Teología pura y poesía en imágenes

El Árbol de la Vida, de Terrence Malick: teología pura y poesía en imágenes

Creación, tentación, caída, redención, el mal y el perdón, la esperanza… y Dios, y aún más asombroso, el Cielo. Una explosión de luz en nuestra cultura ácida.

Pablo J. Ginés

El Árbol de la Vida, de Terrence Malick, fue noticia en España porque, contra todo pronóstico, consiguió liderar la taquilla hace dos semanas. Una película de autor, espiritual, con saltos narrativos, voluntad poética, teología en imágenes, ritmo pausado y larga, muy larga (2 horas 18 minutos) se colocaba como la número uno, quizá por el atractivo de los nombres de Brad Pitt y Sean Penn en su cartel. Luego llegó la normalidad y el espectador de cine «rápido» supo por sus amigos que ésta no era su película, pero sin embargo otro tipo de espectador, más reflexivo, acudió a ver el fenómeno, y entre ellos muchos cristianos que nunca habían visto nada igual en el siglo XXI.

Malick, un hombre que protege su vida privada con férrea determinación, gastó 32 millones de dólares en rodar esta película. En Estados Unidos sólo recaudó 13,2 millones, pero en el resto del mundo ha conseguido 41 millones de dólares (3,8 en Italia, 2,5 en Rusia, 8,9 en Francia, 2,7 en Reino Unido; 6 millones en Japón). Eso significa que ha hecho una obra maestra, que ha llegado a todo el mundo y a muchas culturas y que cubre gastos de sobra.

Como en sus anteriores películas (la última, de estilo reconocible, fue El Nuevo Mundo), recurre a un intenso amor por la naturaleza, al bosque, el verde, los árboles como elemento de continuidad y a la voz en off. Sus críticos le reprochan que recurre a las palabras, no a la cara de los autores, para transmitir sentimientos. 

Quizá se equivocan: Malick transmite sentimientos con sus imágenes de la naturaleza, pero con las palabras transmite pensamientos, ideas, conceptos. Por eso, las palabras, dosificadas, son importantísimas… y la mala traducción al español es culpable de varias confusiones. La primera, nada más empezar, con la cita del capítulo 38 de Job (no del «versículo», como dice la traducción): «¿Dónde estabas tú mientras yo ponía los cimientos de la tierra, cuando las estrellas del alba cantaban a coro y exultaban de gozo todos los hijos de Dios?»

Esta cita lo enmarca todo: Job sufre, pese a que ha sido bueno se suceden las desgracias en su vida. Y se enfada con Dios, le parece injusto. Dios responde con esa frase que pone todo en un contexto: Dios y su obra son enormes, y sin ver el cuadro general no se entiende la dura pincelada del dolor del inocente.

Así que Malick desarrolla esto: el dolor del hombre es real, es concreto, es escandaloso. Pero el contexto de Dios es enorme, y como dice la madre (las monjas se lo enseñaron), hay dos dimensiones: la vía de la naturaleza (que se refiere a sí misma, a las pasiones, al yo) y la vía de la gracia (no de la «divinidad», como tristemente traducen en español) que apunta al tú.

Lo dice al principio de todo… y lo consuma al final de la película cuando por fin se rinde, sale del yo y va al gran Tú que es Dios: «yo te entrego a mi hijo», dice ella, algo que toda madre ha de aprender. Porque lo que no se da (a Dios o al otro, que es imagen de Dios), se pierde. Es la ley de la naturaleza.

Durante veinte minutos vemos en la película planetas que se funden cayendo en un sol. Vemos la gloria de los dinosaurios… para desaparecer enseguida por efecto de una piedra, un meterorito. Planetas y especies son un soplo, todo pasa. Sólo el alma, la persona, es eterna.

La postura del hombre ante el dolor y la inevitable desaparición llevan a Dios desde las primeras imágenes. De nuevo, las palabras dan la clave. «Te conocí gracias a mi madre y a mi hermano», dice la voz de Sean Penn, en esa oscuridad con colores que es Dios. Veremos desplegarse la historia de su personaje desde que era niño, que es la historia de la humanidad. Él vivirá en un paraíso, una infancia con amigos y hermanos y naturaleza, si se ve con la vista de la gracia.

