde un coro de presos al borde del éxtasis. 

Nunca vimos una ceremonia tan sentida, un rito tan intenso como este rezo bíblico entre los muros desnudos de una cárcel. Estamos en la de Estremera, la más moderna de Madrid, que acoge a unos 1.700 reclusos. 

Preside una monja y sus acólitos son una veintena de reclusos: ladrones, traficantes, maltratadores, ex toxicómanos, homicidas… Eso dicen sus expedientes, porque hoy, en esta sala de la prisión, son catequistas, delegados evangelizadores de sus módulos. 

Sor Mari Luz llega con prisa, arrastrando un viejo carro de la compra repleto de biblias, devocionarios, cuadernillos, sobres, rosarios, oraciones… Lo primero que asoman son sus zapatones negros, masculinos y gastados, que parecen llevarla a ella, y que no le estorban ni para andar entre charcos ni para echar una carrera siguiendo el ritmo de una reclusa veinteañera. 

Con 72 años y llena de energía
Corre junto a ella por el patio de la prisión, la besa y la abraza cariñosa como a todo el que se cruza. Tampoco parecen pesarle sus 72 años, ni el frío helador que se cuela por los corredores en la mañana de diciembre. Ella reta al frío, al cansancio y a los incrédulos. Se cubre con un abrigo azul de tergal, que no fue diseñado para la intemperie, y administra amores y consuelo con agotadora energía.

Levantarse a las cuatro de la madrugada…
«Gracias por esta mano que nos has dado para escribir, para acariciar; gracias por hacernos tus hijos amados». Es lunes, son las once de la mañana y comienza el curso bíblico. La monja hoy no ha madrugado. Cada día que acude a la cárcel (dos o tres veces por semana) a visitar a «sus hijos», a «sus preciosos» —como los llama— se levanta a las cuatro de la madrugada en el convento donde vive; espera una hora, dos o las que hagan falta en la calle, con los pies ateridos, y se sube en Madrid al autobús de los funcionarios que trabajan en Estremera (a 70 kilómetros). 

Señal de la santa cruz
Algunos de ellos la miran con desgana, elevan el tono y lo impostan para dirigirse a la monja tan frágil en apariencia, casi evanescente, dejándole claro quién pone las reglas. Ella responde educada y hace la señal de la santa cruz en la frente a quien se le acerca, con mimo, como quien reparte caramelos. 

Recorrer todas las prisiones de España
Lleva más de 30 años haciéndolo, de prisión en prisión por toda España, con sus biblias en el carro y su fe en el corazón, abrazando y rezando a algunos que no tienen quien rece por ellos y mucho menos quien los abrace.

Con permiso para entrar en la cárcel
Mari Luz Ibarz Bazán, Hija de la Caridad, es quizá la única persona ajena a la institución con salvoconducto para entrar en todos los centros penitenciarios del país. «Son buenas personas, no hay más que verlos. Ninguno tendría que estar aquí. Cometieron un error, todos los cometemos», nos dice desde el azul relampaguente de sus ojos. 

La veintena de jueces que les condenaron no piensan lo mismo, pero ella aleja con un aleteo de la mano esa opinión restándole importancia. De su carro de la compra emergen como de una chistera biblias y rosarios blancos de plástico que cada interno se coloca al cuello o se enreda en la muñeca, mientras lee el Evangelio. 

Invocar al Espíritu Santo
Tras las puertas metálicas que se cierran a tu espalda con un angustioso click para recordarte que estás en la cárcel, el Espíritu Santo es invocado con acentos arrastrados de medio mundo: con palabras de Brasil, de Ecuador, de Perú, de Colombia, de Santo Domingo, de madrileño castizo y gallego susurrante… Y hay algunos presos que, oyendo a sor Mari Luz, su ángel como la llaman, casi no hablan, sino que parecen a punto de echar a volar… Es el preludio de la oración, de los saludos afectuosos, de reconvenir a alguno de los hombretones: «¿Y la Biblia, dónde la tienes?», le espeta la religiosa a Edison, ecuatoriano, de 24 años, condenado a nueve por tráfico de drogas. 

Traficar con cocaína
«Me quedé en el paro, no me salía nada y me ofrecieron dinero por traer cocaína. Me arrepentiré toda la vida». Edison lleva 20 meses dentro; saldrá de permiso en 2011 y verá a su niño de tres años. Dice que siempre fue creyente, pero se alejó de la Iglesia. «Ahora —explica— es lo que me mantiene a salvo aquí». Antes de rezar y cantar a Dios, sor Mari Luz se acerca a cada uno de los «hermanitos». Ellos son los encargados de dar testimonio en sus respectivos módulos, con frecuencia soportando las mofas de otros presos. La crisis de la religión campa dentro y fuera. La monja le habla a cada uno por su nombre, conoce de sobra sus historias de penumbra. La amnesia de la cárcel, esa que se obstina en segregar mentiras, también revolotea por aquí. Pero hay una diferencia: la mayoría de estos reos reconocen su delito, nada que ver con la moneda común del talego donde admitir nunca estuvo bien visto.

