Por sus creencias cristianas

Consigue que un hospital de Mallorca no pueda hacer abortos por la oposición de las enfermeras 

Mercedes Cruz Quesada es supervisora de quirófano, y su valiente actitud arrastró a todas las enfermeras para que en su centro sanitario no fuera un abortorio. 

Actualizado 20 junio 2012 

Marcos Vera/ReL 

El gerente del hospital le llamó un día para indicarle que preparara todo lo necesario para realizar abortos. La crisis aprieta y dicho hospital había negociado con el Gobierno autonómico la realización de una serie de servicios, entre los que se incluía el aborto. 

Pero Mercedes Cruz Quesada, de firmes convicciones católicas y miembro de la Unión Seglar, decidió anteponer sus seguridades materiales, el trabajo y el qué dirán… a ser cómplice de la destrucción de una vida.

Ésta es su historia, en forma de entrevista, que ha concedido en exclusiva a Religión en Libertad.

– ¿Cuál es su responsabilidad en el hospital, Mercedes?
– Soy supervisora de quirófano, con lo que mi responsabilidad, entre otras, es procurar que todo el material y personal necesario para que sea llevada una intervención quirúrgica, esté a punto y en perfectas condiciones, asignar a cada enfermera las intervenciones que debe cubrir, hacer los pedidos…

– ¿Cómo fue que tuvo oportunidad de enterarse del contenido del Concierto antes de que éste se firmase? ¿Se le notificó de oficio, o estuvo usted pendiente de que no le colaran ese gol?
– Desde que ocupo este puesto, sabía que algún día podía presentarse esta situación y ya estaba alerta. De todos modos, por ser parte de la dirección del hospital, normalmente (y gracias a Dios) soy informada de los cambios o decisiones que se toman. 

Un día me llamó el gerente y me comunicó la posibilidad de que se realizasen abortos en nuestro hospital, y me preguntó si en quirófano disponíamos de todo lo necesario. Yo le contesté que no, porque realmente no disponíamos del material necesario. Entonces él me preguntó si podría encargarme de averiguar todo lo que sería necesario. 

En ese punto yo le contesté que con todos mis respetos no podía encargarme de esta tarea y además le informé de que sintiéndolo mucho porque adoro mi trabajo y además soy muy feliz en este hospital, si se llegaba a materializar este tema yo presentaría mi dimisión y abandonaría el hospital

Le dije que entendiese que no era una decisión fácil con la crisis y la falta de trabajo que hay por todo, pero que mi decisión estaba bien meditada y no había vuelta atrás.

– Si usted era jefa es obvio que no estaba sola ni aislada como enfermera, sino que se había cultivado un buen entorno. ¿Contribuyó a darle más fuerza y cohesión a ese entorno el hecho de que se supiese que es usted católica activa?
-Por supuesto, además por el hecho de ser católica también me dolía mucho que mis enfermeras tuviesen que participar en tan horrendo crimen.

– ¿Cómo fue lo de plantarse y hacer valer su derecho a la objeción de conciencia?
– No fue difícil: cuando estás tan segura de algo, lo demás viene solo.

– ¿Fue difícil que se adhirieran las demás enfermeras?
– La verdad es que no, aunque las cogieron una por una para que no se influenciasen entre ellas. Algunas ya estaban seguras de que no querían participar en esto, y otras estaban dudosas; pero yo creo que conocer mi postura les hizo decantarse por el no. 

Además, alguien que ha visto alguna vez un aborto aunque sea involuntario, no ha de tener corazón para querer participar en esto. Es horrible.

– ¿Cómo consiguió vincular la objeción de conciencia en masa con la modificación del concierto por lo que respecta al aborto?
– Cuando la gerencia del hospital vio que ninguna enfermera de quirófano estaba dispuesta a realizar esta «tarea» se le presentó un gran problema: intentó que alguna enfermera de otro departamento pasase a quirófano esos días en concreto, pero había que formarla y eso llevaba tiempo. Además, ¿qué hacía con todas nosotras? Era un problema de difícil solución.

