Una monja entre criminales

Actualizado 22 abril 2012

            Son innumerables  los testimonios que podemos aportar sobre el modo de trabajar la Iglesia Católica a favor de los necesitados. Algunas personas, o grupos ideologizados, no admiten ni el más mínimo dato positivo que les permita hacer un poco de luz en sus prejuicios. Son como los que se quedan contemplando las manchas del sol sin darle importancia a la fabulosa masa de luz y calor que irradia el astro rey. Pero la Iglesia es así. Normalmente trabaja sin hacer mucho ruido. Las campanas sólo suenan para invitar a los que quieran participar en la liturgia de cada día. Pero no es propio de su talante exhibir los servicios que presta. Ya dijo Jesucristo que “no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda…  Vuestro Padre ve en lo secreto…”

              Pero como la opinión pública se alimenta de datos, no siempre auténticos la verdad, aportaré algunos testimonios que, junto a los que nuestra página suele publicar a diario, nos hagan descubrir la auténtica realidad de tantas almas silenciosas que se gastan sirviendo a los más necesitados. Son los buenos hijos de la Iglesia que se toman en serio el Evangelio. Para todos son un buen ejemplo a seguir.

Es el caso de Sor Tripi: 25 años hablando de Dios a los peores criminales

Sor María Luz lleva 25 años dedicándose a la pastoral penitenciaria y no tiene ninguna intención de abandonar su tarea. Cada mañana se levanta a las cinco y media para tener un rato de oración y coger fuerzas -«porque yo sola no puedo hacer nada»- antes de entrar al patio de una cárcel y hablar del amor de Dios a violadores, toxicómanos, criminales y atracadores. Se llama María Luz, pero los presos la conocen como «sor Tripi», porque, dicen, sus palabras les ponen más eufóricos que cualquier droga.

– ¿Qué es lo que más le gusta de esta tarea?

– Dedicarme a ellos, que tienen vidas tan rotas, que nunca han recibido amor de nadie. Es maravilloso poder darles el amor de Dios que recibo cada día en la oración, decirles, aunque sean criminales, «Tú corazón es bueno y está hecho a imagen y semejanza de Dios. Esas heridas que tienes sólo Cristo las puede curar. Tú eres importante y especial para Dios. Él te ama tanto que sólo quiere que seas feliz. Aunque tú hayas andado a tu rollo, Él viene a rehacer tu vida».

– ¿Y cómo reaccionan los presos?

– Muchos se ponen a llorar al ver que Dios les ama realmente. Una vez, en la cárcel de Carabanchel me querían prohibir ver a un preso porque era muy peligroso. Al final conseguí hablar con él y se dio cuenta de que era hijo de Dios. Empezamos a hablar y le dije la verdad: «Dios te ama mucho. Eres capaz de rehacer tu vida si te apoyas en Él». Se puso a llorar y a contarme cosas de su vida y, sobre todo, empezamos a orar. Siempre llevo la Biblia y les hablo desde la Palabra para tratar de su vida. Cuando un criminal dice: «Cristo, te adoro como Dios y Señor; creo que Tú has venido a salvarme, estoy dispuesto a abandonar el pecado», es capaz de cambiar de vida. Me preguntan: «¿Eso es verdad?, ¿Dios me quiere?, ¿A mí?». Y se sienten felices al ver el amor gratuito de Dios.

– Debe ser una tarea muy dura, ¿de dónde saca las fuerzas?

– Los presos me dan mucho más de lo que puedo darles yo. Dios se identifica con ellos. No quiere que estén ahí, pero no los deja solos. Jesucristo sufrió en la cruz de una forma desgarradora y terrible, pero eso no es nada comparado con lo que sufre por los hijos que pasan de él. Yo no puedo dejar de ir a verlos. Es más fuerte que una droga. Te quieren por la alegría que les das en ese infierno terrible que son los patios. Si veo a uno llorar, le doy un abrazo. Y le digo: «¿Sabes lo que te ama Dios, que a mí me da fuerzas, aunque soy mayor, para venir a verte y decirte que te quiere?».

