Alaba la ejemplar escucha del Papa

«Nunca perdí la fe en Dios»

Una víctima de abusos alaba la ejemplar escucha del Papa

Gran parte de la prensa recoge el estremecedor testimonio de Marie Collins pero desestima estas declaraciones.

Actualizado 8 febrero 2012

Aci

Una irlandesa víctima de abuso sexual en su juventud por parte de un sacerdote dijo que el Papa Benedicto XVI es un modelo de cómo escuchar a los afectados en este delicado asunto.

En el simposio titulado «Hacia la sanación y la renovación» que se realiza en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Marie Collins dijo hoy que «escuchar a las víctimas es una de las cosas más importantes, y fue algo que tal vez no se ha hecho mucho. El Papa nos está dando un ejemplo de cómo se hace eso».

Collins tiene 65 años de edad y fue víctima del abuso mientras era paciente del hospital de niños de Dublin. En declaraciones a la prensa señaló que le ha impresionado las numerosas ocasiones en las que el Santo Padre se ha reunido con otras víctimas de abusos sexuales.

«Los obispos deben seguir su ejemplo y liderazgo para escuchar más a las víctimas y lo que tienen que decir», afirmó.

Desde que fue elegido para la Sede de Pedro en abril de 2005, Benedicto XVI se ha encontrado con víctimas de abusos sexuales en sus visitas pastorales a Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Australia y Malta. En este último encuentro lloró al escuchar a una de las víctimas.

El simposio de 4 días ha reunido a representantes de 110 conferencias episcopales y más de 30 órdenes religiosas.

Esta mañana los delegados escucharon a Collins en una presentación compartida con la baronesa Sheila Hollins, una profesora de psiquiatría en la escuela de medicina St. George de la Universidad de Londres, quien también calificó el encuentro del Papa con las víctimas como «increíblemente importante».

«Creo que estaba formando a los obispos en esos lugares: ‘así es como te debes sentar y escuchar a las víctimas’, y creo que fue muy, pero muy importante. Que haya tenido la entereza de sentarse y escuchar lo que decían las personas. Los respeto enormemente por hacer eso», dijo Hollins.

Marie Collins dijo además que «no hay duda sobre el hecho de que este simposio contribuirá muy positivamente a escribir las guías sobre este tema porque esto es un recurso muy valioso para los que están tomando parte».

 

En los últimos años Collins se ha convertido en una activista conocida en Irlanda por la protección de los niños y la justicia para las víctimas de los abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes.

Sobre su testimonio en el simposio que no le fue «fácil de dar», la irlandesa indicó que «por eso mismo me dije que tenía que hacerlo y estoy muy contenta por haberlo hecho. Y la respuesta que recibí fue muy buena».

Ante los problemas que genera el abuso como la depresión, la baronesa Hollins indicó a su turno que «escuchar a las víctimas es algo que debe seguir, particularmente en el caso de que el abuso haya sucedido hace mucho tiempo» y si además no ha podido contar su historia antes.

Marie Collins dijo también que pese a todo, no ha perdido «la fe en Dios» y que «me aferro con uñas y dientes a mi fe católica».

Los 11 frutos que aporta el rezar por los enfermos

El sábado se celebra la Jornada del Enfermo

Los 11 frutos que aporta el rezar por los enfermos: de la curación milagrosa al acierto del médico

Desde la curación milagrosa pura y dura, hasta la liberación de hábitos nocivos, el don de sobrellevar con gozo la adversidad o una mejor labor del médico, la oración por los enfermos no solo es un deber cristiano sino origen de muchos bienes, que enumera el obispo Uribe Jaramillo.

Actualizado 6 febrero 2012

ReL

Alfonso Uribe Jaramillo fue el obispo de Sonsón-Rionegro (Colombia) de 1968 a 1993, uno de los obispos participantes en el Concilio Vaticano II y uno de los impulsores de la Renovación Carismática en América.

En vísperas de la Jornada del Enfermo, que cada año se celebra el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, retomamos una enumeración de frutos de la oración por los enfermos que él mismo experimentó cuando, ya siendo obispo, empezó a orar por ellos de manera regular. Lo tomamos de su librito ya casi inencontrable Pastoral Renovada(Librería Parroquial de Clavería, México).

