Testimonio de amor conmueve al mundo

La estadounidense Stacy Crimm

Testimonio de amor conmueve al mundo: una madre muere por rechazar una quimio para salvar a su bebé

Sabía que sólo un tratamiento agresivo podía salvarla y se negó a recibirlo. Dio a luz a su hija y pudo sostenerla en sus brazos antes de morir.

Actualizado 25 octubre 2011

Aci

Stacy Crimm sabía que sólo un agresivo tratamiento de quimioterapia podía salvar su vida, pero decidió proteger a la bebé que llevaba en el vientre y se negó a recibirlo. Dio a luz a su hija Dottie Mae, y pudo sostenerla en sus brazos antes de morir.

Con 41 años de edad, Stacy estaba convencida de que no podría salir embarazada porque los médicos le dijeron que nunca sería capaz de concebir un hijo. En marzo pasado supo que espera un bebé y poco después le diagnosticaron cáncer de cabeza y cuello.

Stacie fue capaz de sobrevivir durante cinco meses antes de dar a luz por cesárea a Dottie Mae, quien nació pesando 940 gramos.

«Esta bebé era todo lo que tenía en el mundo», afirmó su hermano, Ray Phillips, a quien le encomendó la tarea de velar por su hija.

Pocas semanas después de saber que estaba encinta comenzó a padecer severos dolores de cabeza, visión doble y temblores.

En julio, una tomografía computarizada reveló que tenía cáncer de cabeza y cuello y tuvo que escoger entre su vida y el de su bebé. Su decisión fue inmediata.

Stacie renunció a la quimioterapia con la esperanza de sostener a un bebé sano en sus brazos.

El 16 de agosto de Stacie colapsó en casa de Ryan y fue llevada al hospital donde los médicos le informaron que el tumor comprometía su vida.

Dos días después, le practicaron una cesárea. Dottie Mae nació pesando menos de un tercio del promedio de un recién nacido. Madre e hija ingresaron a cuidados intensivos.

Stacie luchó para sobrevivir al parto y resistió por varias semanas. Estaba muy débil para llegar a la bebé, y su bebé estaba muy débil para ser llevada a su madre.

«Le mostrábamos fotos y ella lloraba por querer tener a su bebé», agrega Ryan.

El 8 de septiembre, Stacie dejó de respirar pero reaccionó. El personal del hospital advirtió a la familia que estaba muy cerca de la muerte. Una enfermera, conmovida por el drama de esta mujer, organizó una operación desesperada y consiguió una unidad de cuidados intensivos en forma de cápsula para transportar a Dottie Mae hacia su madre.

Las enfermeras llegaron con Dottie Mae y la pusieron sobre el pecho de su madre. Las dos se miraron a los ojos durante varios minutos.

Stacie murió tres días después. Su funeral fue el 14 de septiembre. En su obituario escribieron: «Dottie Mae fue la luz de su vida y su mayor logro. Ella optó por dar vida a su bebé en lugar de tomar un tratamiento para ella».

Dottie Mae ya fue dada de alta y ahora vive con Ray, su esposa Jennifer y sus cuatro hijos en su casa de Oklahoma City.

«Creo que es un milagro. Yo sólo quiero hacer lo que sea correcto para ella y lo que Stacie nos pidió», afirma Jennifer.

Debate sobre el abrazo de sor Verónica al Papa

Sigue la polémica

De la Cigoña y Josué Fonseca entran en el debate sobre el abrazo de sor Verónica al Papa

Dos reputados analistas intervienen en el polémica que se ha generado por un gesto de cariño ofrecido al Papa por la fundadora de Iesu Communio.

Actualizado 21 octubre 2011

ReL

El famoso creador de opinión Paco Pepe Fernández de la Cigoña, el más influyente blogero católico en el mundo hispano, señala en su blog de Intereconomía que «no entiendo la ojeriza a esta monja más que notable. Y que me parece absolutamente injustificada. No hablo desde ningún interés personal. Vi a Sor Verónica una vez en mi vida y no más de cinco o seis minutos. Era todavía clarisa en Lerma. Y había conseguido un número espectacular de vocaciones«.

Titula su artículo Sor Verónica, y comenta que «no entiendo por tanto como tan asombroso éxito vocacional, en vez de suscitar admiración y reconocimiento, levanta cicaterías y maledicencias. Dejó de ser clarisa, cierto. Como Santa Teresa de Calcuta dejó de ser irlandesa o Santa María Josefa Sancho de Guerra, Sierva de María. Y seguro que hay unos cuantos casos más. Nada pues que objetar».

«Pues unos cuantos, que se las dan de buenos católicos, y no dudo que lo sean, no les escatiman críticas y recelos. No lo entiendo. Y esta ha sido su intervención ante el Papa. También por mi parte mucho que aplaudir y nada que objetar«, concluye el respetado analista.

Al Papa

Por su parte, Josué Fonseca, que hace pocos días ha inagurado en ReL su blog «Inversiones en esperanza», con gran éxito de audiencia, señala en su artículo Abrazar al Papa que «en los últimos días he tenido ocasión de oír y leer de todo, pero, generalmente las voces son bien críticas con el gesto de la superiora de Iesus Communio. Muchos señalan que es una “falta de respeto”, una indelicadeza, incluso he leído la palabra “arrogancia”. Y, la verdad, el tema no me parece trivial en absoluto, ni más propio de la prensa sensacionalista o del corazón, que de los que modestamente tratamos de ser cronistas de la vida cristiana en nuestro tiempo»

Significado humano y teológico
«El abrazo y el beso están llenos de significado humano, y también teológico. No hace falta más que abrir la Palabra de Dios para verla repleta de manifestaciones de ese tipo. Se me vienen a la mente el abrazo y las lágrimas de David y Jonatán (1 Sam, 20, 41), y la conmovedora escena de Pablo, despidiéndose de los discípulos en Mileto (Hech, 20, 36). ¿Qué puedo decir? : personalmente quiero imaginarme mi encuentro definitivo con el Señor como un gran abrazo, un abrazo que tanto he anhelado…».

Gestos chocantes
«Por lo demás, la historia de los cristianos está llena de gestos chocantes. Empezando por la locura de la pecadora que viola en unos instantes no sé cuantas prescripciones legales del judaísmo para ungir los pies de Jesús, mientras éste la deja hacer ante la estupefacción de todos… y siguiendo por el beso apasionado de Clara al cadáver de Francisco. Tampoco los papas se han librado antes de ahora: una Teresita de Lisieux de 15 años, rompe todos los protocolos y se agarra a las rodillas de León XIII para implorarle la dispensa que le permita ingresar en el Carmelo. Más recientemente, Jean Vanier, fundador de la comunidad de L’Arche, cruzo la “línea de seguridad” para arrodillarse y abrazar las piernas de Juan Pablo II, durante el encuentro de éste con los representantes de los nuevos movimientos y comunidades en 1998″.

«Así que, ¿es para tanto? El problema tal vez estribe en una concepción concreta de la figura del obispo de Roma y lo que éste debe representar, y, consecuentemente en toda una imagen de la Iglesia, que se desea preservar –dice Fonseca–. El protocolo excesivo, el hieratismo, la “separación” de lo sagrado de lo cotidiano, incluso de las más entrañables manifestaciones de lo humano, conlleva inconscientemente una visión particular del cristianismo. En ella los representantes de Dios deben ser considerados, en cierta medida, “seres aparte”, en cuanto nos comunican con lo Sagrado, y deben por tanto estar “apartados” del resto de los creyentes, cuyo deber es simplemente obedecerles y respetarles».

Asuntos accesorios
«Los signos sustentan ideas, aunque sea de manera inconsciente, y por eso conviene sacarlas a la luz de vez en cuando. Personalmente me preocupa el ver como desde algunos sectores se insiste tanto en cuestiones que ni pertenecen al Dogma católico ni están siquiera en el depósito de la Tradición, y se utilizan como armas arrojadizas contra quienes sostienen ideas distintas. Mientras tanto, aspectos esenciales como la evangelización, la conversión o el compromiso con los que sufren, parecen quedar al margen».

Un signo de cariño
«De lo que sí estoy seguro es que abrazo de sor Verónica ha sido entendido por todo el mundo. Y también de que, para muchos que no creen, un gesto tan sencillo y sorprendente ha supuesto un signo de calor humanidad y cariño dentro de una Iglesia llena (¡pero llena!) de amor y servicio. Aunque, desgraciadamente, muchas veces lo disimule tan bien», concluye Josué Fonseca.

Santos Don Luigi Guanella, Bonifacia Rodríguez y Guido Maria Conforti

En el Vaticano

El Papa proclama santos a Don Luigi Guanella, Bonifacia Rodríguez y Guido Maria Conforti

Con los tres de hoy son ya 37 los santos que ha proclamado en estos años, en los que también ha beatificado a 600 fieles, en su mayoría españoles.

Actualizado 23 octubre 2011

ReL

Ante miles de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI proclamó hoy, Domingo Mundial de las Misiones, a tres nuevos santos que se entregaron por completo al anuncio apasionado del Evangelio y al servicio al prójimo.

En una solemne ceremonia en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI canonizó a Guido Maria Conforti (1865-1931), Obispo de Parma (Italia), y Fundador de la Pía Sociedad San Francisco Javier para las Misiones Exteriores; Don Luigi Guanella (1842-1915), conocido como el «Apóstol de la caridad», sacerdote italiano Fundador de la Congregación de los Siervos de la Caridad y del Instituto de las Hijas de Sata María de la Providencia; y a la española Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905), Fundadora de la Congregación de las Siervas de San José.

En su homilía, el Santo Padre recordó que el Señor debe ser parte fundamental de la vida cotidiana de cada fiel: «Él debe estar presente como dice la Escritura, penetrar en todos los estratos de nuestro ser y llenarlos totalmente: el corazón debe saber de Él y dejarse tocar por Él, y así el alma, las energías de nuestros querer y decidir, así también como la inteligencia y el pensamiento. Es un poder decir ‘ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi’».

El Papa destacó de San Guido María Conforti su abandono y confianza en las manos del Señor para ir a anunciar por el mundo el amor de Dios a quienes todavía no lo habían recibido.

«Su vida estuvo marcada por numerosas pruebas», dijo Benedicto XVI. Mons. Conforti siendo todavía un niño tuvo que superar la oposición de su padre a que ingresara en el Seminario, «dando prueba de firmeza de carácter al seguir la voluntad de Dios».

El Santo Padre invitó luego a aceptar a Dios con docilidad como el santo, «acogiéndola como indicación del camino trazado para él por la providencia divina; en toda circunstancia, aún en las derrotas más mortificantes, supo reconocer el designio de Dios, que lo guiaba a edificar su Reino, sobre todo en la renuncia de sí mismo y en la aceptación cotidiana de su voluntad, con un abandono confiado cada vez más pleno».

«San Guido María Conforti mantuvo fija su mirada interna en la Cruz, que dulcemente lo atraía hacia ella; al contemplarla, él veía abrirse de par en par el horizonte del mundo entero, percibía el ‘urgente’ deseo escondido en el corazón de cada hombre, de recibir y de acoger el anuncio del único amor que salva».

«Él fue el primero en experimentar y testimoniar lo que les enseñaba a sus misioneros, es decir, que la perfección consiste en hacer la voluntad de Dios, siguiendo el modelo de Jesús Crucificado», explicó Benedicto XVI.

Benedicto XVI subrayó también las cualidades del Apóstol de la caridad: «gracias a la profunda y continua unión con Cristo, en la contemplación de su amor, Don Guanella, guiado por la Divina Providencia, se convirtió en compañero y maestro, consuelo y alivio de los más pobres y débiles».

«Que este nuevo Santo de la caridad sea para todos, en particular para los miembros de las Congregaciones fundadas por él, modelo de profundidad y síntesis fecunda entre la contemplación y la acción, así como el mismo la vivió y puso en marcha «.

«Alabemos y demos gracias al Señor porque en San Luis Guanella nos ha dado un profeta y un apóstol de la caridad», afirmó Benedicto XVI.

La vivencia humana y espiritual de Don Guanella se puede sintetizar, explicó el Santo Padre, en las últimas palabras que pronunció el santo antes de morir: «in caritate Christi».

«Es el amor de Cristo que ilumina la vida de cada hombre, revelando que al darse a sí mismo al otro no se pierde nada, sino que se realizando plenamente nuestra felicidad», aseguró el Papa.