– Escuchar a presos debe ser duro…

– A veces sí, porque cuentan cada historia… Hay padres que los han violado, prostituido, explotado, pegado… ¡Cómo no voy a ir, si me dicen «si hubiese conocido a Cristo antes, yo no estaría aquí»!

– ¿Ha visto muchas conversiones?

– ¡Sí! Dios se manifiesta a través de ellos. Cristo está en ellos, a mí me enseñan, me evangelizan. Algunos cambian. Pasan de ser agresivos a ir con la Biblia y el rosario por el patio. Y dicen entre sí: «Tío, Jesucristo ha cambiado mi vida totalmente; su poder es increíble». Y eso que los patios son un infierno. Voy a la cárcel porque veo la alegría que a través de mí da el Señor a mis hermanos.

– ¿Se siente alguna vez impotente?

– Muchísimo. Él ha venido a salvarnos y hay tantas veces que no soy capaz de transmitirlo. Me da paz saber que todo está en sus manos. Yo no hago nada, es Cristo quien lo hace.

– ¿Cómo le gustaría terminar esta entrevista?

– Con una bendición a los lectores, para que lean buenas noticias y vean la presencia de Dios en el mundo.

Fuente: Entrevista de José Antonio Méndez en La Razón, 10.III.06

 

El Padre Trampitas

Actualizado 23 abril 2012

Con motivo del testimonio que publicamos en el post anterior,  sobre una monja española, Sor Tripi, que comparte tiempo y amistad con presos de larga duración por sus graves delitos,  recibo un comunicado desde Méjico que nos habla de un célebre sacerdote, el Padre Trampitas, que fue más allá. Quiso ser un preso más para compartir todo el tiempo con este tipo de delincuentes. He investigado un poco y aquí ofrezco el testimonio del P. Juan Manuel, que así se llamaba el P. Trampitas

Las Islas Marías. Sí. A algunos nos suena a cárcel, a criminales de siete homicidios para arriba, a gente altamente peligrosa, a seres desalmados purgando su condena, perpetua las más de las veces… Una cárcel “natural”, sin paredes, donde la inmensidad del Océano Pacífico le trunca a cualquiera las ganas de escaparse.

                Durante más de treinta años vivió aquí un preso. Un preso más. Que comía como cualquier otro preso. Sujeto a las leyes de la prisión. Privado de su libertad. Encerrado. Ninguna diferencia. Bueno, una. Este preso… era voluntario.

                Sí. Lo que oyes. Un preso voluntario. Quiere decir que a él nunca le capturó un comando especializado de la Policía después de incontables meses de búsqueda. Quiere decir que no llegó amarrado ni custodiado por seis fornidos guardias de seguridad. Quiere decir que ningún juez le condenó a cadena perpetua en las Islas Marías. Quiere decir que ni mató ni robó ni nada que se le parezca. Preso voluntario.

                Su nombre: Juan Manuel Martínez. Su apodo: el Padre Trampitas. Sí. Un sacerdote católico.

                Tan preso que cuando el Papa Juan Pablo II visitaba por primera vez México en 1979, el P. Trampitas solicitó al Jefe de la cárcel un permiso especial para ir a alguna de las ciudades por donde el Papa iba a pasar. El permiso se atoró a medio camino y nunca llegó. Y se quedó sin ver al Papa. Él, que era sacerdote. Sacerdote hecho preso voluntariamente. Con todas sus consecuencias.

                Numerosos hombres de siete homicidios para arriba, mujeres purgando una larga condena por sus crímenes… pudieron encontrar a Dios y morir en paz gracias al testimonio y labor del P. Trampitas.  Un sacerdote preso voluntario cuyas cenizas están ahí, presas entre los presos de hoy y de mañana.

“Venid benditos de mi Padre, porque estuve en la cárcel y vinisteis a visitarme.”