– ¿Tuvo seguimiento por parte del personal médico y el resto de personal del hospital, especialmente la gente con cargo?
– No, no tuve seguimiento, aunque he de decir que me respetaron en todo momento e intentaron buscar una solución para que yo no me fuera del hospital.

– ¿Es consciente de que su paso adelante y su forma de enfrentarse al problema del aborto en su hospital puede sentar precedente y constituirse en modelo a promover? ¿Es consciente de que su actitud valiente y decidida desencadenó un fenómeno sociológico a la pequeñísima escala del hospital, dignísimo de estudio?
– Pues la verdad es que no me lo había planteado así, pero doy gracias a Dios si esto sirve para que alguien se replantee su postura en el trabajo.

– Previamente a todo esto, ¿había creado usted un clima pro vida en el hospital? ¿Cómo lo hizo?
– Pues no mucho, aunque todos conocían mi postura, lo que sí es cierto es que es importantísimo hacerte respetar en tu entorno, intentar siempre ayudar a los demás, no juzgar, no criticar, hacer bien tu trabajo; en fin, intentar siempre actuar como buen cristiano: así consigues el respeto y eso es fundamental a la hora de tomar una decisión así.

-….
– Espero que esto le sirva de algo, quisiera remarcar lo que creo que ha sido más importante en el hecho de que el resto de personal de quirófano se adhiriera a mi postura. Creo que fue fundamental el que me apoyaran en todas mis decisiones antes de llegar a ésta en particular; para esto me las tuve que ir ganando poco a poco en una labor de años. La verdad es que somos un grupo muy unido y ellas son unas excelentes personas y trabajadoras, en esto tengo mucha suerte.

 

De jugador de fútbol americano a cura

P. Joseph Freedy, de EE UU 

De jugador de fútbol americano a cura, gracias a la lectura de un libro sobre la Misa de Scott Hahn 

Era quarterback dentro del equipo. Su pasión deportiva era todo en su vida… hasta que Dios apareció en su vida gracias a un libro del converso Hahn. 

Actualizado 20 junio 2012 

Juan Antonio Ruiz LC/ReL

Multitudes con la mirada fija en él y aclamándolo como su héroe. Ese era el pasado de Joseph Freedy cuando era el quarterback en el equipo de fútbol americano de la Universidad de Buffalo. Tenía talento y él lo sabía. Y sin embargo ese «ruido del mundo», como él lo llamaba, no llenaba su corazón. ¿Y cómo es que hoy tiene una sonrisa que le dibuja el rostro? ¿Qué pasó? Todo empezó con la lectura de un libro… Pero vale la pena volver un poco la mirada para entender su camino.

Nacido en una familia católica en el oeste de Pensylvania (EEUU), Joseph creció en un ambiente de fe, uno en el que «los sacerdotes no eran personas a las que no sólo veías en Misa, sino que te los encontrabas en casa con tus padres», como dice él mismo. Ver a esos hombres vestidos de negro siempre le impresionaba e incluso los sentía como familiares que de vez en cuando venían a hacer una visita.

Pero esa religiosidad poco a poco empezó a desaparecer cuando el fútbol americano entró en su vida: «En mi región, el fútbol se toma muy en serio, por lo que jugar no era algo ordinario. Yo me lo tomé tan a pecho que construí toda mi vida alrededor del fútbol; de hecho, lo usé como un medio para llenar un vacío interior que se había creado por una inseguridad personal en esos años. No sé de dónde vino exactamente, porque tenía una familia genial, pero desde el High School e incluso durante la universidad quería, e incluso necesitaba, ser el joven que yo pensé que todos querían que fuese».

Alejarse de Dios

Dejó su fe aparcada y el ambiente lo engulló, especialmente el de las famosas fiestas universitarias. Pero una buena novia que tuvo durante esos años y la misma seriedad con que afrontó su carrera deportiva le hicieron medir sus salidas y excesos. De hecho, en 1999 se convirtió en el quarterback titular de la Universidad de Buffalo.