«Que San Luis Guanella, nos ayude a crecer en la amistad con el Señor para ser en nuestros tiempos portadores de la plenitud del amor de Dios, y promover la vida en toda su manifestación y condición, permitiendo que la sociedad humana se convierta cada vez más en la familia de los hijos de Dios», expresó Benedicto XVI.

El Papa se refirió luego, en español, a Santa Bonifacia, quien sufrió injusticias y desamparo por ser una mujer trabajadora en su tiempo.

Benedicto XVI recordó un pasaje de la Primera Carta a los Tesalonicenses de San Pablo para referirse a la labor evangelizadora de esta nueva santa española: «cuando san Pablo escribe la carta, trabaja para ganarse el pan; parece evidente por el tono y los ejemplos empleados, que es en el taller donde él predica y encuentra sus primeros discípulos. Esta misma intuición movió a Santa Bonifacia, que desde el inicio supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano».

«Trabajar como había hecho desde pequeña, no era sólo un modo para no ser una carga para nadie, sino que suponía también tener la libertad para realizar su propia vocación, y le daba al mismo tiempo la posibilidad de atraer y formar a otras mujeres, que en el trabajo pueden encontrar a Dios y escuchar su llamada amorosa, discerniendo su propio proyecto de vida y capacitándolo para llevarlo a cabo», dijo luego el Papa.

Las Siervas de San José nacieron en un ambiente de humildad y sencillez evangélica, y que al imitar al Santo Custodio en el hogar de Nazaret, lo asumen como una escuela de vida cristiana.

El Papa resaltó además que la «Madre Bonifacia, que se consagra con ilusión al apostolado y comienza a obtener los primeros frutos de sus afanes, vive también esta experiencia de abandono, de rechazo precisamente de sus discípulas, y en ello aprende una nueva dimensión del seguimiento de Cristo: la Cruz».

El Santo Padre indicó que la nueva Santa es un modelo del trabajo de Dios, «un eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y también a todos nosotros, a acoger su testimonio con la alegría del Espíritu Santo, sin temer la contrariedad, difundiendo en todas partes la Buena Noticia del Reino de los cielos».

«Nos encomendamos a su intercesión, y pedimos a Dios por todos los trabajadores, sobre todo por los que desempeñan los oficios más modestos y en ocasiones no suficientemente valorados, para que, en medio de sus quehaceres diarios, descubran la mano amiga de Dios y den testimonio de su amor, transformando su cansancio en un canto de alabanza al Creador», concluyó el Santo Padre.

La ruta de Sor Verónica

Actualizado 21 octubre 2011

La ruta de Sor Verónica: Iglesia y Cristo

Visten de tela vaquera y no llevan toca ni velo, sino un pañuelo atado al pelo. Son de clausura, pero sin reja, para hacer menos lejana la experiencia de la vida religiosa y contemplativa del que se atreve a conocerlas. En un mundo en el que se habla de crisis de vocaciones, las monjas de Iesu Comunio son la parte más visible y conocida de una nueva ola en la Iglesia que se ve sacudida por nuevas formas de vocaciones femeninas, con otras maneras. Verónica Berzosa, fundadora y madre de Iesu Communio, se ha convertido sin quererlo en la imagen de la nueva tropa.

Como un vendaval azul, que acaricia y no arrasa, ha entrado en la Iglesia el nuevo Instituto Religioso femenino Iesu Communio. Sin embargo, al contrario que el caprichoso viento, este vendaval de vocaciones y alegría cristiana tiene el rumbo firme, fruto de su centenario origen franciscano que lo ha impulsado como a una bala, y lejos de perderse en sí mismo, como anunciaban los peores agoreros, se abre a la Iglesia con toda la fuerza que le ha dado a su fundadora, la monja española Verónica Berzosa, el haber participado en el encuentro “Nuevos evangelizadores para una nueva evangelización”, celebrado en el Aula Paulo VI del Vaticano, la semana pasada. Su inclusión en el acto ha significado el espaldarazo definitivo para el carisma que encarna la fundadora. El Papa ha dicho entre líneas a toda la Iglesia: “Esta chica es de las mías, atendedla”. Pero ¿quiénes son Iesu Communio? ¿Quién es la hermana Verónica? ¿Son una rareza exótica o simplemente un caso más de esta nueva ola de vocaciones que inunda la Iglesia?

Parto feliz

Iesu Communio nació al mundo el año pasado, con el reconocimiento por parte del Papa, mediante un documento firmado el 4 de diciembre, de que un nuevo Instituto Religioso Femenino había nacido en la familia de la Iglesia. Fue un parto adelantado. La Iglesia no se esperó a salir de cuentas, y cogió a muchos durmiendo y sin esperarlo. Se dio con menos dolor que la gestación, larga y sometida a pruebas, pero para bien de todos, la criatura ya ha demostrado haber venido sana y entera, con ganas de dar guerra, que en el lenguaje religioso significa rezar y regalar amor de Dios como luz da una vela por el simple hecho de encenderla.

Si el parto fue más o menos rápido, la gestación ha tenido años de prueba, duda, dolor y sospecha. No en vano, las monjas que como en un aluvión iban entrando a formar parte del antiguo convento de Clarisas de Lerma, tomando el hábito de color pardo y siguiendo la estela de santa Clara, todas ellas, en su fuero interno, iban viendo que aquello a que se sentían llamadas iba tomando forma de otra manera. Sí, son de raíces franciscanas, pero el propio acontecer de los hechos iba tornando el color marrón en azul claro; haciendo traslucidos los barrotes de los locutorios hasta no verlos cuanto más cerca te sentabas de ellas; y viendo en la oración, la obediencia y el silencio, el timón, la vela y el viento de una nave que, en el fondo, sabían que llevaría a buen puerto. El faro siempre se vio brillar, y no a lo lejos, sino bien cerca, en el sagrario, junto a la vela.

En todo éste proceso, las hermanas fueron siempre guiadas por el actual obispo de Burgos, monseñor Francisco Gil Hellín, nunca por delante de él, y han ido dejándose hacer a fuego lento por el cocinero del cielo.

Lo que sucedió con ese documento, a parte del evento histórico que supone vivir el nacimiento de un nuevo carisma en la Iglesia –como ya dejé escrito en su día-, es que el Papa quitó de un plumazo el velo de sospecha y controversia que rodeaba a ésta comunidad bendecida por la presencia de un carisma propio y único en la Iglesia en la persona de una mujer. Como ocurriera en otros contextos con tantas de ellas, el Espíritu Santo se fijó en la pobreza y la fe de una joven de 18 años que, melena al viento y botas verde botella, llamó un día a la puerta de un convento que llevaba 23 años sin saber qué era una novicia, y que desde entonces ha reventado de velos blancos, experiencias vocacionales y profesiones perpetuas de más de cien mujeres, y más de doscientas, que lo dejan todo para entregarse enteras a la Iglesia.

Pocos años después de su entrada, la joven Verónica se convertía en Maestra de Novicias de un convento que no tenía novicias. Algún secreto ha de guardar su corazón, un trato entre ella y su Esposo. ¿Qué le ofrecería ella, además de su ya entregada vida entera, para que éste la bendijera de tal manera que empezaron a entrar chicas en su noviciado como chavales entran en una fiesta de cumpleaños? Pero que nadie se engañe. Oración, mucha oración, silencio y dolor, han entrado en el trato, seguro. No hay bendición sin cruz, como la propia Redención. Porque entre otras muchas cosas llamativas, como el hecho de las canciones, los bailes y las reuniones multitudinarias entre monjas y peregrinos, en el centenario convento de Lerma -y ahora en el de La Aguilera- rezar, se reza. Mucho y a conciencia.

La madre Verónica

Secretos a parte, que ya desvelará ella, de la madre Verónica Berzosa se dice mucho y poco se acierta. Todo es más sencillo de lo que se que imagina y cuenta. Ella mismo da testimonio en el convento de La Aguilera, de la muerte, en diferentes circunstancias aunque todas dramáticas, de las que fueron sus amigas de adolescencia, y el sentirse ella salvada por el amor absoluto que se la coló en el corazón sin pedirle ni permiso ni prebenda: el amor de Cristo vivo, latiente en la Iglesia, sediento en el mundo y, muchas veces, denostado en su propia Iglesia. La madre Verónica explica en el locutorio que ella lo que sentía era “una fuerza que me arrastraba allí dentro, mucho más poderosa que lo que dejaba fuera”.

La fundadora ha dado en Roma sus pautas de nueva evangelización de lo que es para ella eso, la nueva evangelización, y nos ha hecho el favor a todos de ser precisa, concreta y poco imaginativa, ya que su hoja de ruta se puede reducir a dos términos: Jesucristo e Iglesia. Pero lo mejor es que no te lo cuenta de carrerilla, como ese católico de fábrica que se aprendió el catecismo en la escuela y ya no lo suelta ni para rezar. No. Ella te explica y te cuenta algo tan sencillo como eso, tan básico, con el convencimiento del convencido, con el amor de la enamorada, como aquel que sabe más que cree, porque su fe ha sido probada y confirmada de tal manera que ha dejado paso a la certeza. La madre Verónica, desde sus límites y pobrezas, te habla de alguien a quien conoce, de alguien del que sabe, y lo hace sabiendo de quien se fía al hacerlo: de Cristo vivo y resucitado que habita en la Iglesia para dar vida al mundo incluso antes de la vida eterna.

Aparte de eso, que en años y siglos venideros se contemplará con el respeto y estudio concienzudo, sor Verónica le plantó al Papa el abrazo que a mí mismo me hubiese gustado darle, y que de haber tenido oportunidad, lo hubiese hecho. De modo que no solo no repruebo su gesto, sino que se lo agradezco, pues en ese abrazo al santo Padre me incluyo. No por nada en especial, sino porque me sale y me apetece, y punto.

El futuro de Iesu Communio es tan incierto como seguro. Incierto porque ni ellas mismas saben a donde las lleva el viento del Espíritu. Se rumorea sobre nuevas fundaciones, traslados, Roma… Y al mismo tiempo que incierto, su futuro es seguro por la misma razón. Ellas mismas lo saben… no depende de ellas.

Nuevas chicas en el barrio

Las monjas de Iesu Communio son la parte más conocida de un resurgir de las vocaciones femeninas en la Iglesia. Varios ejemplos son los que salpican España. El más llamativo es el noviciado de las Hermanas de la Cruz, que cuenta con más de sesenta postulantes y novicias en su clausura de Sevilla; o las Hermanas de Belén, que siendo una de las realidades monacales más estrictas de la Iglesia, supera a las setenta chicas y mujeres, la mayoría muy jóvenes, entre sus casa de Jerez y de Huesca. Las Hermanas Reparadoras de El Escorial, una realidad muy joven de la Iglesia, ya cuenta con cien hermanas, y las Clarisas de Soria empatan con ellas: cien hermanas en cuatro conventos diferentes.

Las Hermanitas del Cordero, las Reparadoras del Corazón de Cristo Sacerdote o las Siervas del Señor y de la Virgen de Matará, son ejemplo también de que la vida consagrada femenina se está repoblando con sabia nueva.

Publicado en el Semanario Alba (21/1011)

Joven católico polaco liberó a una muchacha judía en Auschwitz

Muere Jerzy Bielecki a los 90 años

El joven católico polaco que liberó a una muchacha judía en Auschwitz disfrazándose de oficial SS

El joven se enamoró de una judía en el campo de concentración, fueron novios y la liberó con un plan disparatado. Su historia es digna de un guión de Hollywood.

Actualizado 23 octubre 2011

F. de Andrés/ABC

Israel le otorgó la máxima distinción en 1985. Pero la historia de Jerzy Bielecki, el jóven católico polaco que en 1944 liberó a una joven judía en Auschwitz y que ha muerto pacíficamente en su casa de campo polaca a los 90 años, es más digna de un guión de Hollywood.

Jerzy tenía 19 años cuando los alemanes le apresaron en Polonia, bajo la sospecha de que pertenecía a la resistencia, y le enviaron en el primer transporte de presos varones -todos polacos- al campo de concentración de Auschwitz en abril de 1940. Casi tres años más tarde, en enero de 1943, una joven judía polaca de 22 años, Cyla Cybulska, fue detenida junto a sus padres y tres hermanos -dos varones y otra chica- en el gueto de Lomza, en el norte del país. La familia al completo fue enviada a Auschwitz-Birkenau. Los nazis asesinaron de inmediato en las cámaras de gas a los padres y a la hermana, pero Cyla y sus dos hermanos fueron enviados a trabajos forzados.