Un consuelo llamado Sor Mari Luz
«Yo estoy aquí por incumplir dos órdenes de alejamiento —comienza Manuel, madrileño por los cuatro costados que se reconoce creyente desde niño. No podía acercarme a mi mujer y lo hice. Ya sabe que la violencia de género está muy penada. Me han condenado a 23 meses.Bebía como un loco desde siempre y hasta hace unos años también me drogaba. Ahora quiero salir e ir a vivir a una comunidad cristiana». Manuel tiene hepatitis C y está a punto de empezar un tratamiento médico duro. Tiene 49 años y está solo o casi.«Sor Mari Luz es como la madre que me falta» (la suya vive, pero no quiere saber nada de él). «Es mi consuelo en un sitio tan inhóspito y cruel», dice. 

Baila con los presos, reza…
Esta mujer, una anciana según su DNI, es un torbellino capaz de reconciliarle a uno con el mundo. Jamás se sienta ni flaquea. Aguanta estoica, como un látigo, más de dos horas de pie. Baila con sus presos, les recrimina, les pregunta por su familia, por sus lecturas, les manda «deberes bíblicos», les palmea las mejillas y los abronca, si toca. El grupo bate palmas, ora y los hombres, transfigurados, se agarran al rosario como tabla salvavidas. 

La hermana Ibarz se mete en cada recoveco de la prisión, en todos los módulos; obliga a los funcionarios a hacer malabares, a improvisar, y pregunta con dulzura, pero firme, si puede colarse en una terapia de desintoxicación de drogas, una de las más duras de la cárcel. 

A veces es mal recibida…
En ella hay tipos mal encarados que la miran de soslayo en medio de una nube de humo y alguien parece a punto de empujarla en un descuido. Ella no se inmuta y reparte estampas y rosarios, vírgenes y versículos. «Yo nunca les pregunto qué han hecho. Si quieren desahogarse, me lo cuentan», se justifica mientras pone al tanto a unos y a otros de la charla que tuvo con uno de sus abogados o de la llamada que hizo a la madre, les entrega alguna tarjeta de teléfono que ha traído para que puedan llamar o unos sobres con sellos y unas tarjetas para escribir felicitaciones de Navidad. No tiene nada, pero esa nada parece multiplicarse. 


Un ex espía del CNI
Cuando parece que ya no queda lugar para la sorpresa, se abraza nada más y nada menos que a Roberto Flórez, el ex espía del CNI condenado por traición. Él, un pincel, es uno de los presos de apoyo del módulo especial para discapacitados intelectuales y en ese entorno reina a su antojo. La religiosa y Flórez —a quien el Supremo acaba de rebajar su condena en tres años— parecen viejos camaradas posando juntos ante el muro de la prisión y esa imagen poderosa se engancha a la retina. Sentados en los pupitres blancos de la sala donde transcurre el curso bíblico, los catequistas-presos subrayan oraciones aplicados como colegiales y buscan a San Mateo o la carta de San Pablo a los efesios. Impresiona la atmósfera de recogimiento y silencio, que acalla los sonidos siempre excesivos de la prisión. 

Mi mamá es la monja…
A Óscar, 34 años, con la huella de las drogas salpicándole el rostro, le cuesta estar quieto. Está con metadona. Tiene dos hijas de 13 y 15 años, pero hace mucho que no las ve. Llama «mama» a la monja y dice que esta mujercilla de manos breves le ha cambiado la vida. Tanto que, cuando sale de permiso, pasa la tarde con el grupo de oración de sor Mari Luz. 

«Es una santa. Si ella no hubiera llegado a mi vida, no sé qué habría sido de mí». «Ningún asesino es asesino las 24 horas; ningún violador es violador las 24 horas», reflexiona el director de Estremera, Jaime González Novo, apoyo indiscutible de la religiosa, pese a que esta mujer le cause más de un dolor de cabeza con sus continuas demandas en favor de los presos. 

Todos son buenos
«Para ella todos son buenísimos y preciosos, pero es una persona excepcional, no se desprende jamás de los internos». El director desgrana el difícil equilibrio entre seguridad y programas de tratamiento, y el curso bíblico lo es. «Si salen muchos presos de los módulos es un riesgo para la seguridad; sin embargo, los programas son claves. Estamos aquí para reinsertar y la hermana tiene demanda». Tanta que hay una lista de entre 200 y 300 para ir a misa los domingos. «¿Por qué Mohamed quiere ir a la actividad de la monja pero luego pide seguir el Ramadán?», cuenta Novo. «Porque encuentra comprensión, amor, se siente querido y eso aquí dentro es un tesoro».


