La implosión demográfica de España

MERCEDES BEUNZA

20.MAR.2012

En la actual crisis económica española parece que sobran jóvenes, porque no se crea empleo para ellos. Pero las proyecciones demográficas a corto plazo indican otra cosa: la escasez de población joven y productiva va a comprometer el dinamismo económico del país y su capacidad de mantener a los sectores de edad avanzada. Los jóvenes van a ser –son ya– un recurso escaso.

La sociedad española debate si las menores deben contar con el permiso de sus padres para abortar. Y mientras, intelectuales, analistas financieros y estadistas, datos en mano, se echan las manos a la cabeza ante lo que se avecina: una alta cifra de abortos; retraso en la edad de la maternidad; aumento de la infertilidad: alarmante bajada del número de nacidos y, sobre todo, un envejecimiento progresivo de la población para la que no hay reemplazo.

El impacto del aborto en la demografía

Los abortos en España, lejos de disminuir, han ido creciendo año tras año durante la última década (excepto en 2009, año en que baja algo respecto a 2008, el de mayor incidencia, y vuelve a subir en 2010). El total de abortos ha pasado de casi 70.000 en 2001 a 113.031 en 2010, una subida del 62%. Es significativo que en 2010 la tasa de abortos por mil mujeres de 15-44 años fuera de 11,49, la segunda más alta registrada en estos diez años.

Además del crecimiento, un dato llama la atención: el 23% se había sometido ya un aborto con anterioridad, y para el 7,2% era el tercero; por lo que el aborto podría estar siendo utilizado en algunos casos como medida anticonceptiva.

Por otra parte, la relación entre abortos y nacimientos también experimentó un ligero aumento de un año para otro: de 22,58 abortos por cien nacimientos en 2009 a 23,35 en 2010. Esto da una idea de la sangría que supone el aborto en la demografía española.

Si la tendencia no va a más –siendo optimistas– sino que se mantiene, el aborto seguirá rebajando cada vez más la tasa de fecundidad.

La población española decrecería un 1,2% en los próximos diez años, de mantenerse las tendencias demográficas actuales

Madres mayores y más parejas infértiles

Junto a este primer grupo (las que pueden tener hijos y no los quieren), está otro, las que sí los quieren pero no pueden tenerlos. Hoy muchas mujeres se decantan en su edad reproductiva por el desarrollo profesional y postergan la maternidad, confiando cada vez más en que las técnicas de reproducción asistida solucionarán los posibles problemas. Así, la edad media de la primera maternidad se ha retrasado hasta los 31,3 años.

A su vez, las clínicas de reproducción asistida atienden cada vez a más mujeres y más mayores. Las cifras de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) muestran que en 2009, del total de ciclos registrados de fecundación in vitro, el 38% correspondían a mujeres de 35 a 39 años, y el 21% a las de 40 años o más.

Pero la procreación artificial no es la panacea. En 2009, la tasa de éxito era de un 35% por término medio en mujeres de 30 años, según la SEF (cfr. Aceprensa, 16-11-2010).

Aunque existen otros factores para la infertilidad como el sobrepeso, el tabaquismo y el estrés, la mayor edad de los progenitores (sobre todo de la madre) es el motivo principal por el que la infertilidad ha crecido durante los últimos años, hasta afectar al 15% de las parejas.

Las mujeres de más edad también tienen más riesgos en sus embarazos. Con los años, son más frecuentes las malformaciones congénitas o alteraciones cromosómicas como el síndrome de Down. Las pruebas prenatales para diagnosticar estas anomalías se han convertido en rutinarias en los centros de salud, y no pocos embarazos –aunque buscados– acaban en aborto voluntario. En 2009, cuando se diagnosticó síndrome de Down en el feto, en el 95% de los casos se optó por el aborto (cfr. Aceprensa, 29-01-2009).