Jerzy y Cyla se conocieron en estas circunstancias en septiembre de 1940 y la chispa del amor prendió enseguida entre los dos presos. Jerzy decidió escapar con su novia, pero el plan que urdió parecía un disparate. Gracias a su amistad con uno de los trabajadores polacos del almacén del campo, consiguió un uniforme de oficial de las SS y logró elaborar un salvoconducto falso. De esta manera -y gracias a su buen alemán- consiguió hacer creer a algunos guardianes que era un oficial de los servicios secretos que se llevaba a la joven judía fuera del campo para interrogarla.

En una entrevista concedida en 2010 a Associated Press, Jerzy contaba sus sentimientos en aquellos momentos. «Sentía el pánico que me corría por toda la espalda a la espera de recibir el primer tiro al cruzar la puerta de salida».

Se perdieron la pista

Después de diversos avatares, la familia de Jerzy insistió en que éste se reuniera con ellos en Cracovia. Cyla fue escondida en casa de unos agricultores amigos. Pero al término de la guerra los dos enamorados fueron incapaces de reencontrarse. Jerzy acabó casándose en Polonia, y Cyla, por su parte, contrajo matrimonio con un judío, con el que acabó recalando en Nueva York.

En 1982, Cyla contó la historia de su liberación a su sirvienta polaca, que quedó estupefacta. Había escuchado la misma historia contada por el propio Jerzy en la televisión de su país antes de abandonarlo para trabajar en Estados Unidos. Ambas mujeres se pusieron manos a la obra para dar con el paradero de Jerzy, y el reencuentro se produjo en el aeropuerto de Cracovia en el verano de 1982. El enamorado acudió a la cita con un ramo de 39 rosas rojas, una por cada año en que habían estado separados.

Cyla Cybulska murió en Nueva York en 2002. Jerzy murió hoy, y deja mujer, dos hijas, cuatro nietos y un bisnieto. El lunes se celebrará el funeral católico en la localidad polaca de Nowy Targ.

Las apariciones de El Escorial

Las apariciones de El Escorial: habla el entorno de Luz Amparo

Nunca antes había hablado el entorno de Luz Amparo Cuevas, quien desde 1981 afirma recibir mensajes de la Virgen. El libro de José María Zavala que resume en ALBA Carmelo López-Arias pone sobre la mesa los elementos de debate.

El domingo 14 de junio de 1981, cuatro personas divisaron una nube blanca saliendo de un fresno en la finca de Prado Nuevo (El Escorial). Luz Amparo Cuevas, uno de sus hijos, su marido y un compañero de trabajo de este se dirigían a un pilón cercano para lavar los platos. Acababan de almorzar en un huerto municipal que cuidaban los dos hombres. Ella cayó de rodillas ante el árbol y permaneció inmóvil, como clavada al suelo, durante una hora. La nube –aseguró luego– “adquirió gradualmente la forma de un ser humano, hasta concretarse claramente en la figura de María Santísima”.

Acababa de nacer un fenómeno que, 30 años después, continúa vivo, y cuyos trazos esenciales ha plasmado el escritor José María Zavala en un libro de investigación periodística: Las apariciones de El Escorial (LibrosLibres).

Zavala recoge abundantes testimonios que permiten reconstruir cómo vive el entorno de Luz Amparo la fe en que los acontecimientos vividos por ella tienen carácter sobrenatural.

El arzobispado de Madrid en 1985, siendo titular de la diócesis el cardenal Ángel Suquía, aseguró que “no consta” el carácter sobrenatural de las aparicionesEn aquel momento se pidió encarecidamente a sacerdotes y religiosos que no participasen en acto alguno relacionado con el caso, pero en 1994 el mismo cardenal Suquía erigió canónicamente la asociación pública de fieles Reparadores de la Virgen de los Dolores. En los últimos tiempos, el cardenal Antonio María Rouco ha ido favoreciendo la atención espiritual a las personas que allí acuden, autorizando las confesiones y la celebración pública de la misa en una nave cercana cada primer sábado de mes.

En la actualidad, los Reparadores tienen tres residencias de ancianos, en Griñón (Madrid), Torralba del Moral (Soria) y Peñaranda de Duero (Burgos), además de una casa de formación sacerdotal en El Escorial.

Hace años que Luz Amparo, octogenaria y enferma, no aparece en público, y ha respetado la petición del cardenal Suquía de no acudir al fresno los días de mayor afluencia de gente.

Lo cual no obsta para que las grandes cuestiones que plantea El Escorial sigan siendo los fenómenos que rodean la vida de esta madre de siete hijos nacida en Pesebre (Albacete), que no pudo estudiar y pasó una infancia muy dura de pobreza y abandono.

En este sentido, el libro de Zavala es decisivo porque aporta una información documental de gran importancia, al recoger el testimonio de personas del entorno más íntimo de la vidente que nunca antes habían relatado cuanto han vivido y oído.

Entre otros, y como fuente principal, los escritos del carmelita Alfonso María López Sendín, su confesor, ya fallecido, y exhaustivas entrevistas con don José Arranz, sacerdote, capellán de los Reparadores, y Julia Sotillo, hoy amiga íntima de la vidente, a quien conoció cuando empezó a trabajar en su casa poco antes de las apariciones.

Según su entorno, Luz Amparo Cuevas ha vivido una gran cantidad y variedad de hechos extraordinarios y llamativosLos mensajes que le habría transmitido la Virgen forman hoy cinco libros. ¿Cómo los recibía? “Mientras repetía los mensajes con voz casi inaudible,ella no era consciente de lo que decía. Era como si suplantasen su personalidad, puesexpresaba palabras y conceptos que ni ella misma entendía, incluso en extrañas lenguas pese a ser casi analfabeta”, explica Zavala.

Bilocación

Estos mensajes piden a los fieles conversión, oración y penitencia, fidelidad a sacerdotes y religiosos –“¡Cuántas almas consagradas se han retirado del camino de Cristo y se han introducido en la vida de placeres, hija mía!”–, advierten de un castigo “muy próximo”, solicitan la construcción de una capilla –la Virgen “hizo incluso caminar en éxtasis a su elegida para delimitar las dimensiones exactas de la capilla: 14 por 28 metros”– yprometen que las aguas de la fuente cercana curarán si se construye.

Los mensajes han ido acompañados de visiones de la Virgen María, aunque también de Jesucristo y, en una ocasión, de las moradas celestiales y de un alma del purgatorio y un alma del infierno, que describieron a Luz Amparo su situación.

Mantuvo un encuentro místico con el padre Alfonso al día siguiente de su fallecimiento en 2002. “He dirigido tu alma todo lo mejor que he podido para encaminarla a Dios; sigue por el camino perfecto, desprendido, y humíllate, hija mía, que todo el que se humille será ensalzado…”, le dijo.

Luz Amparo padece los estigmas de la Pasión desde que sangrara por primera vez en 1980, medio año antes de la primera aparición, cuando en plena calle brotó sangre de manos, rodillas, pies, costado y frente. Esto ha sucedido ante distintos testigos. No es permanente, y suele ir acompañado de una extraordinaria rigidez del cuerpo, que en ocasiones adopta la forma de Cristo crucificado.

En el centro del pecho se le forma “un corazón en relieve, traspasado por una especie de flecha de cuyos extremos salían chorritos de sangre”, cuenta JuliaSe trataría de una huella de la transverberación, a modo de flecha de amor divino lanzada por un ángel, similar a la de Santa Teresa de Jesús. Sucedió en 1989, según atestigua don José. ¿Cada cuánto tiempo recibía los estigmas y el corazón transverberado?: “La propia vidente respondía así al presentador José María Íñigo, durante una entrevista televisada hace ya casi 30 años: ‘Al principio, me pasó una semana entera; luego, se me quedó el jueves y viernes; y más tarde, sólo los primeros viernes de mes; ahora me suele pasar varios viernes”.

Asimismo, hay registrados varios momentos de doble ubicación de Luz Amparo: “Yo misma la he visto varias veces en bilocación”, asegura Julia, “situaciones en las que un ángel tomaba su cuerpo”.
Por ejemplo, Luz Amparo estuvo a los pies de la cama de una persona que quería suicidarse, y lo evitó. Y una niña de cuatro años con dificultades para moverse “aseguraba que por las noches acudía a verla una tal Amparo para hacer gimnasia con ella”, y a quien reconoció en cuanto la vio en persona.

La vidente de El Escorial ha sido agredida por el demonio. Una vez, en Prado Nuevo, “el demonio la empujó varias veces tratando de estamparla contra el suelo. Fue preciso sujetarla entre varios para evitar que se lastimase”, cuenta don José.

Otro día el diablo llegó a tirarla por la ventana, explica Julia: “Vi que Amparo estaba nueve metros más abajo… El demonio la había arrojado por la ventana. Le pregunté: ‘¿Qué te ha pasado?’. Ella simplemente dijo: ‘Me mata; un día me mata’”. Y es que el diablo ya le había puesto “un ojo negro” durante un éxtasis, e “hizo jirones su ropa muchas veces”.

Don José se ha dejado aconsejar por ella en algún exorcismo para decidir si hay o no presencia diabólica: “Si está uno con Amparo, es posible que ella tenga visión de la posesión”. De hecho, “una vez, el diablo salió con la intervención directa de Amparo”, bajo su autorización: “Colocó su mano en la espalda del endemoniado, haciendo presión. En ese preciso instante, el poseso empezó a chillar como un cerdo en el matadero, quejándose de un inmenso dolor, hasta quedar liberado del todo”.

En Luz Amparo Cuevas coinciden dolores y consuelos. Entre estos últimos, una fragancia delicadísima, definida por el padre Alfonso comoun “misterioso aroma” que impregna el ambiente, un “intenso olor a rosas” que suele acompañar a sus éxtasis y perdura horas e incluso días.

Entre los primeros, además de los estigmas, la capacidad para sufrir la enfermedad de otra persona. Don José Arranz estuvo ingresado, por un accidente de tráfico, sin un solo dolor: “La convalecencia la pasó Luz Amparo en su propia casa”.

Multiplicación de alimentos

Como la de Julián Argüello, quien, tras una operación de hernia discal, esperaba un posoperatorio dolorosísimo. Pero no necesitó ni un calmante. Ni médicos ni enfermeras se lo explicaban, hasta que ella aclaró qué había pasado: “Claro hijo, tú has estado en la cruz pero los clavos los tengo yo”.

Otro don de la vidente ha dejado huella: “Yo misma la he visto varias veces leyendo el alma de la gente gracias a su carisma de introspección de conciencias…”, afirma Julia. “Cuando estás delante de ella, te saca hasta las entrañas…”, completa don José, quien lo sabe por su experiencia “y por la de otros muchos”.

Tanto Julia como el padre Alfonso refieren casos de “multiplicación de alimentos”, pero no es la única intervención celestial en su vida, que también registra la intervención angélica en tareas cotidianas.
Como cuando Julia y Luz Amparo echaron en falta los cordones de unas botas de montaña de uno de los niños: “Entonces la oí cuchichear y vi de repente los cordones flotando en el aire y cómo ella los cogía. El ángel se los estaba dando”.

Todos estos fenómenos que recoge Las apariciones de El Escorial –junto con la historias de las persecuciones padecidas, el afianzamiento de la obra o las conversiones que suceden en Prado Nuevo–, o no se conocían o carecían de respaldo testimonial.

Tras este libro, disponemos de un arsenal informativo mucho mayorpara responder las dos preguntas alternativas que quedan en pie.

O bien cuándo declarará el arzobispado de Madrid la sobrenaturalidad de los hechos, o bien qué vio en ellos –o además de ellos– para afirmar que esa sobrenaturalidad no consta. Porque, como afirma Zavala en la frase final de su libro, “cada cual sigue siendo muy libre de creer o no en las apariciones de El Escorial”.

El papado en la gran pantalla

La vida en el Vaticano y los diferentes papados han llamado la atención de numerosos directores de cine. Unos para contar la realidad, otros para deformarla, muchos han llevado la barca de Pedro a las pantallas. Lo cuenta en ALBA Itxu Díaz.