Un preso llamado Pablo Testimonio relatado por el Padre Juan Manuel Martínez

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/350/1788/articulo.php?id=6904

Algunas anécdotas del P. Trampitas

                Miren, yo tengo que salir mañana en el avión a las Islas Marías, porque me alargaron cuatro días de permiso, pero primero tengo que ver si el lunes sale un avión vacío de Mazatlán porque el pasaje cuesta cinco mil pesos, o de lo contrario son doce horas de barco, pero ¿quién va a dar cinco mil pesos! A veces, cuando piden el avión de allá, me llevan gratis y yo quiero estar listo por si me toca una de esas para irme.

                El 14 de junio, el día de Corpus, oren por mí, oren porque ese día cumplo 80 años de edad, recuerden al padre Trampitas de las Islas Marías. Miren, esas conversiones de las que tanto hablo, yo se las debo a la oración, no cabe duda, la oración todo lo alcanza, y si alguna madre de familia tiene un hijo que va por malos pasos, haga lo que mi madre hizo, deveras, la oración, la oración, la oración. No, no quiero, en verdad no quiero. ¿Lo digo? No, porque miren, yo fui un perseguidor de Cristo.

                En las afueras de un teatro de Aguascalientes fue donde… ¡hay, me da pena decirlo!, pero para gloria de Dios lo voy a decir, allí azoté a varios sacerdotes. Yo no podía estudiar en México para sacerdote cuando me habló Cristo un dos de febrero por la noche, cuando le juré a mi madre, la encontré llorando ante un Crucifijo y tenía allí tres papeles muy comprometedores. Uno de ellos era el plan que habíamos hecho para volar la Catedral de Aguascalientes el 11 de febrero, los otros eran también malos papeles.

                Me di cuenta por qué estaba llorando y me dice: «Te quiero mucho hijo, pero al mismo tiempo te odio porque eres enemigo de Dios». Todo estaba comprobado con aquellos escritos. Fue en esos momentos cuando le juré lo siguiente: “Mira madre, desde este momento, va a ser otro tu hijo, si te lo cumplo, que este Cristo me bendiga, (puse la mano sobre la cruz) (ese Cristo lo tengo todavía en las Islas Marías) y si no te lo cumplo, que este Cristo me maldiga».

                “Mira, se que lo que voy a hacer me va a costar la vida». Y me dice: “Y, ¿para qué quieres la vida si no la das por Cristo…?». Miren, esas palabras que pronunció mi madre son las que me sostienen allá en la prisión. Cuando me llega la nostalgia de la libertad, cuando quiero abandonar todo aquello, parece que la voz de mi madre hace eco y permanece allí: “¿Para qué quieres la vida, si no la das por Cristo…?». Debido a mis antecedentes anticlericales, tuve que irme a los Estados Unidos. Yo no podía estudiar para sacerdote en México, porque si me veían en el seminario, no faltaría que alguien dijera: “Este hombre está planeando algún buen golpe…».

                Cuando me separé de la fundición donde laboraba, me dice un compañero que era mi ayudante: “¿Es cierto que te vas a ir a trabajar a la fundición de Monterrey?, llévame contigo, hombre, si tu eres buen cuate». “Mira, te voy a decir la verdad -le contesté- me voy a los Estados Unidos a estudiar para sacerdote». –“Pero, ¡cómo! ¿para sacerdote? Él sabía que hacía poco tiempo había apedreado a varios curas en las calles de La Libertad, cruz con Santa Bárbara, y el que resultó más descalabrado fue quien después llegó a ser el Obispo de Sonora, Juan Navarrete.

                Bueno, cosas de Dios, miren ¡si Dios es grande! Y me dice: “¿Tú para sacerdote?, oye, pues te diré como dijo Dimas: acuérdate de mí cuando estés en tu Reino». Entre los compañeros de trabajo le decíamos “el perro pelón», porque no tenía un sólo pelo en la cabeza. Una enfermedad lo había dejado completamente calvo, solamente tenía un mechón de pelitos blancos arriba del ojo derecho por lo que era inconfundible aquel hombre.