11 frutos del Ministerio de Sanación y la oración por los enfermos (por Mons. Alfonso Uribe Jaramillo)

Cuando se menciona hoy el ministerio de curación corporal como elemento valioso e integral de la pastoral se ponen los gritos en el cielo.

Por experiencia personal sé que si uno trabaja pastoralmente en este campo se expone a incomprensiones, críticas y burlas. Pero tengo que afirmar también que este ministerio le acerca a uno a sus hermanos de una manera especial y es fuente de compensaciones insospechadas. Lo único que lamento es haber descubierto tan tarde la importancia y la riqueza de este ministerio al que Jesús dedicó tanto tiempo y con tanto amor. Muchas de las prevenciones que se tienen contra este ministerio se deben a falta de buena información.

Se tiene, por ejemplo, la idea errónea de que curación y milagro son casi sinónimos. Por eso llaman milagreros a quienes ejercen este ministerio. Sin embargo, se trata de cosas muy distintas, pues aunque una curación pueda ser milagrosa, esto será la excepción. San Pablo distingue en la enumeración que hace de los carismas entre curaciones y milagros (1 Cor 12,9). La misma distinción encontramos en Hechos 4,30.

Otros creen que ejercer el ministerio de sanidad corporal es propio de santos. Olvidan queel ejercicio de cualquier carisma puede darse en personas que estén en pecado, y que lo que muestra la santidad de una persona es el amor con que ejerza los carismas. Judas y Caifás ejercieron carismas, a pesar de lo que eran, y nosotros los sacerdotes podemos estar en pecado y consagrar válidamente en virtud del carisma que recibimos el día de nuestra Ordenación.

Otros toman una posición muy cómoda para no ejercer el carisma de sanidad y es la de afirmar que para eso están los médicos y las medicinas modernas. Pero cuántas personas carecen por pobreza de estos recursos, y cuántas enfermedades son incurables. La oración por curación no excluye ni la visita al médico ni el uso de medicamentos, quien pueda disponer de estos recursos debe hacerlo; pero en estos casos no sobra la oración, pues ésta puede ayudar para que el médico acierte mejor el diagnóstico y en la formulación de la droga mejor y para que ésta obre con mayor eficacia. (La lectura del capítulo 38 del Eclesiástico da mucha luz sobre este punto).

Tampoco hay que esperar resultados inmediatos cuando se ora por un enfermo. A nosotros nos toca solamente orar y dejar al Señor el resultado. Generalmente la salud se recupera mediante un proceso que puede ser muy largo pero que es muy útil para que el enfermo vaya conociendo mejor al Señor y vaya mejorando sus relaciones con Dios.

Otros sacerdotes dicen que para este fin tenemos el Sacramento de la Unción de los enfermos y que lo demás sobra; no tienen en cuenta que la Renovación Carismática Católica da gran importancia a este sacramento. Además, hay muchos casos de enfermedad que no permiten la administración del Sacramento pero sí el Ministerio de Sanidad por la Oración.

FRUTOS DEL MINISTERIO DE SANACIÓN

1- Experiencia del Amor de Cristo
El gran valor pastoral de este ministerio de sanidad consiste en la experiencia que reciben los enfermos del amor de Cristo que aparece de manera concreta en su compasión por los que sufren. Cuando uno ora al Señor por un enfermo y con él, siempre hay una manifestación de paz y alegría en él, aunque no se dé ningún cambio aparente en el estado de su salud.

Con este ministerio la gente comprende mejor la realidad de un Jesús vivo que es el mismo siempre y que ahora hace por ministerio de la Iglesia todo lo que aparece en el Evangelio.

Muchos que han oído decir frecuentemente que «Dios es amor», sienten por primera vez la realidad de ese amor paternal cuando alguien implora de Él la salud para uno de sus hijos y éste la obtiene, sea de una manera total o al menos parcial.

Hablamos mucho en teoría del amor de Dios, pero nos da miedo hablar de su experiencia. Y ¿cómo vamos a predicar con fuerza el amor de Dios si no hacemos nada para que un enfermo lo palpe?