Como Eva, será tentado: «los padres no quieren que sepamos, nos ocultan cosas, cómo vas a saber si no lo experimentas por ti mismo», le dice un niño anónimo, casi sin rostro, como cabe esperar del mal, del Tentador. Nuestro joven protagonista entra en una casa ajena, roba un camisón de lencería femenina, huye, busca esconderse, lo tira al río… «¿Qué he hecho?», solloza. Ha pecado, ha desobedecido, ha roto la confianza que había sobre él. Es la Caída.

Y luego daña a su hermano rubito, dulce, con una escopeta de balines: es Caín y Abel. Pero el hermano le perdonará… por eso podrá decir que conoció a Dios gracias a su hermano, gracias al perdón. Él le conducirá a una vida nueva.

Otro error de la traducción al español está en que en esta versión el padre castiga a su hijo cuando no le llama «señor». Eso puede hacer pensar al espectador que uno de los hijos es adoptado. Pero no es así: en la versión inglesa, el padre pide ser llamado «padre» y no «papá». Quiere que los niños sean fuertes, duros, que cumplan sus objetivos. Este padre es pelagiano: quiere salvarse por su eficacia, cumpliendo planes y obras. Necesita ser apreciado por lo que hace, no por ser quien es. Sólo al final llegará a entender la vida de la gracia, que encarna su esposa, pura celebración, amor, alabanza. «Me perdí la gloria», se lamentará él. Y la gloria, ¿qué es sino la alegría del Cielo, que empieza con gozar de la bondad y belleza ya en la tierra?

El niño que llegará a ser el personaje de Sean Penn se rebelará contra el padre, igual que el hombre contra Dios. «¿Por qué nuestro padre nos hace daño?», se pregunta. Que es la pregunta de Job sobre el dolor. Pero también habrá una reconciliación entre padre e hijo.

¿Y dónde está Cristo? Nadie lo menciona con palabras,pero está en las imágenes. «Venid, benditos de mi Padre, porque tuve sed, y me disteis de beber», dice Cristo. La madre da de beber a unos presos que caminan con cadenas, casi un homenaje a la escena en que Ben Hur da de beber a Cristo en el pozo. «¿Le puede pasar a cualquiera?», pregunta el hijo al ver a los hombres encadenados. La respuesta es: ¡le pasó a Cristo! Lo vemos encadenado en las vidrieras de la iglesia a la que acude la familia en domingo. El cura predica a Job y recuerda que nadie, ni los buenos, están a salvo del dolor. Él no lo menciona, pero Cristo es el paradigma: fue el más bueno, y sufrió. ¿No es esa la mitad de la respuesta a Job? ¡Dios no mira de lejos, Dios sufre con nosotros, es uno de nosotros! Cristo es el hombre que al Señor le llama «papá».

La otra mitad de la respuesta está más allá: este mundo, con sus galaxias en espiral, es pasajero. Luego está el resto de la gloria, el reencuentro con los seres queridos. Esta vida es vida pero no es toda la vida. «Brille para ellos la luz perpetua», canta el coro, con un sol en el centro de la pantalla, bajo, mientras llegan los santos. Es el descanso al final del día. Porque todos ellos han sido santos, se han arrepentido, han crecido, han aceptado. El que fue niño rebelde llega a Dios siguiendo a su hermano, pasando por un paraje desértico: el Purgatorio. En el Cielo hay agua (las aguas del parto, las del bautismo, las que originaron la vida biológica) y -contra la estupidez de Sartre- en el Cielo están los demás.

Y la promesa es para nosotros, y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos. No hace falta vivir en la Texas rural. Los edificios de cristal de Nueva York, gloria del hombre tecnológico… ¿qué hacen sino reflejar el cielo azul? El puente final, ¿a donde conduce, sino al cielo? Los girasoles, ¿qué miran, si no es el sol eterno? Incluso en el cemento de la calle en obras, hay un árbol. Árboles por todas partes, como en El Nuevo Mundo, en contrapicado: nos obligan a mirar arriba para ver su belleza, pero más arriba hay más belleza aún, el Cielo. «¿Ves? Allí vive Dios», profetiza la madre.