El camino para Joseph parecía claro y fijo en su vida. Pero el tema de su fe aún le martilleaba un poco la conciencia, si bien le daba siempre largas. Por eso, fue Dios mismo quien le salió al paso

Un libro removió su corazón

Sucedió en unas vacaciones de Navidad, cuando fue a visitar a su familia. Una mañana que estaba algo ocioso, empezó a curiosear por la casa. Al llegar a una mesa, encontró la Biblia que su padre leía antes de salir todos los días al trabajo. Junto a ella, otro libro le atrajo la atención: La Cena del Cordero de Scott Hahn. Lo tomó y empezó a leer…

«El párrafo inicial me llamó la atención, pues describía mi propia vida. Básicamente decía que nada es más familiar a los católicos que la misa y, sin embargo, casi nadie sabía lo que realmente significaba. Eso era lo que me pasaba. […] Eso me picó la curiosidad y seguí leyendo. Lo que encontré ahí me transformó».

Como si de un nuevo San Agustín se tratar, la lectura del libro le trajo paz a su alma. Le hizo darse cuenta de una realidad que desde hacía tiempo Dios le regalaba: sólo en la Misa encontraría la auténtica felicidad que tanto anhelaba su corazón. 

Dios le llamaba para ser sacerdote

Tras esta nueva conversión, Joseph quiso compartir su experiencia en la universidad. Lo intentó en todos lados, incluyendo grupos protestantes como Fellowship of Christian Athletes. Traía la fuerza del enamorado a flor de piel y lo hacía notar. Y de repente en el corazón de Joseph empezó a aflorar una voz que lo desconcertaba y que quería, por todos los medios, callar: sentía que Dios le llamaba a ser sacerdote.

«Me iba a la capilla para pedirle al Señor qué quería de mí. Me pasaba mucho tiempo ahí, luchando contra Dios acerca de aquello que Él tenía pensado para mí. Porque sentía una contradicción: por un lado, nunca había sido tan feliz como ahora; pero por otro, no quería abandonar mis planes de vida para ser sacerdote».

Camino del seminario

Por fin, se decidió hablar con un guía vocacional, que le animó a darle a Dios la oportunidad de mostrarle qué camino había pensado para él. No sin esfuerzo, pero confiando en la acción de Dios, decidió ir al seminario.

Hoy, Joseph es sacerdote –se ordenó el 21 de junio del 2008– y al ver la historia de su vocación no puede sino agradecer infinitamente a Dios por todo lo que le ha dado. El derrotero de su formación le han llevado a lugares como el Pontificio Colegio Americano de Roma, en donde pudo presenciar el funeral de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI, para terminar en la diócesis de Pittsburgh, en donde actualmente funge comodirector de la pastoral vocacional diocesana. 

«Saber que mis manos han sido ungidas para traer el Cuerpo y la Sangre de Cristo al mundo y para perdonar los pecados es una bendición indescriptible. ¡El don del sacerdocio es abrumador! Fui ordenado hace ya casi cuatro años y puedo decir que nunca he sido infeliz como sacerdote». Y esta experiencia es, sin duda, el mejor touchdown que el P. Joseph pueda anotar en su vida.

Una joven salva la vida de su bebé

La italiana Chiara Corbella 

Una joven salva la vida de su bebé pero muere por retrasar su tratamiento del cáncer 

Tuvo dos hijos con malformaciones que murieron horas después de nacer. El tercer embarazo venía bien… pero esta vez la enferma era ella. 

Actualizado 21 junio 2012 

Zenit / ReL 

El pasado sábado, en la iglesia de Santa Francisca Romana de Roma, se celebró el funeral por la joven Chiara Corbella, tras un calvario de cerca de dos años provocado por un tumor. Una ceremonia que no fue nada fúnebre, una gran fiesta en la que participaron cerca de mil personas que llenaron la iglesia cantando y aplaudiendo desde la entrada del féretro hasta su salida.