Lo que hallo más interesante en el Ministerio de Sanación es este aspecto pastoral del encuentro real de los enfermos con el poder y el amor del Señor. Más aún, si no fuera por este aspecto, yo no hallaría mucha razón de ser en esta tarea. Mientras no se descubra este aspecto, que es primordial, no se comprenderá ni se valorará debidamente la oración por la curación de los enfermos.

Cuando leemos el Santo Evangelio, vemos cómo un endemoniado, una vez liberado por Jesús, quiere acompañarlo (Mc 5, 18). Como la suegra de Pedro, una vez curada de su calentura, inmediatamente se pone a servir a Jesús (Mc 1,30). Era la reacción lógica de quienes habían experimentado la caridad del Señor y querían corresponder a ella con demostraciones concretas de gratitud..

2- Anestesia divina
Así llama un autor el fruto de la oración en algunos enfermos. No se curan, pero desaparecen o disminuyen los dolores. Estas personas reciben un gran alivio con la oración que se hace por su curación, y pueden alabar mucho al Señor y desempeñar sus deberes o parte de ellos.

La fuente de la sanación es el amor. Cuando nos acercamos con compasión verdadera a un enfermo él siente esa corriente de amor del Señor en su ser y los dolores disminuyen o desaparecen. Las madres saben esto por intuición y por eso con sus caricias quitan tantos dolores del cuerpo de sus pequeños enfermos.

3- Que el médico descubra la causa de la enfermedad y acierte en el tratamiento
No pocas veces esa es la respuesta de la oración que se hace por un enfermo. El Señor es el autor del hombre, de la Ciencia y de las medicinas. Cuando Él lo quiere, da su respuesta a través de estos medios naturales que deben ser tenidos por todos en alto aprecio.

Recuerdo el caso de una señorita que había estado sometida a minuciosos exámenes y a largo tratamientos sin curarse de unos cólicos muy fuertes. Al día siguiente de una oración por su salud, se hizo tomar una nueva radiografía ordenada por el especialista y éste al estudiarla descubrió inmediatamente la causa de la dolencia y dijo que nunca había visto una radiografía tan bien tomada. Casualidad dirán algunos. Respuesta amorosa del Señor decimos quienes creemos en su amor y en su Providencia adorable y paternal.

Parecido resultado de la oración es a veces el que un paciente ha rechazado una intervención quirúrgica por miedo y con distintas excusas, reciba el valor necesario para someterse a ella y ésta tenga pleno éxito.

4- Discernir que en algún caso lo prioritario es una sanación interior, no corporal
Puesto que más del 80% de las enfermedades son psicosomáticas, hay que buscar ante todo, la sanación interior de la causa que origina la dolencia corporal. Para conocer esto en casos especiales se necesita más claridad y ésta es el fruto de la oración.

En el ejercicio de este Ministerio aparece a cada paso la acción maravillosa del Espíritu de verdad que conduce sabiamente a quienes confían sobre todo en su luz y en su amor.

Con el carisma del discernimiento se consigue en determinados momentos la claridad que, de manera distinta, no habría aparecido.

Sobra advertir que en estos casos habrá que orar primero por la sanación interior y dejar la física para el segundo lugar.

También aparecerá a veces que hay en el enfermo resentimientos profundos y falta de perdón y que a causa de esto no es escuchada su oración por la curación. Con esta visión se procede entonces a pedir al Señor su amor para con él poder perdonar y suprimir así el obstáculo.

5- Liberación de un hábito nocivo
Muchas enfermedades pulmonares, gástricas, bronquiales, etc,,, son el resultado del exceso en el uso del cigarrillo, el alcohol, la droga, etc…

Las personas son prisioneras de esos hábitos y se sienten incapaces de dejarlos. Será inútil orar por la sanación de tales enfermedades mientras subsista la causa de ellas.

La oración en estos casos tiene que buscar, ante todo, la liberación de esa adicción o de ese hábito. Y se consigue cuando se ora con fe y perseverancia y cuando el enfermo añade a la oración humilde el deseo sincero de corregirse y toma para ello las medidas que estén a su alcance. Quizás no nos hemos detenido a reflexionar sobre la necesidad y sobre las posibilidades de esta clase de oración.