                Pasaron varios años. Cuando me ordené de sacerdote -en mi primera misa- (generalmente los que se ordenan de sacerdote hacen dos misas, una por los vivos y otra por los difuntos), me acordé de él, puse en la de los vivos: Juan, “el perro pelón», y en la de los difuntos también, Juan “el perro pelón», porque no sabía si se había muerto. Volvieron a pasar muchos años y en 1973, cuando vine a Aguascalientes a celebrar mis Bodas de Oro, quise celebrarlas en el mismo templo que yo había apedreado, para darle gloria a Dios de su grandeza.

                Después de aquella solemnidad que me hizo sentir en el Paraíso, admirando la misericordia de Cristo, mi sobrino me estuvo acompañando enseñándome las mejoras que había hecho Olivares Santana cuando fue gobernador de Aguascalientes. Veníamos por una calle que va a dar al Parián, cuando pasó una troca muy de prisa, cargada de mercancía, y dio vuelta al mercado en el momento en que bajaba un señor de la banqueta. Se lo llevó, se cogió de la plataforma, lo arrastró, pero como la troca dio vuelta a la izquierda, cayó en el suelo y la rueda trasera casi le separó la cabeza del tronco, no se movió, así se quedó.

                Yo estaba como a unos siete metros de distancia en el carro de mi sobrino, brinqué y llegué con todo el poder que Dios me ha conferido: indulgencia plenaria, bendición Papal, escapulario de la Virgen del Carmen que de inmediato se lo coloqué entre la ropa; todo cuanto pude y que tenía a mi alcance. Llegaron los reporteros y otras personas midiendo los pasos de donde fue el accidente a la banqueta, preguntaron ¿cómo se llama? Se acerca uno y dice: ¡Ah, yo lo conozco!, es un borrachito que hace mandados aquí en el mercado. Si, pero, ¿cómo se llama? Pues no sé, pero le dicen: Juan “el perro pelón».

                ¡Ay, sentí un escalofrío en todo mi cuerpo!, e inmediatamente me fui sobre el cadáver a quitarle la cachucha que le cubría la cabeza. Y, sí, la calva estaba allí. En esos momentos me acordé que hacía 53 años este hombre me había dicho: «Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino.» ¡Óigame, eso ya no puede ser coincidencia, es Providencia de Dios! De seguro que cuando este hombre me dijo: “Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino», me lo dijo de corazón, y Dios ha de haber contestado: “Así será». Y se cumplió después de 53 años… gloria a Dios, Gloria a Dios.

                Bueno, ahora sí me perdonan, ya me tengo que ir. Les encargo mucho sus oraciones. ¡Que Dios los bendiga y los proteja siempre!

NOTA: Dos años después de haber impartido esta plática a un grupo de personas en la ciudad de Aguascalientes, el padre Trampitas falleció y su cuerpo reposa en las Islas Marías. Descanse en paz este gran sacerdote que vivió el Evangelio entre los presos y que resaltó infinidad de veces el trabajo silencioso, oculto y misterioso de la Misericordia Divina que actúa eficazmente a favor del pecador arrepentido.

Habla el P. Trampitas. No te lo pierdas: 
www.youtube.com/watch

http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/28079.mas-alla-de-las-palabras-anecdotario-del-padr.html

 

«Experiencias de un exorcista»

En dos parroquias de Madrid

«Experiencias de un exorcista»: conferencias del padre Salvador Hernández

Tendrán lugar martes y miércoles y compartirá la charla con José María Zavala, autor de «Así se vence al demonio»

Actualizado 24 abril 2012

ReL

El padre Salvador Hernández, exorcista de la diócesis de Cartagena, estará en Madrid el martes y miércoles de esta semana para ofrecer dos conferencias bajo el título «Experiencias de un exorcista». Compartirá con él ambas charlas José María Zavala, autor de Así se vence al demonio (LibrosLibres), obra para la cual el padre Hernández ha prestado un concurso fundamental.