Da cariño y es mi refugio
«Cuando os enteréis de lo preciosos que sois, lo grandes, se os quitarán los complejos. Los hijos de Dios viven en la cárcel», clama ella con una sonrisa. «Es la única que te da cariño, mi refugio», relata César Arturo, peruano de 24 años, al que un viaje malhadado dejó en la cuneta con una maleta de cocaína y nueve años de condena. Esboza un amago de mueca cuando lahermana Ibarz le suelta en público: «Estás muy guapo, te has cortado el pelo, pero me gustabas más antes».

La mañana acaba con nieve. Fernando y Montse, un matrimonio de la renovación carismática, padres de cuatro hijos, él economista, ella empresaria, ejemplo de compromiso en tiempos sin alma, han acompañado desde el amanecer a la religiosa. 

¿La jubilación? … en el cielo
Dicen que a ellos también les ha cambiado la vida conocerla. Sor Mari Luz, ajena a los piropos, mordisquea un sándwich de tomate y bebe una infusión antes de salir de la cárcel. Casi no come. Está enferma, pero a ella poco le importa. «Me jubilaré cuando vaya al cielo», masculla. Seguro que lo consigue.

 

Historia de una neopagana

Fue bruja quince años, pero las novelas de terror y un superhéroe católico la llevaron a la Iglesia 

Todo empezó con un libro de la sección de Astrología y terminó con un juego de rol: el personaje de Rondador Nocturno le dio la clave. 

Actualizado 1 julio 2012 

Pablo Ginés/ReL 

Libby Edwards es una mujer que nació en Halloween y fue, desde los 20 a los 35 años, neopagana y bruja. Realizaba rituales, organizaba eventos paganos y practicaba talentos «ocultos» (en el sentido de sobrenaturales): «Yo parecía tener un don particular para la adivinación y el trato con los muertos, y aprendí a sanar y a maldecir, aunque decididamente tenía más éxito con lo segundo que con lo primero».

¿Cómo llegó a eso? Por los libros. ¿Y como salió de allí? Por las novelas, los cómics, los juegos de rol y la gracia de Dios, «que vino a buscarme donde yo estaba».

Una joven sin iglesia

Libby nació en Estados Unidos en una familia de cultura protestante. Cuando la familia se mudó a Carolina del Norte, teniendo ella 8 años, adoptó el mormonismo, debido a la calurosa acogida de una comunidad mormona de la zona. Pero al pasar el tiempo, siendo ella ya estudiante de instituto, su familia no era practicante. «Yo era la típica adolescente sin iglesia, más interesada en gustar a la gente que en cultivar una relación con Dios», recuerda.

Tenía amigos cristianos y durante un tiempo salió con un novio protestante, de la Church of God. Ella evidenciaba un cierto interés por lo espiritual y algunas veces iba a las iglesias de sus amigos si la invitaban.

Con el catolicismo tenía entonces sólo dos enlaces: las novelas y películas de terror, como El Exorcista, y una familia de conocidos, bastante tibios pero que le fascinaban igualmente, porque tenían un cajón lleno de rosarios que nunca rezaban. «Nunca había visto un rosario en la vida real y el hecho de que tuviesen toda una colección y ni siquiera lo usasen me parecía un sinsentido. Yo no sabía lo que significaba rezar el rosario, pero sí sabía que era algo especial», explica.

«Yo podía ser bruja de verdad»

El verano que cumplió 20 años, Libby estaba buscando novelas de fantasía o ciencia ficción en la librería. No encontró nada interesante pero justo al lado de esa sección estaba la de Nueva Era y Astrología, «donde un libro de brujería cautivó mi atención. La cubierta era tonta, el título más aún, pero a una chica impresionable de 20 años con un amor por las cosas oscuras y misteriosas y un ansia profunda por cualquier cosa espiritual, las promesas de la tapa del libro despertaban un acorde que resonaba con intensidad. ¡La brujería no era sólo un cuento de hadas! Tampoco era adorar al demonio. Sólo tenía que comprar ese libro y también yo podría ser una bruja de verdad».

Lo compró y lo leyó fascinada. Estudió sus lecciones. Empezó a citarse con otras personas «de mi nueva fe recién encontrada». No pasó mucho antes de que su guardarropa tuviese un sólo color: el negro. Compró numerosos pentáculos de plata. Creó un círculo de amistades neopaganas. «Encontré maestros con experiencia del mundo real para que me ayudasen y leía sin cesar cualquier cosa relacionada con el Arte [«the Craft», el arte de la magia] que cayese en mis manos».