Quienes tienen experiencia en esta clase de oración pueden aportar experiencias admirables. Lo que sucede es que frente a nuestra voluntad débil e inconstante tenemos el poder del Espíritu, pero contamos muy poco con él. Su acción quiere llegar a todas las áreas de nuestra persona y una de las más importantes es la de nuestra voluntad tan debilitada por el pecado y por los malos hábitos. Aprendamos a iniciar muchas de nuestras oraciones con el lenguaje de la Iglesia: «Señor, fuerza de los que en ti esperan…».

6- Visión para organizar mejor la vida y tener así mejor salud
La causa de malestares y aún enfermedades en muchos es la falta de organización y orden en el desenvolvimiento de sus ocupaciones y de la debida distribución del tiempo. Aún muchos apóstoles sucumben pronto agobiados por el trabajo debido a esta circunstancia.

Hay personas que se encuentran en situaciones más difíciles y que exigen de ellas un trabajo agobiador. Otras se entregan sin necesidad a un activismo exagerado, expresión a veces de situaciones psicológicas anormales. Unos creen falsamente que a Dios le agrada únicamente el trabajo y que el descanso es, al menos, imperfecto.

Otros son incapaces de decir no y se entregan al servicio hasta quedar extenuados e incapacitados durante un tiempo para continuar ayudando a los demás con su ministerio. No pocos creen que tienen que llevar sobre sus hombros todo el peso de la humanidad y pronto caen sin fuerzas.

La oración, la docilidad al Espíritu que muchas veces nos habla a través de personas y de acontecimientos, pueden darnos la luz oportuna para distribuir mejor el tiempo, para actuar de esta o de aquella manera y para proceder en cada circunstancia como el Señor quiere que lo hagamos.

Somos seres racionales y el Señor quiere que obremos como tales. Él nos da su luz para ver con claridad: si se la pedimos con humildad y con confianza de hijos.

7- Solución de un problema que influye en nuestra salud
Las preocupaciones y los problemas cuando son graves y persistentes nos ponen tensos y terminan por afectar nuestra salud. Mientras no encontremos la solución adecuada o mientras no obtengamos la paz y la fuerza del Señor para llevar la cruz con tranquilidad, no sanaremos físicamente, sino que el mal crecerá.

La oración consigue esta gracia y nos sana indirectamente. Aprendemos cuando oramos a «lanzar nuestras preocupaciones en el Corazón amorosísimo del Señor y Él nos reconforta». Entendemos entonces el valor de la palabra de Dios cuando nos dice:

«Encomienda tu camino al Señor, confía en Él y Él actuará» (Salmo 36).

«Confiad al Señor todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros» (1 Pe 5,7)

«Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida» (Mt 6,25).

Cuando la oración por sanación consiga la paz, la confianza en el Señor y la seguridad en su amor, entonces vendrá la recuperación corporal como resultado necesario.

En los Grupos de Oración encuentran muchos la solución de diversos problemas que los tienen agobiados y enfermos, pues la oración unánime de varios tiene una fuerza especial delante del Señor y consigue más de lo que creemos.

8- Mejoría progresiva
En muchos casos, principalmente cuando se trata de enfermedades graves o crónicas, el fruto de la oración no es la curación total e inmediata, sino el comienzo de una recuperación que avanzará en la medida en que perseveremos en la oración. Esta mejoría, más o menos apreciable, es la primera respuesta del señor y encierra una invitación a perseverar en la oración.

La paciencia y la fidelidad en la oración son necesarios en este ministerio de curación. Quienes deseen conseguir efectos inmediatos y extraordinarios sufrirán muy pronto una gran decepción.

Debemos creer en el amor y en el poder del Señor, pero también en su sabiduría que conoce qué es lo que más conviene a su gloria y a la persona por quien oramos. Él es el señor y nosotros somos sus siervos.

Entre las causas que explican el lento proceso de la curación que aparece frecuentemente está nuestra debilidad y limitación como instrumentos del Señor. Esto debemos admitirlo con humildad, pero sin angustia. Podemos estrechar nuestra unión con Jesús y recibir más poder de su Espíritu, así nuestro ministerio tendrá más eficacia.