Malick llena de significado cada imagen. Su magnífico director de fotografía, Emmanuel Lubezski, merece tantos premios como sea posible concebir. El uso de la música es magistral y emotivo. Todos los actores están soberbios, especialmente los niños.

Es difícil no pensar en Tolkien. ¿No es su mitología, narrada en El Silmarillion, en La Canción de los Ainur, un desarrollo de Job 38? En su creación del mundo, los ángeles cantan y lo que cantan es lo que Dios crea. «¿Dónde estabas tú mientras yo ponía los cimientos de la tierra, cuando las estrellas del alba cantaban a coro y exultaban de gozo todos los hijos de Dios?», dice Dios a Job. He ahí el principio.

¿Y el final? Tolkien lo explicó en una carta 4 años antes de morir. «Puede decirse que el principal propósito de la vida es incrementar, de acuerdo con nuestra capacidad, el conocimiento de Dios y ser movidos por él a la alabanza y la acción de gracias. Hacer como decimos en el Gloria in Excelsis: te alabamos, te bendecimos, te adoramos, proclamamos tu gloria, te damos gracias por la grandeza de tu esplendor. Y en los momentos de exaltación podemos invocar a todos los seres creados para que se nos unan en el coro hablando en su nombre, como se hace en el salmo 148, y en el Canto de los Tres Niños en Daniel II: alabad al Señor… todas las montañas y las colinas, todos los huertos y los bosques, todas las criaturas que reptan y los pájaros que vuelan».

Que es lo que ha hecho Malick. Una sinfonía de exaltación, «invocar a todos los seres creados para que se nos unan en el coro».

 

Santa Faustina Kowalska Doctora de la Iglesia

Difusora de la devoción de la Divina Misericordia

Cardenales y obispos impulsan que Santa Faustina Kowalska se convierta en Doctora de la Iglesia

La santa polaca sería la cuarta mujer proclamada Doctora de la Iglesia, la primera del tercer milenio.

Actualizado 5 octubre 2011

Anita S. Bourdin/Zenit

Santa Faustina Kowalska podría ser la primera doctora de la Iglesia del tercer milenio: los cardenales y obispos reunidos en Cracovia-Lagiewniki para el 2º congreso mundial de la Divina Misericordia han dirigido una carta a Benedicto XVI pidiendo la apertura del dossier.

La noticia fue difundida en directo este domingo 2 de octubre, después del Ángelus de Benedicto XVI, por Radio Espérance que transmite el congreso por sus emisoras, por el satélite WorldSpace y por internet.

La santa polaca Faustina Kowalska sería la cuarta mujer proclamada doctora de la Iglesia, después de la carmelita española Teresa de Ávila y la dominica italiana Catalina de Siena, proclamadas por Pablo VI, y Teresa de Lisieux, proclamada por Juan Pablo II.

Su enseñanza está considerada especialmente importante para el tercer milenio y se conoce en el mundo entero gracias a su “Pequeño diario”.

Después del Ángelus, en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI dirigió un mensaje a los cerca de dos mil participantes en este congreso, haciendo referencia a su tema.

“Muy queridos, reforzad vuestra confianza en el Señor a través de la reflexión común y la oración para que llevéis eficazmente al mundo el alegre mensaje de que “la Misericordia es fuente de esperanza”, les exhortó.

Después del mensaje difundido en la basílica de la Misericordia de Lagiewniki, consagrada en 2002 por Juan Pablo II, se leyó a la asamblea una carta de agradecimiento, escrita en italiano.

Los obispos presentes –entre ellos los cardenales Dziwisz, Macharski, Rylko, Backis, Barbarin, Schönborn, Zen-, firmaron esta carta, en la que dieron las gracias también al Papa Benedicto XVI por la beatificación del “servidor de la Misericordia” Juan Pablo II.

Pero añadieron una petición: que permita la apertura de la causa del “doctorado” de santa Faustina, lo cual ayudaría a promover en el mundo el mensaje de la Misericordia divina.

El arzobispo de Cracovia, el cardenal Stanislas Dziwisz, anunció que se propondría a los participantes del congreso firmar la petición a favor del doctorado. Esta petición irá extendiéndose poco a poco por todo el mundo.

El bestseller que popularizó a sor Teresita

«¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?»