Desde San Pedro hasta Juan Pablo II, son muchos los papas que han sido objeto de biografías cinematográficas, o series de televisión, en las que se acercan al espectador los acontecimientos de mayor calado histórico de sus pontificados, navegando casi siempre entre la ficción y la realidad.

Sin duda es Juan Pablo II sobre el que más obras se han rodado. No en vano se le llamó “el papa de los artistas”. De un país lejanodirigida por Krzysztof Zanussi en 1981, fue el primer biopic sobre su figura. El filmerecorre la vida de Karol Wojtyla hasta el momento de su elección como papa. El mismo director adaptó años después una obra de teatro del propio Wojtyla titulada El hermano de nuestro Dios.

La película Papa Juan Pablo II, filmada por Herbert Wise en 1984, realiza un amplio recorrido biográfico por la vida de Karol Wojtyla.

Wise ofreció a Jon Voight, católico y padre de la actriz Angelina Jolie, el papel de Juan Pablo II, pero lo rechazó, recayendo finalmente en el británico Albert Finney

Sin embargo, en 2005, cuando la CBS ofreció de nuevo a Voight encarnar a Juan Pablo II en una serie dirigida por John Kent Harrison, aceptó finalmente la propuesta, llegando a alcanzar una nominación a los premios Emmy por su brillante actuación.

En 2005 se estrenó Karol: un hombre que se hizo papa de Giacomo Battiato, considerado uno de los mejores filmes sobre Juan Pablo II. La película, con banda sonora de Ennio Morricone, está basada en un libro de Gian Franco Svidercoschi, amigo del pontífice.

Protagonizada por Piotr Adamczyk, ha recibido excelentes críticas y la felicitación particular del papa Benedicto XVI. Un año después de su estreno, Battiato presentó la miniserie Karol: el Papa, el hombre, centrada en la vida de Wojtyla en los años posteriores a 1978.

Sínodo de obispos

El breve pero intenso pontificado de Juan XXIII, beatificado por Juan Pablo II en el año 2000, también ha merecido la atención de algunos directores. En El Santo Padre Juan XXIII, Riccardo Tognazzi ofrece un interesante biopic sobre la vida del Papa que convocó el concilio Vaticano II. El filme, estrenado en 2003, está protagonizado por el actor Bob Hoskins y cuenta también con música de Morricone.

Un año antes, la vida del pontífice Giovanni Roncalli fue objeto de una miniserie en la RAI llamada El papa de la paz. Esta producción dirigida por Giorgio Capitani, repasa la biografía de Juan XXIII, desde su vocación sacerdotal y los años de misiones en Rumanía y Francia, hasta los hitos de su papado, desvelando su rostro más humano.

El papel de Pío XII durante la ocupación alemana de Roma quedó plasmado en Bajo el cielo de Roma, dirigida por Christian uguay. El filme, estrenado en 2010 en Castelgandolfo, recibió el aplauso de Benedicto XVI

Tras la proyección, el Santo Padre dedicó unas palabras a los productores, destacando la importancia de este tipo de películas “pensadas para el gran público, con los medios más modernos y, al mismo tiempo, dirigidas a ilustrar personajes o acontecimientos del siglo pasado”.

El director italiano Giulio Base, por su parte, filmó la vida del primer papa en San Pedro, estrenada en el Vaticano ante el Sínodo de los obispos en 2005. La cinta repasa la biografía del discípulo de Jesús, mostrando el surgimiento de las primeras comunidades cristianas, y la entrega sin condiciones de san Pedro a su causa apostólica.

La figura del papado sin apellidos también ha llamado la atención de algunos cineastas, que la han utilizado como marco para tejer sus historias de ficción. Es el caso de Michael Anderson, que rodó en 1968 Las sandalias del pescador. Protagonizada por Anthony Quinn, relata la historia de un obispo ucraniano condenado a trabajos forzados en una prisión soviética. Tras su liberación, el obispo se convierte en asesor de Pío XIII y después de la muerte del pontífice, resulta elegido papa en un agitado cónclave.

Esta película de Anderson, que al igual que su obra maestra La vuelta al mundo en 80 días es una adaptación literaria, ha pasado a la historia como el filme que anticipó el nombramiento de un papa de un país del Este.

A pesar de los esfuerzos de Anderson y de Morris West, autor del libro en el que se basa la cinta, por construir una imagen fidedigna de la Iglesia Católica, Las sandalias del pescador ha recibido críticas por la demagógica propuesta que pone en boca del nuevo papa, que el mismo día de su nombramiento anuncia la venta de todos los bienes de la Iglesia para paliar el hambre de los pobresLejos de la ficción cinematográfica, merecen mención aparte los documentales dedicados a la figura del pontífice. También en este terreno, Juan Pablo II lleva la delantera a sus antecesores, siendo objeto de decenas de obras. En España y en el mundo, estrenado con motivo de los 25 años de su pontificado, recoge los hitos de su papado, incluyendo el atentado de Ali Agca, y la caída del muro de Berlín. Constructor de puentes repasa sus viajes apostólicos. Y la cercanía del papa a los jóvenes queda reflejada en 25 años con Juan Pablo II, que fotografía la cara más divertida del pontífice, en imágenes en las que aparece cantando con universitarios, o llorando de risa ante la actuación del payaso Japo.

La figura de Benedicto XVI también está siendo objeto de revisiones cinematográficas en formato documental. Es el caso de La aventura de la Verdad, filmado en 2008 por la agencia Rome Reports. La cinta ofrece un retrato íntimo de la vida del Santo Padre desde su infancia en la Alemania nazi, hasta el célebre discurso de Ratisbona. En fechas más recientes, la Santa Sede anunció el estreno de Francisco y el papa, con imágenes de la vida privada del papa. La película, de la productora alemana Fanes Film, muestra el día a día del Vaticano a través de los ojos de un niño, Francisco, que forma parte del Coro Pontificio de la Capilla Sixtina y que se prepara para ofrecer una actuación ante el Santo Padre.

Las santerías con camuflaje católico

Crecen en España las santerías con camuflaje católico

Crucifijos sumergidos en agua, aceites para atraer el dinero y provocar mal de ojo, invocaciones al diablo, velas negras, adivinación, remedios, purificaciones y maleficios… Hay de todo en una santería. Nos lo cuentan José Antonio Fúster y Javier Torres.

Tiendas abiertas al público, “pasen y vean”, en la que una suerte de religión panteísta africano-caribeña camuflada en el catolicismo se abre paso ofreciendo soluciones rápidas para los males cotidianos. Sus santos sincréticos, que no son católicos, son parte del negocio. Un negocio peligroso. Apenas hay dos tipos de tiendas para las que la crisis es negocio: la compra de oro a un precio por debajo del mercado y las santerías, unos comercios que ofrecen soluciones rápidas a personas en crisis…

La Iglesia ha dado la voz de alarma ante el auge de un fenómeno pseudoreligioso que hasta hace poco se circunscribía a los círculos de pobreza de naciones caribeñas y africanas, pero que ha llegado a Occidente con vocación de permanencia, gracias a la inmigraciónA simple vista, una santería, una cualquiera, es una tienda corriente, a pie de calle, con luces de neón y escaparates en los que se apiñan santos, pócimas, iconos y friegas que se autoproclaman eficaces para solucionar cualquier problema. La santería dice que todo lo cura y todo lo arregla a cambio de dinero y ofrendas. Mal de amores, familia, problemas laborales, rachas de mala suerte… Un flujo constante de clientes, la mayoría mujeres, entra y sale, entra y mira, entra y compra un remedio para un mal de ojo o un tantito…

A simple vista, las santerías son solo anaqueles abarrotados de velas, aceites, hierbas y figuras de santos: san Pedro, san José, san Manuel, la Virgen de la Caridad del Cobre, san Cosme y san Damián, san Gabriel, la Virgen de Regla… Y velas blancas y negras, crucifijos, collares de cuentas, remedos de rosarios… Podría parecer una mezcla entre una herboristería y una tienda caótica de artículos religiosos.

Santa Rita y la fidelidad

En una de esas santerías del centro de Madrid, las diferencias se observan con precisión. Los dependientes son sacerdotes santeros, babalaos, la cúspide (si la hubiera) de la pirámide santera.

Estos babalaos son teólogos de la prosperidad. Modernos charlatanes que por un precio de 69 euros la sesión, evalúan a la persona que acude a ellos y la inician en el uso de ofrendar a los santos para espantar los males. Nada tiene de malo recurrir a los santos, pero estos no lo son. Un santero que mire a los ojos de la Virgen de la Caridad del Cobre, en realidad mira a Yemayá, “la creadora del mundo”. Otro ejemplo: Obbá, la diosa de la fidelidad conyugal, es Santa Rita, patrona de los imposibles. Es sincretismo y pantomima.

Modernos charlatanes que por un precio de 69 euros la sesión, evalúan a la persona que acude a ellos y la inician en el uso de ofrendar a los santos para espantar los malesCuando los franceses y los españoles llenaron la Antilla de negros arrancados de África, fueron evangelizados deprisa, mal y a golpe de culata. Muchos simularon la conversión y buscaron rasgos comunes en las imágenes católicas para poder venerar a sus santos africanos. La diferencia esencial, según un babalao de una santería del centro de madrid, es que sus santos sí que ayudan a la gente, no como los católicos. “Digamos que no tardan tanto”.

El grave problema tantas veces denunciado por la Iglesia es que la santería asegura que esos santos africanos, santos sincréticos con apariencia católica, ‘acuden’ a la interpelación del babalao e interactúan en una comunicación instantánea que compromete a una persona angustiada que hipoteca su futuro siguiendo a ciegas el camino que marca un santero; algo condenado por el catecismo de la Iglesia.

Los babalaos consultados no niegan la mayor: “Es una ayuda inmediata que en el 98 por ciento de los casos libera a la persona de sus problemas”.

Para el diagnóstico, los santeros utilizan algo llamado ukele: un collar con cuentas como conchitas de mar que, según ellos, es un completo sistema de comunicación binario (unos y ceros, sí o no) entre el sacerdote y el santo al que se interpela. Así, mientras el cliente revela sus angustias, el babalao va tirando el ukele sobre la mesa y lo interpreta y apunta en un papel una retahíla de ceros, unos y cruces hasta darle un diagnóstico claro de sus males. El santero no adivina. Podría hacerlo -dicen los babalaos- pero no deben. Como si dijeran: yo lo sé todo, pero no te lo puedo decir hasta que tú no me lo digas.

Para el diagnóstico, los santeros utilizan algo llamado ukele: un collar con cuentas como conchitas de marOtra diferencia fundamental entre una santería y… cualquier otra tienda, es que los santeros pasan consulta en habitaciones pequeñas en la trastienda o en los sótanos del comercio, en los que la parafernalia sincrética deja paso a los genuinos iconos africano-antillanos: puros sobre vasos de ron, elefantes, figuras agigantadas de hombres de raza negra, machetes clavados en la tierra de una maceta, calaveras en postes, copas de agua en las que se sumerge un crucifijo, santitos anónimos en los que apoyan naipes y cartas del tarot ,platos en el suelo en el que vive el sincrético Elegguá, “el dueño de los caminos y el destino; el que abre o cierra el camino a la felicidad…”.

Hasta ahora, entre puros y calaveras, los santeros podrían pasar por simples charlatanes, pero la Iglesia ha alertado de ciertas herejías santeras que llegan a divinizar a la Virgen María y desorientan a los creyentes hasta conseguir que Benedicto XVI haya instado a los católicos a profundizar en el conocimiento de la Biblia para rechazar a tanto falso dios. Pero el auténtico problema de la santería se llama maleficio: el coqueteo con el demonio.

Maleficios y demonios

Dicen los santeros que reciben poderes para invocar a los muertos, realizar conjuros y llamar al diablo (si es necesario). Cuando una persona entra en la consulta de un babalao, va dispuesta a que un collar de cuentas con 256 posiciones evalúe su problema y le determine un camino -un remedio, ofrendas, sacrificios- que deberá seguir para sacudirse el maleficio que le persigue. Maleficio, sí.

Casi todas las personas que van a ver a un santero, saldrán del encuentro convencidas de que sus problemas de salud, dinero o amor, son por causa de la acción de un demonio sobre ellas. El ukele no falla. Para un santero, una racha de mala suerte o una relación amorosa que peligra llevan la marca del diablo que se ha instalado cerca de esa persona por la acción de un maleficio.