9- Curación inmediata y total
En este ministerio de sanación encontramos casos verdaderamente admirables y aún extraordinarios. El Señor obra a veces a través de nosotros de una manera especial, sea por la gran fe del enfermo, sea por la mucha oración que se ha efectuado, o porque en un caso particular quiere demostrar de manera más patente su amor y su poder infinitos.

Cuando empezamos a orar por un enfermo, nunca sabemos qué le acontecerá. Este ministerio está lleno de misterios y también de sorpresas. Estamos viendo cómo actualmente aparecen curaciones inmediatas de graves enfermedades como cáncer, leucemia, soplos cardíacos, asmas, etc…

Esto aparece muy claro para quien tiene fe en el poder y en el amor del Señor y está convencido de que Él es el Amo de la vida y de la muerte y que «se le ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28, 18)

Al orar por los enfermos entreguémonos con humildad y confianza a la acción del Espíritu y dejemos que Él actúe en cada caso como quiera. A nosotros nos corresponde solamente orar. El resultado depende del Señor. Suyo es el Reino, suyo el poder y la gloria.

10- Fortalecimiento mental y físico
Fruto también del ministerio de oración por sanación es recibir más salud mental y corporal, lo mismo que la conservación de la misma. En la oración que recita el sacerdote antes de comulgar pide que el cuerpo y la sangre de Cristo que va a recibir le sirvan de «defensa para el alma y el cuerpo» y se conviertan en remedio de salvación.

Agnes Sanford, en su libro Healing Light, aconseja que nos pongamos en oración y le pidamos al Señor que su vida recorra cada parte de nuestro organismo, la reanime, la fortalezca y la sane si está enferma. Esta súplica estará acompañada de una visualización de la acción del Señor en cada parte del cuerpo y de una profunda acción de gracias por el amor infinito que nos tiene.

Nuestra oración tiene que pedir, antes de todo, la santificación y el crecimiento espiritual, pero debe incluir también nuestra fortaleza y salud corporales que constituyen también un gran bien y deben ser tenidas en alta estima.

11- Apresurar el descanso de la muerte
Más de una vez al orar por un enfermo que está penando mucho, el resultado es que éste muere pronto y con gran paz. ¿No es éste un fruto maravilloso del ministerio de sanación? ¿No constituye un gran beneficio para quienes tienen que asistirlo?

Nunca sabemos cuál va a ser la respuesta del Señor a nuestra oración. De lo que sí estamos seguros es de que la única oración que se pierde es la que no se hace.

¿Qué dice San Malaquías sobre los últimos tiempos?

Actualizado 8 febrero 2012

            En el post anterior nos preguntábamos sobre los “últimos tiempos”  según las “apariciones de la Virgen” en Garabandal, tal  y como lo cuenta el sacerdote José Ramón García de la Riva, -testigo cualificado de aquellos acontecimientos-, en su libro “Memorias de un cura de Aldea”.  Sobre este tema el autor hace una referencia a las famosas profecías de San Malaquías, tratando de demostrar las coincidencias que se dan entre ambos eventos. Exponemos la explicación tal y como se desarrolla en el libro citado en las pp.289-293:

            San Malaquías (1094-1148) fue Arzobis­po de Armagh (Irlanda). Dios le había otorga­do el Don de Profecía. Se dice que en 1140, al final de una peregrinación a Roma, en la que descubre una gran corrupción, recibió del Cielo comunicación de una lista de 111 lemas en Latín, descriptivos en forma alegórica y correspondientes a los 111 Papas que gober­narían la Iglesia Católica, desde Celestino II (1143-1144), contemporáneo de San Mala­quías, hasta un supuesto Pedro Romano, que sería el 112°, incluyendo a los Antipapas.

            Sin embargo, que sepamos, en el siglo XII esta profecía no se dio a conocer. Aparece por primera vez en la obra «Lignum Vitae» (Árbol de la Vida) publicada por un monje benedictino francés, Arnold de Wyon, en 1595. El libro es fundamentalmente una biografía colectiva de los monjes de su Orden que llegaron a la dignidad episcopal, entre ellos San Malaquías. El autor dedicó el libro al Rey de España Felipe II. De Wyon termina la referencia a San Malaquías incluyendo las Profecías a que nos referimos –continua diciendo el autor-. Dice:

«Escribió varios opúsculos. Hasta el día de hoy no he tenido ocasión de ver ninguno, exceptuando una profecía relacionada con los Sobera­nos Pontífices. Puesto que es muy breve, y que yo sepa no ha sido dada a imprimir todavía, y dado que a muchos les complacería conocerla, copio a continuación su contenido».