Jesús García presenta hoy en Madrid el bestseller que popularizó a sor Teresita

Entrevista con el autor revelación de la literatura espiritual en España de su exitosa obra que recoge diez sorprendentes testimonios de religiosas de clausura.

Actualizado 6 octubre 2011

Gilberto Pérez/ReL

Se ha convertido en uno de los autores revelación de la literatura espiritual en España a principios del siglo XXI. Sus dos primeras obras, Medjugorje y ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?, han alcanzado la etiqueta de Best Seller en muy poco tiempo, y el beneplácito tanto de crítica como de lectores.

Responde al nombre de Jesús García, y no es teólogo ni religioso, y sin embargo, parece haber dado con las claves del éxito en literatura religiosa en su última obra, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?, que ha superado las cuatro ediciones en apenas cuatro meses. Su título anterior, Medjugorje, alcanzó seis en dos años.

De esto y mucho más hablamos con él en esta entrevista momentos antes de la presentación de su obra que tendrá lugar esta tarde a las 20:00 horas en el Colegio-Fundación Caldeiro (Avenida de los Toreros, 45, Madrid).

-¿Se esperaba que esta obra, un libro de monjas, funcionase tan bien?
-Pues en cierta manera sí, porque así funcionan las cosas de Dios. Este libro está lleno de Dios por todas partes, y eso se va viendo a medida que va tomando forma. Yo se lo comentaba a mis amigos, que iba a ser un bombazo, y así está siendo. De todos modos, creo que esa pregunta está hecha en clave empresarial, y para mí el éxito de ventas es un éxito efímero, importante para según qué cosas, entre otras para que te sigan editando y seguir pudiendo anunciar a Dios, pero en ningún caso trascedente ni definitivo. Es cierto que es una alegría saber que diez mil personas han pagado veinte euros por uno de tus libros, pero me siento como un actor de reparto en este trabajo, como un extra que pasaba por allí y le dan un bote y un bocadillo.

-Si usted es un extra, ¿quién es el actor principal, o el director y el productor?
-Bueno, la productora debe de ser la editorial, que ha confiado en este trabajo. Pero el Director le aseguro que es Dios, no tiene otra explicación. Estas cosas pasan cuando decides dejar tu vida en manos de Dios. Él es así, que te sorprende con cosas como esta. Resulta que escribes un libro sobre monjas, que es el asunto menos mediático del mundo, y se vende como churros. Además lo haces sin ser teólogo, ni religioso, ni cura, siendo una persona muy normal, que estudió en un colegio de Vallecas y que nunca fue a la Universidad. Me encanta la pedagogía de Dios, de verdad.

Luego, después del Director, que es Dios Padre, este libro tiene un actor principalísimo, que es Cristo. Este es un libro cristocéntrico, pues la diez monjas que participan en él, no paran de hablar de Cristo. Sin Cristo no se entendería la vida de ninguna de ellas. Cristo las ha arrebatado el corazón para darles una vida plena, alegre, para darles un amor arrollador. Cristo es una persona que, misteriosamente, sigue viva. Yo entiendo que para el que no tenga fe, esto es una locura, pero ellas, las monjas, son testimonio vivo de que esto es así, y lo explican muy bien en el libro.

Después de Cristo, habría otras diez actrices que son las diez monjas. Así que figúrese. No soy más que un extra. Eso sí, el que sale en el mejor plano de la peli. Eso que me llevo.

-Al hilo de la pregunta anterior, ¿cual es para usted el auténtico éxito de este libro?
-En el plano personal, sencillamente el haber respondido, con mi desorden y pereza, a una inquietud sembrada por Dios. Nadie se levanta una mañana de martes y dice: “Hombre, voy a escribir un libro de monjas”, y lo hace. No, es una inquietud que va cogiendo forma en la oración y en los aconteceres que te presenta Dios.

Y luego, el ver que es un libro que, según dicen quienes lo leen, abre una puerta entre el lector y Dios. Da a conocer una realidad de Dios a gente que no la conocía, y eso es una pasada, se lo aseguro. Porque veo que Dios actúa en mí tanto como en los lectores y en las monjas. Que yo soy su actor principal para su película sobre mi vida, y es capaz de hacer cosas como esta para que yo me sepa protagonista de su historia de salvación por mí. Eso te lleva a Él, le conoces más y cuando le conoces, te enamoras de Él. Todo el tema de la encarnación de Dios, su asesinato en la cruz y todo lo que pasó con Él, cobra un sentido absoluto para ti, y te cambia la vida.