Los santeros se defienden asegurando que ellos son sacerdotes de una religión que -en principio- ha jurado hacer el bien y salvar a la humanidad (a un precio por sesión de 69 euros).

Para ellos, el babalao es el único capacitado para invocar a ese demonio, debilitarlo hasta que abandone a esa persona y librarle del maleficio. Ellos dicen que nada en ese ritual desmerece las prácticas de los exorcistas de la Iglesia católicaPero no está tan clara esa coincidencia. Si dirigir la vida de una persona con una cuenta binaria con 256 posiciones ya es peliagudo, bordear asuntos de enfermedad y dolor revela la cara más oscura de la santería. Una santera consultada por este semanario se puso extraordinariamente seria cuando se le preguntó por la relación entre un maleficio, el diablo y la enfermedad. “Es política de la casa que cuando alguien viene a la santería buscando una remedio para una enfermedad grave, se le derive a un hospital; sin embargo…. a título personal… yo he visto cosas increíbles… Yo mismo saqué de la muerte a la viejita que fue la que me crió. Llegué con ella al hospital y ella estaba muerta, pero conseguí que volviera. El médico me dijo que aquello era imposible… Con ayuda de mis santos la logré mantener a mi lado más de cinco años, pero al final vi que sufría, que imploraba la muerte… Y la dejé ir”.

Sin embargo, esa política de la casa de una de las santerías consultadas no es la misma buena práctica de otros comercios y otros babalaos. Según ellos mismos denuncian a micrófono cerrado, a diario, en cientos de casas de toda España, autoproclamados santeros y sacerdotes de Olofin, el dios todopoderoso, juegan con los crédulos y los desesperados a sanar enfermedades imposibles con complicados rituales y sangre de animales.

Los santeros aseguran que la enfermedad en una persona anciana es la forma que tiene Olofin de prepararnos para la muerte. Sin embargo, en una persona joven, la enfermedad grave indica que hay maleficios muy poderosos, diablos muy duros, una opresión demoníaca muy fuerte…Estas prácticas generan desconfianza entre las personas, que al final, y por unos pocos euros más, buscan santeros o pseudosanteros sin escrúpulos para ser ellos los primeros en servirse del ocultismo y la invocación maléfica.

De momento, la crisis económica, y también la crisis de valores que azota España, ha estimulado el negocio hasta convertir a las santerías en uno de los pocos comercios que disfrutan de un panorama despejado y unos beneficios consolidados. Los santeros y babalaos, que son personas que viven por encima de los demás en países tan pobres como Cuba, ya se han instalado en la clase media acomodada en España. De momento, ellos reconocen que la mayoría de sus clientes son inmigrantes cubanos y venezolanos, antillanos con problemas ; pero también empiezan a beneficiarse de la desesperación de decenas de miles de españoles -canarios en su mayoría-.

Uno de estos babalaos lo reconoce sin titubeos y sin complejos: “El comunismo jamás ha podido con nosotros, y tampoco podrá la Iglesia Católica. Poco a poco, los españoles comenzarán a creer en la santería. Esto es imparable”.

La última barrera entre la vida y la muerte

Escuela de rescate de Jesús Poveda: la última barrera entre la vida y la muerte

Voluntarios que se plantan cada semana a las puertas del abortorio Dator para convencer a las mujeres de que sigan adelante con su embarazo. Respeto y voluntad de ayuda son sus pilares. Así se lo enseña su maestro, el doctor Jesús Poveda.

Sábado frío en Madrid. Una joven de 17 años se acerca a DatorEstá embarazada, sus padres no lo saben y tiene poco tiempo para abortar porque en casa están de mudanza y tiene que volver antes de la noche. Dos personas se aproximan y le hablan de alternativas; ella escucha pero decide entrar. Horas después, aún en ayunas y con el cansancio acumulado, sale del centro de abortos, cae al suelo, se lleva las manos a la cabeza, da un grito desgarrador y clama: “¡Qué he hecho, he matado a mi hijo!”.

Las dos personas que horas antes intentaban hacerle cambiar de opinióncorren hacia ella, intentan levantarla del suelo, la abrazan, le dicen que se tranquilice.

El doctor Jesús Poveda -luchador provida desde 1983- la atiende, se la lleva a una cafetería cercana y le pide algo de comidaElla se niega a comer, se culpa por lo que acaba de hacer, llora. “Tu hijo te ha perdonado y Dios también, porque está viendo tu sufrimiento, ahora tienes que perdonarte tú”, le dicen, desesperados por que coma algo para evitar un desvanecimiento. Al final, lo que más consuela a la joven es saber que, gracias a ella, dos mujeres que iban a abortar se han dado la vuelta y se han ido a casa con sus hijos.

Porque de forma paralela a esta historia, los rescatadores de Poveda –voluntarios de la Escuela de Rescate a la Madrileña que trata de evitar los abortos a las puertas de centros como Dator- seguían hablando de ayuda y alternativas a las mujeres que se aproximaban a las puertas del establecimiento.

Justo cuando salió la joven arrepentida conversaban con dos parejas que tenían “muy claro” que querían abortar. Hasta que vieron y oyeron el llanto – “llorar de verdad”, apunta Poveda- y comprendieron lo que decían los rescatadores – “eso es el aborto”-.

Horario ampliado

Aunque en los dos años y medio de vida que lleva en marcha la Escuela ha conseguido salvar la vida de 300 niños, este reportaje comienza con una historia de las tristes, de las que acaban mal, porque define a la perfección losdos rasgos que caracterizan al grupo de rescatadores de Poveda: voluntad de ayuda y respeto a la mujer.

“Si la mujer coge el folleto explicativo que le damos, bien; si además se para a hablar con nosotros y nos escucha, mejor; y si ya decide cambiar de opinión y seguir adelante con su embarazo, entonces fabuloso. Pero si nos insulta y no nos hace caso, también bien. Respetamos a la mujer”, explica Poveda.

Con esas dos premisas como punto de partida los voluntarios de Poveda se dan cita cada sábado por la tarde en la esquina de Hermano Gárate con PensamientoJusto la esquina donde pierden la vida cada año miles de niños de cuyas madres sería imposible hacer un perfil. “Desde niñas de quince años hasta mujeres de treinta y muchos, cuarenta; inmigrantes y españolas, con dinero y sin él y todo esto antes de que entrara en vigor la actual ley del aborto. Antes, cuando era necesario el consentimiento de los padres, también venían menores solas o con amigas”, explican a ALBA los rescatadores.
Por parejas -siempre con una mujer como mínimo-abordan con respeto a quienes se acercan a Dator y les dan el tríptico informativo con el teléfono gratuito de atención a la mujer embarazada (900 500 505) y los recursos de alojamiento, trabajo, atención médica y psicológica que ofrecen diferentes asociaciones provida.

Además hablan a las mujeres del inicio de la vida, del estado del feto en cada momento del embarazo, del síndrome posaborto…
Aunque la Escuela comenzó los sábados de cuatro a seis de la tarde, los veteranos han ampliado el horario de rescates y se plantan a las puertas de Dator los sábados por la mañana, los domingos… cualquier hora es buena para salvar vidas. “Muchas madres solo necesitan saber que hay ayuda para seguir adelante con la vida de su hijo. Sabiendo eso, mi obligación es venir aquí cada sábado” explica María Soria, estudiante de Medicina de 19 años y rescatadora de la Escuela de Poveda casi desde el inicio. Desde aquel día que salía de rezar en una iglesia cercana y vio a un grupo de gente reunida en Dator; se acercó, les preguntó qué hacían y se unió a ellos el sábado siguiente.

Un pañuelo islámico

María ha experimentado las dos versiones de una misma historia: el final feliz, mujeres que se abrazan al rescatador con una sonrisa al saberse apoyadas para seguir adelante con la vida de su hijo, y el desenlace sombrío. Una vez hasta tuvo que ser protegida del brazo de un hombre corpulento, lleno de tatuajes, que acudía con su novia a Dator. María se acercó, les dijo “Vengo a ofrecerles ayuda” y se encontró con un “o te vas de aquí o te mato”.

Su novio Ike de Toro, también veterano en la Escuela, explica que en días como ese o en otras tardes de invierno en las que nada parece salir bien, en las que reciben incluso la mirada altanera de mujeres que acaban de abortar, “hay momentos en los que solo puedes pensar que ahí dentro están muriendo niños”.

Pero los días buenos son más y compensan. Dice Ike que sentirse “padre virtual” de tantos niños es una sensación incomparable y que, además, solo con su presencia ya han conseguido algo muy importante: “los sábados de cuatro a seis casi no dan citas porque saben que estamos aquí; así que eso hemos logrado”.

Los sábados de cuatro a seis casi no dan citas porque saben que los volunarios de Poveda están allíAunque hoy se han reunido para atender a los medios de comunicación por el aniversario de la Escuela, su entrenada mirada de rescate no descansa y, al girarse y ver salir de Dator a una pareja joven, cogen los folletos y salen corriendo. A su vuelta explican que son los amigos de una chica que está dentro abortando. “Pero cuando salga hablad con ella por si necesita ayuda, nosotros le hemos dicho que no lo haga”.

Otra joven que sale del establecimiento -se niegan a llamarlo clínica, “en vez de pacientes a las chicas las llaman clientes”-, les dice que no tiene tiempo para hablar con ellos y entonces Safa le tiende la mano con el folleto -“bueno, pues quédate con esto”-.

La joven se aleja leyéndolo y quizá ese gesto haya sido suficiente. «Como es una línea 24 horas, muchas veces nos cuentan que a las tres o cuatro de la madrugada del sábado al domingo llaman y les dicen que han estado en Dator y que unos chicos les han dado este papel”.

Hay días que ocurre así: salvan vidas sin saberloOtras, como el primer rescate de Safa, el milagro se produce delante de sus ojos. Era su primer día en la Escuela cuando se aproximó hacia Dator una chica tocada, igual que Safa, con un pañuelo islámico. Safa es de Siria y la joven que iba a abortar de Marruecos. “Me puse a hablar con ella en árabe y me dijo que, como en la religión musulmana no puedes tener relaciones sexuales antes del matrimonio y ella se había quedado embarazada tenía que abortar, que lo que había hecho estaba mal”. Safa le explicó que lo que iba a hacer era intentar arreglar un error con otro error aún mayor, que se estaba equivocando. Y la joven marroquí miró a Safa fijamente y le dijo: “Tienes razón. No puedo hacerlo”.

El día de su primer rescate Safa no pudo dormir, solo pensar que acababa de salvar una vidaSus amigos no entienden que esta joven de 18 años dedique la tarde del sábado a esa locura del rescate en lugar de ver una película o pasear con ellos por la calle. Y ella no les entiende a ellos. “Esto es lo más bonito que he hecho en la vida, de verdad. Es precioso”. 
No hace falta hacer preguntas. Ellos solos van recordando los buenos momentos vividos en la esquina de una calle que es la contradicción en sí misma. “Mira, ese que entra es el psiquiatra que firma los informes y la señora que está a su lado quieta está rezando el rosario. Viene mucho. A mí el médico un día me mandó a… bueno, ya te imaginas”, cuenta Mamen.

Cuestión de dinero

Y entonces les viene a la cabeza la historia de aquella chica a la que ofrecieron ayuda cuando entraba en Dator. “Nos miró y siguió andando pero a los diez minutos salió y se acercó a nosotros. Le preguntamos que por qué y nos dijo: ‘Con vosotros todo han sido sonrisas y buenas caras; dentro está todo el mundo amargado’”.
Aunque hablan poco con “los de dentro”, alguna vez han intentado preguntarles por qué hacen lo que hacen y ya no se escandalizan cuando recuerdan la respuesta que dio uno de los médicos al doctor Poveda: “No sabes lo que soy capaz de hacer por dinero”. “Si esto no moviera tanto dinero… ni la mitad de la mitad”, dice Ike.

Para él el dinero es justo lo contrario, un motivo por el que nunca se debería decidir acabar con la vida de un niño. Aunque es cierto que la crisis afecta también a las asociaciones de ayuda y que muchas madres no reciben todo lo que esperaban – “es muy difícil encontrar trabajo y casa para todas. Hay muy poco dinero”- ninguna, recuerdan los rescatadores, ninguna de las 300 les ha dicho jamás “ojalá no os hubiera hecho caso”. “Ninguna se arrepiente de tener a su hijo, y, sin embargo, hay muchas que se arrepienten de no haberlo tenido”.