Parece ser que el texto original habría sido custodiado durante esos cuatro siglos en el Archivo Secreto del Vaticano. Asombra el acierto profético de esos lemas a lo largo de los 871 años de vigencia. Recordemos los últimos:

+El Papa número 106, «Pastor Angélicus» correspondió a Pío XII, que tenía en su escudo un Angel, y es considerado como el más angélico de todos los Papas.

+El número 107, «Pastor et Nauta» («Pastor y Navegante»), corres­pondió a Juan XXIII, cuyo tema preferido era el «Buen Pastor», y nació en Venecia, la ciudad entre las aguas.

+El número 108,´Tlos Florum» («Flor de las 
Flores»), Pablo VI, que tiene en su escudo de armas el «lirio», la «flor de las flores».

+El número 109, «De Medíate Luna» («De la Media Luna»), Juan Pablo I, que fue  elegido en una Media Luna y falleció en la siguiente Media Luna.

+El número 110, «De  Labore Solis»(del trabajo del Sol), Juan Pablo II. Las obras de Juan Pablo II justifican este lema: Su Pontificado de 26 años fué el tercero más extenso (después de S. Pedro y Pío IX). Ha siso el Papa más viajero -visito 129 países- tratando de llevar –como el Sol de Justicia, Cristo- la Luz del Evangelio a los cinco continentes . Hablaba numerosos idiomas: Italiano, Francés, Alemán, Inglés, Español,  Portugués, Ucraniano, Ruso, Croata, Esperanto, Griego antiguo y Latín,  además del Polaco. Detuvo la expansión del Comunismo, … Beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483 santos, lo que supone una cantidad ma­yor que la llevada a cabo por sus predecesores a lo largo de los últimos cinco siglos; …

      Algunos relacionan el lema del Sol con Fátima (en donde se produjo el milagro del sol), ya que el tercer mensaje parece que tenía mucho que ver con el atentado que sufrió el 13 de Mayo en la Plaza de San Pedro.

García de la Riva dice: Juan Pablo II es el último Papa al que se refiere Conchita. A partir de él estaríamos de lleno en el «Fin de los Tiempos». En esta etapa San Malaquías sitúa a dos papas con los que cierra su lista:

+ El número 111, «De Gloria Olivae» (De la gloria del Olivo).

–     Este lema le cuadra de muchas formas al Papa actual. El mismo viene a explicarlo al dar razones de su nombre papal. Una de ellas es su vocación pacifista, que se ajusta al lema por cuanto el olivo ha sido desde antiguo símbolo de Paz (Gen 8,11): «He querido llamarme Bene­dicto XVI para relacionarme idealmente al venerado pontífice Benedicto XV, que ha guiado a la Iglesia en un periodo atormentado por el primer conflicto mundial. Fue valiente y auténtico profeta de paz, y actuó con extrema valentía desde el inicio para evitar el drama de la guerra y des­pués al limitar las nefastas consecuencias«.

–   Parece ser que Santa Hildegarda dejó una profecía para Últimos Tiem­pos. Vino a decir quelos hijos de San Benito serían de gran ayuda a la Iglesia al llegar los Últimos Tiempos, o el Fin de los Tiempos que la Virgen dijo a Conchita. Esto parece estar cumpliéndose, en el sentido de que la Medalla de San Benito lleva ya años extendiéndose por todo el Mundo por su valor exorcístico y protector contra las acechanzas de los malignos espíritus.