Para terminar, también está siendo muy satisfactorio ver que este libro está ayudando mucho a los familiares de un montón de monjas, a acoger con paz y confianza lo que les ha pasado a sus hijas, sus amigas, a sus hermanas… Eso es una alegría que te pone los pelos de punta, de verdad.

-¿Se han leído el libro las protagonistas?
-Pues no todas, la verdad, y no me extraña, porque ellas ya saben de qué va.

-Cuéntenos algo de ellas, alguna anécdota que no sale en el libro
-No, por ahí no paso. Hay muchas anécdotas, pero lo que se tiene que saber de ellas, ya está escrito y es público. Son anécdotas personales que tienen mucho que ver con el afecto personal que nos hemos cogido. Yo ahora las quiero como a mis hermanas, y ellas a mí como a un hermano que necesita de ellas, de su vida, de sus oraciones y de sus sacrificios, pero es verdad que nos hemos reído mucho, y sobre todo, que hemos crecido hacia Cristo. Las monjas, ahí donde las ves, pueden ser muy atrevidas a la hora de explicarte a Cristo, y muy divertidas también.

-¿Qué es una monja?
-Para empezar, una mujer. Una mujer con todo lo que conlleva: su afectividad, su sensibilidad, su instinto maternal, su atención extrema para algunas cosas y sus despistes para otras. No saben leer los mapas, como todas, pero saben leer los corazones y las miradas mucho mejor que nosotros.

Luego, son mujeres enamoradas, con todo lo que ello conlleva. Se han enamorado de Cristo, y se desvelan por Él cuando nace el enamoramiento, ansían estar delante de Él, compartir con Él. La diferencia está en que no tienen una experiencia tangible de Cristo como lo tendrían de su novio o marido. Pero por eso creo que todo esto es auténtico, porque si no, no sería posible. Ellas nos son unas locas o unas chicas que no tenían nada que hacer. Ni mucho menos. ¿Era Teresa de Calcuta una pobrecilla desgraciada? ¿Era Teresa de Jesús una tonta que no sabía lo que hacer con su vida? Me parto de risa con quienes sostienen cosas como estas. Hace falta ser muy corto de miras para decirlo.

Luego, son unas mujeres que, como todas, tiene sus épocas mejores y peores, pero al menos las que yo he conocido para este libro, son sencillamente mujeres enamoradas que han dado su vida a un hombre vivo, que es Dios en la persona de Cristo. No a un muerto, sino a un vivo.

-¿Pero no negará que no todas las vocaciones son auténticas?
-Ni todas falsas. Y si no son todas falsas, con que solo una sea auténtica, es que Dios existe. Además, en otros tiempos, no lo sé, porque no los he vivido, pero hoy en día las vocaciones son muy auténticas, porque nadie te da nada por ser monja en este mundo de hoy. Dicen que hay crisis de vocaciones porque hay menos que en otros tiempos. Pues yo creo que la crisis es que no sean vocaciones auténticas, como dice usted. Lo bueno es ver que las que hay, sean muchas, pocas o poquísimas, son auténticas, y ahora hay mucha monja muy auténtica, convencida de Cristo, de su vocación y de su vida, cuya vocación ha sido probada y discernida con experiencias de vida como el noviazgo, el éxito profesional, el mundo y todo lo que les rodea. ¿Crisis de vocaciones? Y una leche, con perdón. En España hoy hay unas setecientas mujeres de entre 17 y 35 años, felices a rabiar siendo monjas de clausura o de realidades muy entregadas. ¡Pero son mujeres felices, plenas! No me mire así, que tengo datos.