«Practiqué la brujería neopagana durante 15 años. Era activa en solitario y también como miembro de un coven [grupo o comunidad de brujos que se reúnen y hacen rituales juntos]. Organicé eventos paganos y tenía una extensa red online«, enumera Libby.

Maldecir es más fácil que sanar

Quizá por su nacimiento en Halloween, parecía tener más facilidad para el «trato con los muertos» y la adivinación. Y comprobó que la magia de maldecir se le daba mejor que la de sanar. «No creo que esto fuese una coincidencia. Una de las grandes frases neopaganas y un argumento que usan los brujos para defender su fe es que se centra, supuestamente, en la magia positiva, pero tiene poca base en la realidad. Lo de ´no dañes a nadie, haz como quieras´, rápidamente se descarta por ¡el brujo que no puede cercar, no puede curar!».

Libby se daba cuenta que la permisividad moral del neopaganismo era radical. «Es una especie de hedonismo rodeado de fe», dice. Decidió librarse de sus restos de cultura cristiana, buscar una «libertad» que violase los puntos morales de origen cristiano que aún tenía. «Ahora practicar la magia era el menor de mis problemas, había adoptado una visión del mundo que me hacía caminar sobre una cuerda floja espiritual sin red de seguridad», explica. 

Enfrascada en sus rituales y volcada en el hedonismo, Libby no se dio cuenta de que Dios iba a tejer su red «buscándome de formas sorprendentes«.

Cuando viene el mal real ¿a quien llamas?

Ella seguía leyendo novelas de terror y disfrutaba con las películas de miedo. «Me di cuenta de que cuando un mal real amenaza en estas historias, nadie llama al pastor protestante local ni al mabo vudú ni a la sacerdotisa pagana, ya que estamos. Llaman a la Iglesia católica«, afirma.

Una vez le dijo a un amigo que «si algo maligno se manifestase en mi casa, llamaría al cura católico local antes que a una sacerdotisa wicca». Lo dijo medio en broma. Pero no del todo. «Había un poder y autoridad en la Iglesia católica que reconocía inconscientemente incluso entonces».

También disfrutaba leyendo cómics. «Mi superhéroe preferido era un mutante azul, con cola y pendiente, bucanero con espada, de los X-Men. Su nombre es Rondador Nocturno, y era católico devoto, quizá el único católico devoto que protagoniza comics. Era algo nuevo en mi experiencia hasta entonces: un católico enamorado de Dios y feliz por ello», explica. 

Estudiar para jugar bien a rol

Su otra afición eran los juegos de rol. Jugaba al juego de rol de superhéroes Marvel y solía interpretar a su personaje preferido, Rondador Nocturno. Como muchos jugadores de rol, que son un tipo de personas con impulsos creativos, también escribía relatos de fantasía o terror, que a veces publicaba a nivel semi-profesional. Yuna y otra vez los personajes tendían a ser católicos. Y para interpretar un católico, sea en un juego de rol o en un relato, Libby decidió documentarse. En las partidas de rol, por ejemplo, los personajes enemigos, u otros jugadores, podían criticar la fe de su superhéroe católico. ¿Con qué argumentos respondería él? 

Así que Libby, la bruja neopagana, se puso a leer apologética católica. ¡Y el Catecismo!

Belleza… y Verdad

«Y me empecé a preguntar si había estado descolocada desde el principio. Ya me encantaba todo el ropaje de la Iglesia: los olores, las campanas, el arte y la música, la grandeza de los rituales, algo menos sorprendente dado mi similar amor por esos ropajes en el neopaganismo. Pero empecé a ver VERDAD en la apologética. Verdad dura, pero verdad. Los rituales y hechizos del Arte parecían baratos en comparación, meras sombras de la Verdad, y yo tenía hambre por algo real».

Libby se apuntó al curso de iniciación cristiana para adultos que se impartía en su parroquia local, muy común en las iglesias católicas de EEUU. «Me di un año. Hizo falta menos. Yo ya era Suya», dice.

No es que fuese fácil, sobre todo en los hábitos morales. «Pasaba de una religión de extrema permisividad a una que era exigente de verdad conmigo», reconoce. Pero Libby cita al cardenal Newman: «Profundizar en la historia es dejar de ser protestante, y en mi caso, también dejar de ser pagana».

El poder del Espíritu Santo

Esta conversión intelectual se vio completada esa Semana Santa con una experiencia mística. «Me hice católica de corazón. Experimenté a Dios en el Espíritu Santo, de una forma muy real, que cambió mi vida, y dejé atrás el paganismo. Ese fue el momento en el que me enamoré de Dios y ya nunca quise separarme de Él». 

Fue bautizada en la Vigilia Pascual de 2010. «Ahora mi vida es más simple, más hermosa y más pacífica, que cuando estaba bajo el paganismo. La verdadera libertad descansa en Dios», explica en su testimonio en WhyImCatholic.com.