            Dentro de la referencia a los «hijos de San Be­nito», el Papa actual tiene un valor especial; no sólo por tratarse de un Papa sino por la devoción al San­to que existe en la tierra natal del Papa. El mismo lo explicó en su día:  (…) La progresiva expansión de la Orden Benedictina fundada por él (S. Benito de Nursia) ha ejercido un influjo enorme en la difusión del Cristianismo en todo el Continente. San Benito es por ello muy venerado en Alemania y, en particular, en Baviera. mi tierra de origen. Constitu­ye un fundamental punto de referencia para la unidad de Europa y un fuerte reclamo a las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y de su civilización «.

–    Por otra parte, el Cardenal Ratzinger fue durante muchos años Pre­fecto del Santo Oficio, organismo encargado de guardar la pureza de la Fe Católica, cuyo escudo tiene una rama de olivo entre sus símbolos. La espada significaría la actitud a tomar con los que atacan la Fe («extirpad el mal de entre vosotros mismos», lCor,5,9-13); la rama de olivo sería la reconciliación que se ofrece a los que vuelven.

–    San Pablo simboliza al Pueblo de Israel con un Olivo natural mien­tras que los gentiles serían el olivo silvestre. ¿Podemos suponer que du­rante el pontificado de Benedicto XVI se producirá la conversión de Is­rael que leemos en la Carta a los Romanos (Rom, 11, 24-28)? Entonces se cumpliría a la perfección el lema del Papa actual. La Gloria del Olivo llegaría a su esplendor.

Nació un Sábado de Gloria, sábado después de Semana Santa con el que se conmemora la resurrección de Jesucristo (se abre la «gloria´ : resurrec­ción del Señor). La Semana Santa inicia el Domingo de Ramos (de olivo). Adicionalmente, el olivo generalmente implica una referencia a la paz.

En cuanto al “último Papa”, se afirma en el libro:

+ «Pedro Romano» viene citado sin número, después del 111, pero dice que será el único llamado «Pedro», como el primero. Es profecía cumplida a lo largo de los 871 años transcurridos. Y añade: «En la última persecución de la Santa Iglesia Romana, ocupará su Sede Pedro Roma­no, que habrá de apacentar sus ovejas en medio de grandes tribulacio­nes. Acabadas éstas, la «Ciudad de las Siete Colinas » será arrasada, y el Juez tremendo tomará cuentas a su Pueblo.»

«El Juez tremendo tomará cuentas a su Pueblo» es una forma de referirse al gran Castigo que purifica la Tierra de los «Obradores de ini­quidad» (Is 13,9), cierra el Fin de los Tiempos y abre las puertas a la Segunda Venida de Cristo para instaurar su Reino de Amor, de Justicia y de Paz.

Así pues, la revelación de Garabandal nos advierte sobre el grave momento en que nos encontramos -Fin de los Tiempos- y se une a la Profecía de San Malaquías -quedan dos Papas- para decirnos con clari­dad que el Señor está a las puertas y nos llama (Ap 3,20) a ser apóstoles de la Conversión.

            Hasta aquí todo lo expuesto por el sacerdote García de la Riva en el libro citado. Nada de lo expuesto es “dogma de fe”. Y Dios siempre puede cambiar el curso de la historia si, al menos, hay un “resto de Israel” –léase Pueblo de Dios-, que ora, hace penitencia y trata de ser fiel a la Voluntad de Dios. Por eso esa llamada a la oración y a la conversión que escuchamos en todos los mensajes que se atribuyen a la Virgen en distintos lugares.

            Es oportuno escuchar lo que dice San Pablo: “Después llegará el fin cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, toda potestad y poder. Pues es necesario que El reine, hasta que ponga a todos los enemigos bajo sus pies. Como último enemigo será destruida la muerte (…). Y cuando haya sido sometidas todas las cosas, entonces también el mismo Hijo se someterá a quien a El sometió  todo, para que sea todo en todas las cosas” (1 Cor. 15, 24-28).

            Yo no tengo nada más que añadir. Cada cual saque sus conclusiones y asuma su responsabilidad con toda paz. Como dicen los teólogos, estamos en los últimos tiempo, el tiempo de la Iglesia. El cristiano tiene que preparar activamente la segunda venida de Cristo, con una vida santa y difundiendo el Evangelio ( Cfr. con detalle Ernest Burkart-Javier López, “Vida cotidiana y santidad en las enseñanzas de San Josemaría”, Rilap, Cap. 2)

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com