La de Chiara es una historia extraordinaria que se ha difundido por la red, tanto que el video en Youtube que reproducimos abajo ha sumado decenas de miles de visionados en apenas unos días.

Esta joven romana de solo 28 años, bella, luminosa, con la sonrisa siempre en los labios, murió por retrasar el tratamiento que habría podido salvarla, con tal de llevar a término el embarazo de Francesco, un niño deseado desde el primer momento de su matrimonio con Enrico.

Dos embarazos fallidos… y llegó Francesco
No era el primer embarazo de Chiara. Los dos anteriores acabaron con la muerte de los niños a las pocas horas de nacer. A ambos se les habían detectado graves malformaciones desde las primeras ecografías.

Sufrimientos, traumas, sentimiento de desánimo… pero Chiara y Enrico nunca se cerraron a la vida, con lo que tras algún tiempo llegó otro embarazo: Francesco. Esta vez las ecografías confirmaban la buen salud del niño. Sin embargo al quinto mes a Chiara los médicos le diagnosticaron una lesión de la lengua que tras una primera intervención se confirmó como la peor de las hipótesis: un carcinoma.

Desde entonces, una dura lucha. Chiara y su marido, sin embargo, no perdieron la fe y “aliándose” con Dios decidieron una vez más decir sí a la vida. Chiara defendió a Francesco sin pensárselo dos veces y corriendo un grave riesgo, retrasó su tratamiento para llevar adelante la maternidad. Sólo tras el parto la joven pudo someterse a una nueva intervención quirúrgica más radical y luego a los sucesivos ciclos de quimio y radioterapia.

La mujer venció al dragón

Francesco nació sano y guapo el 30 de mayo de 2011; pero Chiara, consumida hasta perder incluso la vista del ojo derecho, pasado un año no lo superó. El miércoles pasado, hacia mediodía, rodeada de parientes y amigos, acabó la batalla contra el “dragón” que la perseguía, como ella definía el tumor, en referencia a la lectura del Apocalipsis.

Como, sin embargo, se lee en la misma lectura -elegida no por casualidad para la ceremonia fúnebre- una mujer ha vencido al dragón. Chiara, en efecto, habrá perdido su combate terreno pero ha ganado la vida eterna y ha dado a todos un verdadero testimonio de santidad.

Una segunda Gianna Beretta Molla”, la definió el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, que quiso rendir homenaje con su presencia a Chiara, a la que había conocido hace unos meses junto a Enrico.

“La vida es como un bordado del que vemos el revés, la parte desordenada y llena de hilos –dijo el purpurado-, pero de vez en cuando la fe nos permite ver un borde de la parte derecha”. Es el caso de Chiara, según el cardenal: “Una gran lección de vida, una luz, fruto de un maravilloso designio divino que se nos escapa, pero que existe”.

“Yo no sé lo que Dios ha preparado para nosotros a través de este mujer –añadió-, pero es seguramente algo que no podemos perder; por ello recojamos esta herencia que nos recuerda dar el justo valor a cada pequeño o gran gesto cotidiano”.

Murió serena y feliz

“Esta mañana estamos viendo lo que hace dos mil años vivió el centurión, cuando viendo morir a Jesús dijo: Este era verdaderamente el hijo de Dios”, dijo en su homilía fray Vito, joven franciscano, conocido en Asís, que asistió espiritualmente a Chiara y a su familia en el último periodo. “La muerte de Chiara ha sido el cumplimiento de una plegaria”, añadió. La joven, contó el fraile, “tras el diagnóstico médico del 4 de abril que la declaraba enferma terminal, pidió un milagro: pero no la curación, sino la paz para vivir estos momentos de enfermedad y sufrimiento, tanto ella como las personas más cercanas”.