Generaciones cada vez menos numerosas

Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, vemos que en 2010 la tasa de fecundidad se sitúa en 1,38 hijos por mujer, muy por debajo de los 2,1 necesarios para el reemplazo.

La crisis económica se está notando también en la natalidad. Durante el primer semestre de 2011 hubo 230.537 nacimientos, un 1,1% menos que en el mismo periodo de 2010. Y este año, a su vez, nacieron un 1,9% menos de niños que en 2009. Si nos remontamos a 1976, vemos que el número anual de nacimientos ha decrecido en un 28% en poco más de 30 años. Con estos índices, tal y como concluye Alejandro Macarrón Larumbe, autor de El suicidio demográfico de España, “cada nueva generación de españoles será –ya es– entre un 30% y un 40% menos numerosa que la anterior”.

La esperanza de vida, por el contrario, aumenta y alcanza ya los 78,8 años en los hombres y los 84,8 en las mujeres. Una buena noticia que se torna peligrosa si no tenemos más hijos, al empeorar el problema del envejecimiento colectivo de nuestra sociedad.

Ante esto, merece la pena destacar algunas conclusiones de Larumbe:

– Por los niños que no se han tenido desde 1977, cuando empezó a caer la natalidad, se necesitarían más de 9 millones de residentes adicionales en España con menos de 34 años para que hubiese, no ya una pirámide de edad, sino un “rectángulo” –la misma gente a todas las edades–.

– España cada vez peina más canas y tiene menos pelo. Entre 1975 y 2010, la edad media de la población española pasó de 33 a 42 años.

– En 2010 ya había un 30% menos de jóvenes de 18 a 25 años que hace sólo diez años. Y entre 2010 y 2020, de media, cada año habrá un 3% menos de españoles con edades entre 25 y 35 años que en el año anterior. Lo que supondrá un mazazo para el valor de mercado de la hucha de los españoles –las casas y propiedades inmobiliarias–, al haber cada vez menos compradores potenciales para los inmuebles.

El futuro que nos espera

Las proyecciones a corto plazo que analiza el INE para el próximo decenio indican que, en caso de mantenerse las tendencias demográficas actuales, la población de España decrecería de 46 millones y pico en 2011 a 45,5 millones en 2021. En total, perdería más de medio millón de habitantes.

A su vez, la tendencia actual llevaría a que la edad media a la maternidad supere los 31,1 años a finales de 2020. También aumentaría la esperanza de vida, en 2 años en los varones (hasta los 80,9) y en 1,5 años en las mujeres (hasta los 86,3).

Es muy destacable que a partir de 2019 habría más defunciones que nacimientos. La cifra de nacidos en el periodo 2011-2020 se estima un 4,7% inferior a la de la década pasada.

Este descenso paulatino de la natalidad tendría como primera consecuencia una reducción de los menores de 16 años. Por el contrario, crecerían intensamente los tramos más avanzados de la pirámide, como consecuencia de su envejecimiento progresivo.

Así, la tasa de dependencia –relación entre la población potencialmente inactiva (menor de 16 años o mayor de 64) y la población productiva– se elevará desde el 47,8% actual hasta el 57,3% en 2021. Y este será nuestro principal problema: que aumentarán los dependientes pero habrá menos trabajadores para sostenerlos.

La población entre 20 y 44 años decrecerá con especial intensidad. Porque son jóvenes nacidos en la crisis de natalidad iniciada a mediados de los años 80. Y porque ante la crisis económica actual es el grupo poblacional sobre el que más incide la creciente emigración. En conjunto, este tramo de edad sufriría una reducción de 3,7 millones de efectivos (un 21,3%) en dicho periodo.

En cuanto a la inmigración, en la que muchos depositaban su esperanza, los datos tampoco son muy halagüeños. De acuerdo con las últimas informaciones disponibles, el saldo migratorio con el extranjero en 2011 sería ya negativo (–50.090). Así, la migración neta se iría recuperando progresivamente en los próximos años, pero sin llegar a hacerse positiva, acumulándose un saldo migratorio de –945.663 entre 2011 y 2020.