-¿Nos puede dar una pista?
-En el noviciado de las Hermanas de la Cruz, en Sevilla, hay setenta chicas. ¡Setenta novicias en una de las órdenes más estrictas de la Iglesia! Y en Sevilla, con el calor que hace… En Iesu Communio, las menores de treinta y cinco años son cerca de 180. En las Reparadoras de El Escorial, ya son unas setenta las jóvenes, cien con las menos jóvenes. Las Clarisas de Soria son cien, en cuatro conventos diferentes, y las Hermanas de Belén, son unas cincuenta las jóvenes. Si quieres te hablo de la Hermanitas del Cordero, de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, o de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, las café con leche de Galapagar. O las Reparadoras del Corazón de Cristo Sacerdote, un montón de chicas jóvenes que rezan que te caes, que adoran de rodillas todo el día y la noche también, y que por cierto, visten con hábito vaquero desde treinta años antes que las Iesu Communio.

-¿Qué vistan de vaquero responde a un intento de acercarse a gente joven?
-Eso es una estupidez. Visten de vaquero porque es lo más barato y lo más fácil de hacer. ¡Y porque les da la gana y punto! Pero entiendo su pregunta. ¡Es importante! La gente que está fuera de la Iglesia necesita que detalles como éste se los expliquemos, porque choca ver a una monja vestida con hábito vaquero. Simplemente porque no saben. Lo malo, lo sangrante, es que comentarios como ese vengan de los nuestros, y han venido muchos a colación de esto. Qué razón ha tenido el Papa al decir en Alemania que un agnóstico puede estar más cerca de Dios que el creyente rutinario.

-Hablando del Papa, él tiene uno de sus libros
-Sí.

-¿Cómo consiguieron hacérselo llegar?

-Yo no conseguí nada, no me lo propuse yo, ni se lo propuso nadie. De hecho, comenté hace poco con Alex Rosal, el editor, que si nos hubiésemos propuesto hacerle llegar un libro al Papa, habríamos celebrado tres o cuatro reuniones con todo tipo de contactos y de “expertos”, y no lo hubiésemos logrado. Sin embargo, tú no haces nada y se desencadenan un montón de circunstancias que tú no controlas, y cuando te das cuenta, sale el Papa en la tele con uno de tus libros.

-¿Qué sintió?
-Una alegría enorme. Sobre todo por lo inesperado, ya le digo que ni se me pasó por la cabeza algo así. Al editor le he dicho que ya no puedo escribir más, porque no sé a quién vamos a llegar ya después del Papa.

-¿Cómo fue que le llegó el libro a Su Santidad?
-Eso se lo debo a sor Teresita, un amor de mujer a la que le debemos mucho todos, también los que no la conocen. Es la última protagonista del libro, la monja de 104 años que ingresó en su monasterio el 16 de abril de 1927, el mismo día que nació Joseph Ratzinger. Fue invitada por la nunciatura a saludar al Papa y ella le llevó uno de mis libros firmado por ella.

-Ninguno de sus dos libros tiene el Imprimatur ni el Nihil Obtat, los permisos que certifican que la obra no contiene nada contrario a la doctrina ¿Por qué?
-Muy sencillo: porque no lo he pedido. No es necesario pedirlo. Si lo fuese, lo haría, pero no es necesario.

-¿Pero siempre es una garantía y abre más puertas?

-Una garantía para usted, que está en la Iglesia, pero para quienes no lo están, les importa un bledo, y yo escribo más para los que nos miran con asombro desde fuera, que para los que ya estamos dentro. No hace falta y es dedicar más tiempo. Si fuese necesario, lo haría, pero si no lo es, no seré yo más papista que el Papa.

-¿Puede explicar un poco mejor esto de escribir para los de fuera?
-Claro que sí, verá. En la Iglesia, muchas veces damos demasiadas cosas por supuestas, y en muchísimas ocasiones hablamos un lenguaje que no entiende ni el tato. Esto es paradójico, porque el Evangelio es universal, es una llamada a la conversión del corazón, hacia Dios, para todos los hombres, y a veces hablamos un lenguaje que no entiende ni nuestro vecino, ni nuestra cuñada. A veces tengo la sensación de que pescamos en una pecera. Y mire, es cierto que es necesario alimentar a los peces de la pecera, pero para mí es aburrido. El reto es echar las redes en mar abierto, ir a programas de televisiones ajenas a nuestra doctrina y forma de vida, escribir en periódicos de línea editorial opuesta, publicar libros en editoriales generalistas, que se distribuyen en librerías no espirituales, y así dar testimonio alegre y convencido de que lo nuestro no es solo para nosotros, sino para todos. Hablando en plata, es muy fácil hablar en Radio María o en COPE, y siendo muy necesario cuidar de las 99 ovejas del redil, lo que a mí me entusiasma a rabiar es salir a por la oveja que se ha perdido. ¿Sabe por qué?