“Y nosotros –dijo fray Vito visiblemente emocionado- hemos visto morir a una mujer no sólo serena sino feliz”. Una mujer que vivió gastando su vida por amor a los otros, llegando a confiar a Enrico: “Quizá en el fondo no quiero la curación. Un marido feliz y un niño sereno sin su mamá son un testimonio más grande que una mujer que ha superado la enfermedad. Un testimonio que podría salvar a tantas personas…”.

A esta fe Chiara llegó poco a poco, precisó fray Vito, “siguiendo la regla asumida en Asís por los franciscanos que tanto amaba: pequeños pasos posibles”. Un modo, explicó, “para afrontar el miedo del pasado y del futuro frente a los grandes eventos, y que enseña a empezar por las cosas pequeñas. Nosotros no podemos transformar el agua en vino, pero sí empezar a llenar las tinajas. Chiara creía en esto y esto la ayudó a vivir una buena vida y por tanto una buena muerte, paso a paso”.

Todos los asistentes se llevaron de la iglesia una plantita –por voluntad de Chiara, que no quería flores en su funeral sino que cada uno recibiera un regalo- y en el corazón un “pedacito” de este testimonio, orando y pidiendo la gracia a esta joven mujer a la que quizá un día llamarán beata Chiara Corbella.

 

La religión buenista, no es eficaz contra el crimen

Guatemala, Venezuela y Colombia, ejemplos extremos 

Estudio en 67 países: la religión buenista, sin infierno, no es eficaz contra el crimen 

En todo el mundo, la gente tiende a creer más en el Cielo que en el Infierno, pero allí donde menos se cree en la condenación eterna más crimen se produce, incluso si se tienen en cuenta variables socioeconómicas y perfiles psicológicos. Lo ha estudiado la Universidad de Oregón. 

Actualizado 23 junio 2012 

Pablo J. Ginés/ReL 

Una encuesta del CIS en 2002 señalaba que un 39% de los españoles están convencidos de que existe el Cielo, pero sólo un 23% cree que existe el Infierno. 

Así sucede en casi todo el mundo: sea en países musulmanes, católicos, protestantes u ortodoxos, la gente cree más en el Cielo que en el Infierno

Así lo demuestran las encuestas del World Values and European Values Survey, realizadas en varias oleadas (años 1981–1984, 1990–1993, 1994–1999, 1999–2004 y 2005–2007).

Las únicas excepciones sobre 67 países estudiados son Taiwán (sintoísta y capitalista) y Vietnam (budista y comunista), donde hay una ligera mayor creencia en el infierno que en un paraíso tras la vida terrena. 

Y los 8 países que creen tanto en el Cielo como el Infierno, en igualdad exacta, son todos musulmanes (Turquía, Pakistán, Indonesia, etc…).

El buenismo, ineficaz con el crimen

El nuevo descubrimiento es que la religión «buenista», la que propone el Cielo pero oculta el Infierno, es poco eficaz contra el crimen y el comportamiento antisocial: de hecho, incluso parece fomentarlo. En cambio, en los países con una fuerte creencia en el Infierno, se produce menos crimen

Esto es lo que afirma un primer estudio de correlaciones estadísticas que ha realizado la Universidad de Oregón, aparecido en la Public Library of Science Journal PLoS ONE. Esta universidad tiene en marcha un «Laboratorio de Cultura y Moralidad» para realizar estos estudios.

Así, Venezuela y Guatemala son los dos países donde más se cree en el Cielo, menos se cree en el Infierno y más crimen hay. Por el contrario, las mencionadas Vietnam y Taiwán, más convencidas del Infierno que del Cielo, son los países con menores tasas criminales. 

Estos son los casos extremos, pero el dato se reproduce como una tendencia en los 67 países estudiados. Por ejemplo, Colombia es el cuarto país con mayores índices de criminalidad según este estudio (después de Venezuela, Guatemala y Zambia)… y el país que más cree en el Cielo sobre el Infierno (un 38% más creen en el castigo eterno que en la eterna felicidad con Dios). 