Los actos se celebrarán en estos lugares y fechas:

Martes 24 de abril, 21.00 horas
Parroquia del Buen Suceso

Princesa, 43 – Metro Argüelles

Miércoles 25 de abril, 20.00 horas
Parroquia de Nuestra Señora de La Moraleja

Nardo, 44 – Metro La Moraleja

 

La vida oculta de la Virgen según la beata Ana Catalina Emmerich

Tras «La amarga Pasión de Cristo»

La vida oculta de la Virgen sale a la luz gracias a las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich

Todo lo que la Biblia no cuenta sobre su infancia, juventud y relación con José y Jesús, y su vida tras la resurrección de su Hijo.

Actualizado 23 abril 2012

ReL

De la mano de Voz de Papel, acaba de hacer su aparición en el mercado editorial en español «La vida oculta de la Virgen María» una obra que recoge las visiones de la beata, Ana Catalina Emmerich, que presentan con asombrosa minuciosidad diversos aspectos de la vida de la Madre de Dios como su infancia, juventud y relación con José y Jesús, y su vida tras la resurrección de su Hijo que la Sagrada Escritura no cuenta.

Por primera vez se publican en español estas visiones de la monja estigmatizada del siglo XIX. Aunque no son dogma de fe, la Iglesia las considera de enorme valor para acercarse a la figura de la Virgen.

La obra, que recoge escrupulosamente las notas tomadas por Clemente Brentano de las visiones de la mística de Dulmen, incluye las narraciones de la religiosa sobre los antepasados de la Virgen, su Inmaculada Concepción, su nacimiento y sus primeros años, el ingreso y la estancia en el Templo, la boda con San José, la Visitación a su prima Isabel, los nacimientos de San Juan Bautista y de Jesús, la caravana de los Reyes Magos, la huida a Egipto, la matanza de los Inocentes, la permanencia de la Sagrada Familia en Egipto y el regreso a Nazaret, la muerte de San José y su estancia en Éfeso con San Juan y el final de su vida terrena.

Según señala el traductor al español de la obra, José María Sánchez de Toca, «todo ello, enhebrado con multitud de noticias históricas y geográficas sobre esenios y caldeos; Roma y el antiguo Egipto; Job, Abraham, Moisés, Elías y Tobías; o el Arca de la Alianza».

Sobre el valor histórico de las visiones recogidas en este libro, subraya Sánchez de Toca, a modo de ejemplo, que «cuando Ana Catalina señaló dónde se encontraba en Éfeso la casita de la Virgen [lugar de peregrinación de millones de feligreses]… los arqueólogos, sin más que sus indicaciones, la encontraron».

¿Quién fue Ana Catalina Emmerich?

Una religiosa (1774-1824) cuyas visiones vienen asombrando a toda una época. Ingresó a los 28 años en el convento agustino de Agnetemberg (Dülmen), en Westfalia. No tardaron en aparecer en su cuerpo cinco llagas como las de Jesucristo, lo que dio lugar a una dura investigación. Llegó a ser encarcelada y sometida a vigilancia día y noche con el objeto de averiguar el origen de esas heridas, que no pudo determinarse. Juan Pablo II la beatificó en 2004.

Brentano, cumbre del Romanticismo alemán

Clemente Brentano, una de las cumbres del Romanticismo alemán, tuvo noticia de la religiosa estigmatizada y acudió a visitarla. El poeta residió en Dülmen seis años con el único propósito de redactar las visiones que Ana Catalina le iba narrando. Estos escritos constituyen una de las obras más extraordinarias de la literatura mística, de enorme impacto en la conciencia religiosa de su tiempo, y con un influjo que aún perdura en nuestros días.

«La amarga Pasión de Cristo» y «La Pasión» de Mel Gibson 

Según sus editores, junto a «La amarga Pasión de Cristo», que sirvió de inspiración para la película «La Pasión» dirigida por Mel Gibson, esta «Vida oculta de la Virgen María» constituye «un aporte de incalculable valor para aquellos que quieran conocer y amar a Jesús de la mano de su Madre».