¿Habrá reemplazo generacional en 20 años? Como concluye Alejandro Macarrón Larumbe: “Nuestra infertilidad colectiva de las últimas décadas nos ha ahorrado muchos esfuerzos y dinero en la crianza de niños, pero a la larga resultará carísima en los planos afectivo, social, económico y político. Como bien dicen los norteamericanos, ‘there is no such thing as a free lunch’: no existen las comidas gratis. Tampoco, desde luego, en materia demográfica”.

Pelicula «Prefiero el Paraíso» sobre San Felipe Neri!

Este jueves 22 en Madrid                       

¡ReL regala 100 entradas para el pre-estreno del film «Prefiero el Paraíso» sobre San Felipe Neri!

El santo de la alegría, el juglar de Dios, el segundo apóstol de Roma, Pippo el bueno, llega a las salas de cine españolas.

Actualizado 20 marzo 2012

ReL

“Sed buenos, si podéis”…se ha convertido en la proverbial expresión de San Felipe Neri, uno de los santos más queridos de la historia de la Iglesia. El santo de la alegría, el juglar de Dios, el segundo apóstol de Roma, Pippo el bueno. Todas estas son sólo algunas de las definiciones de este santo sacerdote que nació en Florencia en 1515 y vivió más de 60 años en Roma.

Mientras tenía lugar el Concilio de Trento y comenzaba la llamada Contrarreforma, San Felipe formaba a los más jóvenes con ternura e ironía acercándoles a la Liturgia y logrando que se divirtiesen cantando y jugando en un lugar que más adelante se convertiría en el Oratorio, proclamada Congregación por el Papa Gregorio XIII en 1575.

San Felipe Neri, en su larga vida fue amigo de San Ignacio de Loyola y del cardenal Carlos Borromeo pero él, en su vocación, cuando se le preguntó si quería ser nombrado cardenal, sin dilación contestó: “Prefiero el Paraíso”.

ReL con “Prefiero el Paraíso”

Religión en Libertad, comprometido con la promoción y divulgación de proyectos evangelizadores, ha llegado a un acuerdo con la distribuidora European Dreams Factory para ofrecer a sus lectores entradas al pre-estreno en Madrid.

Los primeros 50 lectores que así lo soliciten obtendrán una entrada para dos personas para el pre-estreno que tendrá lugar este jueves 22 de marzo, a las 21.30 horas, en el cine Alcalá Artesiete (Centro Comercial Alcalá Norte. Calle Alcalá 414 – Madrid).

Si está interesado en acudir al pre-estreno del film a través de ReL, envíe un correo a rel@religionenlibertad.com con el Asunto: «Entradas Prefiero el Paraíso». En el cuerpo del mensaje escriba su nombre y apellido. Nuestro equipo de promociones se pondrá en contacto con Ud. a la brevedad para brindarle mayores detalles.

¿Quiere saber más sobre «Prefiero el Paraíso»? Visite la página web con vídeos, entrevistas, fotos y noticias sobre la película.

Libro que defiende la «sumisión» de las esposas

«Casada y sumisa: práctica extrema para mujeres sin miedo»

¿Por qué un libro que defiende la «sumisión» de las esposas se convierte en un bestseller en Italia?

Su autora, Constanza Miriano, sostiene que el consejo de San Pablo «responde a los deseos más profundos de nuestro corazón». 

Actualizado 20 marzo 2012

Isabel Molina/Revista Misión

La controvertida frase de san Pablo a los Efesios, “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos”, fue la inspiración de un best-seller italiano en el 2011: Sposati e sii sottomessa: Pratica estrema per donne senza paura (Vallecchi): Casada y sumisa: práctica extrema para mujeres sin miedo. Costanza Miriano, su autora, está convencida de que muchos conflictos matrimoniales podrían resolverse si la mujer entiende su verdadero talento como esposa y madre: la sumisión del servicio. Los ejemplares de su libro pasan de mano en mano entre muchas italianas.