España está justo en medio de la tabla: ni hay demasiado crimen, ni se cree demasiado poco en el infierno. Es el centro estadístico mundial en este tema.

Teniendo en cuenta más variables, lo mismo

Por supuesto, para medir esta relación «crimen-creencia tras la muerte» se han tenido en cuenta distintas variables. Por ejemplo, se han establecido 9 crímenes bien concretos: asalto, crímenes de motor, tráfico de drogas, homicidio, tráfico de personas, secuestro, violación y robo (usando datos de la Oficina de Naciones Unidas para el Crimen, UNODC). Se han medido también otros elementos: la asistencia a servicios religiosos(una creencia puede ser muy tibia si no se practica), la tasa de población presa, el PIB por cápita, la esperanza de vida, la tasa de urbanismo frente a población rural, lacreencia en Dios y el tipo de personalidad más común que se relaciona con crímenes en otros estudios (hay tres tipos de personalidad que aumentan la tasa de criminalidad: la falta de consciencia, la neurótica y la «agreeableness», que no busca encajar en la sociedad). 

Una vez se ha tenido todo esto en cuenta, se sigue verificando la tesis del estudio: si hay mucha creencia en Cielo y poca en el Infierno, hay más crimen. 

O dicho de otra forma: para usar la religión como forma de disuasión del crimen, lo realmente eficaz es que esa religión consiga convencer a los creyentes del infierno. Se confirmaría así el cínico comentario de Voltaire: «yo no creo en Dios pero requiero que mis trabajadores lo hagan». Pero lo específicamente útil contra hurtos, estafas, etc… no es creer  en Dios, sino en el Infierno. 

Infierno no es miedo

Eso no significa necesariamente que mantenga a los creyentes «asustados». C. S. Lewis ya decía en sus libros que el miedo es una emoción (también al infierno) y las emociones son volubles: uno no puede estar continuamente asustado. Pero sí puede ser precavido. 

Por otra parte, el estudio no dice nada sobre la felicidad de los países estudiados: un país podría estar convencido de la existencia del Infierno y ser muy feliz; o al revés, estar convencido de la existencia sólo del Cielo, sufrir mucho crimen y, pese a ello, contar con una gran tasa de felicidad (medir la felicidad es otro reto de los sociólogos).

En laboratorio se descubre lo mismo

El director del estudio de la Universidad de Oregón, el psicólogo Azim F. Shariff, señala que la estadística global confirma algo que se había estudiado ya en laboratorio: las personas que declaraban creer en una divinidad que juzga y observa y creen en un castigo se comportan con más ética cuando creen no ser observados que los que creen en una divinidad generosa y benévola, que aprovechan para hacer trampas en las pruebas a las que se les somete en experimentos.

A nivel pastoral en las comunidades cristianas, eso no debe significar necesariamente que haya que predicar un Dios Juez Implacable. Entre el Juez Implacable y el Abuelito Que Todo Lo Consiente está el Padre que Educa, un modelo pastoral que quizá en una sociedad de padres ausentes o débiles es más difícil de proponer, pero que nace de la predicación misma de Jesucristo.

Cómo recomendar libros cristianos a no creyentes

Edith Stein o Ignacio de Loyola se convirtieron leyendo 

Cómo recomendar libros cristianos a no creyentes: 5 consejos de una ex-atea 

¿Tiene sentido regalar libros cristianos a amigos o parientes que ni siquiera se hacen las preguntas existenciales básicas? ¿Es mejor regalarlos o recomendar que los consigan en la biblioteca? ¿Cualquier momento es bueno para entregar un buen libro? Jennifer Fulwiler, que entró en la Iglesia en 2007 después de 2 años de lecturas intensas, tiene su opinión. 