Justo lo que podría haberle pasado a Cristina, una joven que tenía 21 años y cuatro hijos cuando pidió cita para abortar en Dator. Estaba embarazada de cinco meses. Mamen García habló con ella y le recordó que cada persona es única e irrepetible. Le pidió que no acabara con la vida de su quinto hijo. Cristina entró en Dator y ya tenía puesta la vía de la anestesia cuando pensó que la rescatadora tenía razón. Se arrancó la vía y salió corriendo. Ya en la calle se abrazó a Mamen, que es madrina de la pequeña Yamira, quinta hija de Cristina. Cuando en el hospital las enfermeras le reprocharon que tuviera cinco hijos con 21 años ella respondió:“¿Qué queréis, que aborte? He encontrado gente que me ayuda no solo económicamente. Sé que estarán conmigo hasta que los necesite”.

Esa gente. La gente de Poveda. La última barrera entre la vida y la muerte.

Cambió radicalmente la manera de vivir su sacerdocio

Raniero Cantalamessa

El predicador del Papa confiesa cómo cambió radicalmente la manera de vivir su sacerdocio

Es capuchino y predicador de la casa Pontifícia desde hace casi 30 años. Explica lo que motivó esa transformación en su vida.

Actualizado 16 octubre 2011

ReL

ReL le ofrece un testimonio verdaderamente impactante del Padre Raniero Cantalamessa, predicador de la casa pontificia, sobre cómo y por qué cambió radicalmente su forma de vivir el sacerdocio y su seguimiento a Cristo.

Un hecho extraordinario
«Mi historia personal con el Señor empezó muy temprano. Fui bautizado a los pocos días después de mi nacimiento; pero esto no era todavía un encuentro personal. Mi primer encuentro personal fue a los trece años. Yo estaba en un Colegio de Capuchinos. No sabía todavía lo que iba a hacer en mi vida, cuando tuvimos un primer retiro y escuché por primera vez las grandes verdades de nuestra fe: el amor de Dios, la vida eterna, el infierno … Recuerdo muy bien la impresión que me dio la meditación sobre el infierno; me hizo entender que la vida es algo muy serio, una aventura muy seria. Y escuchando estas verdades, exponiéndome por primera vez a la luz del Evangelio, percibí inmediatamente mi vocación, me sentí llamado por el Señor a hacerme sacerdote franciscano. El ser franciscano era secundario en aquel momento; lo que era primordial era que yo dedicaba mi vida al Señor Jesús.

Muchos años de formación
»Empecé mi formación que duró muchos años. Estudié, fui ordenado sacerdote en Loreto, que es un lugar donde hay un Santuario de la Virgen muy importante. Fue ordenado sacerdote en 1958, hace muchos años, algunos de vosotros todavía no habíais nacido. Después los superiores me enviaron a Suiza a estudiar Teología y me doctoré en Teología estudiando a los Padres de la Iglesia. Después me enviaron a la Universidad Católica de Milán para profundizar en el conocimiento de las lenguas clásicas, latín y griego, para estudiar mejor los Padres de la Iglesia y la Escritura.

Doy clases en la universidad
»Cuando terminé mis estudios de filología clásica, me invitaron a quedarme a la Universidad. El Rector de entonces era un santo. Ahora está en proceso su beatificación. Él fue un precioso laico para la Iglesia de Italia. Él me invitó a ser su ayudante y después de dos años se instituyó una cátedra para mí que era la cátedra de Historia de los Orígenes del Cristianismo. Se estudia en esta cátedra el Nuevo Testamento y los primeros siglos de la Iglesia, un precioso campo.

Búsqueda científica
»Llevaba allí enseñando varios años y predicaba los domingos algunas homilías, pero nada más. Mi papel era sobre todo la búsqueda científica. Estaba contento y mis superiores decían que estaban muy orgullosos de tener un miembro de su orden en la Universidad Católica. Es una importante Universidad que en aquel tiempo; tenía unos veintidós o veintitrés mil estudiantes.

Ocurren milagros…
»En 1975, una señora a quien yo acompañaba en su camino espiritual, regresó de un Retiro de fin de semana en una casa de Milán y me dijo: “He encontrado un grupo de personas extrañas que oran de una manera nueva, que levantan las manos y se habla incluso de milagros que ocurren entre ellos”. Y yo como un buen director espiritual muy prudente le dije: “Tu no irás más a estos Retiros”. Eran los primeros grupos de oración de la Renovación Carismática que llegaban a Italia. Esta señora obedeció, pero me invitaba a acudir a algunos encuentros de la Renovación Carismática para ver …

Conozco la Renovación Carismática
»Una vez me llevó a Roma a un Encuentro. Yo estaba allí como observador. Había cosas que no podía aceptar, por ejemplo: abrazarse, besarse… Yo expongo mis dificultades porque sé que hay muchos que hoy encuentran las mismas dificultades, sobre todo entre el clero. Entonces me pidieron que confesase. Y escuchando estas confesiones fue mi primer impacto con la gracia. No simplemente las manifestaciones, sino la gracia interior de la Renovación Carismática. Porque había un arrepentimiento que yo raramente había encontrado y se trataba de laicos, de gente muy normal. Me parecía que los pecados caían como piedras de su alma. Había una liberación, una gracia, lágrimas… Yo estaba asustado y me decía a mi mismo: “No puedes negar que aquí está la gracia de Dios. Éste es el Espíritu que obra, porque solamente Él puede dar una idea, un conocimiento tan claro del pecado, un arrepentimiento tan grande”. Pero todavía estaba en una posición de juez. Juzgaba lo que me parecía bueno, lo que no me parecía bueno. Y los animadores de entonces, los líderes, decían a los hermanos : no vayáis con ese sacerdote porque él es un enemigo de la Renovación Carismática.

Risas y no lágrimas
»Tengo que decir otra cosa. Para mucha gente el primer impacto con la Renovación Carismática se manifiesta en lágrimas, para mi fue en una sonrisa. Yo tuve mucha dificultad en reprimir mi risa, pero sentía que era un reír santo, diferente. Era como si Dios me sacudiera, para sacudir el hombre viejo y hacerme salir de mi seguridad, de mi orgullo. Y está fue la primera ofrenda de liberación que el Señor me daba.

Fascinado por lo que veía
»Di un curso en la Universidad en aquel momento sobre los movimientos carismáticos proféticos de la primera Iglesia, para intentar comprender algo de esta nueva manifestación en la Iglesia. No me ayudó mucho esta búsqueda científica, pero me sirvió porque me mantuvo en contacto con la Renovación Carismática. Ellos me conocían, incluso me invitaban a dar algunas enseñanzas; y yo estaba ahí, atraído, fascinado por lo que veía.

Esto pasaba en las primeras comunidades cristianas
»Yo me decía a mi mismo: “Esto es lo que pasaba en las primeras comunidades cristianas, tú lo sabes, tú estudias esto y sabes que esto es precisamente lo que pasaba en aquellas primeras comunidades: carismas, profecías, laicos tomando su papel en la vida de la Iglesia, no callando siempre, no sólo hablando el sacerdote…”.

Objeciones a lo que estaba viviendo
»Algunas objeciones, que yo ponía, fueron encontrando su respuesta. Por ejemplo, para mí era una dificultad ver que si aquello era del Espíritu de Dios, por que había algunas cosas que eran claramente carnales y humanas. El Señor me hizo comprender que el don de Dios está siempre mediado por los hombres, la debilidad humana. El carisma de la autoridad en la Iglesia a veces no está ejercitado de manera perfecta porque existe la ambición, el poder y a nadie se le ocurre abolir la autoridad. Lo mismo tenemos que decir de otros carismas: no están empleados de manera angélica pero es la manera de Dios de obrar con medios humildes, pobres y defectuosos.

Un hecho providencial
»En 1977 una mujer -notad que hay siempre una mujer como mediadora; y éste es un don de la mujer, ser una ayuda; el hombre debe ser una ayuda también- , una mujer ofreció cuatro boletos con todo incluido para ir a América a un Encuentro Carismático Ecuménico que tendría lugar en Kansas City en los Estados Unidos. Uno de estos boletos se le ofreció a un profesor de teología que después fue nombrado arzobispo de Turín y fue cardenal, ahora jubilado. Pero en el último momento su madre enfermó y no pudo ir. Este boleto llego a mí. Yo me decía: “Será una experiencia más”. Yo tenía que ir a los EE.UU. para aprender inglés y me decía: “En una semana todo habrá acabado y yo iré a mi comunidad capuchina”.

Observando qué hacía el Espíritu
»Me fui a este Encuentro. Había 40.000 personas. La mitad católicos y la otra mitad de otras confesiones cristianas, muchos pentecostales, anglicanos y toda clase de confesión cristiana. Y allí yo seguía en esta posición de observador que está interesado con algunas manifestaciones, como la manera de proclamar la Palabra de Dios con tanta unción, pero rechazaba otras expresiones que no entraban en mi esquema mental. Por la mañana cada Iglesia se reunía por su cuenta y por la tarde nos reuníamos todos juntos en un estadio escuchando, cantando … Hubo una escena que siempre me quedará grabada en la memoria. Una tarde, un líder de la Renovación Carismática muy conocido, tomó el micrófono y empezó a hablar de una manera nueva para mí. Él dijo: “Llorad y haced lamento porque el cuerpo de mi Hijo está destrozado. Vosotros, los obispos, llorad y haced lamento porque el cuerpo de mi Hijo está destrozado, vosotros los sacerdotes, los pastores, los laicos…” .

Descubriendo el señorío de Cristo
»Mientras él hablaba yo empecé a ver la gente que caía a mi alrededor hasta que todo el estadio era una inmensa muchedumbre de gente llorando de arrepentimiento por la división, la discordia entre los cristianos. Y todo esto pasaba y había un gran letrero sobre el cielo, un letrero electrónico que decía: Jesus is Lord -Jesús es Señor-. Me pareció una profecía: La Iglesia, reunida en un lugar, formando un solo cuerpo, todos de rodillas lloramos, pidiendo perdón al Señor bajo el señorío de Cristo. Fue allí cuando concebí este libro, “La vida en el señorío de Cristo” que ahora se titula de forma más sencilla “La vida en Cristo”, porque era el descubrimiento del Señorío de Cristo, de Jesús, el Señor. Era muy extraño porque yo como profesor había estudiado este título: Kirios, Señor.

Jericó debe caer
»Conocía su importancia; pero me parecía algo nuevo porque para mi el descubrimiento del señorío de Cristo es el alma de la Renavación Carismática, su fruto más profundo. La experiencia del Espíritu viene sobre los que proclaman a Jesús Señor. Tengo que decirlo con gran vergüenza: no estaba todavía convencido. No era mala fe, sino que, como sacerdote, como hombre de estudio, me sentía obligado a discernir y ser prudente, tal vez demasiado prudente. Había un canto que se cantaba allí que era la historia de Jericó que cae al son de las trompetas. Esta canción cuenta la historia y había un estribillo que repetía: “Jericó debe caer”. Cuando se cantaba este estribillo, imaginad éramos 40.000 personas, mis compañeros italianos me daban codazos y me decían: escucha bien porque Jericó eres tú. Y Jericó cayó. No inmediatamente, no tan fácilmente.

Preparando el terreno a una experiencia
»Me invitaron a un Retiro en New Jersey y tengo que comentar la importancia de no criticar a los sacerdotes que tienen dificultades en aceptar la Renovación, sino amarles. Fue el amor que yo encontré en mis hermanos, sobre todo en un joven sacerdote irlandés que trabaja en América, su paciencia, sus cuidados y atenciones. Esto preparó el terreno para mi experiencia. Me fui a esta casa de Retiro, pensando en quedarme allí un día y después irme a mi comunidad capuchina en Washington. Me dijeron quédate aquí. Y empezó una lucha en mí. Yo me decía: “Esta no es una casa de perdición, es una casa de Retiro, si me quedo no me puede hacer mal.. Entonces, ¡me quedo Señor!; te doy esta última posibilidad de convencerme, de hablarme”.