– ¿Qué inspiró su libro?
– Fue una casualidad. Pasaba muchas horas en el teléfono, intentando convencer a una amiga de que se casara. Cuando le conté la historia de mi amiga a un colega, le expliqué que las expectativas de mi amiga sobre el matrimonio eran irreales; en muchos aspectos, era el novio quien tenía la razón. Veía que ellos podían ser felices juntos, pero no se decidían a comenzar esa felicidad por culpa de las ideas erradas que hoy tenemos sobre el amor y el matrimonio. Le dije también que la mujer tiene que ser capaz de mediar, de unir, en vez de dividir. A él le llamaron la atención mis ideas y me puso en contacto con la editorial.

– ¿Por qué cuesta hoy ese rol de unir?
– La mujer ha luchado tanto por la emancipación que, de paso, ha perdido un poco su identidad profunda, ese ‘genio femenino’, como lo llamaba Wojtyla en la encíclica Mulieris dignitatem.

– Hablar de ser ‘sumisas’ es muy osado. ¿Por qué eligió esta
palabra?

– Yo no la elegí. Lo tomé de la carta de san Pablo a los Efesios. Parece una palabra ofensiva para nosotras, las mujeres de hoy, que no queremos renunciar a la lógica del poder. Sin embargo, la sumisión indica otra lógica: la del servicio recíproco, que es el servicio al que está llamada la mujer.

– Entonces, ¿el hombre domina?

El hombre está llamado a servir de una manera diferente: debe estar “listo a morir por su esposa, como Cristo murió por la Iglesia”. Su papel no es más fácil que el nuestro.

– ¿Qué significa ser sumisas?
– San Pablo nos recuerda que a las mujeres nos gusta controlarlo todo, decir la última palabra, manipular por detrás. Ser sumisas significa, literalmente, estar por debajo para ser el apoyo de todos los miembros de la familia, para acompañar a los más débiles. Es una cualidad propiamente femenina, a pesar de lo que diga la revolución feminista.

– ¿Puede ser feliz una mujer sumisa?
– Es nuestro verdadero talento. Podemos trabajar y tener mucho más éxito, pero lo que mejor sabemos hacer, y lo que responde a los deseos más profundos de nuestro corazón, es esa capacidad de servir y unir a las personas. El amor de la mujer es más altruista y lleva al hombre a “salir” de sí, mientras que la mujer recibe (la relación física es una representación de lo espiritual). Los hombres y las mujeres necesitan recuperar esos talentos específicos pues se complementan entre sí.

– ¿Cómo es una buena esposa?
– Una buena esposa sabe acoger con dulzura y paciencia. Mira a su marido desde un punto de vista positivo y acepta como bueno lo que viene de él. Pospone la confrontación: controla sus emociones y espera. Y nunca, jamás, contradice al padre delante de los hijos.

– ¿Se puede aprender a ser así?
– Tenemos un modelo: la Señora de la Medalla Milagrosa, con las manos y los brazos abiertos para recibir lo que le llega. Y debajo de sus pies, la serpiente –que es nuestra lengua– siempre dispuesta a criticar, a ver lo malo, a hacer hincapié en lo que falta.

– ¿Qué le aconsejaría a una joven para tener un matrimonio más pleno?
– Muchas jóvenes están decepcionadas porque hoy tenemos muchas exigencias del matrimonio. Anteriormente, el matrimonio era un medio para encontrar una casa; ahora queremos ser felices. Esto es razonable, pero debemos aceptar nuestras limitaciones y las del otro. El amor no es un sentimiento, es una decisión. Nos adherimos libremente, con toda nuestra voluntad, a elegir a una persona de por vida. Habrá momentos aburridos, pero tenemos que entrenar los ojos para descubrir la belleza inimaginable de la vida cotidiana. Quien salta de una historia a otra y no tiene el coraje de subir las cuestas, no puede ni soñar lo que es posible.