Actualizado 23 junio 2012 

Pablo Ginés/ReL 

Jennifer Fulwiler era una joven atea norteamericana, bloguera y apasionada de Internet, que decidió dedicar un tiempo a explorar la fe cristiana. Lo que inició todo el proceso fue comprobar que su marido era, sorprendentemente, inteligente y creyente en Dios (aunque bastante anticatólico en esa época). Jennifer abrió un blog en 2005 para debatir temas de fe y también temas ligados al aborto, el derecho a la vida y la familia, que le interpelaban. Al final, en 2007, con 33 años, ambos esposos aceptaron la fe católica. Hoy tienen cinco hijos. Explica su historia de conversión en su web ConversionDiary.

El camino de Jennifer fue, sobre todo, intelectual. Además de Internet,ella misma explica qué libros le ayudaron a aceptar que la fe era razonable y, más aún, que era verdadera. 

The case for Christ, del ex-ateo Lee Strobel fue el libro que desde julio de 2005 le hizo centrarse en un tema: Cristo y los cristianos, frente a otras posibilidades religiosas. A continuación leyó «Mero Cristianismo» (cuya influencia en el siglo XX y XXI analizamos aquí). Centrándose en el catolicismo, leyó «By what authority?», del ex-protestante y divulgador Mark Shea. Amplió información en «Catholicism for Dummies» (en el popular formato de «libros explicados para que cualquiera lo entienda»). Después abordó el material oficial: ¡el Catecismo de la Iglesia Católica! Lo combinaba con «Making senses out of Scripture», un libro de Mark Shea sobre cómo entender la Biblia. A continuación: ¡sexo católico! Más en concreto, el libro de Christopher West que explica la teología del cuerpo de Juan Pablo II y sus bases bíblicas y antropológicas de forma amena y apasionada: «The good news about sex and marriage«. Y ya creyendo en Dios, «El Hombre Eterno», de G.K. Chesterton le hizo gritar: «sí, exacto».

Edith Stein o Ignacio de Loyola
Que los libros son útiles para encauzar una conversión no es cosa que se dude. La filósofa agnóstica Edith Stein cambió cuando leyó un libro de Santa Teresa de Ávila en casa de unos amigos: llegaría a ser Santa Teresa Benedicta de la Cruz. El mismo San Ignacio convalecía de una herida de guerra cuando leyó, al principio con desgana, la Vida de San Onofre, en unas vidas de santos que le dejaban sus cuidadoras diciéndole que «no hay nada más para leer, no tenemos novelas de caballerías». Así surgirían los jesuitas. Los casos de libros influyentes en la fe son incontables.

Mucha gente escribe a Jennifer preguntando qué libros deberían comprar para regalar a sus seres queridos que no han tenido la experiencia de tratar con Cristo.

Pero Jennifer plantea que deberíamos plantearnos más bien cómo hacer llegar libros a esas personas. Y con realismo señala un primer punto: igual que no aceptas consejos ni libros sobre dietas si antes no te has empezado a cuestionar tu dieta o tu peso, hay que tener una mínima inquietud, una apertura al tema, para recibir información sobre Dios y Cristo… 

Por eso, Jennifer da 5 cinco consejos:

1) Conoce bien el itinerario espiritual de la persona. 

A menudo, es más útil para el evangelizador simplemente hacer preguntas y escuchar a la persona, que darle respuestas que aún no puede apreciar. «Si te dicen algo con lo que no estás de acuerdo, en vez de decirle que se equivoca, pregúntales cómo llegaron a esa conclusión. Cuanto mejor entiendas cómo tus seres queridos han llegado a su creencia actual, mejor equipado estás para saber qué libros les serán de ayuda».

2) Encuentra autores que utilicen su lenguaje 

Un ateo bohemio y pintor es distinto a un ateo biólogo molecular. El temperamento de las personas es muy distinto y requiere libros distintos, testimonios o argumentos o autores diversos. Lo que mejor es que el libro utilice un lenguaje similar al que la persona suele utilizar.