Todavía había una resistencia
»Empecé aquella semana que concluía con el bautismo en el Espíritu. Insisto, compartir mis dificultades puede ayudar a otros. Había todavía en mí una resistencia. Yo me decía: “Soy ya bautizado, sacerdote, religioso. Yo soy hijo de San Francisco de Asís. Tengo a S. Francisco como mi padre. ¿Que más necesito? ¿Que pueden darme estos hermanos laicos?”. Era una objeción de la carne, del hombre viejo, evidentemente. Y continuaba retumbando en mí esta frase: “Yo soy ya hijo de S. Francisco de Asís, tengo ya una hermosa espiritualidad”. Y mientras yo pensaba esto, una mujer -siempre una mujer- abrió la Biblia y, sin saber nada, empezó a leer. Era el pasaje donde Juan Bautista dice a los fariseos: “No digáis en vuestros corazones: tenemos a Abraham como nuestro padre”. Yo entendí que el Señor me hablaba a mí. Y ésta es la manera del Señor de hablar a través de la Escritura. Estaba claro que el Señor contestaba a mi objeción. Me levanté, no hablaba todavía inglés, hablaba en italiano, pero extrañamente todos parecían entenderme y dije: “Señor, no diré ya más que soy hijo de S. Francisco de Asís porque me doy cuenta de que no lo soy. Te pido a Ti que hagas de mí un hijo verdadero de S. Francisco de Asís y si para eso es necesario someterme al bautismo en el Espíritu, acepto”.

Bautismo en el Espíritu
»Empecé a prepararme para recibir el Bautismo en el Espíritu. Esta fue la ocasión para mí, como teólogo, de preguntarme qué es este signo del bautismo en el Espíritu de la Renovación Carismática . Y lo que percibí en un primer momento es lo siguiente: es una manera de decir a Dios este “si, acepto”, que otros dijeron por mí en mi bautismo. En mi bautismo, la iglesia peguntó: ¿crees en Dios? Y otras personas -que fueron mis padres- contestaron: sí, creo. ¿Aceptas a Jesús como Señor? Y me di cuenta que ahora había llegado el momento de decir yo en primera persona a Jesús: sí, acepto a Jesús como Señor. También era la ocasión para renovar mi profesión religiosa, mi ordenación sacerdotal, renovar todo por el Espíritu Santo. Después tuve la ocasión de reflexionar sobre el Bautismo en el Espíritu, también he escrito algo en mis libros. Para mí es una gracia de renovación de todo el rito de la iniciación cristiana, el bautismo, la confirmación. Pero es también una gracia extraordinaria que no se puede explicar con las categorías que ya conocemos. Es una gracia, es una respuesta a la plegaria del Papa Juan XXIII que pidió a Dios un nuevo Pentecostés para la Iglesia Católica. El Señor ha contestado y esta gracia es una gracia especial de un Pentecostés renovado para la Iglesia del final del II Milenio y tal vez de todo el III Milenio. Es una gracia especial y esto explica por qué esta gracia del Bautismo en el Espíritu, de un nuevo Pentecostés, no es sólo conocida por nosotros los católicos; también los protestantes la conocieron antes que nosotros y para ellos también es una gracia especial.

Le doy al Señor las riendas de mi vida
»La última impresión que recuerdo, en la vigilia de mi bautismo, es que paseaba por el parque y el Señor me habló con una imagen, como muy a menudo el Señor hace. Es una imagen que se forma en mi interior y que es una palabra. Imágenes que son palabras que se graban a fuego en el alma. Es una manera de Dios de comunicarse con sus criaturas. Yo me veía como un cochero que estaba sobre un coche y tenía las riendas del coche. Intenté guiar y decidir si ir rápido o despacio, a derecha o izquierda. Entonces me pareció que el Señor Jesús subía a mi lado y muy amablemente me decía: ¿Quieres darme las riendas de tu vida? Hubo un momento de pánico porque me di cuenta que esto significaba que si yo daba las riendas de mi vida al Señor, a partir de ese momento yo ya no volvía a ser más el señor de mi vida, el dueño de mi vida. Él sería el Dueño de mi vida. Por gracia de Dios, en momentos como éste se descubre qué es la gracia de Dios. Se descubre lo que dice San Pablo que todo es gracia, que por la gracia somos salvados. Por la gracia de Dios encontré en mi corazón un sí, Señor, toma las riendas de mi vida porque yo me doy cuenta de que no puedo ni siquiera decidir sobre mi vida; mañana podría estar muerto; entonces … toma Tú, Señor, las riendas de mi vida. Ahora tengo que hacer en voz baja una pequeña confesión pública: muy a menudo, de muchas maneras, he intentado retomar las riendas de mi vida y esto son las debilidades humanas; pero cada vez, el Señor me hace comprender que una vez que se le han dado las riendas no se pueden volver a tomar.

Elegir a Jesús como Señor de tu vida
»Llegó el momento de esta oración del Bautismo en el Espíritu y había muchas profecías y todas eran sobre un ministerio que era la proclamación del Evangelio. Un hermano -este sacerdote irlandés- decía: “Tu encontrarás un nuevo gozo en tu vida en proclamar MI Palabra”. Ya he dicho que hasta ese momento yo no era un predicador y no sabía qué significaba esta palabra. Se hablaba de Pablo que iba a Antioquia y anunciaba el Evangelio a todas las naciones. Hubo un momento en que me dijeron, ahora elige a Jesús como el Señor de toda tu vida. En ese momento levanté mis ojos y encontré el crucifijo que estaba por encima del altar y otra imagen, otra voz interior: “Yo soy el Señor que estás eligiendo. Yo, el Crucificado”. Esto me ayudó enormemente porque me hizo entender que la Renovación Carismática no es simplemente algo emocional, esa alegría, levantar los brazos… Sí, ésos son signos exteriores de una alegría nueva. Pero lo esencial es que, en la Renovación Carismática, el Espíritu Santo te lleva al corazón del Evangelio que es la cruz de Jesús; de allí brota el Espíritu como la sangre y el agua.


Algo está sucediendo…
»No hubo emociones particulares durante mi Bautismo en el Espíritu; pero sí la certeza de que algo estaba sucediendo. El día después me fui al aeropuerto para irme a Washington y, en el coche, el sacerdote que me acompañaba me dijo: “ahora escucha bien porque yo pongo una cinta en el cassette y la primera canción es una profecía para ti”. Era un canto que decía: “Que bellos son los pies de los que anuncian el Evangelio”. Ahora, por donde voy en Italia, me cantan este canto porque saben que es mi canción.


Estaba renovado
»Me fui en el avión y sentía que algo había pasado. Y abriendo el Breviario me parecía que los salmos eran nuevos, me hablaban, parecían escritos especialmente para mí … Y me di cuenta que esto es uno de los primeros signos del obrar del Espíritu Santo: la Escritura se vuelve Palabra viva de Dios.

La Biblia nos habla a cada uno
»No podemos descuidar este don magnífico para la Iglesia. La Iglesia en el Concilio ha hablado de la importancia de la Escritura en la Constitución Dei Verbum. Pero la realidad es que los cristianos, los laicos que nunca habían tenido una Biblia, ahora no pueden separarse de su Biblia. Yo he conocido muchos casos conmovedores de la Biblia que habla directamente, ilumina, da fuerza a los cristianos más sencillos.

Respuestas que están en la Biblia
»En una misión en Australia encontré un obrero, un emigrante italiano que estaba allí y que el último día de la misión vino y me dijo: Padre, yo tengo un gran problema en mi familia, tengo un muchacho de once años que no está todavía bautizado. El problema es que mi mujer se ha vuelto Testigo de Jehová y no quiere escuchar hablar del bautismo. Si lo bautizo, habrá una tragedia en mi familia; si no lo bautizo, no estoy tranquilo porque cuando nos casamos éramos los dos católicos. Yo le dije: déjame esta noche para reflexionar y mañana hablamos y vemos qué podemos hacer. A la mañana siguiente este hombre viene hacia mi muy contento y me dice: Padre, yo ya he hallado la respuesta. Me alegré mucho porque yo todavía no lo veía nada claro. Me dice: Ayer por la tarde, regresé a mi casa y me puse a orar y abrí la Biblia y me vino la página donde Abraham lleva a su hijo Isaac a la inmolación y leyendo me he dado cuenta que cuando Abraham llevó a su hijo Isaac a la inmolación no dijo nada a su mujer.

Respuesta perfecta
»Era una respuesta incluso exegéticamente perfecta. Porque es verdad, los rabinos cuando comentan este pasaje hacen notar que Abraham se calló, no dijo nada temiendo que su mujer le impidiera obedecer a Dios y yo mismo bauticé a este muchacho y fue una gran fiesta para todos.

Consolarse gracias a la Biblia
»Conocí en Italia a una viuda que había perdido a su marido muy joven. Tenía tres hijos. Era un matrimonio muy unido y ésta era una prueba terrible. Lo que le ayudó e incluso hizo de esta mujer una evangelizadora, fue la Palabra de Dios, la Biblia. Ella tiene una sensibilidad, un sentido de la Escritura que a mí mismo me asombra. Las primeras semanas sin su marido ella decía que ponía la Biblia a su lado en la cama porque la Biblia se había vuelto su compañero vivo, Dios le hablaba.

Una nueva luna de miel sacerdotal
»Los tres meses que pasé en Washington después de mi bautismo fueron mi luna de miel con el Señor. También nosotros los sacerdotes tenemos nuestra luna de miel. Mi luna de miel duró tres meses. Pero yo siento que la luna de miel -de los casados- no suele durar mucho más. Regresé a Italia y la gente de la Renovación que me había conocido estaba maravillada. Una mujer decía: “Hemos enviado a América a Saulo y ellos nos han devuelto a Pablo”.

Deseando tener más oración
»Empecé a participar en un grupo de oración en Milán y después de algunos meses ocurrió algo que cambió mi vida. Yo estaba en mi celda orando. No penséis que soy un gran hombre de oración. Deseo, deseo orar. Y a veces incluso me quejé un poco con el Señor diciéndole: “Señor, tu me envías por todo el mundo a hablar de la oración, incluso de la oración trinitaria, ¿por qué no me das una gracia de oración un poco más fuerte, porque mi oración es tan débil, Señor? Me avergüenzo de hablar a los demás de oración. Y el Señor me contestó de esta manera tan simple: “Raniero, ¿cuáles son las cosas de las que se habla con más pasión y entusiasmo, las que se desean o las que se poseen?. Yo contesté: “Las que se desean, Señor”. “Bien -me contestó el Señor- sigue deseando y hablando de la oración”. Por eso, cuando hablo, siempre me siento discípulo y no maestro. Siempre recuerdo un dicho de los Padres del desierto que decía: “Si tienes que hablar a los demás de algo que tú no vives, algo que no has alcanzado todavía con tu vida, habla; pero haciéndote el más pequeño de todos tus oyentes; habla como discípulo, no como maestro”. Y yo trato de hacer mío este consejo.

Algo extraordinario que cambió mi vida
»Pues lo que pasó en aquel momento de oración fue esto. Tuve de nuevo una imagen interior. Aparentemente nada extraordinario, pero interiormente muy extraordinario. Tan extraordinario que cambió mi vida. Era como si el Señor Jesús pasara delante de mí … Y no sé por qué, pero reconocía que era Jesús como cuando regresaba del Jordán después de su bautismo y estaba a punto de empezar a proclamar el Reino de Dios; y pasando delante de mí, me decía: “si quieres ayudarme a proclamar el Reino de Dios, déjalo todo y sígueme”. Yo entendí inmediatamente que el Señor quería decir: “deja tu enseñanza, tu cátedra universitaria…”. Yo era incluso director de un departamento de esta Universidad, el departamento de Ciencias Religiosas. “Déjalo todo y vuélvete un simple predicador itinerante de la Palabra de Dios al estilo de tu padre Francisco de Asís”. Yo tuve miedo de no estar lo bastante decidido, porque el Señor invitaba pero parecía tener prisa. No se paraba, era como quien tiene mucho qué hacer. Y de nuevo esta experiencia de la gracia de Dios, al final de la oración encontré en mi corazón un “sí” lleno. “Señor, ¡lo dejo todo!”. La Universidad había instituido esta cátedra especialmente para mí y el Rector de la Universidad era mi maestro, mi amigo. En mi corazón había un “sí, Señor, aquí estoy”.

La obediencia salvó mi vocación
»Me fui a mi superior a Roma pidiendo el permiso para cambiar mi vida. Dejar la Universidad y ser un predicador a tiempo completo. El Superior General era un hombre que murió el pasado mes de Febrero a la edad de 91 años, un santo, un hombre de oración. Tuve la gracia de orar con él las últimas horas de su vida. De San Francisco se decía que no era un hombre que oraba era un hombre hecho oración. Y así era también mi superior.