– ¿Cuál es el principal reto que presenta el matrimonio en la actualidad?
– Dios ha desaparecido del horizonte y sin Dios, es imposible pensar en algo que sea para siempre. Anteriormente primaban las tradiciones y la gente se mantenía firme. Hoy, la idea de ser infiel, de seguir nuestros instintos, es el aire que respiramos. Hay como una conspiración en contra de la familia y solo la Iglesia da la batalla cultural por nosotros.

– ¿Qué cambio está provocando su libro entre las mujeres italianas?
– He recibido cartas de mujeres que dicen que les ayudó a cambiar su vida matrimonial. Muchas me agradecen porque han aprendido a querer mejor a sus maridos; algunas han decidido casarse; otras, han superado una crisis; y muchas católicas dicen que ciertas cosas no se escuchan ya en círculos religiosos, mientras que mi visión, la de San Pablo, es la que responde a los deseos profundos de sus corazones.

¿Está preparando otro libro?
Sí, estoy analizando la siguiente frase de san Pablo a los Efesios: “Maridos, estad dispuesto a morir por vuestras esposas…”. Si la mujer tiende a controlarlo todo, el hombre tiende al egoísmo. Por eso su llamada es la del heroísmo. El próximo libro es para ellos.

Un Fred Astaire con alzacuellos

Triunfaba en Broadway bailando claqué, pero la muerte de Juan Pablo II le llevó al sacerdocio

El vídeo demuestra que David Rider era bueno en lo suyo. Pero los planes de Dios eran otros. Se parecían a los de un actor llamado Karol Wojtyla.

Actualizado 17 marzo 2012

C.L./ReL

El testimonio de David Rider está circulando gracias a que su viejo amigo Robert Duncan le convenció para grabarlo y difundirlo a través de Catholic News Agency. Se habían encontrado en Nueva York dos años antes, y de repente se tropezaban en Roma… pero David llevando alzacuellos. ¿Por qué?

Lo cuenta el mismo Rider. Empezó a bailar claqué cuando tenía tres años, y cuando llegó a la adolescencia, aunque no había abandonado la fe, no la practicaba intensamente: «El claqué era la razón de mi vida«. Abrió una escuela de danza y empezó a hacer giras por todo Estados Unidos, entre ellos el célebre musical 42th Street [Calle 42].

«Quería ser un profesional del claqué durante el resto de mi vida y trabajar enseñando y actuando. Pero cuando tenía 17 años, Dios irrumpió en mi vida a través de uno de mis profesores de instituto y redescubrí mi fe católica. Se plantearon en mi vida dos opciones: el claqué o el sacerdocio», confiesa David.

«No sabía muy bien que hacer», continúa, «pero un momento muy importante fue la muerte de mi héroe, Juan Pablo II, en la época en la que estaba de gira con Calle 42. Cuando murió, empecé a saber más cosas de su vida, y sobre el desafío que hubo en su vida entre ser actor o convertirse en sacerdote. Una noche me levanté para ver su funeral junto con mi compañero de habitación. Y comprobé el impacto que había tenido en todo el mundo por hacer la elección del sacerdocio. Decidí entonces seguir sus pasos».

David Rider, que está incardinado en la archidiócesis de Nueva York aunque estudia en la Universidad Gregoriana de Roma, reconoce que ya no baila tanto como antes. «No es posible en esta vocación, ahora llevo un alzacuellos y me estoy preparando para el sacerdocio«, explica, aunque, ya vestido de clergyman, demuestra en el vídeo que no ha perdido facultades. Pero sí siente que ahora, cuando baila, ya no lo hace para sí mismo ni por el placer de bailar, sino «por el triunfo del reino de Dios».

Y ahora, antes que los focos, prefiere la tranquilidad del seminario, donde sus compañeros y él sienten «la paz de Dios sabiendo que están haciendo lo que Él quiere que hagan».