3) No le compres el libro: anímale a conseguirlo

«Todos tenemos vidas muy ajetreadas y los libros regalados, especialmente cuando quien los da está ansioso por hacértelo leer, nos hacen sentir como si nos hubieran endosado otra tarea más por hacer. Además, una regla de marketing bien conocida es que la gente aprecia más aquello que le ha costado algo. Así que recomiendo animar a tus amigos o parientes a conseguir ellos mismos el libro, comprándolo o pidiéndolo en la librería. Quizá, en el proceso, se anima a adquirir más». Eso no significa que nunca haya que prestar libros, pero no es lo ideal.

4) Espera hasta que llegue el momento de hacer llegar el libro

No suele ser buena idea, en el calor de un debate, entregar un libro gritando: «mira, lee esto y verás lo equivocado que estás». No hay que entregar libros movidos por la impaciencia, el orgullo del tertuliano u otros motivos inadecuados. La paciencia y la suave sugerencia del Espíritu Santo son guías más adecuadas. ¡Hay que saber esperar!

5) Sobre todo, reza

Al fin y al cabo, la conversión siempre es una obra del Espíritu Santo por caminos que Él conoce. «No importa cómo compartamos nuestra fe -recomendando libros, contando nuestro testimonio o siendo imagen de Cristo en nuestra vida diaria- siempre deberíamos empezar y acabar con una oración«.

Ahora cree en Dios y quiere ser católica

Leah Libresco, de Estados Unidos 

Una conocida bloguera atea anuncia en Internet que ahora cree en Dios y quiere ser católica 

Tuvo una catarsis personal y filosófica, y tras leer a Chesterton, Lewis o MacIntyre, y debatir con cristianos sus tesis ateas, anuncia su conversión al catolicismo. 

Actualizado 22 junio 2012 

Aci 

Para sorpresa de sus seguidores, la joven bloguera Leah Libresco, conocida por sus escritos sobre ética y religión desde una perspectiva atea, anunció el 8 de junio en su blog «Unequally Yoked» (Yugo Desigual) que ahora cree en Dios y tiene la intención de ingresar a la Iglesia Católica.

«Desde hace varios años, muchos amigos me decían que tenía una filosofía incompatible e insostenible«, escribió la autora en su blog anunciando su intención de convertirse.

La escritora de 22 años de edad y graduada de Yale dice que llegó a creer «que la ley moral no era sólo una verdad platónica, abstracta y distante. Resulta que yo creía que era una especie de persona, así como la Verdad. Y hay una religión que parece la forma más prometedora para alcanzar esa verdad viviente«.

Interés por autores cristianos

En los últimos años, la escritora e investigadora -a pesar de su ateísmo- desarrolló unparticular interés en la moral cristiana, desarrollada por autores como CS Lewis, GK Chesterton, y Alasdair MacIntyre. Su blog muestra una crónica de su compromiso con las afirmaciones teológicas cristianas.

Reunión con «Cristianos inteligentes»

Criada en un hogar no religioso, Libresco explica en una nota biográfica que en la universidad se reunió por primera vez con los que consideró «cristianos inteligentes» y se vio lista para interrogarlos desde su perspectiva atea, pero encontró que había «algunas lagunas importantes en mi defensa de mis propias posiciones.»

Avergonzada y receptiva

«Me di cuenta que no tenía una idea muy clara de lo que el cristianismo implica. Me sentí avergonzada y dije a mis amigos que tenían la oportunidad de convencerme».

A través de su blog, la pensadora trató de probar sus argumentos contra la creencia, y en esta búsqueda «la gente me hizo preguntas difíciles y me obligó a quemar la escoria de mi filosofía.»

Fracaso del noviazgo…

Su odisea fue personal, filosófica y hasta implicó el fin de una relación amorosa con un cristiano debido a su incompatibilidad de ideas frente al matrimonio.

Leah afirma que exploró en serio las afirmaciones cristianas, a la luz de su propia creencia en conceptos filosóficos, incluyendo la moralidad objetiva. 

Tras el anuncio de su conversión, los escritos de su blog en el sitio web Patheos.compasaron del «canal ateo» al «canal católico» y puede leerse en http://www.patheos.com/blogs/unequallyyoked/