»Este superior a quien yo ya había manifestado mi experiencia del Bautismo en el Espíritu, como buen superior prudente, me dijo: “Esperemos un año y después decidiremos”. Ésta fue la ocasión para mí de descubrir la gracia de la obediencia. Yo había tenido una inspiración clara del Señor que me pedía dedicarme a predicar. Pero ahora tenía que someter mi inspiración personal a la autoridad de mi superior, incluso cuando me decía “esperamos”. Aquí yo concebí un pequeño libro titulado “Obediencia”. Puede ser útil porque, a veces, la gente en la Renovación Carismática tiene una inspiración del Señor, se sienten llamados a hacer algo y piensan que esto es suficiente y sin pedir ningún permiso, ni al obispo, o al superior… se lanzan a llevarlo a cabo y nadie puede pararlos. Esto no es bueno, porque siempre la inspiración interior del Espíritu tiene que someterse al discernimiento objetivo de la Iglesia. El Espíritu que te habla personalmente te habla también a través de la obediencia a la autoridad que puede ser: el obispo, el superior, el párroco, el director espiritual… puede ser de diferentes clases. Éste es un criterio muy importante: no podemos actuar simplemente bajo la inspiración personal porque nunca sabremos si hemos acertado o nos hemos equivocado. Si yo hubiera dejado la Universidad simplemente bajo esta inspiración personal, nunca habría sabido si era verdaderamente la voluntad de Dios. La obediencia salvó mi vocación.

Dejar todo por el Señor
»Después de un año, no estaba para mí tan claro. ¿Qué voy a hacer ahora? Yo había pasado toda mi vida en el estudio, en la búsqueda. ¿Qué voy a hacer? Había un cierto temor. Volví entonces al superior y él con mucha decisión me dijo: “Es la voluntad de Dios. Dirán que estamos locos los dos, tu y yo; pero después de diez años tal vez entenderán”.

»El Señor me hizo un descuento. No esperó diez años, fueron menos. Me fui, hice un Retiro en una pequeña casa de capuchinos en Suiza para prepararme. Éste fue el momento en el que el Señor me habló, sobre todo a través de Pablo, en la carta a los Filipenses, cuando Pablo habla de lo que era antes: circuncidado, de la tribu de Benjamín, fariseo, irreprensible, un hombre perfecto, podía incluso ser canonizado… pero todo lo que yo consideraba una ganancia lo considero una pérdida a partir del momento cuando conocí a Jesús como Señor, y he dejado de lado todo para encontrar esta justicia que viene de la fe en Cristo y todo esto para conocerle a Él y el poder de su resurrección y la participación en sus sufrimientos.

Conocer a Jesús como persona viva
»Pero lo que me impresionó más fue precisamente la palabra más pequeña de esta frase Él. Porque cuando Pablo dice -a fin de conocerle a Él-. El pronombre personal en este momento me parecía contener más verdad sobre Jesús que todos los libros que yo había leído o escrito. Porque cuando Pablo dice Él, entiende el Jesús vivo, el Jesús en carne y hueso; no una teoría sobre Jesús o una idea abstracta. Ésta es la diferencia. Conocer a Jesús como Señor significa conocerlo como el Viviente, el que ha resucitado. No un personaje del pasado … ¡Él !, a fin de conocerle ¡a Él!

Predicador del Papa
»Yo llevaba un mes en esta casa de retiro y me llegó una llamada de teléfono. Era mi superior general que me decía: “El Santo Padre te ha nombrado predicador de la Casa Pontificia; ¿tienes objeciones serias para renunciar?”. Yo intenté buscar objeciones serias. Pero, aparte del miedo, no encontré objeciones serias. Entonces le dije: “Padre, si esta es la voluntad de Dios, acepto ir”. Tuve que prepararme deprisa porque en un mes tenía que empezar a predicar mi primera Cuaresma al Papa. Y voy a decirles algo de este ministerio. No para hablar de mí mismo sino para hacerles conocer algo del Santo Padre. Algo que nos revela cosas muy edificantes del Papa.

La primera predicación ante el Papa
»Existe este ministerio que está otorgado a la orden capuchina que se llama el predicador de la Casa Pontificia y esto consiste en que cada viernes por la mañana, en Advierto y Cuaresma, un fraile tiene que dar una meditación al Papa, a sus secretarios, cardenales, obispos de la Curia Romana y los superiores generales de las órdenes religiosas. Son entre 60 y 100 personas. Yo empecé este ministerio y después de 23 años todavía continúo. ¡Veis la paciencia heroica del Papa! Él lleva escuchándome veintitrés años. Fue una gracia del Señor. Me di cuenta que era una providencia para hacer resonar en el corazón mismo de la Iglesia, en esos momentos de gran recogimiento, hacer resonar la gracia del Espíritu que circula en la base de la Iglesia. Y, precisamente, unas de las primeras meditaciones fue sobre el Bautismo en el Espíritu. Hablé con mucha fuerza de que ésta es una gracia para toda la Iglesia. De como es una manera de hacer del cristianismo algo vivo, de renovar la autoridad, la predicación, la liturgia, cada aspecto de la Iglesia. Y me di cuenta de que hablé de una manera muy atrevida. Incluso dije: “No tenemos que decir de los laicos, ¿qué pueden darnos a nosotros los sacerdotes y a los obispos, estos laicos? Nosotros hemos recibido la plenitud del Espíritu”. Así les hablé en aquel momento. Porque el Señor puede contestarnos: “Yo también recibí la plenitud del Espíritu en el momento de mi encarnación en María y a pesar de esto me fui al Jordán y pedí a Juan el Bautista, que era un simple laico, ser bautizado”.

»Después de la charla yo siempre me encuentro con el Papa en una salita contigua. Y yendo a encontrar al Papa, un cardenal me dijo: “hoy en esta sala hemos escuchado al Espíritu Santo que nos ha hablado”. Y se fue.

»El Papa no falta nunca, nunca. Él me edifica a mí. Pensad: el maestro de toda la Iglesia que encuentra cada mañana, a las nueve, tiempo de escuchar la meditación de un sacerdote, el último sacerdote de la Iglesia Católica.

El perdón del Papa
»A veces, saliendo de la predicación encuentro Jefes de Estado que están esperando para ser recibidos por el Papa y él está allí escuchando a un pobre fraile. Un año -creo que era 1986- faltó dos viernes porque estaba de viaje en América Central y cuando vino, se dirigió derecho hacia mí, pidiendo perdón por haber faltado a dos charlas. A veces yo digo a mis hermanos los laicos: ¿habéis ido a pedir perdón alguna vez a vuestro párroco por haber faltado a la homilía del domingo?

»Recuerdo otra pequeña anécdota. Una vez al año, en viernes santo, la homilía se tiene en la Basílica de San Pedro. Es la única ocasión en la que el Papa preside la liturgia, pero no habla. Se sienta y el predicador de la Casa Pontificia tiene que subir al altar papal y dar su homilía. Y allí está toda la Iglesia, todos los cardenales… Es un momento de gran solemnidad. Me di cuenta inmediatamente que tenía que hablar muy despacio porque el sonido en la Basílica retumbaba. Pero hablando despacio tardé diez minutos más de lo previsto en el programa. Y el responsable del horario del Papa -entonces era un obispo, después fue cardenal; ahora ya ha muerto- estaba muy nervioso y a menudo miraba su reloj, porque el Papa después tenía que presidir un Vía Crucis en el Coliseo. Yo no lo veía. Pero este obispo contó a algunas hermanas al día siguiente que después de la liturgia el Papa lo llamó y le dijo: “Cuando un hombre nos habla en el nombre de Dios, no tenemos que mirar a nuestro reloj”.

Predicar por todo el mundo
»Este ministerio de proclamar la Palabra de Dios, en la simplicidad de San Francisco y el poder del Espíritu Santo, me ha llevado por todo el mundo, por muchas naciones. Predicando retiros a los obispos. He predicado este año a todos los obispos de Irlanda. Tengo que predicar en Noviembre de este año 2002 a todos los obispos de Polonia. También en Italia daré un Retiro de sacerdotes. A menudo es la Renovación Carismática la que organiza mis viajes y ofrece la posibilidad de Retiros para el Clero y junto a esto hay un fin de semana para la Renovación.

Sacerdotes que querían abandonar su ministerio
»Queridos hermanos, es un don que la Renovación Carismática hace a la Iglesia. Hubo un Retiro en 1995, con ocasión de los quinientos años de la evangelización de América Latina. Fue un largo Retiro en Monterrey (México). Había 1.700 sacerdotes y 70 obispos de toda América Latina. Un obispo mexicano dijo: “Si la Renovación Carismática no hubiera hecho nada más que organizar estos Retiros para el Clero, habría ya sido suficiente para la Iglesia”. Muy a menudo, los sacerdotes son renovados en estos retiros. Hay una gracia especial; muchos sacerdotes que habían llegado al retiro invitados y a veces traídos por los laicos, antes de irse daban testimonio de que habían llegado decididos a abandonar el ministerio sacerdotal y ahora regresaban decididos a retomar con más entusiasmo. Era un momento de gran efusión del Espíritu. Yo estaba al lado del altar orando por los demás, y fue en esta ocasión cuando un joven sacerdote se acercó a mí, se arrodilló y muy decidido me dijo: bendígame padre, “quiero ser profeta de Dios”. Yo había hablado en la homilía precisamente de esto: que el Señor necesita profetas entre los sacerdotes. Especialmente en América Latina, necesita profetas, es decir, personas que permitan a Dios hablar. Este es el profeta. El profeta es uno que se calla. “El profeta verdadero cuando habla se calla”, decía el judío Filón. Porque en este momento no es más el que habla. Había hablado entonces de la necesidad de profetas, y vino este joven diciendo, visiblemente inspirado, “quiero ser profeta de Dios”. Percibí que hablaba en serio. Fue una gran emoción para mí. Y ahora sigo sirviendo al Señor en esta manera, proclamando la gracia del Señor, como ahora. Os voy a decir una última palabra.

Predicador a tiempo completo
»Cuando mi superior me permitió cambiar mi vida y empezaba a ser predicador a tiempo completo, en la Liturgia de las Horas -era un 10 de octubre- había un pasaje de Ageo, el profeta Ageo. En el pasaje, cuando después de haber reprochado a su pueblo de cuidar de su casa y no reconstruir el Templo, el pueblo se convierte, empieza a reconstruir el Templo de Dios, y Dios envía de nuevo al profeta Ageo, esta vez con un mensaje de consuelo. Dice ahora: “¡Ánimo, Zorobabel, id al trabajo porque estoy yo con vosotros! –oráculo del Señor-”. “¡Al trabajo, Josué, al trabajo pueblo entero del país porque estoy yo con vosotros! –dice el Señor-”.

En la plaza de san Pedro
»Después de leer este pasaje en la Liturgia de las Horas, me fui a la plaza de San Pedro. Quería orar un poco a San Pedro para bendecir mi ministerio nuevo. En la plaza de San Pedro no había nadie; era un día de octubre muy lluvioso. Como si la palabra de Dios se volviera viva, mirando hacia la ventana del Papa, empecé a gritar: ¡Ánimo, Juan Pablo II, al trabajo porque estoy yo con vosotros! Era muy fácil porque no había nadie alrededor.

»Y después de tres meses, me encontré que estaba frente al Papa, y le dije lo que había hecho bajo su ventana. Y de nuevo proclamé este pasaje de Ageo, pero no como una cita, sino como una palabra viva, en este momento, para el corazón de la Iglesia. Entonces, mirando al Papa, que estaba al lado mío, empecé a decir: ¡Ánimo, Juan Pablo II!, a pesar de que Juan Pablo II es el hombre que tiene más ánimo de toda la humanidad, pero en el Nombre del Señor, ¡ánimo Juan Pablo II, ánimo Cardenales y Obispos de la Iglesia Católica, y al trabajo porque estoy yo con vosotros.

»Y siempre cuando el Señor me envía a alguna parte del mundo, repito este mensaje de nuevo como una palabra viva, no como un recuerdo de antaño. Entonces, ahora os digo a vosotros: ¡Ánimo, ánimo sacerdotes y laicos de la Renovación Carismática de España, de la Iglesia de España, y al trabajo porque estoy yo con vosotros! –dice el Señor-. ¡Amén!».