-Dígamelo usted.
-Porque yo fui la oveja perdida y hubo quien vino a por mí. Una cosa es mirar desde lo alto del pozo a quien esté en el fondo, y otra meterse y sacarle.

 

 

 

Muere Steve Jobs, fundador de Apple

María Ramírez (corresponsal ) | Nueva York

Actualizado jueves 06/10/2011 17:23 horas
Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple y figura imprescindible para entender la evolución de la tecnología en las últimas décadas, ha fallecido esta noche a los 56 años, según ha anunciado la compañía.

Murió en Palo Alto (California), acompañado por su esposa y otros familiares. El revolucionario del garaje, el gurú que ha obsesionado a una generación de jóvenes y ha cambiado la manera de llamar, leer el periódico y hacer fotos, ya es un mito.

«Apple ha perdido a un genio visionario y creativo y el mundo ha perdido a un asombroso ser humano», ha informado la empresa a través de un escueto comunicado en su página web. «Aquellos que hemos tenido la suerte de conocer y trabajar con Steve hemos perdido a un querido amigo y a un mentor. Steve deja atrás una compañía que sólo él podría haber construido y su espíritu estará siempre en la base de Apple», añade la nota de la compañía, que ha incluido una fotografía de Jobs en su página de inicio a modo de homenaje.

También su familia ha confirmado la noticia a través de un comunicado en el que expresa su «profundo agradecimiento» por la muestras de condolencia y apoyo que han recibido. El emotivo texto indica que el cofundador de Apple murió «rodeado de sus familiares». «En su vida pública Steve era un visionario, en su vida privada se dedicó por completo a su familia». Los familiares también han indicado que se ha puesto en marcha en la web de Apple un espacio para que los seguidores puedan envíar sus condolencias y rendir tributo a Jobs.

La empresa anunció la muerte de su fundador, pero no informó sobre las causas. Jobs se retiró oficialmente a finales de agosto después de varios años de liderazgo intermitente por un cáncer de páncreas, que convirtió incluso en un motivo de inspiración.

‘Acordarme de que voy a morir pronto me ayuda a tomar las decisiones’

“Si vives cada día como si fuera el último, algún día acertarás… Cada día me miro al espejo como si fuera el último”, dijo en 2005 en un discurso de graduación en la Universidad de Stanford. “Acordarme de que voy a morir pronto me ayuda a tomar las decisiones…Acordarse de que vas a morir es la mejor manera de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo, no hay razón para que no sigas tu corazón…Tu tiempo es limitado, no lo desprecies”, dijo.

A lo largo de 2011, Steve Jobs fue visto en varias ocasiones en centros para pacientes de cáncer, si bien nunca se confirmó que se le hubiera reproducido la enfermedad. En 2011 se prodigó muy poco públicamente y reapareció para la presentación del iPad 2 el pasado mes de marzo, un evento en el que fue recibido con una sonora ovación y en el que se mostró extremadamente delgado.

Jobs, visionario, detallista, trabajador, pero también egocéntrico y gritón, se resistía a abandonar la empresa a la que se dedicó con atención minuciosa, pero el último año había tenido que resignarse a estar ausente. Llevaba ocho meses de baja oficial desde enero y apenas aparecía por el campus de la empresa. Tras su dimisión como consejero delegado, aún prometía asesorar sobre las estrategias de futuro, con su halo especial.

La obsesión de Cook es mantener ahora el mito de que Apple no es una empresa más. “Juntos seguiremos haciendo de Apple el lugar mágico que es”, dijo en su primer e-mail a los empleados tras el traspaso de poderes.

‘Transformó nuestras vidas’

Las reacciones a la muerte de Steve Jobs no han tardado en producirse. Su sucesor en la máxima dirección de la empresa, Tim Cook, ha declarado tras conocer el fallecimiento que «Apple ha perdido a un visionario y a un creador genial y el mundo a un ser humano increíble».

Sus mayores competidores alababan el talento único del visionario. “Es muy poco habitual encontrar a alguien en el mundo que tenga el impacto profundo que Steve ha tenido, con efectos que se sentirán durante muchas generaciones”, dijo Bill Gates, su rival en Microsoft, en un comunicado.

Tampoco es habitual que la muerte de un empresario provoque una declaración tan cariñosa de la Casa Blanca. “Era lo suficientemente valiente para pensar diferente, lo suficientemente atrevido para creer que podía cambiar el mundo, y lo suficientemente talentoso para hacerlo”, aseguraron Barack y Michelle Obama en un comunicado. Obama alabó a Jobs por “poner Internet en nuestros bolsillos”, aunque el presidente sea más de la competencia (es el primer ocupante de la Casa Blanca en tener Blackberry).

“A Steve le gustaba decir que vivía cada día como si fuera el último. Y gracias a que lo hizo, transformó nuestras vidas, redefinió industrias enteras, y consiguió algo muy raro en la historia humana: cambió la manera en cada uno de nosotros ve el mundo”, dice la declaración de los Obama, que envían sus condolencias no sólo a su familia, sino también “a aquellos que lo amaban”.

Entre los que han vivido los cambios está Rupert Murdoch, el jefe del imperio mediático americano-británico-australiano. “Steve Jobs fue simplemente el mejor consejero delegado de su generación. Aunque estoy muy triste por su muerte, recuerdo el espectacular impacto que ha tenido al revolucionar la manera en que la gente consume medios de comunicación y entretenimiento”.

Genio revolucionario e inconformista

Steve Jobs está considerado el impulsor del éxito de Apple y el autor intelectual de los productos que llevaron a lo más alto a la compañía, entre ellos el teléfono móvil iPhone, el reproductor de música iPod o la tableta iPad.

En 1976 fundó la compañía junto a Steve Wozniak y Ronald Wayne, y jugó un papel fundamental en la revolución de los ordenadores personales. En 1985 fue expulsado de la empresa, lo que provocó una caída en los ingresos de Apple, que se revirtió sólo con su regreso en 1996.

Durante el periodo en el que estuvo alejado del entorno de la manzana, en 1986, Jobs compró una división de animación digital al cineasta George Lucas por diez millones de dólares, la rebautizó Pixar y la convirtió en el estudio de animación más exitoso del mundo. Luego se lo vendió a Disney por 7.400 millones de dólares.

Además fundó ‘Next Computers’ para concretar su visión de ordenadores personales poderosos pero elegantes. A pesar de que fue un fracaso comercial, el científico Tim Berners Lee utilizó uno para crear la world wide web (www). Jobs vendió luego la compañía a Apple, donde su tecnología fue la base para el actual sistema operativo de Apple.

Cuando Jobs fue recontratado como jefe ejecutivo de Apple revitalizó la compañía con el iMac, un colorido ordenador de una pieza. Delineó una estrategia para convertir a los productos de Apple en el centro de un estilo de vida digital que estaba emergiendo.

A pesar de que fue superado estratégicamente por su gran rival Bill Gates, de Microsoft, Jobs mantuvo la misma visión digital con la que comenzó, que sostiene que para que los ordenadores lograran su rendimiento óptimo Apple tenía que mantener el control tanto del hardware como del software. Finalmente esta pertinaz insistencia fue la base de su éxito posterior.

Apple lanzó el iPod en 2001 y en 2003 la tienda online de música de iTunes, que en siete años vendió más de 10.000 millones de canciones y dominó completamente el negocio de música online.

El siguiente gran éxito de Jobs fue el iPhone, lanzado en 2007, que revolucionó el mercado de smartphones y está previsto que alcance un total de 100 millones de unidades vendidas para fin de año. La compañía lanzó el iPad en 2010, lo que generó una demanda sin precedentes para tablets y del que se han vendido más de 25 millones de unidades hasta el momento.

Este verano, Apple sobrepasó a Exxon como la empresa con mayor capitalización del mundo, unas tres veces Telefónica, la mayor española. Cuando salió a bolsa en 1980 una acción costaba, según su precio ajustado, lo que hoy serían unos dos euros. Ahora cada una vale más de 280 (377 dólares).